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La resolución de Problemas1
Desde hace algún tiempo, se ha puesto muy en boga el término "Resolución de
Problemas"; esta expresión tiene distintas connotaciones, las cuales dependen de quién,
dónde y cuándo la usa.
Dentro del ámbito de la didáctica de la matemática el término problema tiene, entre otras,
las siguientes acepciones:
"Un problema es un obstáculo arrojado ante la inteligencia para ser superado, una
dificultad que exige ser resuelta, una cuestión que requiere ser aclarada." (Nieto, 1993, p.
105)
"Se puede definir un problema como una situación en la que se debe alcanzar una meta,
pero en la cual está bloqueada la ruta directa." (Kilpatrick, 1983, p. 7)
1
Extracto del articulo electrónico de Walter O. Beyer K. Universidad Nacional Abierta (Venezuela).
Nuestra experiencia indica que en el aula, en realidad, no se hace resolución de
problemas. Esencialmente, las actividades giran en torno a ejercicios de rutina los cuales
no tienen las verdaderas características de problemas, y en el mejor de los casos, cuando
un docente considera "un verdadero problema", el trabajo que él realiza, las más de las
veces, sigue mediatizado por el estilo expositivo tradicional y -como consecuencia de
ello- la actividad pierde su esencia.
En una clase basada en este enfoque, muchas de las actividades a ser desarrolladas no son
consideradas en la clase tradicional. Así, en el enfoque de Resolución de Problemas es
natural que el alumno conjeture, discuta sus conjeturas (tanto con sus compañeros como
con el profesor), ejemplifica, busca contra-ejemplos, argumenta y, algo muy importante,
está permitido equivocarse.
Los problemas ya no son un aditamento sino son el núcleo de la actividad de clase. Ello
involucra, por lo tanto, cambiar la visión que tenemos del currículo: éste tenderá a dejar
de ser una ristra de objetivos con contenidos adosados, los cuales se enseñan de manera
lineal, y pasará a ser un rico entretejido de relaciones entre conceptos, propiedades y
estructuras matemáticas.
Un problema es una situación que un individuo o grupo quiere o necesita resolver y para la cual no
dispone, en principio, de un camino rápido y directo que le lleve a la solución; consecuentemente
eso produce un bloqueo. Conlleva siempre un grado de dificultad apreciable, es un reto que debe
ser adecuado al nivel de formación de la persona o personas que se enfrentan a él. Si la dificultad es
muy elevada en comparación con su formación matemática, desistirán rápidamente al tomar
consciencia de la frustración que la actividad les produce. Por el contrario, si es demasiado fácil y su
resolución no presenta especial dificultad ya que desde el principio ven claramente cuál debe ser el
proceso a seguir para llegar al resultado final, esta actividad no será un problema para ellos sino un
simple ejercicio. De este modo podemos decir que la actividad que para
alumnos de ciertas edades puede concebirse como un problema, para otros no pasa de
ser un mero ejercicio.
Los ejercicios no implican una actividad intensa de pensamiento para su resolución. Al realizarlos,
el alumno se da cuenta muy pronto de que no le exigen grandes esfuerzos.
Generalmente tienen una sola solución, son actividades de entrenamiento, de aplicación mecánica
de contenidos o algoritmos aprendidos o memorizados. Le sirven al profesor para comprobar que
los alumnos han automatizado los conocimientos que él pretendía enseñarles y, a su vez, al alumno
para consolidar dichas adquisiciones.
Hacer ejercicios en serie puede provocar aburrimiento, ya que generalmente son repetitivos y
pueden resultar poco interesantes. Sin embargo, en algunas ocasiones sirven para motivar a los
alumnos, pues de esa manera toman conciencia de los conocimientos que van adquiriendo. Son un
tipo de actividades muy abundantes en los libros de texto. Como profesores/
as no debemos abusar de su realización, sino seleccionar cuidadosamente aquellos que nos resultan
más útiles para evaluar el grado de comprensión de los conceptos y la adquisición de algoritmos
matemáticos por parte de los alumnos.
Por contraposición, los problemas no se resuelven con la aplicación de una regla o receta conocida a
priori. Exigen al resolutor sumergirse en su interior para navegar entre los conocimientos
matemáticos que posee y rescatar de entre ellos los que pueden serle útiles para aplicar en el
proceso de resolución. Puede servirse de experiencias anteriores que hagan referencia a situaciones
parecidas, para rememorar cuál fue el camino o vía seguida, en caso de poder volver a utilizarlos en
esta nueva situación.
Los problemas pueden tener una o varias soluciones y en muchos casos existen diferentes maneras
de llegar a ella(s). Cuando un alumno o un grupo se implica en esta actividad, se vuelca en ella,
muestra entusiasmo y desarrolla su creatividad personal. Es frecuente manifestar cierto nivel de
satisfacción al descubrir el camino que le conduce al resultado final como fruto de la investigación
llevada a cabo. El tiempo que se dedica a la resolución de un problema es bastante mayor que el
que lleva la realización de un ejercicio.
El cuadro que viene a continuación recoge de una manera más gráfica y comparada las principales
diferencias que existen entre estos dos tipos de actividades:
Un método de resolución acompañado de una serie de estrategias heurísticas para poder hacer uso
de ellas durante el proceso.
Una actitud positiva al aceptar el reto que se le propone. Es perseverante y disfruta resolviendo
problemas.
Esto no nos debe llevar a creer que el buen resolutor es capaz de resolver correctamente cualquier
problema matemático que se le presente. Sin embargo, sí que cuenta con unos buenos
procedimientos de los que hará uso al enfrentarse a la resolución de la situación-problema.
2
G. Mialaret (1977): Las matemáticas: como se aprenden, cómo se enseñan. Madrid: Aprendizaje-Visor, pág. 112.
Esto pone de relieve la complejidad de la comprensión y resolución de problemas y, por
tanto, de las dificultades que conlleva.
En primer lugar, hay que saber realizar operaciones concretas: el alumno debe haber
aprendido a clasificar, seriar, ordenar y establecer equivalencias. Ha de tener una
comprensión clara de los conceptos de cantidad y de número, de la permanencia de la
cantidad a través de las modificaciones a que se somete y de la reversibilidad de las
acciones.
A continuación es necesario que sepa expresar estas operaciones a través del lenguaje y,
dando un paso más, a través del lenguaje ora tefnát1co constituido por signos: debe
conocer la numeración, estructurada en sistemas como el decimal, saber manejarla con
soltura y haber aprendido no sólo el sentido y significado de las operaciones, sino su
ejecución numérica. En resumen, el aprendizaje de los problemas engloba todos los
anteriores.
Además, es preciso analizar el texto, estableciendo los datos con los que se cuenta, el
orden en que aparecen y cómo se pueden utilizar para llegar a la solución, lo cual
sobrepasa los límites de la simple comprensión del lenguaje empleado, ya que precisa de
una interpretación matemática. Y esto nos lleva, finalmente, al proceso que se debe
seguir, al hilo conductor que lleve a la solución a través de las operaciones adecuadas.
El siguiente esquema resume estos aspectos y facilita una visión rápida de los elementos que
entran en la resolución de un problema:
Qué datos da
Ordenación de datos
Procesos a seguir
Razonamiento matemático
Operaciones
Cada uno de estos apartados supone una fuente de dificultades específicas al estar
implicados en ellos numerosos factores, que se analizan a continuación.
Los alumnos que tienen alguna alteración en el lenguaje, bien debido a un retraso
madurativo general, bien a un trastorno específico, encuentran dificultades en la
utilización de términos y en el aprendizaje de otros nuevos. Esta dificultad aparece, ante
todo, en la comprensión y en el uso correcto de palabras comunes, empleadas
normalmente en la conversación, pero que en matemáticas exigen una precisión o una
matización a las que no llegan estos niños. Términos como añadir, gastar, faltar, sobrar,
aplicados al contexto de los problemas, reflejan unos conceptos que, en ocasiones, incluso
llegan a resultar contradictorios para una mentalidad infantil poco madura.
4.300 1.800
- 2.500 + 5.000
1.800 6.800
En este primer problema, al preguntarle al alumno por qué lo había resuelto así, explicó que “lo
que se gasta se va quitando y lo que se tiene se pone”. Además del error de concepto que
evidencia, aparece una dificultad añadida, debida al orden en que se dan los datos y que
analizaremos más tarde.
Mi hermano se gasta $ 37.600 en una bici y $11.345 en una cámara de fotos.
Lo paga con el dinero que tiene ahorrado y le sobran $3.450 ¿Cuánto tenía
ahorrado?
37.6800 49.025
+ 11.345 + 3.450
49.025 45.575
En el segundo problema, que está bien empezado, el alumno razona que ha sustraído la
última cantidad “porque lo que sobra, pues como sobra, hay que quitarlo”.
A estas dificultades hay que añadir otras vinculadas directamente con el aprendizaje de la
lecto-escritura: mientras un niño no tenga adquirida una lectura comprensiva, es obvio
que no puede entender un problema presentado como texto escrito, y esto es aplicable no
sólo a la falta total de comprensión, sino también a fallos en palabras aisladas, cuya
alteración (por sustitución, inversión de sílabas, etc.) contribuya a una mala
interpretación del enunciado.
Del mismo modo, cuando se trata de alteraciones grafomotoras, una copia del problema
en el cuaderno escolar puede resultar ilegible y por tanto, impedir cualquier elaboración
posterior.
En algunos casos, el alumno no intenta ni siquiera buscar una solución, puesto que lo que
tenía en el cuaderno era totalmente incomprensible. En otros casos, a pesar de los errores
de escritura, parece que comprende algo del texto e intenta resolverlo.
Si, como acabamos de ver, el lenguaje, tanto oral como escrito, puede constituir un
tropiezo en lo que respecta a la comprensión de los problemas, la dificultad aumenta al ir
sustituyendo el lenguaje común por un lenguaje puramente matemático.
Pero no se trata sólo del vocabulario que hay que adquirir, sino que existe, además, una
forma de expresión característica de las cuestiones matemáticas, una construcción
gramatical que complica en gran manera los aprendizajes. Por ejemplo, en un libro de
ejercicios, probablemente para que los alumnos se acostumbren a este lenguaje, se lee:
Halla dos números cuya diferencia sea 7 y cuya suma sea 21.
Lo mismo sucede con los términos relativos a las diferentes unidades de medida: longitud,
capacidad, masa, etc. y sus relaciones de equivalencia; el alumno los aprende de memoria como
palabras complicadas, sin relacionarlos con cosas reales ni incluirlos en un sistema estructural que
les ayudaría a asimilarlos con claridad.
Una vez leído y comprendido el texto del problema, hay que proceder a analizarlo desde un punto
de vista estrictamente matemático. El enunciado se presenta como una información incompleta
que proporciona unos datos mediante los cuales, realizando unas operaciones determinadas, se
obtiene el resto de la información necesaria para resolver el problema. Para enfocar, pues,
correctamente la solución del problema, lo primero es determinar cuáles son los datos con que se
cuenta y para qué sirven. Esto entraña numerosas dificultades para algunos alumnos, que reciben
los datos sin apreciar su significado y sin poder catalogarlos, ya que no saben procesar la
información recibida a través del enunciado.
En el siguiente problema, por ejemplo, el alumno toma las cantidades que aparecen, y opera con
ellas sin tener en cuenta a qué se refieren. Sabe lo que debe buscar, pero no con qué elementos
cuenta ni cómo utilizarlos para hallar la solución:
Tengo 100 flores y quiero hacer 3 ramos que tengan cada uno 32 flores.
¿Cuántas flores me sobrarán?
A los niños les cuesta organizar los datos de manera que formen una secuencia que,
partiendo de lo conocido, les lleve naturalmente hacia la incógnita como último dato que
hay que conseguir.
Esta es una dificultad con la que tropiezan, en general, casi todos los alumnos en sus
primeros intentos de resolver problemas, ya que son necesarios un rigor y una capacidad
de organización de los que carecen. Poco a poco, en mayor o menor medida y según sus
características, la van superando. Los niños que mayor resistencia presentan son los que
tienen alguna alteración perceptiva con desorientación espacio-temporal, los que acusan
desorganización o falta de estructuración mental y los que tienen una atención inestable.
La organización de los tiempos del problema es una de las dificultades con que tropiezan
muchos alumnos: qué tenía o qué sucedía al principio, qué sucede a continuación, qué
modificación se produce…
A esta dificultad de ordenación temporal se añade el hecho de que tienen que plasmarla
espacialmente en el cuaderno: el antes se corresponde con la izquierda del papel, el
después con la derecha; es decir, tienen que establecer una correlación entre tiempo y que
sirve como soporte para facilitar el razonamiento.
En el siguiente ejemplo se aprecia claramente el intento que se ha hecho para darle forma
al problema a partir de un dibujo ilustrativo que lo acerca más al interés del niño,
distribuyendo las acciones en apartados distintos. Sin embargo, el alumno no ha sabido
resolverle,
250 150 x 2
210
Pasteles + 250 210 - 50
500
$150710
Chocolates
$ 300 Solución
Caramelos
A pesar de que en el enunciado dice la cantidad inicial con que cuenta, él se atiene al
dibujo, y en la columna del tiene suma el precio de los 2 pasteles. En la columna se gasta
razona bien, y multiplica el precio de una chocolatina por 2, pero no sabe hacer la
operación
Pone después una última columna con el epígrafe puede comprar, que estaría vinculada a
la cuestión que plantea el problema, por lo que intenta restar lo que se ha gastado de lo
que tenía, pero al resultarle aquello más grande, suma las dos cantidades, con el
agravante de haber colocado mal las cifras. La solución así obtenida resulta aberrante.
Hay un tipo de problemas especialmente arduo para estos niños con dificultades espacio-
temporales, y es el de los móviles, ya que en ellos lo esencial es precisamente el juego de
las dos variables -espacio y tiempo-, que no han asimilado todavía.
Lo mismo sucede con aquellos problemas en que hay que relacionar el tiempo con otras
variables, como la capacidad o el trabajo realizado.
Un depósito tiene 750 litros de agua. Al abrir el grifo salen 5 litros por minuto.
¿Cuántos minutos tardará en quedarse vacío?
La dificultad para ordenar datos de forma lógica aparece también en los alumnos con
falta de organización mental, no porque les cueste orientarse en el espacio o en el tiempo,
sino porque su falta de estructuración hace que les sea indiferente el orden temporal o la
disposición espacial. No son capaces de trabajar organizadamente, y su forma de enfocar
el problema es tomando unos datos u otros de manera arbitraria y operando con ellos sin
sistematización alguna.
Algo parecido sucede con los alumnos que tienen una atención poco mantenida o
inestable, los cuales, por su incapacidad para realizar una labor continuada o para
terminar sus tareas, no logran consolidar los aprendizajes, actuando ante los problemas
con la misma dispersión y falta de constancia. Suelen ir directamente a conseguir la
solución sin establecer previamente un orden o plan de trabajo; no organizan la
información recibida, o lo hacen con precipitación con lo cual omiten datos; no tienen en
cuenta cantidades o confunden la incógnita que deben hallar con un dato con el que ya
cuentan. Si se trata de un problema que pasa por varias soluciones parciales, se dan por
satisfechos con la primera.
264
136 549 litros de aceite nos quedan.
85
+ 64
549
Lucía tiene $6.000, Mónica el doble de dinero que Lucía , y Celia tiene la
mitad de dinero que Mónica. ¿Cuánto dinero reúnen entre las tres?
6.000 6.000
+ 6.00 + 12000
12.000: 2 =6.000 18.000
Con 1 kilo de harina hago 7 bizcochos. ¿Cuántos podré hacer con 32 kilos de
harina?
Razonamiento matemático
Por último, el alumno debe enfrentarse con la resolución propiamente dicha del
problema: una vez entendido el texto y ordenados los datos, tiene que decidir lo que
precisa hacer para encontrar la solución. Es decir, tiene que establecer el proceso que va a
seguir para encontrar el dato que falta. Puede tratarse de un problema simple, de una sola
incógnita, o de uno más complejo, en el que haya que ir por etapas hasta llegar a la
solución definitiva. En ambos casos, el alumno debe decidir qué operación u operaciones
y qué combinaciones numéricas tiene que realizar. Aquí, lo esencial es el razonamiento, el
proceso lógico que se sigue, para lo cual es necesario acudir a las adquisiciones que ha
hecho previamente. Sin embargo, es habitual que el alumno no lo considere así, y que no
utilice sus conocimientos ni analice lo que se le presenta para razonar, en función de las
acciones -operaciones- que se señalan en el enunciado, lo que debe realizar a continuación
y por qué debe hacerlo. Por el contrario, suele enfrentarse al problema como si fuese un
acertijo del cual debe adivinar la respuesta, y da unas soluciones no lógicas, unas veces
como intentos reales de resolución, pero otras como mecanismo de defensa para
protegerse de la ansiedad producida por el miedo al fracaso.
Hay alumnos que no dan ninguna respuesta. La causa puede hallarse en el hecho de que
no han comprendido el problema y, por consiguiente, no tienen nada que decir, pero
también en la inseguridad que tienen respecto de su propio razonamiento, que les hace
dudar de la respuesta, prefiriendo callarse antes que dar una solución errónea y quedar
mal ante sus compañeros o ante el profesor.
Algunos niños dicen un número como respuesta final -a modo de adivinanza-, sin
plantearse qué proceso debían haber seguido para llegar hasta ahí ni qué operaciones
habían sido las adecuadas. Creen que se trata de decir una cifra, no importa cuál, para
salir airosos de la situación.
Una de las reacciones más comunes, y que es bien conocida por los profesores de
matemáticas, es la de responder enumerando sucesivamente todas las operaciones
posibles: ,Hay que sumar.... que restar..., etc.,. Aunque lo hacen sin reflexionar sobre el
porqué de la conveniencia de una u otra operación, supone un avance con respecto a las
respuestas anteriores, por cuanto tienen conciencia de que no se trata de dar un número
al azar, sino que la solución pasa por la realización de alguna operación. Sin embargo,
aún no existe comprensión del problema, no ya en su forma verbal sino en su
misma estructura matemática.
Otro paso más lo dan los alumnos que optan por una operación determinada, porque se
menciona en el enunciado y que se debe tanto a un error de interpretación verbal como de
concepto de las mismas operaciones. Sin embargo, no deja de ser una interpretación del
texto y un intento de relacionarlo con la solución.
Una dificultad similar, en la que se combina la ambigüedad del lenguaje con la falta de
comprensión del concepto matemático a que se refiere, aparece en los siguientes
problemas. que describen acciones distintas, tales como buscar equivalencias, establecer
comparaciones, separar, y que se resuelven con la misma operación de sustracción.
Juan tiene 8 pesetas y Paco tiene 5 pesetas. ¿Cuántas pesetas más tiene
Juan que Paco?
Juan tiene 8 pesetas y Paco tiene 5 pesetas. ¿Cuántas pesetas le faltan a
Paco para tener las mismas que Juan?
El siguiente ejercicio es ilustrativo. Se le pide al alumno que formule un problema que se resuelva
mediante una multiplicación, y él inventa un enunciado en el que, sin comentar la ausencia de
datos significativos, la cuestión planteada es: “¿Cuánto dinero le queda?”, lo cual no obsta para
que haga, como se le pedía, una multiplicación muy curiosa.
Aquí el alumno ha comprendido el texto y ha razonado que debía hacer dos operaciones: primero
una suma y después una resta: pero no ha sabido qué cantidades eran las que tenía que unir ni
entre cuáles establecer la diferencia, y lo ha hecho siguiendo el orden en que aparecen en el
enunciado.
Entre suma y multiplicación existen numerosos puntos de interferencia, por lo que a veces puede
resultar difícil para los alumnos distinguir entre ellas, como sucede en el siguiente ejercicio, en el
cual la niña que lo hizo explicaba el resultado como una adición del número de coles al de filas.
1860 x 3
5.580
Solución: $ 5.580
Otra dificultad bastante habitual es la confusión entre división y resta. Está claro que, al
dividir, la cantidad disminuye, y al restar también, y aquí está el origen de numerosos
errores, como se ve claramente en el ejemplo.
Hay otros alumnos que tienen una buena comprensión de los conceptos matemáticos e
intentan hallar la solución teniendo en precisamente lo que saben, pero sin aceptar
ningún formulismo o técnica aprendida. Su método consiste en hacer tanteos, utilizando
no sólo los datos que presenta el enunciado, sino lo que ellos saben de dichos datos, hasta
llegar a una solución más o menos ajustada. En realidad, están haciendo un cálculo de
aproximación a partir de un razonamiento bien conducido, pero que no se suele
considerar válido en la escuela.
El caso opuesto es muy frecuente y proviene de mentalidades poco ágiles, que tratan de
encontrar una receta que les sirva para resolver problemas semejantes. Evitan el análisis
de cada problema, para buscar en seguida una fórmula general, pero no tienen en cuenta
su aplicación al caso particular que les ocupa. No les interesa el porqué, sino simplemente
el cómo; aprenden esquemas de problemas con la solución incorporada, pero si se les
ofrecen en otro contexto, no saben cómo resolverlos. Este comportamiento es común a los
alumnos de primaria y de bachillerato y suele desarrollarse a partir de una enseñanza
equivocada, que pretende aprendizajes rápidos, dejando de lado los procesos cognitivos.
d) Apatía, desinterés, falta de estímulo e incluso de hábito para realizar una actividad
mental que exige esfuerzo.
Objetivos de la realización de problemas
ORIENTACIONES DIDÁCTICAS
Los problemas verbales, igual que los anteriores, empiezan a plantearse en una etapa
temprana; la primera actividad en este sentido consiste en referir lo que se hace al operar
con objetos; esto sirve tanto para aprender un vocabulario concreto como para precisar y
reforzar la acción.
Este tipo de ejercicios se pueden realizar en gran grupo, siempre que se instituya un
turno de intervención, o en pequeño grupo. Es tarea del profesor crear una dinámica de
participación en la que quede incluido el alumno con dificultades, que tiene así la
posibilidad de contrastar sus razonamientos con los de los demás.
- Los problemas de tipo ¡cónico y la representación gráfica de problemas verbales
aparecen también desde el primer momento: el niño actúa, manipula material, opera, dice
lo que ha hecho y lo dibuja, dando un paso más hacia la sustitución de la acción por
esquemas simbólicos antes de introducir el número.
MATERIALES
Gran parte del material utilizado en este capítulo no es convencional, por lo que no se
encuentra en el mercado tal como se presenta aquí. Para realizarlo se requiere
imaginación e inventiva por parte del equipo docente, que tiene que saber aprovechar los
elementos del entorno y los del aula, el material perteneciente a otras materias, etc. No es
un material estructurado y, por tanto, variará en cada escuela en función de sus
condicionamientos, intereses y posibilidades. Así, pues, la lista que viene a continuación
se da sólo de modo orientativo:
Objetos de uso diario: caramelos, cuadernos, lápices, tazas... Juguetes: muñecos, coches,
pelotas, cacharritos, frutas de plástico, cromos...
Juegos de mesa: la oca, barajas, memoria ,...
Cartulinas, lápices de colores, tijeras, etc., para fabricarse los propios juegos.
Dados, peonzas y fichas de distintos tamaños, formas y colores. Balanzas de diversos
tipos, cintas métricas, monedas... Libros de cuentos.
Cuentos sin texto, sólo en imágenes. Láminas de dibujos absurdos.
Láminas de historietas.
Láminas con problemas gráficos.
Calculadora.
Ordenador.
ACTIVIDADES DE RECUPERACION
Manipulativas
• En un grupo pequeño de niños se reparten 4 cromos a cada uno y se hace un depósito de 10. Los
alumnos deben contar los que tiene cada uno y el total. Empieza tirando uno de los niños un dado;
el número que salga indica el número de cromos que debe tener; si es mayor de los que él tiene,
toma la diferencia del depósito, si es menor, deja los cromos que sobran. Gana el que más cromos
posea cuando se termine el depósito. Deben comprobar que, a pesar de los cambios de dueño, el
número total de cromos es siempre el mismo.
• Se muestra un conjunto de objetos diversos (una pelota, coches, un muñeco...). Los alumnos
deben observarlos bien y decir sus nombres. A continuación, sin que lo vean (se les hace taparse
los ojos o volverse de espaldas), se esconde un objeto o se añade otro. Tienen que averiguar qué
ha sucedido y qué objeto hay de más o de menos, respondiendo a las preguntas qué había al
principio, qué hay ahora, qué hemos hecho, qué falta, qué sobra.
Si se hace en pequeño grupo, pueden turnarse los niños que cambian o esconden los juguetes, en
cuyo caso los otros deben averiguar también quién ha sido.
• Otra variante de esta actividad es jugar a esconder un objeto y dar pistas en clave para
encontrarlo. El profesor debe procurar que los alumnos descubran la clave y establezcan un plan
ordenado para llegar al escondite. Esto puede hacerse con códigos gráficos, muy sencillos al
principio -dibujos representativos que los niños interpretan o asocian con los lugares a que se
refieren- hasta planos más complicados con signos y mandatos a otros lugares en los que se
vuelven a ofrecer nuevas pistas. Una forma elemental de ayudarles a descifrar el código es que
hagan preguntas por turno a las que el profesor responde, por ejemplo, con el tradicional
,caliente,, o ,frío„ según que estén más o menos próximos a la solución. También Puede
sustituirse el mensaje verbal por colores (rojo significa acierto, blanco, error), números que
indiquen mayor o menor cercanía, etc.
Esta actividad exige una gran creatividad y un espacio amplio don de se pueda desarrollar.
• Se plantean pequeños problemas con objetos manipulables asociados a números, dejando que los
alumnos den soluciones personales no formalizadas a las cuestiones planteadas. A la vez que se
les propone el problema, se les proporciona material para que puedan resolverlo
manipulativamente:
En un principio, deben resolver los problemas de forma directa con los objetos, después
dibujarlos, en sus cuadernos de modo individual y en la pizarra colectivamente, y poco a
poco se irán eliminando los soportes para realizarlos manejando sólo los números.
Actividades verbales
• La misma actividad se realiza sin el apoyo de la imagen, sólo de forma oral, para
aumentar la capacidad de atención de los alumnos a la vez que su comprensión de un
texto leído. En estas historias se van introduciendo elementos o situaciones con
incógnitas que ellos deben solucionar.
Para reforzar estos ejercicios, el niño debe dibujar las acciones realizadas. Es conveniente
que coloquen entre ellas los signos operadores para ir asociándolos. Pueden variarse las
preguntas y el orden en que se hacen para dar enfoques diversos a los problemas.
Se presentan a los alumnos unas frases desordenadas para que ellos las ordenen de forma
que cuenten una historia. Lo mejor para esta actividad es preparar cartulinas separadas,
en cada una de las cuales está escrita una frase. Se comienza por darles todas las frases
necesarias para que la historia quede completa: después se quita alguna, para que los
alumnos la inventen o la escojan de entre varias dadas. En un primer momento se
suprime la frase final, pero también se puede eliminar alguna con un dato necesario para
la historia, Por último, los contenidos de las frases se irán aproximando lo más posible a
los textos de los problemas.
Estos ejercicios se prestan a numerosas variaciones y discusiones en clase, en las que los alumnos dan su
opinión sobre el porqué de las soluciones que aportan, y que el profesor debe aprovechar para orientar los
razonamientos.
Razonamiento lógico3
Los problemas de razonamiento lógico son los que no dependen tanto del contenido sino del razonamiento
lógico (natural, adecuado, correcto), aunque esto es muy difícil establecer esto debido a que para resolver
cualquier problema tenemos que razonar, si podemos afirmar que existen problemas en los que predomina el
razonamiento lógico, siendo el contenido matemático que se necesita muy elemental
Por conveniencia, sin pretender clasificar los mismos, hemos dividido estos problemas didácticamente para
que ustedes puedan comprender algunas vías, métodos y procedimientos de cómo enfrentarse a la resolución
de problemas de razonamiento lógico, desarrollar su modo de actuación y prepararlos para la vida.
Tipos de pensamiento
La psicología cognitiva ha basado fundamentalmente sus investigaciones en tres aspectos:
- el razonamiento deductivo,
- el razonamiento inductivo y
- la solución de problemas.
3
LIC. CARLOS RIBEIRO
El razonamiento deductivo
El pensamiento deductivo parte de categorías generales para hacer afirmaciones sobre casos particulares. Va
de lo general a lo particular. Es una forma de razonamiento donde se infiere una conclusión a partir de una o
varias premisas. El filósofo griego Aristóteles, con el fin de reflejar el pensamiento racional, fue el primero en
establecer los principios formales del razonamiento deductivo. Por ejemplo, si se afirma que todos los seres
humanos cuentan con una cabeza y dos brazos y que Pepe es un ser humano, debemos concluir que Pepe debe
tener una cabeza y dos brazos. Es éste un ejemplo de silogismo, un juicio en el que se exponen dos premisas
de las que debe deducirse una conclusión lógica. Pero no todos los ejemplos son tan claros. La lógica
convencional, parte de que hay dos valores únicos de verdad en los enunciados lógicos: "verdadero" o "falso",
sin embargo algunos lingüistas admiten un tercer valor: "ni verdadero ni falso". Lo que ocurre es que en todo
enunciado lógico hay unas presuposiciones, o lo que es lo mismo, se parte de unas suposiciones a priori.
El pensamiento inductivo
Por otro lado, el pensamiento inductivo es aquel proceso en el que se razona partiendo de lo particular para
llegar a lo general, justo lo contrario que con la deducción. La base de la inducción es la suposición de que si
algo es cierto en algunas ocasiones, también lo será en situaciones similares aunque no se hayan observado.
Una de las formas más simples de inducción, ocurre cuando con la ayuda de una serie de encuestas, de las que
se obtienen las respuestas dadas por una muestra, es decir, por una pequeña parte de la población total, nos
permitimos extraer conclusiones acerca de toda una población.
Con bastante frecuencia realizamos en nuestra vida diaria dos tipos de operaciones inductivas, que se
denominan predicción y causalidad.
Muchos filósofos han puesto de manifiesto la insuficiencia lógica de la inducción como método de
razonamiento.
La causalidad, por otro lado, también nos induce a error en muchas ocasiones. La causalidad es la necesidad
que tenemos de atribuir causas a los fenómenos que ocurren a nuestro alrededor. Por ejemplo, la atribución
causal que hacemos ante un accidente de coche va a depender de quien la realice, enfatizando así una de las
causas y minimizando el resto. Si la atribución la hace un meteorólogo es posible que considere que la causa
del accidente fue la niebla, si la hace un psicólogo, posiblemente lo atribuya al estrés, si la hace un mecánico
sería el mal estado del coche, etc. Lo cierto es que ese día, probablemente hubiera algo de niebla, el conductor
estuviera algo estresado y las ruedas del coche seguramente no estarían en perfecto estado. ¿No podría
hacerse una atribución multicausal?, Es decir ¿no podría ser que todos los factores, cada uno en cierta medida,
hubieran podido influir en que se desencadenase el accidente? Lo cierto es que hay una tendencia en general a
darle fuerza a una única causa, minimizando al resto, y eso trae como consecuencia lo que podríamos llamar
errores de pensamiento.
Para resumir, podemos concluir diciendo que en el razonamiento deductivo, se parte de lo general para llegar
a lo particular, que la conclusión está siempre contenida en las premisas de las que se parte y que además las
conclusiones obtenidas corresponden con la lógica, sin embargo, en el razonamiento inductivo, se parte de lo
particular para llegar a lo general, se obtienen conclusiones que sólo resultan probables a partir de las
premisas y que además las conclusiones extraídas se fundamentan en la estadística.
La solución de problemas
Otro importante aspecto en el que se han basado las investigaciones de la psicología cognitiva es la solución
de problemas. Podríamos decir que un problema es un obstáculo que se interpone de una u otra forma ante
nosotros, impidiéndonos ver lo que hay detrás. Lo cierto es que no hay consenso entre los psicólogos sobre lo
que es exactamente un problema, y por tanto difícilmente puede haberlo en lo que supone una conducta de
solución de problemas.
Algunos autores han intentado precisar estos términos. Gagné, por ejemplo, definió la solución de problemas
como "una conducta ejercida en situaciones en las que un sujeto debe conseguir una meta, haciendo uso de un
principio o regla conceptual". En términos restringidos, se entiende por solución de problemas, cualquier tarea
que exija procesos de razonamiento relativamente complejos y no una mera actividad asociativa.
Se considera que habitualmente cualquier persona pasa por tres fases a la hora de solucionar un problema y se
las denomina: preparación, producción y enjuiciamiento.
En la fase de preparación es cuando se hace un análisis e interpretación de los datos que tenemos. Muchas
veces si el problema es muy complejo se subdivide en problemas más elementales para facilitar la tarea.
En la fase de producción intervienen distintos aspectos entre los que hay que destacar la memoria, que se
utiliza para recuperar todos los recursos que estén a nuestro alcance y que nos sirvan para llegar a una
solución eventual.
Comprender el lenguaje de la mente es una labor difícil. Es necesario por un lado, conocer toda la fisiología
neuronal, cambios bioquímicos, etc., y por otro, es necesario conocer ciertos aspectos psicológicos, entre los
que se encuentran, los pensamientos, sentimientos, experiencias, etc.
Otra dificultad a la hora de comprender el lenguaje de la mente, es la cantidad de especialidades distintas que
se ven implicadas en el estudio de la mente, tales como la anatomía, fisiología, genética, psicología,
psiquiatría, bioquímica, etc., haciendo cada una de ellas interpretaciones de la mente y el cerebro desde
ángulos completamente distintos.
Conseguir la integración de todos estos enfoques contribuiría de manera fundamental para resolver tantos
misterios sobre la mente humana, que todavía quedan por resolver.