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Autor: Eva María Rodríguez

Edades: A partir de 4 años

Valores: perseverancia, responsabilidad

La dragona EleanorLa dragona Eleanor estaba cuidando sus huevos. Pronto nacerían de ellos tres
preciosas crías de dragón. Y allí estaba ella, dando calor a sus huevos, cansada y hambrienta. Pero
no podía irse. No podía arriesgarse a que alguien robara sus huevos.

Mientras tanto, los ladrones de crías de dragón acechaban. Ocultos a una distancia prudente, los
ladrones vigilaban la guarida de la dragona. Sabían que estaba sola. El dragón llevaba semanas sin
aparecer. Probablemente lo habría capturado algún cazarrecompensas como ellos.

-Esto será muy fácil -dijo uno de los ladrones-. La dragona no tendrá más remedio que salir a
buscar comida para los recién nacidos. Y con lo cansada y hambrienta que está, tardará en
regresar.

Por fin, los dragoncitos salieron de sus huevos. Dos dragones y una dragona. La dragona Eleanor
estaba entusiasmada. Los dragoncitos, hambrientos. Y a la dragona Eleanor ya no le quedaba nada
de comida.

-Tendré que ir a por comida, hijitos míos -dijo la mamá dragona-. Tendréis que estar callados y
quietos en el nido.

Los dragoncitos lo entendieron todo muy bien, porque incluso desde que nacen son muy listos, y
obedecieron. En cuanto la vieron salir, los ladrones salieron de su escondite y, sigilosamente,
iniciaron el camino a la guarida del dragón.

-No hagáis ruido -dijo uno de los ladrones-. No queremos que los dragoncitos se asusten.

Pero en cuanto los ladrones asomaron la nariz por la guarida, los dragoncitos empezaron a gritar.

-No os servirá de nada gritar, pequeños -dijo uno de los ladrones-. Vuestra madre no llegará a
tiempo. Tal vez esta comida os haga callar más …. ¡Ah, ah, ah! ¡Mi trasero!
TLa dragona Eleanorodos los ladrones empezaron a gritar. Algo les estaba quemando el culete. Era
la dragona, que había regresado y había lanzado una buena llamarada a sus posaderas.

-¡Qué buena idea haber traído comida! -dijo la dragona Eleanor-. Eso os salvará de ser nuestro
almuerzo. Y ahora, ¡fuera de aquí!

Los ladrones se fueron de la guarida de la dragona Eleanor con el trasero bien caliente y el orgullo
realmente herido.

-Creo que deberíamos dedicarnos a otra cosa -dijo uno de los ladrones.

-Sí -dijo otro-, alguna que no requiera que nos sentemos, porque vamos a estar una buena
temporada sin poder hacerlo

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