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EL PENSA

MIENTOB

Pierre Klossowski, Rolan


Barthes, Philippe Sollers
LETRAS MAYUSCULA
EDITORIAL PAIOOS
EL PENSAMIENTO
DE SADE

'f
13- DE GIDE A SARTRE: Puntos d:e partida, Francis
LETRAS MAYUSCULAS Jeanson
dirigida por David Viñas
14 - LITERATURA Y SENSACION, Jean-Pierre Rich!1rd

15 - KAFKA, Marthe Robert

16 - LITERATURA ARGENTINA Y REALIDAD PO-


LITICA, David Viñas

1- LEVI-STRAUSS: Estrocturalismo y dialéctica, B. Pin- l7 - LAUTREAMONT, R. Jean, R. Borderie y otros


gaud, L. de Heusch, J. Pouillon, C. Lévi-Strauss y otros

2- SARTRE: El último metafísico, B. Pingaud, P. Tro-


tignon, R. Bellour, J.-P. Sartre y otros

3 - VERNE: Un revolucionaria subterráneo, R. Bellour,


M. Butor, M. Foucault y otros

4 - DESPUES DE LA ALIENACION: La novela nor-


teamericana actual, Marcus Klein

5 - EL TEATRO DE LA IBA, J ohn Russell Taylor

6-EL NOVELISTA COMO FlLOSOFO, John Cruick-


shank y otros

7 - LA NOVELA POLICIAL, Boileau-Narcejac l 1

8 - EL PENSAMIENTO DE SADE, P. Klossowski, R.


Barthes, Ph. Sollers y otros

9 - ILUSION Y REALIDAD, Ch. Caudwell

10 - EL ESPACIO LITERARIO, Maurice Blanchot

11-TIEMPO Y NOVELA, Jean Pouillon

12-NUEVA NOVELA LATINOAMERICANA I , M.


Vargas Llosa, A. Rama, J. Lafforgue, C. Blanco Agui-
naga y otros
'
1

13- DE GIDE A SARTRE: Puntos de partida, Francis


)eanson
LETRAS MAYUSCULAS
dirigida por David Viñas 14- LITERATURA Y SENSACION, Jean-Pierre Riclw-d

15 - KAFKA, Marthe Robert

16 - LITERATURA ARGENTINA Y REALIDAD PO-


LITICA, David Viñas

1- LEVI-STRAUSS: Estructuralismo y dialéctica, B. Pin- L7 - LAUTREAMONT, R. Jean, R. Borderie y otros


gaud, L. de Heusch, J. Pouillon, C. Lévi-Strauss y otros

2-SARTRE: El último metafísico, B. Pingaud, P. Tro-


tignon, R. Bellour, J.-P. Sartre y otros

3 - VERNE: Un revolucionario subterráneo, R. Bellour,


M. Butor, M. Foucault y otros

4 - DESPUES DE LA ALIENACION: La nooela nor-


teamericana actual, Marcus Klein

5 - EL TEATRO DE LA IRA, John Russell Taylor

6 - EL NOVELISTA COMO FILOSOFO, John Cruick-


shank y otros ·

7 - LA NOVELA POLICIAL, Boileau-Narcejac

8 - EL PENSAMIENTO DE SADE, P. Klossowski, R.


Bartbes, Ph. Sollers y otros

9 - ILUSION Y REALIDAD, Ch. Caudwell

10 - EL ESPACIO LITERARIO, Maurice Blanchot

11 -TIEMPO Y NOVELA, Jean Pouillon

12 - NUEVA NOVELA LATINOAMERICANA I, M.


Vargas Llosa, A. Rama, J. Lafforgue, C. Blanco Agui-
naga y otros
EL PENSAMIENTO
DE SADE

P. Klossowski, R. Barthes, Ph. Sollers,


H. Damisch, M. Tort

Editorial Paid6s, Buenos Aires


Título del original francés
LA PENSEE DE SADE Indice
Tel Quel 28

Publicado :por
Editions Du Seuil, S. A., Francia

Versión castellana
Manuel Lamana

Diseño gráfico
Norberto Cóppola

x Sade o el filósofo infame, Pierre Klossowski 13

X El árbol del crimen, Roland Barthes 46

'X Sade en el texto, Philippe Sollers 73

La escritura sin medidas, Hubert Damisch 94

El efecto Sade, Míchel Tort 121

Impreso en la República Argentina


Queda hecho el depósito que previene la ley Nº 11,72;j
© Copyright de todas las ediciones en castellano by
EDITORIAL PAIDOS, S. A. l. C. F.
Defensa 599, Buenos Aires
''Mi manera de pensar es el fruto de mis reflexiones;
está en relación con mi existencia, con mi organiza-
ción. No tengo el poder de cambiarla; y aunque lo
tuviera no lo haría. Esta manera de pensar que cen-
suráis es el único consuelo de mi vida; me alivia to-
das las penas en la cárcel, constituye todos mis pla-
ceres en el mundo, y me importa más que la vida. La
causa de mi desgracia no es mi manera de pensar, sino
la manera de pensar de los otros."

SADE, Carta a su mufer


,..

Sade o el filósofo infame 1

Nos proponemos abordar aquí la experiencia de Saáe


tal como se ha expresado en los escritos.

Antes trataremos de definir la posición filosófica que


adoptó o fingió adoptar en sus novelas. A este res-
pecto, ¿qué significa para Sade el hecho de pensar
y de escribir en relación con el hecho de sentir o de
actuar?
Sade mismo, para desaprobar definitivamente a su
Justine, declara que todos los personajes "filósofos"
de sus "propias" obras no son más que "gente hones-
ta", en tanto que "por una imperdonable torpeza para
malquistar al autor ( de Justine ) con los sabios y con
los locos", todos los personajes fil6sufos de esta no-
vela están gangrenados de infamia.2

Esta confrontación del filósofo persona honesta y del


filósofo criminal nos lleva a Platón. El filósofo per-
sona honesta se enorgullece del hecho de pensar co-
mo única actividad válida de su ser. El infame que
1 Digresiones y desarrollos de la conferencia sobre el
tema: "Signe et perversion chez Sade", pronunciada en
Tel Quel el 12 de mayo de 1966.
2 Cf. "Note relative ama détention", en Marquis de Sade,
Cahiers personnels ( 1803-1804). Textos inéditos, estable-
cidos, prolongados y anotados por Gilbert L ély, París,
Corréa, 1953.

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a la necesidad de reproducirse y perpetuarse por el
filosofa sólo concede al pensamiento el valor de favo- lenguaje. Se establece así la reciprocidad de persua-
recer la actividad de la pasión 11lÓ$ fuerte; la cual sión que permite el intercambio de las singularidades
para una persona honesta sólo es una incompl,etud individuales en el circuito de la generalidad. La re-
de ser. Pero si la mayor infamia consiste en disfrazar ciprocidad de persuasión nunca se efectúa más que
a su pasión de pensamiento, el infame en el pen- según el principio de identidad o principio de con-
samiento de la persona honesta sólo ve el disfraz tradicción, el cual hace coincidir el lenguaje lógica-
de una pasión impotente. mente estructurado con el principio general del en-
tendimiento, es decir, la razón universal.
Si quiere hacerse justicia a Sade, hay que tomar en
serio esta "filosofía infame". Porque tal como se pro- Siguiendo este principio de la generalidad norma-
diga en una obra inmensa, traza un siniestro punto tiva de la especie humana, Sade quiere establecer
de interrogación sobre la actitud previa de pensar y una contra-generalidad, que esta vez valga para la
de escribir, y particularmente de pensar y de descri- especificidad de las perversiones, que pueda permi-
bir un acto, en wgar de cometerlo. tir un intercambio entre los casos singulares de per-
versión, los cuales, según la generalidad normativa
Actitud previa que no por eso es decisiva en el di- existente, se definen por una ausencia de estructura
lema: ¿cómo dar cuenta de un fondo de sensibilidad lógica. Así se proyecta la noción sadiana de mons-
irreductible si no es por los actos que la traicionan? truosidad integral.
Irreductible fondo que nunca se puede reflejar ni
volver a tomar más que en esos actos ejecutados en Pero esta contra-generalidad, que vale para la espe-
el exterior del pensamiento, actos que ni se reflejan cificidad de la perversión, la supone ya implícita en
ni son asibles. la generalidad existente: para Sade, el ateísmo pro-
chmado por la razón normativa en nombre de la
libertad y de la soberanía del hombre está destinado
El hecho de escribir en Sade a cambiar el sentido de la generalidad que existe en
esta contra-generalidad.
El hecho propiamente humano de escribir supone
una generalidad de la cual reivindica la adhesión un Así el ateísmo, acto supremo de la razón normativa,
caso singular, entendiéndose de esta manera a sí mis- debe instituir el reinado <le la ausencia total de
mo como perteneciente a esa generalidad. Sade en normas.
su caso singular concibe el hecho de escribir como
verificando esta pertenencia. En la época de Sade el Al elegir por testimonio del acto de razón que es el
órgano de la generalidad es el lenguaje lógicamente ateísmo la manera perversa de sentir y de actuar, des-
estructurado de la tradición clásica; este lenguaje, provista de lógica, Sade procesa inmediatamente por
por su estructura, re-produce y reconstituye en el una parte la razón universal en tanto que la vuelve
terreno del gesto comunicativo la estructura norma- contradictoria en su propia aplicación, y por la otra,
tiva de la especie humana en los individuos. Esta, el comportamiento humano en tanto que es conse-
desde un puÜto de vista fisiológico, se expresa por cuencia de la subordin;ición de las funciones de vivir.
una subordinación de las funciones de vivir, subor-
dinación que asegura la conservación y la propaga-
ción de la especie. La necesidad de reproducirse y
perpetuarse que actúa en cada individuo corresponde
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Crítica del ateísmo por Sade toda razón normativa preestablecida: El ateísmo in--
tegral será el final de la raz6n antropom6rfica. A pe-
¿Cómo llega la razón al ateísmo? Por el hecho de que sar de esta oscura voluntad, Sade no distingue ni
decide que la noción de Dios alteraba de manera iló- tampoco trata de distinguir e1 hecho de pensar del
gica, luego monstruosa, su propia autonomía; es de hecho de referirse a la razón universal hipostasiada
la noción de Dios, declara, arbitraria en sí, de donde en su concepto de naturaleza. Esta distinción sólo se
se desprende todo comportamiento arbitrario, perver- expresa en los actos aberrantes que describe, por más
so y monstruoso. En adelante, si el ateísmo puede que el pensamiento tenga aquí un alcance experi-
prevalecer como decisión de la razón autónoma, es mental. Sea por despreocupación o por placer ma-
que esta autonomía pretende mantener por sí sola las ligno en las situaciones contradictorias, como novelista
normas de la especie en el individuo y así, por la da a sus personajes aires de "filósofos gangrenados
subordinación de las funciones de vivir en cada uno de infamia".
para la igualdad y la libertad de todos, asegurar un
comportamiento humano según esas normas. ¿Cómo Porque si ellos refieren a esa razón normativa sus
incluiría fenómenos contrarios a la conservación de actuaciones dictadas por la anomalía, es para arruinar
la especie, extraños a su estructura, si ella misma no la autonomía de la razón, de la cual se burlan y cuya
vanidad demuestran cuan-do, por su acto supremo, el
se rnnueva en su propio concepto? Pero es ahí preci- ateísmo, esa misma razón, pretende garantizar el com-
samente donde Sade ejerce de manera implícita una
crítica de Ja razón normativa. Para Sade ese ateísmo portamiento humano. Si el ateísmo no es pensado a
no es aun más que un monoteísmo invertido y apa- partir de los fenómenos que rechaza la razón, conso-
rentemente purificado de idolatría, que apenas lo lida aun más las instituciones basadas en las normas
distingue del deísmo, ya que, de la misma manera antropomórficas. De aquí resulta el dilema siguien-
que la noción de Dios, garantiza el yo responsable, su te: o bien la razón misma queda excluida de su
propiedad, la identidad individual. Para que el ateís- decisión autónoma (el ateísmo) que debía prevenir
mo se purifique de ese monoteísmo invertido, tiene la monstruosidad en el hombre, o bien la monstruo-
que ser integral. ¿Pero cuál será entonces el compor- sidad se excluye de nuevo de toda argumentación
tamiento humano? Se cree que Sade contestará: vean posible.
mis monstruos; y sin duda ha Il!ezclado las cartas lo
bastante como para que se lo suponga dando una La descripción de la experiencia sadiana por Sade
respuesta tan ingenua.
La descripción que da Sade de su propia experiencia
Al e>q>resarse según el concepto de razón universal, a través de sus personajes supone una doble experi-
Sade no puede dar cuenta del contenido positivo de mentación: 1) la de la representación de lo sensible
la perversión, es decir de la sensibilidad polimórfica en el acto aberrante; 2) la de la representación des-
más que por conceptos negativos que son consecuen- cripta.
cia de esta razón; y así, en los antípodas de los "se-
cuaces de la tonsura", no puede evitar que se eleve D e ahí la relación de la act-ualizaci6n, por la escritura,
la reprobación de los ateos bienpensantes; nunca le de lo sensible en un acto, con la ejecuci6n del acto,
perdonarán éstos haber alcanzado la monstruosidad independientemente de su descripción.
de lo arbitrario divino por el desvío del ateísmo. La
razón se pretendía libre de Dios. Sade -aunque de lo En Sade esta escritura no es puramente descrip-
más sordamente- quiere liberar al pensamiento d'e tiva (objetiva), sino interpretatíva; al interpretar el

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acto aberrante como una coincidencia de la naturale-
za sensible y de la razón, Sade humilla a la vez a la Por qué no ha buscado Sade una formulación con-
razón por lo sensible, y a lo sensible "razonable" por ceptual positiva de la perversión ( o sea de la poli-
la razón perversa. La razón perversa es también su morfia sensible) . De la necesidad del ultraje
réplica de la razón que censura a lo sensible; co-
mo réplica de la censura, la razón perversa retiene a Si Sade hubiera buscado, por más que siempre le
aquélla para introducir en lo sensible "razonable" la preocupara, una formulación conceptual positiva de
sanción punitiva como ultraje, palabra por la cual la perversión, precisamente habría pasado junto a su
Sade entiende la transgresión de las normas. propio enigma: no habría intelectualizado el fenó-
meno del sa<lismo propiamente dicho. Esto se debe
Para Sade no hay que justificar el hecho de sentir en a un motivo más oscuro que forma el nodtts de la
sí, irreduct:ble, de la perversión. Lo que Sade quiere experiencia sadiana. Motivo del ultraje en el sentido
moralizar es el acto aberrante que tiene como conse- en que lo que está ultrajado se mantiene para servir
cuencia: aberrante a los ojos de Sade mismo, puesto de apoyo a la transgresión.
que la razón no se puede reconocer en él, aunque sea
atea. Sade se encierra en la esfera de la razón normativa
no sólo porque sigue siendo tributario del lenguaje
En Sade lo sensible sólo se describe bafo la forma de lógicamente estructurado, sino porque la fuerza que
una propensión a actuar. De su descripción Sade ejercen las instituciones existentes se individualiza
pasa progresivamente a la explicación moral del acto. en su propia fatalidad.
Establece así entre la manera perversa de sentir y la
manera perversa de actuar la doble relación que man- Si se hace abstr;icción de la estrecha connivencia de
tiene la expresión de su interioridad propia, por una las fuerzas depresivas con las subversivas, conniven-
parte con la exterioridad del acto aberrante y por la cia que se establece en su conciencia por el hecho de
otra con la exterioridad de la razón normativa. De que fuerza a la razón a servir de referencia a la ano-
manera que la distinción entre el sadismo reflexivo malía, y a la anomalía a referirse a la razón, por el
y el acto sádico irreflexivo nunca se puede efectuar desvío del ateísmo, se quita a la transgresión la nece-
más que por mediación de la razón normativa. De sidad del ultraje; se vuelve puramente intelectual,
donde resulta un todo indisoluble en el que lo sensi- confundida con la insurrección general de los espíri-
ble ( o sea la experiencia propia de Sade) se oscurece tus en vísperas de la Revolución; en tal caso el sadis-
a medida que el discurso debe justificar el acto. mo no sería más que una ideología utópica entre otras.

Sade se declara ateo a partir de su manera de pensar Por lo contrario, la necesidad inherente al fenómeno
el acto, que es consecuencia de la manera perversa de hace que en Sade la transgresión sea más fuerte que
sentir. Por el hecho de pensar el acto perverso como los postulados que lógicamente son consecuencia de
obedeciendo a un imperativo moral, es decir a la idea, sus declaraciones ateas.
vuelve a pensar la sensibilidad perversa a partir de
esta idea; luego reorganiza explícitamente la insubor-
dinación de las funciones de vivir a partir de la razón El motivo de la transgresión vuelve contradictorios
atea; pero desorganiza implícitamente la razón nor- los postulados sadianos del ateísmo integral
mativa a partir de la insubordinación funcional.
El ateísmo integral significa que el principio de iden-
tidad desaparece con el garante absoluto de este prin-
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cipio; en consecuencia, que la propiedad del yo da en que la perversión está más o menos latente en
responsable está moral y físicamente abolida. Primera los individuos, no sirve más que de modelo propuesto
consecuencia: la prostitución universal de los seres. a los individuos "normales" como vía de transgresión,
Esta no es a su vez más que la parte complementaria de la misma manera que la afinidad de un perverso
de la monstruosidad integral que descansa en la insu- con otro permite una mutua superación de su caso
bordinación de las funciones de vivir, en ausencia de determinado.
una autoridad normativa de la especie.
Si toda la especie humana "degenerara", si ya no
Ahora bien, la necesidad de transgredir contraría de hubiera más que perversos confesos -por lo tanto
manera paradójica esta doble consecuencia del ateís- si la monstruosidad integral se volviera efectiva-, se
mo; la expropiación del yo corporal y moral previa podría creer que se habría alcanzado la "meta" de
a la prostitución universal aún se podría fundar, es Sade, a saber, que ya no habría "monstruos" y que
decir en el sentido utópico del falansterio de Fourier el "sadismo" desaparecería. Esta perspectiva es preci-
basado en el "juego de las pasiones". samente la trampa de una interpretación "optimista"
de Sade aue escamotea el enigma al querer afianzar
Pero en cuanto esta puesta en común estuviera insti- el "valo; ps:copatológico" y por lo tanto terapéutico
tuida, ya no habría la tensión necesaria para el ultra- de su obra. Pero lo astuto del fenómeno que compone
je: el sadismo se disiparía en ella, a menos que se la fisonomía de Sade es fingir una "meta", aunque
creara a sabienda reglas para quebrantar, por "jue- sea "científica". Esta astucia reside en la intuición
go" ( como por lo demás ocurre en las sociedades profunda de que precisamente la monstruosidad inte-
secretas imaginadas por Sade) . gral no se puede realizar más que en el interior de
las condiciones que hacen que el sadismo sea posible,
La transgresión supone el orden existente, el mante- en el interior de un espacio compuesto por unos
nimiento aparente de las normas, en beneficio de una obstáculos, esto es, en el lenguaje lógicamente estruc-
acumulación de energía que vuelve necesaria la trans- turado de las normas y de las instituciones. La ausen-
gresión. Es así como la prostitución universal sólo cia de estructura lógica sólo se puede verificar por la
tiene sentido en función de la propiedad moral del lógica dada, aun cuando ésta sea falsa, y que, al recha-
cuerpo universal. Sin esta noción de propiedad la zar la monstruosidad, la provoca. A su vez, la mons-
prostitución perdería buena parte de su valor atrac- b'uosidad según Sade o la anomalía acusa a las nor-
tivo; el ultraje quedaría sin sentido, a menos que en mas dadas, no afirmándose ella misma más que
el estado de prostitución institucionalizada el ultraje negativamente. No es pues sorprendente que sean las
consistiese en infligir la propiedad inb'Ínseca del cuer- normas, las instituciones existentes lo que Sade des-
po a tal individuo, excluido de la puesta en común cribe como estructurando la forma misma de las per-
universal. versiones. Ni que Sade carezca de la preocupación
de formular el contenido positivo de la perversión
Lo mismo ocurre con la monsb·uosidad integral en según nuevos conceptos. No es tampoco el concepto
tanto que contra-generalidad implícita en la genera- de naturaleza en Sade, de origen spinozista, del que
lidad existente. La perversión (la insubordinación de hace "la naturaleza destructora de sus propias obras",
}as funciones de vivir) por los actos que inspira ( par- lo que explicaría el fenómeno de la transgresión.
ticularmente el acto sodomita) sólo obtiene su valor Porque, dice, destruye por "aspirar a volver a encon-
transgresivo de la permanencia de las normas ( tal es trar su potencia más activa". Este concepto sólo sirve
la diferenciación normativa de 'los sexos). En la medi- de argumento para el asesinato, para la vanidad del

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,.

asesinato, tanto como para refutar la ley de la pro-


pagación de la especie, no para elucidar el gozo Crítica del perverso en Sade, previa a la creación
transgresivo, que sólo aspira a ruul,a más que a reno- del personaje sadiano
varse a sí mismo.
Para llegar a su noción de monstruosidad integral y
La transgresión ( el ultraje ) parece absurdo y pueril crear de manera original al personaje-tipo que l~ re-
si no llega a resolverse en un estado de cosas donde presenta, fue necesario que Sade ejerciera antes una
ya no sería necesaria. crítica del perverso propiamente dicho.

Pero le pertenece el no poder encontrar nunca este En Sade no existe el término perversión en sentido
estado mismo. Es pues algo distinto de la pura explo- patológico. En este terreno su terminología sigue sien-
sión de una energía acumulada en favor de un obs- do la de la psicología moral, es decir, la del examen
táculo. La transgresión es una recuperación incesante de conciencia desarrollado por los casuistas.
de lo posible, por más que el estado de cosas existente
haya eliminado lo posible de otra forma de existencia. En las 120 Joumées de Sodome designa los diferentes
Lo posible de lo que no existe nunca puede ser más casos de perversión como pasiones, que van de las
que posible, ya que si fuera ese posible lo que el pasiones simples a las pasiones complicadas. El con-
acto recuperara como forma nueva de existencia, junto forma el árbol genealógico de los vicios y de
tendría que transgredirla de nuevo, porque de nuevo los crímenes ya evocados en Aline et Valcour. Al indi-
habría para recuperar posible eliminado; lo que recu- viduo afectado se lo califica de vicioso, depravado,
pera el acto de transgresión, en cuanto a lo posible "criminal lujurioso" que se entrega a "homicidios por
de lo que no existe, es su propia posibilidad de trans- licencioso". Sin embargo, de vez en cuando aparece
gredir lo que e~te. un término que se acerca mucho a las nociones de la
patología moderna, el de maníaco.
Independientemente de la interpretación que Sade
dé de ella, la transgresión sigue siendo una necesidad Y en efecto, el perverso, tal como lo observa y lo
inherente a su propia experiencia. La transgresión no describe Sade en las 120 Joumées -esto es, en el rela-
puede ni debe encontrar nunca un estado donde po- to de las anécdotas y de los episodios de las casas de
der resolverse no sólo porque está dada como testi- citas, que servirán de temas sobre los cuales podrán
monio de ateísmo, sino porque la energía se debe variar e impro~sar los cuatro personajes principales-,
superar constantemente para verificar su nivel. Cae el perverso as1 observado a título documental se
más allá del nivel alcanzado en cuanto ya no encuen- comporta esencialmente como un maníaco: subordina
tra ningún obstáculo. Una transgresión debe engen- su goce a la ejecución de un gesto único.
drar otra; ahora bien, si se reitera así, en Sade sólo
se reitera principalmente por un mismo acto. Nunca En consecuencia, en la compañía licenciosa más ordi-
es este acto el que podría transgredirse. Su imagen naria el perverso se distingue por una idea fiia deter-
misma se revresenta cada vez como si nunca hubiera minada, aunque no sea aún la idea en el sentido que
sido efecutádo. desarrollará Sade. En el contexto de lo que entonces
• se llama "libertinaje" no hay nada menos libre que el
gesto del perverso. Porque si por libertinaje se entien-
de la pura y simple propensión a la orgía totalmente
desprovista de escrúpulos, el deseo del perverso nun-
ca se sacia más que por el gusto escrupuloso por un
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detalle, por la búsqueda escrupulosa <le un detalle, por El perverso, cualquiera que sea el caso de p erversión
un gesto escrupulosamente dirigido a ese detalle, que Jo afecte, parece enunciar con su gesto una defi-
preocupación que escapa a quienes se entregan al nición de la existencia y como un juicio hecho sobre
desencadenamiento de apetitos groseros. la existencia. Parn que este gesto verifique de tal
manera el hecho de existir, debe corresponder a una
representación. Lo que designa el gesto, no es com-
El perverso persigue la e¡ecuci6n de un gesto único; prensible en sí. Por más que se produzca en un medio
es cuestión de un instante. La existencia del perverso licencioso, el gesto del perverso sólo se entiende ale-
se convierte en la espera perpetua del instante en el jado de su incomprensible contenido; ahí sólo se dis-
cual poder ejecutar ese gesto. cierne una manera desviada de saciar un apetito que
aparentemente encuentra la misma solución que los
Considerado en sí, el perverso sólo se puede signifi- apetitos "normales".
car por ese gesto; ejecutar ese gesto vale para la
totalidad del hecho de existir. Por este mismo hecho Para Sade, el gesto perverso debe tener un significado
el perverso no tiene nada que decir en cuanto a su que se oscurece en el circuito cerrado de un caso
de pervers:ón determinado. La gesticulación perversa
gesto que sea inteligible en el nivel de la reciprocidad es un lenguaje de sordomudo. Los sordomudos tienen
entre individuos. El perverso está a la vez más acá la memoria de su código. Por lo contrario, el gesto del
y más allá del nivel individual; en relación con éste, perverso aiín no pertenece a ningún código. Eri cuanto
q ue constituye un conjunto de funciones subordinadas a su propia perversidad, es su propia memoria. No
según las normas de la especie, el perverso ofrece la es tanto el perverso quien recuerda su gesto para
subordinación arbitraria de las funciones habituales volverlo a empezar, como el gesto mismo el que
de vivir a una sola función insubordinada, esto es, a recuerda al perverso.
una apetencia iifcongruente por su objeto. Conside-
rada esta relación, está más acá que los individuos Si este gesto significa algo inteligible, si responde a
más groseros; pero en tanto esta insubordinación de una representación, si finalmente es un juicio, quiere
una sola función sólo ha podido concretarse y por decir que interpreta algo; para hacerlo explícito, Sade
consiguiente logrado individuru·se en su propio caso, interpretará la interpretaci6n supuesta del perverso.
el perverso sugiere a la reflexión de Sade una posibi- Y esto a partir de lo que descifra en su gesto.
lidad múltiple de redistribución de las funciones ·y
en este sentido, más allá de los individuos "normal- Un caso de perversidad absolutamente central a par-
mente" constituidos, abre una perspectiva más vas• tir del cual Sade interpreta todos los ob-os como
ta: la de la polimorfia sensible. Salvo que, en las principio de afinidad en lo que formará la monstruo-
i:ondiciones de vida de la especie humana, sólo se sidad integral, es el de la sodomía.
puede afirmar destruyendo estas condiciones en sí
mismo: el hecho de existir consagra la muerte de la Este término bíblico, consagrado por la teología mo-
especie en su individuo. Ser se verifica en tanto que ral, supone un acto que no está limitado a la práctica
suspensión de la vida misma. La perversión corres- homosexual; habrá que distinguir en él la homo-
pondería en este caso a una propiedad de ser fundada sexualidad, que no es una perversión intrínseca, de
en la expropiación de las funciones de vivir. Por la sodomía, que sí lo es. Las costumbres homosexuales
consiguiente, el sentido de esta propiedad de ser será son susceptibles de dar lugar a una institución de la
una expropiación del cuerpo propio y del otro. misma manera que las costumbres heterosexuales,

24 25
como se ha visto más de una vez en la historia de las De ahí que Sade introduzca el lenguaje lógic~,mente
sociedades humanas. Por lo contrario, la sodomía se estructurado en la perversión que es, en relac10n con
pronuncia por un gesto específico de contra-generali- ese lenguaje, una estructura aparentemente despro-
dad, el más significativo para Sade; es precisamente vista de lógica.
el que interesa a la ley de propagación de la especie y
que así testimonia la muerte de la especie en el indi- En este código, expresado en adelante por palabras,
viduo. No sólo de una actitud de rechazo, sino de una se hará sentir específicamente el gesto perverso sobre
agresión; aun siendo el si,111A,tuu;ro del acto de genera:. el cual ha de estructurarse, de la misma manera que el
ción, es su irrisión. En este sentido, es igualmente lenguaje lógico habrá de reestructurar este gesto Y
simulacro de la destrucción que un sujeto sueña ejer- caracterizar la expresión escrita de Sade. Lo que
cer con otro del mismo sexo por una especie de trans- por una parte el lenguaje lógico en cuanto lengua-
gresión mutua de los límites. Ejercido con un sujeto
del otro sexo, es un simuuu;ro de metamorfosis y siem- je de la razón adaptará a~, gesto codificado ~el,,per-
verso es el ateísmo como acto de buen sentido , de
pre va acompañado por una especie de fascinación
mágica. Y en efecto, en la medida en que transgrede "sentido común". Lo que por otra parte introduce el
la éspecificidad orgánica de los individuos, este gesto gesto perverso así codificado en el lenguaje del "sen-
introduce en la existencia el principio de la metamor- tido común", es el no-lenguaje de la monstruosidad
fosis de los seres, los unos en los otros, que tiende a que subsiste bajo este código. Hay aquí ~ntre el len-
reproducir la monstruosidad integral y que postula guaje racional de las normas y la anomalía una ~spe-
la prostitución universal, última aplicación del ateís- cie de ósmosis que sólo Sade podía lograr; el ateismo
mo. sólo se volverá integral cuando la perversión se pre-
tenda razonable, y sóio cuando se haya pretendido
razonable se volverá monstruosidad integral.
Tratando de descifrar el gesto del perverso, Sade es-
tablecerá el oodigo de la perversión. Se le revela el
signo-clave por su propia constitución, el del gesto A partir de aquí Sade inaugura su creación original
sodomita. De cerca o de lejos, para Sade todo gravita con un golpe maestro decisivo: en efecto, para crear
alrededor de ese gesto, el más absoluto por lo que el personaje que imagina y responder así al tipo de
tiene de mortal para las normas de la especie y en perverso que proyecta, lo extrae al fin de la sociedad
cierta forma por lo que tiene de inmortal por su licenciosa convencional y particularmente de la casa
recomenzar; el más ambiguo porque no es concebible de citas. Rompe así con la tradición libertina e intro-
más que por la existencia de esas normas; el más apto duce el tema de la perversión en la pintura de las
para la transgresión que sólo se puede efectuar por el costumbres. Sade sitúa a su personaj'e en el mundo
obstáculo de esas normas. cotidiano es decir lo encuentra en el seno mismo
de las instituciones 'en lo fortuito de la vida social. De
tal manera el mundo mismo aparece como lugar
Vemos que Sade no busca en absoluto saber cuál es donde se ~umple la ley secreta de la prostitución
el origen de la perversión en relación con las normas,
ni cómo se habrían depravado esas normas en el
universal de los seres. De tal manera también, Sade
individuo. La toma como un fenómeno dado ( consti- piensa la contra-generalídad y~ implícita. en _la ~ene-
tucional o congénito) que vale la pena explicar racio- ralidad existente, no para cnticar a las mstituc1ones
nalmente como todo cuanto es manifestación de la sino para demostrar que por sí mismas aseguran el
naturaleza. triunfo de las perversiones.

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Sade inventa un tipo de perverso que habla a partfr ralidad qu e no hay generalidad y que las normas de
de su gesto singular en nombre de la generaUdad. Si la especie no tienen existencia real? Si fuera verdad,
este gesto vale por un juicio, éste sólo se pronuncia tampoco se podría decir que esta singularida~ es
a partir del momento en que interviene la noción de propia de cada uno. ¿Cómo demostrar que no existGn
generalidad. Si el gesto es singular, indescifrable, no las normas? La singularidad del gesto se restablece
lo es más que relativamente a una generalidad del sin que su opacidad haya sido aclarada en nada_. El
gesto. La generalidad del gesto se confunde con la perverso, único en tener que demostrar la validez
palabra. Y si para el perverso tiene un sentido su pro- de su gesto, se apresura a cumplirlo.
pio gesto, no necesita palabras para expresar lo que
significa por sí mismo. Ahora bien, el gesto singular El discurso del perverso, por el hecho mismo de que
del perverso no es precisamente el gesto que, en su invoca la adhesión del sentido común, sigue siendo
generalidad, unas veces acompaña a una palabra, un sofisma en la medida en que no se sale del concep-
ob·as sustituye a la palabra y otras hasta la contradi- to de la razón normativa. La persuasión sólo se puede
ce. El gesto singular del perverso vacía de golpe todo efectuar si el interlocutor en sí mismo a su vez tiene
contenido de palabra, ya que por sí solo es todo el que rechazar las normas. No es por medio de argu-
hecho de existir. mentos como el personaje sadiano puede obtener la
adhesión del interlocutor, sino por la complicidad.
Pero ocurre que convertido en el personaje-tipo de
Sacie, el perverso explicita su gesto singular según La complicidad es lo contrario de la persuasión seg~
la generalidad del gesto. Por el solo hecho de hablar, el entendimiento universal. Los que se saben cómpli-
requiere la reciprocidad de persuasión e invoca su ces en la aberración, para entenderse no tienen nece-
pertenencia a la especie humana. si<lad de ningún argumento. En todas formas, los
personajes de Sade, a pesar de las afinidades que se
Resulta de todo esto que, en el momento en que descubren en relación con el gesto único ( de sodo-
toma la palabra, la singularidad del gesto que era el mía), cada vez tienen que proclamar la a~sencia de
motivo de su discurso queda desautorizada en el sen- un Dios que garantice las normas, luego tienen .que
tido en que esta singularidad sería propia de cada profesar el ateísmo integral que pretenden t~s?mo-
uno; luego el contenido de su gesto ya no es singular, niar con sus actos. Pero entre ellos el gesto codificado
cuando en el silencio aún no tenía ningún significado; se desprende del lenguaje lógicamente estructurado
en tanto que ahora toma uno en la palabra. Pero si, que lo cubre por precaución oratoria, y el signo-clave
como dice, la singularidad de su gesto es propia de que este gesto rnpresenta reap~rece en su lugar _ver-
cada uno, aún tiene que demostrar que cada uno pue- dadero: la sociedad secreta. Ahi el gesto se convierte
de actuar de la manern singular en que actúa. Ahora en simulacro, un rito que los miembros de la sociedad
bien, cada vez que habla de esta manera siempre es secreta sólo se explican por la inexistencia del garan-
porque está convencido de lo contrario; es decir, que te absoluto de las normas, inexistencia que, de hecho,
es el único que actúa en esta forma. Por el hecho conmemoran como uu acontecimiento que sólo se
mismo de hablar, se engaña sobre el objeto de su puede representar con ese gesto.
demostración y suscita el obstáculo instalado en él
mismo; para el perverso que habla, el obstáculo no
es ser singular, sino pertenecer a la generalidad en su Para que la complicidad con el perverso sólo p~eda
singularidad propia. ¿Cómo franquear este obstácu- nacer en el interlocutor normal, éste ante todo se tiene
lo? Si habla, ¿puede demostrar en nombre de la gene- que desintegrar como individuo "razonable", y sólo

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monstruosidad integral forma como un es,Pacio de l9s
se puede desintegrar por una impulsión o una repul- espíritus que se comunican entre sí por- 1a mutha
sión que provoca en él la palabra del perverso. inteligencia de ese signo-clave.
¿En qué podría pues el perverso reconocer una com-
plicidad en este interlocut?r "normal"? En el g~sto Como consecuencia tenemos el carácter doctrinario
mismo que, en la generalidad del gesto, un su1eto de la obra de Sade y de las situaciones didácticas que
hace de manera contradictoria con lo que dice. El expone; y también toda la discriminación previa que
interlocutor que rechaza el sofisma del perverso hace reina en esta singular academia, según la cual los
ese gesto en el sentido contradictorio que, a pesar de doctores de la monstruosidad se reconocen entre si,
la denegación que expresa, atestigua en el sentido se distinguen del perverso encerrado en su caso ais-
físico, luego corporal, su singularidad propia, tan lado y eligen a sus discípulos.
latente en él como en cualquiera. Pues si el rechazo
del sofisma se hace en nombre de la generalidad del Ningún candidato a la monstruosidad integral es reco-
sentido común, ¿de qué se defiende entonces el inter- nocido apto hasta tanto no haya concebido su manera
locutor, convertido en ese momento en sujeto pasivo, de actuar como una profesión de ateísmo; ningún
sino de esa singularidad latente? Sólo puede hacer ateo que no sea capaz de pasar inmediatamente a los
ese gesto de negación y de rechazo confesando al actos. A partir de ahí se prosigue una iniciación pro-
mismo tiempo su propia singularidad. Este gesto gresiva que se acumula en la práctica de una asee-
contradictorio es el que acecha al perverso gesto sis: la de la apatía.
reflejo, luego corporal, luego mudo que descifr~ de la
siguiente manera: Considera todas las fatalidades Tal como la sugiere Sade, la práctica de la apatía
qi,e nos reúnen y ve si la naturaleza no te ofrece una supone que lo que se llama "alma", "conciencia",
víctima en mi individuo. "sensibilidad", "corazón", no son más que las diversas
estructuras que están en relación con la concentración
Cómo la monstruosidad integral constituye un es- de las mismas fuerzas impulsivas. Pueden elaborar la
pacio de los espíritus: la ascesis de la apatía estructura de un órgano de intimidación bajo presión
del mundo institucional, como la de un órgano de
Para Sade, el acto sodomita es el a~to por excelencia subversión bajo la presión interna de esas fuerzas,
de la transgresión de las normas (lo que supone su siempre de una manera instantánea. Pero son siempre
paradójico mantenimiento); al mismo tiempo debe los mismos impulsos los que nos intimidan a la vez
ser el modo de transgresión de los diferentes casos de que nos insurgen.
perversión y constituir de esta manera el principio
de afinidad de las perversiones entre sí. ¿Cómo actúa en nosotros esta insurrección intimida-
toria o esta intimidación insurrecciona!? Por las imá-
En efecto, al suprimir las fronteras específicas entre genes previas a los actos, que nos incitan a actuar
los sexos como prueba calipigia, según Sade forma el o a padecer, como por las imágenes de los actos
signo-clave de todas las perversiones. cometidos u omitidos que vuelven a nosotros y hacen
que la conciencia se remuerda en tanto la reconstru-
A partir de este acto, interpretado moralmente como ye el ocio de los impulsos. De tal modo, la conciencia
signo de ateísmo, luego como declaración de guerra de sí mismo y de los otros es la función más frágil y
a las normas heredadas del monoteísmo, Sade proyec- más transparente. ·
ta la perversión al dominio del pensamiento, donde la
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A partir del momento en que nuestros impulsos nos
intimidan bajo la forma del "temor", de la "compa- la conciencia de sí como una de esas estructuras que
sión", del "horror", del "remordimiento", o sea por esas fuerzas, al individuarse en el sujeto, han de-
las imágenes de los actos ejecutados o ejecutables, sarrollado por la presión del medio institucional, es
son los actos, cualesquiera que sean, los que debemos d ecir de las normas. T ambién son consecuencias las
poner en lugar de sus imágenes rechazantes, cada variaciones y la inestabilidad de esta estructura, que
vez que estas imágenes tengan la tendencia a susti- sólo se verifican una vez ocurridas. Estas fuerzas unas
tuir a lo~ actos y en esta forma a prevenirlos. veces ponen al sujeto fuera de sí y lo hacen actuar
Sade no emplea aquí el término "imagen"; somos contra sí, y de esta manera transgreden la estructura
nosotros quienes lo ponemos en lugar de los términos de la conciencia y la descomponen; otras, particular-
"temor" y "remordimiento" por más que supongan la mente -cuando lo hacen actuar así, recomponen la
representación del acto cometido o por cometer. Sin conciencia (rememorante) del sujeto al favor de su
embargo, la imagen no sólo interviene bajo la forma inacción; pero es entonces cuando se invierten estas
de remordimiento, sino también bajo la de proyecto. mismas fuerzas, y esta inversión de las mismas fuer-
zas constituye la conciencia censora del sujeto, cen-
La reiteración es ante todo la condición deseada para sura que se ejerce por el hecho mismo de que siente
que el monstruo se mantenga al nivel de la monstruo- al ser puesto fuera de sí como una amenaza para el
sidad; si la reiteración es puramente pasional, se ase- sujeto en tanto depende de las normas de la especie.
gura mal. Para que progrese el monstruo más allá del Ahora bien, esta censura ya se ha sentido en el acto
nivel propiamente alcanzado, primero hay que evitar mismo de la transgresión, es el motivo necesario;
que vuelva a caer más acá; pero sólo puede hacerlo para Sade, la conciencia moral sólo responde a un
con la condición de reiterar sus actos en la apatía ab- agotamiento de las fuc:rzas impulsivas (la "calma de
soluta. Sólo ella puede mantenerlo en un estado de los sentidos"), cuidando de ese intervalo donde la
transgresión permanente. Al proponer esta nueva con- imagen rechazante del acto cometido se re-presenta
dición al candidato a la monstruosidad integral, Sade en forma de "remordimiento".
introduce una crítica de lo sensible y particularmente
una crítica del beneficio primario de la transgresión, En realidad, ya la primera vez que se comete es
es decir, del goce inseparable del acto. porque su imagen era rechazante y él la ofrecía como
una promesa de goce. Y sí ahora la reiteración del
¿Cómo puede reiterarse a sangre fría el mismo acto mismo acto debe "aniquilar" a la conciencia, es que
cometido en plena embriaguez, en el delirio? Para cada vez también son las mismas fuerzas las que la
que se trate solamente de repetir el acto, ¿no tiene restablecen nor inversión. Invertidas por censura, pro-
que ejercer su imagen, que se re-presenta en la mente, vocan el acto de nuevo.
aunque rechazante, una atractiva promesa de goce?
El propósito de la reiteración apática exoresa aquí
Se puede reconstruir de la siguiente manera lo que una profunda aprehensión; Sade siente perfectamente
subentiende Sade por su máxima de la reiteración que la transgresión tiene cierta unión con la censura,
apática del acto: una vez admitido que Sade reconoce pero el análisis puramente lógico que presupone la
de este modo la alternancia de fas diversas estruc- sentencia no aprehende la simultaneidad contradicto-
turas que afectan a las fuerzas impulsivas en su mo- ria de lo que siente, sino que la describe y la descom-
vimiento a la vez insurreccional e intimidante, hay pone en estados sucesivos: insurrección - trans-gre-
cierta apariencia de que haya reconocido también sión - intimidación, cuando la intimidación y la
transgresión siguen en estrecha interdependencia, pro-
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La reiteración apática del acto hace que aparezca un
vocándose la una a la otra. Por eso quiere eliminar la nuevo factor: la cantidad, y más particularmente la
intimidación por la reiteración apática del acto; apa- relación de la cantidad y la calidad en el sadismo.
rentemente, él vacía la transgresión de su beneficio: El acto pasionalmente reiterado con el mismo objeto
el goce. se desprecia ( o se diversifica) en favor de la calidad
del objeto. En cuanto se multiplica el objeto y los
La eliminación de lo sensible debe prevenir al mismo deprecia el número de los objetos, más se afirma la
tiempo la vuelta de la conciencia moral; pero al calidad del acto mismo, reiterado en la apatía.
prevenir su vuelta, esta ascesis parece desarraigar
el motivo de la transgresión: el acto ( sodomita qúe
forma el signo-clave de toda perversión) sólo tiene La lección de la apatía: ¿es posible la transgresión
valor significativo en tanto que transgresión conscien- del acto?
te de las normas representadas por la conciencia. El
hecho de ponerse fuera de sí así buscado responde Podría ocurrir que, para el pensamiento, la reiteración
prácticamente a una desintegración de la conciencia apática sólo sea una parábola y que la transgresión
del sujeto por el pensamiento. Este debe restablecer acabe por transgredir al acto: "Por virtud, ya no
la versión primitiva de las fuenas impulsivas que concebirás el arrepentimiento, porque te habrás acos-
invertía la conciencia del sujeto. Para el discípulo tumbrado a hacer el mal en cuanto ella se muestra y
que practique la doctrina (no el perverso encerrado para no hacer más el mal impedirás que ella apa-
en su caso singular) , la monstruosidad es la región de rezca ... "
este fuera de sí -fuera de la conciencia- en que el
monstruo sólo se podrá mantener por la reiteración
del mismo acto. La "dureza vowptuosa" que, según Examinemos si esta segunda sentencia contradice o
Sade, es su fruto, ya no es de orden sensible: "dure- corrobora la de la reiteración apática. Para eso hay
za" supone una distinción del pensamiento y de la que retener: "Te habrás acostumbrado a hacer el
conciencia moral; "voluptuosá' hace alusión al éxtasis mal. .. " y: "para no hacer más el mar•. Hay aquí dos
del pensamiento en la representación del acto reite- maneras de actuar, la primera de las cuales, al susti-
rado a "sangre fría", éxtasis opuesto aquí a su análogo tuir a la segunda, debe constituir la virtud misma en
funcional: el orgasmo. el no-arrepentimiento, por el "no hacer más el mal".
La oración coordinada introducida por porque ( qua
re) incrimina como motivo del arrepentimiento a la
En efecto, el instante orgástico equivale a una caída costumbre de hacer el mal en cuanto se muestra
del pensamiento fuera de su propio éxtasis; es en la virtud. Luego conexión de dos clases de reacción: el
esta caída fuera del éxtasis como se acaba en el orgas- arrepentimiento, que no es más que una reacción
mo funcional donde el personaje sadiano quiere pre- sufrida por el sujeto; y la costumbre de hacer el mal
venir por la apatía; sabe que el orgasmo sólo es un con aspecto de virtud; costumbre que es un reflejo,
tributo pagado a las normas de la especie y por lo o sea el hecho de reaccionar inmediatamente por el
tanto una falsificación del éxtasis del pensamiento. ultraje. Primera conclusión: el arrepentimiento y la
No basta que el orgasmo sólo sea una pérdida de las costumbre de hacer el mal son igualmente reflejos
fuerzas por el acto sodomita, como goce inútil; este negativos. De ser así, la segunda sentencia (impedir
goce inútil se confunde con el éxtasis del pensamiento que aparezca la virtud) quiere sustituir en el reflejo
y tendrá lugar así por la reiteración del acto, separado del ultraje a una reacción a ese reflejo (luego a la
esta vez del orgasnw mismo.
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necesidad del ultraje), quiere que en adelante sea La androginia en la representación sadiana
un actuar positivo.
En Sade los principales tipos de perversión general-
mente sólo están representados por hombres y el
"Te habrás acostumbrado a hacer el mal ... ", ¿no era número de mujeres desnaturalizadas no figura pro-
a propósito de la reiteración apática en tanto que piamente como anomalía. El hombre, por ejercer
deliberada? ¿En qué no es ya la costumbre de hacer tradicionalmente por sí solo la reflexión, representa
el mal? Si es una transposición, luego un reflejo al sexo razonable; también por eso tiene que dar
reflejado, ¿en qué se distingue de la costumbre de cuenta solo de la sinrazón.
hacer el mal, es decir del ultraje? Porque si no se
distingue, parece ser que la segunda sentencia en
verdad sólo es la refutación de la reiteración apática. Por lo conh·ario, a la mujer, por monstruosa, perversa
Para que, por lo contrario, la segunda sentencia sea su y delirante que pueda ser, nunca se la considera por
explicación, hay que ver cómo desprende, del simple eso como "anormal", ya que en las normas está preci-
reaccionar del ultraje, un accionar positivo sin ultraje, samente inscripto que por naturaleza no tiene re-
y esto impidiendo que "aparezca" la virtud. ¿Cómo se flexión, ni equilibrio, ni medida, y que siempre repre-
muestra la vútud, bajo qué intolerable aspecto? Bajo senta lo sensible incontrolado, más o menos atenuado
el de la consistencia ( del sujeto consciente), que por una reflexión prescripta por el hombre. Por lo
representa al Bien. Según el principio de identidad contrario, cuanto más monstruosa y loca sea, más ple-
consecuencia de la individuación, el Mal es la in- namente es mujer, según la representación tradicio-
consistencia. Pero para las fuerzas impulsivas que nal, siempre teñida de misoginia. Sin embargo, tiene
odian a la individuación, la inconsistencia es el Bien. recursos que nunca poseerá el hombre, pero que com-
Luego: ya que son las fuerzas impulsivas las que parte con ella el perverso.
mantienen la inconsistencia, pero sólo se manifies-
tan en funci6n de la consistencia que les es intolera- Ahora bien, la monstruosidad integral proyectada por
ble, tienen que adquirir ellas mismas la constancia Sade tiene por efecto inmediato operar un cambio de
en la inconstancia. En una palabra, Sade quiso trans- los sexos en sus cualidades específicas.
gredir el acto mismo del ultraje por un estado per-
manente de movimiento perpetuo, ese movimiento No sólo tiene por consecuencia una simple inversión
que mucho más tarde llamó Nietzsche la inocencia simétrica del esquema de diferenciación en el interior
del porvenir. Pero Sade sólo vislumbró durante un de cada uno de los dos sexos; es decir, pederastia
instante esta transgresión de la transgresión por ella activa y pasiva por una parte; lesbianismo y tribadis-
misma. La hipérbole de su pensamiento lo lleva a su mo por la otra.
fondo de sensibilidad irreductible unido a su repre-
sentación de acto ultrajante, que no excluye la noción En la monstruosidad integral en tanto que proyecto
misma de inocencia. Por eso, impedir que aparezca didáctico de la polimorfia sensible, los dos represen-
la virtud, es decir impedir que se muestre la consis- tantes macho y hembra de la especie se encuentran
tencia, es algo que las fuerzas impulsivas sólo pueden en relación mutua como frente a un doble modelo;
hacerlo por la constancia del acto, es decir su reitera- cada uno de los dos sexos se interioriza este modelé>
ción que, por apática que sea, no es más que una no sólo en virtud de la ambivalencia propia de cada
reconstrucción reiterada tanto del aspecto intolerable uno, sino por un enriquecimiento de esta ambivalen-
de la virtud como del ultraj'e que provoca este acto. cia.

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El hombre como tipo del perverso sadiano, aunque
en apariencia mantenga la primacía racional, en ade- La representación de tener un cuerpo de una_ con~-
lante se presenta comu el enunciado de lo sensible, ción distinta del cuerpo propio es con toda evide~c1a
pero en el sentido de ofrecérsele lo sensible con una específica de la perversión; aunque el perve~so s!en-
perspectiva mental, la de lo imaginario. Como decía- ta la alteridad del cuerpo extraño, lo que me1or sien-
mos al principio, cuando la perversión verifica el te es el cuerpo de ot1'0 como siendo el suyo; y el que
hecho de ser por una suspensión de las funciones es de manera normativa e institucional el suyo, como
de vivir, correspondería a una propiedad de ser cuyo siendo realmente extraño a él mismo, es decir extraño
sentido sería la expropiación del propio cuerpo y del a esa función subordinada que lo define. Para que
cuerpo del otro. pueda concebir el efecto de su propia violencia ~n
otro, previamente habita en el otro; en los _refle1os
del cuerpo de otro verifica la siguiente extraneza: la
Ideológicamente, -el ateísmo integral, como abolición irrupción de una fuerza extraña en el interior de "sí".
de un garante absoluto de las normas, corroboraría Está dentro y fuera al mismo tiempo.
esta expropiación; porque al suprimir los límites del
yo responsable e idéntico a él mismo, lógicamente ¿Cómo puede ser así? Ante todo y desde luego, no
suprime la identidad del cuerpo propio. El cuerpo en recurriendo a la violencia que pueda llevar hasta el
sí es el producto concreto de la individuación de las asesinato sino por la imaginación previa a todo acto
fuerzas impulsivas según las normas de la especie. de violencia, es decir por la primacía de lo imagina-
Al tratarse aquí de una denominación del lenguaje, se rio sobre lo racional. Esta primacía de lo imaginario
puede decir que esas fuerzas impulsivas hablan en el reside en la representación misma del goce, a partir
perverso de la siguiente manera: el lenguaje de las de donde se ve desarrollarse el impulso en la proyec-
instituciones se ha apoderado de este cuerpo, más ción de su propia imagen; esto es, por la extensión del
especialmente de lo que hay de funcional en "mi" goce a unos órganos excluidos de _la función de pro-
cuerpo que responda de la mejor manera a la conser- pagación, luego por la desocupación de los órganos
vación de la especie; que ese lenguaje se ha asimi- funcionales en los fines del gozo inútil.
lado el cuerpo que "soy" por ese cuerpo hasta el
punto de que desde el origen "nosotros" hemos sido Aquí la imaginación, previa _al gesto_ perv~rso, se cons-
expropiados por las instituciones, este cuerpo sólo tituye sobre correspondencias de mtensidad que la
se me ha restituido a "mí mismo", corregido en cierta razón funcional ha debido excluir para instituirse a
manera, es decir, que ciertas fuerzas han sido limi- partir de la subordinación de las funciones de _vivir
tadas, otras sujetas por el lenguaje, de modo que "yo" de la especie. Mientras que la razón ( el lengu~Je ló-
no poseo "mi" cuerpo más que en nombre de las gico) expresa al mismo tiempo que garantiza el
instituciones, cuyo lenguaje en "mí" sólo es el vigi- eqtiilibrio que la especie ha encontrado en sus costum-
lante. El lenguaje institucional "me" ha enseñado que bres empíricas, la imaginación aprehende los esque-
el cuerpo en el cual "estoy" era el "mío". El mayor mas de una función ilusoria, esquemas para los cua-
crimen que "yo" pueda cometer no es tanto quitar les el órgano existente hace de estructura "funcional"
"su" cuerpo a "otro"; es desolidarizar "mi" cuerpo de ausente, luego ideal. No hay duda de que en esos es-
ese "yo mismo" instituido por el lenguaje. Recípro- quemas la ausencia de la estructura imaginada es un
camente, lo que "yo" gano, "yo mismo" que tengo factor de excitación en el sentido en que la estructura
un cuerpo lo pierdo enseguida en relación con "otro", existente ofrece un terreno donde el ultraje se inflige
cuyo cuerpo no "me" pertenece. en nombre de lo que está ausente; como ocurre con la
estructura ideal del andrógino.
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a sangre fría; y es mientras aprende a sufrir_ a sangre
Si la presencia en él de esta estructura imaginaria, si fría los actos perversos cometido~ en .s~ prop10 cue:P?
la desolidarización de su cuerpo es fuerte hasta el como ella desarrolla una energia vml, como calipi-
punto de que el perverso se puede comportar como giana consumada.
mujer con su semejante masculino y sentir mejor en
sí mismo la pasividad femenina, no se puede com- De tal manera, Juliette se ofrece 9:1 perverso sadido
portar activamente sin tratar a su semejante mascu- corno el simulacro de lo que designa el ~cto so o-
lino como mujer o a la mujer misma como muchacho. mita; el acto de transgresión por excelenci_a encuen-
tra su imagen complementaria en esta_ figura . que
Pero a partir de este último caso, Sade elabora como forma la inversión de la pasividad sensible en mte-
si fuera una síntesis el simulacro del andrógino, aun- lección activa.
que no como hombre-mujer sino como mujer-hombre.
Así quiso que fuera su Juliette. En efecto, a la
inversa del hombre, y más particularmente del per- En qué vuelve ilegible la exper:ien~~a sadista la for-
verso sadiano que, en la monstruosidad integral, de- ma convencional de su comurucacion
fine lo sensible, la heroína sadiana define la razón.
Como ella sólo lo ejerce para mejor aprehender otra En todo lo dicho anteriormente he trat~do_ ~e exami-
vez lo sensible que es originaria y tradicionalmente nar el carácter interpretativo de la descnpc10!1 queb d_a
Sade de su propia experiencia. Esta parecia cu . ir
según las normas, sólo lo vuelve a aprehender en la
medida en que progresa en la insensibilidad, y de tal una experimentación doble: la de la representaci n 6
manera ofrece el ejemplo perfecto de la moral de 1n de lo sensible en el acto aberr~nte y la d,e su reprde-
apatía. Es éste uno de los recursos secretos de la mu- sentación descripta. Es a partir de aqm d~ don e
jer, instaurado en este caso en doctrina; al estar cal- conviene volver al hecho de que Sade escnbe 111:1ª
cado de la frigidez femenina, es su aplicación metó- obra: ¿cuál es su carácter literario y en qué la ~1s-
dica. Finalmente, y sobre todo, es la heroína sadiana tinguiría su singularidad, no sólo de su contexto _te-
quien lleva al ateísmo a su integralidad disociándolo rario contemporáneo sino de todo lo que se define
de la razón normativa y antropomórfica para liberar como literatura? ¿Es esencialme~te moderno, o tan;i-
al pensamiento mismo en el orden experimental de la bién escapa a esta definición? Cúiamo~ un, poco ~as
monstruosidad. la pregunta hecha precedentemente:. ¿que cozeX16n
La abolición de las normas que implica este pensa- hay entre la actualización por la es?'"tura de o sen-
miento, le importa más que al perverso, en quien las 'ble en im acto aberrante y la relación de esta actua-
normas sólo existen dF.terioradas; porque, como mu- ·1
1zac1
81 '6n con W.
1 - e¡·e,..,,..,;A,,,, del acto independientemente
v==••
jer, le queda al menos orgánicamente sojuzgada, so- de su ejecución?
bre todo por su estado fecundable. Así es como, con
mayor razón, busca su línea de conducta en la apa- Al tratarse de una experiencia person~l que su_ natu-
tía, siendo su primer efecto la extirpación de todo raleza misma condenaba a permanecer mcom~mcable,
instinto materno; también en esto se verifica el he- Sade elige e}..-presarla en la forma conv~nc~onal de
cho de que las normas mismas ( corporales en este toda comunicación; en el acto la comumcaci6n ~on-
caso), tanto como las instituciones, estructuran las vencional se vuelve "ilegible" cada vez que
la experiencia incomunicable; pero aun mas l_egi . e
:e afz:br
fuerzas que deben destruirlas: "normalmente" prosti-
tuible, "normalmente" viciosa, "normalmente" les- cuando vuelve a desaparecer,..Ia ~ a exnenencta.
biana y tríbade, siendo la razón una vez más, es decir Entonces, ¿en qué hace Sade ilegible su forma con-
su "buen sentido", la que le dice que sea todo P.so
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40
vencional de comunicación? En que está totalmente
~dada en la reiteración. La reiteración tiene por que para darse cuenta a sí mismo por la escritura
ob¡eto provocar un éxtasis; este éxtasis no puede ser sólo se podía aprehender según las leyes de este len-
expresado por el lenguaje; lo que describe el len- guaje, esto es transgrediéndolas; nunca de _manera
V guaje son las vías, las disposiciones que lo preparan. que no reproduzca esas leyes en su transgresión. En-
P_ero lo que no_ surge es que el éxtasis y la reitera- tonces, ¿es la estr;1ctura lógi~a del lenguaje la. que
CI?n sean lo rmsmo. En la descripción, el hecho de quiere la reiteracion del ultra¡e, o es el fondo mismo
reiterar y el de sufrir el éxtasis son dos aspectos. Para de Ja experiencia? Sin duda, este fondo mismo ya es-
el lector, sólo quedan la reiteración descripta y el tructurado por el lenguaje, pero reestructurando su
aspect~ totalmente exterior del éxtasis, que es su lógica a partir del acto aberrante.
contrafigura, el orgasmo descripto.
El lenguaje tradicional que usa Sade con una fuerza
Sade parece representarse a un lector al que debe prestigiosa, ese lenguaje puede, s?por!ar todo cuanto
mantener en suspenso constantemente con la pro- se conforme con su estructura logica; el se encarga de
mesa de un nuevo aturdimiento; pero lo que final- corregir, de censurar, de excluir, de ~aliar c?anto
mente busca el lector a expensas de la lectura es esa podría destruir esta estru<:tura: es dee1~, el s~~en-
especie de desfallecimiento de la atención cuando el tido. Describir la aberración es enunciar positiva-
conjunto del texto querría que fuera sostenido ese mente la ausencia de elementos que hacen que una
desfallecimiento del pensamiento proseguido de' una cosa un estado, un ser no sean viables. Sin embargo
~anera tan trabajosa. Aquí se impone una compara- es e;ta estructura lógica la que Sade acepta _Y con-
ci?n en?"e el h~cho de escribir y el principio de la serva sin discusión; es más, la desarrolla, la siste~a-
:eitera~ión apática de los actos. Este principio afectá tiza hasta ultrajarla. La ultraja conservándo~a solo
mme_diatamente a la expresión literaria de Sade y para hacer de ella una dimensión de la ª?erra~ión, no
cone1erne a lo que contiene de aparentemente no li- porque esté descripta en ella la aberraci6n, smo por-
terario, es decir de ilegible en el amplio sentido de la que está reproducido el acto aberrante.
palabra. La reiteración apática expresa la propia lu-
?ha de ~ade par~ volver a aprehender su experiencia Reproducir así el acto aberrante equivale, a ~ar el
rrredu?tib~e. Defme el fondo de esta experiencia: la lenguaje como posibilidad del ª<:to; de ahí la rrrup-
actualización del acto aberrante por la escritura co- ción del no-lenguaje en el lengua¡e.
rresponde a la reiteración apática de este acto eje-
cutada independientemente de su descripció~. Al Cuando Suetonio describe los actos aberran~es de
actualizar el acto, la escritura procura el éxtasis del Caligula o de Nerón no es para mantener mas allá
p_ensarniento; reiter~ en ~I nivel ,del lenguaje, coin- de esos hombres la posibilidad de esos actos por ~
c~~e con la trans~resión reiterada por personajes fic- texto. Ni para identificar su texto con el mantem-
tie1os, en el sentido en que el lenguaje lógicamente rniento de esta posibilidad.
estructurado por el cual se expresa Sade se convierte
para él en el terreno del ultraje, con el mismo dere- El texto de Sade mantiene la posibilidad d_el ac!o
cho que las normas. aberrante. mientras que la escritura lo actualiza: Sm
embargo, ·esta actualizaci6n por la escri_tura eq~ivale
Si Sade se expresa con este lenguaje es porque tam- a una censura que se inflige Sade a si ID;1smo temendo
bién el lenguaje ha estructurado por adelantado el en cuenta el acto ejec11lable, independientemente de
propio fondo de la experiencia de Sade, de manera su descripción; la imagen de ac!~ abe1:ante se ha
vuelto en primer término aberrac10n lógicamente es-
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tructurada. Ahora bien, así estructurada en el dis-
0 recetas que prescriban procedinúentos o maneras
curso, la abeiTación agota la reflexión; las palabras
de actuar en la alcoba.
vuelven a ser lo que ies había impedido el discurso
por un instante, es decir, propensión al acto núsmo Pero al pie de página de Juliette de vez en cuando
que restablece la imagen de su ejecución en su mu-
tismo. ¿Por qué en su mutismo? Porque el motivo del encontramos este tipo de notas perfectamente pr~g-
acto por hacer, el ultraje, no se ha reconocido en la máticas. Algunas de estas notas tal vez hayan sido
añadidas con fines comerciales. Tal vez no sean de
frase del discurso. El discurso sepultaba el acto por la mano de Sade. Pero figm-an en las ediciones hechas
cometer mientras exaltaba su imagen. Así es como núenb·as él vivía. Querer mutilar el texto sería mos-
la propensión al acto aberrante destruye esta imagen
trar un falso pudor. Por lo contrario, forman cuerpo
funeraria y exige de nuevo la descripción del acto con el propósito del libro. Decir , que están despro-
que aquí vale por su real ejecución pero que sólo vistas de interés literano supondna no entender ~a-
recomenzada puede valer como tal.
da de la originalidad de Sade. Estas ~dverten:ias
pragmáticas est~n en re!ación c~n su_mas pm-a rro-
El paralelismo entre la reiteración apática ,d e sus actos nía. Pero la iroma sólo tiene sentido si efectivamente
y la reiteración descriptiva de Sade confirma tam- estas notas tienen valor pragmático. En todo caso
bién que la imagen del acto por hacer se representa son el índice del fuera, y este fuera n? e~ en abso_lu-
cada vez no sólo como si nunca se hubiera ejecuta- to el interior del boudoir donde se podna filosofar smo
do, sino como si tampoco se hubiera descripto mm- el interior mismo del pensanúento que nada separa
ca. Reversibilidad de t:.n mismo proceso que inscribe del houdoir.
la presencia del no-lenguaje en el lenguaje, es de-
cir, la privaci6n del derecho del lenguaje por sí Por lo demás este término no es más que una burla,
mismo. porque en S~de designa el antro san~riento del Cí-
clope cuyo único ojo es el del pensarmento voraz.
"Privación del derecho" quiere decir que algo queda
fuera. Ese algo que queda fuera, una vez más, es el Así es como la privación del derecho del lenguaje
acto por hacer que cuanto menos se hace más llama por sí núsmo da una configuración singular a la ob_ra
a la puerta; ¿y a qué puerta sino a la de la vacuidad de Sade· ante todo es un conjunto de relatos, de dis-
literaria? Las llamadas a la puerta son las palabras cursos, luego de cuadros que sólo valen por la sola-
de Sade que, si ahora repercuten en el interior de pada invitación de ir a ver fuera lo que parece no
la literatura, no por eso dejan de ser golpes dados caber en el texto, cuando nada se ve en otro _lu~ar
fuera de ella. El fuera es precisamente aquello que que 110 sea el texto, como si fuera un v~sto distrito
por sí mismo no necesita comentario. Si por Sade de exposición urbana en el seno de una c11;1dad, _con-
llega a comentarse ese fuera como produciéndose den- fundido con la ciudad, donde se pas~ msensible-
tro del pensamiento, e~o es lo que da a su texto una mente de los objetos expuestos a los ob1etos q1;1e se
inquietante originalidad. exponen de una manera fortuita sin ser expomble!;
en última instancia, uno se da cuenta ?~ que hac~a
En efecto, ¿acaso leemos a Sade como leemos a La- donde conducen los pasillos de la exposición es hacia
clos, a Stendhal o a Balzac? Evidentemente no. En ellos.
vano se buscaría al pie de página de Splendeurs et
miseres des courtisanes llamadas que sean fórmulas Pierre Klossowski

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ma, y esta forma es un encierro; sólo se viaja tanto
para encerrarse. El modelo del lugar sadiano es Sil-
El árbol del crimen ling, el castillo que posee Durcet en lo más profundo
de la Selva Negra y en el que los cuatro libertinos de
las 120 Joumées se encierran durante tres meses con
su serrallo. Este castillo está herméticamente aislado
del mundo por una serie de obstáculos que recuerdan
bastante a los que se encuentran en ciertos cuentos
de hadas: una aldea de carboneros-contrabandistas
(que no dejarán pasar a nadie), una montaña escar-
pada, un precipicio vertiginoso que sólo se puede
franquear por un puente ( que harán destruir los li-
bertinos, una vez encerrados), un muro de diez me-
tros de altura, un foso profundo, una puerta que han
hecho amurar en cuanto entraron, y finalmente una
"En suma, se verá que el hombre ingenioso siempre está cantidad espantosa de nieve.
lleno de imaginación y que el hombre -verdaderamente
imaginativo nunca es más que un analista." Edgar Poe, El encierro sadiano es, pues, encarnizado; tiene una
Doble asesinato de la calle Morgue. doble función; en primer lugar, aislar, proteger a
la lujuria de las empresas punitivas del mundo; sin
Se viaja fáciJmente por el universo de Sade. Juliette embargo, la soledad libertina no sólo es una precau-
recorre ( y devasta) Francia, Saboya, Italia hasta ción de orden práctico sino también una cualidad
Nápoles; con Brisa-Testa se llega hasta Siberia, Cons- de existencia, una voluptuosidad de ser; 2 conoce
tantinopla. Es cosa sabida que el viaje es un tema pues, una forma funcionalmente inútil aunque filo-
iniciático; también es cosa sabida que Juliette es la sóficamente ejemplar; siempre existe en el seno de los
historia de una educación; entonces no hay nada de retiros más seguros, cuando se trata del espacio sa-
extraño en que Juliette sea una de nuestras grandes diano, un "secreto", donde el libertino conduce a
novelas a lo Ulises, de tal manera que habrá que algunas de sus víctimas, lejos de toda mirada, incluso
esperar a Proust y a Joyce para volver a encontrar cómplice, donde está irreversiblemente solo con su
su pureza y su amplitud. Sin embargo, el viaje sa- objeto, cosa muy singular en esta sociedad comuni-
diano no muestra ninguna diversidad; sea en As- tru'ia; este "secreto" es evidentemente formal, porque
tracán, en Angers, en Nápoles o en París, las ciu- lo que ocurre, al ser del orden del suplicio y del cri-
dades sólo son proveedoras, los campos retiros, los men, prácticas de los más explícitas en el mundo
jardines decorados y los climas operadores de luiu- sadiano, no tiene ninguna necesidad de esconderse;
ria; 1 siempre es la misma geografía, la misma po- con excepción del secreto religioso de Saint-Fond, el
blación, las mismas funciones; lo que importa reco- secreto sadiano sólo es la forma teatral de la soledad:
rrer no son contingencias más o menos exóticas, sino
la repetición de una esencia, la del crimen. Entonces, 2 La nieve cae en Silling: "Es inimaginable cómo la

si el viaje es diverso, el lugar sadiano es único. Como voluptuosidad se sirve de esas seguridades, y lo que se
todo lugar pensado por los hombres, éste es una for- emprende cuando uno puede decirse: 'Estoy solo aqui,
pero estoy en el extremo del mundo, fuera del campo de
todos los ojos y sin que ninguna criatura pueda llegar
1 Así ocurre con la nieve de Siberia, que sirve para una hasta mí; no hay más frenos ni barreras.'~ ( 120 Joumées.)
aberración especial.
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desocializa al crimen por un momento. En un mundo se mide no tanto por las declaraciones teóricas como
profundamente penetrado por la palabra, cumple por la organización de la vida cotidiana, porque la
una rara paradoja; la del acto mudo; y como en marca de la utopía es lo cotidiano; o también, todo
Sade lo real no está nunca, la narración, el silencio lo que es cotidiano e~ utópico: horarios, programas
del "secreto" se confunde totalmente con lo blanco del de comida, proyectos de vestido, instalaciones mobi-
relato: se detiene el sentido. Ese agujero tiene por liarias, preceptos de conversación y de comunicación,
signo analógico el lugar mismo de los secretos; ha- y todo eso está en Sade: la ciudad sadiana no sólo
bitualmente son tumbas profundas, criptas, subte- se mant·ene por sus "placeres", sino también por sus
rráneos, excavaciones situadas en la parte más baja necesidades. Así es como es posible esbozar una etno-
de los casfllos, de los jardines, de los fosos, de donde grafía del pueblo sadiano.
se vuelve solo, sin decir nada.3 De hecho, el secreto
es entonces un viaje a Jas entrañas de la tierra, tema Sabemos qué comen los libertinos. Sabemos, por
telúrico cuyo sentido da Juliette a propósito del vol- ejemplo, que el 10 de noviembre, en Silling, los se-
cán de Pietra Mala. ñores improvisan una comida al alba (habían des-
pertado a las cocineras), compuesta de huevos re-
El encierro del lugar sadiano tiene otra función: fun- vueltos, chincara, sopa de cebolla y tortillas. Estos
da una autarquía social. Una vez encerrados, los li- detalles ( y muchos otros) no son gratuitos. La comi-
bertinos sus ayudantes y sus gentes forman una so- da, en Sade, es un hecho de casta, y por lo tanto
ciedad 'completa, provista de una economía, una sometida a clasificación. La comida libertina unas
moral, una palabra y un tiempo articulado en hora- veces es señal del lujo sin el cual no hay libertinaje,
rios, en trabajos y en fiestas. Aquí como en otras no porque el lujo sea voluptuoso "en sí" -el sistema
partes es el encierro lo que permite el sistema, es sadiano no es hedonista-, sino .p orque el dinero que
decir la imaginación. El equivalente más próximo a le es necesario asegura el reparto en pobres y ricos,
la ciudad sadiana sería el falansterio de Fourier: el en esclavos y amos: "Yo siempre quiero, dice Saint-
mismo proyecto de inventar con todos sus detalles un Fond, al comunicar a Juliette cómo quiere su mesa,
internado humano aue se baste a sí mismo, la misma los manjares rná,s exquisitos, los vinos más raros, la
voluntad de identificar la felicidad con un espacio caza y las frutas más extraordinarias"; otras veces, Io
finito y organizado, la misma energía por definir a que es mµy distinto, signo de enormidad, es decir
los seres por sus funciones y por determinar la, puest,:;1 de monstruosidad: Minski, y M. de Gemande ( el
en marcha de esas clases funcionales segun una libertino que sangra a su mujer cada cuatro dias)
puesta en escena minuciosa, la misma preocupación hacen comidas fabulosas, cuyo menú ( decenas de
por fundar una economía de las pasiones, en una servicios, centenares de platos, doce botellas de vino,
palabra: la misma "armonía" y la misma utopía. La dos de licor, diez tazas de café) atestigua la cons-
utopía sadiana -como la de Fomier por lo demás- titución triunfante del cuerpo libertino. Además, en
el amo el alimento tiene dos funciones. Por una par-
s Jardines de la sociedad de los Amigos del Crimen: te, restaura, repara los enormes gastos de esperma
"Al pie de esos árboles hay unos agujeros por donde pue-- que produce la vida -l ibertina; son pocas las reunio-
de desaparecer la víctima en el acto. A veces se cena bajo nes que no vayan introducidas por una comida, y
esos árboles, a veces en esos agujeros. Algunos son muy
profundos. sólo se puede bajar por escaleras se~retas,. y
comoensadas , después por algunos "restauradores
en ellos es posible entregarse a toda clase de mfaIDJas confortantes", chocolates o tostadas con vino de Es-
con la misma calma, el mismo silencio que si se estuviera paña. Clairwil, cuyos excesos son gigantescos, se
en las entrañas de la tierra." ( Juliette. ) atiene a un régimen "pensado": sólo come ave y caza

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deshuesada, con distintas preparaciones; su bebida
habitual, en cualquier estación, es agua azucarada Y Lo mismo ocurre con el vestido. Este objeto, del que
helada, perfumada con veinte gotas de esencia de li- se puede decir que está en el centro de todo el ero-
món y dos cucharadas de agua de azahar. Por otra tismo moderno, desde Ja moda hasta el strip-tease,
parte, e inversamente, según se administre, el alimen- mantiene en Sade un valor despiadadamente funcio-
to sirve para envenenar, o por lo menos para neutra- nal; lo que ya bastaría para distinguir el erotismo
lizar; echan estramonio en el chocolate de Minski de lo que entendemos por esa palabra. Sade no em-
para dorrnirlo, veneno en el de la joven Rose y de plea perversamente ( es decir, moralmente) las rela-
Madame de Bressac para matarlas. El chocolate sa- ciones entre el cuerpo y el vestido. En la ciudad sa-
diano sustancia restauradora o asesina, acaba por diana, no hay ninguna de esas alusiones, provoca-
funci~nar como signo puro de esta doble economía ciones y fintas como ocurre con nuestro vestido: el
alimentaria.4 El alimento de la segunda casta, la de amor se pone inmediatamente al desnudo; y a modo
las víctimas, es igualmente conocido: aves con arroz, de strip-tease sólo se conoce el brutal "¡ Levántese l,as
compotas, chocolate ( ¡otra vez!) para el desayuno fa"ldas!" con el cual el libertino ordena a su sujeto
de Justine y de sus compañeras en el convento bene- que se sitúe en posición de ser examinado.5 Claro que
dictino donde forman el serrallo. La alimentación de también existe en Sade un juego del vestido, pero,
las víctimas siempre es abundante por dos razones como ocurre con la comida, es un juego claro de
de lo más libertinas: la primera es que esas víctimas signos y de funciones. En primer lugar, signos: cuan-
se deben restaurar por si mismas (Madame de Ger- do, en una asamblea, el desnudo se codea con el
nande, criatura angélica, una vez sangrada, pide vestido ( y por consiguiente se opone a él), es decir
perdices y patos de Ruán) y engordar de manera tal fuera de las orgías, sirve para señalar a las personas
que provean a la lujuria unos "altares" redondos y especialmente humilladas; en ocasión de las grandes
rollizos; la segunda es que hay que procurar a la sesiones de relatos que tienen lugar cada noche en
pasión coprofágica un alimento "abundante, delica- Silling, todo el serrallo está (provisionalmente) ves-
do, suavizado"; de aqui el régimen alimenticio estu- tido, pero las parientes de los cuatro señores, particu-
diado con una precisión médica ( pechuga de aves, larmente rebajadas como esposas e hijas, quedan
caza deshuesada, ni pan, ni salazón, ni grasa, hacer desnudas. En cuanto a! vestido mismo ( aquí sólo se
comer con frecuencia y precipitación fuera de las habla de los serrallos, el único que le interesa a Sa-
horas de las comidas, de manera que se produzcan de), o señala, por medio de artificios convenidos
semi-indigestiones, tal es la receta dada por Duelos). (colores, cintas, guirnaldas) las clases de sujetos:
i
Y tales son las funciones del alimento en la ciudad clases de edad ( cuánto hace pensar en Fourier, esto
sadiana: restaurar, envenenar, engordar, evacuar; también), clases de funciones ( niños y niñas, f ... ores
todas se determinan en relación con la lujuria y sin viejos), clases de iniciación ( los sujetos vírgenes cam-
embargo todas son de un detalle muy variado. bian de signo vestimentario después de la ceremonia
de su desfloración), clases de propiedad ( cada li-
bertino da un color a su cuadra); o o bien el vestido
4 Chocolate restaurador: "Todo está dicho. Monseñor, está en función de su teatralidad, se le imponen los
1
enervado, vuelve a acostarse; le preparan el chocolate ... "
o : "Después de la orgía, el rey de Cerdeña me ofreció
5 Salvo una excepción de la que se hablará más adelante.
la mitad de su chocolate; yo acepté, hablamos de polí-
6 En Sade el transvestismo es raro. Juliette se presta una
tica .. •"; chocolate asesino: "Cuando haya f ..... o bien
con su querido hijo, le haremos tomar una taza de cho- vez, pero habitualmente parece que lo desprecian como
colate mañana por la mañana ... " fuente de ilusión ( se sirve de él negativamente, para de-
terminar a los sujetos que así resisten bien).
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j
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protocolos ele espectáculos que en Sade -fuera del individuos. ~in duda la clasificación es posible, pero
"secreto" de que ya se ha hablado- forman toda la sólo en el mve!, del dissmso; en _efecto, en Sade hay
ambigüedad de la "escena", orgía regulada y epi- dos clases de reb·atos . Los primeros son realistas
sodio cultural que están relacionados con la pintura individualizan cuidadosamente a su modelo desde eÍ
mitológica, con las terminaciones de las óperas y con rostro hasta el sexo: "El presidente de Curval . .. era
los cuadros del Folies-Bergere; su sustancia es en- alto, seco, delgado, tenía los o¡os profundos y apa-
tonces habitualmente brillante y ligera (gasas y ta- gados, _una boca lívida y malsana, la barbilla elevada,
fetas), domina el color rosa, por lo menos en los la nanz larga. Estaba cubierto de pelos como un
sujetos jóvenes; tales son los vestidos de carácter, que sá.~ro, tenía la espalda lis~, unas n(llgas blandas y
visten cada noche en Silling, los cuartetos ( a la asiá- caidas que más bum parecian dos trapos sucios flo-
tica, a la española, a la turca, a la griega) y las viejas tando en lo alto de sus muslos, etcétera"; este reh·ato
(de hermanas grises, de hadas, de magas, de viudas). es del género "verdadero" ( en el sentido que puede
Fuera de estos signos, el vestido sadiano es "funcio- tener_ esta palabra cuindo se aplica tradicionalmente
nal", adaptado a los deberes de la lujuria: se tiene a la literatura); permite, pues, la diversidad; por una
que deshacer en un instante. Hay una descripción parte, cada descripción se particulariza más seaún
que reúne todos esos rasgos: la del vestido que dan ~e va bajando a lo largo del cuerpo, porque al auto~ le
los señores de Silling a sus cuatro amantes favoritas; interesa más describir los sexos y las nalgas que los
se trata de una verdadera consb·ucción del vestido, rostros; y por otra parte, el retrato libertino tiene que
cada uno de cuyos detalles está pensado en razón de dar cuenta de _la gran oposición morfológica ( pero en
su espectáculo ( es uno pequeño, estrecho sobre todo, absoluto funcional, puesto que todos los libertinos
libre, suelto como un uniforme prusiano) y su fun- eran indiferentemente sodomizantes y sodomizados)
ción (pantalón abierto en forma de corazón por de lo~ sátiros, secos y peludos ( Curval, Blangis), y de
detrás, y que puede e:aer de golpe si se suelta de l~s cmedeos, blan;os y rollizos ( el obispo, Dmcet).
una sola vez el grueso moño de cintas que lo sostie- Sm embargo, segun se pasa de los libertinos a sus
ne). El libertino es modelista, corno es dietista, arqui- ayudantes y luego a sus víctimas, los retratos se inea-
tecto, decorador, metteur en scene, etcétera. lizan; se llega así a un segundo retrato sadiano: el
de los sujetos de corrupción ( y pa.rticulaimente de
Ya que se hace aquí un poco de geografía humana, las muchachas); tal retrato es puramente retórico es
algo hay que decir de la población sadiana. ¿Cómo nn_ breve discur~o.. Veamos a Alexandrine, la hija' de
son, físicamente? La raza libertina sólo existe a par- Samt-Fond dec1d1damente demasiado tonta como
til' de los treinta y cinco años; 7 los libertinos, repug- para que Julíette pueda terminar su educación: "El
nantes bajo todo concepto cuando son viejos ( es el pecho más subli~, miiy lindos detalles en las formas,
caso más frecuente), a veces lucen una hermosa es- frescura en la piel: soltura en las masas, gracia, búm-
tampa, fuego en la mirada, pero entonces la belleza dma _donde se ¡untan los miembros, una figura
está compensada con un aire cruel y malo. Los sujetos celestial, el 6rgano más halagador, más interesante y
de la corrupción son hermosos si son jóvenes, horri- mucho de novelesco en la mente." Estos retratos ;on
bles si son viejos, pero en ambos casos útiles para la muy c~Jtural~,5 y hacen pensar en la pintura ( "hecha
lujuria. Se ve, pues, que en este mundo "erótico" ni para pintarla ) o en la mitología ("el talle de Mi-
la edad ni la belleza permiten determinar clases de nerva bajo los adornos de Venus"), lo que es una
buena manera de abstraerlos.8 En efecto, el retrato
7 S6lo J uliette es muy joven; pero no hay que olvidar
que es una aprendiz de libertina, y que además es el 8
sujeto de la narraci6n. El detalle moral, que se da mezclado con los detalles

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tica sadiana es un placer seguro el sodomizar a la
retórico, aunque a veces sea demasiado extenso (por- hija de un consejero del Parlamento o a un joven
que el autor no deja de tener interés por él), no caballero de Malta. Y si los amos pertenecen invaria-
pinta nada, ni la cosa, ni su efecto; no hacer ver bl~mente a las clases superiores (príncipes, papas,
(y seguramente no quiere hacerlo); apenas caracte- obispos, nobles o plebeyos engrandecidos) es que no
riza ( a veces el color de los ojos, de los cabellos); se se puede ser libertino sin tener dinero. En todo caso
contenta con sumar unos elementos anatómicos que el dinero sadiano tiene dos funciones distintas. E~
son todos perfectos; y como esta perfección, en bue- prim~r lugar parece tener una función práctica que
na teología, es el ser mismo de la cosa, basta con permrte la compra y el mantenimiento de los serra-
decir que un cuerpo es perfecto para que sea; la llos: como es un puro medio, no es entonces ni apre-
fealdad se describe, la belleza se dice; estos retratos ciado ni despreciado; hasta se desea que no sea un
retóricos son, pues, vacíos en la medida misma en obstáculo para el libertinaje; es así como en la So-
que son retratos de ser; los libertinos, por más que ciedad de los Amigos del Crimen, se prevé una rebaja
puedan est:lr sometidos a cierta tipología, están en para un contingente de veinte personas, artistas · o
la contingencia, obligan pues a retratos siempre nue- gente de letras de poca fortuna como se sabe a los
vos; pero como las víctimas, por su lado, están en el que "la Sociedad, protectora de' las artes, quie;e dis-
ser, no pueden hacer más que encontrar signos va- cernir esta deferencia" (hoy podríamos entrar en ella
cíos, suscitan siempre el mismo retrato, que es afir- por cuatro millones al año). Pero como sabemos el
marlas, no figurarlas. No es pues ni la fealdad ni la dinero es algo más que un medio: es un honor, s¡gu-
belleza, sino la instancia misma del discurso, dividida rarnente supone las malversaciones y los crímenes que
en retratos-figuras y en retratos-signos, la que deter- han permitido acumularlo (Saint-Fond, Minski, Noir-
mina la partición de la humanidad mediana.9 ce_uil, los cuatro tratantes de las 120 Joumées, Juliette
rmsma). El dinero prueba el vicio y mantiene el goce
Esta partición no cubre la división social, por más no porque procure placeres ( en Sade, lo que "causa
que ésta no sea desconocida para Sade. Las víctimas placer" nunca está "para el placer"), sino porque
son de cualquier rango, y si hay una especie de pri- asegura el espectáculo de la pobreza, la sociedad sa-
ma discernida a los sujetos nobles, es que el "buen diana no es cínica; no dice: tiene que haber pobres
tono" es un operador capital de lujuria,10 en razón para qu? haya ricos; dice por lo contrario: tiene que
de Ja mayor humillación de su víctima; en la prác- haber neos para que haya pobres; la riqueza es
necesaria porque constituye la desgracia como es-
pectáculo. Cuando Juliette, siguiendo el ejemplo de
físicos, es funcional; así como el ingenio, la inteligencia, Clairwil, a veces se encierra para considerar su oro,
la imaginación hacen los buenos libertinos, de la misma con una alegría que la lleva al éxtasis, lo que con-
manera la sensibilidad, la vivacidad, lo romántico, la re- te~p~a no es la suma de sus placeres posibles, sino la
ligión hacen las buenas víctimas. Por lo demás, Sade sólo
conoce una forma de energía, que es indistintamente fí- rmsena general, refractada positivamente en ese oro
sica o moral: "Alimentábamos su éxtasis, yo sólo existía q~e, por es~ ahí, no puede estar en otro lugar; el
por el profundo sentimiento de mi lujuria." dmero no designa, pues, en absoluto lo que adquiere
o La misma oposición en el nivel de los nombres propios. (no es un valor), sino lo que retira ( es un lugar de
Los libertinos y sus ayudantes tienen nombres "realistas", separación).,
cuya "verdad" no podrían negar Balzac, Zola, etc. Las
víctimas tienen nombres de teatro. En suma, tener es esencialmente poder considerar a
10 Las "chicas de buen tono" forman una clase deter-
los que no tienen. Esta partición formal interesa, na-
minada de lujuria, lo mismo que los muchachos, las "cbi-
cas" crapulosas y las vírgenes.
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ruralmente, a la de los libertinos y sus objetos. <:orno
sabemos son· las dos grandes clases de la soc1~dad dantes mayores, que forman el equipo de funcionarios
sadiana. 'Estas clases son fijas, no s~ pued~ ermgr~r del libertinaje, y que comprende a las historiadoras
de la una a la otra, no hay promoción so?1al. Y sm y a las grandes alcahuetas, como la Duvergier; 3)
embargo, esencialmente se trata de una ~ociedad edu- luego los asistentes, son una especie de gobernantes
cativa O más exactamente de una sociedad-escuela o de dueñas, medio-criados, medio-sujetos (1a Lacroix,
(e incluso de una sociedad-internado) ; pero la edu- que asiste al viejo arzobispo de Lyon, le presenta al
cación sadiana no tiene el mismo papel entre las mismo tiempo el chocolate y el b·asero), o criados
víctimas y sus amos. A las primeras a veces se las so- de confianza, verdugos y proveedores de lujuria; 4)
mete a cursos de libertinaje, pero, valga la pa~abra, los sujetos propiamente dichos o son ocasionales (fa-
son cursos de técnica ( en Silling toda_s las ,mananas milias, mucliachitos caídos enb·e las manos de los
hay clases de masturbación), no de filo~o~ia; l_a es- libertinos), o son regulares, reunidos en sen allos;
cuela presta a la pequeña sociedad v1c~a~1a. su hay que distinguir a los pacientes principales, objeto
sistema de castigos, injusticias y arengas hipocr~tas de determinadas sesiones, y a los bufones, especie de
(en Justine el prototipo es el establecimiento del cITu- funcionarios del libertinaje, que acompañan a todas
jano Rodin, que funcion~ ~ la ~ez como escuela_, se- partes al libertino, para aliviarlo o para ocuparlo;
rrallo y laboratorio de v1v1secc1ón). Entre l~s liber- 5) la última clase, o clase paria, está ocupada por
tinos, el proyecto educativo tiene otr~ ~plitu~, s~ las esposas. Los individuos no tienen ninguna relación
trata de llegar a lo absoluto del libertina1e: Clairwil (fuera de las de la práctica libertina) entre una y
actúa como profesora de Jul!ette, ~ue sin ~mbargo otra clase; pero los libertinos mismos se comunican
ya está muy avanzada, y Juliette misma esta enc~- de dos maneras: por contratos ( el que une a Juliette
gada por Saint-Fond del pre~eptorado de su hi1a con Saint-Fond es extremadamente minucioso) o por
Alexandrine. La maestría agm buscada es la de la pactos; éstos, como el que concluyen Juliette y Clair-
filosofía, la educación no es la de tal o cu~l perso- wil tienen la huella de una viva amistad, inflamada.
naje, sino la del lector, su ver~adero espacio no es Tanto contratos como pactos son a la vez eternos ("es
la anécdota, sino la novela ( el discurso). ~ero de una una aventura que nos une para siempre") v revoca-
u otra manera, la educación nunca permite pasar de bles de tm día para otro: Juliette hace caer a Olympe
una clase a otra: Justine, a quien tantas veces se Borghese al Vesubio y acaba por envenenar a Clair-
sermonea, nunca sale de su estado de víctima. wil.
En esta sociedad tan codificada, los pasaj'es (ni la Tales son los princip,Jes protocolos de la sociedad
sociedad más fija puede dejar de t~nerlos) se hacen sadiana; como hemos visto, todos testimonian la mis-
no por el movimiento, .sino por un sistema de relevos ma partición, la de los libertinos y sus víctimas. Sin
que es fijo a su vez. Veamos cómo podemos es~able- embargo, aunque esp0rada, esta partición aún no
cer, en su mayor extensión, 1~ escala ~e 1~ sociedad está fundada: los rasgos que separan a las dos clases
sadiana: 1) los grandes libertmos ( Cl~1rw1~, Olympe son efectos ele la partición, pero no la determinan.
Borghese, la Delbene, Saint-Fond, N01rceu1I, los ci:a- ¿Qué es, pues, lo que hace el amo? ¿Qué hace la
tro tratantes de las 120 Journées, el rey de Ce~dena, víctima? ¿Es la práctica de la lujuria ( ya que obliga
el papa Pío VI y sus cardenales, el rey y la rema de a separar a los agentes de los pacientes), como habi-
Nápoles, Mínski, Brisa-Testa, el mon~dero !also R __o- tualmente se cree desde que las leyes de la sociedad
land, Cordelli, Geroande, Bressac, vanos frailes, obis- sadiana formaron lo aue se llama "sadismo"? Ahora
pos, consejeros del Parlamento, etcétera); 2) los a,yu- hay que interrogar a ia praxis de esta sociedad, en-
tendiéndose que toda pra:r:is es a su vez un código
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filosofar, disertar, arengar, en una palabra, someter
de sentido,11
y que se puede analizar por unidades el crimen ( término genérico que designa todas las
pasiones sadianas) al sistema del lenguaje articulado.
y por reglas. Pero_ también quiere decir combinar según reglas
precisas las acciones específicas de la lujuria, de ma-
Según nos dicen, Sade es un autor "erótico".12 Pero
nera tal que de esas series y de esos agrupamientos
¿qué es el erotismo? No es más que una p alabra, ya
se haga una nueva "lengua", no ya hablada sino
que las prácticas sólo pueden ser codificadas si son
actuada: la '1engua" del crimen, o nuevo código de
conocidas, es decir habladas; 13 ahora bien, nuestra
amor, tan elaborado como el código cortés.
sociedad nunca enuncia una práctica de erotismo,
sólo enuncia deseos, preámbulos, contextos, suges-
tiones, sublimaciones ambiguas, de manera que el La práctica sadiana está dominada por una gran idea
de orden: los "desarr~glos" están enérgicamente re-
erotismo, para nosoh·os, sólo puede ser definido como
una palabra perpetuamente alusiva. Según ello, Sade gulados, la lujuria es lo contrario de "desenfrenada"
no es erótico: ya h emos dicho que en él nunca hay (en Silling, todos los excesos terminan irrevoca-
strip-tease de ninguna clase, apólogo esencial de la b~eme~t~ a las dos y media de la mañana). Las
erótica moderna.14 Cuando nuestra sociedad habla dispos1c1ones que llevan a una construcción volun-
taria de la escena erótica son innumerables: disponer
del erotismo de Sade, es decir de un sistema que en
ella no tiene ningún equivalente, lo hace de una
el grupo, arreglar todo esto, e¡ecutar una ntteva
manera totalmente impropia. Y la díferencia no con-
escena, componer un acto libidinoso con tres esce-
siste en que la erótica de Sade sea criminal y la
nas, formar el cuadro más nuevo y más libertino hacer
nuestra inofensiva, sino en que la primera es afirma-
una pe~ueña escena con eso, todo se arregla; o' por lo
tiva, combinatoria, en tanto que la segunda es suges- contra~10: toda.s las ap,titudes se desarreglan, romper
tiva, metafórica. Para Sade sólo hay erotismo si se las ,actitudes, todo varia enseguida, variar la actitud,
etcetera. Habitualmente, la combinatoria sadiana es-
"razona el crimen"; 16 y razonar aquí quiere decir
tá determinada por un ordenador ( un director de
11 Para Aristóteles, la praxis, ciencia práctica que no escena): "Amigos, diio el frail,e, pongamos orden en
produce ninguna obra distinta del agente ( contrariamen- estos procedimientos", o: "Veamos cómo dispuso el
te a la p oiesis), está fundada en la elección racional entre grupo la putd'. En ningún caso debe desbordarse el
dos comportamientos posibles, o proairesis; es ya eviden- orden erótico : "Un momento, diio la Delbene, llena
temente una concepción codificada de la praxis. Se en- de ardor, un instante, amigas mías, pongamos un
contraría esta idea de la praxis como lengua en la con- poco de orde;; en nuestros placeres, sólo fijándolos se
cepción moderna de la estrategia. goza de ellos ; de aquí una ambigüedad muy cómica
J2 Georges Pompidou, en una entrevista publicada en el entre la amonestación libertina y el apóstrofe profe-
Fígaro littéraire ( 19 de septiembre de 1966) . s!?ral, con el serrallo siempre como una clase infantil
1a Desde luego que la lengua erótica se instala, no sólo
en el lenguaje articulado, sino también en el lenguaje de ( Un momento, un momento, señoritas, dijo la Delbe-
las imágenes. ne trat~njio d.e restablecer el orden . .. ") . Pero el or-
14 He aquí la excepción de que hemos hablado, esbozo den erotico a vece7 también es institucional; nadie lo
de strip-tease sadiano (se trata del joven Rose, condu- t?ma a su cargo, smo la costumbre: las monjas liber-
cido a Saint-Fond): "Quítale el pantalón, Juliette, le- tinas de un c9nvento de Bolonia practican una figura
vántale la camisa por encima de los riñones, dejándole
caer agradablemente el pantalón basta más abajo de los
muslos; me entusiasma esa manera de ofrecer un tra- más que un libertino, el húngaro Tergowitz: "ése al me-
nos razonaba el crimen".
sero .. . ,,
l!I En el desierto de Siberia, Brisa-Testa no encuentra
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colectiva que llaman el rosario, en la cual las orde- en total, etcétera.16 Combinadas, las posturas com-
nadoras son monjas de edad, colocadas en cada novena ponen una unidad de rango superior, que es la ope-
(razón por la cual a cada una_ de. ellas la llaman raci6n. La operación exige varios autores ( al menos
pater). A veces también, más m1stenosamente,. el _or- es el caso más frecuente); cuando se ve como un
den erótico se instaura solo, sea por prescnpc1ón cuadro, un conjunto simultáneo de posturas se llama
previa, o por presciencia colectiva de lo que hay que figura; cuando por lo contrario se ve una unidad
hacer, o por conocimiento de las leyes estructurales diacrónica que se desarrolla en el tiempo por suce-
que prescriben que se complete de tal manera una sión de posturas, se llama episodio. Lo que limita ( o
figura empezada; Sade indica con una frase este constituye) el episodio, es 1a fuerza del tiempo
orden súbito y aparentemente espontáneo: la escena (el episodio está contenido enti-e dos gozos); lo que
marcha el cuadro se arregla. De tal manera, ante limita la figm-a es la fuerza del espacio ( se tienen
la esce~a sadiana nace una impresión poderosa, no que ocupar todos los lugares eróticos al mismo tiem-
de automatismo, sino de "minuteo", o si se prefiere de po). Finalmente, como las operaciones se extienden
buen desempeño. y se suceden, forman la mayor unidad posible de
esta gramática erótica: es la "escena" o la "sesión".
Pasada la escena, se encuentra el relato o la diser-
El código erótico está compuesto de unidades cuid_a- tación.
dosamente determinad::is y nombradas por Sade mis-
mo. La unidad mínima es la postura; es la men_or Todas estas unidades están sometidas a reglas de
combinación que se pueda imaginar p0Iq1_1e ~olo combinación o de composición. Estas reglas permiti-
reúne una acción y su punto corporal de aplicación; rían fácilmente una formalización de la lengua erótica,
como tanto estas acciones como estos puntos no son análoga a los "árboles" gráficos propuestos por nues-
infinitos ni mucho menos, las posturas se puede~ tros lingüistas; en suma, sería el árbol del crimen.17
enumerar perfectamente, cosa que no haremos aq1;11; Sade mismo no desdeñaba la algoritmia, como puede
bastará con indicar que además de los actos propia- verse en la historia número 46 de la segunda parte de
mente sexuales (permitidos y reprobados), en. este las 120 Joumées. 18 En Ja gramática sadiana hay sobre
primer inventario hay qu~ poner todas las ac~~?nes todo dos reglas de acción; 19 son, si se quiere, los
y todos los lugares susceptibles de encender la 1IDa- procedimientos regulares por los cuales moviliza el
ginación" del libertino, que Krafft-Ebi_n~ no sie~pre nanador las unidades de su "léxico" ( postmas, fi-
ha registrado, como el examen de la victima, su rnte- guras, episodios). La primera es una regla de exhaus-
rrogatorio, la blasfemia, etcét~ra;_ y que se debe tividad: en una "operación" se tiene que cumplir
colocar entre los elementos mas simples de la pos-
turn "operadores" particulares, como el lazo de ~a- 16 La imaginación de Juliette es eminentemente conta-
milia (incesto o vejamen conyugal), el rango _social ble: concluye un proyecto numérico destinado segura-
(ya hemos hablado de esto), la fealdad, la sucie_dad, mente a corromper, por• progresión geométrica, a toda la
los estados fisiológicos, etcétera. Como la postm a es nación francesa.
17 " ••• Como hay ramas del crimen bastante lindas en
una formación simple, se repite fatalmente, y ~mton-
toda esta aventura ... " (Juliette.)
ces se puede contabilizar; al salir de una or~ia que 1 8 "H~fe defecar a una chica A y a otra B; luego viola
han hecho Juliette y Clairwil con los carmelitas, ,un a B ... , etc. ,
día de Pascua, Juliette echa cuentas: la h~n posei?o lO Este esbozo se aproxima al procedimiento preconi-
ciento veintiocho veces de una manera, ciento ve~- zado por T. Todorov para el análisis estructural de las
tiocho de otra, es decir doscientas cincuenta y seis Liaisons dangereuses ( véase Communications, núm. 8).

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simultáneamente la mayor cantidad posible de pos-
turas; esto implica que, P?r un~ parte, to~os los J?re- sociedad sadiana en rasgos eróticos; ya que todo el
sentes son utilizados al mismo tiempo, y s1 es posible mundo puede ser sodomita y sodomizado, agente y
en el mismo gmpo ( o, por lo menos, en grupos que paciente, sujeto y objeto, ya que el placer es posible
se repiten); 20 y por otra parte, que to~os los lugares en todas partes, tanto en los amos como en las víc-
del cuerpo estén satu~ados en ,ca~a su¡eto; el. grupo timas, hay que buscar fuera la razón de la partición
es una esoecie de nucleo qulffilCO d_onde_ nm~una sadiana, que la etnografía de esta sociedad no había
"valencia" debe quedar libre; toda la smtaXIs sadiana permitido descubrir.
está así en busca de la figura total.21 Este se un~
con el carácter pánico del libertinafe; no c~noc:e m De hecho, es éste el momento de decirlo, fuera del
desocupación ni descanso; cuando la energia liber- asesinato sólo hay un rasgo que los libertinos poseen
tina no se puede desgastar en esce~as o en ~rengas, como propio y que nunca, bajo ninguna forma, com-
en todas formas practica una especie de régimen de parten: es la palabra. El que habla, el que dispone
crucero: es la "incomodación", duración c?nti~ua del lenguaje por entero, es el amo; el objeto es el
de pequeños vejámenes que hace padecer el libertino que se calla, el que, por una mutilación más absoluta
a los sujetos que lo rodean. La segunda regla de que todos los suplicios eróticos, queda separado de to-
acción es una regla de reciprocidad. Ante todo, n~tu- do acceso al discurso, ya que ni siquiera tiene el dere-
ralmente, una figura se puede invertir: t~l combma- cho de recibir la palabra del amo (las arengas sólo se
ción, inventada por Belmor, qu~ la .aplica a u~3: dirigen a Juliette y a Justine, víctima ambigua provista
muchachas, queda variada por Norrceuil, que la a~li,ca de palabra narrativa). Hay sin duda víctimas -muy ra-
a unos muchachos ("demos otro giro a esta fantasia '). ras- que pueden ergotizar sobre su suerte, representar
y además, sobre todo, en la gramática sadi~a no su infamia al libertino ( Monsieur de Cloris, Made-
hav ninguna función reservada ( con excep_ción del moiselle Fontange de Donis, Justine); pero sólo son
suplicio). En la escena se pueden intercambiar todas voces mecánicas, no henen más que una función de
las funciones, todo el mundo pu_ede y deb_e ser, lo cómplices en el despliegue de la palabra libertina.
uno tras lo otro, agente y paciente, h~sbgador Y Sólo esta palabra es libre, inventada, se confunde
fustigado, coprofagocitador y coprofagocitado, ~t<;é- totalmente con la energía del vicio. En la sociedad
tera. Esta regla es capital, ante todo porque asimila sadiana, la palabra tal vez sea el único privilegio de
la erótica sadiana a una lengua verdader~mente for- casta que no se puede reducir. El libertino posee toda
mal en la que sólo hay clases de acciones Y no su gama, desde el silencio en el cual se ejerce el
grupos de individuos, lo que simplifica. mucho la erotismo profundo, telúrico, del "secreto", hasta las
gramática: el sujeto del acto ( en_ el sent_ido ~rama- convulsiones de palabra que acompañan al éxtasis;
tical del término) puede ser también un libertino, un posee también todos los usos ( órdenes de operación,
ayudante, una víctima, una esposa; lu~g?, porque blasfemias, arengas, disertaciones) ; hasta -suprema
disuade de que se fundamente la partición de la propiedad- puede delegarla ( a las historiadoras). Es
que la palabra se confunde totalmente con la marca
20 El ejemplo paroxístico sería la escena en la que Brac- confesada del libertinr, que ( en el vocabulario de
ciani y Chigi ( cardenales de Pío VI), Olympe Borghese,
Juliette, unos comparsas, un mono, un p~v,o,ilun enano,
Sade) es la imaginaci6n; hasta casi se diría que la
un niño y un perro forman un grupo du1c mente ex- palabra sadiana para lengua¡e es imaginación. El agen-
te no es fundamentalmente el que tiene el poder o
tensible. .. .b. d. h mhres el placer, es el que ejerce la dirección de la escena
21 Juliette en los Carmelitas: Rec1 1mos a 1ez o
a la vez' ( sigue la descripción de los empleos) . y de la frase (sabemos que toda escena sadiana es
la frase de otra lengua), o también la dirección del
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sentido. Más allá de los personajes de la anécdota, dilejas de luces crudas, la barrera helada de un bar-
más allá de Sade mfamo, el "sujeto" de erotismo niz o la grisalla de un cartón, impedir que el espec-
sadiano no es pues, no puede ser nadie más que el ta?or entre en el escenario, pase a través del cuadro
"sujeto" de la frase sadiana; ambas instancias, la de m1sm? ( Y. en est~ Sade es clásico) ; por una parte, ]a
la escena y la del discurso, tienen el mismo foco, el combmación erótica permite ocupar, agotar todos los
mismo ego, porque la escena no es más que discurso. lugares d~ un espacio enmarcado, y por otra parte el
Tal vez ahora se comprenda mejor sobre qué reposa marco rrusmo (marco retórico, por estar injertadas
y a qué tiende toda la combinación erótica de Sade: las escenas en el relato como auténticos trozos de anto-
su origen y su sanción son de orden erótico. logía) 24 imoone un límite a la combinatoria. Lo que
no está "en el suadro". queda así fuera de la palabra,
Sin embargo, antes de reintegrar la pura instancia l. en u1;1a categon.a de figuras que ocupa los márgenes
del discurso, esta combinatoria debe atravesar -provi- del sistema sadiano (pero que Sade previó perfecta-
sionalmente- una "razón" estética. Corno se advierte !~ente): l?s ~;1cesos "extraordinarios"; "increíbles",
a primera vista, la "escena" ( composición de figu- 1.nco11cebi~les ,. ammciados sin cesar y sin cesar per-
ras) es teatral; cuando se puede hacer una orgía en didos <le vista. 2" De hecho, nunca se puede esperar
11
un lugar previamente arreglado, este lugar siempre nada de una combinator:a abierta cuyas creaciones
está en semicírculo, y comprende un frente de figu- s~'lo se .nom bran "para guardar memoria".20
' La com-
ras y un espacio desde donde se mira. Sin embargo, bmatona cerrada puede y debe proveer sus pro~ias
el teatro es inmóvil, es más bien una serie de cuadros sorpresas. Sade las conoció. Veamos uno de los des-
vivos ("Cambiemos, variemos todo eso"); el modelo lumbramientos combinatorios de Sade: "Cuenta que
constante es pues su composición pictórica, espacio ; conoció a un hombre que f . ... c6 con tres hi¡as
orientado y perfectamente ocupado;22 Sade, ante la <fUe tení~ de su ma.dre, entre las cuales había u.na hi-
orgía que detalla, no deja de invocar los poderes del 1ª que hizo que se casara con stt hi¡o, ele manera que al
grabado,23 pero estas descripciones tal vez nos hagan f • • • . car con é6ta,. f . ... caba con su hermana, su hija
pensar más en el arte que une la gran escena mito- Y su nuera, y obligaba a su hiio a f . ... car con Stt
lógica con la mayor finura de los detalles ("matices hermana Y su suegra." La combinación ( de parentes-
de lub1·ícida.d basta!'lte lindos"), esto es la tapicería.
Esta "razón" estética, impuesta en todas las sesiones
24 La escena sadiana corresponde totalmente a una uni-
sadianas, sin duda tiene por función, como las can-
d~d .r~tórica muy conocida y que se distinguía en los
22 En el salón de SaJnt-Fond: "He aquí el orden en el
e¡erc1c1os de la neo-retÓI'ica: la descriptio o ekphrasis
cual estaban dispuestas las personas: desnudas y simple- trozo de discurso brillante y "destacable" '
2
: Lo inconcebible sadiano encubre, en ·suma, las ilu-
mente adornadas con guirnaldas de rosas se veían, en la
parte de la derecha del cuadro, a las tres doncellas des- s10nes d~l havpening, arte, no de lo que ocurre, sino de
tinadas a las orgías ... " "D'Albert, uniéndose al cuadro, lo ~ue tiene que ocurrir. . . y no ocurre. La diferencia
acaba de llenar la parte de la izquierda; sodomiza a Hen- esta ~n qu? Sade, estaba lúcido sobre los poderes de la
riette besando el trasero del muchacho que f .... ca con el combmatona; sabia que sólo una combinatoria cerrada
ministro." P.uede ser ~evolucionaría. Nunca hay happening en la so-
23 "¡Al1, qué necesario hubiera sido un grabador para
ciedad sad1ana, pero no hay duda de que las acciones que
transmitir a la posterid'.ld este voluptuoso y divino cua- allí acontecen tienen una mayor fuerza
26 "No te he dado más que un lige;o esbozo de mis
dro! Pero la lujuria, al coronar demasiado aprisa a nues-
tros actores, tal vez no hubiera dado tiempo a que el excesos ~uju~ios,?s:, qu~ero que hagamos juntos cosas más
artista los asiera ... " Ventajas de la literatura: no hay que extraordmanas. Qwero que hagamos juntos cosas in-
l. "-posar" ante ella. concebibles." " ... obscenidades de mayor fuerza", etc.
<'
65
1 64

1
co en este caso) se presenta en suma como de~vío Saim-Fond era brillante, audaz, arrebatada, etcéte-
ra." Pero sobre todo es posible el sentido de la escena
complicªdo, a lo largo del cual uno se1 cree perdido,
ti d erótica, sin duda no porque se enuncie ese sentido,
pero que de pronto se recoge y se ac ar~:. par. ~n o
sino porque el código erótico se beneficia totalmente
de diversos actores, es decir de lo real mmt~hgib;:•
con la lógica misma del lenguaje, manifestada gra-
se desemboca en el giro de una frase, _Y graci_as p -
císamerite a ta frase, en una condensación de mcesto, cias a los artificios de la retórica. 29 Llevado al extre-
mo, podrá decirse que el crimen sadiano sólo existe
es decir en un sentido.
en proporción con la cantidad de lenguaje emplea-
do en él, no porque sólo esté soñado o contado, sino
Las sorpresas de la combinatoria se deben! P.1:,es'. al
encuenb·o de dos códigos, el erótico y el lingms_tico. porque sólo lo puede consh·uir el lenguaje. En un
Ante todo se revelan sin cesar, forman un m~smo momento dado, Sacie enuncia: "Para reunir el incesto,
medio en 'el cual el libertino circula con la misma el adulterio, la sodomía y el sacrilegio, él f . ... a a su
energía: la escena y la arenga tienen la ~sm~ ~us- hija casaila con una hostia": 30 aquí es la nomenclatura
la que permite la abreviatura combinatoria, y se
tancia; la segunda prepara o prolonga m~ef~~ida~
mente la primera, 21 a veces hasta l_a acampana. E lanza al árbol del crimen desde el simple enunciado
verificador. rn
resumen, la palabra y la postura tienen exactamente
el mismo valor la una vale por la otra, dando una
se puede recibí{· la otra como vuelto. Al ser no~brado En definitiva, lo que sustenta a todo Sade es lo
Belmor oresidente de la Socied_ad de los Armgos del escrito por Sacie. Su tarea, en la que triunfa con un
Crimen,-y pronunciar un dis-curso muy he~mos~, lo constante brillo, consiste en contaminar recíproca-
detiene un hombre de sesenta años pa1;~ tes~oruarle mente erotismo y retórica., palabra y crimen, en in-
su entusiasmo y su reconocimiento, y le supl!ca que troducir súbitamente en las convenciones del lenguaje
le preste su trasero" ( lo que Belmor no le mega en social las subversiones de la escena erótica, al mismo
forma alguna). No es pues ~OrJ?r~i;idente que, ade- tiempo que el "precio" de esta escena se alza del
lantándose a Freud y también mvutíendolo, Sade haga tesoro de la lengua. E~to se ve bien en el nivel de lo
del esperma el sustituto de la palabra (y n~ lo con- llamado tradicionalmente el estilo. Es cosa sabida
trario), describiéndolo con los mis~os térmm~s que que en ]ustine el código de amor es totalmente me-
se aplican al arte de un creador: La e . . •ción de
20 La equivalencia entre el lenguaje articulado y la prác-
27 Delbene y Juliette: "Y como sus caricias se volví_an tica del amor sin duda ha sido postulada por los hombres
más ardientes, pronto encendim?s ,,e!, fuego de las pas10-
desde liace mucho tiempo; rncuérdense por ejemplo los
nes con la antorcha de la filosof1a: ¡Ohl ¡Eyaculo! ¡M_e numerosos juegos de palabras que asimilan a las postu-
habéis hecho morir de voluptuosidad! Sen~émonos Y di- ras eróticas y las figuras gramaticales, en la edad media
sertemos. No todo es experimentar sensac10nes, adehás y en las <Mil y -una noches; Curtius habla de ello en su
libro sobre la literatura latina de la Edad media.
hay que analizarlas. A veces 6f, tan agradable saber a- so Es la rustoria 20 de la tercera parte de las 120 ]our-
biar de ellas como gozarlas. . . . nées.
2s "Quiero tocar sus h ... s mi_entras hablo. QIDero 31
que la energía que encontrarán ba¡o mis de~os se com:u- De la misma manera, las figuras eróticas están cons-
nique a mis discursos, y verá acrecentarse m1 elocuencb1i, truidas sin cesar a partir de simetrías verbales: "recibe de
no como la de Cicerón, por los movimientos. del pue o los dedos de es'ta hermosa muchacha los mismos servicios
que rodeaba la tribuna durante las arengas, smo como
de Safo que estaba en proporción con el semen que o ·
lª que su lengua me hace". Más aún: Sade afirma figuras
imposibles físicamente porque ptiede construirlas la re-
t6rica. Es la definición de lo "verosímil".
tenía d~ Demófilo."
67
66
tafórico: se habla de los mártires de Citera y ~e las
rosas de Sodoma. En ]ttliette, por lo conb·ano, la gresiones del lenguaje poseen un poder de ofensa
nomenclatura erótica está al desnudo. Lo que se por lo menos tan grande como el de las transgresiones
juega en este pasaje evidentemente no es l~ cr~,deza, morales, y que la poesía, que es el lenguaje de las
la obscenidad del lenguaje, sino la determmac10n de transgresiones del lenguaje, por lo tanto siempre es
otra retórica. Sade practica corrient~mente lo que revolucionaria. Según este punto de vista, no sólo lo
podríamos llamar violencia metonímica: yuxtapone escrito por Sade es poético,84 sino que además Sade
en un mismo sintagma fragmentos heterogéneos que ha tomado todas las precauciones para que esta poe-
pertenecen a esferas de lenguaje habitualmente sepa- sía sea intratable; la ~ornografía nunca podrá r ecu-
radas por el tabú socio-moral. Así le oct:rre ,~o,n l~ perar un mundo que sólo existe en proporción con su
Iglesia, el estilo cuida?o y 1~ yornow:afía: Si, si, escritura, y la sociedad nunca podrá reconocer w1a
monseñor, dijo la Lacroix, al vie10 arzobispo de Lyo~, escritura que está unida estructuralmente al crimen.
el hombre del chocolate reconfortante, y vuestra Emi-
nencia pttede ver aue no exponiéndole m{ts que la Así se establece la singularidad de la obra sadiana, y
parte que desea, le ·ofrezco a su libertin~ homena;~, :! al mismo tiempo se perfila la prol1ibición que le
concierne: la sociedad suscitada por Sade, y que al
más lindo trasero de virgen que sea vos1ble besar. -
Los que de esta manera se agitan, e~identem_ente son principio pensábamos que podríamos describirla como
de una manera muy clásica, los fetiches sociales, ~e- una sociedad "imaginaria", con su tiempo, sus cos-
yes ministros, eclesiásticos, etcétera, pero !amb1én tumbres, su población, sus prácticas, esa sociedad
es ~I lenguaje, las clases tradicionales de escn~a; la depende totalmente de su palabra, no porque sea la
contaminación criminal toca a todos los es~os del creación del novelista (situación por lo menos trivial),
discurso: el narrativo, el lírico, el moral, la máXIma, el sino porque en el interior mismo de la novela sadiana
topos mitológico.33 Empezamos a saber que las trans- hay otro libro, libro original, tejido de pura palabra, y
que determina todo lo que pasa "imaginariamente"
s2 Innumerables ejemplos de este procedimien~o: las en el primero. No se trata de contar, sino de contar
pasiones papales, el nalgatorio ministerial,_ tr~ba1~r co,i lo que se cuenta. Esta situación fundamental de la
preferencia el trasero papal, sodomizar a su tnsf1tutr1z , etc. escritura tiene por apólogo muy claro el argumento
(procedimiento que vuelve a tomar Klossowsk1: los calzo- de las 120 ]ournées de Sodome: es cosa sabida que
nes de la inspectora). Puede mezclarse la regla de con- en el castillo de Silling, toda la sociedad sadiana
cordancia de los tiempos aun cuando el ~fecto sólo sea -condensada en ese lugar- está centrada en la his-
cómico para nosotros: "Quisiera que besa.rms el trasero de toria ( o el grupo de hist01ias) que todas las noches
mi Luhin." Debemos recordar que si JXl:ece que hacemos
a Sade responsable de efectos que históncamente no pudo entregan solemnemente las sacerdotisas de la pala-
prever es que para nosotros Sade no es el nombre de bra, las historiadoras.35 Esta preeminencia del relato
un individuo, sino el de un "autor", o más aún_ el de un está establecida por protocolos muy precisos: todo el
"narrador" mítico, depositario a b·avés del tiempo de horario de la jornada converge hacia su gran momen-
todos los sentidos que recibe su discurso.
33 Por ejemplo: "Debo rendir a la _firmeza de su,,carácter mente, se trata de "arreglar" las orgías que deben señalar
la justicia de decir que no eyaculó m u~a sola _vez. O tam- la entrada de Juliette en la pequeña sociedad libertina de
bién: "Lo que une a las mujeres aqu1 reclmdas no es la la Delbene. ·
virtud es el semen." La ironía de Sade es constante. ~ a4 En el sentido extremadamente preciso que este tér-
atestigua el siguiente enunciado: "La e~trem~ veneración mino tiene en adelante en lingüística: "todo efecto unido
que tenía por las órdenes de la supenor~ h1~? que pu- al mensaje mismo y no a su referencia" (T. Todorov,
siera en ejecución la más total puntualidad ; natural- "Las anomalías semánticas", Langages, I, 1966).
8¡¡ También Juliette está calificada de historiadora.

68 69
to ( la noche), que es la sesión de historias; se pre- absoluto, como se dice, la de toda literatura eróti-
paran, tiene que asistfr todo el mundo ( con excep- ca) no nos ~ued~ parecer monótona más que si tras-
ción de los agentes que servirán durante la noche); ladamos arb1tranamente nuestra lectura del discurso
el salón de reunión es un teatro semicircular, cuyo ~adi~o a 1~ "realidad" que se supone representar o
centro ocupa el sitial elevado de la historiadora; bajo 1m~gmar. S1:1 embargo hemos visto que la combina-
ese b·ono de palabra están sentados los sujetos de tona ca~sa mcesantes sorpresas, de las cuales Sade
corrupción, a disposición de los señores que quieran era precisamente el primero en maravillarse a partir
experimentar con ellos las propuestas indicadas por del momento mismo en que la "lengua" erótica en-
la historiadora; su status es bastante ambiguo, a la c~entra a la lengua retórica. Sade es monótono si
manera sadiana, pues constituyen al mismo tiempo f1¡amos nuestra mirada en los crímenes contados y no
las unidades de la figma erótica y las de la palabra en los logros del discurso. ·
que se enuncia por encima de sus cabezas, ambigüe-
dad toda ella debida a su situación de e¡emplos ( de Igualmente, cuando ya no invocan la monotonía de
gramática y de corrupción) : la práctica sigue a la la erótica sadiana, sirio más francamente las "mons-
palabra y recibe de ella la determinación de manera truosas ignominias" de un "autor abominable", y se
absoluta. Todo lo que se hace ha sido dicho.86 Sin llega, como hace la ley, a prohibir a Sacie por razo-
la palabra formadora no podrían inventarse ni des- ne~ morales, _es porque no se quiere enb·ar en el único
arrollarse el crimen o 1::- corrupción; el libro tiene que umverso sadiano que es el universo del discurso. Sin
preceder al libro, la historiadora es el único "actor" embargo, en cada página de su obra nos da Sacie
del libro, ya que la palabra es su único drama. La pruebas de "irrealismo" concertado; lo que ocurre en
primera de las historiadoras, la Duelos, es el único una novela de Sade es propiamente fabuloso es
ser a quien, en el mundo libertino, se honre; lo que decir imposible; o más exactamente, las imposibilida-
se honra en ella es a 1a vez el crimen y la palabra. d~s del referente se han vuelto posibilidades del
~scurso._ Como_ en todo sistema significante, el sen-
Ahora bien, por una paradoja que sólo es aparente, tido sad1ano exige que se distinga el signo del refe-
tal vez sea a partir de la constitución propiamente rente; el referente está totalmente a discreción de
literaria de la obra sadiana como se ve mejor cierta S_ade, que le puede dar, como todo narrador, dimen-
naturaleza de las prohibiciones de que es objeto. Ocu- siones fab~losas, pero_ el signo, que pertenece al or-
rre con cierta frecuencia que a la reprobación moral den del d1~curso, es mtratable, es él quien hace la
que se hace de Sade se le dé la forma decepcionante ley. Por e¡emplo: Sade multiplica, en una misma
del desagrado estético: se declara que Sacie es mo- e~c~~a, los _éxtasis del libertino más allá de toda po-
nótono. Aunque toda creación sea necesariamente una sibilidad;. tiene que ser así si se quieren describir
combinatoria, la sociedad, en virtud del viejo mito muchas figuras en una sola sesión; más vale multi-
romántico de la "inspiración", no soporta que se lo plicar los é~tasis, que son unidades referenciales y en
digan. Sin embargo es lo que hace Sade: ha abierto consec~enc1a no c~estan nada, que las escenas, que
y descubierto su obra (su "mundo") como el interior son umdades del d1scurso y en consecuencia cuestan
de una lengua, cumpliendo así la unión del libro mucho. ~ ser escritor y no copista, Sacie elige siem-
y de su crítica que Mallarmé nos hizo tan clara. Pero pre el discurso conf:a ~I referente; se sitúa siempre
eso no es todo; la combinatoria sadiana ( que no es ~el lado d~ Ja ;ei:iiosis, no <le la mimesis; lo que
representa esta siempre deformado por el sentido
36 El crimen tiene exactamente la misma "dimensión"
que la palabra; cuando las historiadoras lleguen a las pa-
Y es en el nivel del sentido, y no del referente, com~
debemos leerlo.
siones asesinas, el serrallo se mutilará y se despoblará.

71
70
Es lo que evidentemente no hace la sociedad que lo
prohíbe; no ven en la obra de Sade más que el Sade en el texto
llamado del referente; para ella la palabra es sólo un
vidrio que da a lo real; el proceso creador que imagina
y en el cual funda sus leyes, sólo tiene dos términos: lo
"real" y su expresión. La condena legal que se hace de
Sade está, pues, fundada en cierto sis­tema de la
literatw-a, y ese sistema es el del realismo: postula que
la literatura "representa", "figw-a", "imi­ta"; que es la
conformidad de esta imagen la que se ofrece al juicio,
estético si el objeto es conmovedor, instructivo, etcétera,
o penal si es monstruoso; que, finalmente, imitar es
..
persuadir, arrastrar: visión de escuela en la que sin
embargo se compromete a toda una sociedad, con sus
instituciones. Verdad es que Juliette, "orgullosa y
franca en el mundo, dulce y sometida en los placerel',
seduce enormemente. Pero la que roe seduce es la "La materia . . . no puede ser definida sino por la dife­
Juliette del papel, la historia­dora que se vuelve sujeto rencia no-l6gica, que representa en relación con la eco­
del discw-so, no sujeto de la "realidad". Ante los excesos rwmía del universo lo que el crimen representa con
de la Durand, Jul'ette y Clairwil se expresan con la respecto a la ley." Georges Bataille
siguiente frase profun­da: "¿Tiene usted mied,0 de mí?
-¡Miedo no!, pero no te concebimos." Inconcebible en
la realidad, aun­que fuese imae;inaria, la Durand, como La cuestió n planteada por el nombre aparentemente
Juliette, se convierte en ello sin embargo en cuanto inabordable de Sade sin duda se puede resumir
deja la ins­tancia anecdótica para alcanzar la instancia de la siguiente manera: ¿cómo ocurre que el texto
del dis­curso. La función del discurso no es, en efecto, sadiano no exista como texto para nuestra sociedad y
"cau­sar miedo, vergüenza, envidia, impresión, nuestra cultura? ¿Por qué razones esta sociedad esta
etcétera", sino concebir lo inconcebible, es decir, no cultw-a, se obstinan en ver en una obra de ficción
dejar nada fuera de la palabra y no conceder al mundo una serie de novelas, un conjunto escrito, algó tan
nada inefable; tal es, al parecer, la consigna que se amenazador que sólo una realidad podría ser su cau­
repite a lo largo de la sociedad sadiana, de la Bastilla, sa, realidad que, por el mismo hecho de este acento
donde Sade sólo existió por la escritw-a, en el castillo de oculto con el que se encuentra señalada no podría
Silling, santuario, no de la corrupción, sino de la "his­ ser más que una realidad sagrada?
toria".
¿Cómo ocurre, pues, que este texto, inmenso, cohe­
rente, minucioso y al que paradójicamente se califica
como monótono y aburrido cuando es uno de los más
Roland Barthes variados y de los más apasionantes de nuestra biblio­
teca, cómo ocw-re que este texto sea a fa vez leído o
editad? p�rciálmente y reducido a algunos significa­
dos prmc1pales que después se declaran excepciona­
les? ¿Cómo ocurre, más precisamente, que tengamos
que llegar a plantear un pensamiento de Sade fuera
72 73
,

de lo escrito, pensamiento que, según los casos, según designación: "no dependemos más de Dios qu~ ~~ la
se adopte el papel dei acusador o el del acusado, es Naturaleza, dice Sade, las causas tal vez sean mutiles
decir según se someta uno a un modo de expresión para los efectos'.
jurídica y por consiguiente retórica, sería inhumano,
patológico, más profundamente, lúcido, audaz y ex- Que el mundo se reabsorba finalmente en discurso,
plicativo del hecho hombre? que la naturaleza se muestre así como siendo desde
siempre la creación más irreductible de la naturaleza,
¿Cómo ocurre que Sade sea a la vez prohibido y ad- que sea pues posible afirmar con calma un momento:
mitido, prohibido como ficción ( como escrito) y admi- la naturaleza es un fantasma de la cultura, eso es
tido como realidad: prohibido como lectura global sin duda lo más intolerable. Cualquiera que sea la
y admitido como referencia psicológica o fisiológica? sociedad en que estemos, basta que exista en alguna
parte el texto de Sade para que funcione y aparezca
Tal vez sea posible arriesgar una respuesta sin demo- una contaminación oculta, para que una burla silen-
ra: es que aún no hemos decidido leer a Sade, es que ciosa desenmascare sin cesar los fundamentos de
la lectura de Sade que podríamos hacer no existe en el nuestro saber, para que el apoyo de lo natur~l, de la
interior de esta sociedad y de esta cultura; es que, a norma, se conmueva y se arruine. Estamos as1 preve-
decir verdad, Sade denuncia radicalmente el tipo de nidos sobre el límite más acá del cual decidimos
lectura que seguimos practicando y enseñando de una sobrevivir a pesar de nosotros mismos. Ahora impor-
manera generalizada. Y eso en la medida en que en ta que interroguemos a. esta advertencia.
él se b·ata, velada por el discurso aunque ya plena-
mente activa, de una relación con el pensamiento no
como causa del lenguaje, sino con el lenguaje sin La causa
causa, con la escritura misma del significante como
efecto. Nuestro nacimiento tiene lugar necesariamente en la
cultura, y esta cultw-a, cuyo papel es constreñimos
Porque lo que aparece en Sade es una modificación y hacer que la sirvamos, está totalmente fundada en
violenta, íntegra, de la escritura, inhibida constante- la noción de causa. Nos vemos forzados a admitir
mente por la palabra divinizada. Lo que aparece bajo como exterior a nosotros, como juez, medida, garan-
,,
la salvaje máscara de la Perversión es exactamente tía, identidad suprema, paternidad, ley, verdad, Ser,
!, lo negativo de la Neurosis instituida por la civiliza- Dios en fin bajo todas sus formas, una causa que se
ción fundada en la divinización de esta palabra. Es nos inculca por medio de la educación y del miedo.
i precisamente no por la anarquía, sino por el nivel Proyectamos por consiguiente esta formación cultural
' cosmogónico en cuanto que se opone, como destruc- en realidad, ante la cual, sin darnos cuenta de que
ción y recreación de un conjunto presa de un juego somos sus autores obligados, abdicamos, nos proster-
elemental, a toda idea de creación acabada, detenida namos. Nos convertimos en las criaturas de nuestra
y dependiente de una intención bien definida. criatura. Allá donde la naturaleza se muestra así como
1 fundamental ( determinando a priori la interpretación
Si hay un centro ardiente en los escritos sadianos, sin 1, en lugar de dejarla a su total responsabilidad for-
duda es la denuncia de toda causalidad que, tras ha- mal), es pues el nihilismo el que está actuando, un
ber refutado a Dios por la Naturaleza, acaba por idealismo neurótico que por lo demás puede tomar
inmolar a la Naturaleza en un movimiento incesante el aspecto de un pseu<lomateriafümo o idealismo
~e palabras que se duplica y culmina en su propia trastornado. La mente humana es así presa de una

14 75

l 1
desviación singular e inevitable, de una ilusión espe-- El animal humano se propone así como signo privi-
cífíca, que debemos llamar hipostática, recordando legiado del todo, metáfora fundamental y central de
que la hipóstasis consiste precisamente en convertir un sentido que responde de él: "De todas las extra-
uua ficción en realidad. La forma más aparente de es- vagancias adonde el orgullo del hombre tuvo que
ta desviación ( que actúa en el concepto mismo de conducirlo, la más absurda, sin duda, fue el caso pre-
origen) es naturalmetne la religión como forma ge- cioso que osó hacer de su individuo."
neral de la neurnsis; pero la religión misma -y toda
creencia, toda mitología, todo sistema filosófico, y a De aqui una serie inci.afinida de dualidades, la más
fortiori todo "humanismo" fundado en una n01mali- activa de las cuales será la del espíritu y de la mate-
dad- sólo puede ser posible por esa acción causal ria, es decir, del contenido y del continente, del sen-
que encuentra su recurso en la posh1ra adoptada en tido y de la forma, y en definitiva del bien y del mal.
relación con el lenguaje y que puede enunciarse de Lo que nos impide automáticamente el acceso a la
la siguiente manera: hago de una palabra la palabra no-conb"adicción es la neurosis colectiva, es decir,
clave del discurso, la ley está escrita fuera de mí, ya que al individuo se le retira de golpe la posibilidad
no soy más que su metamorfosis provisional, tm caso de vivir su propio lenguaje, de vivirse a sí mismo no
particular del "se dice" general, no tengo pues más como signo de ob·a cosa ( que encuentra su identidad
que inhibir y negar lo que encuentro escrito en mí, en esta relación) sino como signo de si mismo (luego
"en mi alma". Ahora bien, ¿qué me enseña esta no idéntico a sí mismo) . No puede hacer más que
escritura si no la disfrazo de voz de la conciencia? elegir enb·e la neurosis común y la perversión, enb·e
El deseo. El deseo, es decir, la ausencia misma de la neurosis o lo que se llamará "locura".
límites, la interminable e irresponsable energía sin
opuestos cuya fuerza toda sociedad debe desviar y Sade, al querer desnudar razonablemente hast~ en
canalizar. Sade arroja luz sobre este momento de la sus raíces la neurosis constituyente de la humamdad,
b·ansmutación de la sexualidad en Dios, Ley y Con- y al no escribir, por lo demás, más que para señalar
ciencia; el momento E:n que el hombre se vuelve incansablemente el doblez donde el lenguaje se oculta
animal servil cuya crueldad se hará justificar por la para nosotros, debe pues inscribirse bajo el signo de la
causa que él se ha dado: perversión que forma lo negativo operante de esta
neurosis y de este doblez. Tenemos que preservar
"En todos los tiempos ha encontrado el hombre placer en aquí la Óriginalidad de Io que llamaremos Perver-
verler la sangre de sus semejantes y, para contentarse, al-
gunas veces ha disfrazado esta pasión bajo el velo de la sión y decir que en el nivel en que lo entendemos de-
justicia, otras bajo el de la religión. Pero el fondo, el fin mmcia la simple reversibilidad perversión-neurosis.1
era, sin ninguna clase de dudas, el sorpi-endente placer Así como Nietzsche veía en la perversión la realización
que encontraba." concreta de toda espiritualidad, el pensamiento teórico
"La Divinidad . . . siempre tiene que cargarse esta her- -el que es susceptible de modificar las condici~nes
mosa tramoya con todas las iniquidades del hombre." reales del pensamiento- se nos aparece -como debien-
do ser esencialmente perverso. La Perversión es el pen-
Esta alianza del b·ono y del altar -del poder y du la
creencia- está pues en la base de la organización
1 "Estoy a punto de creer que habría que considerar las
humana que, bajo pena de desaparecer, debe censu- perversiones, cuyo negativo es la histeria, como las hue-
rar el deseo y cubrir con la palabra causal. La inhibi- llas de un culto sexual p1·imitivo que hasta tal vez fue, en
ción sexual es primero una inhibición de lenguaj'e: el el Oriente semítico, una religión ( Moloch, Astarté) ."
culto, la cultura están aquí en estrecha complicidad. Freud, Cartas a Fliess.

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¡:
1
[ ,,

11
nosotros el sentido es siempre el bien) , habrá arruina-
samiento teórico mismo, es decir, lo que en ella es la do por la base la serie dualista en todo su espesor des-
razón de toda realización práctica. De todas formas, cubriendo al mismo tiempo que su tarea es la de la
para Sade no se trata de practicar por un lado lo que repetición indefinida, su búsqueda, literal, la de una
teorizaría por el otro: sería aceptar la partición dua- especie de movimiento perpetuo. El perverso está,
lista que precisamente trata de destruir. Entonces, pues, amenazado siempre por la lasitud y el miedo
como el lazo neurótico es el de la transformación de la de lo indefinido significante que así saca a la luz del
ficción en realidad, manifestará claramente recu- 11 día; corre el riesgo de ceder en todo momento, de
rriendo a una ficción sin compromiso, la fic~ión en debilitarse, de convertirse en una neurosis común a
la c?~l nos confinamos, dado el nivel en que pensamos 11 partir de aquí en consecuencia, en una insignifican-
y VlVlTilOS. cia. Ahora bien, debe oponer a la evanescencia de la
palabra una función en cierta forma jeroglífica, una
Como hemos dicho, este nivel es el de la neurosis el fuerza irreductible capaz de llegar hasta el extremo
de la palabra instituida, el del "se dice", es de~ir, (es así como los "personajes" de Sade se inscriben en
para Sade -y éste es su primer trastorno-, el de la la vida o son rechazados hasta la muerte) . La exis-
lo~ura. ("Mientras haya hombres, habrá locos, y tencia del perverso es pues un incesante jugarse por
rruentras haya locos, habrá dioses, un paraíso un entero, porque retroceder o perder un punto es per-
infierno, etc.") De una manera general, se p~ede der todo, reconocer la neurosis en un punto es reco-
describir la oposición bien-mal en la siguiente forma: : nocerla en su conjunto. Esta situación es el peligro
1
mismo, porque el que franquea las barreras de la prohi-
(+) el bien (la norma) es lo que pone los signos bición aun corre más riesgos que el del castigo por
', -que somos- so color de una causa: somos los sig- '·
la ley: corre el riesgo de no soportar la pérdida de
¡,
nos de la causa que garantiza nuestra realidad. lo que la prohibición precisamente preserva: la 1·eali-
dad del individuo, el medio que él tiene de que se
(-) el mal (la anomalía) se vuelve el inconsciente del lo reconozca y por lo tanto <le reconocerse. La lucha
bien: es todo aquello que, inhibido, amenaza esta contra la neurosis sin duda es una lucha desesperada,
realidad sustancial. pero además hay que conducirla hasta un exceso tal
que se vuelva su víctima más que nunca, exceso que
El "J?erverso", que no acepta quedar a cubierto por no podrá alcanzar una "perversión" ordinaria en la
'.! l?s signos, q~eda pues reducido a afirmar el mal para medida en que se fije en algunos aspectos fragmen-
liberar los signos y alcanzar el efecto sin causa del tarios de la legislación neurótica. El problema, en
deseo. Por eso se ve obligado a enfrentarse con la efecto, es no sólo transgredir la legislación, sino sus-
dualidad más concreta, más irrefutable, la del pla- tituir la ley. La primera no es más que una figura de
cer y el dolor. Si puede mostrar, tanto con su vida la segunda, así como el criminal incluso perverso,
como con su pensamiento -puesto que su papel es provocado por la sociedad, la mayor parte de las ve-
probar su carácter indisoluble, su escritura recípro- ces no es más que la figura de un movimiento que
ca-, que tanto el dolor del otro como el propio no comprende, y es de esta incomprensión de donde
puede ser convertido en placer, en un placer ilimitado logran su refuerzo y su mayor garantía la virtud y el
capaz de superar todas fas repugnancias y de hacer bien. Por le¡os que el perverso pueda ir con un acto,
que se cambie cada signo negativo en positividad enseguida se lo detiene y, colmo <le la ironía, al
1 redoblada ( como si para él menos por menos diese compensárselo no hace más que consolidar el sistema
1
indefinidamente más) ; si puede cumplir esa función adverso. La razón es que ha seguido sus gustos (su
1

aparentemente imposible, insensata (puesto que para


: 79
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pasión) en lugar de ir hasta el punto de "reflexión" lugar la aventura de Sade. Si hay que evitar que el
y de "apatía" reclam-ado por Sade y en el que la discurso tenga siempre razón, por definición, contra
monstruosidad integral se comunicará con algo de la desmotivación del crimen, importa que este dis-
cualquier otro que es precisamente una economía curso quede reducido al silencio por sí mismo, que
de lenguaje que trastrueca incesantemente el lenguaje el crimen encuentre la voz en él y lo domine más de
de la organización neurótica y su falsedad ( dándole cuanto se podía esperar. Importa que el discurso, co-
a esta palabra no rn sentido moral sino uno en cierta mo palabra oficial aunque también como palabra in-
forma téonico). cesante de cada individuo en su propio cuerpo, esté
enteramente atravesado por el crimen y que el crimen
En efecto, en tanto que el crimen no vaya asociado en cierta forma se vuelva la mancha ciega.
explícitamente con el goce, se mantiene bajo e1 reino
ele la causalidad. Por lo contrario, el crimen por afán
sexual, el que no podría estar motivado (la sexuali- La narración
dad no es una causa, ya que está en el fundamento
mismo, inconsciente, del proceso causal), "desmotiva" Lo que no se le ha perdonado a Sade, tal vez no sea
a la virtud, desenmascara y esteriliza al discurso has- tanto la apología explícita del crimen del placer come
ta la raíz: es el horror sagrado. El discurso virtuoso, haber osado hacer que el discurso se vuelva permea-
y en definitiva el discurso en su conjunto, ya que ble para el elemento que, por un estatuto interior del
todo discurso va unido a la virtud, descansa en la lenguaje, se suponía que no podía ser dicho. Tal vez
serie causa-efecto, en la motivación ( el valor) . Ahora sea haber mostrado claramente, de una vez por
bien, en cuanto está en juego el placer, todo tiene todas, que el lenguaje no tenía "nada que decir" y
el mismo valor, o más exactamente, sólo lo que pro- que la expresividad, en todas sus formas, estaba en
cura placer está justificado como valor provisional, relación con la organización neurótica; deducirnos
objeto que se vuelve figura del álgebra y de la gra- constantemente el "algo que decir" ( el algo que pen-
mática del contra-discurso activo del placer: "no sar) de un disimulo y una inhibición fundamentales y,
habría que dudar ni siquiera entre tma gragea y el así como para cualquiera de nuestras acciones, "casi
universo". La menor sensación es pues más valiosa, siempre, sin que uno se dé cuenta, dirige a estas
según este punto de vista, que cualquier represen- materias el sentimiento de lubricidad". El relato de
tación; lo que se revela si trato a los cuerpos como nuestra vida está, pues, en dependencia de la causa
significantes brutos, cosa que s6lo es posible con la que nos damos, del pensamiento que nos servimos,
condición de proponer en primer lugar al signifi- de la autoridad que justificará nuestros actos. Ahora
cante como objeto fuera de su significado, en su ma- bien, dice Sade, "me parece bien cometer crímenes
terialidad radical. Porque así como la ley exige de un para favorecer a mis pasiones, pero ninguno para ser-
individuo que responda de sí mismo en relación con vir a las de los otros". El predominio del "algo que
un texto exterior a él, de ser idéntico a él mismo para sirva" y del "algo por decir", de hecho son corola-
otro, que coincida, en suma, con su representación, la rios. Se unen en la hipóstasis que, según hemos visto,
virtud asigna al discurso un papel representativo. al cambiar la ficción en realidad, contaminaba lo
Para el bien que, si se plantea la exclusividad de la real volviéndqlo siempre metafórico en la ilusión en
conciencia, se vuelve mal inconsciente, la discusión que estamos, ya que está fijado por una causa, de que
del papel representativo de la conciencia equivale al este real es estable, conocido, familiar, idéntico a sí
sinsentido. Pero entonces podremos comprender que mismo. En todo momento tenernos una idea, una res-
es en el interior del discurso donde tiene enteramente puesta, una explicación preparadas para cada fenó-

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meno; y es así como creemos en un sentido universal
que permita descartar la forma por una especie de mata_. No tiene igual, es sujeto absoluto; es ·el que ha
incesante a priori: venc1d? al espejo nar_c_isista y, por consiguiente, a la
creencia en la fraternidad con su semejante. No tiene
"Es fácil percibir que la superioridad que se da al espi- nada en común con nadie y si llega a matar a inocen-
ritu sobre la materia, o al alma sobre el cuerpo, sólo se tes, su placer. no será menor si mata también a per-
funda en la ignorancia en que se está sobre la naturaleza versos, es decir, tanto a sujetos como a objetos, tenso
de esta alma, mientras que se está más familiarizado con como e~tá hacia un pasaje del límite que lo arrastra,
]a materia o el cuerpo que nos imaginamos conocer y cu- más allá de toda paradoja, a una serie cada vez ma-
yos resortes creemos despejar; pero para todo hombre que
medite sobre ellos, los movimientos más simples de nues- yor de mudas, de actos teatrales en los que trata de
tros cuerpos son enigmas tan difíciles de descifrar como ser, en cada escena, lo que trastorna el juego y goza
el pensamiento." con el trastorno mismo. Esta perversión de segundo
grado, esta perversión del discurso, se anuncia natu-
El ateísmo y el materialismo absolutos de Sade son ralmente a partir del cuerpo. Si el cuerpo se ha vuel-
aquí de una importancia ejemplar. Forman en nues- to, para el lenguaje, continente real si por su lado
tra cultura uno de esos límites que es necesario el lenguaje se ha vuelto real para ei c~erpo, no hay
recordarle implacablemente, y con mayor razón por- duda de que es gracias a Sade, cuyos escritos están
que ese ateísmo, ese materialismo, deben ser fanáti- meditados para atravesarnos corporalmente como
cos si quieren develar el fanatismo inconsciente y re- atr~vi~san los . cuerpos que tienen por función des-
petitivo de la neurosis misma. Ahora bien, para no ser tr~, mtroduciend~ en estos escritos una especie de
neuróticos a su vez, deben estar apoyados en la per- radiografía generalizada y terrible. Por eso nos juz-
versión activa del discurso ( un materialismo semán- gan nuestros juicios sobre Sade, por eso son sus li-
tico) que duplica la totalidad de lo real. En este sen- bros una trampa permanente y segura: ilegibles a
tido, el monstruo sadinno -que, no lo olvidemos, es fuerza de claridad, formando una jungla de signos
un monstruo escrito- se da como realización la lite- perfecta~e1:1te evidentes e indes<;ifrables, el ciego y
ralidad íntegra: es aquel que dice lo que hace y hace entero credito que otorgamos aqm en el acto a lo que
lo que dice, y nunca otra cosa. Es aquel que no tiene nos muestran es una prueba de que sin duda toma-
vestimenta y cuya desnudez envía totalmente a una mos los detalles de estos libros por estos libros mis-
palabra. De hecho, es más un lugar que un 'Personaje, mos, y en cierta forma obligatoriamente la parte por
un lugar donde los extremos se tocan y se neutralizan el todo. Jueces y parte, en todo momento víctimas de
en una especie de explosión negra que, en su interior, nuestras repugnancias y de nuestros fantasmas, co-
es gozo extático, en su exterior destrucción sin vuel- rremos el riesgo de soltar la presa de lo que escribi-
ta, pero en suma algo que ya no pertenece a la dis- mos por la sombrn de la representación volviéndo-
'
tinción exterior-interior, un medio intermedio entre nos así -virtuosos que se ignoran, pe~·versos que
la erupción solar y Ja consumación de los cuerpos, la ceban de menos la virtud-, en la sombra de los es-
lupa que hace converger los rayos del placer en un critos sadianos. No hay sentido último ni última pala-
punto preciso basta darles una fuerza tanto más mor- bra de la o~ra o del pe1sonaje de Sade, no hay lectura
tífera que es más capaz de perder, y esto con una a sangre fna de Sade que pueda culminar en tal o
calma igual a la crisis que se da hasta la muerte. El cual clave del saber. Y sin embargo esta lectura a
"corazón" del perverso es pues insondable: no hay sangre fría puede existir si tomamos conciencia de
nada a lo cual se pueda reducir y comparar, porque que tiene lugar en nosotros mismos en todas las pala-
es él el que decide, es él el que explica, es él el que bras de estos escritos, si dejamos de privilegiar a esto
en perjuicio de aquello, si queremos todo lo que
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1
ocurre en el cenh·o oculto y visible de estas páginas llegado a todos los extremos, las figuras de la reli-
vivas. Sade quiso que la escritura, que tiene que gión, de la familia, de1 matrimonio, del incesto, del
acompañarnos sin descanso y totalizar así nuestra parricidio, del infanticidio, del robo, de la sodomía,
vida, sea la de la ficción (novela) organizada de del asesinato, del sacrilegio, de la escatología, de la
manera rigw-osa, con una lógica que permita su de- antropofagia, de la matanza, y así de alumna se con-
velamiento preciso. Di~tingue tres planos de orga- vierte poco a poco en profesora cuando su conciencia
nización: lo que se relata a título de hazaña, de le- ha sufrido la "torsión" conveniente y ella ha alcan-
yenda individual; lo que se practica y duplica por los zado una maesb"ía perfecta en la aniquilación de toda
auditores del relato; lo que se razona a título de jus- virtud y el afortunado y soberanamente feliz cumpli-
tificación teórica. Situando los tres niveles en que la miento del vicio y de] gozo. La narración nada omi-
palabra, el gesto y el pensamiento se imbrican en el te, ninguna forma de traición, de tortura, de igno-
interior de un teatro global fundado en la escritura minia. Todo está trastornado: opiniones, creencias,
de lo inconfesable, crea lo que se llama una filoso-fía sentimientos, sensaciones. La narración termina con
cuya ley y cuya regla, formuladas con una intención la muerte del signo, asociado con el signo-narrador,
manifiestamente didáctica, serán "decir todo". su doble (Justine, la herma.na de Juliette, la virtud,
la neurosis) que, como sabemos, recorre el mismo
circuito, aunque en sentido inverso.
"Lorsange"
En este texto, donde la figura de la narración, una
Este sistema narrativo, que emplea tres puntos de mujer, se vuelve el filtro de la totalidad y del movi-
arranque (relato en el relato, relato de lo que con- miento general de placer y de destrucción; donde la
firma el relato, relato de lo que piensa el relato), en- anticausa, el efecto absoluto, encuenh"an a la vez a
cuentra su cumplimiento en Juliette ou les Prospé- su operador: el deseo, el sexo, el cuerpo investido
1•ités dii Vice, cuyo trayecto, brevemente, es el si- hasta en la sangre; y su fundamento: la escritura; en
guiente: 2 este texto de una materialidad escénica inagotable y
que aquí tratamos simplemente de dar a leer, se pue-
Un signo neutro y vacio -una niña- se entera por den separar cuab"o observadores que subrayarán el
un signo que es conscientemente lo contrario de lo hecho de que Sade intenta lograr una forma global
que parece ser (una monja que es una prostituta), la de la comunicación:
negación de las apariencias ( del signo como repre-
sentación, es decir efecto de una causa) . Cargada
poco a poco con todos los crímenes y todos los pla- a) La historia está cambiada en ficción deliberada-
ceres, cruza sucesivamente, bajo la forma de la pros- mente; no hay relato histórico verdadero, objetivo.
titución y de la alianza con otros signos que ya han Los gobernantes, los reyes, el papa, están descriptos
en su duplicidad superpuesta, representantes oficia-
les de la neurosis, perversos a escondidas; discurren
2 Las dos "series" principales de Sade son las 120 Jour-
en público según la virtud y en secreto según el vicio.
nées de Sodome y Juliette, siendo la primera la matriz sig- La figura general de la Ley ( de la causa) está neu-
nificante de la segunda. En las 120 Journées, espacio y
tiempo están cerrados, dados por adelantado, y sistemá- b·alizada. Con la misma perspectiva, los nombres de
ticamente agotados a b"avés del cuerpo. A esta conden- los "personajes", en su mayor parte, si pertenecen a
sación (teatral) corresponde la extensión y el desplaza- las figuras activas de la narración, de tipo mitológico
miento de Juliette, efecto dialéctico del relato. y como suscitados por la lengua misma, muestran de

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esta manera, a veces irónicamente, que es ella la que debe aparecer todo el tiempo determinado por la
de hecho prncede a la disposición de lo real: mala fe.

Noirceuil (negro-umbral; es él quien nos inb·oduce c) La sociedad está en el centro de toda ideología.
en el seno de la monstruosidad). Sade insiste en el hecho de que la sociedad es un he-
Saint-Fond (fondo-sagrado, hablará del infierno). cho de "lengua", una organización arbitraria de creen-
Clairwil ( claro-deseo, enseña a Juliette). cias, de prescripcione~, de costumbres desmentidas
Durand ( lo que dura, la bruja que posee secretos de por otras sociedades ( el número de ejemplos citados
la duración). adquiere una amplitud y una precisión etnológica).
Un financiero: Mondor. La Enciclopedia de Sade anula en tanto que pro-
Un bandido: Brisa-Testa. yecto universal -e intemporal- a la de las '1uces",
Olympe (muere en un volcán). limitada a un tipo de lectura mecánica y naturalista.
Lorsange ( el oro, sangre, ángel) .
Una monja: Delbene ( con el alma negra como el Por otra parte, se elaboran proyectos de sociedades
ébano). trastrocadas o secretas. En el fondo de las casas de
citas y de los castillos perdidos donde se desarrolla
el relato de la perversión, se fomenta una suversión
Tampoco es inútil observar que Justine y Juliette tie- total: el texto perverso, encerrado por la neurosis en
nen la misma inicial y que se trata de dos nombres las cárceles o en los libros, lo engloba a su vez y lo
masculinos feminizados; uno evoca invariablemente encierra por la sola fuerza de la narración. El infierno
el derecho, la justicia; el otro se eleva como contra- se vuelve paraíso vivido, la cárcel: el mundo, el li-
1 parte no sólo de Romeo y Julieta, sino también de bro: realidad.
Julie ou la Nouvelle IIéldise de Rousseau; Rousseau
el autor de la Educación, del Origen natural, del d) La ciencia: el texto de Sade debe destruir toda
Bien, de la Interioridad sagrada, del Discurso, de la superstición y se da por consiguiente como aliado de
I! Individualidad y de las Bellas Letras en su acaba- la ciencia. Pero la ciencia puede quedar prisionera
miento admirable; en una palabra, el representante sin saberlo -y socialmente- de la superstición ( el
de la neurosis ( Saint-Fond responde así a Saint- sabio con frecuencia es un niño puritano) . Es la ra•
Preux, Clairwil a Claire) : la historia literaria se des- zón de que la única figura "científica" de la narra-
enmascara a su vez. ción de Sade sea, de extraña y paradójica manera la
magia (representada por la mediadora que es' la
b )· El dinero desempeña aquí un papel esencial. Durand); la magia, conocimiento práctico de los "se-
Sade no recurre a lo fantástico, sino que sitúa su na- cretos de la naturaleza" ( es decir, del hecho de que
rración en el seno de lo concreto. La economía, el no hay naturaleza), alcanzados a su vez por una
interés, están en la barn de los comportamientos, de correlación del saber y de la sexualidad. El acerca-
las creencias, de los sistemas de la neurosis. La per- miento de los cuerpos y sus transformaciones recípro-
versión debe tener muy en cuenta este hecho y no cas están en relación, a la vez, con el burdel y con el
afirmar o hacer nada que devele, cínicamente, este laboratorio. Debemos decir que éste es uno de los
nivel del valor (Juliette, al pasar, recordará al papa pasajes más embargantes del texto sadiano· su punto
que la riqueza del Vaticano y la pobreza de Cristo más central, más b·ansparente, más vul~erable el
'! parecen dos realidades contradictorias). El perverso viaje de la filosofía al seno de la materia y del 'cri-
aplica una 1ógica sin defectos; el discurso del bien men, no sólo pasa por la transgresión de las leyes
,,
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!
1
sociales y "naturales", sino también por una especie Como quería Sade, citando a Lucrecio hemos pasado
de física oculta, interior, que nos conduce, por una a los "trasfondos de la vida". '
brusca activación de la metonimia del deseo -no hay
ninguna imagen que, a todo lo largo, no sea de una
obscenidad asesina; ningún vocablo que no tenga la El crimen
fuerza de un espasmo-, a un vértigo analógico en el
que la textura causa-efecto se despliega, se acelera Este "pasaje" exige del héroe sadiano que nunca le
y se escribe prácticamente de una manera ebria (la falten las fuerzas necesarias "para pasar los últimos
palabra que, al provocar una nube de humo, hace límites" .. Afirmado por la teoría y el ejemplo más
que aparezca la sílfide; el sexo impersonal que es endurecidos, debe superar sus repugnancias de ma-
"Dios"; la aparición y la destrucción sangrienta o nera práctica (y no contentarse con una admisión
envenenada de los cuerpos que ya no se sabe, en eí intelectual, que dejaría intacta a la inhibición), debe
interior mismo de la narración, si son ficticios o rea- comprender que el gozo supremo es a la vez con-
les; el desencadenamiento de las mujeres que extir- ciencia y pérdida de la conciencia. En efecto, encon-
pan los corazones de sus víctimas y se revuelcan en tramos el enigma de Sade, evidente y secreto, en esta
sus restos orgánicos; la pólvora que abre y revuelve frase de ]uliette: "La situación de la conciencia tiene
la tierra haciendo que aparezca a la luz del día un de particular sobre las otras afecciones del alma que
cementerio de huesos; la respiración, en suma, de la se aniquila en razón de lo que se la aumenta." Este tra-
vida y de la muerte que se han vuelto gemelas) : "El bajo es asimilable al que consiste en volver a tomar
misterio y la distracción, dijo la Durand, están aquí en contacto con una fuerza elemental del lenguaje tal
su centro." que la muerte -esta muerte cuya neurosis representa
el punto de convergencia de las líneas- no pueda
Así, al término de una narración que se cierra sobre hacerla reh·oceder. Identificado por un tiempo con la
sí misma, y anuncia en ese momento que la filosofía "natur~!eza", _que, según precisa Sade, "vive por la
"debe decir todo", relato que, como hemos visto, obe- ~uerte _; . hab1~~do convertido la sensación en jui-
dece al siguiente esquema: c10 dec1s1~0 ( Juzgo todo por las sensaciones"); el
gesto sadiano se vuelve la figura voluntaria de la
l. Relato ➔ relato - práctica - teoría repetición, pasaje incesante de lo inconsciente a lo
consciente a través de un principio de placer cons-
2. E-scritura ➔ palabra ( cuentista individual) - esce- tantemente opuesto al principio de realidad de la
na ( cuerpos, gestos, comunidad de escritura) - co- causa. En efecto, la finalidad consiste en alcanzar en
mentario ( pensamiento, impersonalidad, universali- el curso de "la cadena invisible que une a todos los
dad, ,cultura). seres" el coraz~n indif~rente del movimiento perpe-
tuo sexo-lengua1e. El remo de la causa entonces que-
(estruch1ra que observa así una disimetría funda- da al desnudo y destruido. Este reino, en efecto es
mental, ya que el relato es siempre un relato, la es- el de 1a repetición inconsciente que, bajo la fo;·ma
critura siempre, de nuevo, una escritura separada en de la propagación de la especie, impide a la "natu-
relación con un conjunto indefinido de signos), la raleza" crear ,"nuevas figuras" y, desconociendo el
realidad se encuentra totalmente a disposición de poder creador del fondo, se mantiene indefinidamen-
la ficción, que se muestra como habiéndola manio- te en las mismas formas. Para Sade en efecto que
brado todo el tiempo entre bastidores. La voz de la a1canza as1, e1 atomismo más radical,, las combinacio-
'
conciencia ha dejado lugar a la ESCRITURA del deseo. nes cuyo resultado somos han sido simplemente

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1

"aventuradas" y '1anzadas", y las figuras que somos inicial, la irresponsabilidad misma del juego del mun-
h an sido pues separadas de su fondo y distintas de él do. En esto, en principio, una cultura encuentra lo ar-
a partir del momento en que han sido figuradas. E] bitrario, el balbuceo creador. Pensamiento insostenible
hombre "figurado" de una cultura está absolutamen- para nuestro p ensamiento y que aparece entonces
te separado de la naturaleza, y lo que h·ata de con- como una profanación absoluta. Pero hay que darse
servar es una figuración arbitraria que hace de él cuenta de que la profanación de Sade apunta, no a lo
un simple figurante del teatro universal cuya _exis- sagrado, sino a lo sagrado ya profanado por la sacra-
tencia después niega, inventándose una causalidad, lización anh·opomórfica, lo sagrado instituido y por
1
imaginándose que h a sido "querido" y que, por con- 1 lo mismo destituido ( Ser, Dios, Ley, Razón: mayúscu-
siguiente, haciendo abstracción de la sexualidad, su las) . De tal manera que esta profanación constituye
existencia es un bien y su muerte un mal: el acto sagrado por excelencia, el procesamiento de
todo cuanto se presenta como causa y se instala en
"No perder nunca de vista -dijo el papa- que no h ay ella, la destrucción de esta detención de los signos que
destrucción real, que la muerte misma no lo es, que pretende coincidir con él mismo en términos de iden-
no es vista física y filosóficamente, más que una mo- tidad, detención y torp eza con los cuales, constitutiva-
[1
dific;ción diferente de la materia en la cual el prin- mente, estamos en relación por nuestra existencia. La
cipio activo o, si se quiere, el principio del movimien- afirmación del Mal divino se opone a un sagrado des-
1, to nunca deja de actuar, aunque de una manera menos cargado por el Bien, y es lo que Saint-Fond recuerda
aparente. El nacimiento del hombre no es pues e] al ateísmo un poco apresurado, demasiado cómodo de
comienzo de su existencia, de la misma manera que Juliette. Sin embargo, esta divinización del mal no es
no es su terminación; y la madre que lo pare no le más que un momento necesario del acto ateológico
da más vida que la que le quita el asesino que lo que trata de ser un sagrado imposible de sacralizar.
mata; una produce una especie de materia organizada Por ser el acto sagrado con la condición de no darse
en tal sentido; la otra da ocasión para el renacimiento nunca como tal, por atravesar lo sagrado por una es-
de una materia diferente;, y ambos crean. pecie de arqueología semántica, anamnesia que con-
siste en volver a crear las condiciones de la sacraliza-
"Nada nace, nada perece esencialmente, todo no pasa ción para transgredirlas ( y por eso el ateísmo debe
de ser una acción y una reacción de la materia, son mantenerse muy cerca de la posibilidad que da "Dios"
las olas del mar que se elevan y bajan en todo mo- en lugar de encerrarse en una negativa prehecha),
mento sin que haya ni pérdida ni aumento en la masa por todo ello es ambivalente, y tendremos por un
de sus aguas. Es un movimiento perpetuo que ha sido, lado los infortunios de la expresión ( de la causalidad),
y siempre será, y en cuyos principales agentes nos y por el otro las prosperidades de la escritura ( del
convertimos sin damos cuenta, a causa de nuestros efecto sin causas) . Si allá donde proponemos la causa
vicios y de nuestras virtudes." desconocemos el deseo, tenemos que elegir entre la
buena conciencia de la realidad, que es una ficción,
Tocamos aquí, en el texto de Sade, lo que, para em- y la extinción de la conciencia, que hace de la fic-
pezar, llamábamos nivel cosmogónico, del cual, pre- ción una realidad y cambia en ficción la realidad
cisamente, nuestra cultura ha pretendido ser la aboli- consciente. El vicio, en relación con codificación vir-
ción y el olvido. Este nivel es el que, de manera cí- tuosa y desafortunada, es el índice de una metamor-
¡;
clica, recuerda el caos de donde surgió todo orden, la 1
fosis del significante, d e una verdadera polisemia de
anarquía que fatalmente precede a toda ley, la profa- lo real, y es el signo femenino, el signo sin voz en el
nación de todo sistema que se enraíza en el desorden mundo de la ley, que debe ser portador de su ener-

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gía trastornadora. En efecto, si no fuera la mujer la corruoción tan general, a un trastorno tan formal que
figura de este trastorne, no estaría inscripto en el or- el efecto se prolongase aun más allá de mi vida:"
den de las cosas, y es precisamente en lo más pro-
fundo de este orden, en su seno, donde se tiene que Uno de los raros principios estéticos que parece apro-
manifestar la operación. El juicio del rayo, que, al bar Sade es, por lo demás, éste, que saca corrigién-
final de Juliette, mata a la neurosis, es decir, a Justine, dolo, de Aristóteles: '
acaba la narración sadiana, fijándola en una intempo-
ralidad mítica. Esta chispa, este párrafo de la escri- "Aristóteles, en su Aite poética, quiere que la finali-
tura que pone un término sin fin a la dualidad del bien dad Y el trabajo del poeta sean curarnos del temor y
y del mal, es el que anuncia la resolución de "decir de la piedad, que contempla como la fuente de todos
todo" que finalmente reconoce la perversión como los males de! hombre; hasta podría agregarse que de
siendo su tru·ea. todos los vicios."

Porque Sade escribe. Si pone en escena la partición Escribir con la única intención de destruir continua-
de la virtud y del vicio dando la victoria al vicio, lle- mente las reglas, las creencias que ocultan la escri-
ga un punto en que esta victoria ha compensado tan tma d_el deseo, escribir no para expresar o represen-
bien la represión inevitable del discurso virtuoso que tar ( s1 no es la cadena de las supersticiones de las
se vuelve inocente y "divina". Sólo el texto ( crimen "causas", la "literatura" en el sentido neurótico es
contra la causa) es finalmente la resolución no-simé- decir, que siempre pretende referirse a un mundo ~ea!
trica que escapa tanto a la dualidad como a la con- o ~na?inario exterior a ella, a una verdad que la du
tradicción. plican~, a un sentido que la precedería), sino para
destrmr a _Ja vez la virtud y el vicio, su complicidad,
p~r un cnmen hasta tal punto causa y efecto de él
En resumen, tenemos, pues, el recorrido siguiente: mismo que no pueda ser caracterizado; escribir es en-
- la virtud asignaba al discurso un papel represen- tonces un crimen tanto para la virtud como para el
tativo, crimen.
- el vicio discutía este papel, pero aún podfa actuar
cmno compensación, Philippe Sollers
- a la transgresión sólo la toca la escritura, que se vuel-
ve el lugar de una afirmación sin límites, es decir, que
no envía ( como el deseo) más que a ella misma y cum-
ple el crimen mayor ( superior al crimen que, en cierta
forma, reconocía a la ley) de transformru· la realidad
en una ficción activa cuya virulencia desnuda sin
descanso el mundo del bien y del mal.

"Quisiera encontrar -dijo Clairwil- un crimen cuyo


efecto perpetuo actuase, aunque cuando yo ya no ac-
tuase, de manera que no hubiera un solo instante de
mi vida, ni siquiera durmiendo, en que no fuese causa
de un desorden cualquiera, y que este desorden pu-
diese extenderse hasta el punto que arrastrara a una

92 93
La escritura sin medidas desviándose de sus orgías, para discutir de filosofía o
de política y encontrar en el diálogo, ya que no en
la instrncción de algún neófito, el lugar donde des-
arrollar sus sistemas y fortificar ( si era necesario) su
resolución. Sin embargo sería engañarse el dejarse em-
baucar por los espejos que duplican sus ejercicios y
deducir demasiado de prisa un argumento -un argu-
mento sin duda tranquilizador, tratándose de una
obra que lo es muy poco- del hecho de tener nece-
sidad los héroes de Sade de la mirada del otro, o de
verse como los otros los ven, para tomar distancia de
las pasiones y encontrar en la representación de sus
crímenes la prueba de su existencia y la confirmación
"Si hubiera estado sola -así habla la Juliette de Sade de su identidad. Los juegos de la reflexión y de la
al término del relato del primero de los crímenes q~e identificación suponen que esté hecha la luz; ahora
supo concebir y cometer por su cuenta y por propia bien, siempre llega un momento, en los relatos que se
intención-, si hubiera estado sola, juro que no sé has: nos dan a leer, en el que el castigado quiere la oscu-
ta dónde habría hecho que llegaran los efectos de rm ridad: "Los velos de fo. noche hacen de aguijones del
desorden." Extraña confesión, donde se vislumbra u? crimen, nunca se comete tan bien como entre som-
pesar, ya que no es un remordimiento (no el remord~- bras" ( y los sótanos de la Sociedad de los Amigos del
miento de la virtud, que no es nada, sino el del cri- Crimen, los gabinetes alejados y el calabozo subterrá-
men cuyo imperativo es categórico: "Podía hacer neo del castillo de Silling, estaban previstos para per-
más' no lo he hecho"): ¿hay pues que estar solo para mitir, a quien lo desease, aislarse con las víctimas de
atre~erse a todo, para ejecutar todo, para trabajar su elección, escapar a las miradas, medirse con la
con el fin de librarse de la infinita tarea de la trans- noche).
gresión ("No se ha hecho nada si no se ha hecho
todo")? "Queremos verte actuar como si estuvieses solo" pi-
den Juliette y la Clairwil a uno de sus huéspedes na-
Los compañeros de Juliette, Noirceuil, Saint-Fond, la politanos. Pero la posición de testigo no deja de ser
Clairwil, ignoraban la vergüenza que hacía q~e la peligrosa, ya que el libertino no conoce ninguna pa-
muchacha no quería aue nadie, excepto sus arrugas, labra y en definitiva n0 le preocupan las compañías
supiesen los excesos a los que se ,entregaba. ~dem~s más que para afirmar mejor la soledad sin escape en
ellos tenían que disimular sus cnmenes: la _rmplln:1- que lo confina el deseo ("Je voudrais que l'univers
dad aumenta las delicias del crimen que sanciona. Sm entier cessftt d'exister quand ¡e b . . .'' 1 ). Y tal otro
duda las combinaciones en que se irritaban sus deseos, 1
moviÍizaban una cantidad a veces considerable de ¿Se puede, está permitido citar a Sade? Introducir en
testigos, protagonistas o víctimas; sin ~uda, la_ necesi- nuestro discurso ese fra¡;mento del texto de Sade. ¿Acaso
no es fingir que nuestra lengua timorata puede acoger la
dad de organizar sus placeres los hacia re~se con palabra direeta que es la de Sade, hacerle un lugar, to-
sus pares, incluso constituirse en sociedad; s~ duda lerar sin graves desórdenes semejante injerto? ¿No es
la emulación los excitaba para superarse y dar siempre pretender que la coexistencia, que el intercambio sean
más extensión a sus empresas; sin duda se reunían, posibles entre las dos partes, una logrando por esta irri-
soria consagración cierto perfume de respetabilidad pro-
94
95
puede querer "actuar delante de gente" y unir el del deseo y del reconocimiento. Ante todo el yo del
atractivo del escándalo a los horrores en que encuen- deseo no se satisface más que negando al otro· sólo
tra el resorte ordinario de su goce; si pretende que hay satisfacción si la verifica constantemente c~n su
se lo mire, no es para establecer un lazo positivo con v_ictoria; ~ora bien, esta victoria no es nada, queda
ob"o por medio del deseo; sólo quiere ser "lo más ho- sm porverur, entregad:;, a una repetición indefinida
rrible posible" y, por el espanto que sabrá inspirarles, ,(haY un grad~ en el c~imen, dirá Juliette, en el que
eliminar a los espectadores que ha convocado, por ya sólo se existe multiplicando sus víctimas"), si se
haberse promulgado la pena de muerte contra quien logra sobre otro sujeto consciente a su vez de sí y que
desvíe la vista o se deje cegar por las lágrimas. Tal es 1~ pueda reconocer como tal. Pero lo que Sade nos
el deseo sádico, que no persigue el deseo del otro tien: qu~ decir se sitúa más acá -¿o más allá?- de
sino la destrucción de su ob¡eto, aunque sea por el la hi_stona y de la cultura, fuera incluso del tiempo,
camino del placer, porque no se comparte en ningún prec1samen~e en el punto .1esignado por Hegel en el
caso y quien lo prueba se encierra en él de tal ma- que el apetito de destrucc10n tiende a apoderarse del
nera, en el momento en que lo aprehende, que ya no deseo par~ susb·aerlo del traba¡o de lo negativo y ha-
quiere conocer ni a otros ni a la gente, sino sólo su cerlo servrr a unos fines distintos de la realización de
sensación ( y si las h eroínas de Sade se prestan con la conciencia de sí. Porque la lucha, en este caso,
gusto a una forma de intercambio de dos soledades, puede ser -al menos provisionalmente- contemplada
dispensando a sus compañeras las mismas voluptuo- como un juego, pero que no tiene nada de aleatorio,
sidades que reciben, ei libertino de sexo masculino, por tener el amo mucho cuidado, si es que llega a ex-
cuando somete a sus víctimas, es para humillarlas y pon_erse ~e alguna_ manera, de correr el menor riesgo
atormentarlas mejor, llegando hasta fantasear supli- posible; tiene el trmnfo asegurado desde el principio
cios que causarlan placer hasta al agente de su ani- y las víctimas designadas, "ya muertas en el mundo"'.
quilación) . De nada sirve recordar aquí a Hegel, la Como sabe que hay giros que hacen que el esclavo
lucha del amo y del esclavo, ]a dialéctica teleológica venza al fin, por su trabajo, a su vencedor, y preocu-
pado, aún, por definir en beneficio propio las condi-
ciones de una "civilización del ocio" en el sentido ple-
pio para que su audiencia se extienda ( como si se tra- no de las palabras (entiendo: una civilización en fa
tara de asegurar el éxito y la difusión de una obra tan que la "realidad", y tal vez el trabajo mismo no están
escandalosa), y la otra ganando con este préstamo cierto ya definidos en términos de rendimiento ; de pro-
tono -perfecmmente usurpado- de libertad, de audacia? ductividad), este amo vuelve a empezar la lucha en
La decencia ( decencia, no nos equivoquemos, respecto de
Sade, y de un texto sin medida común con nuestro len- el punt? en _que la había dejado el de Hegel: seguro
guaje) pretende que al menos nos abstengamos d e toda de su situación y de sus privilegios, no se preocupará
cita demasiado "cruda" y de reproducir, sin obliterarlos por salvar la vida de lo~ miserables doblegados por su
con algunos p1mtos de suspensión, los términos menos ley. Y en cuanto a los que quiera salvar -el especta-
equívocos del discurso sadiano. Semejante principio no po- dor que se preste a la celebración de tal ritual que le
dría tener ninguna excepción; sin embargo no querríamos plazca concebir, el auditor que escuche sin estreme-
que en este punto el lector se engaíiase sobre la natura- cerse el relato de los crímenes más odiosos, el lector
leza del verbo aquí indicado ¡por la letra b seguida de tres que no saque, los ojos de la página en que se inscribe
puntos suspensivos ( verbo que indica el monto del de- el proyecto de un crimen desmesurado, y que sabrán
seo), y lo sustituyese ·por otro verbo que tiene la misma
inicial y la misma cantidad de letras, pero que designa el ver, ou o leer tan bien que por fuerza tendrán que
acto en que el deseo encuentra su satisfacción, sustitución hacer suyos los deseos del amo y tendrán también
que falsearía nuestro ra:z.onamiento. que desarrollar sus efectos-, no será para someterlos

96 97
sino oara llamarlos a qt1e colaboren en sus planes, sin
que semejante asociación cree enb·e ellos más comu- seo se hace reconocer como lo que es, desde el mo-
nidad que la del lengua;e, un lenguaje cu)'.a natura- mento en que está reflejado en un lenguaje que ya
leza y cuyas funciones tendremos que decir, el len- no quiere conocer prohibiciones: no el resorte de la
guaje que el preso de Vincennes y de la B?stilla, apro- sociabilidad, de la lucha, del intercambio entre los
vechando sus inmenso~ ocios, habrá sabido elaborar hombres, sino una pasión extraña a toda historia, a
en la soledad que le tocaba en suerte, lenguaje sin toda comunicación, una pasión tal vez insensata, por-
merced lenguaje insoportable, lenguaje inaceptable, que la arrastra el vértigo de una separaci6n sin re-
medio.
en el c;al el deseo se deletrea y multiplica sus figu-
ras según las reglas de una combinatoria contraria a
toda humanidad. Se ha hablado de la aberración de una sociedad que,
con el pretexto de garantizar en lo inmediato la
Otro solitario, Robinson, había llegado, en su isla, a tranquilidad de una familia, habría dado a seme-
ignorar ( es él quien lo dice) la concupiscencia de la jante individuo la ocasión y el ocio para trabajar en
carne· tal vez sea porgue había perdido toda espe- la obra más escandalcsa que nunca se haya escrito
ranza' de volver entre los hombres y no tenía más (escandalosa hasta el punto que Maurice Blancbot
remedio que asegurar la so?eranía y la coher~nci~ de reconoce en ella, en el mundo eminentemente rela-
I'
su yo fuera de toda relacion, aunque _fues~ m~agma- tivo de la literatura, un verdadero absoluto). Pero
ria, con sus semejantes, y por una VIctona s1empr~ si hay escándalo, es que esta obra no es sólo infame,
repetida, en sí mismo y fuera de sí, sobre la natur~- sino peligrosa, criminal, en la acepción más fuerte
leza una naturaleza a decir verdad tan poco hostil de la palabra: en el sentido que entendía Juliette
que ' al vencerla podia
' creer ~ue se con f o~ma.b a segun
' cuando la Clairwil, al decirle que soñaba con un cri-
su ley. Ese p1isionero (Damel Defoe de1a bien claro men cuyo efecto fuese perpetuo y propio para causar
que Robinson es una alegoría por la cual quiso repre- tm desarreglo formal que se prolongase incluso basta
sentar el destino de un ilusb·e cautivo) no estaba en más allá de su vida, le aconsejaba que probase el
posición de permitirse nada que le hubiera vuelto más asesinato moral, al que se llega por escrito. Cornpren-
intolerable su situación y más entera su soledad. Tal dámoslo: la obra de Sade -y el pensamiento, la "fi-
vez Robinson no haya dicho todo; ¿pero Sade? Escribe losofía" que supone-, si tiene esa eficacia demo-
Georges Bataille de sus singulares inventos que s?lo níaca, es porque en ningún caso es el producto de la
podían nacer en la soledad ,de un c~labozo; ~eman soledad, del extravío, de la perversión de los sentidos
que haber retirado al margues el medio de.sati~facer o del trastorno de la imaginación, sino el instrumento
sus pasiones para que pudies~ tomar conc1e~cia del de un "desorden" radical, un insb·umento delibera-
paradójico destino de las puls10nes que lo animaban. damente combinado y llevado a cabo con el mayor
Al revés que Robinson, Sade no b·ató de arreglar una arte. Si llega a adoptar su aspecto para provocar en
soledad que no tenía r:ada de alegórica; por lo con- la mente del lector muchas fantasías hundidas y de-
trario, habrá jugado el juego basta el fin?l,_ hasta con- seos inconfesables, esta obra, a pesar de lo que se
firmarla con un comportamiento que 1mtase a sus haya dicho sobre ella, no puede ser considerada como
carceleros y los persuadiese de que lo encerrasen más un simple fantasma por la razón de que su autor eli-
estrechamente, hasta duplicarla con sus escritos que lo gió decir todo,. sin más vueltas, y sin dejarse detener
debían excluir de la sociedad de los hombres, ya que por las bmTeras que finge ignorar la imaginación,
no de su memoria, hasta emprender en su celda esta sino que por lo contrario ,las designa señaladamente
y las denuncia a su vez como "fantásticas"; aun menos
obra inmensa, esta búsqueda indefinida donde el de-
la puede calificar, sin contrasentido, de patológica
98 99

'
la cabeza que le habrá hecho formar fantasmas que sociedad de su tiempo, tal como estaba constituida,
ofrecía a todos los que estaban en posición de apro-
tendrá que realizar. 2 vecharlo -o sabían ponerse en ella-, todos los me-
dios e instrumentos reales de semejante libertinaje,
El desnivel -como se verá, puramente !ormal-: entre con la única aunque decisiva condición de que no
la concepción y la ejecución de seme¡a1:te~ figuras, veían en ello solamente un juego, sino que lo sabían
permite definir la tarea asignada a la ficción en ,el llevar hasta el crimen, donde este mismo libertinaje
sistema de Sade. Si el sadismo (para habla: con ter- encuentra su resorte más seguro. Sólo éste conoce la
minos freudianos) significa un desplazaffilento del ley que lo quebranta, y lo quebranta impunemente.
objeto sexual, al ser más fuertes los component_es Es cosa suya lograr un placer, incluso una energía
agresivos de la i;mlsi6n que los coi:riponente~ propia- complementaria de la representación de los excesos
mente eróticos, la ficción no traba¡a para distraer a} a que se enh·ega ("La imaginación -podrá decir la
hombre de su deseo, pern tampoco trata -como ;5~ra misma Juliette que recordaba de Buffon que en el
el papel de la imaginación en el Kant de la Critica amor sólo su físico es bueno- es la única cuna de las
del ¡uicio y el Scbiller de las Cartas sobre la ediica- voluptuosidades, sólo ella las crea, las dirige; sólo
ci6n estética del hombre-3 ?e superar el ~ntago- hay un físico grosero. . . imbécil, en todo lo que ella
nismo entre sensibilidad y razon, tal como lo impone no inspira"): semejantes placeres no son lúdicos en
la cultura, transponiéndolo a un terreno -el d~l forma alguna, sino totalmente criminales, y se man-
¡uego- donde el principio de reali~ad ya no tend_na tienen como tales bajo la jurisdicción -impotente-
curso al menos en su forma represiva. Hay que m- del principio de realidad.
sistir 'sobre ello: la intención de Sade en for~a al:
guna es utópica, y la imaginación no ~sume mnguna De tal modo, Sade no espera que la imaginación pue-
función dialéctica en esta obra que sm embargo es da servir para superar las oposiciones en las cuales
de f icci6n. Blanchot se ha dado cuenta d~ 9-ue el ero- está comprometido el espíritu por la represión -como
tismo de Sade, por soñado que fuese, e~gia, por ~er Schiller examinará, las de la sensibilidad y la razón,
soñado, una ficción de la qu~ sea excl~~o el sueno, de la materia y la forma, de la naturaleza y la liber-
donde la corrupción sea realizada y vivida. Pero no tad, de lo particular y lo universal; 4 por lo contrario,
es decir mucho porque hay que entender que la lu- exigirá de cada uno de los términos de estas
¡uria no es nada si el crápula no es su alma. La corrup- oposiciones tomados aisladamente -y por consiguien-
ción, la perversión, deben ser llevadas has~a. ~1 e~- te de 1a imaginación misma- que se supere a sí
hasta la revocación de todas las proh1bic10nes,
h!~~; el levantamiento de todo tabú: "El libertinaje
mismo, por propia intención, llevándose a un exceso
donde todas las oposiciones se deshacen. Es así como
es un extravío de los sentidos que supone la ruptu~a no tendrá más que desprecio por todos los temblores
total de todos los frenos, el más soberano desprec10 que sólo nos dan "mitades de ideas". A la manera del
por los prejuicios, la inversión total de todo culto, libertinaje, al igual que el crimen, la razón se ve
el mayor horror por toda especie de moral." Ahora llevada al exceso. No es que Sade invoque contra la
bien, lo que Sade entendió que mostraba es que la "realidad", contra la racionalidad social, una instan-
cia superior y en cierta forma transcendente de la
2 Véase Ja "gran carta" a la señora de Sade, del _20 de razón, sino que ésta no es nada fuera del movimiento
febrero de 1781, y la carta de junio de 1783 enviada a que la arroja fuera de ella misma; como lo hace, en
:5~f. Herbert Mro·cuse, :E;ros et civilisation, segunda -.1 lbíd., pág. 164.
parte, capítulo IX.
101
100
p
'
1

si es verdad que Sade atacó directamente las prohi- Eugénie o en Juliette, su deseo; como lo hace, en la
biciones cultmales que:; están en el comienzo de la sensibilidad, el vértigo de un desorden sin igual
distinción de lo normal y de lo patológico y la nor- que lleva a los héroes de Sade a intrnducir cada vez
ma que es la de la razón cuando ésta acepta como más orden en sus placeres, y un orden cada vez más
su medida la racionalidad social o también una pre- complejo; como lo hace, en los individuos, un egoísmo
tendida racionalidad natural, es decir, las máscaras sin más medidas que las de la "Natura", donde su
más ordinarias de la represión. libertad al final cede y hasta su identidad se pierde;
como lo hace, en la conciencia, una exigencia de luci-
Hay que preguntarse -puesto que, a través de la li- dez tal que llegará a cegarse con su propia luz; como
teratma, es el lenguaje- mismo, nuestro .lenguaje, lo lo hace, en fin, en la imaginación, un desorden siste-
que aquí se pone en discusión, de la misma manen~ mático que debe arrastrarla a romper todo desvío y
que cualquier otra institución de la cultura- que a extenuarse y renunciarse a sí misma en virtud de
ocurre con el arte, y con sus funciones, en semejan- una ficción eficaz -mejor dicho- de una variación
te perspectiva. Por primera vez en su historia, la imperativa, apremfante, que nos hace ver "al hom-
literatura se une, en Sade, con el deseo, no ya con la bre, no sólo como es, o como se muestra, que es el
intención de desviar a éste de su camino y de pro- deber del historiador, sino tal como puede ser, tal
cw-arle satisfacciones ilusorias o sustitutas, sino como deben volverlo todas las modificaciones del
para hacer su confesión, con términos propios y ci.:es- vicio, y todas las sacudidas de las pasiones".5 ("¿Quién
te lo que cueste, e irritarlo por todos los medios, sabe -declara, al entrar en el juego, la Delbene-,
hasta revelar su total extensión y su lugar real, hasta quién sabe si no he estado muy por encima de lo
descubrir sus fines e instrumentos diversos, por poco que puede aprehender la imaginación?"; y Madame
"sublimes" que puedan serlo. La obra de Sade, al de Saint-Ange: "No se tiene ni idea de lo que conci-
bo, <le lo que quisiera hacer".)
mismo tiempo que prepone su modelo insuperable,
anuncia la terminación de cierta literatura erótica de ¿Pero qué ocrn-re con el arte? Es sorprendente que
imaginación y tal vez de toda literatura que permi- en general nadie se ocupe de celebrai- el de Sade,
tiría al hombre, aunque bajo formas tales que la aun cuando la ci-ítica no le niegue todo talento crea-
censura pueda tenerla.E oor inofensivas, recomenzar dor, toda originalidad propiamente literaria. ¿No ad-
en los libros -los que le;, los que escribe- con fuen- miramos en su obra, entonces, más que el crimen
tes y modos del placer, con una libertad que no acept_a cuya materia constituye, y la belleza fría, casi clá-
la convivencia social. Lo menos que se pueda decll' sica, teniendo en cuenta la forma que es la suya, que
es que la imaginación en Sade no funciona como llega a ese texto por la pasión de su autor? Ahora
una actividad ele compensación, y que las fantasías bien, no hay duda de que Sade no pretendió hasta
que este escritor nos da a leer (si es que hay "fan~ tal punto lograr un efecto estético con la minuciosa
tasías") no son inofensivas. El preso de Vince:1nes 1~ descripción de crímenes desmedidos, que no conci-
confesó: si era un libertino antes de haber sido en- bió el arte mismo como una manera de asesinato y
cerrado desde luego no era un criminal; y si desde la escritura como el kgar de un crimen indefinido,
entonc;s había concebido cuanto se pueda concebir como una actividad decididamente mortífera y que
en ese género, no había hecho, entonces, todo lo que se debe conducir, también sin rodeos, hasta el exce-
había concebido. Pero su confinamiento, que coin- so. ¿Un exceso de qué orden, y de qué naturaleza
cidía con el comienzo de su carrera de escritor, ha-
brá tenido como primer efecto calentarle tan bien 5 ldée sur les romans.

102 103
es el desorden formal que decíamos? Es lo que ahora doir, la forma del diálogo hace que, para que sean
tenemos que reconocer. Pero se observará también que legibles, las posturas tengan que ejecutarse a partir
si es difícil establecer el nivel literario de la obra de un esquema, de un modelo definido por adelan-
de Sade, lo es proporcionalmente a la dific~tad q.u~ tado, en términos de discurso, por uno de los prota-
sentimos al leerla, proporcionalmente a la 1mpos1b1- gonistas; "Esperad a que disponga este goce ... pon-
lidad que tenemos de asimilarla, de c~locarnos en gámonos en acción . . . ejecutemos el cuadro que he
posición de consumidores ante unos libros don.de trazado ... " Y mientras "todo se ejecuta a medida
todo está ya consumado. ¿Cuál es, pues, la función [que] lo indica", el ejecutor se puede felicitar por
que se imparte al lector de una obra que tanto tener que dirigir a semejantes obreros: "Amigos míos,
parece querer excluirlo que se da abiertamente como en verdad es un placer pediros cuadros, no hay en
representación en la cual cada uno de los actores el mundo artista alguno capaz de ejecutarlos mejor
es a la vez espectador, o como relato donde los que vosotros ... " Se hace el silencio -cortado es
auditores están encenados en el espacio mismo del verdad por órdenes, juramentos, imprecaciones blas-
texto? Toda la astucia de Sade está en la clase de femias, y gritos y exclamaciones que el gozo a~ranca
prueba que impone al lector, en el trastorno que hace a los actores- cuando se compone y se ejecuta el
llevar a cabo a éste constantemente al darle a leer cuadro vivo: los estatutos de la Sociedad de los Ami-
un texto que, si lo declara ilegible, lo descifrará a su gos del Crimen, la regla observada en el castillo de
vez. La repugnancia que sentimos en nosotros, al l~er Silling, estipulan que las conversaciones -y hasta la
Juliette o las 120 Jmtrnées, son el res01te de una fic- risa- no caben en el libertinaje, que parece así acep-
ción que no podría conocer tm término desde el mo- tar muy bien el furor, pero rechazar el ruido. Ade-
mento en que, más bien que ver saru: ~ la luz_ del más, el pasaje al cuadro no implica que en este nivel
día lo que está escrito en noso_tr?s, decidimos de1arlo el lenguaje ya no tenga curso, sino solamente la
y proseguir nuestra lectura, rmdien~o con vara nues- charla y las _risas; el lenguaje (la desci·ipción, el es-
tra resistencia y nuestras denegaciones del exceso quema previo: hay que concebir antes de ejecutar)
-tal vez provisional- del lenguaje de Sade, y el de sigue duplicando silenciosamente un "cuadro" que la
la escritura -definitivo- sobre la lectura, y de toda escritura trata de inscribir en el límite de dos reinos
in-scripción, en cualquier lugar, sobre la de-scripción. el del lenguaje y el de la imagen, límite tal vez fictici¿
si es verdad que tanto uno como el otro de esos rei-
Lo que se inscribe en la obra de_ Sa?e apar~ntemente nos obedecen a leyes y a una retórica que varían sin
no ofrece materia para la de-scnpc1ón ( entiendo con duda por su sustancia aunque no tiecesariamente
esto el trabajo de transposición "que ~~enta susti~ir, por su forma.'6 El lenguaje puede prestarse a desig-
bajo la instancia de un texto, rasgos mnemóru~os, nar en cierto modo negativamente lo que es impo-
escriptuarios o figurativos por una palabra cons?1en- sible de "concebir"; hasta puede, por una figura
te), puesto que el orden ?r~ario de l~s rel~c10nes única de irrisión ( que yo sepa) en la obra de Sade
entre in-scripción y de-scnpc1ón parece mvertido, la recurrir al lector para "hacer su combinación"· 7 n¿
inscripción del deseo en la_ carne 1e lo~ ac~ores Y de por eso deja de ser el lugar, y el agente, y ei amo
sus víctimas, en la memoria y la 1magmac1ón de los de un pasaje al plano figurativo por el cual finge
hombres, y más secrel&mente -como vamos ~ ".er,:- renunciarse a sí, mismo en una inscripción muda que
en el cuerpo mismo del lenguaje, ª:tu~ndo cas~ siem-
pre según las líneas de una descnpc1ón previa que 6 Cf. Roland Barthes, "Retórica de la imagen", Com-
regula explícitamente, y con el mayor detalle, las municatíons, número 4, 1964.
7 120 Journées.
figuras y su sucesión. En La philosophie dans le bou-

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105
toma entonces el vaior de un emblema ( y de em- mo indica Maurice Heine, que el resto de la vida
blema eficaz; volveré sobre ello) y de recurrir, como literaria de Sade quedó dominada por la preocupa-
en su límite necesario, al orden del cuadro, un cuadro ción de remediar las consecuencias de este acciden-
del cual nos ofrece la descripción pero que tal vez te-, "el relato más impuro que se haya hecho desde
ningún pintor sabría restituimos: "¡Ah, qué grabador que el mundo existe, no encontrándose un libro se-
hubiera sido necesario aquí para transmitir a la pos- mejante ni enb·e los antiguos ni entre los modernos",
teridad este voluptuoso y divino cuacho! Pero como está introducido como una novela ordinaria, en el
la lujuria corona demasiado pronto a nuestros acto- que la descripción psicológica (los "reb·atos" de los
res tal vez no hubiera dado al artista el tiempo de amigos y de sus espo~as respectivas) está a la par
ap;ehenderlos. No es fácil para el arte, que no tiene con el análisis sociológico, el esclarecimiento del ori-
movimiento, realizar una acción cuyo movimiento gen de las fortunas y la enumeración de los poderes
constituye todo su alma, y eso es lo que hace del y de los privilegios que debían permitir que sus deten-
grabado el arte más difícil y más ingrato." 8 tores se entregasen impunemente a sus crímenes. Pe-
ro la psicología no será el motor ,d e estas memorias,
La Philosophie dans le boudoir no cae en los últimos que más se encontrará en el mito, o al menos en un
excesos. Sin duda ni el lugar ( el tocador de Madame relato desarrollado en función de reglas análogas a
de Saint-Ange) ni la forma (la de un diálogo pro- las que rigen el discurso mítico -como la regla que
pedéutico) se prestaban al total desarrollo de los proscribe la risa y el ruido que, perturban el orden
principios del libertinaje y al cumplimiento de la tarea de las figuras-, y según un _plan anunciado por el
que Juliette asignará a la filosofía : decir todo. Sin autor desde el principio de la función. Plan poco
duda hacía falta un lugar más alejado -como el cas- casto ("pero la ejecución lo será aun menos") , ya
tillo donde se celebraban las orgías de las 120 Jour- que está fundado en la idea recibida entre los au-
nées, con todos los puer,tes cortados y todas las salidas ténticos libertinos de que "las sensaciones comunica-
condenadas- y, al mismo tiempo, uua forma donde das por el órgano del oído son las que más halagan
fuese planteado desde el principio el problema de la y cuyas ·impresiones son las más vivas". "En conse-
inscripción de las figuras del deseo en un texto: la cuencia, nuestros cuatro malvados, que querían que
de memorias -diario (se trata de las 120 Journées) o 1a voluptuosidad se impregnara en su corazón tanto
relato ( el de la virtuosa Justine, el de la próspera y tan hondamente como pudiera peneb·ar, con esa
Juliette )-, y que debían obedecer a las leyes esen- intención habían imaginado una cosa un tanto sin-
ciales de la narración, al imperativo que quiere que gular. Tras haberse rodeado de todo cuanto podía
el novel:sta se dedique a "sostener el interés hasta satisfacer mejor a los otros sentidos por la lubricidad,
la última página".9 Todo será dicho, p ero según una se b'ataba en esta situación de hacerse contar con
progresión regulada; y cada uno podrá ocupar el el mayor detalle, y por su orden, todos los descarríos
lugar que le convenga, de tal modo que al final "todo de este desarreglo, todas las ramas, todas las conti-
habrá encontrado su lugar". 1º gilidades, todo lo que, en una palabra, en el lenguaje
de los libertinos, se llama todas las pasiones. . . Du-
Las 120 Joumées -esa obra maestra cuya pérdida, al rante todo ese tiempo, nuesb·os libertinos, rodeados
ser transferido su autor a Charenton, le costó "lágri- de sus mujeres y de varios otros de toda clase, escu-
mas de sangre" y un trabajo infinito, si es verdad, co- charían, se calentarían la cabeza y acabarían por
s Juliette.
apagar, con sus mujeres o con esos diferentes objetos,
!l Idée sur les romans. el abrasamiento oue las contadoras de cuentos les ha-
10 120 Journées. brían producido."

106 107
Idea y proyecto, en efecto, singulares, que estable-
cen sin desvíos el lenguaje en el hogar del libertinaje, entero de sus _aberraciones, de las aberraciones que
y como el eficaz agente por el cual el placer se toman su sentido del liecho de ser simultáneas sea
inscribe en lo más profundo del "corazón" del hom- que disponga de un público al cual describirlas {"Ve
bre ( y el orden del lenguaje, como desquite, en su amor mío, ve todo lo que hago a la vez, escándalo:
cuerpo mismo) . Pero ¿acaso no es en y por el lenguaje seducciones, mal ejemplo, incesto adulterio sodo-
como el deseo recibe su nombre, como se define en mía"), o que espere de sus víctimas 'que las de~uncien
tanto que deseo, como descubre sus figuras? Y el por sí mismas, nombr6ndolos ("¡Qué gozo para míl
mismo deseo, que cree, que pretende ser mudo, se Esta?~ _cubier.to de maldici~nes, de imprecaciones,
despliega y se articula aun siguiendo las vías de un parricidiaba, incestaba, asesinaba, prostituía sodo-
simbolismo que, aun siendo suyo, no deja de obedecer mizaba") . '
a reglas formales análogas a aquellas que conoce la
lingüística. Poco importa, entonces, que el crimen no (Entonces hasta el idioma del blasfemo encuentra
sea m6s que una palabra, y que "no designe a ninguna ·s u justificación. El malvado se irrita cuando sus "mal-
especie de acción, sea é'.é una clase o de otra", pues ditas reflexiones" lo llevan a convencerse de la nulidad
el que ha rechazado toda especie de moral nunca de la quimera que tiene por nombre Dios; querría
encuentra más que el prejuicio en lugar del crimen poder reedificar este fantasma para dar un alimento
que desea y que le desespera no poder cometer. En a su rabia, al odio que tiene en sí este invento repug-
la lengua, todo tiene un sentido, hasta las palabras nante, por el cual se ha deshonrado el hombre. No
que no designan nada por deducir el lenguaje, del hay duda de que el texto de Sade entrn en eferves-
exceso que lo define y lo constituye, desde su origen, cencia cuando surge en él el nombre de Dios, y que
como sistema ( el exceso, diría un lingüista, del signi- º? proclama a sangre fría el ateísmo. 11 ¿Quiere de-
ficante sobre el significado), el principio de efectos c1r, por consiguiente, que este ateísmo es una más-
de los cuales el "físico" se nos escapa tanto que no lo cara, ya que el ateísmo tiene aquí como función
reconocemos como el lugar de un trabajo propia- forzar a Dios a que salga de su silencio? Pero Dios
mente material y, a la vez, como la matriz de la expe- mismo no es mfw que una palabra, singularmente
riencia y del deseo de los hombres. Como el adulterio, nombrada, sin duda alguna (por la sola gracia del
la sodomía, el parricidio, el incesto mismo, son lenguaje), una palabra que más bien se trata de ha-
pauibras, cuyo significado se establece con referencia c~r callar, de reducir al silencio por el efecto de un
a una nomenclatura a la cual la red de las prohibi- discurso que sabría consumir su elocuencia por el
ciones culturales le asigna un contenido represivo, el fuego, el fuego de las pasiones donde la pasión se
malvado puede descubrir en actos indiferentes -por abrasa.)
lo menos poco diferentes-, en relación con la "natu-
raleza", el sabor de aberraciones que en ellos mismos La subversión empieza en este punto, que ante todo
sólo encuentran sentido en y por el lenguaje. Si el es subversión del lenguaje. El lenguaje que hace su-
libertino no puede prescindir de los demás ( o como se yas las p~ohibiciones de la cultura cree que logra
indica con insistencia y complacencia, y con una pre- poder d1s1mular el exceso que lo conduce como sis-
cipitación siempre un poco sospechosa) es en última
instancia porque necesita su meditación para inscri- u Cf. Pierre Klossowski, Sade mon prochain, págs. 59-
bir en el tejido del lenguaje -en la lengua conside- 60. El reglamento observado en el castillo de Silling prevé
rada como sistema cuyos elementos constitutivos que_ el nombre de Dios sólo será pronunciado acompañado
sólo tienen valor diferencial o de posición- el registro de mvectivas o de imprecaciones, y que se repetirá con
la mayor frecuencia posible.
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tema, y que está autorizado para decir ?lgo en la relieve, un significado nuevo -y singularmente "ac-
proporción en. que no se dice todo. A1 medir _el ~xces~ tual"- en la medida en que va unida al develamiento
que está en el principio formal del le~gua1e, rmph- y a la discusión de las prohibiciones sexuales que
citamente Sade afirma, por lo conb·ano, que no ~e están al principio del orden cultural y, en primer
ha dicho nada si no se ha dicho todo. Pero al lengua¡e lugar, a la denuncia del tabú sobre el incesto. El
que sabe llegar hasta un exceso Il'!et?dico, al len- incesto, el "divino incesto", como dice Dolmancé (y
guaje que pretende -al menos por ficc~ón- no cono- es éste el lugar de recordar el escándalo provocado
cer prohibiciones, enseguida se lo designa a su. vez por las relaciones "inceshlosas" que no temía man-
como lengua¡e prohibido. El tabú que se relac10n~ tener el marqués con su propia cuñada). Ahora
con el detalle de las palabras y de los nombres -tabu bien, si la prohibición del incesto es la regla que
de donde saca su función la metáfora y que nos hace -sola entre todas las reglas sociales- posee, con la
obliterar en el texto de Sade los signos de las _cosas misma razón que las leyes naturales, un carácter de
universalidad, es porque, como lo ha mostrado Lévi-
que éste no teme llami r por su nombre- se _extiende Strauss, constihlye el movimiento fundamental por
aquí a la totalidad de una palabr~ q_u~ nadie p~ede y en el cual tiene lugar el pasaje de la Naturaleza
ni quiere oír. Palabra -hay que msistir- que tiene
a la Culrura y se funden el intercambio y la comu-
que mantenerse prohibida, para _honra de Sad~, en nicación entre los hombres. A partir de aquí importa
un tiempo en que la representación !?m~ los ,,disfra- poco que Sade haya negado la generalidad de esta
ces del erotismo, cuando no los del sadismo , para prohibición; al discutirla no tenía más propósito que
imponerse con más Sf;guridad; ª. lo cual Sad~ nos oponer excepciones al reino de,una regla cuyo absolu-
ayuda mucho al humillar en su di~curso a l~s ido~os tismo, sobre la base de informaciones de que disponía,
del culto público -belleza, gracias femeninas, JU- podía sospechar, aunque sin por eso pretender que
ventud aristocracia por nacimiento, por poder Y una sociedad -ni siquiera la de los Amigos del Cri-
dinero ' por virtud, hi:sta por crimen-, inventando men- pueda funcionar como tal si no conoce ni
figura; en las que el "bello" le~guaje encuentra su estahltos ni prohibiciones. Lo esencial es que haya
escarnio, uniendo el deseo a los fines más repugnantes sabido reconocer la sexualidad como el terreno en el
(tal aceptará todo de Sade, todo menos el excre- cual tiene lugar el pasaje del animal al hombre y
mento). Palabra que ouede mantenerse pr?hibida, ya como la instancia ante la cual la cue~ti6n de la Natu-
que la protege el libro: relatos, memorias, carta~, raleza tiene que ser planteada ( y el carácter represivo
etcétera, no son más que las máscaras de una escri- de la culhlra denunciado), instancia establecida en
tura sin medidas y sin reservas, donde esta palabra la bisagra de la nahlraleza y de la cultura, del plano
encuentra su lugar y donde el lenguaje finge renun- de las leyes naturales y del universo de las reglas
ciarse a sí mismo en cuanto a institución de la cultura. sociales, como aún lo es el lenguaje en el que el deseo
descubre sus signos y la cultura su condición nece-
Naturaleza, cultura: no hay, en el sistema de Sade! saria.
nociones más equívocas que éstas. Pero si el autor
de J,uliette apela regulam1ente a la jurisdicción de la La Naturaleza, como Dios, sólo responde cuando
Nahiraleza -para denegar siempre a é;5t~ el valor ~e se la provoca o ,se la ultraja. Y si está permitido fingir
norma y denunciarla al fin como ultrmo refugio que conduce al hombre de descarrío en descarr-ío y
de la trascendencia-, no es solamente poi: _que ce_da le indica que la insulte, que trate de vencerla por
a un lugar común de la época. La asunc10n teónca todos los medios ("No conocerás nada si no has
del concepto de Naturaleza toma en él, en efecto, un conocido todo, y si eres lo bastante tímido como para

llO 111
detenerte con ella, se te escapará para siempre"), pa- en la medida en que la idea de Naturaleza remit
ra encadenarlo mejor, es seguro que el fingimiento, si a un orden que no ha sido instituido por un pensa-
es que lo hay, es fingimiento metódico; la Natura- miento; que la subtiende, pero la contradice, poi
leza es una ficción en la proporción en que el levan- cuanto la naturaleza aparece como una potencia per
tamiento de las prohibiciones -tanto las que pesan manente de destrucción y de regeneración, potenci1
sobre el lenguaje como sobre la sexualidad- debe que como tal no tiene que conocer ningún orden qu,
mantenerse ficticia para que una sociedad, para que no se eleve sobre un fondo de desorden. La paradoj1
un lenguaje sean posibles. Una vez consumado el es que hoy haya que renunciar a plantear la cuestió1
crimen, la palabra que lo significa deja de designar de la Naturaleza en el marco y en el terreno que
"algo" sin que por eso se lo pueda borrar del léxico, durante varios siglos, fue el de las ciencias llamada,
bajo pena de ver deshacerse el lenguaje y perderse naturales; porque mientras que la ciencia renunciabi
en su propia apertura (y ahí tenemos, dirá Juliette, progresivamente al ideal de una descripción o de uni
el efecto de los deseos irregulares: cuanto más han explicación "objetivas" de la naturaleza considerad¡
exaltado la cabeza, más la han dejado en el vacío}. El como una realidad extraña al espíritu que la conoce, e
libertino puede decine con desesperación que no progreso técnico terminaba retirando todo fundameu
alcanza nunca más que el prejuicio en lugar del cri- to a la reivindicación nostálgica de una naturalezi
men que busca; para él no hay gozo sin transgresión que el hombre no habría informado y "humanizado'
y su sensación sólo es fuerte en virtud de la multitud con su trabajo. Ahora bien, Sade habrá tenido e:
de frenos que rompe, y de su "santidad". Basta con mérito -que no es pequeño, tratándose de un pen-
decir que el placer a que aspira no tiene nada de sador al cual por lo general se le niega toda origina-
"natural", solidario como es en su esencia y en sus lidad en relación con la filosofía de su siglo- de
manifestaciones del sistema de los prohibidos que plantear la cuestión de la Naturaleza en el nivel ne
confieren su forma al deseo y le asignan sus límites. ya de "el hombre" y como cuestión de la naturaleza
Ahora bien, la ficción de la "Naturaleza" llega a ~umana, sino en su carne y en su verbo, y como cues-
punto para prestar a '-Jriaciones e incitar al espíritu tión de la naturaleza del deseo y de la naturaleza
a tomar distancia de la norma social y concebir nue- del lenguaje, designando al mismo tiempo la sexua-
vas figuras del deseo y del discurso, irreductibles a lidad y la escritura como los lugares posibles de un
las que impone la cultura. Si la sexualidad y la trab~f_o deliberadamente no-productivo, y que sabría
lengua aparecen como dos regiones intermedias entre movilizar, para fines aue provisionalmente definire-
naturaleza y cultura, no es tanto porque sean el lugar mos como "anticulturales" las mismas potencias de
donde por institución de una regla universal se lleva agresión y de destrucción que la cultura desvía en
a cabo el pasaje del reino natural al orden cultural, beneficio propio, para asegurar su dominio sobre la
sino que es en ellas, y sólo en ellas, donde se descu- naturaleza.
bren las prohibiciones respecto de las cuales se puede
plantear la cuestión de la "Naturaleza", cuestión que Consideremos la ficción de una naturaleza indife-
es la misma, aunque invertida, que la de la "Cul- rente a toda finalidad, a toda necesidad, pero que
tura". q_uedaría sujeta por sus propios juegos y combina-
Clones hasta el punto de ver contrariados sus impul-
Hablando groseramente, el concepto de Naturaleza sos por el· orden mismo que le oponen las criaturas
designa un objeto "enigmático", que escapa al pensa- y los reinos organizados que son el resultado -alea-
miento por definición, pero que la subtiende al mismo torio- de sus leyes y operaciones. Los "filósofos ordi-
tiempo que incurre en contradicción; que se le escapa narios" pretenden someter al hombre a la naturalezá.

112 113
Pero "las relaciones del hombre con la naturaleza, o
de la naturaleza con el hombre, son nulas; la natu- norma de toda sociedad; habita en el deseo mismo
raleza no puede encadenar al hombre con ninguna desde el momento en que éste se desprende de sus
ley el hombre en nada depende de la naturaleza, objetos ("Mi apetito r>o está en la comida ofrecida;
nada se deben el uno al otro y no pueden ni ofenderse esta necesidad sólo está en mí") y se descubre como
ni servirse". Tal es la lección de la disertación sobre pulsión, cuyo destino -entre orden y desorden- al
el crimen, ofrecida a Juliette por el Soberano Pontí- menos es enigmático. Porque el deseo -por muy
fice: no se puede trabajar a la vez para el hombre desordenado que sea- no es, en Sade, exclusivo del
y para la naturaleza, ya que lo que aparece como orden. Aun más, parece que éste debe concurrir a
"crimen" para la especie ( el rechazo de la propaga- exasperarlo, a extenderlo, a multiplicarlo; de los pla-
ción, fa destrucción), aparece por lo contrario como ceres sólo se goza fijándolos, hasta el punto de que
"virtud" desde el punto de vista de una naturaleza el orden es necesario en toda orgía, y hasta en ef
que encuentra en el cambio, en el desorden, en _la seno del delirio, de la perversión, de la infamia. Pero
aniquilación de las figuras q_ue lo encadenan, el pnn- el orden está siempre a punto de deshacerse ("La
cipio de nuevos retoños, de nuevos ensayos, de nue- postura se rompe"), cuando no alcanza una comple-
vas formaciones. Pero ¿qué ocurre con el deseo que jidad tal que las figuras se mezclan, a la manera
la sociedad reduce a la función de reproducción y de un entretejido donde la vista ya puede seguirlas,
que pretende est~r unido con el crimen, la perv~r- y dejan de distinguirse del fondo sobre el cual resal-
sión, 1a destruccion? ¿Y qué ocurre con el lengua¡e, tan. Y el deseo, cuando lo arrastra un furor insensato
en el que la cultura reconoce su condición y el prin- y alimenta el proyecte, de un crimen absoluto, abre
cipio de sus configuraciones, cuando se vuelve el en el orden del lenguaje, al que está unido, una
lugar de un descentramiento imposible, que hace brecha irreparable.
tomar a la escritura su margen sobre la cultura, y a
la vez el operador del desasimiento del espíritu en Si el deseo acepta doblegarse a un orden en el que
cuanto sujeto de la cultura y de la historia? su satisfacción quede diferida, es ante todo porque
este orden tiene su eficacia. Eficacia en el nivel del
La cuestión, una vez más, es la de los designios de discw-so: las historiadoras de las 120 Journées tienen
una ficción que no sólo trata de constituir "reservas como tarea describir, con orden y detalle, las figuras
naturales" 1 2 fuera de Ja jurisdicción de la realidad, y de la lubricidad; los maestros de la joven Eugénie
en las cuales sería perpetuado un estado primiti- se detienen para definir el ordenamiento de las se-
vo en el cual el deseo podría ignorar los fines y los siones educativas, no para formar representaciones
objetos que le asigna la cultura y volver, por el ca- que se bastarían a ellas mismas sino para initar el
mino de lo imaginario, a prácticas que la sociedad deseo y desarrollarlo, c'lándole emblemas cuyas cua-
designa como "perversiones", a fuentes y medios de lidades figurativas duplican el poder de incitación.
placer que no pueden recibirse en el estado de cul- Eficacia en el nivel de las conductas: una misma
tura. La contradicción, en efecto, no es entre un virtud motriz hace que las cifras del deseo se im-
estado de naturaleza en relación con el plano del priman en la imaginación, a título de esbozos que
sueño y un estado de sociedad que determina la se deberán llevar hasta el cuadro, y en la carne
que abrasan. Pero aún hay que observar que la abe-
12 Torno esta expresión significativa de Freud, que a su
rración está al principio de un orden cuyo deseo
vez la había tomado de Theodor Fontane ( cf. Introduc- consiente en tomar su senda sólo porque le parece
ci6n al psicoanálisis). conducir con más seguridad al desorden, a un des-
orden más total. Sólo hay deseo a partir de un
114
115
1

reb·aso, de un desvío impuesto a la .s~ti~facción; ~l dad, "porque el talento sirve, siempre hay que res
deseo, nacido de una ruptura de equihbno, ~e dedi- pelar los talentos". En efecto, hacía falta talento
ca a constituir un circuito ordenado, a cubierto ~e ', para hacer el cuadro completo de las separaciones
toda perturbación exterior, donde se gastará la energia del crimen, desde las pasiones simples y las aberra-
liberada oor esta separación primordial, en tanto ciones menos rebuscadas hasta las manías más cri-
que la entropía natural del sistema asegurará auto- minales, poniendo a través de todo esto el interés
máticamente la vuelta al estado de desorden, de de un relato.1 8 Pero por ser compuesta según el modo
reposo, de indiferenciación. La paradoja es ~ue, par_a narrativo, una genealogía sin embargo no tendría por
instituir semejante sistema, el deseo debe mtrodll:crr qué pasar por historia, y no basta con unir el deseo
en sus figuras aun ob·as sepa~;iciones Y_ una tensipn con el orden que más exb·año le es, el del tiempo,
cada vez más considerable ( las. extranas fantasias que no quiere conocer. El reglamento del castillo de
que duplican el efecto del deseo sm ap~garlo ) , hasta Silling preveía que cada uno de los amigos estaría
intentar llegar a la manera de autonomia y ~e pere~- autorizado a interrumpir la narración cuando le pare-
nidad que constituye el fondo de ~a perversión radi# ciera bien y para enh·egarse en el acto a todos los
cal de la perversión del deseo mismo, de un de_seo excesos que quisiera. El memorialista ha podido
qu~ superaría toda satisfacción y sólo podría abolirse limitarse a no develar y aclarar estos excesos sino
en su propio exceso. progresivamente, respetando la gradación observada
en sus relatos por la.; historiadoras; se ve que el
El orden según el cual se articula el deseo está, pue~, deseo -si puede sostenerlo y profundizarlo el enun-
fundado, como el del lenguaje, en una red de oposi- ciado de su genealogía y la enumeración de sus rela-
ciones sistemáticas por conferir las separac10nes ciones- aún sabe lograr, de la interrupción de una
-simultáneas una ~ez más- de la l~br~~idad a sus historia continua y de la contradicci6n que causa en
combinaciones un valor propiamente significante. Aun el orden diacrónico del lenguaje, el principio de uná
así el repertorio entero de sus figuras 1:º agota la separaci6n absoluta, si no el de una ruptura, de un
semántica del deseo, porque las abenac1ones. a q.ue de~arreglo formal donde se desharía la coherencia del
éste se entrega no siempre se inscriben en el mtenor discurso (lo que llamamos "regresi6n": el lenguaje
del campo del disct.rso. Una lectura apresmada que s6lo conoce efeetos salvajes e instantáneos, y
puede hacer que la escritura de Sade aparezca como que consume, sin reservas ni reciprocidad, los recur-
una escritura del deseo (lo que es, en efe~to )_ que sos de su economía interna para cortar -fuera de los
nos daría a leer cómo se escribe el deseo si~men~o desarrollos del crimen- todo con todo intercambio,
las aristas paralelas de la descripción y d_e la mscnp- todo progreso, toda historia) .
ción · pero si todo debe ser ejecutado, s1 todo debe
encdntrar su lugar según una progresión regulada, no Si se toma al pie de la letra el precepto de la ldée
es seguro que se pueda decir todo con orden, respe- sur les romans, que quiere que "los episodios nazcan
tando las leyes de la narración que pretenden que el siempre del fondo del tema y que vuelvan a él", nos
interés del relato no sea perturbado ~or la~ dig.re- da la clave de la estructura específicamente trá-
siones sin relación con el fondo del su¡~t~ m hendo gica de la escrihlra de Sade. Al final de la Philo-
por exceso de precipitación en la exposición. Tal es sophie, Dolmimcé se preocupa: "¿Por qué tiene que
la importancia de la función que correspond~ a .las suceder la debilidad a unas pasiones tan vivas?" Co-
"historiadoras", que éstas qued~án libr~s ~l t~rmmo mo si, en tanto que lai figuras se deshacen para no
de las ciento veinte jornadas sm que ru siquiera s_e
]es haya impuesto penas aflictivas de mucha seven- 1s 120 Journées.

117
116

11

..
volver a formarse más, el fondo amenazase con pa- sobrn las pulsiones eróticas; pero es que pretenden
recer que tiene corno !unción obnubilar. En el mismo que el castigado encuentre en el mal desprovisto de
sentido, puede parecer que la apología del "crimen toda lujuria la voluptuosidad total que existe en ésta.
a sangre fría", tal corno se lee en Juliette, no tenga Juliette, por lo contrario, se negará obstinadamente
más objeto que remediar las lagunas del deseo: cua- a separar el crimen de la lujuria, que hace que se
lesquiera que sean su~ efectos ~ob_re la luj~ria, el ose a todo, y si al final cede, contra todos los prin-
crimen siempre debe ser lo pnnc1pal y e¡ercerse cipios de] libertinaje, al "amor" de la Durand ("el
independientemente de las solicitaciones del ternp,e- amor, esa locura del alma"), es que entrevé que la
ramento, que puede desgastarse o romperse. S_egun reunión de sus talentos las hará "más fuertes que
Clairwil es imposible explicarse con más claridad; la Naturaleza". Pero, ¿qué significa eso, si ésta no
pero Juliette, contra la opinión de la que había sido conoce más leyes que el crimen y la muerte? Hay
su institub·iz seguirá amando el crimen con furor, Y muchas maneras de introducir la muerte en los juegos
profesando que sólo el deseo hace osar y concebir del libertinaje, incluso de asociar sistemáticamente
todo, aunque sea e] desorden absoluto. De hecho, al con su idea -y para familiarizarse mejor con ella- el
desaparecer Clairwil tras haber sido trai?onada por placer, desprovisto de toda "metafísica congelada".
la Durand la narración conoce una tensión crecien- Pero le estaba reservado al papa Pío VI revelar a
te; tensión' trágica más que dramática y que revela Juliette el lazo natural -y no convencional o de con-
la relación enigmática que mantiene el deseo con dición- que une el deseo a la muerte y discutir la
el fondo oscuro sobre el cual despliega sus figuras, partición de los instintos según las vertientes contra-
y el orden del lenguaje con un envés de desor_den rias de la vida y de la muerte: si "el principio de la
que sobrepasa sus mesuras. Al llegar el rel~to al final, vida, en todos los seres, no es otro que el de la muer-
las escenas de lujuria se suceden con un ntmo acele- te", si "recibirnos y alimentamos en nosotros a ambos
rado, en tanto que las descripciones se hacen n_iás a la vez", es que nada nace ni perece esencialmente
breves y más alusivas. Es que el orden -en sentido y la muerte sólo existe "figurativamente". Y en tanto
inverso a lo que hemos dicho- no tiene parte alguna que la vida produce una especie de materia organi-
en goces a tal punto desordenados y complicados que zada en tal sentido, la muerte da ocasión al renaci-
ya no logran fijarse y hay que esperar hasta ver miento de una materia diferente: una y otra crean; en
cómo se consumen por sí mismos para que pueda una y en la otra tiene su parte el d.eseo. El asesinato
establecerse, desoués, ob·a manera de orden que no si es una pasión, y la más voluptuosa, no contradic~
toma ni presta nada al deseo. Llegada a ese punto, el movimiento de la naturaleza; y si no hay más
la escritura de Sade resuena no sólo con el furor muerte -incluso violenta, incluso voluntaria, incluso
de las pasiones sino que además se llena del ruido recibida o dada- que la natural, si la disolución de las
que se -hace en' el lenguaje cuando se denunci?D las formas y de las figuras organizadas puede estar acom-
dependencias secretas del deseo y tal vez sus alianzas pañada por el placer, no sólo por ello se pueden
naturales. presagiar nuevas formaciones (¿dónde se encontraría
mejor el deseo que empleándose en otros fines des-
Los juegos del orden y del desorden, el subrepticio tructivos?). Frente a la palabra, que quiere que siem-
intercambio de las funciones y de las metas de la pre rnurarn9s solos y que tal sea el precio que se
lujuria y del crimen, bastan para mantener la tensión debe pagar para que la vida pueda tomar su sentido
en que se apoya el relato de Juliette. Los parti~a- de la muerte en que se apuntala, Sade ha elevado
rios del crimen a sangre fría quieren que las puls10- ofra palabra, una palabra en la que se rompen las
nes de agresión y de destrucción tengan prioridad mesuras del discurso humanista, del lenguaje hist6-

118 119
1,'
,,
1,
1

1
rico del intercambio y del reconocimiento, y que
sólo puede proteger la escritura, donde todas las El efecto Sade
figuras se mezclan, incluso las de la perversión
(sólo es particular y está apoyada en un principio
exclusivo); palabra qu(' confiere su sentido pleno a
:
esa otra con la cual Sade nos quiere convencer de
que no designa nada excepto en la red del lenguaje, y
1,
siguiendo el hilo de una oposición que el deseo trata
de sobrepasar o de desordenar, al otro de la vida, a la
muerte siempre próxima, donde renuncian todas las
individualidades y el deseo, por fin, escapa a su
,,
soledad.

Hubert Damisch
l. "La filosofía debe decir todo."
2. "Aqui se goza filosóficamente."
Sade.

l . Lo no-leído
Curiosamente, todos los discursos sostenidos sobre h,
obra de Sade suponen elucidado lo que, sin embargo
se mantiene como algo preciso y fundamental no
pensado: la naturaleza, perfectamente urdida, de su
eficacia. Nos tranquilizan: Sade, el "hombre" (como
nos dicen) era bueno ( desde luego); hasta el punto
1,
de ser .. . masoquista. Nos preocupamos gravemente:
¿lo podemos consagrar como hombre de izquierdas?
Nos preocupamos o nos exaltamos, pero siempre sin
que verdaderamente hayamos prestado atención a lo
que ese discurso único quiere con una insistencia
1

prodigiosa, a la maquinaria implacable, totalmente


específica, que pone en función para lograrlo.
Sin embargo, el texto total de Sade se presta menos
que cualquier otro al comentario de intenciones infi-
nitamente trascendentes y contradictorias, en el que
se recrea el discurso "crítico". En efecto, su fin real
- lo que no quiere decir manifiesto, sino que designa
de una manera muy precisa la función del texto por
el tema del fantasma- es d efinible con una claridad
particular. Su enigma no está en relación con ninguna

120 ' 121

1
profundidad de intención donde se encontraría su Ante todo está lo qu€ podríamos llamar la teoría
verdad, sino con la impenetrabilidad inesperada que del Volcán. En la Naturaleza la aberración es ante-
ofrece una escritura cuya única regla es manifestar rior al hombre, en tanto se place malignamente
todo. en h·ansgredirse a sí m:sma. El Volcán, cuya imagen
Ahora bien, el destino de los escritos de Sade es de- vuelve de manera tan insistente en el texto de Sade,
pender, por razones perfectamente internas de ese es la figura natural de esta transgresión. "Oh, natu-
proyecto desconocido, de un efecto mantenido de ma- raleza, qué caprichosa eres y no querrías que te imi-
nera mucho más que mal articulada o simplemente tasen los hombres" (Juliette, III, pág. 236). Extraño
opaca: infinitamente denegado. Porque es difícil trnstorno -¿o variación?- del tema tradicional <le la
considerar fortuita esta extraña discreción. Se quiera imitación de la naturaleza oue sin embargo no habría
o no, se comunica en profundidad con la prohibi- que tornar como una metáfora abstracta. El espec-
ción de hecho oue recae sobre este texto como texto. táculo del volcán está concreta y físicamente referido
¿De dónde pues le llegan a éste todos los poderes por los personajes de Sade a ima emoción precisa de
insoportables que hacen que su lectura no se pueda sus cuerpos. Más que símbolo, el volcán es el siani-
ficante mismo, conmovedor, de la separación: "Es
hacer más que por medio de una tachadura que la
excluye en el acto como ilegible? -dije a Sbrigani, que observaba conmigo esta mara-
villa- mi imaginación que se enciende con los ver-
Poner al día las estructuras formales que dirigen gajazos ... " (Juliette, III, pág. 235) .1 El volcán,
este discurso en su escritura misma, restituirle su representación natural de la transgresión, es más que
lógica propia, es al menos la primera ma11era de indu- un modelo: manifiesta que la perversión en algunos
cir un poco la defensa sutil y multiforme que encierra lugares está totalmente sugerida por la naturaleza:
sobre sí lo intolerable de un lenguaje. "cuando vi que tanto en Sodoma como en Florencia,
que en Gomarra como en Nápoles, y que en los
alrededores del Etna como en los del Vesubio a la
2. El desnivel y el signo gente sólo le gustan las bribonadas, me p ersuadí fá-
cilmente de que la irregularidad de los caprichos del
Si buscamos el principio organizador de esta lógica hombre se narece a los de la naturaleza y que allí
nos veremos conducidos, por Sade mismo, a situarlo donde ella· se deprava corrompe también a sus
sin discusión en lo que él llama la imaginación. Cier- hijos". El volcán no es, pues, lma simple analogía,
to poder, cierta cualidad de imaginación constituyen sino aue aélemás es el síntoma y el organizador de la
aquello por lo cual Sade entiende distinguirse y ca- perve~·sidad.
racterizar a sus héroes. De esta manera reconoce
claramente la ley rigurosa que gobierna el dominio Pero ¿cómo ocurre que la separación, smgida de la
que deja desprovisto y, por efecto de una duplicación naturaleza, se encuentra metaforizada, inseminada
esencial, su propia manera de presentificarlo. La
imaginación no es el soporte accesorio de su gestión, 1 Cf. también, por ejemplo en Idée sur les romans:
sino precisamente lo que la sostiene, el órgano del "cuando el hombre, siguiendo el ejemplo de los titanes,
desnivel y de la diferencia. osa llevar hasta el cielo su atrevida mano, armado de sus
pasiones como éstos lo estaban de las lavas del Vesu-
En Sade, hay varias teorías, que por lo demás no se bio . . . "yen Juliette, III, pág. 2~,8; Vl,,pág. 32. La. Nou-
excluyen, que dan cuenta del origen de la separa- velle ]ustine, III, págs. 60-66. Un d1a, examinando el
ción en la imaginación. Etna, cuyo seno vomitaba llamas, deseaba ser ese célebre
volcán ... "
122 123
en la imaginación? Sade da de esta operación un llama, multiplica y refracta indefinidamente el signo
modelo, óptico,2 que ajusta cuanto puede a aquello originario, abriendo el espacio del desnivel. Ahora
de que se trate. La "deformación" de los contenidos de bien, es precisamente en ese desnivel donde hay que
lo imaginario perverso se explica si se admite que la reconocer la segunda estructura constituyente de la
imaginación es un espejo, espejo deformante porque lógica de Sade. A decir verdad, si la aprehendemos
está originalmente deformado -y aquí está la pa- en su radicalismo, no es distinta de la primera, y en
radoja- por la primera imagen que refleja. "La eso consiste precisamente la originalidad de Sade. En
imaginación del hombre es una facultad de su espí- una palabra, el desnivel es originario, tan originario
ritu en la que, por medio del órgano de los sentidos, como el signo, porque el signo es ya siempre desni-
se toman, se modifican los objetos y se forman después
los p ensamientos, por razón de esa primera percep- vel por no definirse más que en un sistema de posi-
ción de esos objetos." bilidades. Pero, aun más, podría decirse que en esta
teoría óptica-anatómica de lo imaginario Sade revela
El espejo, en su "facultad objetiva" de superficie la esencia del fantasma, que en efecto no es más
reflectora, se concibe ante todo como el lugar ideal que la articulación, la forma-madre del desnivel, que
donde se inscribe bajo la forma de signo originario tench-á que engendrar y soportar a todos. Si el fan-
la idiosincrasia del sujeto: uno es lo que reflejó un tasma remite al momento en que el placer mudo se
día en la particularidad primera. Todo se origina une a un significante y por lo mismo a un sistema
en el efecto primitivo de un signo reproducido des- significante que aseguren su perpetuidad y el inde-
pués. La primera figura formal de lo imaginario en finido retoñar, está en transgresión por sí mismo, y
ese punto de impacto del signo sobre el sujeto, que para dar cuenta de ello hay que encontrar, fuera
da nacimiento a la marca distintiva por donde se de las escenas representadas, concretas, lo que orde-
especifica, quedando excluido el que escape en al- na, en último análisis, la posibilidad, es decir el esce-
guna forma a esta ley de estructura. Que Sade con- nario originario ( en el sentido en que precede a toda
ciba esta operación en términos anatómicos de reme- escena, incluso primitiva), el programa, es decir esa
do, en nada cambia el valor del modelo que propone inscripci6n originaria de la diferencia corno apertura
por delante. Las particularidades del cuerpo eran el del sistema de signos en el sujeto, deducida por J.
único tipo de singularidad, naturalista, que Sade pu- Derrida, donde se origina todo desnivel concebible.
diera oponer a una teoría ética del origen de las
pasiones. De manera que cuando Clairwil, en Juliet- Más atrás pues de toda separaci6n empírica, de toda
te, proclama que disecando su cerebro seguramente realización, de todo pasaje al acto, se encuenh·a, co-
se encontrará, manifiesto, asible, anatómico, tal órgano rno la lección del texto de Sade, una esb·uctura fun-
que la preocupa, la interpretación (irónica) del sig- damental de desnivel, de un tipo muy particular, ya
uificante en términos de anatomía no podría ocultar que cada uno de los puntos que la componen es de la
lo que Sade percibe así de la función, tan distinta, de misma n aturaleza que lo que lo opone a los otros.
un significante absolutamente organizador y que, Esta aparente contradicción -que el desnivel sea a
como tal, no se toma en las manos. la vez elemento y refoción entre los elementos- es
sin embargo lo que hc:y que pensar con todo rigor
Pero, en un nivel más profundo, el espejo representa para penetrar en la articulación del discm-so sadiano.
en su facultad "humana, creadora", la máquina que Incluso es sólo a partir de ella como se concibe cierto
2 Justine, págs. 213-214. número de rasgos esenciales del universo que des-
pliega ante el lector.
124
125
Que este signo primero sea en sí mismo desnivel, im- 3. La cadena
plica inmediatamente que se encuentra en un espacio
donde la noción misma -de normalidad ya no tiene la Su cancatenaci6n, como hemos dicho, no impide en
función organizadora que se le suele prestar. El des- absoluto que se mantenga una jerarquía entre los
nivel no es más que la distancia observable a partir desniveles, como bastaría para manifestarlo el tenso
de un !'Unto fijo y central, intangible, desde donde esfuerzo de los héroes sadianos hacia una transgre-
smgen los puntos de desnivel, más o menos lejos del sión más desenfrenada, sus sueños infinitos de críme-
centro inmóvil de la esfera. Sade sustituye una nes y la organización misma de las 120 Journées,
estructura esféiica p or la estructura de una conca- rigurosamente ordenada según un crecimiento casi
tenación o de una red desprovistas de centro, donde matemático del crimen. Que todas las b·ansgresion~s
cada punto, sin ni siquiera tener valor, no deja de lo sean indiferentemente en virtud de lo que se ha
ser por naturaleza absolutamente homogéneo a los llamado puntos-desnh eles, no supone en absoluto
otros. No hay que apresurarse a pensar por eso ni que sean indiferentes, pero no hace más que precipitár
que toda jerarquía desaparezca entre los desniveles su encadenamiento. No es nada más que esta es-
ni que la normalidad sea expulsada. Se cometería así tructura fo1mal de concatenación lo que sostiene el
el error que Sade intenta corregir tercamente y que texto de Sade, el pasaje de un momento al otro del
está en relación con el prejuicio de que la normalidad relato, la suoeración constante en la que se empeñan
no puede funcionar más que en una estructura los protagonistas. Es también ella la que funda fa
centrada. dj\'ísíón del universo sadiano en perversos y "mons-
h·uos integrales", según el término propuesto por P.
Por otra razón es esencial que el punto de partida no Klossowski. En la medida en aue el desnivel es ori-
pueda ser para Sade más que una pluralidad abier- ginario porque se inicia en un signo que sella a todo
ta p or el desnivel. En todo el discurso clásico -com- sujeto, la dicotomía única se impone por los que
prendido el discurso libertino-, el cuadro diverso quedarán iuemediablemente fijos en su punto de
de las "pasiones" está implícitó aunque firmemente origen y los que transgredirán esta separación hacia
centrado en la realización estratégica, no ya, desde otras, llevando más o menos lejos la concatenación.
luego, de una "función", sino en todo caso de un acto Se observará al pasar en qué es paradójico el espacio
único, completo, "nom;al", aunque sólo fuera en vir- en que se despliega esta lógica, p or ser alejamiento
tud del discurso impreciso que tiene por función indefinido, para algunos, bien fo1mados, de un punto
susb·aerlo en el momento en que lo sugiere. En Sade de partida que ya no e, en absoluto la norma, sino el
es en un solo movimiento, hacia atrás, como el acto desnivel particular, siempre contingente. A partir de
se diversifica y se pluraliza reahnente descentrándose, aquí la empresa de Sade estará lógicamente animada
f como debe ser enunciado con precisión como p or dos movimientos.
tal. Este trastorno implica entonces que estalle
igualmente lo que sostenía la unidad fundamental l. En la medida en qt1e se pretende una descripción
del acto, es decir la del sujeto ( u "objeto" de la exhaustiva del universo de las "pasiones", no será
psicología amorosa) en la totalidad respetada y sim- recusada ninguna particularidad, no será despreciado
bólica de su forma corporal, de su sexo (femenino). ningún desnivel, nadie será lo bastante singular como
La multiplicidad de las "pasiones" del amor es así para figurar en el cuadro. De aquí la precisión ento-
la estructura de pluralidad que produce, desviada, en mológica exigida a las "historiadoras" en las 120 Jour-
Sade, el cuadro diferencial de las perversiones y el nées y la obstinada preocupación de Sade por no
abanico de los "sujetos'' susceptibles de ser su objeto. bacer sobre todo que el lector mezcle dos singulari-

126 127
l
1:

dades distintas. De manera que enuncia un principio sión representa por así decir la estructura de recep-
de lo indiscernible en la materia cuya exhaustividad cón de su sentido metodológico en el de la historfa
en efecto sólo él puede asegurar: "En cuanto a la 1, naturnl. Aun cuando sólo fuera por la paradoja pri-
mera de que los térininos del desnivel perverso sean
diver~ida?, puedes estar seguro de que es exacta; 11
ya "diferencias" incluso antes de toda sistematización.
estudia bien la de las pasiones que crees que se pare-
cen a otra sin ninguna diferencia y verás que esta
diferencia existe y, por ligera que sea, que tiene pre- Se ve también por qué, según esta primera vertiente
la particularidad de todo perverso debe ser muy
cisamente por sí sola ese refinamiento, ese tacto que conservada y consignada : es que se hace presente
distingue y caracteriza el género de libertinaje de :

que aquí se trata" (120 Journées, pág. 113). '


en ella, por cuanto no tiene interés, como insiste
Sade, más que por la menor diferencia respecto de
las otras, el principio mismo de la perversión: la
Incluso, como por la continuidad que impone el relato 11
diferencia, el desnivel, en la medida en que, de he-
para los auditores protagonistas de las 120 Journées cho, toda la energía de quien se sujeta a esta diferen-
Y. para el lector, hay peligro de ver ese principio 1

cia sólo va a reproducir su signo frágil.3


violentamente atacado, Sade no dudará en sacrificar
la forma misma del relato interviniendo en sus már- I,' 2. Pero, por otra parte, la ley misma de lo imagi-
genes. ,, nario tender~: en cieito número de protagonistas, a
Ir' una superac10n del desnivel particular que abre el
"Pero como algún lector poco al tanto de esas clases ,, espacio de la perversión. Según este movimiento in-
d_e materias tal vez pudiera confundir las pasiones de- verso, 1~ singularidad inicial ya no es positiva, sino
signadas con la aventura o el simple aconteciiniento' ,,,'
de la vida de la cuentista, se ha distinguido con cui- que defme muy precisamente la especie del perverso
dado cada una de esas pasiones con una raya hecha 3 Sobre este punto al menos, el término -clínico- de
al margen, encima de la cual está el nombre que se ' perversión no parece fuera de lugar, puesto que Sade re-
puede dar a esta pasión. Esta raya es la línea justa laciona muy bien el enganche del "perverso" con la tenui-
donde empieza el relato de la pasión y siempre hay dad de un signo. De todas formas su u so plantea prn-
un nuevo párrafo donde termina" (120 Journées, blemas considerables que aquí apeiias si pueden rozarse.
pág. 114). En primer lugar, el término perversión forma parte de
1
un vocabulario ético-teológico que la psiquiatría, por las
En esta práctica naturalista de prender con alfileres razones que se sabe, utiliza, no sólo sin la menor crítica
,I
se observa la curiosa superdeterminación de su dis- sino con el más íntimo sentirrúento de su misión ética'.
,1 Situación aun más confusa por cuanto la circularidad de
cmso. Participa de la evidencia de esta estructura la condena entre la "perversión" sexual y la perversidad
epistemológica del cuadro, mostrada por M. Foucault ética siempre ha sido tma de las comodidades de la ideo-
como actuante en la historia natural en la edad clá- logía y de la represión jurídico-éticas de Occidente. Su-
si_~· La interpretación anatóinica del efecto del sig- 11
poniendo que se quiera romper de una buena vez con esta
nificante, expuesta más aITiba, muestra que la anato- ideología, al menos hay que preguntarse si el término mis-
,'
mía desempena precisamente el papel de mediación mo ~e perversión aún es utilizable, o si es irrecuperable.
entre el discurso de la historia natural y el campo El ~ngen, sord~rnente presentido, de la exclusión ideológica
de las "pasiones" perversas que estructura. Pero eso reside en el hecho de que la perversión, como desnivel en
sólo es po_sible a su vez por una suerte de anfibología relación con una norma, es perversión de una perversión,
que es en sí la sexualidad. De esta manera, siguiendo a
que concierne a los términos diferencia y desnivel Freud, se quiere designar solamente corno perversión, en
r.uya significación teórica en el terreno de la perver~
129
128

. 1
b·ivia], condenado a no tener más existencia que por la imposibilidad de que de él surj9: un sig~o, co-
rnlacionacla con un ser de un tipo completamente mo la complacencia en alguna aberración particular.
diferente, el "monstruo perfecto". Esta superación Como consecuencia su personaje cumplirá, en la
exigida, este rechazo de la marca primitiva, singu- novela exactamente la misma función que el cuadro
larizadora, esta recusación del remedo grosero que 11 mismo' en las 120 Journées: la de un lugar de totali-
J es el perverso corriente, es lo que necesita formal- I' zación de las diferencias. Luego, cuando el perverso
mente que, inexorablemente, todos los perversos ,I mantiene, ah-ededor de la marca primera, cierta for-
"especializados" sean utilizados en su momento y ' ma de individualidad, la hazaña de Juliette es llevar
eliminados por los protagonistas. Si debe liquidai·se 1,1
a cabo, hacia atrás, tal reducción de su particularid~d
al vulgo de la perversión es precisamente porque está (en tanto que ésta se sostiene en un signo contin-
marcado con el signo limitativo de una o de pocas gente) que se reduce al puro foco de una concien~a
diferencias. Entonces no está convocado como tal, absolutamente lúcida, al puro poder de la aberración
como se ve en las 120 Joumées, más que para figu- en general, a la estructura formal de toda aberración
rar, en virtud de la homología de estructura, entre posible, al cuadro en potencia. Entonces, al intercam-
el cuadro y el relato, como elemento puramente dife- 1, bio restringido de los goces en el caso del perverso
rencial del cuadro, curiosidad, momento furtivo del responde, cuando está superado, un intercambio ge-
goce del perverso íntegro.
neralizado, una libre circulación de los cuerpos y de
sus partes que sólo es concebible por el mismo apar-
La p articularidad del desnivel, negado en el perverso .1
tamiento del signo en la ilimitación del sistema de
trivial, se borra multiplicándose, totalizándose hasta signos. Pero al mismo tiempo la noción de fantasma
el infinito, en Juliette. El monumento ideal al que sufre una notable b·ansformación. Habitualmente, se
trata de unirse por su "formación" está caracterizado puede concebir el fantasma como cierta cadena sig-
nificante reuniendo con insistencia, en conjuntos
un primer nivel, la operación por la cual la dinámica de imaginarios barrocos, elementos heteróclitos, a partir
la necesidad se encuentra prolongada y desviada en fa-
vor de un efecto de gozo específico que se llamará efecto del juego, de la metaforización, de un pequeño nú-
de puls16n. La "perversión" en el sentido corriente indi-
cará el conjunto de las posibilidades de desplazamiento, siste todo-, no se ve, por lo contrario, que Sade lo satis-
en el espacio pulsional del cuerpo y en el tiempo de faga, por lejos que vaya para solicitar la. nonna.
desarrollo del acto, del punto de anclaje significante que ::,
l. En la medida en que el efecto de pulsión ( por lo de-
señala el lugar en que se cumple selectivamente el efecto más perversa o no) está dotado de rasgos específicos, su
',
de pulsión. Dicho de otra manera, no se puede definir la producción es incompatible con la celebració? de ~ dis-
"perversión" de manera que ya no sea ideológica ( y lo :,
curso científico ( que comprenda la perversión nusma).
veremos más adelante), como tampoco modo de produc- Entonces Sade no tenía ninguna posibilidad de romper
ción particular de un efecto de pulsión, por desplaza- 1 con la ideología ético-teológica de la perversión, y por
miento del lugar y del modo en que se considera que se ¡,
esta razón su discurso onte todo no se propone precisa-
cumple, en condiciones sociohistóricas determinadas, el mente nada más que, como veremos, producir un efecto
efecto de goce pulsional De tal modo, la perversión se 1, de pulsion específica en la economía de un proyecto "per-
encuentra reducida, de figuración idénticamente mons- verso".
truosa de la Difernncia, a su naturaleza de puesta en acto 11
2. Con esta medida, sin duda la estructura ética que
diferencial de un efecto preciso. sostiene el discurso sobre la "perversión" no está desco~-
Pero para ser verdade.-amente riguroso, un discurso que truida por Sade, sino que en general está invertida, ]i>Or
enderezaría así el concepto de la perversión debería cum- una especie de fuga hacia. adelante en una transgresión
plir además dos condiciones. Ahora bien -y en esto con- 1
a la cual, por absoluta que parezca, la Natmaleza ( que
130 131
11
1

1
mero de significantes-claves inicialmente aleatorios inédito: 4 una repetición que sólo se repetiría para
(una palabra, una imagen visual, un sonido, un descentrarse de su punto de partida y cuyo principio
impulso de propagación). La localización del señala- es no el simple enriquecimiento lineal, sino el ago-
miento consiste entonces en tejer una serie de rela- ta~iento. Y se puede agregar que la famosa apatía
ciones enh·e estos elementos para reconocer particu- de los héroes de Sade remite a las mismas condicio-
larmente su circuito, en tanto que no está fuera del nes de posibilidades, que sólo consisten en una bo-
discurso, sino que representa cierto tipo de eshuc- rradura progresiva, cuidadosa, de todos los signos
turación repetitiva de éste. Ahora bien, parece que intempestivos del sentimiento injertados . co11;0 l~s
en Sade se hace evidente el contrapunto que man- otros en la contingencia de alguna expenencia on-
tenía que a través del discurso aparece el otro discurso ginal.
que impone al pensamiento las leyes de su circulación
significante. Porque la condición de posibilidad de
este contrapunto reside en la particularidad de los 4. El cuadro
elementos iniciales que inauguran la cadena signifi-
cante, incluso si se puede concebir su proliferación Pero la superación del desnivel primero, su introduc-
casi indefinida. En Sade, en cambio, nada está más ción en la concatenación, estaban inscriptos en la
firmemente recusado -y en el nivel de los personajes posibilidad misma, ya que sólo interviene represen-
despiadadamente castigado- que esta repetición. tada en el cuadro que constihiye pues la estructura
misma del proyecto sadiano. Este cuadro, que reviste
Por lo contrario, se podría definir todo su esfuerzo la forma emblemática en la minuciosa ordenación de
corno el de un descentramiento razonado, obstinado,
sistemático y fundado en teoría conh·a todo signifi-
cante primitivo, toda marca distintiva, singularizante. las fantasías ético-religiosas a las cuales aún da lugar: no
A partir de aquí, la 1elación del discurso con esos las debe a su valor de norma natural ( ya que en todo
caso sigue siendo puesta en acción del efecto de pulsión).
significantes no consistf' en absoluto en un desarrollo En realidad figura la forma sexual de la Totalidad como
a partil' de lm núcleo sino en la instauración de una objeto del deseo en la ideología metafísica.
infinidad de centros posibles. La lógica del fantasma 4 Naturalmente, quedaría por determinar la exacta me-
será pues la repetición, pero de un tipo totalmente dida de esta especificidad relacionándola con lo que se
sabe de la "estructura perversa". Es decir, precisar pri-
sea ella misma perversa nada cambia) y la Ley prescri- mero si el descentramiento a partir de una experiencia
birán siempre sus Hmites a priori. ( Gestión teórica que por pulsional inicial está o no inscripto en esta estructur~ como
una de las posibilidades, incluso como su tendencia pro-
lo demás no hay que confundir con el proyecto de totali- funda ( y cómo y por qué) lejos de corresponder a una
zación de las experiencias perversas de que se habla más
adelante, sea cual fuere la situación de este último en superación teórica d~l fantasma .. Es el ~co, 1,1:edio_ de
relación con la perversión.) Dedicarse a la base ideoló- delimitar la autonorrua secundana de la teona sadiana
y de articular correctamente la relación ~ntre el perve~so
gica hubiera sido interrogarse sobre el deseo tan particu-
lar de que se encuentra investida la norma. El lenguaje ordinario y el tipo ideal, el monstruo mteg1:~ _que m-
particular que celebra (hasta en la clínica psicoanalítica) venta Sade. Insistir demasiado sobre la especif1c1dad de
este último tal vez equivalga a ratificar como concepto de
las virtudes maravillosas del acto sexual -adulto-genital- una teoría de ta perversión una diferencia que Sade ofrece
normal- no deja de mostrar sin vergüenza que éste en amablemente aunque no inocentemente; cuando no que-
realidad se utiliza, de manera absolutamente no crítica, da excluido ~n absoluto que la ley del discurso perverso
como forma de existencia en la terreno sexual de la Pre- sea tender al menos hacia este nivel teórico, la diferencia
sencia dada sin signos y sin resto. Se comprenden mejor del "ideal" que forma integralmente parte de su proyecto.
132
133
las 120 Journées, presenta particularidades lo bas- forma simplemente particular de ésta. Es decir al
tante extraordinarias como para detenerse en ellas. 1, tiempo que no podría ser prohibida y proscripta para
el perverso desde el momento en que está compren-
Que el cuadro sea primero, permite ante todo definir dida en sus posibilidades. Porque prohibirla condu-
el estatuto, dejado en suspenso, de la norma. Susti- 11
ciría a un pseudotrastorno por donde se escaparía.
tuyendo al espacio centrado que desplegaba por el ',, Y Jo mismo es si sólo se permite o se prohibe la
de la diferencia y del desnivel, a Sade sólo le que- 1 virtud. Mejor nos aseguraremos de ella transformán-
daban dos soluciones. Rechazarlo a un espacio exte- dola en fantasía que se concede o que se niega entre
rior, concéntrico con el de la perversión, hubiera sido otras, pocas veces lo más posible. "No es cuando
admitir una heterogeneidad en los efectos de la Na- gusta el crimen por sí mismo y por interés cuando
turaleza, y sobre todo limitar la transgresión de se puede estar más tiempo conmovido por goces vir-
manera radical. Si, por lo contrario, el desnivel es tuosos" (lttliette, VI, pág. 255). Entonces el desnivel
originario, la norma está en el cuadro. Si todo es des- ",
1,
se cumplirá realmente: "sentirá un pequeño remor-
nivel, la norma misma será desnivel. Lejos de des- dimiento, porque sabe que la virtud lo produce tanto
"
aparecer, como se quenía que Sade dijera, la ley como el crimen" ( ibid.) . Este doble movimiento que
será goce, simplemente. Hay en esto un trastorno anima al texto de las 120 Journées da cuenta de Iás
cuyo principio enuncia Sade luminosamente. relaciones ambiguas de la transgresión y de la ley.
1,
Por un lado la transgresión sólo se alimenta de los
"Imagina que todo gozo honesto está presclipto por 11
límites que le opone la ley. Como no se puede pro-
esta bestia de quien hablas continuamente sin cono- '1
poner nada que no esté prohibido, recibe así apa-
cerla Y, que llamas naturaleza, que estos goces, digo rentemente de la ley sus formas y sus límites. Estatja
yo, seran expresamente excluidos de este conjunto, y así originariamente limitada y llevada a cabo. Pero,
que cuando los encuentres por azar sólo será porque 1

según un movimiento inverso, la ley y lo prohibido


estarán acompañados por algún crimen o coloreados están integrados como figuras simplemente particu-
por alguna infamia" (120 Joumées, pág. 112) . ,,
1ares de una perversión originaria que sólo las re-
'
quiere para constituirse como tal. La transgresión
Así la norma debe ser negada en un primer tiempo, vuelve a tomar a su cargo, en el proyecto más ambi-
negada como cenh·o de referencia, luego reintrodu-
1 cida secundariamente, como aventura, puesta en su cioso de Sade, la universalidad que, reforzándose con
lugar una vez conmovida por el índice de desnivel, la etnología de las perversiones, muestra que le falta
por el exponente de gozo perverso que, en su unicidad 11 a la ley, reemplazándola por el cuadro universal,
pretendidamente universal, tenía como función ve-
1, "científico", de los desniveles.
lar. Excluida en un principio como permitida en
nombre del imperativo perverso, acaba por ser rein- Se ve que el fantasma sadiano trata de revestir las
1,
tegrada también una vez que la interpretación sadiana apariencias de un discurso "objetivo" en virtud de una
ha mostrado que consi~te en domesticar disimulada- 1, necesidad intrínseca y profunda: no hay más medio
mente la perversión que la constituye por la misma verdadero de dar su rundamento y toda su medida
razón que los otros desniveles, rechazando como exte- '
a la transgresión que colocar a la virtud en el cuadro
rior a sí, bajo el nombre de "perversión", aquello exhaustivo de las perversiones. "No puede imagi-
precisamente de donde nace. La operación de Sade narse qué necesarios son esos cuadros para el des-
consiste pues en hacer que pase la noxma del esta- arrollo del alma. No somos todavía tan ignorantes
tuto de perversión vergonzosa de la perversión al dé en esta ciencia más que por la estúpida contención

134 135
de los que qws1eron escribir sobre estas materias" movimiento que va del sujeto, a través de ese signo,
(Nouvelle Justine). hacia la cosa significada; se adhiere al cuadro bajo
la mirada lúcida del observador sujeto. El efecto
Sade, por lo contrario, está en relación con el signi-
5. El efecto Sade ficante: éste, "que representa", según los términos
de J. Lacan, "al sujeto por otro significante", da
Pero entonces aún sería necesario que ese cuadro lugar, en la máquina sadiana, a un doble movimiento
estuviera dotado de propiedades muy diferentes de las inevitable insoportable. Por una parte, surgiendo en
que Sade emplea como recurso. En efecto, se ha cierta forma del cuadro, está hecho para imponerse
visto de qué manera la estructura del cuadro como al sujeto; oor otra parte, e inversamente, el sujeto se
representación de lo imaginario ordenaba íntegra- reduce enseguida y se implica en este significante,
mente el movimiento de la descripción sadiana. Hay perdiendo su lugar de observador. Aspirado en todas
que querer recuperar a Sade a cualquier precio o formas por el significante, seguramente queda roto.
exaltarlo ingenuamente para callar la función total- Ahora bien, es sólo ese rompimiento lo que Sade
mente extraordinaria que cumple, en sus novelas, entiende practicar en sus novelas. Cuando se jacta
esta representación, y que permite comprender la de haber hecho con ius 120 Joumées una obra de
condición de "infierno" del discurso de Sade, el hecho una "impureza insuperable", no hay que entender
de que no haya sido cúnstituido como texto. Se defi- por esta declaración que hace una trivial fanfarro-
nirá esta función decisiva como el efecto Sade. No nada, sino precisamente relacionar esta certeza con
es velada, sino insistente, con la insistencia misma, la infalibilidad de la máquina construida para produ-
idóntica, del fantasma. cir el efecto Sade. Que esta infalibilidad sea fantas-
mática no evita elucidar ante todo en qué se funda:
En efecto, Sade se dirige con estos términos al el principio de exbaustividad de la descripción.
lector.
Esta exbaustividad no es la que se requiere de un
"Si no hubiéramos dicho todo, analizado todo, ¿cómo cuadro que representa para ellas mismas todas las
querrías que hubiésemos podido adivinar lo que con- posibilidades en la apaciguadora sincronía de su
viene? Eres tú quien tienes que tomar o dejar el sistema. Cada signific,mte de un goce perverso figu-
resto; otro hará lo mismo y, poco a poco, todo habrá rado en el cuadro sadiano, tanto como por sus rela-
encontrado su lugar" (120 Journées, I, pág. 113). ciones con los demás, se define por la posibilidad de
conmover a un sujeto. De manera que la exhaustivi-
Parece que la enumeración exhaustiva de las posibi- dad no es un principio "objetivo" abstracto; no está
lidades perversas no es la tranquila plancha de ana- impuesta por la exigencia de dejar casillas vacías, sino
tomía comparada del corazón humano donde cada p01 la intención precisa de conmover a todo el sujeto.
uno, apaciblemente, podría reconocer su particulari- Por esta implicación del sujeto el cuadro de las per-
dad en el inmóvil cuadro de la ciencia. Ante todo, de versiones no deja de tener analogías con la función
cualquier manera no se puede tratar para cada uno del cuadro pintado, como por lo demás lo sugiere la
más que de encontrarse en un signo en el cuadro. abundancia de las metáforas pictóricas. No es un
Pero sobre todo la eficacia del signo es completamente azar. Incluso todo ocurre como si el fantasma de Sade
específica. No es tanto la de un signo como la del estribase precisamente en esta apuesta que consiste
significante, en el sentido definido por J. Lacan. El en conferir al cuadro taxonómico de que tiene nece-
signo, que representa algo para alguien, designa un sidad para su "historia naturnl" de las perversiones,

136 137
la eficacia del cuadro pintado. Este, por su estruc- ética se estrangule en el significante en que se estro-
tura misma de visibilidad, está condenado a no poder peará el sujeto. Todo rechazo ético se vuelve al mis-
representar más que la particularidad. Su efecto so- mo tiempo signo de una lectura incompleta, de una
bre el sujeto, desconocido del cuadro taxonómico, es falta de lectura como de una adhesión patológica.
corre1'ltivo de una limitación de las posibilidades de La única reivindicación concebible sería aquella que,
representación; en tanto que el cuadro taxonómico al término del recorrido, se mantendría por no haber
paga su universalidad abstracta con una ausencia visto reproducida su particularidad. Hacia atrás, el
de efecto. El deseo de Sade es conciliar en un cuadro silencio testimoniará la ruptura efectuada por el
mítico, el mismo de las 120 Joumées, las ventajas texto : el sujeto ha pasado al cuadro. Puesto en es-
respectivas de esos dos modos de representación. Só- cena, él se ha puesto en escena, en acción: ha caído
lo entonces se obtendría lo que se pretende: la uni- fuera del libro en el silencio consumador del fantasma
t:·ersalida.d del efecto de rompimiento, que garantiza o del acto.
que todo sujeto no sólo figure en adelante en el
cuadro como signo, sino sobre todo que no pueda ';l es todo lo que nos hace falta." Se estará de acuer-
dejar de ser engullido en alguna parte por algún sig- do, ante tales declaraciones, con que hay que llevar
nif: can te de su deseo. Ahora se puede enunciar el un poco lejos la falsificación (bien intencionada,
axioma que determina la verdadera función del cua- como corresponde) del texto de Sade, para presen-
=
dro en Sade: para todo su¡eto x, hay un significante tarlo como la primera descripción científica de las
representado tal que lo rompe. El e-fecto Sade opera perversiones. En ve1 ,fad, semejante interpretación
poniendo en correspondencia de manera biunívoca a sólo es posible por haber llegado de la manera más
los significantes del cuadro y a los sujetos eventuales ingenuamente apresurada al fantasma de Sade: si no
que estén sometidos a él. Al cabo de la combinatoria, advierte la máquina es que ésta ha producido admi-
es decir al fin del libro, "todo habrá encontrado su rablemente el efecto que se ha tratado de definir
lugar", entendiéndose que el auditor, o el lector, debe aquí. Sin duda ha tomado por regla de lectura crí-
haber encontrado su lugar en el cuadro. tica aquella a la cual nos invita Sade obsequiosa-
mente: "nuestro lector [que], tras la exacta descrip-
"Sin duda muchas de las aberraciones que vas a ver ción que le hemos hecho de la totalidad, ahora sólo
pintadas te disgustarán, pero algunas habrá que te tendrá que seguir ligera y voluptuosamente el relato
enardecerán basta el punto de costarte f ... ar, y sin que nada perturbe su inteligencia o moleste su
eso es lo que nos hace falta" (120 Jo-urnées, I, memoria" (120 Joumées, I, pág. 93).
págs. 112-113).
Entonces, si la exhaustividad es indispensable, es 6. La puesta en escena del efecto
para hacer posible el postulado fundamental de Sade:
que la resistencia del sujeto a la implicación sólo El efecto Sade estructura todas las formas de la re-
puede ser el hecho de una particularidad diferente :, presentación a :partir del cuadro ofrecido a los "su-
de las que basta entonces se le han presentado, y jetos". Concernirá pues de manera idéntica a los per-
no el sujeto a priori de todas las particularidades sonajes de la novela. Se conoce el ordenamiento, ex-
perversas a oartir del centro que es la ley. Entonces, traño a primera vista, de las 120 ]oumées, en el cual
a partir del momento en que el cuadro está com- cuatro cuentistas o historiadoras están encargadas
pleto, para Sade no es concebible ninguna resisten- por Sade de representar en los relatos la w.liversali-
cia a su texto. La lógica pretende que la protesta dad novelada de las perversiones por grupos de 150

138 139
(pasiones simples, dobles, etcétera) a los cuatro héroes. últimas partes que no presentan más que los esque-
Ahora bien, si las condiciones de funcionamiento del mas de actos perversos disociados de todo relato. Re-
escenario están reguladas de manera rigurosa, es por ducido a ser el lugar de la enunciación del cuadro, el
la única necesidad de que se produzca impecable- actor de hecho sólo interviene en virtud de una analo-
mente el efecto Sade, en su exclusiva especificidad. gía entre esta representación que es el cuadro y la
De la misma manera, incluso el castillo aislado en representación teatral.
que se desarrollará el cuadro de las perversiones no
puede ser cualquier castillo que se preste, porque Por un lado del espectador la situación no es menos
ningún castillo real se puede prestar a aquello de lo curiosa: el :icto, disociado de la palabra, desaparecido
cual será teatro: "obsérvese", escribe Sade, que tam- de la escena, se vuelve a encontrar como efecto de
poco aquí deja nada en secreto, "que voy a pintar los la pura representación en el lenguaje. Pero hace falta
departamentos no tal como podían ser antaño sino una mediación muy particular que acabe de signar
como acababan de arreglarse y distribuirse en rela- la reestructuración perversa del espacio teatral. Por-
ción con el plan proyectado" (120 Jour-nées, I, pá- que al no tener la mirada nada que percibir en el
gina 87). Todos los arreglos que se imponen tendrán escenario se desquita haciéndolo más abajo: "debajo
pues por finalidad disponer las condiciones materia- del trono había unos escalones en los cuales se en-
les, estructurales, que exige el fantasma del efecto contraban los sujetos de corrupción llevados para
Sade para realizarse. Así el lugar central, "cabeza de calmar la irritación de los sentidos producida por los
partido de las asambleas lúbricas", corresponderá relatos" (pág. 87). Por este desplazamiento de los
como su proyección espacial a lo más íntimo, al co- escalones proyectados así hacia adelante del lugar
razón del fantasma. del espectáculo, los perversos, según se desarrolla el
relato dibujan, esbozan sobre los cuerpos de las víc-
Este lugar es un teatro de un modelo y de una utili- timas que están frente a ellos la realización de la re-
zación seguramente inéditos. "De forma semicircu- presentación, en ese lugar intermedio entre lo real
far", se compone de dos partes. La parte centrada se y lo imaginario, entre la sala y la escena.
divide en cuatro nichos de espejos donde se sitúan
los perversos auditores-espectadores enfrente de los Como todo está así dispuesto para la e;eoución de la
cuales, en el escenario, está un personaje vicario, la representación el efecto Sade, a cuya producción se
cuentista que recita el dicho perverso, comprometido reduce exactamente la obra, puede tener lugar. En-
entre el cuadro y el relato. "Se encontraba situada tonces uno de los protagonistas se encontrará sujeto
entonces como lo está el actor en un teatro, y los en cada punto del relato de las cuentistas, y al reco-
auditores en los nichos se encontraban como se está nocer su marca, según la ley enunciada anteriormente,
en el anfiteatro" (pág. 87). Pero en verdad, como saldrá fuera de su sitio. Este movimiento por el cual
teatro, sólo es también la sutil perversión, como se los sujetos, marcados por el significante, salen uno
va a ver, el lugar de la mayor irrisión de la catarsis. tras otro del escenario para retirarse atrás a habita-
Ante todo, por una discreta inversión de las funciones ciones previstas a estos efectos, no hace más que ma-
respectivas del actor y del espectador. La participa- terializar el efecto de rompimiento y de apartamiento
ción del actor único se reduce, en efecto, al devenir del sujeto suscitado por la representación. Tanto los
lineal de su palabra, por el órgano de la cual se des- personajes de· la novela como los lectores están bien
anolla el cuadrn de la perversión. No es más que el sometidos, en el fantasma. de Sade, a lo eficaz de la
frágil soporte de este cuadro, como lo muestra sufi- misma estructura; el teatro que se dan los perversos
cientemente su desaparición en los esbozos de las no es más que la representación concreta, la duplica-

140 141
ción en un escenario visible de los efectos descon- desnivel responderá una teoría de la evolución de
tados del cuadro de esta manera representado en el las formas novelescas y de su necesario agotamiento.
lecto-r. Los largos desarrollos sobre este tema en Idée sur les
romans, lejos de ser un episodio están impuestos por
la misma exigencia estructural que se ha observado
7. La perversión del drama y el final de la novela hasta aquí. Al perverso particular corresponde el no-
velista desprovisto de imaginación. Los grandes nove-
Sin embargo, la máquina significante que produce listas, por lo contrario, son los que han descubierto
el efecto Sade no determina únicamente la finalidad una nueva forma de separación y han sabido hacer
y el tenor del discurso de Sade, sino también su for- que los lectores puedan ser sensibles a ella. Como
ma novelesca. Sin duda sólo la novela era capaz de la transgresión perversa, la novela se encuentra con-
ofrecer una estructura naturalmente superponible al denada por una ley interna a introducir nuevos atri-
fantasma sadiano. Seguramente no es por casualidad butos para los personajes. Además, imitando a la
que Sade se pusiera a escribir un texto "teórico" naturaleza por oficio, el novelista está siempre en posi-
sobre la novela. El punto de partida del fantasma ción de transgresión, como ella (y como el perverso)
generador del efecto Sade era la imaginación y la sin- "no pierdas de vista que el novelista es el hombre de
gularidad esencial de una "separación". Ahora bien, la naturaleza, creado para ser su pintor; si no se
la novela tiene por objeto su análogo en el discurso, convierte en el amante de su madre en cuanto ésta
la ficción, la aventura singular. "Se llama novela a la lo ha echado al mun<lo, que no escriba nunca ... "
obra fabulosa compuesta según las aventuras más (ldée sur les romans, pág. 39.)
singulares de la vida de los hombres." 11 Entre lo
imaginario y la novela hay algo más que parentesco Sade puede entonces designar con mucha precisión
de origen. La novela no tiene ningún origen histórico su lugar en la historia de la novela en este punto en
asignable porque es universal tanto en la función que que la analogía implicita entre la ley de la perver-
la suscita como en sus dos objetos: los "objetos fa- sión y la de la novela se transforma en identidad po-r
bulosos del culto" y el amor. (Por esta indicación se la introducci6n de la perversi6n como realidad nove-
ve que la estrecha unión entre el ateísmo y la des- lesca ( cf. Advertencia y primer prólogo a los Crimes
cripción de las pasiones tiene también su funda- de I'Am<nu·, págs. 266-7). Está justificada en térmi-
mento, según Sade, en la forma novelesca como pre- nos en verdad curiosos. En efecto, la perverdión se
sentificación de lo imaginario: dejando al historiador encuentra presentada como un predicado inédito de
la historia de los dioses, Sade no los hará intervenir los personajes cuya puesta en acción aparece como
en la ficción más aue en la medida en que 1a creencia indispensable formalmente para salvar la forma no-
es el obstáculo epistemológico para una descripción velesca. "Lo decimos, a medida que los gustos se has-
verdadera del amor.) tían, que los espíritus se corrompen, que uno se
cansa de cuento, de novelas, de comedias, necesa-
Pero si la imaginación del desnivel obedece, según la liamente hay que pres1mtar cosas más fuertes si se
teoría de Sade, a las leyes de encadenamiento que quiere tener éxito" ( pág. 266). Así es como todo es
se han desprendido de ella, la estructura de la novela, natural: "en varios de esos cuentos se ha usado un
tal como la concibe, debe encontrarse modificada. De medio absolutamente nuevo ... "
tal modo, a la ley teórica de la maximización del
Esto es, pues, '1o que nos ha determinado a dar w1a
n Idée sur les romans. pincelada más que la edad y la fealdad del rival cru-

142 143
zando los amores de la heroína. Le hemos dado un La unidad de los C1·imes de l"Amou·r y de las obras
matiz de vicio o de libertinaje hecho para alarmar de teab·o está constituida, en efecto, por cierta idea
realmente a las muchachas que pretende seducir: .. " del drama. Término que se debe entender con un
En una palabra, la perversión se convierte aq1;1 _en sentido anterior al desnivel entre la escena y el li-
un rasgo acentuado de los personajes, con el umco bro. Lo esencial es que el drama aparece en él como
fin declarado de mantener la función edificante tra- la esh·uctura formal en la que se expresa natural-
dicional de la novela. Se haría mal en no ver en esta mente la edificación. Y esto en la medida en que cada
racionalización del fantasma 6 más que una m3:ilo- peripecia, aunque sea la evocación inédita de la per-
bra de defensa prudente, cuando, aunqu_e margmal- versión, se encuentra relacionada con un fin exterior,
mente en cierta forma, pone en el carnmo caracte- que es el verdadero centro. El drama en cierta forma
rísticas específicas de las novelas de Sade. es la Idea del Bien inmanente a la representación
teatral o novelesca, la forma literaria en que se ma-
La perversión aoarentemente está "presentifícada" nifiesta de la manera más oculta la exigencia ética
en S~de de muchas maneras. De hecho, si considera- del pensamiento occidental. Y Sade no ha dejado de
mos el conjunto de las obras literarias, se advierte percibirlo. En la carta a Vílleterque, en la que re-
rápidamente que se reparten a este respecto con re- niega de la paternidad de Justine, escribe sobre el
ferencia a dos polos extremos que son por una parte autor de la obra: "no parece que presta al vicio po-
Les Crimes de l'Amour y las obras de teatro, y por der sobre la virtud más que por maldad. . . por li-
la otra las 120 ]oumées de Sodome; ]ustíne y ]ulíette bertinaje; pérfido designio del cual sin duda no l1a
son transición. Esta disposición no es contingente.7 creído que hwiera que retirar ningún interés dra-
mático, mientras que los modelos que cito siempre
o Aunque no deja de dar señales de vida incluso en este se han dirigido en sentido conh·ario .. . " (la bastar-
texto, el más prudente de Sade. Sade ª?aba d~ a_se~rrar düla es mía). Si el drama se constituye a partfr de su
sus intenciones; después agrega la inevitable mv1tac16n: fin, la especifidad de los escritos novelescos de Sade
"pero qué distinta clasP de yoluptu~sidad para los lec- tienen que caracterizarse por el poner esta función
tores cálidos y llenos de energia, a qU1enes todo gus~a. c_on entre paréntesis. En una palabra, la perversión con
tal que les interese, y que aun conociendo los perJU1C1os Sade no sólo se introduce como realidad novelesca,
de la naturaleza les gusta seguu-la por sus más tortuosos sino que pervierte también la forma del género, sus-
caminos para estudiar al hombre y para conocerlo.
tituyendo la estructura implícitamente teleológica de
7 No es indiferente sefialar que si es lógica no corres- la novela por Un¡l estructura rigurosamente combi-
ponde a ninguna "evoh~ci6n" hacia una "perversión cre- 11atoria y repetitiva. 8
ciente" de la escritura sadiana. Sobre todo se ve por qué
es insuficiente e ingenuo celebrar ciegamente en Sade 8
al filósofo que ha prometido decir todo, es decir escribir El teatro de Sade no es ni más ni menos que un "teatro
todo. En sí misma, semejante fórmula estrictamente no de la crueld:td". Pero el "teab·o de la crueldad" inversa-
quiere decir nada, y se aceptará que no es indiferente. sa- mente tampoco es sadiano. La operación de perversión en
ber qué sentido tenía en e) proyecto de Sad_~- Ahora bien, el sentido en que Sade la efectúa no era compatible con el
éste está íntimamente wudo a la producc10n del efecto teab"o, en el cual la perversión perecerá por no poder ni
Sade. Si se desconoce esta estructura constituyente de su siquiera evocarse en la visibilidad del teatro más que por
discurso para considerar el proyecto literario en su "pu- el discurso de la psicología moral. Pero precisamente
reza", se llega al curioso resultado de borronear en el es que no puede ocurrir nada en el escenario -en Sade
texto de Sade los pasajes donde dice muy claramente ( por- mismo- de lo que se l1ace que funcione en las novelas,
que él aplica su principio) por qué dice "todo". p01·que la palabra, el discurso, son el vehículo indispen-
sable, el elemento mismo del cambio sadinno.

144 145
Este trastorno, particularmente manifiesto en Juliette sión ya no es definible de manera aislada sino siem-
y sobre todo en las 120 Jourriées, es también nota- pre por su relación con la composibilidad, inmediata
ble en las novelas cortas "edificantes" de los Crimes o diferida, de todos los que lo pueden acompañar,
r
de Anwur, donde el golpe de teatro final aparece combinarse con él y aglutinarse y que en cualquier
caso no podría excluir. El análisis de la superficie
como singularmente postizo, y el fin literalmente pro-
ducido in extremis. En las otras novelas, el "fin" des- atormentada del cuerpo en elementos funcionales mí-
aparece buenamente, por un repliegue perverso de nimos, en "sexemas", y su parcialización, permiten
la acción sobre sí misma que hace de la evocación asegurar las operaciones de totalización, de adición,
de la perversión ( y de la seducción del lector) su pro- <le multiplicación de un verdadero álgebra de la
pia finalidad. La modificación de la idea misma de pulsión. Los órganos o sexemas (pues el "sexema",
la no_vela _resultante pretende, pues, que el objeto la menor unidad de pulsión distintiva, no correspon-
descnpto imponga Últegramente su esh·uctura a la de más a un órgano definido que el monema a la
descripción. El desarrollo cortado, repetitivo de la no- palabra) no hacen irrupción en el discurso más que
vela corresponde a la consumación misma del fan- como otros tantos siguos sin valor propio cuyo uso
tasma. El relato mima al fantasma hasta en su tex- está reguladc por la ley del sistema.
tura, lo reproduce en todo su rigor. No se dice nada
cuando se arguye la "monotonía" de Sade sin pro- Pero como la exhaustividacl del cuadro es insepara-
ducir el concepto. Porque al fin de cuentas no es de ble de su eficacia, el órgano, convertido en instru-
la misma naturaleza que la que suscita d'Urfé. En mento de pttl.si6n, no deja de guardar, por su exhi-
Sade nace de una erosión interna y de un íntimo bición, su sola nominación directa en el discmso, su
trastorno de la naturaleza del relato que se perpetran valor inmediato e incomparable de transgresión. Un
en cada página. día habrá que elucidar el efecto disruptor de la pa-
labra en la medida en que representa -¿cómo?- al
Los relatos, que encajan indefinidamente los unos desnudo el "cuerpo" intolerable en el discurso; ex-
en los otros, empiezan siendo conducidos por un su- plicar a qué título es entonces la esencia misma de
jeto, precario pero drterminado, provisto de cierto lo prohibido. Sólo a ese precio se podrá comprender
número de predicados, centro vivo de la acción. Lue- -porque aún no lo sabemos- lo que es un texto,
go, rápi~am~nte, por un hundimiento muy notable, como el de Sade, al que se corta la palabra y queda
esa apane~cia de sujeto se encuentra comprometido "prohibido". Tal vez los otros libros, todos, se sostie-
en una sene de escenas susceptibles de ser imputa- nen sordamente con la sola convención radical, con
da,~ idénti~amente, ~e uno a otro extremo o punta de la promesa de un esencial no-decir, condición del
la novela , a cualqmer otro prntagonista, y enh·e ellas discurso, que Sade se negó a recorrer.
no es perceptible ni finalmente concebible ninguna
progresión dramática. Es que '1a acción" se repliega A decir verdad, es la estructura lógica misma de las
en cada punto sobre el acto perverso mismo y se es- relaciones entre el discurso y el cuerpo lo que Sade
b·op ea, como el sujeto, no pudiendo ponerse en mar- vuelve a cuestionar, y por el simple efecto ,de una
cha más que una vez agotadas las posiciones de la ausencia decisiva: la ele la seducción, organizador
situación hasta ]a próxima combinatoria. El sentido central del <lis.curso libertino. En efecto, en este úl-
del acto en sí mismo, tradicionalmente considerado timo, además de su función de racionalización, esen-
como expresión de un sujeto, nunca sale indemne dé cial como en Sade, la palabra es el medio donde se
este juego, convfrtiéndose en pura <lenotación de un trama esa estrategia, igual a pesar de todo, que es la
efecto de 6rgano preciso. Su significado de transgre- seducción. Va a llevar al "objeto" una turbación es-

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pecífi?''l en las representaciones, deshaciendo pieza tan te provisional a un "sujeto" (]a cuentista), puro
por pieza un sistema de resistencias. Su nuevo exa- soporte de la representación del_ cuadro: I_,a_ unidad
men está limitado por el fin mismo que asigna, al correlativa del discurse; y del su¡eto es ficticia Y pu-
término de un contrapwlto lleno de argumentos y de ramente aparente. Paralelamente, la esb·uctura de
actos mzonados, de una audacia metódica. El fin detención de consumación en eJ lugar que caracte-
de 1a palabra libertina, como aparece admirablemen- ' oh·as novelas, encuentra aqu1, su f orma
rizaba a las
te en Crébillon, es velar el cuerpo, cubrir con su te- acabada en el principio de retención metódica de los
nue acompañamiento el murmullo que empieza a actos perversos. Ninguna improvisación, porque su-
emitir sordamente. Como el discurso seductor es per- pondría la avenhua, el azar y la singulaJidad de los
versión compartida del discmso, y puesto que sólo sujetos está soportada por algún participante, des-
se sostiene por instalar una contradicción entre él y la de el ~omento en que el ordenamiento de los suje-
"fragua" del cuerpo ( como "fragua" un cemento), en tos ha sido regulado una vez. Así es como lo que
Sade, la inexistencia de la víctima como sujeto ha- sobrenada del relato no podría ser desgranado dema-
blante, el inmediato asentimiento del cómplice, re- siado lentamente,1 º demasiado parsim~niosame~~e,
ducen ~;5te discurso a una simple función de pro- para dar lugar, en cada punto, a to~a mterrupcrnn
gramac1on. El relato de Sade no se compondrá -es posible, es decir a poner en actos acc10nes represen-
la razón de su "monotonía" necesaria- más que de tadas. Manifestación concreta de que lo que en Sade
dete~ciones y de preparativos para detenerse, que hace siempre dar vueltas al relato sobre sí mismo no
permitan que el fantasma se consuma ahí mismo es más que un esbozo fantasmático del acto, infini-
pero también que se piense. Su única ley es tende;. tamente recomenzado.
al ~áximo de detención posible para el lector y el
recitante desubjetivizado, es decir a una reabsorción Finalmente en las últimas partes de las 120 Journées,
del relato en el cuadro, del sujeto en el texto mísmo inacabadas' como el relato se deshilacha continua-
del fantasma. Entonces, la misma lógica que trata , 1
mente la máquina misma que o soporta esta como
,
!3e quebrar al sujeto lector por el relato, acarrea en desnuda funcionando en el vacío. La subjetividad mí-
ia trama de la novela su desaparición tendencia! como
nima y ficticia de la cuentista desaparece así del todo,
personaje-sujeto provisto de los ah·ibutos provisio- aunque sigan alineánélose matemá~camente las pu-
nales de lugar sustancial ,de imputación de predica- rns escenas de actos perversos segwdos de su efecto,
dos tales como continuidad, permanencia. la eliminación metódica de las víctimas. El final de
la novela, su meta, no es ob·o que el final del relato,
Las 120 Journées de Sodome representan el pw1to constantemente realizado cuando se organiza la com-
extremo alcanzado en esta dirección. En las partes binatoria repetitiva de las escenas; totalmente reali-
ac~badas, el estatuto del relato, ya muy paradójico, zado al final de las 120 Joumées, sin ningún reco-
de¡a aparecer al desnudo la exigencia que lo iige. mienzo posible. La acción lo amengua finalmente
Totalmente regulado desde el exterior en su ordena- hasta el esqueleto de los números que inscriben el
miento por el Organizador del fantasma, delineado balance; entonces todo vuelve al cuadro, al orden.
por adelantado,9 no teniendo que evocar más que un
~po ~ un, número de pasiones determinados, apenas
s1 esta mas que prestado por el espacio de un ins-
10 "Pero no precipitemos nada", anota Sade, que se ,pone
en guardia. "Sobre todo no hagáis hacer a los cuatro ami-
9 Cf. el texto citado en pág. 6, 120 Journées, I, pági- gos nada que no se haya contado .. . " (120 Journées, III,
nas 55-57.
pág. 247.)
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Hablan cuta su alcance, para corregir sin ce~ar su ins~ficien-
cia su torpeza su principio. Pero el discurso esta sobre
Sin embargo, hay toda una parte del texto de Sade todo investidd por partes de una función qu~ sólo se
que escapa a esta ley de perversión del relato. En puede calificar de teórica. Escruta los motivo~ del
una alternancia regulru· con el repliegue del fantas- acto, las razones de vncilación; analiza, c?n e,~ fin de
ma hay una voz que se eleva, al despertar de la orgía, eliminarlas, las inhibidones y las fan~as1as, p_atoló-
para decir la perversión. Si, en su forma, escapa a la gicas" si se toma en consideración el ideal peli~~oso
erosión del efecto Sade, en todo caso no se encuen- de la monstruosidad integral. Como novelas de fo~-
tra convocada para cumplirlo, para asegurar a los mación", Justine podría ser considerada como el psi-
personajes y al lector su más libre disposición. La coanálisis ( salvaje e incompleto; pero uno se cura de
palabra, que duplica y esconde la efectuación de la la virtud) de ]ustine, y JtiUetfe como ~a manera de
separación, que enuncia su sintaxis, aparece en efecto análisis didáctico de la heroma. El e1emplo, el cua-
como el último medio de arrancar al héroe de la par- dro sea cual fuere la seguridad de sus pode~es._ no
ticularidad y de satisfacer el principio de "exhausta- basta para desarraigar los prejuicios imaginanos; ~s
ción". Dicho brevemente, la palabra sólo se despliega necesario que el discurso duplicado con un comentano
con vistas a aumentar a término la entropía inherente los puntúe y los orqueste. Y habría que mostrar por
al efecto Sade. Nada lo atestigua mejor que el pro- qué necesidad histórica toma ése esenc~almente la
yecto mismo de las 120 ]ournées, que es la repre- forma de una antropología, de un auténtico c1;1ltura-
sentación auditiva de una especie de escena primi- lismo perverso, que estructura, de manera d~versa,
tiva, generalizada, universal, donde la palabra se todo el discurso libertino de Diderot Y Créb1llon a
utiliza explícitamente con la sola medida de su poder Rétif.
erótico, ilimitado: "se acepta entre los verdaderos
libertinos que las sensaciones comunicadas por el ór- Pero de cualquier manera ocurre que al llegar a
gano del oído son las que más conmueven ... " (pá- aprehenderse en la universalidad que falta a la ley,
gina 54) . Pero, de la misma manera, si sólo lo acaba liberada por un momento por su ~xaltación de t?do
del todo el dicho de la separación es porque, privado acto, la perversión tiende a convertirse en la c?n?1en-
de la palabra y del razonamiento, habrá caído ense- ci a transparente de Juliette, en el puro m~v1m1ento
guida en la particulruidad. No es mucho decir que del desnivel que se piensa. Entonces también, _sola-
el lenguaje de la perversión esté articulado de ma- mente entonces "todo puede ser dich~ por la filoso-
nera muy sistemática, ni siquiera que la perversión fía". Solamente: porque es en va.no s1 se d~sconoce
esté estructurada como lenguaje; la perversión, al que esta extrema "libertad" del discurso sadiano for-
menos en Sade, no puede trascender más que por ma una unidad con la sujeción más extrema a la
el lenguaje y la palabra, por cuanto de no ser así el insistencia de un deseo, del cual a,q~í simplemente
programa perverso corre el peligro -y su ley es su- se trataba de restituir en parte la log1ca.
cumbir- de ser tragado, en su realización, por la
finitud muda. Los cuerpos parci.alizados y finitos so- Michel Tort
bre los cuales se realizan y se consuman las opera-
ciones imaginarias figuran también el límite mortal
de lo imaginario y el punto en que la palabra se
estrangula y se tamiza. El discurso es necesario para
llevar el desnivel imaginario más allá de sí mismo,
1cflejándolo indefinidamente. Sirve para que reper-

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SE ACABÓ DE IMPRIMIR
El.. DÍA 12 DE MAYO DE 1969 EN LOS
TALLERES GRÁFICOS DIDOT, S. C. A .
LUCA 2223, BUENOS AIRES
"J',fi manera de pensar es el fruto de mis refle-
xiones; está en relación con mi existenci~ con
mi organización. No tengo el poder de cambiar-
la; y aunque lo tuviera no lo haría. Esta ma-
nera de pensar que censuráis es el único con-
suelo de mi vida; me alivia todas las penas en
la cárcel, constituye todos mis placeres ('U el
mundo, y me importa más que la vida. La causa
de mi desgracia no es mi manera de pensar,
sino la manera de pensar de los otros.''
Sade, Carta a su muier

Paidós, Buenos Aires

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