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Basadre, Jorge, Recuerdos de una bibliotecario peruano (1919-1930; 1930-1932; 1935-1942; 1943-

1948; 1956-1958). Lima: Editorial Historia, 1975.

“El saber, como la riqueza, es fecundo cuando está al servicio del hombre.” Texto de una placa a la
entrada de la Biblioteca Nacional de Lima inaugurada en 1947.

Mi primer recuerdo de la Biblioteca Nacional se remonta a los años 1914 ó 1915, sin duda, más
probablemente en éste último. Quise ir a leer allí, pero fui rechazado por no tener la edad mínima
del episodio, dispuse que la primera sala de la nueva Biblioteca Nacional abierta al público en 1947
fuese la de del Departamento de Niños, pág. 12.

En 1919, cuando acababa de ingresar en la Universidad como estudiante, pertenecí al grupo que
organizó Raúl Porras Barrenechea para registrar los folletos dispersos en la Colección Papeles
Varios, que ocupada varios estantes de la sección Perú en la sala América de la Biblioteca Nacional.
En dicha colección habían sido encuadernados, según su tamaño y sin otro orden,
aproximadamente 15, 000 folletos nacionales, impresos durante la época colonial y la republicana.
[…], Pág. 15

Tenía dieciséis años cuando abandoné de esta manera, absorbido por el “vicio impune de leer”, la
perspectiva que se me había abierto para el futuro en uno de los buenos “estudios de abajo de
lima como amanuense y aspirante a la práctica profesional.

Pág. 19, […] Nuestra convicción hallase (sic) ratificada por un artículo de José Carlos Mariátegui.
Allí dijo entre otras cosas, el autor de Siete ensayos: “La Biblioteca Nacional no corresponde a su
categorías ni a su título. Su capital de libros, revistas y periódicos (contemporáneos) es
insignificante. Lo incrementan lentamente algunos exiguos lote de libros y algunos donativos de la
bibliografía oficial o de autores mediocres. No llega a la Biblioteca ni un solo diario europeo. No
llegan sino dos revistas… Ni siquiera sobre tópicos tan modestos y tan nuestros como la literatura
peruana, es posible obtener ahí una documentación completa… La Biblioteca Nacional no vive
casi… No existe casi para la cultura y la inteligencia del país… Es la Cenicienta del Presupuesto de la
República. Todas las dificultades provienen de la pobreza extrema de su renta… El catálogo es un
proyecto eternamente frustrado…

Faltan libros elementales de política, de economía, de filosofía, de arte, etc…”1 Mariátegui cuidó
en este severo artículo, del que tomo sólo unas cuantas frases, advertir que entonces (1925) la
Biblioteca de la Universidad de San Marcos era mucho más orgánica, más cabal, más viva. Nada se
hizo por cambiar el estado de cosas que había denunciado. Poco después, al morir Zulen, La
Biblioteca de San Marcos cayó en similar Marasmo”. Pág. 19.

1
Mundial, 13 de marzo de 1925. Veáse también el artículo de Carlos Pareja Paz Soldán “Inutilidad de nuestra
Biblioteca Nacional” en La Prensa, Lima, 14 de setiembre de 1934

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