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El retrato de Dorian Gray – Análisis

Es una novela de tipo narrativa que combina el género de terror con el fantástico, ya
que el autor detalla hechos de horror y miedo que cautivan con sucesos
sobrenaturales. Se desarrolla principalmente en Londres, en un ambiente de vanidad,
desesperación, locura, crueldad, placer e infelicidad, por ello es un relato que observa
el interior de las pasiones del hombre y prácticamente refleja la vida de la sociedad
inglesa a finales del siglo XIX.

Presenta la historia de un joven al cual retratan en un cuadro y queda fascinado al ver


su belleza retratada y, con tal de conservarla con su juventud, sería capaz de venderle
su alma al diablo. Los personajes principales son: Dorian Gray, protagonista; joven
ingenuo, ambicioso, vanidoso, cruel e incluso insensible, pero físicamente apuesto, lo
que se traduce como hermoso o bello. Y Lord Harry Wotton, antagonista; maduro,
inteligente, astuto y manipulador. Intervienen otros personajes como Basil Hallward,
Sibyl Vane, Alan Campbell, entre otros.

La Novela cuenta con un total de veinte capítulos y destaca el prefacio que hace Oscal
Wilde en el principio. Comienza hablando del artista; creador del arte, del objetivo del
artista y las herramientas que utiliza todo artista para expresarse, del lugar del
espectador con respecto al artista, el arte y la interpretación del mismo. Presenta, a
mi parecer, los temas que tratará en su obra, como moralidad, la realidad y la vida;
sin embargo, culmina tajante expresando: Todo arte es completamente inútil.

Esta obra, a mi criterio, permite reconocer la vulnerabilidad natural del hombre por lo
perenne y la búsqueda de alternativas, incluso sobrenaturales, para conseguir un
estado de satisfacción plagado de egoísmo, donde la locura se hace visible al querer
alcanzar la belleza externa, descuidando la interior.

La razón y la fe hallan, en el argumento de Wilde, el escenario perfecto para mostrar


sus facetas más íntimas. El lado violento de las verdades y mentiras de ambos
conceptos, mostrado en los duelos constantes y contrastantes que denotan la
hipocresía de la moral ambivalente en el personaje de Dorian Gray, y de las
sociedades aludidas en el texto, dejando al lector intrigado, pues no sabe quién
vencerá.
La figura de Dorian Gray es la representación del hombre soberbio, que imprudente,
se aventura a dejarse guiar por la oferta seductora de la autosuficiencia, inmersa en
las palabras que persuaden sutilmente a la razón y que logran cuestionar
profundamente si es algo bueno o malo, moral o inmoral, dejando cada vez más pobre
la esencia última de la humanidad del hombre mismo; el alma.

La personalidad de Dorian y la naturaleza del hombre son comparables en cuanto a


que actúan, muchas veces, sin la responsabilidad del pensamiento previo a la acción.
Las consecuencias se hacen evidentes, y en la mayoría de los casos se culpa a otros
por la propia responsabilidad, tal como Dorian se justifica en su cuadro. Sin embargo,
existe un principio de equilibrio universal dictado por un Poder Superior a través de la
naturaleza misma que nos hace reconocer el error en las consecuencias de nuestros
actos y nos da la oportunidad de comenzar otra vez, encontrando la frescura
reconfortante de hacer la paz con el pasado, obrando bien y mejor en el presente.

Los personajes, Lord Harry Wotton y Basil Hallward representan para mí la


concepción de la conciencia del hombre, las voces que escucha todo ser humano, en
respuesta a sus acciones y que pueden obedecer únicamente a la propia satisfacción,
o, aunque de forma ineficiente, al llamado de la humildad.

Esta obra, para concluir, es la expresión de la guerra existente en el interior de cada


ser humano por conseguir equilibrio en cualquier aspecto de su vida. Dominar la
mente y el cuerpo es casi imposible cuando el alma ha sido herida e infectada por la
soberbia.

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