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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Notas para una


historia del
hormigón estructural

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL
UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL . JLG. V.02 . JLG. ED.02 1
NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Notas para una historia del


hormigón estructural

Contenido

1. Introducción. El hecho constructivo 5


2. La lucha contra las tracciones o la forma de zafarse de ellas 9
3. Evolución del empleo del hormigón a lo largo de la historia 25
4. La armadura que da fibra a la piedra 37
5. Primeras realizaciones bajo patente 43
6. Primeros estudios de comportamiento y de
dimensionamiento 57
7. Personajes que encarnan la historia del hormigón 65
8. La introducción del pretensado 103

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Preámbulo

Es opinión de los profesores de esta Unidad Docente que el conocimiento de


la historia de las cosas no es sólo parte de la cultura general que debe poseer
todo profesional, sino herramienta pedagógica de gran utilidad. Así pensaba
también Carlos Fernández Casado (“Historia del puente en España. Puentes
romanos”, Instituto Eduardo Torroja. Madrid, 1980):
El abordar históricamente la ingeniería es un método cada vez más
frecuente en nuestra época, en paralelismo con otras ramas de la
actividad humana como son: la ciencia, la medicina, la biología, etc.
En todos los casos la visión histórica nos da una perspectiva de
conjunto, completa y ordenada, en el espacio y en el tiempo, que
nos permite enfocar el tema de que se trate con la serenidad que
proporciona la sensación de dominio del mismo. Lo
contemplamos como desde una atalaya, independientes del
dinamismo dentro del cual se desarrolla; pero esta visión
intelectual, fílmica, puede contemplarse desde el punto de vista
pragmático con una incorporación aunque sea puramente
imaginativa a este devenir, sintiéndonos incorporados
personalmente al fluir de las cosas, pero como aconsejaba Platón
en su Crátilio sin que nos dejen atrás ni nos adelantemos en su
camino.
Hay que pensar que los alumnos que llegan a 4º curso de la ETS de
Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la UPM han recibido ya una
formación en Mecánica, Resistencia de Materiales, Elasticidad, Química y
Sistemas de Representación, todas ellas materias consideradas
“fundamentales” ⎯y lo son⎯ para la correcta educación de los futuros
ingenieros. La asignatura de Hormigón Estructural es la primera tecnológica
con que se encuentran y es la primera vez, probablemente, en que van a ver
cómo su formación teórica previa se ha de adaptar a una realidad en la que las
soluciones conceptuales no siempre son únicas, las condiciones de contorno
pasan también por la necesidad de construir y no sólo de calcular y, además, se
mueven en un entorno multidisciplinar en el que intervienen los Materiales, la
Estática y la Construcción, tanto para el proyecto y la ejecución de obra nueva
como para el mantenimiento de la ya existente, es decir del patrimonio.
Por todo ello se han redactado estas notas pensadas para el alumno que,
carente aún de experiencias propias, puede aprender de las experiencias ajenas
y vivir el paso de una formación basada en la Resistencia de Materiales
⎯como los ingenieros del s. XIX, habituados a las estructuras metálicas, fieles a

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las hipótesis elásticas⎯ al empleo de un material cuyo comportamiento se


aleja del ideal elástico y lineal, como es el caso del hormigón estructural. Se ha
querido retrotraer la presentación de la cuestión a aspectos más vinculados a
la Historia General de la Construcción, sin ceñirse exclusivamente al consabido
origen romano de las cosas, porque se considera importante no perder de vista
la perspectiva general, y que los árboles de los números, fenómenos físicos y
artículos reglamentarios que vienen después en el programa no impidan
disfrutar del espléndido bosque que representa el hecho constructivo.

Abril de 2005

Código: JLG
Fecha: Marzo, 2005

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1. INTRODUCCIÓN. EL HECHO CONSTRUCTIVO

La necesidad y el Cuando las primeras sociedades humanas decidieron convertir en


reto de construir sedentaria su anterior condición nómada, aparecieron las necesidades y
servidumbres que rodean a los grupos organizados. Surgió la necesidad
de abrir vías de comunicación para pasar en condiciones de seguridad a
la otra ribera de un río, para salvar un tajo. La necesidad se convirtió
pronto en un reto. La figura 1.1 muestra el caso de uno de tantos
“puentes del Diablo” que existen en todo el mundo. Un entorno hostil,
de proporciones muy superiores a las del ser humano hizo
especialmente difícil ⎯de ahí el reto⎯ establecer una vía de
comunicación estable, superviviente a dicho entorno y a la generación
que lo construyó. Precisamente la vocación de pervivencia y la idea del
ser humano de que su obra le habría de sobrevivir son distintivos de las
comunidades que marcan la frontera entre la Prehistoria y la Historia.

Figura 1.1. Puente del Diablo según un grabado romántico.

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Otro conjunto de necesidades no menos evidentes son las


derivadas de cubrir espacios de arquitectura planificada para guarecerse,
almacenar víveres, rendir culto a los dioses, etc. La figura 1.2 muestra, a
título de ejemplo, el caso de los trulli en Apulia (Italia).
En ambos casos se pone de manifiesto la utilización de un material
constructivo esencialmente imperecedero como la piedra, a diferencia
de las telas de las tiendas de campaña o la madera y hojarasca de chozas
o puentes, inevitablemente provisionales.

Figura 1.2. Trulli en Apulia (Italia). Construcciones cupuliformes en piedra a base de


hiladas en voladizo.

Para satisfacer las necesidades constructivas de las primitivas Los materiales


sociedades, los constructores debieron hacer uso de los materiales que disponibles
la naturaleza les brindaba, junto a grandes dosis de ingenio, buen juicio y
valentía, cualidades que, como es sabido, resultan a menudo
contrapuestas.
Es más que probable (figura 1.3) que en la antigüedad la madera
fuese el material preferido para salvar un vano. Quizás por inspiración al
ver un tronco caído sobre el cauce, el constructor primitivo se percató
de las buenas cualidades que ofrecía la madera: resistente a tracción y
compresión, resistente a flexión y relativamente ligera y fácil de montar.
La madera tiene, sin embargo, un serio inconveniente como
materia orgánica que es: es putrescible y presa fácil del fuego o del
arrastre por una riada. Aunque las construcciones de madera resolvieron
innumerables problemas, no pudieron adquirir la perdurabilidad (y de
economía a largo plazo) que tendrían las construcciones de piedra.

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Figura 1.3. Puente de madera sobre un río alpino.

En efecto (figura 1.4), a diferencia de la madera, la piedra goza de


una notable imputrescibilidad, lo que la hizo preferible a los ojos de los
constructores de las primeras civilizaciones, a pesar de que no tiene unas
propiedades mecánicas tan versátiles: así, aunque es idónea para resistir
compresiones, tiene escasa y poco fiable resistencia a tracción y a
flexión. Además, empleada en grandes bloques, es muy pesada y exige
medios complejos y caros para su transporte y montaje.

Figura 1.4. Puente Clapper (Postbridge, Inglaterra). El tablero de este puente


peatonal o de caballerías está formado por losas de granito de 4,5 m de longitud, 2
m de ancho y unos 0,30 m de canto. No se sabe datar con precisión, ni se sabe
tampoco qué hicieron sus constructores para transportar y poner sobre las pilas y
estribos esas losas de 8 toneladas de peso.

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2. LA LUCHA CONTRA LAS TRACCIONES O LA FORMA


DE ZAFARSE DE ELLAS

Será bueno ir advirtiendo que esta exposición se ha remontado tan atrás


en el tiempo porque si a algo se parece el hormigón “puro”, sin
armaduras, es a la piedra, incluso con desventajas mecánicas, aunque no
constructivas. En efecto, el hormigón es un material que, aunque capaz
de admitir cómodamente compresiones importantes, es de poco fiar en
tracción y, por consiguiente, en flexión. Además, resulta muy interesante
observar que la historia de la construcción ha estado muy condicionada
por los materiales y procesos constructivos, hoy menos que ayer, y que
las formas arquitectónicas estuvieron totalmente supeditadas a las
propiedades resistentes de los materiales constitutivos*.
La figura 2.1 muestra, volviendo a la piedra antecesora del
hormigón, lo que le sucede, desde el punto de vista mecánico, a un
dintel pétreo como el del puente de la figura 1.4.
A

T
σtrac

Si σtrac = σresistencia material →


T = 0 → colapso

Figura 2.1. Comportamiento mecánico de un dintel de piedra (p.e. el de la figura 1.4).

Si las cargas aplicadas, incluidas las nada despreciables de peso


propio, dan lugar, en la sección de máximo momento flector, a una
tensión de tracción igual a la resistencia de la piedra a flexo-tracción, el
colapso es frágil, sin apenas producirse flecha o deformación apreciable,
e inevitable. El bloque traccionado, representado por T en la figura, no
puede ser sustituido por la aportación de otro material y el equilibrio, si
σtrac = σresistencia material, ya no es posible.
El caso de la figura 2.1 es, evidentemente, el de una pieza isostática,
sin más recursos resistentes. El primitivo constructor debió sufrir en sus
carnes la experiencia de alguna de estas roturas y aguzó el ingenio para
dar respuesta al problema. Una solución se muestra en la figura 2.2,

*
Este condicionante constructivo raramente se halla descrito en los textos de historia
del arte y de arquitectura, dando la falsa impresión de que la elección de las formas era
completamente libre o, cuando menos, sólo cuestión de modas.

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correspondiente al caso de un dintel continuo. Salvar la luz L completa


exigiría disponer una pieza de un canto para el que la tensión máxima no
rebasase la resistencia a tracción. El momento correspondiente sería
p ⋅ L2
ML =
8

Si se dispone de un apoyo intermedio, en continuidad, el


momento máximo pasa a ser de
p ⋅ (L / 2 ) 2 1
ML / 2 = = ML
8 4
es decir, la cuarta parte del anterior. Con ese recurso, relativamente
intuitivo, se pudo salvar el vano con una única losa de menor canto y, por
consiguiente, de menor peso.

L/2 L/2

Figura 2.2. Dintel continuo en la cueva de Menga (Málaga) (L=6 m).

En la figura 2.3 se representa la solución de disponer una pieza de


mayor canto y, lo que es más ingenioso, de canto variable aumentando
hacia la sección central, de mayor momento flector solicitante.
Haciendo uso de la conocida fórmula de Navier (válida porque el
régimen de tensiones y deformaciones es aún lineal) resulta que la
tensión de tracción en la fibra inferior, suponiendo sección transversal
rectangular, viene dada por
M⋅ y 6⋅M
σ = =
I b ⋅ h2
lo que equivale a decir que, a igualdad de cargas (y, por tanto, de
momentos), la pieza más económica, para tensión de tracción
aproximadamente constante en cualquier sección, es la que presenta

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una variación parabólica del canto, como la de la Puerta de los leones de


la figura 2.3.

Figura 2.3. Puerta de los leones en Micenas.

Las “absurdas” A pesar de todo lo dicho, no deja de ser evidente que la elección
formas adinteladas de la piedra para funcionar como pieza en flexión simple no es buena; en
la práctica, es preciso acudir a dinteles cortos y de mucho canto, tanto
por razones mecánicas como constructivas. Ejemplos de ello se
muestran en las figuras 2.4 y 2.5.

Figura 2.4. Templo egipcio: ejemplo de formas adinteladas de piezas cortas y poco
esbeltas (reducida relación L/h o luz/canto).

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Figura 2.5. Configuración típica de un templo dórico: columnas, capiteles y un


arquitrabe poderoso, corto y nada esbelto pero bello.

La figura 2.6 muestra otro ejemplo paradigmático de la


arquitectura adintelada. La arquitectura clásica griega, luego asimilada
por Roma y convertida en referente de la belleza y armonía, utilizó
profusamente el dintel de piedra, acudiendo a ingeniosísimos sistemas
para conferir a la estructura la esbeltez que las piezas no le daban. En la
propia figura 2.6 se muestra la deliberada incurvación con que los
clásicos dotaban al dintel del frontispicio para que la percepción del
espectador fuera, paradójicamente, la de la línea recta fugada. Bajo el
disfraz de la geometría, alcanzó el tosco dintel de piedra, limitado
mecánicamente como se ha puesto de manifiesto más arriba, las más
altas cotas de hermosura constructiva. No debiera escapar este hecho al
ingeniero, que debe estar atento a todos los recursos de que dispone
para resolver un problema que no sólo es resistente, sino también
arquitectónico* y simbólico.
*
No es que lo “arquitectónico” no sea resistente. Al contrario, la “arquitectura” es un
concepto más amplio y ambicioso que lo meramente resistente y mecánico.

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Figura 2.6. Partenón de Atenas. Efecto óptico buscado para conferir esbeltez a la
construcción.

El truco del voladizo Lo que se ha visto hasta ahora muestra dinteles de una sola pieza,
sucesivo. que salvan de un salto la luz encomendada. Esto representa una
La protogénesis del arco importante limitación constructiva porque exige poderosos medios de
transporte e izado de los bloques. Algunas civilizaciones idearon
sistemas ingeniosos, que hoy parecen incluso un tanto naïf pero que,
indudablemente, contribuyeron a resolver el grave y cotidiano problema
constructivo de salvar un vano o cubrir un espacio con piezas de menor
tamaño que la luz. La técnica utilizada da los resultados que se aprecian
en la figura 2.7.

Figura 2.7. A la izquierda, entrada a un templo en Centroamérica. A la derecha,


entrada al Tesoro de Atreo (Micenas).

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La técnica consiste en hacer que cada hilada de piedra (o ladrillo)


vuele un poco más que la anterior, configurando finalmente un llamado
“falso arco” o “falsa bóveda”, que no son tan falsos, aunque sí
heterodoxos porque el intradós no responde a las formas curvas al uso,
ni las juntas se disponen ortogonalmente a la línea de presiones. Muchos
han visto en esta solución, utilizada por civilizaciones que no parecen
haber tenido contactos entre sí, la protogénesis ⎯el origen⎯ del arco y
de la bóveda de cañón, proyección de la directriz definida por el arco en
la dirección perpendicular al plano que contiene al arco. Desde el punto
de vista mecánico, las piezas funcionan en compresión, aunque con
excentricidades, de manera más cómoda que los torturados dinteles,
condicionados por la debilidad de sus zonas traccionadas.
En la figura 2.8 se muestra la exaltación de la “falsa bóveda” o la
“falsa cúpula” (ver también la figura 1.2) y el esquema resistente
asociado. Como puede verse, en cada punto de la “trayectoria” de las
compresiones C según los meridianos de la cúpula, se hace preciso
contar, para garantizar el equilibrio, con una componente horizontal H
que no supere el valor μV, siendo V la componente vertical y μ el
coeficiente de rozamiento. Este ejemplo constituye una excelente
muestra de cómo es posible salvar una luz o cubrir un espacio con un
material que resiste apreciables compresiones y, a priori, nulas
tracciones, pues las juntas verticales entre bloques constituyen de facto
una discontinuidad en la transmisión de tracciones. Lo mismo le pasa al
hormigón fisurado.

C
H<μV

Figura 2.8. A la izquierda, interior de la cúpula del Tesoro de Atreo (Micenas, 1325
a.C.), cuya entrada se mostró en la figura 2.7. A la derecha, esquema resistente del
conjunto, en el que juega un papel determinante la fuerza de rozamiento y,
consiguientemente, al efecto favorable del peso. El diámetro en arranques es de 14,5
m y la altura 13,2 m.

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La genial invención La sublimación arquitectónica e ingenieril del artificio de salvar una


del arco distancia con piezas de dimensión menor viene representada por el arco,
y por sus hermanas tridimensionales la bóveda y la cúpula.
Permanentemente acodaladas, sus piezas son capaces de conducir las
cargas verticales a los estribos, aprovechando la forma para eludir las
tracciones. “El arco nunca duerme”, reza un proverbio árabe, en alusión a
su constante estado comprimido y equilibrado, como le sucede al pilar o
al soporte, paradigma también del elemento solicitado esencialmente a
compresión. Su copia de la naturaleza (figura 2.9) por parte del
constructor, en sentido estructural, resulta menos verosímil que la del
tronco del árbol para el dintel (figura 1.3).

Figura 2.9. Arco natural en Biarritz.

La nada intuitiva La figura 2.10 presenta una propuesta que explica el


forma de funcionamiento de los sucesivos arcos constituidos al “encadenar”
funcionar del arco piezas progresivamente más pequeñas, idea atribuida a los etruscos,
aunque hay testimonios mesopotámicos anteriores (4º milenio a.C.),
como se ve en la figura 2.11, que muestra dovelas (ladrillos) dispuestas
radialmente, siguiendo una configuración más correcta.
El denominador común es la necesidad de movilizar reacciones
horizontales que equilibren el empuje horizontal en el arranque o
estribo del arco. Mediante estos estribos que aportan el contrarresto
horizontal necesario se hace posible, en efecto, que el arco trabaje como
pieza esencialmente comprimida.
En la parte derecha de la figura 2.12 se presenta el caso de un arco
de medio punto sometido a la acción de una carga más o menos puntual
en clave.

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Figura 2.10. Génesis del arco por acodalamiento sucesivo de piezas de tamaños cada
vez menores.

Figura 2.11. Bóvedas de ladrillo en un mausoleo mesopotámico del 4º milenio a.C.


.

N
M
e
N

σmín > 0

Figura 2.12. Trayectoria de las compresiones en un arco de piedra.

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Como puede apreciarse en la figura 2.12 ⎯es un ensayo de


fotoelasticidad⎯, las compresiones no siguen la trayectoria de la
semicircunferencia correspondiente a la directriz del arco, sino que se
separan de ella. Ello se traduce en la existencia de una compresión, sí,
pero excéntrica, como la que se representa en la parte izquierda de la
misma figura 2.12. En ella puede verse cómo la existencia de una
compresión, superpuesta a una flexión, hace que, aunque existan
momentos, la tensión final en la fibra menos comprimida sea aún de
compresión. Tampoco es raro que se produzcan diagramas de tensiones
que dejen una parte de la sección en tracción o, mejor dicho, en estado
neutro, porque, naturalmente, las juntas no pueden asumir las tracciones
y las dovelas simplemente se separan. Aun así, el equilibrio es aún
posible en sección fisurada gracias a la existencia de la benefactora
compresión proporcionada por el esfuerzo axil. Lo mismo sucede con el
hormigón.

La “idolatría” de la A pesar de que, como se ha explicado y se ilustra en la figura 2.12, la


perfección geométrica forma eficaz del arco casi nunca coincide con su forma real, la
y estética. El disfraz de Humanidad ha tenido un respeto reverencial por las formas canónicas
la geometría frente a establecidas por la Historia. La figura 2.13 muestra un caso revelador. El
la idoneidad resistente criterio esencialmente analógico seguido por los constructores de la
Antigüedad les llevó a creer que las formas geométricamente
“perfectas” (cuadrados, rectángulos áureos, círculos, etc.) constituían
asimismo formas resistentemente perfectas, como perfectos son los
astros. En el puente de la figura 2.13 la cimentación está formada por una
contrabóveda que cierra el círculo y, por tanto, la perfección. A esta
situación no escaparon inicialmente las estructuras de hormigón, aunque
se liberarán de tales atavismos a partir de los años 20 del s. XX.

Figura 2.13. Representación del alzado / sección longitudinal del puente Fabritius, en
Roma.

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La Historia de la Construcción en piedra o ladrillo tiene un hito La “magia” del


relevante en la arquitectura gótica, posiblemente una de las aportaciones gótico y las
más brillantes en ese terreno que haya hecho Occidente. Movidos por el “muletas”
afán de espiritualidad y, a la par, de exhibición de poder de una sociedad
que abandonaba el feudalismo oscurantista y se abría, poco a poco, hacia
un pensamiento liberal y humanista, los constructores góticos alzaron
unas estructuras en las que hicieron gala de un profundo conocimiento
del funcionamiento estructural de sus complejas catedrales, como se
esquematiza en la figura 2.14.

Figura 2.14. Esquema de la mitad de la sección transversal de una catedral gótica. Se


aprecia el delicado sistema de empujes según el cual los botareles o contrafuertes
extremos son los responsables de asumir las fuerzas horizontales, a base de mucho
canto y la ayuda de la carga vertical (pináculos). Las pilas, muy esbeltas, son
verdaderas bielas que transmiten, con poca excentricidad las cargas verticales a la
cimentación. Los arbotantes son un ingenioso sistema de transmisión de
compresiones (bielas), con forma de arco para poder contrarrestar la acción de su
peso propio.

Algunos, entre ellos famosos novelistas, han visto en los


arbotantes y botareles de la construcción gótica clásica una muestra de
que los constructores hubieron de acudir al auxilio de muletas para
poder garantizar el equilibrio. La expresión, un tanto desdeñosa, no
empaña el hecho genial de aquellos constructores que supieron luchar
contra las tracciones, distribuyendo sabiamente masas y rigideces para
servir el propósito arquitectónico de erigir una construcción ligera,
elevada y económica. Aunque estos comentarios se refieren a una
construcción en piedra, merece la pena destacar cómo la astucia
desplegada por aquellos constructores, menos dotados de herramientas
teóricas, de cálculo y de construcción que los ingenieros y arquitectos

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modernos, puede ser empleada también hoy, para todo tipo de


tipologías estructurales y materiales constructivos, entre los que se
encuentra el hormigón estructural.

La aplicación de las El siguiente hito que acerca el problema, poco a poco, al Hormigón
matemáticas. Estructural y a otros materiales estructurales, es el de la irrupción de las
El racionalismo Matemáticas y la Física a partir del Barroco, s. XVII. Hay, sin embargo, un
precedente genial, 150 años antes, del inefable Leonardo da Vinci (figura
2.15), quien fue capaz de desarrollar procedimientos empirico-analíticos,
basados en la Geometría para evaluar el empuje de los arcos, según su
rebajamiento, con el fin de dimensionar de manera correcta los estribos.

Figura 2.15. Figuras de Leonardo da Vinci para medir el empuje de los arcos en cada
una de sus dovelas (izquierda) y en los arranques, para diferentes rebajamientos
(relaciones flecha/luz). Los arcos más rebajados comportan mayores axiles y
mayores empujes contra los estribos.

Hasta entonces, las reglas de proyecto y los métodos constructivos


se habían basado en el empirismo y en la fe ciega y reverencial en la
geometría, engañosa como se ha visto. El sistema de prueba y error había
sido el único procedimiento con el que se habían validado geniales
intuiciones estructurales, pero el desarrollo de las Matemáticas y los
primeros principios de la Mecánica dieron pronto frutos “tecnológicos”
en construcción, cuyos profesionales empezaban a combinar el arte y el
conocimiento que se venían reclamando desde el final de la Edad Media
(Ars sine scientia nihil ist, según J. Mignot, s. XIV).

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En la figura 2.16 se presenta la conocida figura utilizada por Poleni


para explicar el funcionamiento óptimo del arco a partir de la premisa
fundamental de que estará construido con un material apto para resistir
compresiones, pero no tracciones. La idea parte de Gregory, según el
cual la catenaria es la forma de equilibrio que adopta una cadena, cuyos
eslabones sólo pueden transmitir tracciones de uno a otro, sometida a su
peso propio. La imagen especular de tal catenaria, o antifunicular, se
corresponde precisamente con la forma de equilibrio que adoptan
piezas yuxtapuestas que sólo transmiten compresiones.

Figura 2.16. Explicación de Poleni (s. XVII) del antifunicular de las cargas, es decir, de
la línea de presiones, en la cúpula de S. Pedro de Roma durante los trabajos de
evaluación estructural y refuerzo. Primer ejemplo histórico de aplicación del cálculo
a un problema estructural.

La idea de seguridad estructural tiene también su origen en esas


reflexiones, en la medida en que una construcción que contenga inscrita
en su contorno estructural una forma antifunicular será estable, y no lo
será en caso contrario.

Las figuras 2.17 y 2.18 muestran sendos ejemplos representativos de La extraña y genial
actuaciones de la época modernista, suponiendo que Gaudí pudiera combinación de
encuadrarse en ella, como si no tuviera personalidad propia suficiente. sinceridad estructural
Esa época es rica en el empleo de materiales que sólo resisten y fantasía
adecuadamente compresiones y con los que, sin embargo, se han

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construido formas estructurales llenas de sabiduría constructiva y gran


belleza plástica. El empleo de puntales inclinados de fábrica (figura 2.16
derecha) responde a la voluntad deliberada ⎯por entonces ya existía el
acero⎯ de construir sólo con materiales pétreos o cerámicos, jugando
con sus formas para buscar estados de compresión simple o compuesta.

Figura 2.17. A la izquierda, modelo antifunicular empleado por Gaudí en la Sagrada


Familia. Ejemplo de proyecto “analógico”. Gaudí construía modelos reducidos
funiculares en los que los cables representaban las directrices de las piezas y sus
pesos se simulaban mediante sacos de arena, calibrados a la escala conveniente. A
la derecha, los jardines del parque Güell en Barcelona.

Opina el Prof. Franco Mola, de la Universidad de Milán, que la


Historia de la Construcción se halla dominada por un extenso periodo,
que viene a concluir con la irrupción de la estructura metálica en el s. XIX,
en el que el constructor se enfrenta continuamente a luchar contra las
tracciones o, más inteligentemente, a eludirlas adoptando formas y
procesos constructivos que las minimicen.

Figura 2.18. Bóvedas catalanas tendidas por albañiles expertos con rasilla y yeso, sin
cimbra, sin un gramo de acero, confiando todo a la forma y al correcto estribado de
sus extremos. Ejemplo de ancestral aplicación del antifunicular.

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Viene ahora a colación el caso del dintel de piedra (figura 2.19) que
pasó de ser una viga bi-empotrada a un arco “plano”.

Fisuras de negativos en
los empotramientos

Fisura de positivos
en centro de vano

Bielas de compresión
embebidas en el
semi-dintel

Reacción de
contrarresto en el
estribo.
Indispensable para
asegurar el equilibrio
Figura 2.19. El Escorial. El dintel de piedra que pasó de ser viga bi-empotrada
(arriba) a un arco de dos dovelas o bielas (abajo). Este último mecanismo resistente
es el que explica que, formadas tres rótulas, no se haya producido el colapso.

El dintel de la figura 2.19 fue, originalmente, de una sola pieza. Su


enjarje con el resto de la fábrica le otorgó la condición de elemento bi-
empotrado, funcionando con momentos (pL2/12) en los apoyos y
(pL2/24) en el vano, siendo L la luz y p la carga actuante. Los primeros
planos de fractura se produjeron, con toda probabilidad, en los
empotramientos, pues el momento era mayor. Seguidamente, quiso el
dintel funcionar como bi-apoyado (al reducirse a cero el valor del
momento resistido en apoyos), con (pL2/8). Este valor, mayor incluso
que los anteriores, provocó inmediatamente la fractura en el centro del
vano. Esta situación se refleja en la pieza que está encima del dintel, que
también se ha roto al pasar a ser resistente y recibir las cargas superiores.
La parte inferior de la figura 2.19 muestra el mecanismo resistente
que se genera y que explica, gracias a la gran robustez de los estribos,
que no se haya producido el colapso del dintel. En efecto, se han

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movilizado dos bielas (que también se movilizan en las piezas de


hormigón) en el seno de los dos semi-dinteles, acodalándose y
confiando su estabilidad a los contrarrestos que proporcionan los
estribos.
Esta forma de funcionamiento era bien conocida por los antiguos,
dando lugar al dintel adovelado o arco plano inscrito en el rectángulo del
falso dintel que lo alberga (figura 2.20), tan frecuente en la arquitectura.

Línea de presiones
inscrita en el dintel
adovelado

Figura 2.20. Dintel adovelado de ladrillo. Línea de presiones (lugar geométrico de


paso de la resultante).

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

3. EVOLUCIÓN DEL EMPLEO DEL HORMIGÓN A LO


LARGO DE LA HISTORIA

Del hormigón romano Las páginas anteriores se han dedicado especialmente a glosar el
(opus caementitum, ingenioso sistema de salvar luces y resistir flexiones combinando
formicus, concretus) al astutamente formas, procesos constructivos y distribuciones de masas y
hormigón moderno rigideces para construir con materiales de nula resistencia a tracción,
(concrete, Beton, betão, como es el caso del hormigón en masa. Toca ahora presentar cómo se ha
calcestruzzo). En español ido desarrollando la presencia del hormigón, como material de
también concreto, construcción, a lo largo de la historia.
garujo, derretido Los romanos, referencia obligada cuando se habla del origen de
casi cualquier cosa, se referían a las construcciones como opus
caementitium, en la que el caementum era el ligante con el que se
amasaba arena y áridos con agua hasta obtener una concreción, mezcla
maleable, apta para tomar la forma del molde en el que se vertía. Las
cursivas no latinas utilizadas tienen estrecha relación con las palabras
latinas concretus (concreción de partículas amalgamadas) y formicus*, de
las que derivan el concrete de los sajones o el concreto de algunos países
hispanoamericanos, y el hormigón (de material formáceo, al que se puede
dar forma con el molde), respectivamente.
La naturaleza brinda algunos ejemplos de “hormigón natural”, o
concreción de áridos cementados por algún ligante natural
(frecuentemente carbonatos, ayudados por temperaturas y presiones
telúricas, debidas a fenómenos geológicos), como es el caso de la figura
3.1.
La construcción en hormigón tiene un antecedente en el tapial
(figura 3.2) y el adobe, predecesor, a su vez, del ladrillo (a partir del
cuarto milenio a.C.). El tapial comparte con el hormigón su cualidad de
formáceo, de monolítico y, por la adición de fibras naturales que le dan
cohesión (y cierta capacidad para admitir tracciones), se parece también
al hormigón armado en el que las fibras son las barras de acero. Del
desarrollo de la fábrica de mampostería, sillería o ladrillo se sirvió el
hormigón para el perfeccionamiento del elemento cementante, así
como de las formas constructivas que se han reseñado en el capítulo
anterior.

*
El término hormigón tiene su raíz en la palabra latina formicus, aplicada a los cuerpos
cuyo material es susceptible de adoptar una forma impuesta previamente. El vocablo
concreto, empleado en muchos países Iberoamericanos, tiene su origen, como la voz
sajona concrete, en la palabra latina concretus, con la que se designa la acumulación de
partículas que se unen para formar masas. Sin embargo, en palabras del Prof. Páez, el
término hormigón resulta más evocador y profundo. En efecto, esta cualidad formácea
ha conferido a este material ⎯roca artificial⎯ unas posibilidades estructurales que, en
manos de los técnicos, los constructores y los artistas, rebasa con creces la condición
de mero sustitutivo de la piedra para convertirse, en conjunción con las armaduras, en
material insustituible en la mayor parte de las manifestaciones de la ingeniería y la
arquitectura.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Figura 3.1. Ejemplo de “hormigón natural” u hormigón configurado a base de áridos


ligados entre sí por un cemento natural. El conjunto constituye una nueva roca.

Figura 3.2. A la izquierda, ejemplo de construcción con tapial en África. A la


derecha, construcción en tapial prensado en encofrado de madera.

En las construcciones de fábrica el mortero juega un importante


papel como elemento que sella las juntas entre bloques y que, además,
reparte las cargas de manera más uniforme en las zonas de contacto
entre aquéllos, dada la gran dificultad de construir “a hueso”, es decir,
sillares tan perfectamente labrados que se pudiese asegurar el contacto
uniforme entre piezas. Históricamente, se utilizó en primer lugar la arcilla
natural, y luego el yeso (a partir de unos 6.500 años a.C., en Asia Menor).
En Palestina, unos 7.000 años a.C., se utilizaban morteros a base de cal
apagada (hidróxido cálcico) que fraguaba lentamente a medida que,
reaccionando con el dióxido de carbono del aire, se formaba carbonato
cálcico, estable y resistente. También en Mesopotamia se emplearon,
hacia el año 3000 a.C., morteros a base de betún. Los fenicios utilizaban
(siglo III a.C.) morteros hidráulicos a base de arena, cal, cenizas volcánicas
y agua, que tenían la propiedad de fraguar bajo el agua.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

En Roma se utilizó también cemento natural (puzolana), que tenía


la importante propiedad, ya mencionada, de fraguar bajo el agua
(conglomerante hidráulico) y de hacerlo más deprisa que los morteros
de cal. Los ingenieros romanos utilizaban ya morteros de cal, e incluso de
cal hidráulica, para sus obras públicas. Se trataba de una mezcla de cal y
de cenizas volcánicas de la región de Pouzzoli (en la que se ubica el
Vesubio), que tenía las propiedades de un cemento actual, es decir, gran
resistencia a la compresión, a los agentes atmosféricos y al agua. Este
tipo de mezcla aún se usa hoy en Italia para hormigonados bajo el agua.
La figura 3.3 muestra diversos ejemplos de la construcción de
bóvedas romanas de hormigón en masa, especialmente para
instalaciones hidráulicas de abastecimiento de agua y cloacas, pero
también para termas, basílicas y palacios.

Figura 3.3. A la izquierda, representación de la construcción de una bóveda romana


de hormigón con verdugadas (hiladas) de ladrillo, con cimbra y encofrado, tal y
como se haría hoy mismo. En la imagen superior derecha se muestran diferentes
secciones transversales tipo en las que se puede detectar la presencia de fábrica sola,
hormigón en masa únicamente o soluciones mixtas. La foto inferior derecha,
correspondiente a una bóveda, muestra las huellas del encofrado de tablas de
madera, como si se hubiese ejecutado ayer.

En la foto de la figura 3.4 se aprecia otro vestigio de una obra


romana de hormigón. Las hojas exteriores de fábrica (opus reticulatum)
son el encofrado de un relleno interior de hormigón cuyas huellas en el
orificio de paso o clave de la bóveda son aún patentes.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Figura 3.4. Fragmento de una obra hidráulica en opus reticulatum u opus


incertum, a base de hojas exteriores de fábrica que actúan como encofrado y un
relleno interior de hormigón en masa.

La figura 3.5 ofrece un ejemplo de la presencia del hormigón


romano en obras portuarias, con muy buena salud. La sillería exterior,
que sirvió como encofrado, ha desaparecido en parte por el expolio
posterior sufrido, dejando a la vista un excelente hormigón vertido in
situ.

Figura 3.5. Hormigón vertido entre las hojas exteriores de fábrica en el puerto
romano de Ampurias (Gerona).

El sistema constructivo de fábrica hormigonada y “autoencofrada”,


documentado por Vitruvio, y conocida por “opus caementitium” se
presenta en la figura 3.6.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Figura 3.6. “Opus caementitium” típica romana. Entre las dos hojas de ladrillos
aplantillados de forma triangular en planta, salvo en las esquinas, se vertían
tongadas de hormigón romano, configurando un conjunto monolítico y muy bien
trabado.

No tan conocido es el hecho de que los romanos, precisamente en


obras portuarias, desarrollaron procedimientos constructivos que
pueden ser considerados precursores de la prefabricación. En la figura
3.7 se muestra el procedimiento constructivo para la construcción de un
dique.

Figura 3.7. Bloque de hormigón, con carcasa-encofrado de fábrica, para la


construcción de diques (Vitruvio).

Sobre una plataforma sustentada sobre pilotes, se monta un cajón


cuya parte delantera se rellena con arena. Sobre la parte superior se

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

construye un recinto con sillería y en el interior se vierte hormigón.


Cuando éste ha endurecido, se libera el paramento del cajón que
sustenta a la arena, provocando la inestabilidad del bloque así
prefabricado, que cae al fondo del mar. El dique se va construyendo con
la aportación sucesiva de bloques de este tipo, que no podrían ser de
piedra por las dificultades de transporte desde cantera.
El hormigón fue empleado por los romanos también en
cimentaciones. Es también poco conocido que el impresionante Coliseo
de Roma fue cimentado sobre una losa de hormigón en forma de corona
elíptica (los ejes de la elipse que configura el anfiteatro miden 188 y 156
m) de 12 m de espesor y 52 m de ancho, dadas las malas condiciones del
terreno de cimentación (figura 3.8).

Figura 3.8. Coliseo de Roma. Una de las primeras aplicaciones del hormigón en la
construcción de una losa de cimentación dadas las malas características del terreno.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

En todo caso, no cabe duda de que el hormigón romano alcanzó su


expresión culminante en una emblemática construcción: el Panteón de
Roma (figura 3.9). No es el único edificio, ni mucho menos, en el que los
romanos utilizaron “su” hormigón, pero sí es el más representativo.
Récord del mundo durante 1.800 años, la cúpula salva una luz de 43,30 m.
Su configuración interna es la de una esfera inscrita y tangente a la solera
del impresionante espacio. Su óculo superior, abierto, de unos 9 m de
diámetro, permite la entrada de la luz a este mágico espacio.

Figura 3.9. Panteón de Agripa (Roma, 118-128 d.C). En el frontispicio del templo se
puede leer una noble inscripción, alusiva a Agripa como su verdadero constructor,
dado que lo que ahora se ve, igualmente romano, se erigió sobre la anterior
edificación de 25 a.C. tras el incendio que sufriera la primera construcción.

En el Panteón, los constructores romanos hicieron gala de un


excepcional conocimiento del comportamiento de las cúpulas y de unos
medios constructivos impresionantes, pues hubieron de encofrar, a más
de 40 m de altura, el hormigón utilizado en la construcción. Los
casetones en los que está dividido el intradós realzan geométricamente
el conjunto, al tiempo que lo aligeran. Para disminuir el peso, los
constructores dispusieron, sabiamente, ánforas vacías a modo de
aligeramientos en la parte alta de la cúpula. El gran tambor sobre el que
se alza la cúpula tiene entre 6 y 7 m de espesor, lo que asegura el
confinamiento que precisa la cúpula para su estabilidad. La sección
transversal de la cúpula, como se ve en la figura 3.9, es variable, con 1,60
m de canto en la zona alta y un gran recrecido en la parte inferior, lo que
contribuye, por peso (y el rozamiento que éste genera) a resistir las
tracciones circunferenciales que se generan y que dan lugar (figura 3.10) a
grietas según los meridianos.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

-Nr (compresión)

-Nr (tracción)

“Muelles” de
coacción del tambor

Figura 3.10. Esquema resistente de una cúpula, con compresiones Nϕ según los
meridianos y compresiones circunferenciales en el casquete superior (hasta el
paralelo situado a 52º desde el eje de revolución) y tracciones circunferenciales a
partir de ese paralelo hasta los arranques, como las que se muestran a la derecha.

El ejemplo del Panteón ⎯templo dedicado a todos los dioses, a


todas las religiones, idea reveladora del sincretismo romano⎯ perduró
aunque no en Occidente (sobre cuyo suelo se extendió el nublado de la
Alta Edad Media) sino en Bizancio. La cúpula de Hagia Sophia (Templo
de la Sagrada Sabiduría, más conocida por Santa Sofía) responde a las
mismas ideas conceptuales que las del Panteón de Roma, aunque con
dos diferencias esenciales. La primera es que los bizantinos utilizaron
ladrillo, y no hormigón. La segunda es que la altura a la que se alza la
cúpula es mucho mayor y sus condiciones de apoyo, sobre pechinas que
resuelven el paso de la planta cuadrada a la circular, también diferentes.
Esto último se notó en que la cúpula sufrió diversos avatares de colapsos
totales y parciales. La figura 3.11 presenta una vista inferior de la cúpula y
un esquema del conjunto de elementos existentes en Santa Sofía.

Figura 3.11. Interior y croquis de Santa Sofía (Constantinopla).

La figura 3.12 muestra el aspecto interior de otro templo de


influencia bizantina: S. Marcos de Venecia. Se aprecia, como en la figura
3.11, que en el arranque de la cúpula los constructores se atrevieron a

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

abrir huecos de iluminación. Este detalle no es meramente formal.


Contiene un mensaje de gran interés para los ingenieros: si no es posible
eludir un fenómeno físico, aprovéchese la circunstancia con otra
finalidad. En efecto, la existencia de tracciones circunferenciales en los
arranques (figura 3.10) da lugar a aberturas (fisuras o grietas) que pueden
convertirse, por la mano del proyectista y constructor, en huecos de
iluminación. Naturalmente, eso sólo es posible si se es capaz de estribar,
es decir, de conferir confinamiento a la cúpula para que sus “gajos” no se
abran más.

Figura 3.12. Interior de S. Marcos de Venecia.

En el hormigón estructural no es posible evitar la fisuración, pero


sí, como se verá a lo largo del curso, controlar la magnitud de la abertura
de las fisuras mediante disposiciones adecuadas de armado; ni es posible
evitar las deformaciones, flechas, pero a veces se pueden disponer
contraflechas.

Olvido de la “receta” El hormigón romano no fue redescubierto hasta cerca de 1.300


hasta el s. XVIII. años después de la caída del Imperio. Naturalmente que se siguió
Redescubrimiento del construyendo, y en los apartados anteriores se han hecho referencias a
cemento hidráulico las aportaciones de los constructores góticos y, ya en el Barroco, a la
irrupción de las Matemáticas y la Física. Sin embargo, el hormigón como
tal ya no se volvió a emplear. Es cierto que se utilizaron rellenos o
calicanto (cal y canto) a base de áridos, generalmente de tamaño
decimétrico, arena y conglomerante, a base de cal apagada, como en el
interior de las pilas de las catedrales o en el trasdós de las bóvedas de los
puentes (ver figura 3.13) pero el cemento hidráulico no fue redescubierto
hasta finales del s. XVIII.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Figura 3.13. Relleno del interior de las pilas torales de la Catedral de León. Demetrio
de los Ríos (hacia 1877): calicanto.

La técnica de los morteros hidráulicos, olvidada desde los tiempos


de Roma, fue recuperada en el siglo XVIII, cuando se redescubrieron los
cementos naturales fabricados a partir de cenizas, o bien provenientes
de rocas margosas. Así, entre 1756 y 1759, John Smeaton construyó en
Inglaterra el faro de Eddystone con un mortero hidráulico fabricado con
puzolana traída desde Italia (figura 3.14).

Figura 3.14. Faro de Eddystone (Inglaterra). El mortero empleado en la construcción


de su fábrica de sillería fue el primero que contó con la aportación del cemento
pórtland.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Los progresos más importantes no surgen hasta comienzos del


siglo XIX cuando Vicat, con ocasión de la construcción del puente de
Souillac, sobre el río Dordogne, entre 1812 y 1816, inventó la fabricación
del cemento artificial por vía húmeda. Relata Stiglat que Vicat, que tenía
26 años, se planteó la posibilidad de fabricar “cemento romano” en la
construcción de ese puente, dada la gran dificultad que tenía la ejecución
de la cimentación de ese puente, con corrientes de hasta 6 m/s. Dadas
las dificultades de financiación (Francia se hallaba inmersa en guerras
contra todo el mundo, merced a los esfuerzos europeizadores de
Napoleón, no bien correspondidos por las monarquías del momento),
Vicat tuvo tiempo y ganas de ensayar diferentes proporciones de caliza y
arcillas en la fabricación de cementos.
Aunque el puente de Souillac (figura 3.15) no es de hormigón, sino
de fábrica, puede decirse que en esta obra se sientan las bases para el
empleo real de conglomerantes hidráulicos artificiales (a diferencia de
los romanos, que eran naturales) como ligante en obras de fábrica. Sin
este avance no habría podido imaginarse el hormigón estructural
moderno, que nacería apenas un par de décadas después.

Figura 3.14. Puente de Suillac, sobre el río Dordogne, Francia (1812-1816). Primera
aplicación de los conglomerantes hidráulicos artificiales a partir de los trabajos de
su ingeniero proyectista: Louis Vicat.

Aunque los progresos fundamentales previos se debieron a las


investigaciones realizadas a finales de siglo XVIII por Michaelis y Le
Chatelier, casi simultáneamente a los trabajos de Vicat, el ingeniero
Inglés Joseph Aspdin patentó, en 1824, un cemento artificial, que bautizó
con el nombre de Portland por su similitud, una vez endurecido, con la
roca de Portland, Inglaterra. En 1840 se construyó la primera fábrica de
cemento pórtland en Boulogne, Francia. A partir de 1850, comenzó a
fabricarse industrialmente en Gran Bretaña, y desde 1853, en Alemania.
En efecto, fue Joseph Apsdin quien reutilizó los cementos
naturales o puzolánicos y produjo por primera vez un cemento

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

hidráulico, a partir de la calcinación de calizas (de la zona de Portland, en


Inglaterra) y arcillas, lo que dio lugar a compuestos tipo silicato y
aluminato, amén de hidróxidos de cal y magnesio ávidos de agua y
estables sólo después de reaccionar con ésta.
La Revolución Industrial de finales del s. XVIII y comienzos del XIX,
con la invención de la máquina de vapor, trae consigo la necesidad de
construir ferrocarriles, ampliar los puertos y obras marítimas, erigir
nuevas instalaciones como silos, naves de almacenamiento, etc. Todo
ello estimula el empleo del hormigón a la romana, pero ceñido a
elementos de cimentación como zapatas, soleras, canales, emisarios,
diques y otras obras portuarias. En todos los casos se trata de hormigón
en masa, sustitutivo cómodo y económico de la piedra. La propia
industria fabrica cemento a gran escala y el uso del hormigón se
generaliza. En España se menciona ya el hormigón en los primeros
artículos de la Revista de Obras Públicas, editada desde 1850.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

4. LA ARMADURA QUE DA FIBRA A LA PIEDRA

La irrupción de Ya se ha expuesto cómo el empleo de materiales pétreos tales como la


materiales resistentes piedra, el ladrillo, el tapial o el hormigón en masa, forzó a los proyectistas
a tracción y constructores a idear formas estructurales y procedimientos
constructivos que eludieran la aparición de las parásitas tracciones que
no sabían resistir. Los griegos utilizaron grapas de hierro para coser los
sillares, lo que constituye un ejemplo de alianza entre un material apto
para compresiones y otro adecuado para las tracciones o para asegurar el
efecto pasador de cosido entre piezas. Se han encontrado también
encadenados de ladrillos en las construcciones mesopotámicas y asirias,
lo que podría considerarse un anticipo de colaboración entre un material
resistente a tracción, el metal, y uno que no lo es, la fábrica. Es también el
caso de las grapas con las que se han venido cosiendo los sillares en
muchas construcciones de fábrica (figura 4.1).

Figura 4.1. Grapas de hierro para coser los sillares del puente Fabritius en Roma.

Asimismo se ha hecho referencia a la presencia de fibras en el


adobe y en el tapial (fibras vegetales en forma de paja), capaces de
conferir cohesión, esto es, un cierto incremento en la resistencia a
tracción. La figura 4.2 muestra el caso de la construcción de fábrica de
adobe armada con caña para mejorar el comportamiento sísmico de las
construcciones, técnica utilizada aún hoy en El Salvador.
El prof. Vasconcelos, de la Universidad de São Paulo, afirma que,
además del empleo relativamente profuso del hormigón en masa por
parte de los romanos, se han encontrado indicios que permiten
sospechar que conocían algunas propiedades del hormigón armado.
Según Vasconcelos, durante la restauración de las termas de Caracalla,
en Roma, se detectó la existencia de barras de bronce, dentro de la

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

argamasa de puzolana, precisamente en aquellos puntos en que la luz del


vano a salvar era mayor que la de los cánones establecidos en la época.

Figura 4.2. Construcción contemporánea de fábrica armada con caña (El Salvador,
2002).

Otro ejemplo, más instructivo ahora, es el de la reparación y


refuerzo de S. Pedro de Roma. A mediados del s. XVII, las grandes grietas
existentes según los meridianos y en la parte alta del tambor de la cúpula
de la Basílica obligaron a convocar de un concurso internacional para
salvar de la ruina a la impresionante estructura.

Figura 4.3. Explicación mecánica de Poleni acerca del eventual colapso de la cúpula
de S. Pedro y del tambor que la sustenta: “gajos” cuya cinemática pone en evidencia
la necesidad de añadir un elemento o zuncho traccionado, materializado por una
cadena cuyos eslabones se muestran en la parte derecha de la figura.

En la figura 2.15 se mostraron el funicular y el antifunicular como


herramientas para entender el equilibrio de una bóveda. Se añadía
después que la estabilidad del conjunto exige garantizar el correcto
estribado y confinamiento de los arranques, lo que se materializó (figura

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

4.3) por medio de una cadena de hierro forjado puesta en carga de


manera particularmente ingeniosa, por lo que hasta cabría hablar de
“pretensado”, según se explica después. Lo interesante ahora es destacar
la inteligente simbiosis de piedra (apta para la compresión) y el metal
(apto para la tracción), que dará sus frutos especialmente en el hormigón
armado y, luego, pretensado.
La figura 4.4 muestra otro caso curioso, coincidente con el final de
la Ilustración, en plena eclosión de las Escuelas Técnicas de Ingenieros y
Arquitectos. A finales del s. XVIII, poco antes de la Revolución Francesa, se
proyecta la construcción de la iglesia parisina de Santa Genoveva,
convertida poco después en el Panteón de Hombres Ilustres de Francia.
Participan en la concepción estructural y arquitectónica un ingeniero y
un arquitecto (Soufflot y Rondelet), quienes, ante la necesidad de salvar
un vano relativamente importante, deciden resolver el problema
mediante un recurso que podría calificarse de “fábrica armada”. Consiste
en la disposición de un conjunto de barras longitudinales y transversales,
a semejanza de la moderna ferralla de las piezas de hormigón armado,
solo que al revés, puesto que, en el hormigón moderno, primero se
dispone la ferralla y, luego, se vierte el hormigón que ha de endurecer.

Figura 4.4. “Fábrica armada” de los dinteles del Panteón de París, curioso ejemplo de
hormigón a la inversa. Mientras en el hormigón moderno se dispone la ferralla en
primer lugar y luego se hormigona el conjunto, en este caso se procedió a disponer la
fábrica y luego enhebrar las barras.

En este Panteón, se horadaron las dovelas de piedra y en sus


orificios se enhebraron, una a una, dichas barras. La misión de las barras
longitudinales era la de mantener unidas las dovelas (no está claro que se
pretendiera absorber tracciones), mientras que las barras transversales
se dispusieron para colgar las dovelas, de igual manera que se disponen
estribos en las piezas de hormigón para resistir el esfuerzo cortante.
En la Inglaterra de la explosión de la Revolución Industrial y del
desarrollo de una ingeniería pragmática y valiente, quizás por mor de ese
desarrollo o por idiosincrasia, surgió la figura de Brunel, quien entendió

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

la viabilidad de un trabajo conjunto fábrica-metal. Planteó, en 1835, un


ensayo como el que se presenta en la figura 4.5. Se trata de una doble
ménsula, con un contrapeso en el lado corto. La sección transversal está
armada con flejes metálicos en los tendeles de la fábrica, asumiendo las
tracciones que la fábrica, ciertamente, no puede resistir. Por otra parte, la
compresión de la cara inferior de la ménsula es resistida perfectamente
por la fábrica.

Figura 4.5. Experimento de Brunel con fábrica armada. Un doble voladizo, el corto
con contrapeso, con una sección como la indicada, con flejes metálicos situados en
los tendeles de la fábrica de ladrillo. Se trata de un caso pionero en fábrica armada.

El experimento, enteramente original, permaneció en pie unos tres


años, pero una violenta tormenta acompañada de vientos huracanados
ciertamente excepcionales dio al traste con el ensayo. Algunos colegas
envidiosos de Brunel, en lugar de imputar la caída al viento transversal,
atribuyeron el colapso al fallo del experimento, argumento que prosperó
entre los círculos técnicos. Aquel golpe de infortunio retrasó en un par
de décadas lo que, por otra parte, resultaba inevitable: la aparición de la
fábrica armada y, con ella, el hormigón armado. Cabe destacar del
experimento de Brunel otro detalle de enorme importancia: la ineludible

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

necesidad de contar con la adherencia entre metal y mortero para


asegurar la transferencia de las tracciones de uno a otro material.
Como se ha visto, la idea de hacer colaborar conjuntamente un
material válido para compresiones y otro material adecuado para las
tracciones no es nueva. De los griegos a los inventores del hormigón
armado, pasando por civilizaciones antiguas de diferentes continentes
⎯que han utilizado fibras vegetales en los adobes o en el tapial para
conferir cohesión y, en definitiva, capacidad resistente a tracción⎯, el
empleo de metales para resistir tracciones ha estado siempre presente.
El problema era económico y de disponibilidad de materiales aptos. La
Revolución Industrial fue capaz de proporcionar al mercado tanto
cemento como acero en cantidades industriales, especialmente a partir
de mediados del s. XIX, cuando Bessemer introdujo el convertidor que
lleva su nombre.

El estrambótico origen Muchos textos atribuyen a Monier, jardinero de Versalles, la


del hormigón armado invención del hormigón armado de manera poco menos que casual o
involuntaria (figura 5.1). Todo apunta a que fue otro francés, Louis
Lambot, quien presentó a la Exposición Universal de París de 1854 una
barca de hormigón (figura 4.6) que debió observar Monier.

Figura 4.6. Barca de Lambot. Primera pieza de hormigón armado.

Su inventor agregó a la pared de hormigón que configuraba el


casco de la embarcación una malla de armadura, formada por barras de
sección rectangular, en forma de tela de gallinero. Junto al prototipo,
Lambot presentó una memoria explicativa (figura 4.7) en la que, de
manera muy poco clara desde el punto de vista técnico, pretendía
justificar lo que, por otra parte parece hasta intuitivo: la armadura de
hierro o acero proporciona cohesión, trabazón al conjunto.
El camino hacia el hormigón estructural quedaba abierto al
desarrollo de los intrépidos.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Figura 4.7.Esquema de armado contenido en la memoria explicativa de Lambot.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

5. PRIMERAS REALIZACIONES BAJO PATENTE

Como ya se ha dicho, la barca de Lambot (1814-1887) fue exhibida en la


Exposición de París de 1854. Para entonces, el empleo del hormigón
armado debía de haberse extendido en buena medida, como prueba el
hecho de que el ingeniero francés Malot, encargado de considerar la
solicitud de patente por parte de Lambot, estimó que las construcciones
ya ejecutadas con este material eran tan simples y naturales que no se
justificaba la concesión de patentes. Lambot debió insistir tanto que,
finalmente, le fue concedida la dichosa patente. En el documento
acreditativo aparece, aparte de la barca, el diseño de algo parecido a una
viga de hormigón armado y a un soporte de sección rectangular con
cuatro barras de hierro (fig. 4.7).
Parece que el citado Monier (1823-1906) visita la Exposición de
París. Su notable sentido pragmático y comercial le lleva en seguida a
discurrir que la técnica de construcción de la barca puede ser la misma
que permita la construcción de jardineras e, incluso, paneles en celosía
formados por mortero armado para quioscos, pabellones y elementos
decorativos. En 1867 patenta una jardinera de mortero de cemento
armado con varillas de acero de pequeño diámetro (figura 5.1).

Figura 5.1. Monier y una jardinera de mortero armado. A la derecha, detalles de su


patente, con armaduras dispuestas con más que dudoso sentido resistente.

De forma progresiva, entre 1868 y 1875, extiende su patente a


tuberías, puentes y pasarelas, depósitos y hasta féretros. La figura 5.2
muestra diversos ejemplos de desarrollos poco tecnificados pero que le
harían millonario al jardinero francés. La figura 5.2 presenta diferentes
detalles de otros tantos “inventos” en hormigón armado de la patente de
Monier.
Destacan un depósito de 120 m3 en Bougiral (1872) y el primer
puente de hormigón armado del mundo, en el parque del palacio del
Marqués de Tilliers de Chazélet (1875), que consistía en una pasarela en
arco, muy rebajado, para peatones de 16,5 m de luz y 4 m de ancho
(figura 5.3). En 1884, Monier vende las licencias obtenidas a Austria y

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Alemania, donde fueron compradas por los ingenieros Gustav-Adolf


Wayss (1851-1917) y Conrad Freitag (1846-1921), de la firma Wayss und
Freitag. Tras vender su patente a la casa alemana Monier entró en
decadencia y murió en la miseria.

Figura 5.2. Detalles de armado de diferentes objetos de patente de Monier: tuberías,


canales, cisternas, ovoides de saneamiento, etc.

Figura 5.3. Primer puente de hormigón armado del mundo, según la patente de
Monier. Chazélet, 1875, 16,5 m de luz.

A partir de la compra de la patente por los mencionados


ingenieros, las armaduras, dispuestas inicialmente con más intuición que
juicio técnico, empiezan a situarse como aconsejan las reglas de la
Mecánica y, sobre todo, la experiencia.
Con todo, probablemente deba atribuirse al inglés William
Wilkinson el mérito de patentar por primera vez algo verdaderamente
estructural. En 1854 obtuvo una patente para forjados de hormigón
armado, cuya síntesis se muestra en la figura 5.4. Estas propuestas
⎯sobre todo la indicada en la parte central de la figura, con la armadura
dispuesta con trazado poligonal, por razones parecidas a las expuestas al
presentar el canto variable del dintel de la figura 2.3⎯ están llenas de
sentido, especialmente si se piensa en que la armadura hace tanto más
falta cuanto mayor es el momento flector.

44 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Wilkinson se percató de que la armadura, en forma de alambres en


su caso, había de disponerse en las zonas del forjado en que aparecían
tracciones, lo que sucede, en tramos bi-apoyados, en la cara inferior. Su
forjado apareció en el mercado con el reclamo de que las construcciones
de este tipo eran resistentes al fuego. Además, para aligerar el peso,
utilizaba escorias como áridos.

Figura 5.4. Aspectos de la patente de Wilkinson para armadura de forjados de


edificación.

En 1852, François Coignet imaginó recubrir perfiles metálicos con


hormigón para fabricar una terraza en St. Denis*, publicando nueve años
más tarde una memoria sobre el arte de fabricar hormigón y el interés
que tenía el incorporarle unas armaduras. Su patente, de 1855 (figura 5.5),
muestra unas muy sensatas disposiciones de armado de diferentes
elementos estructurales, así como la existencia de “barras levantadas”
para resistir el esfuerzo cortante. Coignet pasó también a la Historia por
ser el primero en escribir un libro sobre hormigón armado: Les bétons
agglomérés appliqués à l’art de bâtir, publicado en 1861. Este trabajo
contribuyó de manera decisiva a la masiva difusión de este nuevo
material estructural.
En los Estados Unidos aparece también una patente, prácticamente
simultánea con la de Monier en Europa, presentada por el abogado e
ingeniero Taddeus Hyatt (figura 5.6), quien, a diferencia de su coetáneo

*
Otra vez Saint Denis, cuna también de la arquitectura gótica a mediados del s. XII.

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 45


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Monier, no murió en la miseria, sino gozando de los beneficios derivados


de los derechos de su patente.

Figura 5.5. Las disposiciones de armado, adelantadas para su tiempo, de François


Coignet en su patente de 1855.

Figura 5.6. Patente de Hyatt. Llama la atención la corrección de las armaduras


dispuestas. En la parte superior, una armadura longitudinal, para resistir la flexión,
y unas transversales para resistir el cortante ⎯mucho menos intuitivo⎯. En la
parte inferior, para resolver simultáneamente el problema de la flexión y el cortante,
Hyatt propone “levantar” la armadura longitudinal, si bien se olvida de llevar la
armadura hasta el apoyo.

Hyatt realiza una serie de ensayos cuyas conclusiones no se


publicaron, sin embargo, hasta 1877. Con notable intuición y sentido
estructural, este pionero del hormigón armado disponía las barras de
acero en las zonas de tracción, levantándolas cerca de los soportes
(figura 5.6), como hace Wilkinson (figura 5.4) y anclándolas
adecuadamente en la zona de compresión. Además, Hyatt dispone
armadura transversal, vertical, en las zonas próximas a los apoyos, como
Coignet (figura 5.5). Entre otras conclusiones, el americano estableció
que la relación de módulos de deformación acero/hormigón se situaba

46 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

en torno a 20, que el coeficiente de dilatación térmica es prácticamente


igual en ambos materiales y que se trataba de un material resistente al
fuego.
Entre 1860 y 1890 se suceden diversas patentes, cuyas diferencias
son cada vez menores, aunque ninguna de ellas profundiza en el
conocimiento verdadero de los mecanismos resistentes de las
estructuras de hormigón, triunfando o fracasando más por la
competitividad de sus precios o lo acertado de su política comercial que
por su tecnología.
A finales del s. XIX, el hormigón armado da síntomas de competir
con los procedimientos convencionales en las estructuras de edificación,
a base de madera o de perfilería metálica y una solera superior de
hormigón. La casa Ward (figura 5.7), construida por William E. Ward en
Port Chester, Nueva York, en los primeros años de la década de 1870, es
un ejemplo de edificio con estructura de hormigón, aunque su apariencia
externa sea completamente convencional.

Figura 5.7. Casa Ward. Ejemplo pionero en EE.UU. de casa en hormigón.

Entre las ventajas que se aducen para justificar el empleo del hormigón
estructural (sólo hormigón armado todavía) están las de su aparente
insensibilidad al fuego, especialmente si se compara con las estructuras
con forjados de madera o con viguetas metálicas. También se presenta
como definitiva ventaja el que las estructuras de hormigón no precisan
de mantenimiento alguno, a diferencia de las estructuras metálicas, con
las que compite ferozmente, que requieren de sucesivas capas de
pintura para asegurar la protección contra la corrosión. Como
oportunamente se verá, no es tan cierto que las estructuras de hormigón
tengan vida ilimitada por durabilidad (corrosión, entre otras cosas), sino
que la experiencia de cerca de 100 años en el empleo de hormigón en
masa, como se ha visto, en obras portuarias, hidráulicas y todo tipo de
cimentaciones, permitía augurar un excelente comportamiento en el
tiempo de las estructuras de hormigón armado.

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 47


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Así las cosas, hacia 1890 decide otro francés, Hennebique, invertir toda Muestrario del material
su fortuna y diez años de trabajos previos, hasta 1900, en estudiar el “nacido para resistir y
comportamiento de las estructuras de hormigón, definir correctamente perdurar”
la posición de las armaduras y toda clase de detalles de armado y, no
menos importante, plantear una campaña publicitaria en toda regla para
convencer a la opinión pública de las posibilidades y ventajas del “nuevo
material”. La figura 5.8 muestra un ejemplo de un panel explicativo con
fotografías y ejemplos de realizaciones concretas.

Figura 5.8. Panel divulgativo de Hennebique para la difusión de su patente en béton


armé, en la que recoge ejemplos de realizaciones diversas en puentes, cisternas y
canalizaciones, silos, obras marítimas, edificación, construcciones industriales y otro
tipo de obras.

La apuesta de Hennebique triunfó, por seria, rigurosa y


convincente. A partir de comienzos del s. XX el empleo del hormigón
armado se generaliza por todo el mundo, en abierta competencia con las
construcciones metálicas y con las de fábrica. El francés no regateó
esfuerzos económicos ni medios para conocer el comportamiento de
este tipo de estructuras (figura 5.9) con el fin de disponer siempre de una
respuesta ante cualquier duda que surgiera. Su oficina de proyectos
(figura 5.10), verdadero soporte técnico del sistema, realizó muchos
estudios y proyectos para Francia y el mundo entero. De su evolución, a
partir de 1910 aproximadamente, estuvo muy pendiente el español José
Eugenio Ribera, quien luego explotaría el sistema Hennebique en España
bajo franquicia.

48 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Figura 5.9. Ejemplos de los ensayos documentados de Hennebique. Además de servir


de base para el conocimiento experimental del comportamiento de estas
construcciones, las fotos eran, por sí mismas, poderosos argumentos de venta.

Figura 5.10. Oficina de proyectos de Hennebique a comienzos del s. XX.

No cabe la menor duda de que los trabajos de Hennebique fueron


fundamentales para la profundización del conocimiento y la divulgación
de esta técnica, sometida aún a los derechos de patente. En la figura 5.11
se muestra un ejemplo de armado de un forjado y de una viga de una

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 49


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

estructura de edificación que bien podrían responder al patrón


considerado convencional a comienzos del s. XXI.
En la figura 5.12 se muestra otro ejemplo de configuración
“moderna” de un edificio de hormigón: cimentación, pilares, jácenas y
losa. El sistema tuvo aceptación inmediata y, sustentado en una base
suficiente, compitió exitosamente con los viejos procedimientos, tanto
en edificación como en obra civil.

Figura 5.11. Ejemplo del armado de una losa y de una viga de hormigón según la
documentación de Hennebique.

Figura 5.12. Ejemplo de configuración típica para un edificio de hormigón armado,


según la propuesta, ciertamente moderna, de Hennebique.

Naturalmente, no fue sólo el hormigón el material de moda.


También el acero para armaduras vio incrementada su demanda y, por

50 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

tanto, se hizo con un hueco importante en el mercado, como acredita la


figura 5.13, en la que se muestra el detalle publicitario de diferentes tipos
de barras.

Figura 5.13. Propaganda de diferentes tipos de barras para armado de piezas de


hormigón (EE.UU, década de 1920). Obsérvese que se propone el empleo de barras
con nervios transversales o corrugas, o de barras inicialmente de sección cuadrada y
luego torsionadas para conseguir, en definitiva, la aparición de unos resaltos que,
como anticipaba la intuición, proporcionaban una suerte de anclaje mecánico
(equiparable al mecanismo de rosca en los tornillos) más adecuada que la simple
adherencia de las barras lisas que, por razones esencialmente económicas, se
emplearon hasta prácticamente mediada la década de 1960-70.

En aquel momento, los hormigones dan resistencias del orden de


10 N/mm2 y el acero alrededor de 100 — 200 N/mm2 pero no se conocen
sus curvas tensión-deformación (especialmente del hormigón), ni los
mecanismos de adherencia, fundamentales para entender el hormigón
estructural. Las resistencias mecánicas eran, pues, unas 3 veces menores,
aproximadamente, que los hormigones ordinarios y aceros de armar de
comienzos del s. XXI. En cuanto a los módulos de deformación
longitudinal (llamado módulo “elástico”), los valores no han crecido
hasta ahora en la misma proporción. Mientras el módulo del acero no ha
variado, apenas se ha multiplicado por dos el del hormigón.

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 51


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

En obra civil o en construcción industrial comienzan a observarse


ejemplos de realizaciones que, poco a poco, adquieren naturaleza
propia, una vez liberadas de las formas y concepciones típicas de las
estructuras metálicas. La figura 5.14 muestra un notable ejemplo de
pasarela de hormigón en Bremen (1890), de la que es autor Könen, en la
que la forma estructural se presenta ya exenta, sin vínculos formales con
las convencionales estructuras de fábrica.

Figura 5.14. Ejemplo de pasarela de hormigón en Bremen (Könen, 1890).

En la figura 5.15 se presenta, asimismo, otro ejemplo en el que se


expresan las prestaciones que las estructuras de hormigón pueden dar
en comparación con las metálicas. En estas últimas ⎯como en las
estructuras de madera⎯, los enlaces constituyen el verdadero talón de
Aquiles del conjunto, lo que impedía, en la práctica, acudir a estructuras
aporticadas de nudos rígidos. Como se ve en la figura 5.15, la rigidez de
los nudos ⎯que también son puntos delicados de las estructuras de
hormigón, conviene no olvidarlo⎯ se manifiesta explícitamente, de
manera diríase que hasta pedagógica.

Otro aspecto que es preciso tener presente es el del contexto del La competencia
momento tecnológico que se vive a finales del s. XIX y comienzos del s. con la estructura
XX. Como se ha anunciado más arriba, las estructuras metálicas metálica
responden al ideal del material moderno, ligero y robusto que, además,
simboliza el progreso de la sociedad occidental. Además, el acero
responde muy bien, en el rango de trabajo al que se le ciñe en el formato
de seguridad de la época, al planteamiento elástico y lineal que los
estudios del momento han venido predicando: desde Navier hasta
Castigliano, pasando por Mohr y otras egregias figuras de la teoría de
estructuras. La nobleza de su comportamiento y el hecho de simbolizar

52 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

un material moderno hizo del acero estructural el paradigma de la


ingeniería moderna.

Figura 5.15. Ejemplo de construcción industrial de hormigón resuelta con pórticos de


nudos rígidos.

La figura 5.16 muestra el caso ilustrativo de cómo es posible materializar


con acero los modelos de cálculo ya muy bien estudiados en la
Resistencia de Materiales. El dominio de esa disciplina, así como la
puesta a punto de técnicas constructivas completamente innovadoras
(roblonado, construcción de cimentaciones mediante cajones de aire
comprimido, avance en voladizo sucesivo, etc.) hicieron de la estructura
metálica el estandarte de la gran obra de ingeniería y de arquitectura.
Sin embargo, el hormigón estructural va ganando terreno poco a
poco. Sin querer competir inicialmente con el acero estructural,
cubriendo cada vez mejor su ámbito de utilización inmediato, el
hormigón estructural se presenta con marchamo de solidez, de
indiferencia frente al fuego y al paso del tiempo, a diferencia del acero,
que se ve muy afectado en los incendios y requiere de continuo
mantenimiento para prevenir la corrosión. Consciente de sus
limitaciones, el hormigón no se resigna al ostracismo y se va liberando de
aquellas hasta cobrar carta de naturaleza. El nuevo siglo, el XX, lo utiliza
como instrumento de la superación del ya caduco s. XIX.

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 53


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Javier Rui-Wamba, gran ingeniero y filósofo de las estructuras (y de


otras cosas) sitúa el hormigón estructural en el contexto de las edades
estructurales, como se indica en la figura 5.17, de su puño y letra. Podría
decirse, sin afán de competir pero sí de dejar constancia de un hecho
cierto, que el hormigón estructural ha sido el protagonista del hecho
constructivo del s. XX.

Figura 5.16. Arriba, izquierda: rótula en el arranque de un soporte de una estructura


metálica en París. La figura superior derecha muestra la fotografía divulgativa que
los autores del soberbio Firth of Forth, Escocia, (abajo) hicieron para representar el
esquema estático, sencillo, de la gran estructura.

Llegados a este punto conviene advertir que, como recuerda


también Javier Rui-Wamba, la dialéctica presuntamente opuesta y
competidora entre diversos materiales estructurales es necia y estéril.
Los materiales, en manos del ingeniero, no compiten, sino que aportan
diferentes cualidades y, lejos de llevarse mal, se complementan. “Cada
material tiene su etopeya” escribió E. Torroja, y para eso están el
ingeniero y el arquitecto, para saber explotar sus recursos resistentes y
expresivos. Piénsese que las desafiantes estructuras metálicas están
cimentadas sobre zapatas, pozos o encepados de hormigón, o que los

54 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

pisos de los edificios de estructura metálica, eran de hormigón ya a


mediados del s. XIX. De hecho, el hormigón armado y, más tarde, el
hormigón pretensado son el resultado genial ⎯aunque puede ahora
resultar obvio⎯ de la alianza sinérgica de hormigón y acero.

Figura 5.17. Las edades estructurales. El sitio del hormigón (Javier Rui-Wamba).

Es un hecho, además, como señala el Prof. García Meseguer, que


“la aparición de un nuevo material nunca desplaza al anterior; antes bien,
tiene como efecto descubrir la verdadera esencia (y el verdadero campo
de aplicación) del material anterior, que resulta así más valorado. Esto es
así en cualquier ámbito: arte, vida, etc. A título de ejemplo, la aparición
de la fotografía permitió que se revitalizase la pintura; la de la TV, el cine,
etc.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

56 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

6. PRIMEROS ESTUDIOS DE COMPORTAMIENTO Y DE


DIMENSIONAMIENTO

La herencia La introducción de la patente Monier (Monierbau) en Austria y


condicionante de los Alemania fue acogida, al comienzo, con desconfianza. Para vencerla,
materiales “nobles” Wayss comienza, en 1886, a realizar los primeros ensayos de laboratorio
en Berlín. Se demuestra que los arcos armados según la patente Monier
resisten una carga puntual tres veces superior a la de los arcos idénticos
de hormigón no armado, cuando dicha carga se sitúa en riñones. Estos
ensayos son presenciados por el representante del Ministerio de
Construcción, Könen, quien reconoce claramente el efecto de las
armaduras, que absorben las tracciones que el hormigón no puede
resistir.
Con el estímulo de los ensayos de Berlín, se realizan numerosas
pruebas experimentales en Austria y Alemania (Breslau, Colonia,
Munich) para analizar el comportamiento del hormigón reforzado con
hierro. Las primeras teorías y métodos de cálculo son publicadas por
Könen y Wayss en 1886. Un año más tarde, Wayss y Bauschinger
publican los resultados experimentales obtenidos. Sus conclusiones son
las siguientes:
1. Entre el hormigón y el acero existe una adherencia de magnitud
considerable.
2. Incluso con cambios de temperatura notables y rápidos, no se
produce una separación entre el hierro y el hormigón circundante.
3. Las armaduras insertadas en el hormigón permanecen
completamente pulidas y exentas de óxido tras un periodo de
tiempo prolongado.
En Austria y Alemania siguen haciéndose ensayos para investigar el
funcionamiento y la capacidad portante de este nuevo material y, antes
de finalizar el siglo XIX, se formulan ya las primeras reglas, de carácter
oficial, con las que se puede construir con cierta seguridad. En otros
países, como EE.UU., la publicación de artículos sobre el hormigón
armado fue muy escasa entre 1860 y 1900, dado que las reglas de diseño
y construcción en hormigón armado se consideraban secreto comercial.
Sin embargo, en dicha época, la construcción de estructuras de
hormigón armado estaba muy extendida en los Estados Unidos.
En cuanto a la formulación teórica, es preciso admitir que los
primeros pasos de las reglas de proyecto para las estructuras de
hormigón siguen la huella de los materiales metálicos, el hierro y el
acero, para los que, como se ha explicado, se habían desarrollado ya
completos procedimientos de cálculo basados en la teoría de la
Elasticidad, a la que esos materiales se adaptaban como un guante (la
Plasticidad no se desarrollaría formalmente hasta los años 30 y 40 del s.
XX).

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 57


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Adoptar como propias para una nueva disciplina las hipótesis y


criterios de otra, presuntamente similar, está muy arraigado en la historia
del progreso, tanto en las formas como en el fondo, aunque, a veces, da
pie a la comisión de errores. Así sucedió con el hormigón, al que
aplicaron los primeros estudiosos los principios de la Resistencia de
Materiales. La figura 6.1 muestra, a título de ejemplo, cómo dos
ingenieros prestigiosos* y deseosos de sentar las bases del tratamiento
correcto de las estructuras de hormigón, cometieron un error de bulto:
situar en el baricentro de la sección completa la fibra neutra asociada a la
flexión simple en sección fisurada. El simple planteamiento de las
ecuaciones de equilibrio, compatibilidad de deformaciones y
constitutivas de los materiales, muestra cómo la profundidad del bloque
comprimido no es igual a la mitad del canto (d/2), cosa que sí sucede con
las piezas metálicas simétricas y que se comportan igualmente en
tracción que en compresión.

Figura 6.1. La errónea hipótesis de Könen y Wayss acerca de la posición de la fibra


neutra en una sección rectangular de hormigón armado: la afirmación de que la
fibra neutra se sitúa a medio canto cuando el hormigón se ha fisurado atenta
contra el equilibrio de la sección.

La Historia suele ser indulgente con los pioneros por sus primeros
errores (no así con los seguidores, incluidos los alumnos de las Escuelas,
obligados a conocer y aprender de los errores del pasado). Así sucedió
con personajes de la talla de Galileo Galilei, quien proclamó que la fibra
neutra de una pieza sometida a flexión se situaba en torno al “centro de

*
Wayss había adquirido los derechos de la patente del Sistema Monier, y se ocupó de
ensayar y sistematizar los conocimientos y reglas de proyecto del sistema. Encontró en
Könen, ingeniero al servicio del Estado prusiano, un funcionario interesado en el
sistema y en su correcta aplicación. Juntos realizaron ensayos y redactaron propuestas
que acabarían por ser la base de la normativa prusiana (1904), una de las primeras del
mundo.

58 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

rotación”, que él suponía localizado en el punto B, fibra inferior, de la


figura 6.2, una ménsula sometida a flexión simple.

Figura 6.2. Famoso error de Galileo (s. XVII), no reparado hasta finales del s. XVIII y
comienzos del XIX, por Bernouilli y Navier, según el cual la fibra neutra de una pieza
flectada se situaba en el punto B o fibra de apoyo y contacto con el empotramiento.

Coetáneos de Wayss, Könen y Bauschinger, e igualmente atraídos


por las posibilidades del hormigón con armaduras, son Mörsch, Ritter,
Möller (Alemania), Considère y el mencionado Hennebique (Francia),
Melan (Austria) o Wunsch y Emperger (Hungría), autores de ensayos y
de los primeros artículos y propuestas para el dimensionamiento de las
piezas de hormigón. Ellos, situados en la charnela que articula los siglos
XIX y XX, son los autores de los primeros libros “modernos” sobre el
nuevo material, abordando el problema del cálculo desde un punto de
vista racional y no sólo empírico. A los libros de Taylor y Thomson
(Concrete Plain and Reinforced) y al primer tomo del libro de Mörsch (ver
capítulo 7), siguen los trabajos de Saliger, Loser, Whitney, Pucher y otros.
En la figura 6.3 se presentan diferentes propuestas para el análisis
de una sección de hormigón sometida a tensiones normales (flexo-
compresión y compresión compuesta). Como puede observarse, los
proponentes de diferentes distribuciones de tensiones tienen en cuenta
de distinta manera la contribución, en su caso, del hormigón
traccionado, e incluso adelantan distribuciones de tensiones en la zona
comprimida que anuncian un comportamiento que se aparta del elástico
lineal.
Las contribuciones de los grandes pioneros no se ciñeron sólo a
aclarar los aspectos relacionados con las tensiones normales
(perpendiculares a la sección) y que son las más fáciles de estudiar

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 59


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

porque “se dejan” enmarcar sin excesivas dificultades en la satisfacción


de las ecuaciones de equilibrio, compatibilidad y tensión-deformación,
sino las tangenciales (paralelas a la sección transversal) debidas a
cortante y torsión.

Figura 6.3. Propuestas de diferentes autores, todos pioneros en la modelización del


comportamiento de las estructuras de hormigón, para las distribuciones de
tensiones tanto en la zona comprimida como traccionada.

Cabe citar al respecto las figuras de Ritter y Mörsch, quienes, sin Una forma equilibrada
contacto previo inicialmente, desarrollaron de manera prácticamente de entender el
simultánea una teoría, la de las bielas y tirantes, cuya potencia se comportamiento de
proyecta hacia el presente y el futuro de estas estructuras. Es importante elementos de hormigón
observar cómo su planteamiento fue netamente ingenieril. En efecto, estructural
acuciados por la necesidad de dar respuesta a un problema complejo (el
de la distribución de tensiones tangenciales en las piezas de hormigón,
especialmente en el caso fisurado), no pretendieron hacer un
planteamiento analítico “perfecto”, al estilo del planteado para el caso de
tensiones normales, sino que se contentaron con dar con una solución
equilibrada y controlada en términos de tensiones de los materiales, muy
en la línea de los métodos gráficos (estática gráfica) de la época para las
estructuras metálicas en celosía y, curiosamente, para las estructuras de
piedra de las grandes bóvedas del momento.
Mediante esta aproximación, el proyectista (Ritter es el autor, en
1899, de la propuesta de la figura 6.4) configura, en el seno de la pieza, un

60 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

conjunto de barras ⎯bielas, referidas al hormigón comprimido, y


tirantes, referidos a las armaduras traccionadas⎯ que representan, de
manera simplificada, el flujo de fuerzas internas que equilibran a las
externas. Ese planteamiento sigue hoy plenamente vigente.

Figura 6.4. Modelo de bielas propuesto por Ritter (1899) para explicar el
funcionamiento de las piezas de hormigón armado tanto a esfuerzo cortante como
flexión.

La complejidad del La figura 6.5 muestra un resumen de los resultados de Mörsch


fenómeno. (1902). Sus ensayos siguen sirviendo, más de un siglo después, para
El recurso experimental y entender el comportamiento de estas piezas masivas (no formadas por
su interpretación barras, como las estructuras metálicas) frente a solicitaciones de torsión.

Figura 6.5. Resumen de los ensayos de Mörsch sobre piezas torsionadas sin
armadura y con diferentes distribuciones de barras longitudinales y transversales.

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 61


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

A comienzos del siglo XX se publican las primeras instrucciones


francesas y alemanas. Los métodos de cálculo permiten tratar el
problema del dimensionamiento a flexión y cortante; se sabe que el
hormigón se contrae durante su proceso de fraguado y endurecimiento
⎯retracción⎯, y los constructores son capaces de hacer hormigones
cada vez de mejor calidad, guiados por su experiencia y ayudados por la
progresiva calidad de los cementos producidos por la industria. Otros
problemas, como el de la fluencia del hormigón bajo carga, comienzan a
ser detectados y estudiados por aquellas fechas (Freyssinet concluye la
construcción del puente de Le Veurdre, en el que inventa la operación de
apertura de la clave, en 1913, como se relatará más adelante). Algunas
realizaciones importantes, como el puente del Risorgimento (figura 6.6)
y la cúpula de la Sala del Centenario en Breslau (figura 6.7), alcanzan
tanto eco que, en los años previos a la Gran Guerra, puede decirse que la
del hormigón armado es una técnica bien conocida, aunque su
aprovechamiento como material estructural sea aún limitado.

Figura 6.6. Puente del Risorgimento, en Roma, de 100 m de luz en 1910-1911.

Figura 6.7. Cúpula de la Sala del Centenario en Breslau (hoy Wroclaw, Polonia), de
Max Berg (1912). Primera construcción que bate el record del Panteón de Roma en
cuanto a luz (65 frente a 44 m) en solución no metálica, aunque se trate de una
configuración estructural de nervios y no estrictamente de una cúpula 3D.

62 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

La difusión y la En los primeros años del s. XX se encuentra tan arraigado el empleo


docencia del hormigón estructural que su docencia en las escuelas técnicas está
también ya asentada. Llama la atención la confianza que inspiró a los
españoles el empleo del hormigón estructural. En 1910, cuando aún no se
habían construido edificios o puentes dignos de mención en España, se
instituye la Cátedra de Hormigón en la Escuela Especial de Ingenieros de
Caminos, Canales y Puertos. Su primer titular fue Juan Manuel de Zafra,
quien era ya catedrático de Puertos. Precisamente el empleo masivo del
hormigón en las obras marítimas desde hacía más de cincuenta años, un
preclaro sentido del futuro que aguardaba a este material y la
perseverancia de su proponente, consiguieron incluir esta asignatura en
el plan de estudios. La medida fue todo un acierto, como prueba el
hecho de que los ingenieros españoles pronto destacarían
internacionalmente en el proyecto y la construcción de estructuras de
hormigón. Juan Manuel de Zafra editó unos magníficos apuntes cuya
portada se presenta en la figura 6.8.

Figura 6.8. Portada de los apuntes preparados por Juan Manuel de Zafra (1914),
primer catedrático de Hormigón en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y
Puertos de Madrid (única de España hasta la década de 1960).

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 63


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Desde la conclusión de la Primera Guerra Mundial, las realizaciones


de estructuras de hormigón armado evolucionan a partir de las líneas
propuestas por una serie de ingenieros, que explotan dos conceptos
muy importantes relacionados con este material estructural: su cualidad
como material formáceo y la búsqueda de nuevas tipologías
estructurales, que adecuan su trabajo a las características de este
material.

64 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

7. PERSONAJES QUE ENCARNAN LA HISTORIA DEL


HORMIGÓN

La historia del hormigón estructural moderno se ha querido dibujar aquí


a base de unos pocos pero definidos trazos, más o menos cronológicos,
asociados a las figuras de un elenco de personajes que han configurado la
peripecia de este material: desde la racionalización de los estudios de
Mörsch y la adquisición de personalidad propia, a través de Robert
Maillart, los trabajos de Franz Dischinger, riguroso académico e
ingeniero aplicado, a la arquitectura racionalista de la Bauhaus, o de Frank
Lloyd Wright, pasando por las figuras geniales de Eduardo Torroja y
Eugène Freyssinet, padre del pretensado y de los sistemas constructivos,
hasta ingenieros como Nervi y arquitectos como Niemeyer, o nuestros
Fernández Casado y Fisac, respectivamente.
Naturalmente, no están todos los que son. Como en cualquier otra
disciplina el progreso del hormigón estructural se ha ido forjando gracias
a la contribución de profesionales, ingenieros y arquitectos
principalmente, que, de forma explícita o anónima, han ido
conformando una disciplina cuajada de ejemplos de buen hacer. Desde
proyectistas hasta constructores, pasando por investigadores y
docentes, artistas y funcionarios…

La racionalización Ya ha sido citada la figura de Emil Mörsch (1872—1950),


del conocimiento proyectista, docente, investigador y divulgador de las esencias
resistentes del “nuevo material”. Hombre modesto y bonachón, a pesar
de la fiereza de la foto del margen, entregado a su familia y a su
profesión, Mörsch trabajó primero para los ferrocarriles suevos, pero fue
pronto fichado por la también mencionada firma Wayss und Freitag, en
1901, como ingeniero jefe y responsable de la línea de investigación de
esta empresa, iniciada hacía varios lustros cuando se hizo con los
derechos de la patente Monier.
Mörsch proyectó y construyó diversas estructuras, destacando el
soberbio puente de Grünwald, sobre el río Isar (figura 7.1), cimentado
sobre la sólida base de un profundo conocimiento de las cualidades
resistentes del hormigón.
Su teoría se basaba en la hipótesis, contrastada con ensayos, de
que el lugar geométrico de las fibras deformadas es un plano (hipótesis
de Navier—Bernoulli), en la validez de la ley de Hooke para los dos
materiales (hormigón y acero) y, finalmente, en la adherencia perfecta de
ambos materiales, de forma que, en la zona de contacto:
εc = εs → σc = (Es/Ec) σs → σc = n σs
Esas hipótesis son las mismas que se siguen utilizando 100 años después
Otro campo, en el que resultó aún más pionero, fue el del cortante
y la torsión (figura 6.5). La figura 7.2 muestra una de las figuras de su
explicación del fenómeno.

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 65


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Figura 7.1. Puente de Grünwald, sobre el Isar, obra del joven Mörsch (1904). El
puente consta de dos arcos de 70 m de luz y 8 de anchura.

Figura 7.2. Identificación del modo de rotura de cortante y distribución de tensiones


tangenciales (parte inferior) en una sección.

En 1903 Mörsch formó parte de la comisión que redactó las


primeras normas alemanas, publicadas en 1904. Ese mismo año se
trasladó a Zurich para hacerse cargo de la cátedra de un “todo uno” que
englobaba Resistencia de Materiales, estructuras de hormigón y
puentes. Su estancia en Suiza coincide con el periodo más fructífero de
su vida.
En 1908 regresa Mörsch a Stuttgart y a “su” Wayss und Freitag, de
la que ya no se separará. Catedrático en la capital sueva (1916), publica su
obra cumbre Der Eisenbeton. Seine Theorie und Anwendung (“Hormigón
armado. Teoría y práctica”), cuyo título refleja una de las máximas de su
vida: “no hay nada más práctico que una buena teoría”. Maestro de
maestros (Bonatz y Leonhardt se cuentan entre sus discípulos), mantuvo
una científica y encendida polémica con Franz Dischinger hasta el final de
sus días.

66 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

El hormigón Robert Maillart (1872-1940) es uno de esos ingenieros geniales, que


estructural adquiere representan un antes y un después en la ingeniería. Protagonista de una
personalidad propia vida personal digna del mejor guión cinematográfico, Maillart convirtió
en arte, con personalidad propia, el proyecto y la construcción en
hormigón estructural.
La figura 7.3 muestra una vista del puente de Stauffacher, en
Zurich, encargo del Ayuntamiento de la ciudad. Maillart concibió una
bóveda tri-articulada, solución ensayada con éxito en la estructura
metálica (figura 5.16), pero apenas planteada explícitamente en obras de
fábrica. Como puede verse, sobre el trasdós de la bóveda, Maillart
levantó unos tabiques que darían soporte a la plataforma, también de
hormigón armado. Aunque mediante este sistema se obtuvo un
importante ahorro económico y de plazo, el Ayuntamiento obligó a
forrar el puente con piedra, como correspondía, según los cánones de la
época, a un puente urbano, para el que no resultaba suficientemente
digno un puente de hormigón.

La transición desde la
ortodoxia decimonónica

Figura 7.3. Puente de Stauffacher (1899). Maillart se vió obligado a camuflar, tras
una apariencia ortodoxa, una losa triarticulada de hormigón.

Síntesis de conocimiento Sólo cuatro años después del puente de Stauffacher, Maillart tiene
de la etopeya del hormigón la oportunidad de proyectar y construir el puente de Zuoz, en el que el
y del comportamiento hormigón se muestra ya sin pudor alguno (figura 7.4), exponiendo
estructural abiertamente sus posibilidades resistentes. Puede afirmarse que el
puente de Zuoz, de sección cajón, es un puente moderno, en el sentido
de que su apariencia formal es plenamente vigente a comienzos del s.
XXI. No obstante, Maillart tuvo serios problemas para entender ⎯y, por

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 67


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

tanto, para explicar⎯ unas extrañas fisuras inclinadas que aparecían en


los paramentos verticales (tímpanos), cerca de los estribos. Incapaz de
dar con el diagnóstico, Maillart consultó al ya citado Ritter, del
Politécnico de Zurich. Varios meses después dio éste la clave: las fisuras
oblicuas detectadas tenían su origen en la tracción inducida por el
hormigón en las almas (tímpanos) de la sección cajón: hacía falta
disponer armadura transversal en cuantía suficiente como para controlar
la abertura de tales fisuras.

Figura 7.4. Puente de Zuoz (1904). El diseño formalmente moderno de Maillart


permite emplear por primera vez la sección cajón de hormigón. No obstante, la
fisuración del alma de los tímpanos motivó unas consultas a Ritter, quien imputó la
fisuración al esfuerzo cortante.

El fenómeno se evidenció, no obstante, sumamente complejo.


Tanto y tan mal debió pasarlo Maillart que no volvió a utilizar tímpanos
de alma llena, sino aligerada, porque así es posible tener una idea más
clara de la posición de los elementos resistentes. La figura 7.5 muestra el
caso del emblemático puente de Salginatobel. Maillart hace gala en esta
ocasión de pleno dominio del comportamiento de las estructuras y de
las posibilidades del hormigón como material estructural. El único ⎯y
no pequeño⎯ inconveniente fue el de tener que construir una
importante y costosa cimbra.
El puente está constituido, como en Stauffacher, por un arco tri-
articulado, pero con una inteligente disposición de las rótulas y de los

68 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

espesores de las piezas, con la condición de que, para las combinaciones


concomitantes, la excentricidad se mantuviera en el núcleo central del
arco. También como en Stauffacher, Maillart utiliza unos tabiques, esta
vez explícitos, de hormigón para dar soporte a un esbelto tablero del
mismo material.

Figura 7.5. Puente de Salginatobel (1929). Representa la madurez de su autor en el


conocimiento de las estructuras, el aprovechamiento máximo de los materiales y el
juego relativo de rigideces entre tablero y arco.

Exploración de nuevas La actividad de Maillart no se redujo al proyecto y construcción de


tipologías. El contraste puentes. Su incansable actividad abarcó también la construcción de
experimental edificios, naves, depósitos,… La figura 7.6 muestra el caso del empleo,
por primera vez, de la losa fungiforme (losa de hormigón, de espesor
constante, apoyada en pilares con capitel) con el fin de eludir la frágil

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 69


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

rotura por punzonamiento. Ese fenómeno, el de la rotura por


perforación de la losa al recibir una carga concentrada ⎯la reacción del
pilar sobre la losa⎯ es altamente complejo y de muy difícil valoración
analítica. Aún hoy existen diversas teorías y procedimientos que
contemplan diferentes tratamientos del problema.
Para soslayar la espinosa cuestión teórico-analítica, Maillart actuó
como ingeniero al estudiar el problema por la vía empírica. Empleó sus
propios recursos económicos en la construcción y ensayo de prototipos,
como se aprecia en la figura 7.6, que permitieran validar, por la vía
experimental, los criterios de proyecto. Esa forma de proceder sigue
siendo válida hoy día, como recogen los códigos estructurales al uso.
Además, la técnica experimental, que él diseñó de manera muy personal,
con dispositivos de medida que siguen empleándose en las pruebas de
carga de la actualidad, constituía no sólo un sólido aval de sus sistemas,
sino una magnífica carta de presentación de su solvencia técnica.

Figura 7.6. La “losa sin vigas” de la izquierda (almacenes Giesshübel, Zurich, 1910) es
una losa de hormigón, de espesor constante, apoyada en pilares con capitel. Su
aplicación práctica se vio precedida de una extensa e inteligente campaña de
experimentación (1908) que avalaba técnica y psicológicamente el invento.

En los Magazzini Generali, Chiasso (1924), exhibió Maillart una La encarnación de lo


prodigiosa plasmación de lo estricto, tan de moda entonces1, es decir, del estricto estructural
cumplimiento de un objetivo resistente con las menores cantidades en las formas
posibles de material. Para eso, Maillart volvió a hacer gala de un
asombroso dominio del comportamiento de las estructuras, en
particular del flujo de fuerzas resistentes (figura 7.7). Como recuerda el
prof. Corres, no es el resultado de una genial inspiración, sino el fruto
paciente de un intenso estudio de las acciones y esfuerzos solicitantes,
tras perseverante búsqueda de una equilibrada y estética forma
estructural. No deja de recordar esta forma de proceder a la de nuestro
Gaudí (figura 2.16).

1
No es que ahora hayan pasado de moda las estructuras “estrictas”, sino que otro tipo
de costes (mano de obra, encofrados, etc.) han hecho primar o, al menos, matizar, esos
objetivos. No es menos cierto que ciertas concesiones formales al ornato han hecho
vivir relativamente despreocupados del presupuesto a no pocos proyectistas.

70 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Figura 7.7. Magazzini Generali en Chiasso (1924). En esta estructura, de plena


madurez creativa e intelectual, Maillart se divierte proponiendo una estructura de
mínima cantidad de material ⎯hormigón y acero⎯ que expresa un profundo
conocimiento de los mecanismos resistentes de la estructura.

Merece la pena destacar otra cualidad de Maillart: su perseverancia


y su tenacidad. Arruinado su negocio en varias ocasiones, prisionero en
la Rusia revolucionaria del final de la Primera Guerra Mundial, donde
perdió a su mujer y a él mismo se le dio por muerto, aún fue capaz de
levantarse sobre sus cenizas y aportar siempre algo nuevo y asombroso.

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 71


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Franz Dischinger (1885-1956) representa un hito sereno en el progreso Exploración de nuevas


del hormigón. No fue un genio al estilo mediterráneo, pero su teutónica tipologías. El contraste
y rigurosa aportación al progreso del hormigón supuso la consolidación experimental.
del conocimiento y la praxis en hormigón estructural.
Discípulo de grandes maestros, Dischinger fue uno de los
primeros estudiosos teóricos que realizó su tesis doctoral (Dresde, 1928)
en el ámbito del hormigón estructural, sobre el tema de las láminas de
hormigón para cubrir grandes espacios. Piénsese que en aquellos años se
había desarrollado ya un importante corpus doctrinal, aparato
matemático incluido, que permitía resolver el problema analítico del
cálculo de las tensiones en superficies tipo membrana y, bajo ciertas
condiciones, de láminas. No resulta difícil de entender que el material
idóneo para adaptarse a esa circunstancia era el hormigón, precisamente
por su cualidad formácea. De ahí que el empleo del hormigón en formas
antifuniculares resultase altamente atractivo y sin competencia, en un
momento en el que las cimbras y los encofrados no resultaban aún
prohibitivamente caros.
Con el apoyo de la empresa para la que trabajaba (Dyckerhoff und
Widmann AG), Dischinger realizó una amplia campaña de ensayos que
permitió detectar la necesidad de materializar adecuadamente las
condiciones de contorno de las láminas, por la presencia de esfuerzos
parásitos con indeseables tracciones. La figura 7.8 recoge uno de esos
ensayos, convertidos, como ya hicieran Hennebique o Maillart, en
convincentes cartas de presentación del producto. De hecho, las
cubiertas laminares ganarían adeptos entre los ingenieros y los
arquitectos del inmediato futuro, muy en particular Torroja, Nervi o
Candela.

Figura 7.8. Ensayo de un paraboloide de mínimo espesor (1931) para la casa


Dyckerhoff und Widmann AG (DYWIDAG).

72 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

En 1939, Dischinger publica sus trabajos sobre la predicción


analítica de los fenómenos de la retracción y la fluencia del hormigón.
Eran conocidos desde hacía más de veinte años (Freyssinet, Torroja,
entre otros, los habían sufrido ya), pero fue Dischinger el primero de
sistematizar la información, realizar ensayos y proponer un modelo
analítico de predicción de tales deformaciones. Esos trabajos estarían
vigentes durante más de treinta años.

El racionalismo de la Bauhaus constituye el trampolín perfecto para la


utilización del hormigón estructural como material noble, digno de ser
El expuesto también en la edificación, en el nuevo mundo que surge tras el
racionalismo
de la
final de la Gran Guerra, lleno de ingenuo optimismo y de falsa y desigual
Bauhaus. prosperidad. El “maquinismo” en el que se halla inmersa la fecunda
El intelectualidad de arquitectos e ingenieros del período de entreguerras,
maquinismo concibe al hormigón como material idóneo para representar la
sinceridad de la expresión resistente, moderna e industrial de aquella
sociedad efervescente. Uno de los exponentes de esta corriente mundial
es Le Corbusier (figura 7.9), para quien la edificación constituía una
“máquina para vivir”. Le Corbusier fotografiaba frecuentemente sus
edificios junto con automóviles último modelo: mientras éstos eran
máquinas para viajar, los primeros constituían máquinas para la vida,
también último modelo, con el material de moda: el hormigón
estructural.
.
La belleza de la estructura
y su material expuesto
con sinceridad. La
“máquina para vivir”

Figura 7.9. Casas 14/15 de la urbanización Weißenhof en Stuttgart, 1927, por Le


Corbusier.

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 73


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Fundada en la Alemania posterior a la Primera Guerra Mundial por


el arquitecto Walter Gropius, liderando un grupo de intelectuales y
artistas, la Escuela de Arte Bauhaus (1919-1928) establecía como premisa
de partida la integración del arte y la tecnología en beneficio mutuo. La
escuela-movimiento promovía el desarrollo de creadores y artesanos,
desde la arquitectura al teatro o la tipografía.
No faltaron miembros de la Bauhaus que situaran al hormigón
estructural en el punto de mira de sus preferencias para exhibir sin
pudor alguno, todo lo contrario, la desnudez de la estructura como
hermosa verdad, como símbolo de una nueva arquitectura y de una
estética radicalmente diferente de la clásica o ecléctica de finales del s.
2
XIX y primeros años del XX (hasta la I Guerra Mundial) . Desde que uno
de los capitanes de aquel movimiento arquitectónico, Walter Gropius,
declarara que la belleza de las construcciones radicaba en la sinceridad
de sus formas y en la expresividad de su fenómeno resistente, el
hormigón estructural entró de lleno en el nuevo paisaje de las ciudades y
de su entorno, marcando un rumbo a cuya estela sigue, aún hoy, una
cierta parte de la arquitectura finisecular y de comienzos del s. XXI
La figura 7.10 muestra una estructura de Gropius de notable
parecido con el edificio de la ETS de Ingenieros de Caminos, Canales y
Puertos de Madrid ⎯y con muchos otros edificios⎯, de una
configuración asociada, quizás, al valor que la austeridad de formas se ha
venido imputando a los ingenieros.

Figura 7.10. Ejemplo de arquitectura racionalista de la Bauhaus, que utiliza


explícitamente en hormigón como expresión de belleza sincera auspiciada por
Walter Gropius. Edificio de éste en Dessau, 1925-1926.

2
Otro de los paladines de la causa, el arquitecto vienés Adolf Loos, radical precursor,
escribió en 1908 un artículo titulado “Ornato y crimen”, expresivo de la tendencia que
preconizaba: “(…) la evolución de la cultura se encamina hacia la eliminación de los
adornos en las cosas útiles”. Como en tantos otros momentos de la historia de la
estética, la afirmación cobra la validez propia de la vida de un determinado movimiento
o ciclo.

74 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Los recursos de Frank Lloyd Wright (1867-1959) da otro toque genial a la arquitectura
Frank Lloyd Wright en hormigón. Aunque parece evidente que toma buena nota de otras
aportaciones, especialmente de la Bauhaus, es innegable que da a la
arquitectura en hormigón un toque maestro, elegante y distinguido. No
cabe duda de que el hormigón es protagonista especial de la ordenación
del espacio, de las texturas de sus superficies y de la distribución de los
volúmenes.
De azarosa vida personal, Frank Lloyd Wright puede ser
considerado todo un divo de la arquitectura contemporánea, capaz de
mantener un fluido contacto con ingenieros y de apreciar su labor. Baste
citar, a título de ejemplo, sus elogios hacia Eduardo Torroja
⎯contemporáneo suyo aunque más joven que el americano⎯, de quien
dijo que poseía la cabeza pensante más poderosa que había conocido.
No habiendo obtenido título de arquitecto (empezó como delineante en
Chicago, en el estudio de Sullivan), se convirtió en referencia mundial de
la arquitectura del s. XX, forjador de un estilo arquitectónico personal,
aunque sincrético en lo estructural.
En la Casa de la Cascada (figura 7.11) es fácil advertir la influencia de
las premisas de la Bauhaus, o en el Jonson Wax Building (figura 7.12) se
percibe el empleo, distinguido y elegante de las losas fungiformes de
Maillart.

Figura 7.11. La Casa de la Cascada (1937). Encargo de chalet del padre de uno de sus
becarios, este edificio representó para Wright la consagración definitiva en los años
de la Gran Depresión. El hormigón era el único material posible para resolver, de
forma simultánea, los problemas de creación de volúmenes y masas, de
configuración resistente y de durabilidad.

Del ya citado Sullivan, en el pujante Chicago de finales del s. XIX,


aprendería Wright una máxima que aplicaría hasta el final de sus días:
form follows function (la forma sigue a la función). Ejemplo notable de
este principio filosófico de la arquitectura es el Museo Guggenheim de

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 75


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Nueva York (figura 7.13), concluido en octubre de 1959, seis meses


después de la muerte de su creador. Para tal configuración formal y
funcional, Wright no duda en utilizar nuevamente el material que mejor
se adapta a tal deseo: el hormigón estructural.

Figura 7.12. Interior del Johnson Wax Building. Magistral sala hipóstila cubierta con
una losa fungiforme. No hay aportación estructural relevante, pues se utilizan
procedimientos ya avalados por experiencias anteriores, pero es innegable que
Wright hace gala de un gusto exquisito y de un dominio del espacio al servicio del
cual el material ideal es el hormigón.

Figura 7.13. Museo Guggenheim de Nueva York. Wright pone al servicio de la nueva
concepción museística del momento una construcción original y asombrosa a cuyo
esquema resistente se adapta como un guante el hormigón estructural.

76 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Genial pero no improvisado. La de Eduardo Torroja (1899-1961) es otra de esas figuras insignes con
Todo es fruto de una profunda que el destino regala a la sociedad de que forma parte sólo de vez en
meditación que depura entre cuando: un genio. Sin embargo, es preciso hacer un esfuerzo de
alternativas humildad y de reconocimiento hacia estas figuras, a quienes no acuden
las musas de manera gratuita, sino tras un ímprobo, tenaz e inteligente
esfuerzo intelectual. Ese era el caso de Eduardo Torroja, “discípulo
aventajado” de José Eugenio Ribera, introductor en España de la patente
Hennebique. Torroja, que destacó como proyectista, como investigador,
como docente y como autor de normativa técnica, no hacía concesiones
a la improvisación. Lo que salía de su cabeza era el fruto maduro de una
profunda meditación, del conocimiento preciso del enunciado del
problema y de las condiciones de contorno, así como del estudio de
diferentes posibilidades o alternativas.
La actividad de Torroja abarca todas las tipologías estructurales,
distinguiéndose en algunas de ellas de forma especialmente brillante y
pionera. Es el caso de las estructuras laminares. Desbrozados los
aspectos teóricos por coetáneos suyos como Dischinger, Bauersfeld
(figura 7.15) y por él mismo (Torroja tenía una muy fuerte educación en
matemáticas y geometría), se lanza al proyecto y la construcción de
estructuras como el mercado de Algeciras (figura 7.14), de una esbeltez
escalofriante. Torroja sabe que el éxito de este tipo de estructuras radica
en la materialización de unas correctas condiciones de contorno, que
concreta en el anillo octogonal de arranques (con tirantes que impiden la
transmisión de fuerzas horizontales a los pilares) y en la disposición de
voladizos que aseguren lo antes posible el anhelado estado membrana
de la estructura de cubierta.

Figura 7.14. Cubierta del mercado de Algeciras (1933). Superado el record del
Panteón de Roma en 1912 en la Sala del Centenario de Breslau (figura 6.7), es Torroja
quien supera el record (47,6 m de luz, frente a los 44 del Panteón) de cúpula
continua en modo membrana con óculo abierto y un espesor de sólo 8 cm,
equiparable a la cáscara de huevo.

Como se verá al hablar del pretensado, una de las primeras obras


de Torroja fue el acueducto sobre el Tempul. Las circunstancias de obra

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 77


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

le sugirieron la posibilidad de atirantar los tramos centrales, lo que


equivale, en la práctica, a introducir un estado de compresiones
longitudinales en el dintel y, de hecho, al pretensado. Sin embargo,
Torroja declinó el honor que le han venido ofreciendo sus panegiristas,
aún en vida el maestro, y atribuyó la genial invención a su colega
Freyssinet, aduciendo que él buscaba otra cosa en el Tempul. Todo un
detalle de honradez profesional.

Figura 7.15. Construcción del Planetario de Jena (Bauersfeld, 1924). El desarrollo de


las estructuras geodésicas mediante triangulación de la superficie deseada dio una
gran libertad a los proyectistas y constructores, en la medida en que la estructura
metálica que constituía la malla auto-resistente servía también como auto-cimbra
para la sujeción de los encofrados con los que se daba piel y corporeidad con
hormigón a la estructura recién montada.

En 1935, en colaboración con arquitectos como Arniches y


Domínguez, Torroja proyecta la estructura del Hipódromo de La
Zarzuela (figura 7.16). La figura 7.17 muestra un croquis con el ingenioso
esquema estructural previsto por Torroja: la parte posterior del voladizo
sobre la tribuna sirve para cubrir el espacio interior del hipódromo y,
para equilibrar la diferencia de pesos entre el exterior (parte izquierda) y
el interior, introduce un tirante que, simultáneamente, sirve para recoger
el peso de la lámina inferior que cubre el nivel de planta baja por su parte
exterior.
Obsérvese también la forma de los pilares, de tanto mayor canto
cuanto mayores son los momentos flectores solicitantes. Se trata de una
ingeniosísima configuración estructural propia de quien posee un amplio
bagaje de conocimientos estructurales, y de quien dedica muchas horas
de racional estudio analítico de diferentes posibilidades estructurales y,
elegida la mejor, de un trabajo fino de depuración de la opción elegida.

78 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Figura 7.16. Hipódromo de La Zarzuela (Madrid, 1935). Ejemplo de cubierta en


paraboloide hiperbólico, de espesor estricto, y de efecto estético indudablemente
atractivo. Sin embargo, es posible que el espectador no sea consciente del ingenioso
sistema estructural concebido por Torroja en conjunción con dos notables
arquitectos de su tiempo.

Figura 7.17. Sucesivas versiones de la sección de la tribuna del hipódromo y su


esquema resistente. Sabia disposición de masas y rigideces en equilibrio mutuo,
resultado de un estudio profundo del comportamiento estructural.

En mayo del aciago año de 1936 concluye la construcción de otra


obra señera de Eduardo Torroja: el frontón Recoletos en Madrid. Se
trata, posiblemente, de su construcción más atrevida, basada en la
disposición de dos láminas cilíndricas (“ala díptera” dicen los más
redichos) cuya intersección genera un pliegue que permite movilizar la
rigidez suficiente como para posibilitar el alarde de abrir unos huecos en
celosía como se aprecia en la figura 7.18. El asombroso espacio interior
quedaba, pues, cubierto sin más apoyo que el de los dos hastiales (uno
de ellos es el que se observa al fondo de la misma figura 7.18).
El mismo Torroja escribió una Memoria explicativa del proceso de
proyecto de la estructura, en la que presenta muchos aspectos de interés
a los efectos de estas notas: por una parte, el estudio de alternativas, es
decir, qué otras soluciones contempló para solventar el problema de
salvar esa luz con la mínima cantidad de materiales y sin soportes
intermedios (figura 7.19). Por otra parte, la Memoria contiene un análisis
estructural riguroso y, para confirmar sus predicciones y la bondad del
modelo, un estudio experimental (ensayo de un modelo a escala
reducida, figura 7.20) para comprobar la veracidad de las hipótesis de
partida y de los resultados analíticos obtenidos.

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 79


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Figura 7.18. Vista interior del Frontón Recoletos, obra maestra de Eduardo Torroja, y
una de sus estructuras más atrevidas desde el punto de vista ingenieril.

Figura 7.19. Diferentes soluciones ideadas por Torroja para la cubierta del frontón
Recoletos. La ejecutada finalmente, sin duda la más original y atrevida, en
hormigón, es la de la parte inferior derecha.

Figura 7.20. Ensayo de la cubierta del Frontón Recoletos a escala reducida.

80 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Torroja tuvo que escribir esta Memoria en el exilio forzado por


“esta hora trágica”, como él mismo escribió, que supuso el comienzo de
la Guerra Civil en el Madrid revolucionario del verano de 1936. Durante
aquellos horribles años de contienda fratricida, el frontón sufrió las
consecuencias de los bombardeos sobre la capital y, poco después de la
guerra, colapsó. A tan triste final dedicó también Torroja una parte de la
referida Memoria, explicando el estado de deterioro estructural y las
causas de la ruina final.
Torroja construyó con éxito el puente ferroviario de Martín-Gil,
sobre el Esla, en Zamora (figura 7.21). La aportación de Torroja se centró
en la definición de un proceso constructivo viable en un momento de
extrema carencia de medios. Torroja empleó para su construcción un
ingenioso y muy bien estudiado sistema de autocimbra ⎯ideada y
utilizada por el ingeniero austro-húngaro Melan en 1892, consistente en
una cimbra metálica que, envuelta por el hormigón, se convierte en
armadura⎯ y hormigonado por roscas sucesivas, bien elegidas y en
tiempos bien administrados.

Figura 7.21. Vistas del viaducto de Martín-Gil (1939) ejecutado mediante la técnica
de la auto-cimbra en una época de penosas restricciones de materiales y medios
constructivos, en un país devastado por la Guerra Civil, lo que obligaba a agudizar
de manera especial el ingenio para dar con tipologías y soluciones constructivas
extraordinariamente estrictas en materiales y medios.

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 81


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

El puente de Sandö, en Suecia, terminado en 1943 (figura 7.22),


arrebató el cetro de los puentes arco de hormigón con más luz (264 m
frente a 210) que, durante sólo tres años, ostentó el del Esla, pero siguió
siendo el puente con autocimbra más importante del mundo.

Figura 7.22. Puente de Sandö, en Suecia (1943). Récord del mundo en luz durante
decenios (264 m). Se trata de una de las estructuras más elegantes de la historia, en
la que destaca la extraordinaria esbeltez de los fustes que descansan en el soberbio
arco.

Eduardo Torroja es objeto de mención en estos apuntes también


por otras razones. Fue investigador y fundador del Instituto de la
Construcción y del Cemento, que ahora lleva su nombre. Consciente de
las necesidades del país y de las enormes posibilidades que el cemento y
sus derivados (el hormigón) tenían en un país como España, y de la
buena calidad de los ingenieros y constructores, se lanzó a la aventura de
formar investigadores que dieran soporte técnico a los avances que se
registraban en el desarrollo de nuevos prototipos estructurales, técnicas
constructivas y normativa. El Instituto ha sido un referente internacional
en el ámbito de las estructuras de hormigón y de otros materiales
estructurales.
Otra faceta del maestro fue la docente. Catedrático de la Maestro de
asignatura desde 1939 hasta su muerte (1961), Torroja fue el educador de generaciones de
una gran parte de los ingenieros de caminos que, desde los años 60, ingenieros
dotaron al país de las infraestructuras que necesitaba. Fue también estructurales
catedrático de una deliciosa asignatura, “Tipología estructural”, para la
que escribió uno de los libros técnicos más traducidos: “Razón y ser de
los tipos estructurales” (The Philosophy of Structures en la traducción
inglesa).
Menos conocida es otra aportación de Torroja a la Historia del Fundador de diversas
Hormigón: la fundación o co-fundación ⎯en compañía de otros asociaciones
prohombres de la ingeniería y la arquitectura⎯ de la Asociación Técnica nacionales e
Española del Pretensado (1948), fundada para servir de foro de internacionales
encuentro de los interesados en la nueva técnica del pretensado y
divulgar también sus avances. Poco después (1953) participa en el
nacimiento del Comité Europeo del Hormigón (CEB), en el ambiente

82 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

paneuropeísta, reconciliador y superador de viejas heridas y dicotomías


de los años siguientes al final de la Segunda Guerra Mundial. Esta
asociación internacional sirvió también como punto de encuentro de los
proyectistas, constructores e investigadores en el mundo del hormigón
estructural, con el fin de ir creando un corpus doctrinal conjunto para
Europa de los avances en el hormigón estructural. También fue co-
fundador de la IASS (International Association for Shell and Spatial
Structures) y de la FIP (Féderation Internationale de la Précontrainte).
Torroja No puede cerrarse esta semblanza de Eduardo Torroja sin citar su
“legislador” del componente como “legislador” del hormigón, es decir, como autor del
hormigón conjunto de recomendaciones y reglamentos que concentran el saber
estructural sobre el hormigón estructural y permiten que todos (proyectistas,
propietarios y constructores) jueguen con las mismas reglas y
procedimientos. Aunque España se incorporó tarde (1939) a esta
tendencia, pues países como Alemania, Francia, Estados Unidos, Rusia,
Austria, etc. disponían de este tipo de códigos desde la primera década
del s. XX, la aportación de Torroja y otros colaboradores (merece ser
destacado Páez entre ellos) fue tan importante que marcó la tendencia
por la que discurre hoy día la normativa internacional en la materia,
ampliando incluso su enfoque (el planteamiento de los “estados límite”
para definir el marco de seguridad de las construcciones) hacia otros
materiales (acero, fábrica, madera, etc.) y disciplinas (geotecnia, sistemas
de diseño, etc.). La propuesta de Instrucción HA-62, publicada un año
después de la muerte del maestro, marcó en España la pauta que
seguirían las Instrucciones sucesivas, hasta la presente EHE.
Torroja murió en su despacho, trabajando, en el Instituto que lleva
su nombre y es, asimismo, un interesante edificio pleno de detalles
arquitectónicos y técnicos. Consciente de que una grave enfermedad le
depararía la muerte en cualquier momento, escribió unas notas, dirigidas
“a los que colaborasteis conmigo”, que ponen de manifiesto la enorme
talla humana de este personaje.

Eugène Freyssinet: Eugène Freyssinet (1879-1962) es figura épica de la ingeniería francesa y


ingeniero, mundial. Proyectista, constructor, inventor, empresario y artista,
empresario, artista reconocido por todos, este genial ingeniero, hijo de su tiempo, de vida
intensa, supo entender los entresijos de la profesión como nadie y ha
pasado a la historia, entre otras cosas, como el inventor del pretensado.
Estudió en las prestigiosas École Polytechnique y École des
Ponts et Chaussées de París y, muy joven, se enfrentó con el problema
de la construcción del puente de Le Veurdre, sobre el río Allier (figura
7.23). Se trataba de un puente de tres vanos y de una configuración
original para ser de hormigón, pero bien conocida ya por los proyectistas
de estructuras de acero. Se trata de una viga de celosía de canto variable
cuyo cordón inferior se encuentra comprimido (figura 7.24).

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 83


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Figura 7.23. Puente de Le Veurdre, sobre el río Allier (1907). En esta obra desplegó el
joven Freyssinet sus cualidades de ingeniero e inventor, aunque a costa de más de un
disgusto.

Figura 7.24. Aspecto de la construcción del puente de Le Veurdre. Una vez


hormigonado el arco, se disponen sobre su trasdós las armaduras de las bielas que
forman parte de la celosía que ha de soportar al tablero.

Apenas 5 años después de su construcción el puente exhibía unos


descensos considerables en los centros de los vanos. Achacadas
inicialmente a problemas en la cimentación ⎯hipótesis descartada tras
las oportunas y exhaustivas comprobaciones⎯, Freyssinet tomó una
decisión arriesgada pero certera, sabiendo que en ello se jugaba su
carrera. De manera discreta, se puso en contacto con el que fue jefe de
obra y le pidió que trajera consigo unos gatos hidráulicos. Dispuso éstos
en las claves de los arcos y los puso en carga. El resultado fue,
lógicamente, el de un aumento de longitud de los mismos y, por lógica
de la cinemática posible, rectificó la deprimida rasante. Freyssinet no
quería alertar al Conseil Général des Ponts et Chaussées, pero la
operación fue ejecutada precisamente cuando en Le Veurdre se
celebraba día de mercado, con cientos de inopinados observadores.
El incidente puso de manifiesto la incidencia estructural de los
fenómenos de retracción (ya conocida) y de fluencia (desconocida), es
decir, de aumento de las deformaciones de acortamiento del hormigón
bajo carga mantenida en el tiempo. En el caso de esta estructura, cuyo

84 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

cordón inferior se comportaba como bóveda rebajada, el descenso en


clave traía consigo un incremento del axil de compresión. En efecto,
como puede demostrarse, el axil en la clave de un arco puede
aproximarse mediante la expresión
p ⋅ L2
N=
8⋅f
siendo p la carga uniformemente distribuida (preponderante en un
puente de carretera de esas características y con las sobrecargas
relativamente reducidas de la época), L la luz de la bóveda y f la flecha o
altura de la clave con respecto a la línea que une los arranques de la
bóveda. Por tanto, al disminuir f (descenso de las claves), el axil N crecía,
y crecían a su vez las deformaciones de fluencia.
En consecuencia, la idea de Freyssinet de abrir en clave e introducir
unos gatos se reveló eficaz por dos razones. La primera es que consiguió
rectificar la rasante. La segunda es que decidió dejar alojados
permanentemente los gatos, con el fin de repetir la intervención en caso
necesario. El paso del tiempo permitió comprobar que, a medida que el
hormigón envejecía, a igualdad de las restantes variables, los descensos
eran menores, lo que permitió constatar que las deformaciones de
fluencia eran tanto menores cuanto mayor era la edad del hormigón. Por
esa razón sólo fue necesario actuar con los gatos una vez más. Un dato
triste para concluir el relato: el puente fue volado en 1944, en el contexto
de la Segunda Guerra Mundial.
Los hangares de Orly (figura 7.25) son otra de las obras
especialmente relevantes de Freyssinet. Convocado el concurso (1923),
el francés se hace con el contrato merced al empleo de unas formas
onduladas que permiten generar, por una parte, unas rigideces tipo
lámina plegada con las que resulta posible minimizar el consumo de
materiales. Por otra parte, Freyssinet discurre un sistema de encofrado
modular que permite el hormigonado desde un extremo hasta el
opuesto de manera rápida y competitiva.

Figura 7.25. Los hangares de Orly (1923). El triunfo de las formas resistentes en
hormigón y de las técnicas constructivas con encofrados modulares.

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 85


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

También esta obra fue presa del dragón de la guerra en 1944, tras
unos bombardeos de la aviación norteamericana, en la idea de que los
alemanes ocultaban allí otros ingenios no precisamente pacíficos.
Otro hito en la biografía de este infatigable ingeniero es el del
puente de Plougastel (1924-1930, figura 7.26).

Figura 7.26. Diferentes aspectos de la construcción del puente de Plougastel, sobre el


estuario del Elorn, en Bretaña, en orden inverso. La clave para la construcción del
puente según la propuesta de Freyssinet fue el proceso constructivo, mediante el
empleo de una cimbra transportada por flotación.

Freyssinet volvió a ganar por goleada a sus competidores,


proponiendo una solución por menos de la mitad del precio que el más

86 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

barato de los demás proponentes, que apostaban por una solución


metálica. Las claves del éxito radican, por una parte, en el empleo de una
poderosa cimbra de madera (la construcción en madera más grande del
mundo en aquel momento) y, por otra parte, en el empleo de un sistema
de avance en voladizo, atirantando desde las pilas, con el fin de no
sobrecargar en exceso la cimbra. Cada tramo tiene 188 m de luz y fue
récord del mundo en su momento. El puente combina el uso carretero
(plataforma superior) con el ferroviario (por el interior del cajón).
El puente fue objeto de una voladura parcial de uno de los arcos en
septiembre de 1944 (los alemanes en retirada), pero fue reconstruido
por el mismo Freyssinet en 1949, aprovechando la operación para
ensanchar el tablero carretero. En 1994 el puente se jubiló parcialmente,
quedando para uso de peatones y ciclistas, puesto que se construyó un
nuevo puente atirantado junto a él.

Carlos Fernández Carlos Fernández Casado (1905-1988) es uno de los ingenieros más
Casado, ingeniero, entrañables y generosos con que ha contado la ingeniería española. “Don
historiador y Carlos –escribe Antonio Bonet– tenía una inteligencia privilegiada a la
filósofo que unía una bondad y cordialidad extremas. Gran conversador, con su
temperamento sereno y apasionada palabra, enriquecía siempre a sus
interlocutores. Don Carlos, pleno de ideas y con una curiosidad
intelectual que no tenía límites, sabía crear en torno suyo un clima de
cálido y cordial intercambio de ideas, de comprensión y razonamiento
sobre los más distintos aspectos de la vida y del pensamiento”3.
Nacido en Logroño Fernández Casado destacó pronto. A los 14
años ingresó en la Escuela de Caminos (entonces no había límite de
edad; sólo bastaba haber aprobado el bachillerato) y terminó a los 19, en
1924. Siendo tan joven, su familia le animó a estudiar, en París, también
ingeniería de telecomunicación, especialidad muy prometedora ya
entonces. Terminó en 1927, y tuvo tiempo de recorrer y estudiar todas
las catedrales de la Isla de Francia. De aquella estancia allí provino su
amor por las catedrales góticas, sobre las que escribió unos maravillosos
apuntes, que rezumaban tanto sentido estructural como sensibilidad
hacia su ethos. Era un hombre que sentía la historia.
Sus primeros años de ingeniero de caminos (lo de las
telecomunicaciones le interesó mucho menos) los ejerció en Granada,
3
Así era. En el curso 1981-82, Javier León, uno de los autores de estos apuntes de
Historia del Hormigón, asistió como alumno a la asignatura de doctorado que D. Carlos
impartía con el sugerente título de “Historia de los puentes y de las catedrales góticas”.
Cuenta que «fue el último curso que impartió en la Escuela. Su palabra, no fluida pero sí
meditada y entrañable, desbordaba, a su edad, entusiasmo juvenil por las cosas. De
todos los personajes que desfilan por esta pasarela de famosos del hormigón, este es el
único al que he conocido personalmente. Me recibió en su despacho de la calle Grijalba
un par de veces. Rodeado de libros, diapositivas, notas y sabiduría, D. Carlos me indicó
cómo interpretaba él el funcionamiento de la sección transversal de una catedral gótica.
Refiriéndose a los pináculos me explicó cómo éstos contribuían a “verticalizar” los
empujes, a encauzarlos en el seno de pilas y botareles. Una experiencia inolvidable».

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 87


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

donde inició sus estudios de Filosofía y Letras, que terminaría en Madrid


después de la guerra civil. Discípulo de Xavier Zubiri, su formación
filosófica e histórica contribuyó sobremanera a hacer de él un ingeniero
profundamente humanista, cercano a los grandes personajes del
Renacimiento. Para completar su curriculum, estudió también Derecho,
carrera que concluyó en 1973, con 68 años.
Amigo de García Lorca y Fernando de los Ríos, formó parte del
grupo “Gallo”, movimiento vanguardista en el que destacó, con 23 años,
definiendo las bases de su pensamiento: Ingeniería: Maquinismo y
Arquitectura (1928). Aquel trabajo se vio seguido de otros como Teoría
del puente (1951), Tres momentos del ingeniero en la Historia (1970),
Naturalidad y artificio en la obra del ingeniero (1976) o Estética de las artes
del ingeniero (1976).
En el febril Madrid de los años 30 comenzó su relación con el
constructor navarro Félix Huarte. Con él hizo la Facultad de Filosofía y
Letras de la Ciudad Universitaria (figura 7.27). También cercano a la
Escuela, proyectó el puente de la carretera de la Coruña sobre el
Manzanares, a la altura de Puerta de Hierro (figura 7.28). Ése y el puente
de El Pardo sobre el mismo río (figura 7.29) son resultado de uno de sus
trabajos técnicos más notables: la Colección de puentes de altura
estricta.

Fig. 7.27. Facultad de Filosofía y Letras. Ciudad Universitaria, Madrid, 1932.

La finalidad de esta colección o catálogo para que el ingeniero pueda


elegir el modelo más adecuado para solucionar el problema planteado,
como el propio autor declara, es “salvar las luces prácticas más corrientes
con la mínima pérdida de altura”. La figura 7.30 muestra las secciones
típicas de los puentes de altura estricta. Como puede verse, acude al
perfil acartelado como solución técnico-formal adecuada para ajustar lo
mejor posible la exigencia de esfuerzos mayores y las ventajas
resistentes del aumento de canto.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Fig. 7.28. Puente de Puerta de Hierro, paso de la Carretera de La Coruña sobre el


Manzanares, 1934.

Fig. 7.29. Puente de El Pardo sobre el Manzanares, 1935. En la figura inferior se


muestra un típico cuchillo de armadura de ese mismo puente, junto al mismo
Fernández Casado.

En 1934 publicó la 1ª edición (le siguieron 8 más en España, una en


Francia y otras más en Sudamérica) de su libro Cálculo de Estructuras
Reticulares (figura 7.31). El libro constituye la introducción en España del
método de Cross, propuesto apenas tres años antes por dicho ingeniero
norteamericano, poco conocido por entonces. Fue libro de texto en
muchas escuelas y facultades de ingeniería y arquitectura, pero no,
paradójicamente, en nuestra Escuela.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Fig. 7.30. Secciones típicas de los puentes de altura estricta.

Fig. 7.31. Portada del libro Cálculo de Estructuras Reticulares, publicado en 1934.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Depurado después de la guerra civil4, Carlos Fernández Casado


reanudó su colaboración con Huarte. En 1944 y 1945 ganaron los
concursos de una nave para el INTA y del estadio de Chamartín (figuras
7.32 y 7.33, respectivamente). Como ha escrito su hijo, Leonardo
Fernández Troyano, a quien se sigue de cerca en esta parte del relato,
“con el sistema de presentarse a las obras ofreciendo un cambio de
estructura para abaratarla y mejorarla, ganaron muchas obras, y así la
empresa fue creciendo hasta convertirse en una de las grandes de aquel
momento”.

Fig. 7.32. Nave de montaje para el INTA en Torrejón. Plano de la semi-sección de la


viga-lucernario y fotografía de la armadura de una viga Vierendeel de 10 m de luz.

El interés de Fernández Casado por el progreso de la construcción en


otros países, compartido por Huarte, le llevó a visitar numerosos
puentes en construcción en Alemania en los años 50. Ello le puso en
contacto con la técnica del pretensado y con los novedosos sistemas
constructivos por avance en voladizo sucesivo, como el empleado en el
puente de los Nibelungos, sobre el Rhin. Curiosamente, esa técnica fue la
que utilizó en la construcción de los brazos de la Cruz del Valle de los
Caídos, proyecto en el que participó sin mucho entusiasmo, pero que le
permitió entrenarse en dicho método, que pronto utilizaría en muchos
puentes.
Una faceta especialmente interesante de la obra de Carlos
Fernández Casado, ya destacada al referirse a su coetáneo Eduardo
Torroja, es la de su interés por la investigación. Convenció a Huarte para
montar, dentro de la empresa, un laboratorio de ensayo de modelos

4
Una de esas cosas infames que pasan en las guerras civiles y en sus posguerras.
Vinculado, por razones de familia política a la República y por su actividad vanguardista,
a movimientos “sospechosos”, Fernández Casado perdió su condición de funcionario y
de profesor de la Escuela, que después recuperaría para ser Catedrático de Puentes.

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 91


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

reducidos. Introdujo en España la técnica de la fotoelasticidad (publicó


cuatro artículos sobre el tema en 1932), auscultó puentes por él
proyectados y construidos, y confeccionó modelos de micro-hormigón,
todo ello en la idea de apoyar y corregir sus cálculos en la evidencia del
comportamiento real (figura 7.34). Toda una lección de inteligencia y
humildad.

Fig. 7.33. Plano de la sección de uno de los pórticos integrantes de la tribuna del
estadio Santiago Bernabéu y vista general del exterior.

En los años 60, Carlos Fernández Casado ejercía, como tantos


pluriempleados de la época, simultáneamente como empleado de
Huarte, funcionario de la Jefatura de Puentes del Ministerio de Obras
Públicas, catedrático de la Escuela y, además, decidió fundar la oficina de
proyectos que lleva su nombre. En los ratos libres se dedicó a la
arqueología y a la historia. Descubrió un sifón romano e inició, entonces,

92 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

una serie de estudios sobre ingeniería romana, que admiraba


profundamente.

Fig. 7.34. Ensayo hasta rotura del modelo con micro-hormigón del puente de la
Chantrea, en Pamplona. Modelo de plástico del puente arco-tímpano de Mieres,
sobre el río Caudal. Modelo de paso superior de Galapagar, en la N-VI.

Ejemplo de sensibilidad por el entorno es el puente de Mérida


(figura 7.35). Vecino, a respetuosa distancia, del puente romano, el
puente de Fernández Casado toma del antiguo las pilas con
aligeramientos sobre los arranques. Como innovación, los arcos son
cuchillos prefabricados, montados con el sólo concurso de una torreta
intermedia. La prefabricación fue otra de las muchas cosas que
despertaron el interés de D. Carlos.

Fig. 7.35. Puente de hormigón, de arcos prefabricados, en Mérida (1965) sobre el


Guadiana.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Como se ha dicho ya, Fernández Casado es uno de los ingenieros


que introduce en España la técnica del pretensado y de los nuevos
sistemas constructivos. Ejemplo de todo ello, en un país que empieza,
poco a poco, a erigir un sistema moderno de infraestructuras, es el
puente de Castejón, sobre el río Ebro (figura 7.36).

Fig. 7.36. Puente de hormigón pretensado sobre el río Ebro, en Castejón (Navarra)
durante la construcción y en estado final..

Fernández Casado unió a las cualidades expuestas la de haber


sabido crear escuela. Maestro de generaciones de ingenieros, D. Carlos
ha tenido también, en la oficina de proyectos por él fundada, una
continuidad de la máxima categoría mundial. De sus incursiones en el
mundo de la arquitectura hablan por sí solas dos realizaciones: Torres
Blancas, en colaboración con Sáenz de Oíza (1964), figura 7.37, y las
Torres de Colón (1970), en colaboración con Lamela, figura 7.38. En
ambos ejemplos supo dar, con sus colaboradores Manterola y Fernández
Troyano, el toque ingenieril del que no puede prescindir el arquitecto.
Consciente de esa función, Fernández Casado escribió en La
arquitectura del ingeniero (1975): “La fórmula de Le Corbusier para la
arquitectura del arquitecto: «juego sabio, concreto y magnífico de
volúmenes agrupados bajo la luz» es inadecuada al ingeniero; no se trata
de volúmenes sino de masas que pesan y resisten. La arquitectura del
ingeniero arraiga en lo cósmico, forzándole a una actitud ascética ante la
Naturaleza, contención estoica frente al atractivo de lo superfluo; actitud
no intemporal, pero sí independiente de las modas”. Estas reflexiones,
expresión de un profundo pensamiento, dicen mucho de uno de los más
grandes personajes de la ingeniería española y mundial.

94 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Fig. 7.37. Torres Blancas (1964), en colaboración con Saénz de Oíza (arquitecto) y
Manterota y Fernández Troyano (ingenieros).

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Fig. 7.38. Torres de Colón (1970), en colaboración con Lamela (arquitecto) y


Manterola y Fernández Troyano (ingenieros).

La relación de arquitectos e ingenieros que pueblan el mundo del La pléyade de


proyecto y la construcción en hormigón a lo largo del s. XX no cabe en arquitectos e ingenieros
estas notas. Por citar sólo alguna de las figuras más representativas ⎯y que tapizan la historia
sólo de entre los fallecidos o ya jubilados⎯ comiéncese por el suizo Le del hormigón en el s. XX
Corbusier (1887-1965), inmerso, ya se ha dicho, en el movimiento
maquinista del periodo de entreguerras. Para él el hormigón es el
material que se adapta a la concepción racionalista y de construcción en
serie, como los automóviles, que precisa la sociedad que inicia su
emancipación tras la Gran Guerra.
La figura 7.39 trata de expresar la diferencia entre el esquema de
muros de carga, condicionante de la arquitectura de los edificios del s.
XIX, a la más abierta de la estructura de pilares y losas en hormigón,
ejemplo de la cual, con total actualidad, es el esquema de la derecha, casa

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Dom-ino (1914), según Le Corbusier, con protagonismo completo para el


hormigón.

Figura 7.39. A la izquierda, esquema resistente de los edificios del s. XIX y primeros
años del XX. A la derecha, la configuración moderna, actual, de la casa Dom-ino
(1914), según Le Corbusier.

En la figura 7.40 se muestra otro ejemplo de la obra de Le


Corbusier, la Villa Saboya (1929) expresiva del racionalismo imperante en
la arquitectura en hormigón del s. XX. La figura 7.41 muestra una de las
obras más conocidas del arquitecto suizo, Nôtre Dame de Ronchamp, en
el que el autor exhibe, en otro orden, la plástica del hormigón y sus
posibilidades expresivas.

Figura 7.40. Villa Saboya (1929). Racionalista creación de Le Corbusier.

Figura 7.41. Nôtre Dame de Ronchamp (1955), por Le Corbusier.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Félix Candela (1910-2001), arquitecto y discípulo de Torroja, estudió en


Madrid, pero desarrolló, por razones políticas, su actividad en México y
EE UU. Sus aportaciones más conocidas son las de las estructuras
basadas en paraboloides hiperbólicos, superficies de doble curvatura
pero regladas, lo que facilita considerablemente el encofrado de las
mismas.

Figura 7.42. Algunos ejemplos de la técnica depurada de Félix Candela en la


construcción de cubiertas laminares con superficies regladas. El de la parte inferior
es el célebre “Los Manantiales”, en México.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Pier Luigi Nervi (1891-1979) es otra de las figuras importantes de la


historia del hormigón estructural. Las innovaciones técnicas de este
ingeniero y arquitecto italiano hicieron posible la solución elegante y
expresiva de complejos problemas estructurales. Nervi se interesó
principalmente por la fuerza de la forma. Siempre sostuvo que la
elegancia estética de sus edificios residía simplemente en su corrección
estructural. En su dilatada carrera no sólo proyectó edificios en Italia,
sino en el resto de Europa y en América. Una de sus obras más conocidas
y probablemente la más influyente es el Palazetto dello Sport de Roma
(1960, figura 7.43), un edificio circular rodeado por soportes en forma de
V invertida y coronado por una cúpula festoneada de hormigón armado,
que se ha convertido en el paradigma de la arquitectura deportiva del
siglo XX.

Figura 7.43. Palazetto dello Sport (Roma), una de las obras más conocidas de Nervi.

No puede dejar de mencionarse al brasileño Oscar Niemeyer


(1907), dominador de la expresión plástica del hormigón al servicio
de la forma y de su efecto sobre el observador. Para él, el hormigón
es el material más adecuado por su condición de formáceo y de
masivo, por su textura. Sus obras más conocidas, alguna de las

UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02 99


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

cuales se presenta en la figura 7.44, se encuentran en Brasilia, nueva


capital administrativa del Brasil y potenciada por razones políticas hacia
el protagonismo formal y expresivo.

Figura 7.44. Ejemplos de construcciones vanguardistas de Oscar Niemeyer en


Brasilia.

Un arquitecto español notable y que se ha expresado exitosamente con


el hormigón ha sido Miguel Fisac (Daimiel, 1913). Comienza su actividad
poco después de la guerra civil, siguiendo las pautas de la arquitectura
“oficial” de aquellos años. Fuertemente impresionado por la arquitectura
escandinava, consiguió armonizar las ideas racionalistas logrando un
estilo de gran personalidad. Al final de los años sesenta depura aún más
su arquitectura, prescinde de su preocupación por lo popular y centra su
atención en las posibilidades de los nuevos materiales, en especial el
hormigón, ensayando originales sistemas de prefabricación. En esta
etapa realiza varios edificios como, el Centro de Estudios Hidrográficos
(Madrid, 1960) o los Laboratorios Jorba (Madrid, 1965), víctima reciente
de una operación urbanística que fue capaz, impertérrita e insensible, de
destrozar un edificio que era ya patrimonio de la arquitectura madrileña
moderna (figura 7.45).

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Figura 7.45. A la izquierda, laboratorios Jorba, ignominiosamente derribados en


1999. A la derecha, expresión de Fisac en el juego de muros con textura y vigas
prefabricadas a la carta de la expresión arquitectónica.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

102 UD HORMIGÓN ESTRUCTURAL. JLG. ED.02


NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

8. LA INTRODUCCIÓN DEL PRETENSADO

El limitado conocimiento existente en los inicios del hormigón de


muchas de las leyes que rigen su comportamiento hizo que las primeras
construcciones adoleciesen de una patología generalizada: la fisuración
excesiva. Este fenómeno facilita la entrada del agua y de los agentes
corrosivos hasta las armaduras, provocando su oxidación y su aumento
de volumen, que se traduce en pérdida de recubrimiento y aumento del
proceso de degradación. Este fenómeno hizo que las primeras obras
tuvieran que ser reemplazadas prematuramente.
La fisuración que se produce en el hormigón endurecido es el
resultado de la presencia de tracciones, perpendiculares a la línea de la
fisura antes de la aparición de ésta, cuando la magnitud de las tracciones
sobrepasa la resistencia a tracción del hormigón. Los primeros
constructores en hormigón pronto se dieron cuenta de este fenómeno,
por lo que, ya a finales del siglo XIX, trataron de introducir en las piezas
un estado de compresiones, previo a la entrada en carga, de forma que
impedir o retrasar la aparición de las fisuras. En definitiva, el pretensado
consiste en introducir en la estructura un estado de tensiones,
deliberadamente estudiado en posición y magnitud, para compensar los
efectos nocivos de las restantes cargas o acciones.
La idea del pretensado, en su acepción general como solicitación
previa, es antiquísima. Los egipcios, para impedir que durante las
tormentas el agua entrara en sus barcos de madera y pudiera ocasionar
su naufragio, disponían de un sistema de palos y cuerdas, mediante el
cual, cuando llegaba el temporal, ponían en compresión las maderas del
casco, cerrando el paso por las juntas. Una precomprensión inicial,
semejante a la anterior, es la que realizan los toneleros cuando calan los
aros de hierro, produciendo unas compresiones radiales en las duelas,
haciendo que éstas se aprieten unas contra otras, cerrándose las juntas y
los poros de la madera y evitando la posterior pérdida del liquido
envasado en el barril (figura 8.1). Lo mismo puede decirse de las ruedas
de los carruajes, formadas por radios de madera y una llanta del mismo
material. La correcta trabazón y rigidez del conjunto proviene de la
introducción de un aro exterior de acero, calentado para hacer aumentar
su perímetro de manera que, una vez enfriado, cuando tiende a
disminuir la longitud de su circunferencia, comprima radialmente el
conjunto.
Un precedente de gran interés es el del zunchado de la cúpula de
S. Pedro, en Roma, tarea en la cual se empleó un conjunto de cadenas
que serían las responsables de resistir las tracciones perimetrales por
encima del tambor. Los constructores idearon un ingenioso sistema para
poner en carga las cadenas, con el fin de introducir un estado de
presolicitación activo sobre los paralelos de la agrietada cúpula, a base de
unos tirantes radiales y un sistema de pesas y poleas (figura 4.3).

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Figura 8.1. Construcción de barriles insertando aros que comprimen radialmente las
duelas.

Posiblemente fuera el americano Jackson, en 1886, el pionero de la


aplicación práctica de la idea de precomprimir el hormigón que,
posteriormente, habría de estar sometido a tracciones, registrando una
patente en la que propone el empleo de tirantes pretensados, provistos
de anclajes de rosca o de cuña, para la construcción de piedra artificial y
pavimentos. En 1888, el alemán Döhring propone la construcción de
placas y viguetas para edificación, dejando embebidos en el hormigón
alambres tesados, con objeto de disminuir la formación de fisuras. Lund,
en 1905, estudia en Suecia la posibilidad de dejar embebidas en el
hormigón, en el borde de una placa de forjado, unas barras de acero en
tensión con anclaje de rosca, para evitar fisuras y asegurar un efecto
bóveda en la placa.
Mucho más conocidos son los ensayos realizados en 1906 por
Könen sobre piezas rectas de hormigón con las armaduras previamente
tesadas a 60 N/mm2 y que resultaron un fracaso total. Los ensayos
respondían a la exigencia de los ferrocarriles alemanes (RB) de una
seguridad total contra la aparición de fisuras por tracción. Mörsch y el
mismo Könen reconocían, en la memoria de su patente de 1912, que la
compresión inicial del hormigón desaparecía con la retracción,
fenómeno ya conocido por entonces, y renunció a nuevos ensayos.
En la creencia de que la pérdida de tensión se debía a la retracción
con posterioridad al endurecimiento del hormigón, el americano Steiner
propuso tesar las armaduras cuando aún el hormigón estaba fresco,
destruyéndose así la adherencia y aplicando la fuerza de pretensado
cuando ya se hubiese producido la mayor parte de la retracción. Un
compatriota suyo, Dill, introdujo la idea de utilizar aceros de alto límite

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elástico y también una pintura protectora del acero para impedir la


adherencia y poder tesar con posterioridad.
Aunque la idea de utilizar aceros de alto límite elástico fuera
acertada, por ser los únicos en proporcionar un amplio rango de
deformaciones en campo elástico, capaces de compensar las pérdidas
por retracción y por fluencia, ni este tipo de aceros se encontraban aún
en el mercado, ni las ideas acerca de los fenómenos físicos involucrados
habían madurado lo suficiente. En efecto, ya se ha presentado el
“hallazgo” de la fluencia del hormigón, o proceso por el que aumentan
las deformaciones del hormigón, con carácter diferido, al aplicar una
carga de compresión, por parte de Freyssinet en el puente de Le
Veurdre, sobre el Allier
Aunque la figura del ya reseñado ingeniero francés está asociada a
la invención del pretensado, tal descubrimiento fue la consecuencia
lógica de su planteamiento vital ante las estructuras: no basta con
limitarse a calcular los esfuerzos y comprobar si las tensiones son
admisibles: hay que crear en las estructuras el esfuerzo voluntario que el
proyectista desea, para que, una vez se añadan los esfuerzos de las
restantes acciones, el estado tensional resulte conveniente. Es esta
actitud activa, de presolicitación voluntaria, de anticiparse
inteligentemente a los acontecimientos estructurales, una de las pautas
fundamentales de su obra. No es difícil detectar paralelismos entre esta
actitud y la del triunfador en la vida: el que se anticipa a los
acontecimientos y toma las oportunas medidas para dar lugar, al final, a
un aceptable estado de cosas.
En ese sentido, resulta interesante comprobar cómo explica el
Deustches Museum de Munich a sus visitantes, con talante divulgador,
las diferencias entre el hormigón no armado, el armado con armaduras
pasivas (que sólo se deforman si se ven forzadas a ello) y el pretensado
con presolicitación dispuesta inteligentemente.

Pieza de hormigón sin Pieza de hormigón con Pieza de hormigón


armaduras. Rotura frágil sin armaduras pasivas, que se pretensado, con armaduras
aviso. deforman tras la aparición de pre-tesas que introducen una
acciones exteriores, dando compresión que , cuando
lugar a fisuras. aparecen las cargas
exteriores, ni siquiera llegan
a descomprimir el hormigón.

Figura 8.2. Exposición didáctica del Deutsches Museum de Munich para explicar las
diferencias entre hormigón en masa, armado y pretensado.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Cuando Freyssinet aborda la construcción del puente de Plougastel


(1926), se plantea la realización de ensayos que le permitan calibrar la
magnitud de las deformaciones esperables de retracción y fluencia. Los
resultados le hacen comprender enseguida la necesidad de emplear
aceros de alto Iímite elástico, para que las pérdidas por retracción y
fluencia representen un porcentaje pequeño de la tensión inicial. Así lo
hace constar en la patente de su sistema de pretensado en 1928. Sus
primeras materializaciones de la idea de la presolicitación han de
esperar, por razones diversas, hasta 1934, en unas obras de
acondicionamiento en el puerto de Le Havre.
En Alemania, la empresa Wayss und Freitag introduce la patente
de Freyssinet y, en 1938, construye el puente de Oelde, en Westfalia, con
una luz de 33 m. Como ya se ha indicado, Dischinger es el primero en
formular, en 1939, una teoría con un modelo capaz de predecir las
deformaciones de fluencia y retracción, lo que impulsa la definición de
nuevos sistemas de pretensado, como el desarrollado para su empresa,
DYWIDAG.
Ya se ha relatado más arriba el detalle de honradez de Torroja al
conceder a Freyssinet el honor de ser considerado el inventor del
pretensado. Aunque tal gesto le honra, no es menos cierto que Eduardo
Torroja había introducido los conceptos de pre-solicitación.
En 1925, Torroja proyecta el acueducto del Tempul, sobre el río
Guadalete, para abastecimiento de aguas a Jerez de la Frontera. La
sociedad concesionaria del servicio le pide que elimine dos de las pilas
inicialmente previstas que caen dentro del cauce normal del río. Torroja
las sustituye por sendos tirantes de hormigón que, pasando por las pilas
convenientemente recrecidas, van a anclar en el vano contiguo (figura
8.3).

Figura 8.3. Esquema estructural de la presolicitación inducida por Torroja en el


acueducto del Tempul.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Con el fin de limitar el alargamiento de los tirantes de suspensión


durante su puesta en carga, ideó intercalar entre la silla y los soportes
unos gatos hidráulicos que ponen en carga los tirantes al mismo tiempo
que, en su carrera, recogen el alargamiento de aquél. Dicho espacio
intermedio y los propios cables serían luego hormigonados
convenientemente. Con esta obra aparece el puente atirantado de
hormigón pretensado.
En 1931 proyecta y construye el mercado de Algeciras (figura 7.14).
A fin de inclinar la reacción vertical de la lámina esférica, dando a ésta las
condiciones adecuadas de borde que aseguren su comportamiento
como membrana, dispone unos tirantes perimetrales dotados de unos
tensores de rosca.

Figura 8.4. Acueducto de Alloz (Navarra), primera obra pretensada (1941) de


Torroja. Para entonces ya eran conocidos por él los trabajos de su insigne colega
Freyssinet, a quien siempre concedió el honor de ser el inventor del pretensado.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

En 1941, con ocasión del proyecto del acueducto de Alloz, utiliza el


concepto de la presolicitación para dotar al hormigón de
impermeabilidad. Así, eligió una configuración estructural que
garantizase la ausencia de tracciones en la fibra inferior. En el sentido
transversal al cajero, dispuso tirantes rascados para impedir la aparición
de tensiones normales. Se trata de una de las estructuras más didácticas
de Torroja (figura 8.4).
En el resto de Europa se fueron sucediendo las mejoras en las
realizaciones de hormigón pretensado. Así, Finsterwalder (Alemania,
DYWIDAG) recurrió a ingeniosos procedimientos para introducir el
pretensado en las vigas en 1937. El belga Magnel fue el creador, entre
1940 y 1942, del segundo sistema de pretensado después del de
Freyssinet. En su libro, el belga hace mención ya al fenómeno de la
relajación del acero y a la importancia de la adherencia. Es también el
primer autor que trata del problema de los momentos hiperestáticos de
pretensado y del pandeo de vigas. También Dischinger, ya se ha dicho,
aportó algunas patentes de pretensado sin adherencia (figura 8.5) y, lo
que fue más importante, su famoso modelo matemático para predecir
los efectos estructurales de la retracción y la fluencia, aplicable a
estructuras hiperestáticas (1939). Hoyer (1938) promovió el estudio de
anclajes por adherencia utilizando alambre de cuerda de piano en vigas
prefabricadas.

Figura 8.5. Esquemas de Dischinger (a la derecha) con relación un sistema de


pretensado muy de moda a comienzos del s. XXI: el pretensado exterior, esto es, no
inmerso en la pieza de hormigón, sino semi-externo a ella. A la izquierda, pasos
superiores sobre las autopistas alemanas a finales de los años 30 del s. XX. Mientras
el superior, aún de hormigón armado, requiere de un importante canto, disimulado
hábilmente con el juego de la imposta y el canto variable, monolítico e hiperestático,
el inferior es un tramo recto limpio, de canto constante.

En 1943 aparece la primera norma alemana de hormigón


pretensado (DIN 4227), a la que contribuye en gran medida Rüsch con
múltiples desarrollos teóricos.

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A consecuencia de la II Guerra Mundial, las dos naciones más


industrializadas del continente, Francia y Alemania, se encuentran con
los puntos neurálgicos de sus redes de comunicación destruidos por
acciones militares. Los franceses iniciaron la reconstrucción de sus
puentes dirigiendo sus pasos a la fabricación en parque de vigas
pretensadas, lo que les va permitiendo, poco a poco, mejorar su
tecnología del pretensado. Comienzan a utilizar vainas metálicas, van
reduciéndose los problemas de la inyección, etc.
Alemania, por el contrario, con un proceso de recuperación
inicialmente más lento, se va decantando hacia la construcción "in situ".
Es esta necesidad de construcción de puentes la que impulsa
fundamentalmente el desarrollo en Europa de nuevos sistemas de
pretensado.
Ejemplo de lo primero es, nuevamente, Freyssinet, quien proyecta
el puente de Luzancy (figura 8.6).

Figura 8.6. Sistema de pretensado de Freyssinet y dos aspectos de una de las


realizaciones más emblemáticas de la postguerra (1945): el puente de Luzancy, con
vigas prefabricadas.

En 1948, Morandi patenta el primer procedimiento italiano de


pretensado. Ese mismo año, Preload Company, de Nueva York,
construyó una máquina devanadora para pretensar depósitos. Entre 1946
y 1950, Ros se dedica en el EMPA de Zürich a sentar las bases de las

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primeras normas suizas SIA. Birkenmeier, Brandestim, Ros y Vogt


desarrollan en 1949 el procedimiento BBRV. Leonhardt y Baur crean el
sistema Baur-Leonhardt (1949). En ese mismo año, la empresa
Dyckerhoff und Widmann introduce el pretensado con barras roscadas
laminadas en frío (procedimiento DYWIDAG), con el que dominan la
técnica de la construcción de tramos rectos por avance en voladizo. El
puente de los Nibelungos (1952), sobre el Rhin, en Worms (figura 8.7),
representa un hito en la evolución del pretensado y de la técnica del
avance en voladizo, como ya se expuso al hablar de Carlos Fernández
Casado.

Figura 8.7. Puente de los Nibelungos (1952). Tramo recto de 114 m de luz en el tramo
central. Logro indiscutible y referente futuro en la construcción de puentes de
hormigón pretensado por voladizos sucesivos.

Al mismo tiempo que la tecnología del pretensado se desarrolla


cada vez más, aumentando la fiabilidad de los sistemas, también ha ido
resultando cada vez más conocida gracias a los libros que aparecieron. En
1943, Magnel Y Mörsch publicaron el primer tratado alemán sobre el
pretensado, Der Spannbetonträger, en el que se estudian
fundamentalmente las vigas prefabricadas y los sistemas de vigas
pretensadas más losa superior de hormigón vertida posteriormente. En
1951, aparece en París Béton Précontraint, primer libro de pretensado
publicado por Guyon, colaborador científico de Freyssinet, que prestó
grandes servicios al establecimiento de las bases teóricas de las
construcciones pretensadas. Leonhardt, en 1954, publica la primera
edición de su libro Spannbeton für die Praxis, todo un clásico en la
materia. Han sido fundamentalmente estos dos libros, en las sucesivas
ediciones, los que más han difundido en todo el mundo los fundamentos
teóricos, los problemas de cálculo y las recomendaciones prácticas sobre
el empleo de esta técnica.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

Como se ha dicho, la técnica del pretensado va a hacer posible una


revolución en lo que al planteamiento constructivo de los puentes se
refiere.
Para hacer frente al gran Inconveniente económico del hormigón
que supone el empleo de cimbras y encofrados, surgen dos
mentalidades constructivas: la prefabricación y los procedimientos
industrializados de construcción in situ. En efecto, al exigir el pretensado,
por una parte, hormigones de mejor calidad y resistencia y, por otra,
compensar las acciones exteriores, se proyectan elementos de hormigón
de espesores cada vez más pequeños. Ello da lugar a un notable aumento
de sus posibilidades de montaje y transporte. Este factor tecnológico,
junto a una circunstancia económica de expansión, da lugar al
surgimiento de plantas de fabricación en EE.UU. y Europa.
Por otra parte, el efecto de cosido que el pretensado ejerce sobre
piezas independientes da lugar a técnicas revolucionarias en la
construcción de puentes: el avance por voladizos sucesivos y otras.
Finsterwalder es el primero en utilizar esta técnica con dovelas
construidas in situ y cosidas luego con barras DYWIDAG al tramo ya
construido.
En la década de los años 60, Europa entra de lleno en la
construcción de una infraestructura moderna. El número de puentes que
requieren las autopistas, los plazos de ejecución previstos y, sobre todo,
el incremento del coste de la mano de obra y las condiciones de
competitividad del mercado, obligan a sistemas de construcción
industrializada con flexibilidad suficiente para adaptarse a cada situación
concreta. Así, además de la prefabricación de tableros por elementos
longitudinales (vigas), surgen otras posibilidades, como la prefabricación
de dovelas que se unen posteriormente con mortero o con resinas
epoxi.
Las posibilidades estructurales del hormigón pretensado están aún
lejos de agotarse. Ahí están ejemplos recientes de estructuras que
compiten ventajosamente en terrenos antes reservados a las estructuras
metálicas (puentes atirantados de gran luz, cubiertas de naves y
depósitos, etc.).
Unido al desarrollo y puesta a punto de la técnica del pretensado, y
gracias a la profundización en el conocimiento del hormigón que aquélla
provoca, junto con la experiencia adquirida, también mejoran las
soluciones en hormigón armado, definiéndose con más nitidez los
ámbitos de aplicación de ambas técnicas, en función de las posibilidades
respectivas. Así, la relación resistencia/peso, muy inferior en las
estructuras de hormigón armado, los problemas de deformabilidad
instantánea y diferida, así como los de durabilidad, ocasionados por la
fisuración, limitan las luces a cubrir.
Consecuentemente, el hormigón armado encuentra su aplicación
en numerosísimas tipologías estructurales de tamaño medio y reducido
donde, por otra parte, no es necesaria una tecnología muy especializada

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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL HORMIGÓN ESTRUCTURAL

y, además, resulta económicamente competitivo. Entre los numerosos


ejemplos a citar están los forjados de semiviguetas, muros,
cimentaciones, pórticos de edificación, estructuras laminares como
cúpulas, láminas plegadas, placas, vigas de gran canto, ménsulas cortas,
puentes y pasarelas de luces cortas y medias. etc.

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9. BIBLIOGRAFÍA

Von Caementum zum Spannbeton. Hagermann, 1961


Fernández Casado, Carlos. La Arquitectura del Ingeniero, 1975.
Heinrich, Bert. Brücken. Vom Balken zum Bogen
La arquitectura del s. XX. Birkhäuser. 1992.
Fundación Esteyco. Carlos Fernández Casado, 1997.
Billington, D. Robert Maillart. 1987.
Torroja, E. Razón y ser de los tipos estructurales. 1960
Stiglat. Brücken am Weg. 1996

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