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El Ekeko

Ekeko es un dios de la abundancia, fecundidad y alegría. Así


mismo es una manifestación cultural característica del altiplano
andino y aún hoy en día recibe culto en Bolivia, las regiones sur
del Perú del norte de Chile y Argentina.
Es un ídolo que se cree provee de abundancia al hogar donde se
le tributa ofrendas de cigarrillos.
Toma la forma de un hombre de corta estatura, sonriente,
ligeramente grueso, vestido con ropas típicas del altiplano o
también ropa de ejecutivo u hombre de negocio e incluso ropa
de mendigo. Suele cargar gran cantidad de bultos de alimentos y
otros bienes de primera necesidad que cuelgan de sus ropas, en
un pie, le falta una sandalia.
Actualmente la estatuilla que lo representa, dispone de un orificio apropiado en su boca para poder
introducirle un tabaco o puro encendido.
Historia
Cuenta la leyenda, que un grupo de Indios collas a orillas del Titicaca, tallan desde hace muchos
años muñecos muy pequeños hechos con piedras, plata, oro, cobre y arcilla en homenaje al Dios
Ekeko o Tunupa, quien es el dios de la Fortuna y quien los vigila complacido entre las nubes del
cielo Con el pasar de los años, esa leyenda se ha transformado en una agradable tradición. Hoy
en día, en muchas ferias de la sierra peruana, los vendedores indígenas ofrecen estos hombrecitos
vestidos con ropa de lana a los compradores y turistas. Estos muñecos se les agregan alasitas de
casas, animales, billetes y demás productos para llamar a la buena fortuna. Su fiesta es el 24 de
enero remontándose su vigencia desde el 1763.
Feria de la Alasita
La Feria de la Alasita es una feria artesanal en la ciudad de La Paz, Bolivia1 y cuya característica
principal es la venta de miniaturas con la finalidad ritual de que las mismas se conviertan en
realidad. La deidad aymara Ekeko (dios de la abundancia) es el objeto principal de la feria.
La feria de las Alasitas se desarrollará del 01 al 05 de mayo en los cerros Santa Cruz, Tres de
Mayo y Huaynarroque. El lanzamiento contó con elencos de danza y baños de florecimiento por
parte de los Yatiris o sabios andinos.

La actividad se caracteriza por la venta de objetos en miniatura que simbolizan los más preciado
anhelos de las personas, que según las creencias, al hacerlo bendecir por los chamanes esto
comienza a convertirse en realidad.

Esta celebración se festeja paralelamente con la fiestas de la Cruces de Mayo. Durante estas fechas
los cerros de Juliaca están abarrotados de comerciantes, colegios y diversas organizaciones que
también expenden potajes para recaudar fondos.
Del trueque a la venta
En el Tiahuanaco, los ídolos de piedra o huacos que representaban al Ekeko desnudo como dios
de la fertilidad y la fortuna, se conseguían mediante el trueque de los elementos extraños en la
cosecha. En todo caso, se recogían piedras planas (illas) también raras, para cambiarlas por
objetos, y nadie podía negarse a este intercambio.
De esa manera, todo se reducía a lo que ofrecía la Pacha Mama, o Madre de la Tierra, pero con la
conquista española llegó el cambio inevitable de las tradiciones, por lo que el trueque fue
substituido por la “compra venta”, pero con una serie de normas para evitar que se mercantilizara
la buena suerte.
En esta evolución surge el mercado de miniaturas, conocidas después como alasitas, en el que los
indios inicialmente practicaban el trueque con botones de cobre y bronce, cuyo simbolismo ya
tenía un valor monetario.
Los botones, conocidos también como Tapa balazos, se convirtieron en “moneda convencional”
para la compra de miniaturas que entonces tenían costo ínfimo, hasta que el culto empezó a
propagarse en las capitales de provincia y la costa.
En ese entonces, los artesanos y sastres aprovecharon la popularidad del Ekeko porque , al
margen de vender sus propias miniaturas, recibían los botones para utilizarlos en la confección de
trajes y chalecos de la época, que se importaban.
Los billetitos
Pero como todo tiene su final, el capitalismo sentó sus reales con las instituciones bancarias y
desde 1,900, el imaginario popular empezó a relacionar la buena suerte del Ekeko con el dinero
y empezaron a difundirse los billetes de miniatura.
De esa manera, parecieron los “Bancos de la Fortuna” y los “billetitos de alasita” impresos en
tiras y vendidos en fajos de distinto corte.
Las necesidades humanas se vieron reflejadas en las miniaturas y artesanías adecuadas a las
exigencias de la época. El Ekeko empezó a ser rodeado de vestidos, muebles, puestos de venta,
autos y camioncitos.
Con la globalización y la economía de mercado, el ídolo del Tiahuanaco, esta vez con ropas
cubriendo su desnudez y rostro mestizo, es rodeado de réplicas diminutas de moneda extranjera
sobre todo del dólar y ahora del euro.
Sin embargo, aunque estas monedas constituyen la representación fiel del capital simbólico, vistas
desde la tradición de las alasitas y la cosmovisión aymara, sólo llegan a constituirse en las nuevas
“illas contemporáneas” de prosperidad y abundancia.
Las miniaturas
La “Alasita” significa “cómprame”, variación a su vez del verbo aymara althaña (comprar), por
lo que las “alasitas” son productos en miniatura elaborados a base de hojalata, yeso, madera, cuero
y otros, que simbolizar nuestros deseos.
Constituye la esperanza de que todo lo adquirido en miniatura se convierta en realidad, lo que
determina que mucha gente compre diminutas casas, movilidades, billetes, alimentos, títulos de
propiedad, títulos académicos, ropa, herramientas de trabajo, electrodomésticos, muebles y una
lista interminable de productos.
En las comunidades aymaras se cree que, mientras mas puntual sea uno en sus compras, las
posibilidades de que sus deseos se conviertan en realidad, son mayores, vale decir de que la
compra debe realizar justo al medio día del 24 de enero.
Otro aspecto importante es la ch’alla, un ritual celebrado por un “yatiri” (sabio aymara) donde se
usan la coca, alcohol y esencias andinas. Curiosamente, todo lo adquirido, pasa por la bendición
del sacerdote católico.
Pero, como el Ekeko ha llegado a las ciudades, estas normas se pasan por alto y solo es necesario
que sea regalado para que funcione como talismán.
Ekeko debe “fumar”
Del cuerpo del Ekeko deben colgar pequeñas bolsitas, que a modo de alforjas contienen cereales,
tabaco y billetes enrollados que funcionan como exvotos para propiciar la adquisición de bienes
materiales. Las representa aquello que se desea obtener.
Las tradiciones señalan que, para lograr los favores solicitados, se debe hacer "fumar" al Ekeko
en el momento en que se pone el objeto de su deseo, formulando mentalmente el por qué del
pedido.
Por esta razón, el pequeño muñeco, de metal, madera o cerámica, tiene una oquedad en la zona
donde debería estar la boca, y es allí donde debe colocarse un cigarrillo encendido.
Se asegura que, si el deseo o pedido es aceptado, del cigarrillo saldrá humo como si realmente el
Ekeko fumara. Y sus sueños se cumplirán en el transcurso de un año.
Algunas tradiciones señalan que el cigarrillo debe consumirse hasta la mitad, aunque los aymaras
bolivianos son más radicales y dicen que debe ser total o los deseos no serán escuchados.
En la tradición urbana basta que “fume” un momento.
¿Sabías que…?
El polaco Bronisław Malinowski (1884- 1942) constató, al igual que otros antropólogos, que,
cualquiera que sea la eficacia que se pone en la encomienda a un dios de la fertilidad, como el
Ekeko, ningún campesino deja de arar cuidadosamente sus campos, arrancar malas yerbas, etc.
En su forma actual, el Ekeko tiene la cabeza grande, que se une con el cuello corto a un tronco
amplio de ancha barriga y brazos y piernas cortas. Va vestido con una corta chaquetilla, abierta y
lleva pantalones algo cortos, sostenida por una ancha faja a la cintura. Sobre el cabello negro con
cortas patillas, se le coloca el Chullo y encima un sombrero blanco o ligeramente gris de lana.
Lleva en el rostro un bigote corto y la boca abierta.
La figura del Ekeko, no esta completa sino se la “carga” de todos los productos, que en miniatura,
deseamos tener.
La reciprocidad, a través del Ayni, marca uno de sus principios reproducido en la fiesta del Jallu
Pacha (época de lluvia), concretamente en la Chhalassita (cámbiame) que recurría a las piedritas
planas del Lago Titicaca para acceder a determinadas illas que simbolizan prosperidad y
abundancia.
.Luego del cerco de La Paz ( 1781 ) el Gobernador Intendente Sebastián Segurola , que había
logrado liberar la ciudad del asedio del caudillo indio Tupak Katari estableció la fiesta un 24 de
enero de 1763 en acción de gracias a la Virgen de La Paz…y al Ekeko.

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