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La Venta de Esposas
La Venta de Esposas
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Cuerda o correa que se ata a la cabeza o el cuello de las caballerías para llevarlas o sujetarlas.
que practicaban oficios humildes o que eran pequeños propietarios o comerciantes,
haciendo honor al calificativo de la historia desde abajo pues no es una historia que
parte desde las vidas de los grandes hombres y en base a los acontecimientos
coyunturales, sino a las vidas de gente común, de la parte más ancha de la pirámide
social.
Las noticias de los diarios ingleses sobre la venta de esposas harían que la feminista
menos extrema pintara de aerosol rosa el Palacio de las Bellas Artes:
Detrás de las fuentes testimoniales en los periódicos, las novelas que tratan el tema
y el trabajo en los archivos judiciales se encuentra la verdadera investigación de
Thompson y sobre todo el trabajo analítico. En realidad, la venta de esposas era todo
un ritual que la gente practicaba para dirimir problemas en forma pacífica. Se firmaban
en ciertas regiones contratos previos a la venta de las esposas y se realizaba una
entrega, que, a la voz de Thompson era más que nada la manera de renunciar al
vínculo entre el marido y su esposa. En muchas ocasiones se realizaban subastas
públicas en los mercados, pero eran meras simulaciones rituales, pues el comprador
ganador era de antemano conocido.
Las esposas vendidas tenían que estar de acuerdo con la transacción, que en realidad
era un cambio de marido, muchas veces debido al enamoramiento o amancebamiento
de la mujer con otro hombre y donde el marido en vez de reaccionar de una manera
violenta aceptaba renunciar al vínculo para darle fin a la relación y dejar que todo se
resuelva de lo mejor manera:
EI consentimiento de la esposa es una condición necesaria parala venta. Esto
no equivale a decir que su consentimiento no pudiera arrancársele por la
fuerza, porque, al fin y al cabo, un marido que quisiera vender a su esposa (o
que amenazase con venderla) no valía mucho como cónyuge. Una mujer que
fue vendida en Redruth (1820) y que junto con su comprador compareció ante
las Quarter Sessíons de Truro «afirmó que su esposo la había maltratado tan
frecuentemente, a la vez que expresaba su intención de venderla, que ella se
había visto empujada a afrontar el escándalo para librarse de él». Esto debía
de ser cierto en algunos casos. Pero quizá no fuera toda la verdad en el caso
de Redruth, porque la mujer reconoció luego «que había vivido con... su
comprador antes de ser vendida públicamente ahí mismo»." En muchas
ventas, incluso cuando había un simulacro de subasta abierta y licitación
pública, el comprador ya se sabía de antemano y ya era amante de la mujer.
Este otro caso es especialmente gráfico sobre la forma diría yo inteligente que tenían
estas personas para solucionar los problemas conyugales:
La esposa de John AlIen se había fugado con James Taylor el verano anterior.
EI «marido agraviado», al enterarse de que la pareja estaba en WhaIey Bridge,
se trasladó allí y encontró a los dos juntos en unas habitaciones de alquiler.
«Exigió 3 libras por la ropa de la mujer, las cuales Taylor dijo que pagaría con
la condición de que los acompañara a Wirksworth en el día de mercado y la
entregase, como dijo él, de acuerdo con la ley.» Tenemos aquí un caso claro
de «entrega»: Allen pasó el extremo del ronzal a Taylor e hizo una declaración
en regla.
«Yo, John Allen, fui desposeído de mi esposa por James Taylor, de Shottle, el
pasado 11 de julio. La he traído aquí para venderla por 3 chelines y 6 peniques.
¿Quieres comprarla, James?» James contestó:
El último caso que quiero citar es el de la esposa que no sólo estaba de acuerdo con
la venta, sino que obligó a su marido a no retractarse:
Otra esposa, una que fue vendida en el mercado de Wenlock por 2 chelines y
6 peniques en la década de 1830, estaba muy decidida al respecto. Cuando
su marido llegó al mercado se acobardó y trató de echarse atrás, pero Mattie
Ie obligó a seguir adelante. Agitó el delantal ante la cara de su buen hombre y
dijo: «Adelante, bribón. Quiero que me vendas. Quiero un cambio».