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Torre latinoamericana

La Torre Latinoamericana es el rascacielos más popular de la Ciudad de México el


cual fue construido en el mes de febrero de 1949 a cargo del Dr. Leonardo Zeevaert,
del Arq. Augusto Álvarez, del Arq. Alfonso González y del Ing. Eduardo Espinosa.
La tecnología empleada en la construcción (originaria de México), fue la primera de
su tipo en el mundo y hoy en día, sigue siendo utilizada por los constructores de
rascacielos para zonas sísmica de alto
riesgo.

La construcción se realizó en la esquina


que formó parte del terreno donde estuvo
la “casa de las fieras” del Tlatoani azteca
Moctezuma. Allí mismo se fundó el
convento de San Francisco que desde la
segunda década del siglo XVI sirvió de
paradigma para todos los frailes
evangelizadores franciscanos, agustino y
dominicos, posteriormente fue construido
el Edificio de Seguros Latinoamericana,
que fue demolido en la década de los 40
para comenzar la construcción de la
torre.

Durante su construcción se emplearon 361 pilotes tipo Buttom Bottom, los cuales
fueron enterrados hasta una profundidad de 33 metros. Para lograr erigir la torre fue
necesario emplear materiales ligeros y resistentes en base a las especificaciones
de la American Institute Of Steel Construction y para la calidad del acero las normas
de la ASTM, para el acero clasificado como A7. El diseño cuenta con criterios de
simetría y continuidad, además de que se planeó su estructura para sufrir
deformaciones en terremotos. Toda la estructura metálica de la torre fue remachada
a mano en cada junta mediante obra de mano mexicana, la excelente colocación de
los remaches al rojo vivo es una ventaja de la torre puesto que después de los
terremotos del 57 y 85, éstos no sufrieron daño alguno que debilitara la estructura
del edificio. Además, la estructura cuenta con un recubrimiento contra incendios.

La torre fue terminada el 30 de abril del año de 1956 con una altura final de 182
metros (la torre mide 138 m y la antena 44 m), el peso total es de 24,100 toneladas
y su estructura rígida de acero pesa 3,200 toneladas. Durante su construcción se
utilizaron 15,000 metros cuadrados de cristal y 3,200 metros de lámina acanalada
de aluminio.
EL PALACIO DE BELLAS ARTES

El Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México, es al mismo tiempo, una bella


muestra de arquitectura y un centro artístico y cultural reconocido mundialmente.
Alberga una sala de espectáculos con dos mil asientos, un gran vestíbulo cuyas
paredes están cubiertas con frescos históricos de Diego Rivera, David Alfaro
Siqueiros, José Clemente Orozco entre otros; además de grandes salones para
exhibiciones permanentes y temporales. Bajorrelieves de los escultores italianos A.
Boni y Leonardo Bistolfi, esculturas de Agustín Queral, de España, y Geza Maroti,
de Hungría y las creaciones en estuco del italiano Gianetti Fiorenzo.

El Palacio se halla al oriente de


la alameda Central y constituye
un testimonio colosal de la gran
ambición y gastos prodigiosos
del régimen de Porfirio Díaz, el
sitio se eligió como parte del
compromiso de Porfirio Díaz
para aumentar el crecimiento de
la ciudad hacia el oeste, a lo
largo del entonces llamado
paseo de la emperatriz (hoy paseo de la Reforma) que conectaba el Castillo de
Chapultepec con el centro de la ciudad de México.

Cuando se inició la excavación de los cimientos, un grupo de trabajadores


desenterró, a dos metros de profundidad, una fuente cuyos mosaicos pintados
lucían caracteres adornados con flores, ornamentos y animales, y otra pieza que
simbolizaba la música, los arqueólogos supusieron que en ese sitio hubo en otro
tiempo un templo azteca consagrado a las artes; una maravillosa coincidencia de
las que abundan en la historia.

La construcción del Palacio duró 34 años, a causa de la revolución. El proyecto


original de 1901 de levantar el teatro nacional, debió terminarse para las
celebraciones del Centenario de la Independencia de México, en 1910.
Cuando el arquitecto italiano Adamo Boari se percató de que no podría terminar su
obra, partió dejando detalles que serían útiles para cuando continuara la
construcción bajo las condiciones más estables .Pero antes de partir, el Arquitecto
Boari enfrentó graves problemas ya que el enorme edificio de mármol se hundía a
causa de su gran peso y al subsuelo poco estable. En 1911 un terremoto hizo
necesario reforzar la estructura subterránea con inyecciones especiales de cemento
y cal aplicada directamente a los cimientos que Adamo Boari empleó como un nuevo
estilo de diseño, que importó de las técnicas de construcción para los rascacielos
de Chicago; donde había construido una casa.

Cuando Adamo Boari abandonó el proyecto en 1916, el exterior del edificio estaba
casi completo. El arquitecto mexicano, Federico Mariscal, al hacerse cargo de la
construcción no siguió las instrucciones del italiano, por lo que la envolvente exterior
hecha por el Arq. Boari, en estilo art noveau, decorado con el más fino mármol de
Carrara, contrasta con el art deco del interior, que tiene elementos de las culturas
prehispánicas y clásicos diseños occidentales.

El proyecto de Boari era notablemente innovador para su tiempo; su vestíbulo está


cubierto con domos bizantinos de vidrios multicolores, como un invernadero; el
domo principal se halla descentrado; el piso cóncavo resalta la visibilidad y la
acústica. Estudió el movimiento de equipo eléctrico sobre el proscenio, y previó el
uso de maquinaria y accesorios, poniendo tanto cuidado en cada detalle, que su
trabajo se puede comparar al de los mejores arquitectos de teatros
contemporáneos.

La cortina del Palacio de Bellas Artes es especialmente novedosa tanto en su


concepción, como en su construcción. Se diseñó como un telón a prueba de fuego,
y consiste de una estructura de acero de doble pared. El tema decorativo que
propuso Boari lo ejecutó el Dr. Atl, y representa el esplendor de los volcanes
nevados del oriente del valle de México, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, y al paisaje
con lagos y vegetación que los rodea.

Tiffany dividió el telón en 206 paneles de 3 metros cuadrados, para lo cual usó cerca
de un millón de piezas de vidrio iridiscente, a prueba de fuego y de agua. La cortina
revive, cuando es iluminada al principio de cada función, la lenta y dramática
secuencia de un espectacular amanecer que dura varios minutos. En el vestíbulo,
entre las columnas de mármol rosado, los murales que realizaron los más
distinguidos pintores de México adornan las paredes con sus fuertes motivos. En el
muro poniente se halla “El hombre, controlador del universo”, de Diego Rivera y en
el oriente “Catarsis” de José Clemente Orozco, ambos en 1934.

Más tarde, se hicieron otros murales: un tríptico por David Alfaro Siqueiros en 1945,
un díptico por el mismo autor en 1952; los de Rufino Tamayo en 1953; y el que
realizara Jorge González Camarena.

Las esculturas más importantes afuera del edificio son los cuatro pegasos de
Queral, y el grupo de A. Boni, que forma el pináculo del domo, en el cual descansan
cuatro figuras femeninas aladas que rodean una imagen que simboliza la fundación
de Tenochtitlán, la ciudad azteca, sobre la cual se construyó la ciudad de México.

A. Boni también ejecutó el bajorrelieve que adornan el arco sobre la entrada


principal, la “Armonía”, quizás la imagen más conocida del palacio y que representa
a las voces de la humanidad; en uno de sus lados se hallan las lamentaciones del
dolor y la angustia, el clamor de la pasión y el grito de la cólera sobre él; al otro lado
las canciones de paz, alegría y amor. El palacio, que se inauguró el 29 de
septiembre de 1934, sirve de escenario a las más diversas manifestaciones
culturales y presenta en forma habitual música sinfónica, ballet, ópera y
espectáculos de calidad de todo el mundo.

El palacio es también uno de los museos de artes más importantes de la ciudad de


México. Se inició como una sala de exhibición, y con posterioridad, adoptó
exhibiciones permanentes en sus pisos temporales, conservándose el primer piso
para exposiciones temporales que los mejores artistas de todas partes de México,
lo mismo que para exhibiciones internacionales.
El Monumento a la Independencia

El Monumento a la Independencia es uno de los grandes símbolos de nuestra


nación. Conocido popularmente como el “Ángel”, está ubicado en la glorieta
principal del Paseo de la Reforma, donde confluyen las calles Río Tiber y Florencia,
en la Ciudad de México. Fue erigido para conmemorar el Centenario de la
Independencia.

En 1877, el gobierno mexicano


acordó construir un monumento
conmemorativo y abrió un concurso
para arquitectos y escultores. El
jurado eligió un proyecto del Arq.
Rodríguez Arrangoiti; por razones
que se desconocen, quedó
archivado.

A veinticuatro años de la celebración


del centenario, en 1886, se convocó
a un concurso internacional para construir el monumento en una de las glorietas del
Paseo de la Reforma. Lo ganó la firma estadounidense Cluzz & Shultze, pero su
construcción fue pospuesta. Los ganadores se aburrieron, vendieron sus planos al
gobierno y se retiraron.

En pleno esplendor del régimen del presidente Porfirio Díaz, surgió una vez más la
idea de erigir el monumento. En un nuevo concurso, realizado en 1900, fue elegido
el proyecto del Arq. Antonio Rivas Mercado, quien nombró al Ing. Roberto Gayol
director de la obra y al artista italiano Enrique Alciati encargado de las esculturas.

La cimentación, formada por una plataforma con tres capas de viguetas de acero
superpuestas y recubiertas con concreto, se terminó a fines de 1901.

Los trabajos de cimentación fueron muy complicados, debido a que el suelo era
inconsistente y movedizo. La obra continuó hasta mayo de 1906.
Cuando ya se habían terminado la base, el zócalo y el pedestal a una altura de 25
metros y empezaba la construcción de la columna, Rivas Mercado notó que ésta se
inclinaba peligrosamente, amenazando desplomarse. Los cimientos no soportaron
el peso y un lado del monumento se había hundido.

Se suspendieron los trabajos y hubo enconadas disputas entre los técnicos. De


inmediato se creó una comisión de estudio, encabezada por los ingenieros
Guillermo Beltrán y Puga, Manuel Marroquín y Rivera, Gonzalo Garita y Manuel
Gorozpe.

Su diagnóstico fue que la cimentación estaba mal calculada, en relación con el suelo
movedizo y el peso del monumento. Decidieron demoler todo y hacer los estudios
de suelo necesarios para construir nuevos cimientos.

Los trabajos iniciaron el 13 de junio de 1907. Hubo que deshacer lo ya avanzado.


Más de 3,000 piedras de cantera, primorosamente labradas, fueron desmontadas
una a una y se hizo una nueva cimentación, más acorde con las características del
suelo.

A 25 metros de profundidad, sobre un estrato compacto de suelo granular, se


construyó una plataforma de grava, arena y arcilla, reforzada con pilotes de madera
de ciprés. Luego se introdujeron 5,000 fuertes pilotes de hormigón.

Fue una de las primeras obras en la ciudad con este tipo de cimentación; hasta
entonces sólo se usaban pilotes de madera, que no alcanzaban mucha profundidad.

Los pilotes fueron colocados mediante un martinete de vapor, que los enterraba con
un émbolo de una tonelada de peso La nueva cimentación finalizó en mayo de 1909.
El nuevo pedestal y la columna se construyeron a marchas forzadas, para que el
monumento estuviera listo el siguiente año, centenario de la independencia de
México. En julio de 1910, quedó terminado.

En 1923 iniciaron los trabajos de adaptación del interior del pedestal de la columna
como un mausoleo, para albergar los restos mortales de los héroes de la
independencia, que se trasladarían desde la Catedral Metropolitana y otros puntos
del país.
La columna del Monumento a la Independencia, de piedra Chiluca, mide 36 metros
de altura y 2.90 de diámetro.

Durante la madrugada del 28 de julio de 1957, un fuerte terremoto azotó a la Ciudad


de México y la estatua fue derribada, quedando destrozada al pie del monumento.

Miles de ciudadanos incrédulos acudieron a ver sus restos, que eran custodiados
por soldados. Sin su presencia, la muchedumbre se los hubiera llevado, trocito a
trocito, como reliquias sagradas.

El regente de la capital, Ernesto Uruchurtu, ordenó que fuera reconstruida por un


grupo de técnicos encabezados por el escultor José María Fernández Urbina. La
columna permaneció sin su ángel durante las fiestas patrias de ese año.

El resto del monumento también tuvo que ser restaurado por los daños estructurales
debidos al sismo. Los trabajos quedaron bajo el mando del Dr. Ernesto Sodi
Pallares, quien reforzó la estructura de la columna, hueca en su interior, con placas
de metal.

La escalinata de piedra en forma de caracol, que conducía al mirador ubicado justo


debajo del Ángel, fue substituida por una escalera metálica que tiene cerca de 200
escalones.

Una vez que la escultura fue terminada, a mediados de 1958, se realizó la


complicada maniobra para subirla a su sitio. Al celebrarse las fiestas patrias, el
Monumento a la Independencia fue reinaugurado el 16 de septiembre de 1958.

En 1985, luego de otro gran terremoto en la Ciudad de México, quedaron dañadas


la estructura y varias de las obras artísticas del monumento. Las reparaciones, no
tan graves como las anteriores, fueron realizadas bajo la dirección del Arq. Ramón
Bonfil.

En 2006 se le dio un mantenimiento general al monumento, que permaneció cerrado


durante casi un año. La estatua de la victoria alada fue renovada, aplicando en su
superficie una nueva chapa de oro de 24 quilates.
Basílica de Guadalupe y sus asentamientos

La antigua Basílica de Guadalupe es


uno de los edificios religiosos más
importantes de América Latina.
Situada junto al Cerro del Tepeyac, el
valor histórico del inmueble es
apenas comparable con el valor
sentimental que le han otorgado generaciones sucesivas de mexicanos y católicos
de todo el mundo.

Recién cumplidos trescientos años desde su fundación en 1709, la antigua basílica


representa una victoria de la ingeniería mexicana en el afán de preservar el
invaluable patrimonio de nuestra. Sin embargo, al encontrarse situada en un paraje
de suelos arcillosos ocupado antiguamente por el Lago de Texcoco, la antigua
basílica se vio muy pronto amenazada por el riesgo de hundimientos, los famosos
asentamientos diferenciales que se deben de controlar a toda costa.

Hacia la década de 1960, el deterioro de la iglesia era tal que los expertos se vieron
obligados a tomar una doble decisión: la construcción de una nueva basílica
(finalizada en 1976) y el rescate de la antigua. Recordemos que éste fue el lugar
donde se pusieron en práctica de manera definitiva los llamados “pilotes de control”,
un sistema de nivelación creado por Manuel González Flores, ingeniero mexicano
dotado de gran imaginación y talento.

Los pilotes de control, como lo dice su nombre, se encargan de controlar el


asentamiento que presentan las estructuras relativo al suelo que embeben sus
cimentaciones. Donde un pilote de punta clásico permanece en su lugar
aparentando un "levantamiento" sobre el nivel del terreno, los pilotes de control
ajustan la estructura a este nivel, asegurando su durabilidad y funcionamiento.

Desde su invención y su primera aplicación, los pilotes de control han sido una
solución muy práctica y funcional a problemas de recimentación que, son tan
remotos en la Ciudad de México como su historia.
Catedral metropolitana

Breve Descripción de la Estructura

El templo está constituido por cinco naves. La


central está cubierta por una bóveda cilíndrica,
interceptada transversalmente por otras de forma
conoidal. Esta bóveda está soportada por 16
columnas de cantera. Las dos naves laterales
procesionales tienen bóvedas esféricas. Así, las
dos naves extremas de capillas, están subdivididas
por muros robustos de mampostería que encierran
una serie de éstas.

Una nave transversal con bóveda cilíndrica cruza


el templo, y sobre su intersección con la nave
principal se levanta la gran cúpula central que
transmite cargas muy elevadas a las cuatro columnas que la soportan. Los muros
que dividen las capillas, junto con los de la fachada y sus contrafuertes, constituyen
un cinturón perimetral que proporciona al monumento una considerable rigidez y
resistencia ante cargas laterales.

El material primario de construcción es una especie de concreto ciclópeo integrado


por piedras de origen volcánico (andesitas y tezontle), aglutinadas por un mortero
de cal y arena. La composición de este material, y, por tanto, su peso volumétrico y
propiedades mecánicas, varían según los elementos constructivos y las épocas en
que se realizó cada parte de la construcción.

Cúpula principal de la catedral.

Las columnas, arcos y algunos elementos decorativos, son de sillares de piedra


andesítica (cantera y chiluca). Se pudo comprobar que queda un núcleo central de
mampostería pobre, cuya contribución a la resistencia es poco significativa. Más
adelante se presentarán algunos datos sobre las propiedades de estos materiales.

Los grandes hundimientos diferenciales que se presentaron desde el inicio de la


construcción, obligaron a efectuar correcciones y ajustes continuos en la geometría
del edificio, a lo largo de los 240 años que se prolongó su construcción. La longitud
de las columnas, por ejemplo, varía, de acuerdo a la magnitud de los hundimientos
que experimentaron cada una de sus bases en la época en que se nivelaron sus
extremos superiores, para proceder a la construcción de los arcos y las bóvedas de
la cubierta. La diferencia máxima de longitud es de 85 centímetros.

Las inclinaciones que sufrieron las columnas, cada vez que se vio interrumpida su
construcción por un lapso prolongado, sobre todo en la zona norte, hicieron
necesarias correcciones en su verticalidad. Los cambios de pendiente que ahora se
detectan en su fuste, indican que en una primera etapa se levantaron las columnas
hasta una altura de 3.7 metros y después hasta 10 metros. En esta última medida
se detuvo su construcción por largo tiempo, hasta ser rematadas en el arranque de
los arcos. Hay una diferencia de pendiente de hasta 1.4%, entre los diferentes
tramos del fuste.

En el revestimiento de piedra, en las fachadas, se detectaron varias hiladas de


ajuste, de altura variable, para corregir los desniveles. El claro y la altura de los
arcos y las bóvedas tuvieron que variar en cada caso, de acuerdo con la posición
de los apoyos en el momento del cierre.

Una vez cerrada la cubierta, la estructura adquirió mayor rigidez y la tasa de


hundimientos diferenciales se redujo. Sin embargo, los movimientos diferenciales
permanecieron suficientemente elevados para producir agrietamientos
considerables en la estructura, especialmente en la cubierta, que tuvo que ser
continuamente reparada para evitar filtraciones.

La configuración de hundimientos en la Catedral es muy compleja. En un primer


análisis se pueden identificar dos mecanismos principales: un hundimiento
generalizado hacia el surponiente, y una "emersión" de la zona central, al norte del
crucero.

El primer mecanismo ha producido una configuración de grietas transversales en la


cubierta y en los muros laterales, sobre todo en la zona cercana al crucero. Ha
producido también una separación entre la fachada sur, con sus pesadas torres, y
el resto de la construcción.

El segundo mecanismo ha ocasionado una rotación hacia afuera de las columnas y


las naves laterales, así como la abertura de los arcos y las bóvedas. Esto ha dado
lugar a un patrón de grietas longitudinales en la cubierta, principalmente, aunque
también en el piso y la cimentación. Este segundo mecanismo es muy importante,
desde el punto de vista estructural, porque ha dado lugar a grandes desplomes en
las columnas.

Revisión de la Seguridad ante Cargas Gravitacionales

Resultan particularmente críticas las columnas bajo la cúpula central, por las
elevadas cargas verticales que deben soportar. La excentricidad total entre la
sección superior y la inferior de las columnas C6 y C7 es de 66 centímetros, lo que
representa casi 30% del tamaño de la sección.

El enorme peso de la construcción produce un efecto muy severo sobre la estructura


y el suelo. El peso total, incluyendo la cimentación, es de 127 000 toneladas, las
que consideradas uniformemente repartidas en la plataforma de cimentación (de 66
x 132 metros), producen un esfuerzo promedio de 14.2 ton/m2 sobre el suelo. Este
es un esfuerzo extremadamente elevado para el tipo de suelo en cuestión.

Sobre un modelo de elementos finitos del templo, se ha realizado un análisis


refinado de los esfuerzos introducidos por el peso de la construcción. Este modelo
considera la configuración teórica del templo, sin tomar en cuenta las distorsiones
producidas por los hundimientos diferenciales. Los esfuerzos, en términos
generales, resultan moderados y muy por debajo de los que pueden desarrollar los
materiales empleados. Esto refleja el buen criterio estructural con que fue concebida
la construcción.

En la zona más pesada, la del crucero, puede apreciarse que el peso de la cubierta
se transmite hacia la cimentación, esencialmente mediante cargas axiales en las
bóvedas, arcos, columnas y muros.

El movimiento hacia afuera de los apoyos de la nave, en la parte norte, ha producido


un mecanismo de deformación que tiende a abrir el arco, principalmente por el giro
de tres bisagras plásticas. Si este movimiento continúa, la bóveda puede llegar a
una condición inestable, debido a la formación de una cuarta bisagra. Sin embargo,
para las deformaciones actuales, la configuración deformada se encuentra todavía
en condición segura.

Cuando se revisan los esfuerzos en las columnas bajo el crucero, tomando en


cuenta las excentricidades producidas por su desplomo, se observa que los
momentos flexionantes que se introducen por la excentricidad de la carga vertical,
incrementan los esfuerzos de compresión 2.3 veces con respecto a los que se
calculan ignorando la flexión.

Las pruebas realizadas en la piedra de las columnas, indican que en el último tramo
del fuste se empleó un material de muy baja calidad, con una resistencia promedio
inferior a los 100 kg/cm2, contra los casi 300 kg/cm2 en el resto de la columna. La
condición de esfuerzos en los tramos superiores de las cuatro columnas centrales,
resulta cercana al colapso, como lo demuestran las grietas verticales y los signos
de aplastamiento que se aprecian en una de ellas

Evaluación de la Seguridad Sísmica

La respuesta sísmica de los monumentos históricos, presenta diferencias


sustanciales con respecto a la de los edificios modernos comunes. Estas diferencias
se derivan de las distintas formas arquitectónicas y estructurales de los edificios, así
como del hecho de que los materiales estructurales de los edificios antiguos no
tienen capacidad para resistir esfuerzos de tensión significativos, lo que impide una
continuidad entre los elementos y da lugar a mecanismos muy diferentes para
absorber los efectos sísmicos. En el caso de la ciudad de México, adicionalmente,
la interacción de estructuras extraordinariamente rígidas y masivas, como las de los
edificios históricos, con un suelo sumamente blando y deformable de arcillas, sobre
las que están desplantados, modifica sustancialmente las vibraciones inducidas por
un sismo, mientras que para los edificios modernos este efecto es de mucho menor
importancia.

El conjunto de la Catedral ha salido librado exitosamente ante los fuertes sismos


que han ocurrido desde su construcción; sin embargo, presenta algunas
características que hacen dudar sobre su seguridad ante terremotos futuros, como
los evidentes agrietamientos en la cubierta, ocurridos a raíz de los sismos de 1985.
La preocupación principal es que los fuertes desplomos de las columnas de la nave
principal y, sobre todo, de las cuatro columnas centrales que sostienen la gran
cúpula, se pueden incrementar notablemente por los desplazamientos debidos a los
sismos, poniéndose así en peligro la estabilidad del monumento.

La evaluación de la seguridad sísmica de los edificios se basó en los resultados de


la red de instrumentación sísmica, instalada para ese propósito en la Catedral, así
como en los análisis y procedimientos de cálculo realizados sobre modelos
calibrados a partir de los resultados instrumentales. Se resumirán, inicialmente, los
resultados de la red instrumental, los que se presentan con detalle en el informe
específico sobre este estudio.

La red está compuesta por instrumentos que miden la aceleración del movimiento,
en el punto sobre el que están colocados. Cada instrumento cuenta con un sensor
que se compone de tres acelerómetros que registran el movimiento en dos
direcciones horizontales ortogonales y en la vertical. Los instrumentos arrancan
automáticamente al detectar un movimiento en su base, mientras que las
mediciones se graban en una unidad de registro digital.
La red constó de ocho instrumentos. Para entender el movimiento del suelo, sin la
interferencia por la presencia de la Catedral, se colocó un instrumento sobre el
terreno, a un costado de la entrada oeste de la Catedral. Para estudiar el movimiento
de la cimentación en el nivel del sótano y las posibles diferencias en distintas zonas,
se colocaron tres equipos en el área de criptas: en los lados sur y norte, y al centro.
Para comprender el movimiento de la cubierta, se instalaron tres instrumentos sobre
la bóveda principal: a su costado sur, en el centro y en el lado norte, así como un
instrumento en el lado poniente de la bóveda transversal del crucero.
Posteriormente, dos de los instrumentos del sótano fueron reubicados en la torre
sur-poniente.

De enero de 1997 a diciembre de 1999, la red acelerográfica registró 16


movimientos sísmicos. De los espectros de respuesta de las aceleraciones
registradas por el instrumento colocado en el terreno fuera de la Catedral, se deduce
que el sitio presenta un período fundamental de vibración de aproximadamente 2.6
segundos y un segundo modo de vibración para un período cercano a 0.5 segundos.
De acuerdo con el mapa de periodos dominantes del terreno, del Reglamento de
Construcciones para el Distrito Federal (RCDF), en su propuesta para el año 2000,
el período correspondiente a la zona donde se ubica la Catedral, es de
aproximadamente 2.5 segundos, muy similar al obtenido a partir de los registros
sísmicos.

El período dominante de la vibración del terreno, resulta ser muy superior a los
períodos fundamentales de vibración de estructuras históricas como la Catedral, los
que no suelen exceder de 0.5 segundos. Esto es particularmente benéfico para
estas edificaciones, ya que al no tener periodos de vibración similares entre la
estructura y el terreno de apoyo, el movimiento de la estructura no experimenta
amplificaciones importantes, lo que sí sucede en algunos edificios modernos, en los
que se produce un efecto de resonancia en la estructura, lo que constituyó uno de
los factores principales para el colapso de muchos de ellos en el sismo de 1985.
Los registros obtenidos en los sótanos permitieron determinar el efecto de un
fenómeno llamado interacción cinemática suelo-estructura. Las ondas de vibración
del terreno tienen una longitud que es igual al producto de su período por la
velocidad de transmisión de las ondas de corte. Las ondas de longitud menor a 100
m, que corresponden a períodos menores de 1 s, son interferidas o filtradas, y
reducen su amplitud al atravesar un cuerpo rígido y masivo como la base de la
Catedral, que tiene una dimensión igual o menor que esa longitud de onda, mientras
que las de períodos mayores no son afectadas.

El fenómeno anterior es particularmente benéfico para la seguridad sísmica de la


Catedral y, de manera similar, para el resto de los edificios históricos del centro de
la ciudad de México. Se ha constituido en un factor importante para que éstos se
hayan mantenido en pie ante los muchos e intensos terremotos que los han afectado
a lo largo de los siglos. Las aceleraciones máximas en la azotea, para ambas
direcciones horizontales, exceden en poco a las de los sótanos (17 por ciento para
el sismo del 11 de enero de 1997). Esto indica que el monumento es muy rígido y
amplifica muy poco la vibración del terreno, de manera que se mueve casi como un
cuerpo rígido.

Los espectros de respuesta en los puntos sobre la azotea, muestran que en ambas
direcciones la mayor amplificación se da para un período del orden de 0.4 s, lo que
permite establecer que dicho período se asocia al primer modo de vibrar de la
estructura en su conjunto. Se observó que la cúpula experimenta una mayor
respuesta vertical que el resto de la cubierta, con un pico para un período de 0.15
s. Lo anterior revela que la cúpula presenta una vibración vertical local, que se
atribuye al gran peso de esta estructura, aunado a la baja rigidez axial que
presentan los elementos que transmiten su peso hacia las cuatro columnas del
crucero.

La vibración de las torres fue objeto de un análisis detallado. Su vibración a nivel de


azotea es el doble de la que se tiene en el sótano, mientras que en la parte alta de
la torre la amplitud aumenta 3.5 veces más. La parte inferior de la torre está ligada
a la estructura principal y tiene mucho mayor rigidez que la parte superior, lo que
por tanto amplifica mucho la vibración. El período fundamental de vibración de la
torre es de 0.87 segundos.

Hay que destacar que la red acelerográfica de la Catedral, ha sido notablemente


exitosa en cuanto al número y calidad de registros obtenidos en un lapso reducido,
así como en la utilidad de la información. Esto permite mejorar el conocimiento sobre
la manera como el monumento responde a los movimientos sísmicos del terreno.
Muchos de los resultados son también de utilidad para el estudio de otros
monumentos, construidos sobre el suelo blando del centro histórico de la ciudad de
México. Es recomendable mantener por un tiempo la instrumentación de la Catedral,
para comprobar la estabilidad de la respuesta observada y conocer más claramente
el comportamiento de algunos elementos, en particular, las torres de la fachada
principal.

Se utilizaron los modelos de elementos finitos para realizar análisis sísmicos de la


Catedral y el Sagrario en su conjunto, así como en algunas de sus partes.
Inicialmente se determinaron las formas modales de vibrar de los edificios. Los dos
primeros modos corresponden a la vibración longitudinal y transversal; el tercero y
cuarto a la vibración torsional, y el quinto, a la vibración vertical de la cúpula central,
ya detectada en los registros instrumentales. Sobre los mismos modelos de
elementos finitos, se realizaron análisis dinámicos de la estructura, sometida al
movimiento más severo, el cual es registrado por los instrumentos para comparar la
respuesta ante un sismo, esto, con el diseño determinado con los criterios antes
expuestos

Como se puso en evidencia en el análisis de los registros instrumentales, el


agrietamiento de la estructura y la concentración de masas en algunas zonas, hacen
que partes de la estructura puedan vibrar de manera independiente del resto. La
fachada principal, con sus pesadas torres, puede separarse del resto de la
estructura, por lo que la primera debe revisarse como una unidad independiente en
una vibración normal a su plano. La parte central de la Catedral tiene una masa muy
superior al resto, y las fuerzas de inercia que en ella se generan, difícilmente pueden
ser transmitidas al resto de la estructura a través de la techumbre. Al comparar los
esfuerzos que se podrían presentar en los muros con el esfuerzo cortante, resistente
de esa mampostería, y encontrado con la aplicación de los criterios del Reglamento
de Construcciones a los resultados de los ensayes de laboratorio realizados a ese
material, se encuentra un factor de seguridad muy aceptable.

En resumen, puede afirmarse que los efectos sísmicos no constituyen una amenaza
grave para la estructura, a menos que ésta llegara a encontrarse en condiciones
cercanas al colapso, por el efecto de la acción conjunta entre el peso propio y los
hundimientos diferenciales.

Corrección Geométrica

De la evaluación sobre las condiciones de los edificios de la Catedral, se desprende


la necesidad de emprender acciones tendientes a reducir la situación de inseguridad
en la estructura y mejorar el funcionamiento del templo. La primera parte del
programa de rehabilitación tuvo como objetivo la corrección parcial de las
diferencias de nivel, entre distintos puntos de la base de los edificios, mediante la
técnica llamada de subexcavación. La naturaleza de esta técnica y la justificación
de su aplicación a la Catedral, se explican con detalle en la publicación de los
autores sobre su diseño y ejecución (Tamez et al., 2000).

La subexcavación consiste en hacer descender de manera lenta y controlada las


partes más altas en la base del edificio, mediante la extracción de suelo en los
estratos más compresibles debajo de ellas. En el caso de la Catedral, la extracción
se hizo con perforaciones radiales de pequeño diámetro, ejecutadas desde
lumbreras estancas excavadas hasta la profundidad deseada. Mediante un control
cuidadoso de la cantidad de suelo extraído en cada posición, es posible generar
asentamientos muy pequeños y precisos en los sitios deseados. Se excavaron 32
lumbreras, a partir del nivel de criptas y una profundidad de 20 m, distribuidas en
las zonas donde era necesario generar los hundimientos bajo la Catedral y el
Sagrario
El propósito no sólo fue eliminar parte de los hundimientos diferenciales, sino
también producir movimientos que favorecieran la estabilidad estructural de ambos
edificios. Destacan entre estos movimientos, los que conducen a la reducción en el
desplomo de las columnas de la nave central y de las torres de la fachada sur, el
cierre de la nave central, principalmente al norte del crucero, el cierre de algunas
grietas y la disminución de algunas torceduras.

Antes de comenzar la subexcavación se tomaron precauciones para salvaguardar


la estructura ante algún movimiento imprevisto en la cimentación. Se colocó una
estructura de apuntalamiento de la cubierta en la parte que es soportada por las
columnas; esto, a base de torres y arcos formados por tubos de acero, provistos de
mecanismos que permiten ajustar su altura y controlar la carga que va variando por
los asentamientos del piso que son producidos por la subexcavación.
Adicionalmente, se colocaron tirantes para restringir la posible abertura de arcos y
bóvedas de la nave principal y las procesionales. Considerando la situación
particularmente crítica para algunas columnas sujetas a cargas axiales y desplomos
elevados, se colocó en siete de ellas un zuncho a base de elementos de acero, para
protegerlas de alguna sobrecarga accidental durante el proceso.

Al inicio del programa de subexcavación era difícil prever hasta qué punto iba a ser
factible realizar las correcciones, ya que se suponía que las estructuras, por su
rigidez, se opondrían a los movimientos tendientes a distorsionarlas. Inicialmente,
se trató de producir configuraciones de asentamientos que corrigiesen, con la mayor
precisión posible, las diferencias de nivel existentes. Esto implicaba movimientos
relativos y giros en las bases de las columnas y en los arranques de las bóvedas.
En poco tiempo se llegó a la conclusión de que las correcciones más viables, son
las que implican movimientos de cuerpo rígido del conjunto, o de partes del mismo,
que están separadas por grietas importantes y que no presentan gran oposición a
los movimientos correctivos.

Una vez terminados los trabajos preparatorios, la subexcavación comenzó en


agosto de 1993 y se dio por terminada en mayo de 1998. El desnivel máximo que
existía entre puntos del piso de la Catedral, era de 240 cm. Este se redujo en 83
cm, lo que representa una corrección de 34%.

El aspecto crítico para la estabilidad del monumento lo constituyen los desplomos


de las columnas. En prácticamente todos los casos, la subexcavación produjo una
corrección favorable de los desplomos. Al final de la subexcavación quedaron cinco
columnas con una excentricidad mayor a 2% de su altura, y ocho con una
excentricidad mayor a 1%. La situación más preocupante es la de las cuatro
columnas del crucero de la Catedral, que mantienen un fuerte desplomo.

Micropolite con láminas de mortero para reforzar el suelo.

Inmediatamente después de terminar la subexcavación, se tomaron medidas para


evitar que los edificios reanudaran las tendencias de hundimiento que presentaban
antes del inicio del proceso.(ver imagen 17)Para ello se procuró modificar las
propiedades del subsuelo, para lograr una mayor uniformidad de sus hundimientos
y no perder rápidamente los avances logrados con la subexcavación. Para este
propósito se realizó un programa de inyección con lechada de mortero en los
estratos más compresibles del subsuelo. La técnica fue desarrollada y ejecutada
por TGC Construcciones (Tamez, 2000), con base en experiencias previas de
estabilización obtenidas en otros países, así como en los resultados favorables de
un proceso de inyección realizado en el Palacio de Bellas Artes en la década de los
veinte (Santoyo, 1998) y en aplicaciones recientes que la misma empresa realizó
en la FES-Zaragoza de la UNAM. En la versión desarrollada para la Catedral, se
inyectó inicialmente un micropilote de unos 15 cm de diámetro y a partir de éste
unas láminas radiales de 2-3 cm de espesor. Se diseñó un programa para inyectar
distintas cantidades de mortero en diferentes zonas, de acuerdo con la medida en
que se consideró necesario reducir la deformabilidad de éstas, para lograr un
hundimiento uniforme de los edificios. Se programó llegar a esos volúmenes en
varias etapas. En el período considerado en este informe, sólo se realizaron
diversas etapas de inyección, ajustando las cantidades de mortero de cada una, de
acuerdo con los resultados obtenidos en las etapas anteriores.
Los movimientos que se produjeron en la estructura durante esta etapa, fueron
inferiores a los que ocurrieron durante la subexcavación. Por ello los efectos en la
estructura fueron mucho menores; las tendencias de deformación se revelaron
mucho más lentamente, y las mediciones fueron más irregulares, al ser más
afectadas por factores externos como los cambios ambientales. En esta etapa el
monitoreo se basó más en las mediciones de los instrumentos automáticos
electrónicos, que en las nivelaciones y plomadas. Las modificaciones en los
desplomos de las columnas, en esta etapa, han sido poco significativas, al igual que
los otros parámetros de la respuesta estructural. Más evidentes han sido las
aberturas de los arcos y bóvedas de la nave principal, donde se ha llegado a perder
buena parte del cierre que se había logrado durante la subexcavación.

En resumen, hasta el momento la inyección no ha modificado las condiciones de


seguridad de la estructura, pero es previsible que, una vez que esta modificación
logre totalmente su efecto, los hundimientos diferenciales se estabilicen en patrones
mucho menos desfavorables para la estructura, que los tenidos anteriormente.

Monitoreo Estructural durante la Rehabilitación

Se tuvo clara conciencia de que el programa de rehabilitación que se iba a


emprender, para corregir parte de las distorsiones que el monumento había sufrido
desde los inicios de su construcción, iba a introducir solicitaciones significativas en
su estructura. Aunque podían hacerse estimaciones de la magnitud de los efectos
inducidos, existían serias incertidumbres sobre la precisión de los procedimientos
de cálculo, así como de la efectividad de las medidas correctivas. Por esta razón,
se decidió aplicar a todo el programa un enfoque denominado método
observacional, que se basa en la comprobación de la efectividad de las acciones
que se van realizando, mediante la medición continua y detallada de la respuesta
de la construcción, esto, ante pequeños incrementos de dichas acciones y el ajuste
progresivo de las medidas de intervención, con base en la respuesta medida.

La aplicación del método observacional requiere el diseño cuidadoso de las


actividades, para que éstas constituyan etapas de un experimento en el que sea
claro cuáles son las acciones y cuánto valen, y cuáles son sus efectos, a la par que
se trata de evitar la influencia de cualquier otro factor no controlado. La base del
método es el monitoreo de la respuesta, mediante una profusa instrumentación que
permita llevar un registro detallado de los parámetros básicos de la misma.

La instrumentación que se ha colocado en los edificios de la Catedral, está


constituida básicamente por un sistema convencional y otro automático. Estos se
describirán a continuación, sin incluir los instrumentos que tenían un propósito
esencialmente geotécnico, por estar fuera del ámbito de este trabajo.

El control básico de la respuesta se ha realizado mediante la nivelación quincenal


de una retícula, formada por un centenar de puntos ubicados a nivel de plintos de
muros y columnas. Su producto fundamental son las curvas de igual asentamiento
diferencial del piso de los edificios. Mensualmente se ha realizado una nivelación
semejante en las cubiertas de los templos, para detectar posibles diferencias con
respecto a los movimiento de los pisos. Los cambios de inclinación de las columnas
y muros se han medido con plomadas, sobre un marco metálico de referencia. De
manera menos sistemática se han realizado mediciones de las inclinaciones a
diversas alturas de las columnas, mediante un inclinómetro manual. Se han hecho
mediciones llamadas de convergencia, para dar seguimiento a los cambios de
distancia entre columnas de una misma crujía, a distintas alturas. Esto se hizo con
la utilización de una cinta de acero invar y un distanciómetro electrónico. La
aparición de grietas y la evolución de su longitud y abertura, se detectó con
inspecciones semanales, con el auxilio de una regla grabada. Adicionalmente, se
hizo un seguimiento de la carga que estaba tomando la estructura de
apuntalamiento, que se había colocado previo al inicio de los trabajos, con el fin de
dar protección a la cubierta ante una eventual falla de las columnas. Para ello se
colocaron medidores eléctricos de deformación en los tubos principales de las torres
de apuntalamiento, de los que se hicieron lecturas mensuales para determinar la
carga que estaban tomando, con el fin de realizar, de ser necesario, los ajustes a
los gatos de tornillo instalados en los tubos para regular su "apriete".
A medida que avanzaron los trabajos, se percibieron más claramente las ventajas
de contar con un sistema de medición, capaz de proporcionar, de manera continua
y automática, la información mínima necesaria para detectar señales de alarma en
la respuesta estructural. A partir de mediados de 1994, se pudo contar con un
sistema de monitoreo automático, diseñado y construido por el ISMES, e instalado
en colaboración con el Instituto de Ingeniería, el que se hizo cargo, además, de la
operación y el mantenimiento del sistema. Este es similar a los que se han instalado
en algunos de los templos de mayor importancia en Italia y otros países. Consta de:

 Diez péndulos con telecoordinómetros, para medir el movimiento vertical de


la parte superior de las columnas, torres y muros de fachadas
 22 extensómetros de gran longitud, para medir los cambios en las distancias,
entre distintos puntos de la cubierta, principalmente los cambios de claros de
bóvedas, arcos y cúpulas.
 Cinco sensores de temperatura en el extradós e intradós de la cubierta, para
tener bases de estimación sobre el efecto de los cambios de temperatura en
las mediciones de los diferentes parámetros de la respuesta estructural.
 Un radiómetro para medir la radiación solar y relacionarla con los efectos de
la temperatura.

Las señales de cada sensor son llevadas por una red de cableado hacia una
estación central de adquisición de datos, ubicada en una caseta adyacente a la
Catedral. El equipo está programado para hacer un barrido automático de lecturas
cada cuatro horas, pero con operación manual se pueden registrar las señales en
el momento que se desee. El programa permite desplegar en los monitores del
equipo, gráficas con la evolución en tiempo de las mediciones de cada sensor y las
diferencias entre sus lecturas. A los archivos de los resultados se puede tener
acceso a control remoto, desde las oficinas de los encargados del proyecto. El
sistema ha operado sin interrupciones desde su instalación. Sus lecturas son mucho
más precisas que las de un monitoreo convencional. Las señales son muy estables
y poco afectadas por cambios de temperatura y ruido ambiental.
Los resultados de los distintos sistemas de monitoreo, se presentarán al evaluar el
comportamiento estructural en las distintas etapas del programa de rehabilitación.

Pruebas de Laboratorio

En el Laboratorio de Estructuras del Instituto de Ingeniería de la UNAM, se han


realizado pruebas en materiales para apoyar los estudios de seguridad estructural
y las decisiones del proyecto.

Se han probado los tubos de apuntalamiento y sus conexiones, para verificar si su


resistencia es la del proyecto.

Se han extraído muestras de la mampostería empleada en la construcción. Sólo


para la cimentación se obtuvieron las muestras directamente del pedraplén. Las
muestras del material de los muros, se obtuvieron de elementos de construcciones
semejantes, para no afectar la Catedral. Los resultados indican una calidad
aceptable y bastante uniforme, con una resistencia promedio en compresión de 35
kg/cm2 .

Para el estudio de la calidad del material en las columnas, se extrajeron núcleos


continuos de 5 centímetros de diámetro de dos de las columnas de la Catedral y
una del Sagrario. Las muestras se sacaron a tres alturas del fuste de las columnas.

Los resultados revelaron que las columnas tienen una parte central de mampostería
bastante pobre. Por lo tanto, la sección de cantera efectiva para resistir las cargas,
es significativamente menor a la total. La revisión de la seguridad de las columnas
se ha hecho con la sección media.

Núcleos de piedra extraídos de la columna D5.

Se ha encontrado una diferencia significativa en la calidad de la cantera en la parte


superior de la columna, con respecto a la inferior. En la última etapa de construcción,
arriba del nivel, 10 metros sobre el piso de feligresía, se empleó una cantera de
calidad muy inferior para los sillares de las columnas. Los resultados muestran que
la resistencia promedio en compresión de los núcleos extraídos de la parte inferior,
es de 272 kg/cm2, mientras que para el último tramo, es de 100 kg/cm2, con valores
tan bajos como 75 kg/cm2.

Reparaciones Estructurales y otras Medidas para Mejorar la Seguridad de la


Estructura

Se aprovechó la etapa de inyección, en la que ya no se esperaban movimientos


significativos, para realizar diversas operaciones de reparación y refuerzo. La
actividad más intensa correspondió a la consolidación de las numerosas grietas que
existían desde antes de que se iniciara la rehabilitación y aquellas que se abrieron
durante el proceso. La consolidación se realizó mediante un procedimiento bien
establecido en la práctica, durante la conservación de los edificios históricos de
mampostería en México. Consiste en la inyección de una lechada de cal y arena,
con algo de cemento, y aditivos estabilizadores de volumen. La mayor cantidad de
grietas inyectadas están en las bóvedas de la Sacristía y la Sala Capitular, en la
parte poniente de la nave del crucero, y en todas las bóvedas al sur del eje 10. En
el Sagrario se presentaron especialmente en los tramos norte y poniente de la
bóveda principal, la esquina nororiente y la bóveda del sotocoro. Adicionalmente,
se sustituyeron algunos sillares dañados en dinteles y arcos, y se repararon diversos
huecos que se habían dejado en la estructura, para la colocación de insertos
metálicos de soporte para ornamentos y objetos de culto.

Atención especial requirió la bóveda del sotocoro del Sagrario, debido a las grandes
deformaciones que ha sufrido desde su construcción, las que habían motivado
diversas intervenciones previas. Se trata de una bóveda mucho más rebajada de lo
habitual, que adicionalmente ha perdido mucha curvatura por la abertura en sus
apoyos, lo que la hace particularmente vulnerable a deflexiones adicionales. Para
mejorar la seguridad estructural de esta bóveda, se le colocó, por el extradós, una
capa delgada de concreto reforzado con malla de acero.

Los arcos son los elementos de la cubierta que han sido objeto de las mayores
reparaciones y refuerzos a lo largo de los siglos.. En esta rehabilitación no se
realizaron refuerzos particularmente importantes de los arcos, excepto para el del
sotocoro del Sagrario. Se sustituyeron algunos sillares afectados y se inyectaron
algunas grietas, sobre todo para el arco del eje 7, de la nave procesional poniente
de la Catedral. El arco del sotocoro del Sagrario se encontraba en condiciones muy
avanzadas de deterioro, por lo que se optó por desmontarlo y volverlo a construir
con una geometría ligeramente más favorable.

Los muros han sido repetidamente dañados por los asentamientos diferenciales, así
como reparados por inyección de grietas y, en algunos casos, por la inserción de
elementos de concreto. En esta etapa también fue necesario realizar un buen
numero de reparaciones de grietas en muros mediante inyección. El único caso en
que el refuerzo se consideró impostergable, fue el del muro del eje F' del Sagrario,
que presentaba severos agrietamientos e indicios de falla incipiente, arriba del
hueco para el paso hacia la Catedral. Se reforzó con una malla de acero, anclada a
la mampostería y recubierta con una capa de concreto

Por las razones ya expuestas en este informe, la seguridad de las columnas de la


Catedral y el Sagrario fue objeto de particular atención por parte del Comité Técnico
Asesor. Los problemas mayores en estos elementos, se relacionan con los fuertes
desplomes que presentan, con el agrietamiento que en algunos de ellos han
producido los asentamientos diferenciales y las concentraciones de esfuerzos
generadas por la falta de uniformidad del apoyo en las juntas horizontales entre
sillares. Se realizaron estudios sobre los materiales y su estado de deterioro;
determinaciones experimentales, y cálculos analíticos de los esfuerzos actuantes
en las secciones críticas. Además, se dio un seguimiento muy estrecho a la
evolución de las condiciones de estos elementos, durante todo el programa de
rehabilitación.
Se estudiaron en detalle diversos tipos de intervención para mejorar la seguridad de
las columnas. A continuación se resumirán brevemente las principales opciones
consideradas y estudiadas.

Desmantelamiento y reconstrucción. Esta fue la primera solución considerada, y la


más drástica. En vista de las diversas irregularidades en el perfil de las columnas,
se propuso desmantelarlas y reconstruirlas con la reutilización de los mismos
sillares, cuando estos estaban sanos, y el uso de otros nuevos, labrados con piedras
similares a las de las columnas, para sustituir a los deteriorados o defectuosos. La
solución fue descartada por el Comité Técnico Asesor, principalmente por
considerar que requeriría un tiempo excesivo, así como una compleja y delicada
operación.

Refuerzo interior con costuras armadas. La técnica de las costuras armadas


consiste en la inserción de barras de acero en perforaciones con diámetros un poco
mayores al de las barras, las cuales son posteriormente inyectadas con una lechada
de mortero, cuyas características son las adecuadas para proporcionar buena
adherencia, impermeabilidad, durabilidad y estabilidad volumétrica. La efectividad
del procedimiento se estudió en laboratorio, mediante pruebas en tramos de
columnas a escala. Estas fueron elaboradas con un concreto de propiedades
similares a las de la piedra de menor resistencia, utilizada en los sillares. Se
construyeron tres tipos de modelos: el primero sin refuerzo, para que sirviera de
referencia; el segundo, con barras de acero de refuerzo, adheridas al concreto,
como en la técnica de costuras armadas, y el tercero, con las mismas barras, pero
ancladas en sus extremos, con placas que reaccionaron contra el concreto. Este
procedimiento de refuerzo también fue objetado por diversas consideraciones,
principalmente porque modifica sustancialmente la forma como trabaja la
mampostería, el funcionamiento estructural de las columnas y el de toda la
edificación. A esto también se suma la preocupación sobre la durabilidad del
refuerzo, ante la posible corrosión del acero a lo largo de los siglos. Además, se
agrega la comprobación en los ensayes, en el sentido de que las costuras armadas
sin placas extremas, sólo son eficientes para confinar el núcleo interior de las
columnas, y no su exterior, el que está sujeto a mayores esfuerzos.

Confinamiento exterior. Como se ha dicho, diversas columnas de la Catedral y el


Sagrario se zuncharon antes de iniciar la subexcavación, para protegerlas de
posibles movimientos bruscos de la cimentación. Se consideró la posibilidad de
colocar, de manera definitiva, una versión más completa y refinada de este
procedimiento, que incluye elementos verticales para distribuir la presión sobre la
piedra, así como elementos horizontales que fungen de zunchos. Para ello, se
realizó un estudio analítico y experimental, que permitió evaluar la contribución del
refuerzo de confinamiento a la resistencia y capacidad de deformación de las
columnas. Las pruebas experimentales se realizaron sobre modelos, que
representaban a escala un sexto la sección transversal de las columnas de la
Catedral. Se construyeron modelos monolíticos, y otros formados por sillares, con
el mismo arreglo que en la estructura real, reproduciendo también las juntas de
mortero. Paralelamente a los estudios experimentales, se realizaron análisis de
elementos finitos de tramos de columnas, sujetos a cargas verticales de
compresión, con el fin de estudiar la distribución de esfuerzos en la sección. Se
concluyó que esta solución resulta muy efectiva para reforzar las columnas; sin
embargo, no se consideró necesaria su aplicación por el momento, para evitar una
alteración tan fuerte en la apariencia del templo. Se optó por recurrir a una solución
menos agresiva, aunque menos efectiva, pero que remediara los defectos
principales de las columnas. Este procedimiento queda como una solución, factible
de aplicar, en caso de que los hundimientos diferenciales lleguen a aumentar
nuevamente y a afectar gravemente la seguridad de las columnas.

Confinamiento externo.
Solución adoptada. Se consideró una mejora significativa en la seguridad de las
columnas, procurando una distribución más uniforme de esfuerzos en las juntas,
mediante la eliminación de las cuñas y la colocación de una capa de mortero en
toda la superficie de la junta. Lo anterior se realizó en tres operaciones sucesivas,
Primero se retiró una banda perimetral de mortero de aproximadamente 10 cm de
ancho, con lo cual se eliminaron también todas las cuñas. Después se rellenó esa
misma banda con un mortero de alta calidad, en el que se dejaron embebidos
pequeños tubos para inyectar posteriormente una lechada que llenara toda la junta
e, incluso, consolidara el núcleo central de mampostería. En ambos casos el
mortero tenía aditivos para propiciar su impermeabilidad, la resistencia a los
cloruros, la reducción de la contracción por fraguado y alta fluidez. Se llevó un
registro detallado de la cantidad de mezcla inyectada, por cada una de las ocho
boquillas de inyección que se utilizaron en cada hilada.

Daños en las columnas debido a la presencia de cuñas de piedra.

También se requirió una intervención mayor en los sillares de la parte superior de


las columnas del crucero, en el tramo comprendido entre el arranque de las naves
procesionales y de la principal. Estos sillares se encontraban muy dañados por el
mecanismo de deformación descrito en capítulos anteriores.

Sustitución de sillares en la columna C6

Revisión Estructural de la Cimentación y Propuesta de Refuerzo

Las acciones realizadas durante el actual programa de rehabilitación, deberían


disminuir sustancialmente la magnitud de los futuros hundimientos diferenciales y
los consiguientes problemas en la estructura; sin embargo, es indudable que se
seguirán presentando hundimientos de cierta consideración, a menos que se
cancele o se reduzca drásticamente la extracción de agua del subsuelo del Valle de
México.
Como se ha anotado al inicio de este escrito, tanto la cimentación, como la
estructura de la Catedral, tienen poca capacidad para absorber los hundimientos
diferenciales, cuando éstos tienen una configuración convexa que tiende a producir
tensiones en las bóvedas y en la parte superior de la cimentación. La recimentación
de la década de los treinta, tuvo como propósito principal mejorar la capacidad de
la cimentación para absorber este tipo de hundimientos diferenciales.
Lamentablemente, los trabajos no surtieron el efecto deseado, debido a que no se
llegó a proporcionar la total continuidad del refuerzo colocado, lo que propició la
generación de concentraciones de deformación y fuertes agrietamientos en el piso
de la feligresía y las contratrabes. El Comité Técnico Asesor del proyecto consideró
necesaria una corrección de la cimentación actual y definió tres actividades básicas
a realizar:

1. Colocar anillos perimetrales en los cruces de las contratrabes principales, en


la parte superior de las mismas, rodeando los dados de las columnas. El
propósito principal es ligar el refuerzo de las contratrabes y darle continuidad,
además de proporcionar confinamiento a la base de las columnas.
2. Colocar refuerzo longitudinal adicional en el lecho superior de las
contratrabes, para aumentar la resistencia a flexión de éstas.
3. Continuidad al refuerzo de la losa de la feligresía y su conexión a las
contratrabes, para que contribuya a la resistencia a flexión de éstas últimas.

Un proyecto detallado de refuerzo en este sentido fue realizado por HP Ingenieros.


En resumen, se prevé la colocación, alrededor de cada columna principal y arriba
de las contratrabes, de un anillo octagonal de perfiles de acero estructural en forma
de armadura, así como refuerzos del mismo tipo sobre las contratrabes
transversales y longitudinales, propiciando una adecuada conexión entre el refuerzo
nuevo y el existente

Adicionalmente, el proyecto prevé detalles para solucionar la continuidad en las


crujías exteriores y otras zonas donde hay cambios de nivel. Se evaluó la
conveniencia de colocar un refuerzo adicional en la parte inferior de las
contratrabes, para darles continuidad y aumentar la resistencia en flexión. Se
desechó esta solución por su complejidad e interferencia con las criptas, y porque
las configuraciones de hundimientos que introducen tensión en la parte inferior de
la cimentación, son menos severas.

Para el diseño del refuerzo se realizaron análisis bajo distintas condiciones de


hundimientos, con los que se determinaron las fuerzas inducidas en la cimentación
y la estructura. Se partió de la configuración de hundimientos que se presentaba
antes del inicio de la rehabilitación. Al perfil típico de un eje transversal, al norte del
crucero, se ajustó una curva parabólica que conduce a una distribución uniforme de
momentos flexionantes, a lo largo de todo el eje. Se determinaron las propiedades
de momento de inercia y módulo de elasticidad de una viga, con sección transversal
compuesta por todos los elementos de cimentación que son tributarios a ese eje
(contratrabe principal, contratrabes laterales, pedraplén, losa de piso, etcétera). Se
calculó el hundimiento diferencial que, para la configuración supuesta, causaría la
fluencia del acero de refuerzo.

Se encontró que para la tasa de hundimientos que se tenía antes de iniciarse los
trabajos, ese asentamiento diferencial tomaría 23 años en presentarse. Si
suponemos, conservadoramente, que gracias a los trabajos de inyección del suelo
y la rigidización de la cimentación, se reducirá la tasa de asentamientos
diferenciales a la mitad, además de que por los fenómenos de flujo plástico del
concreto y la mampostería, la rigidez real de la cimentación debe ser menor que la
supuesta y por lo tanto los momentos flexionantes inducidos también menores que
los calculados, puede esperarse que la fluencia del refuerzo se presentará en un
lapso que se acercará a los 100 años. Esto indica que la cimentación permanecerá
elástica y, por lo tanto, con un agrietamiento pequeño por un tiempo considerable.
Hay que tomar en cuenta, además, que la fluencia del refuerzo no representaría una
condición de falla en la cimentación, sino una pérdida de rigidez con un
agrietamiento significativo, pero mucho menor del que se ha tenido en el pasado.
Por lo tanto, el refuerzo propuesto para la cimentación debería asegurar un buen
comportamiento del edificio por más de un siglo.
El proyecto de refuerzo no llegó a ejecutarse dentro del programa de rehabilitación
objeto de este informe, esto, por razones de tiempo y costo, pero, sobre todo, por
las alteraciones que habría causado a las actividades del templo y las dificultades
por resolver en algunas zonas conflictivas, como el altar mayor y el área para el
coro. Se prefirió una solución parcial, consistente sólo en la colocación del anillo de
confinamiento en la base de las columnas y su conexión a los perfiles de acero en
la parte superior de las contratrabes. De esta manera se logró la continuidad del
refuerzo en dichas contratrabes, en ambas direcciones principales, además del
confinamiento de las bases de las columnas. Se ha realizado, por el momento, sólo
el refuerzo de la base de la columna C-3, que es la de agrietamiento más crítico. Se
deja para etapas futuras la colocación del resto de los anillos de confinamiento.

Con la solución finalmente adoptada, se alcanza una mejora sustancial en el


comportamiento de la cimentación y se deja abierta la posibilidad de aumentar su
capacidad, si se llegaran a presentar nuevamente hundimientos severos.
Torre de pisa

Las 8 plantas de la estructura de la Torre


fueron construidas sobre un cilindro hueco
("canna") rodeado por 6 logias con
columnas, que emerge desde la base
("tamburo"), reposando en los cimientos.
La cámara que encierra el campanario en
la parte superior de la estructura se
conecta con la planta baja a través de una
escalera de caracol situada en el cuerpo
de fábrica anular (1,2) La estructura
cilindrica fue edificada siguiendo una
técnica conocida con el nombre de
"relleno" que consiste en elementos de
tres capas: la cara de los muros de piedra,
tanto por la parte interior como por la
exterior y el núcleo central fabricado con hormigón (fragmentos de rocas, grava y
tierra ligados con mortero de cal). La construcción se realizó con diversos elementos
estructurales y arquitectónicos: cimientos 32.400 bloques de piedra en los muros de
las fachadas externas e internas. Material de "relleno" del cuerpo cilíndrico. 180
Columnas de las 6 logias (30 en cada planta),15 medias columnas de la base, 12
columnas del campanario, bases y capiteles de las columnas, arcos, volutas y
comisas de las logias y del campanario, marcos de las puertas y ventanas, 293
escalones, muros y techos de la escalera interior, bandas oscuras omamentales de
la fachada exterior y del campanario.

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