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La Muerte Del Legislador
La Muerte Del Legislador
JOSÉ CARLOS
MARIÁTEGUI
10-12-14
CONCLUSIONES
I. LA INTERPRETACIÓN: PUNTO DE PARTIDA DE UNA REFLEXIÓN
TEÓRICA SOBRE EL DERECHO
La heterodoxia dada por la interpretación, negando asumir a priori de las
corrientes clásicas el estudio del derecho por la filosofía (una reflexión),
siendo el punto de partida la experiencia misma del derecho (fenómeno
jurídico en su complejidad).
El derecho es la forma de organizar la sociedad de los hombres.
La interpretación es el acto donde el derecho se hace carne, toma la forma
de comportamiento efectivo, autorizado o prohibido.
La interpretación de cada persona que usa el derecho, y por el que cumple
o incumple una norma, y el que se aprovecha de las oportunidades siendo
o no siendo juez o abogado.
La interpretación es a inserción del derecho en la vida (derecho nominal
que actúa dentro de la sociedad).
La norma tiene que ser interpretada y corporizada con las circunstancias, y
aplicada dentro de un contexto.
La claridad es en la cual deberíamos penetrar más, saber su significación,
ya que no es un conocimiento perfecto, sino un obstáculo epistemológico.
La cercanía a la interpretación se nos hace difícil, pero ya existe un derecho
una verdad jurídica contenida en la ley, y tiene que ser simplemente puesta
de manifiesto.
La sociedad se expresa a través de principios, valores, convicciones de
distinto orden, en la cual no están contenidas en las norma, por la cual le
ley siempre admite múltiples significados y diversas utilizaciones.
La ley puede ser interpretada de diferentes maneras, ya que el derecho
efectivo sería distinto porque esas leyes serían aplicadas con otra
mentalidad.
La interpretación no es una mera aplicación mecánica de la ley, es una
cierta atmósfera cultural importante como la ley misma en materia de
conductas sociales efectivas.
II. LA INTERPRETACIÓN COMO ILUSIÓN
La interpretación es una ilusión, ya que supone una verdad a descubrir
frente al intérprete, pero esa verdad no existe en el derecho.
La interpretación no se trata de esfuerzo intelectual, sino la confrontación
vital de perspectivas e intereses que se imponen unas tras otras dentro de
las fronteras lingüísticas de las normas.
La interpretación es más del resultado de un conflicto de poderes que una
deducción racional.
La interpretación son siempre efímeras, con nuevos puntos de vista que
replantean todo, actividad interpretativa tiene un desorden de intereses
caóticos y temporalmente en orden, y volverse a desordenarse
sucesivamente.
La verdad supone la existencia de algo objetivo, que espera ser codificado
mediante la interpretación.
III. LA RESPUESTA IUSNATURALISTA
Los romanos comprendieron que la interpretación no consiste en la
intelección de una verdad escondida, si no la invención de verdades.
Pomponio afirma que la interpretación se da con el uso de la prudencia,
usar la razón que se limita a comprender, esto proporciona esa riqueza
extraordinaria al derecho romano.
Justiniano y su aversión contra la función creativa de jueces y juristas, la
cual privilegia de manera decisiva la voz del legislador frente a la voz de
los intérpretes.
Los juristas de Medievo, dicha interpretación se convirtieron en instrumento
de lucha en la Iglesia (sociedad civil), ya que la Iglesia opone el valor
moral.
El derecho natural está constituido fundamentalmente por la revelación,
según unos herederos de San Agustín, que toman por verdad en la palabra
de Dios, y la interpretación deberá proceder a una exégesis estricta del
dogma cristiano
El derecho es producto de la razón, según otros herederos de Santo
Tomás, toman la verdad ciertas orientaciones puestas en la naturaleza por
Dios, la interpretación consistirá en buscar la justicia según la naturaleza.
El jurista no puede entonces, resolver sus problemas con la revelación, y la
interpretación de un derecho presente en la naturaleza ofrece dificultades
insuperables.
IV. LA RESPUESTA POSITIVA
El positivismo jurídico plantea que el iusnaturalismo ha fracasado de
encontrar una verdad del derecho en la naturaleza (por su espejismo)
Según el positivismo tiene una aspiración a la seguridad por está no se
puede lograr en el campo del derecho, lo que se tiene que hacer es crear
dogmas concretos a través de la legislación.
En cambio, la intención del legislador parece que tuviera al alcance de la
mano mediante el simple análisis del texto legal, se trata de entender la
voluntad de un legislador a la que le ha otorgad un valor dogmático.
Esto implica que esa intención sea un valor moral incuestionable para este
es dogma, que el legislador propuso positivizarla a través de una norma,
pero esto es una fantasía que carece de intención de muchas cosas donde
la ley interviene a través de un método analógico.
El llamado” legislador” no tiene coherencia perfecta en su razonamiento, sin
contradicción alguna, sino un cuerpo colegiado por pluralidad de
legisladores, es el aspecto grave del proceso legislativo.
La ley no es la expresión de una idea única y absolutamente consistente, si
no formado por piezas diferentes e inclusos vacíos.
El “legislador” no existe, es una ficción, son ideas propios niveles de
conocimiento de las cosas de propios intereses y limitaciones, puesto nadie
tiene la autoría plena del texto legal.
Un ejemplo, sería la votación de una norma dada por los congresistas,
porque la entendienden que la forma y aplicación será de cierta manera,
pero otros la entienden diferente y piensan que su aplicación será en otro
sentido.
Pero aun en los casos en que la ley presente un pensamiento coherente,
siendo el resultado de la interacción de esos legisladores particulares, su
intención es inalcanzable, cuyo texto legal se presta para diferentes
interpretaciones.
La llamada interpretación auténtica, donde el cuerpo legislativo ha dado una
ley decide aclarar su sentido con otra ley posterior. En consecuencia, las
opiniones de los legisladores, no constituyen parte del texto legal.
El legislador es la persona que intenta resolver un problema práctico con
ayuda de ciertas reglas dentro del marco de efectividad y racionalidad,
donde la intención del legislador es inutilizable, es un mito que cumple una
función de legitimación.
El texto legal no es el mero vehículo de un pensamiento, si no el
pensamiento creado por la ocasión en forma de texto, ya que es la idea
misma.
Pero Kelsen, que toda norma considerada por sí misma con diferentes
interpretaciones, sin que ninguna pueda ser tenida como verdadera, por
consiguiente el intérprete es siempre un creador que introduce nuevos
elementos que están sometidos a la ley.
La interpretación no es un mero acto de conocimiento, sino un acto de
voluntad creadora, de esta manera el positivismo jurídico no ha podido
negar la necesidad disolvente de la interpretación como verdadera tarea
creativa de derecho.
V. SEMIOSIS LIMITADA
El intérprete no tiene una verdad que descubrir detrás del texto, sino tiene
un texto que puede decir muchas cosa
El intérprete no es un ser pasivo como si fuera un simple portavoz, es en
realidad un co-inventor del derecho, tiene la libertad de agregarle a la
norma nuevos sentidos ajenos al intención del legislador.
La interpretación de un legislador de un texto legal, no es mensaje
codificado por descifrar, si no la actividad creativa del llamado interprete del
texto de la ley.
Kelsen, al plantear que la le puede conducir a múltiples interpretaciones, sin
embargo el análisis racional, científico de la norma reduce el campo de
interpretaciones (legítimas) posibles.
Esto significa que no ha libertad creativa irrestricta, no solo existe una
interpretación correcta: aun siendo varias o muchas interpretaciones
válidas.
La reflexión de Umberto Eco de materia de interpretación de libros,
distingue entre una intentio auctoris (intención del autor), intentio operis,
intentio lectoris, le da poca importancia, es aquella parte que ha logrado
impregnar la obra.
Dicho de manera más irreverente, tenemos que respetar el texto, no el
autor lo que equivale en derecho a decir subversivamente:. Tenemos que
respetar la ley, no al legislador.