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ESTUDIO DE CASOS

CASO Nº1:
Rodrigo, 23 años, inicie mi consumo en el alcohol a los 16 años de edad una noche que
un amigo me invitó a dormir a su casa, ya que no estarían sus padres. Lo que bebimos
fue cerveza con gaseosa. Esa fue mi primera borrachera. Esa noche inició una fiesta que
hoy, a mis 23 años, no ha terminado.
Cuando pienso en mi alcoholismo lo tomo con gracia y me es inevitable afirmar que en
parte es culpa de mi papá, ya que él es un alcohólico de varias décadas. Incluso estuvo
en Alcohólicos Anónimos (AA) durante cinco años, hasta que volvió a la borrachera con
más fuerza. Hoy a sus 60 años, jubilado, bebe casi a diario.
En épocas navideñas me gusta recordar una noche que llegué de la calle y lo primero
que vi al abrir la puerta de la casa fue a mi papá tambaleándose frente al pino navideño.
El árbol, por fortuna, todavía no tenía colocados los regalos y, digo por fortuna, porque
mi papá lo estaba orinando. Un año después mi papá ingresó a la Asociación de
Alcohólicos Anónimos. Creo que desde ese momento adopte esas acciones de mi padre.
En eso nos parecemos mi papá y yo: si estamos muy ebrios y con la mirada perdida
podemos orinar en donde sea.

CASO Nª2:
Julieta, 22 años
Empecé a beber alcohol a los 18 años de edad. Acababa de terminar una relación de
cuatro años y estaba confundida y triste. Una amiga comenzó a llevarme a todas las
fiestas que la invitaban, pero también iniciaron los problemas en mi casa y en mi trabajo,
porque ya cualquier día de la semana podía llegar tarde, ojerosa, cansada, de mal humor
y con los nervios hechos pedazos.
Ahora tengo 22 años, actualmente me encuentro estudiando administración en la
universidad Andina Néstor Cáceres Velásquez y pienso que la única forma de divertirme
es estando ebria.
La gente que me rodea piensa que disfruto mucho beber alcohol. Lo que no saben es
que es frustrante no poder dejarlo. Además, su consumo es juzgado más duramente en
mujeres que en hombres.
Lo mío es el alcohol, pero últimamente lo estoy tomando 2 o tres días seguidos a la
semana. Hace nueve meses salí a una fiesta con mis amigas y tomé tanto hasta llegar a
perder el conocimiento. Me embriagué como no debía hacerlo y para terminar el día
una patrulla me retenido por que me encontraron durmiendo fuera de una discoteca.
Luego de ello me llevaron a la comisaria, tuvieron que llamar a mis padres para que
fueran a recogerme porque estaba intoxicada por el exceso consumo
Uno de los momentos más penosos en familia sucedió la navidad del año pasado. Lo
malo fue que el día 23 de diciembre me salí a una reunión de amigos que terminó en un
completo desastre que se prolongó hasta las siete de la tarde del día de Nochebuena, o
sea el mero 24. Se supone que yo hornearía un pavo para toda la familia. En lugar de eso
llegué a la hora de la cena navideña muy ebria, sin pavo y con una cara espantosa. De
castigo tuve que salir a la calle a buscar una pollería para poder cenar en casa. Este año
lo único que deseo es llegar sobria a la navidad.
CASO Nª3:
¨EL ALCOHOL UN MAL AMIGO¨
En su cumpleaños 16 Juan lo celebra con sus amigos y su fiel compañero una botella de licor,
que mejor para alegrar una fiesta. La razón para beber es que nos hace sentir bien, además no
somos unos niños que temen beber.
Claro lo peor de beber es la resaca el dolor de cabeza, pero ya hemos aprendido, no debemos
mezclar los licores, y que mejor que el ceviche de la mañana, claro que nuestros padres siempre
están pendientes.
Después de tanta fiesta me doy cuenta de tantas cosas, como el hecho que he pasado de fiestas
en fiesta y he descuidado mis estudios, voy a tener que repetir el año, además por estar ebrio
trate de conducir el auto de mi padre y lo termino por chocar, pero no hice daño a nadie, aprendí
que se debe beber con moderación.
CASO Nª4:
Javier, nombre ficticio que usa para identificarse, tiene la edad de 5 años.
¿A qué edad empezaste a beber?
Comencé con 16 años porque soy una persona muy retraída y esta era una forma de
abrirme a los demás. Me di cuenta de que de ese modo podía hablar con gente y conocer
chicas. En todas las fotos de aquella época se me ve siempre con una cerveza o una copa
en la mano.
¿Cuándo llegó a ser un problema?
Seguramente ya entonces lo era, pero creía que lo que hacía era normal, que lo hacía
todo el mundo. Luego llegaron mis salidas de tono. Podía desaparecer durante tres días
y no recordaba dónde había estado. De hecho hay noches de las que aun hoy no puedo
recordar nada. La verdad, casi lo prefiero. El alcohol llegó a impedirme seguir
estudiando, con las resacas no podía ir a clase.
¿No pudo ayudarte nadie?
No. Llegó un momento en que mis padres lo intentaron y me acompañaron a psicólogos
y psiquiatras, pero no consiguieron nada. No supieron ayudarme, pero la culpa era mía.
Les engañaba como quería.
¿Intentaste dejarlo?
Sí, pero me resultaba imposible. Tampoco me quería dar cuenta de lo que
verdaderamente me estaba sucediendo. Logré dejarlo durante un mes con muchísimo
esfuerzo, pero al final para celebrarlo volví a beber. Eso fue peor, porque la autoestima
la tenía ya por los suelos.

CASO Nª5:
¨EL ALCOHOL CAMBIO MI VIDA¨
Mi nombre es pandora tengo 23 años y consumo alcohol todos los fines de semana y en
ocasiones entre semana, pero no me considero una persona alcohólica. Yo considero
que una persona es alcohólica cuando consume alcohol todos los días y permanece
mucho tiempo en la calle alcoholizada hasta el punto de perder el conocimiento.
Todos los fines de semana salgo a disfrutar con mis amigos, en discotecas o en bares; si
es que mis amigos no pueden salir conmigo salgo sola e invito a beber a personas que
conozco en ese momento ya que pienso que si en una fiesta no hay alcohol, no hay
diversión. Tal vez a mis padres les molesta eso pero no les hago caso pues es mi vida y
yo hago con ella lo que quiero porque me se cuidar sola, desde los 14 años trabajo y
tengo mis cosas y no voy a dejar que nadie me diga lo que tengo que hacer, y la vida es
una sola y hay que disfrutarla a lo máximo.
Una de mis malas experiencias fue que en una ocasión tomé demasiado hasta perder el
conocimiento, y los 3 chicos que conocí en ese momento en un bar se aprovecharon de
mi estado y lo único que recuerdo fue que amanecí con ellos en un hostal. Al llegar a mi
casa me di cuenta que me habían violado y lo único que quería hacer era morirme,
después de eso hubo un tiempo en el que entré en un estado de depresión y empecé a
beber mas de lo acostumbrado.
Esta fue la peor experiencia de mi vida y aun me duele ese recuerdo porque se
aprovecharon de mí y no le echo la culpa al alcohol, sino a esos malditos que me
cambiaron mi vida por completo. Vivir esta experiencia me enseñó a que no debo confiar
en personas sin antes saber cuáles son sus sentimientos e intenciones hacia las demás
personas.
A pesar de esta terrible experiencia sigo bebiendo, he dejado de estudiar y trabajo pero
todo lo que gano lo gasto en farras. Siento que me he quedado sin amigos por eso bebo
sola y a veces siento que estar sola es lo mejor, nadie quien me moleste o me haga daño.
Todo el tiempo mi familia me dice que estoy mal y que la solución para todos mis
problemas es que me internen en un centro de rehabilitación, pero no para mi esa no
es la solución, además yo no lo necesito yo estoy bien y pues nadie me va a ser cambiar
de opinión.

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