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Alrededor de los 2 a los 3 años de edad los niños pasan por una etapa de

negativismo y de independencia que les llevará a dar rienda suelta de sus

cuerdas vocales para llamar la atención y conseguir lo que quieren. Cuando

esta situación es constante puede acabar con la infinita paciencia de los

padres, llegando a convertirse en una verdadera guerra de gritos

¿Por qué grita?

Sobre los 2 años, comienza a desarrollarse en el pequeño una nueva etapa

basada en el negativismo y la necesidad de independencia. Ésta les llevará a

verse capaces de afrontar sin ayuda las nuevas situaciones, provocándoles un

estado de frustración si no consiguen su objetivo, acudiendo así a los gritos

para llamar la atención de los padres. Además, esta temida etapa lleva

asociado un desafío a las normas establecidas por los progenitores, lo que

convertirá a los niños de esta edad en pequeños rebeldes.

La intensidad de esta etapa es diferente en cada niño, pero hay que tener en

cuenta que la mayoría de ellos recurrirá al grito por considerarlo una manera

eficaz, rápida e incuestionable para obtener la atención de los padres, ya sea

para bien o para mal; por lo que habrá niños que utilizarán los chillidos para
reclamar atención y conseguir lo que desean exclusivamente, mientras que

otros se pasarán el día entero gritando porque les cojas o no en brazos, por la

hora de comer, por tener que marcharse del parque, etc. Aunque en un

primer momento los padres lleguen a desesperarse, queriendo únicamente

gritar y castigar a los pequeños, hay que saber cómo actuar correctamente

para que esta rebelde etapa sea temporal y no llegue a convertirse en un

comportamiento habitual en los niños.

¿Cómo actuar?

La rebeldía de los dos años es una etapa pasajera y aunque probablemente

no podremos evitar que grite ni tenga las conocidas rabietas, es cierto que

dependiendo de la actuación de los padres se podrá conseguir que no lo haga

tan a menudo.

- Ante todo, no CEDAS A SUS CAPRICHOS, ya que de esa forma sólo

conseguirás que use los gritos constantemente como método para conseguir

sus objetivos. Cuando esté calmado, explícale firmemente que no debe gritar

ya que así no se le entiende y no conseguirá lo que quiere.


- Deberás tener paciencia con él. Si el grita o tiene una rabieta, no respondas

con lo mismo, ya que te tomará como modelo y lo hará frecuentemente. Así,

que control y calma. Él también tendrá que aprender a ser paciente, ya que

muchas de las situaciones que causan gritos y rabietas se producen cuando

no pueden conseguir lo que quieren al instante, por lo que no deberás darle

todo lo que quiera al momento, sino enseñarle a que hay que esperar.

- No le castigues ni le insultes con frases como “eres tonto” o “eres malo”. Si

aún así, decides castigarle, mantén tu posición hasta que lo cumpla, ya que

de lo contrario pensará que siempre te comportarás igual.

- No hay que chillar ni tener un tono alto. Si cuando él está gritando,

empezamos a hablarle muy bajito, susurrando, conseguiremos que se

asombre y nos preste atención. Así, cuando se calme, hay que explicarle que

no debe gritar y, distrayéndole con otra actividad, que no considere una

recompensa, se puede conseguir que se olvide de los gritos, por el momento.


- Cuando le mandes una actividad, que esté interrumpiendo su juego o sepas

que no le va a gustar, proponle otra que le satisfaga. “Recoge tus juguetes,

que luego nos vamos al parque”.

- Si los gritos se producen en casa, no le hagas caso y explícale en voz baja

que únicamente le harás caso cuando deje de gritar. Cuando recurren al

grito, están buscando una forma de llamar la atención, en la mayoría de las

ocasiones; por lo que si le hacemos caso, tanto si es con cariño como si es

enfadados, habrá conseguido su objetivo.

Aunque llegue un momento en que los gritos de tu pequeño se hagan

desesperantes y pienses que vas a perder la paciencia, piensa que esta es una

etapa pasajera y que, como todas las demás, acabará tarde o temprano, si le

hacemos entender que a través de los gritos no va a conseguir ninguno de

sus objetivos.

Muchos niños gritan por dos razones: porque no saben expresar de otra

forma lo que sienten y por imitación del adulto. Ambas razones se pueden

cambiar y mejorar para que los niños puedan hablar de forma más calmada.
Por qué gritan los niños

Realmente ver a un niño gritar genera un sentimiento desagradable porque

como adultos sentimos que algo no marcha bien, porque de algún sitio lo

aprendió. Conseguir que un niño deje de hablar a gritos no es que sea algo

que se consiga de la noche a la mañana pero se puede conseguir con

paciencia y constancia. ¿Quieres saber cómo manejar los gritos de los niños y

poder vivir así en un ambiente más tranquilo y relajado?

Los niños gritan porque no saben cómo manejar mejor sus emociones

negativas por lo que para transmitir este malestar utilizan los gritos, las

pataletas y el llanto final. Si ven que lo consiguen y los padres reaccionan

ante sus gritos para que él pare de gritar aprende que sus gritos funcionan

para conseguir lo que quiere por lo que volverá a gritar siempre que vea

necesario conseguir algo. Cuando esto ocurre los niños aprenden que gritar

es más eficaz que hablar y además verá unos padres nerviosos que también

gritan para que él pare de gritar, algo como que la rueda no para de girar.
Pero existe otra causa bastante generalizada de por qué los niños gritan: lo

aprenden de sus padres y lo imitan porque piensan que es la forma normal

de comunicarse. Un grave error.

QUÉ HACER CUANDO EL NIÑO GRITA

Primero y antes de nada debes saber que el grito no educa, sólo paraliza y no

soluciona absolutamente nada, es más, agrava la situación. Además si le

gritas a tu hijo le estarás dando un mal ejemplo de cómo deben hablarse las

personas porque los gritos y las malas palabras es igual de dañino que

cualquier otro maltrato.

El primer paso para solucionarlo es detener los gritos en casa, controlar la ira

y hablar con tonos calmados por muy nervioso que se esté, es la única

manera para que los hijos escuchen de forma correcta. Si tú gritas tu hijo

también gritará a todo el mundo, por este motivo resulta tan importante

educar desde la calma y la serenidad.

Si tu hijo grita en casa deberás con tono calmado ponerle un dedo en la boca

y sacarle de la habitación o del contexto en el que está gritando y decirle que


no escucharás nada de lo que dice hasta que no diga lo que quiere decir de

forma más pausada y con calma. Deberás ser paciente puesto que intentará

mediante pataletas conseguir lo que quiere. Una vez que diga las cosas de

forma calmada hazle ver que así se consiguen mejores cosas que si lo hace

gritando, verás cómo poco a poco empezará a gritar menos.

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