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Teoria Del Sonido
Teoria Del Sonido
El oído, el órgano de la audición, es una estructura compleja que se divide en oído externo,
medio e interno. El oído externo tiene tres partes, el pabellón auricular (la oreja), el conducto
auditivo externo y las capas externas de la membrana timpánica (el tímpano), y su función
principal es la captación del sonido. El oído medio, formado por el martillo, yunque y estribo,
actúa como transmisor de las ondas sonoras. Mientras que el oído interno es el que tiene la
función auditiva y de equilibrio, que dependen de la cóclea y el aparato vestibular.
a. Función auditiva
Función auditiva en el oído externo: El pabellón auricular capta las ondas sonoras y las
envía hacia la membrana timpánica. La oreja del humano es prácticamente inmóvil y se
orienta hacia el sonido mediante movimientos de la cabeza. Además, contribuye a la
localización de la procedencia del sonido: el hecho de poseer dos orejas separadas por la
cabeza hace que el sonido llegue a ambos oídos con una diferencia temporal y de fase, lo
que sirve para localizar el sonido en el plano horizontal. Mientras que los responsables de
localizar el sonido en el plano vertical son los repliegues del pabellón.
Función auditiva del oído interno: El órgano con el que se oye es el cerebro. Para ello,
previamente la cóclea se ocupa de convertir las señales acústicas en impulsos eléctricos
para que sean interpretados como sonidos en el cerebro. Además se encargará de
discriminar los distintos sonidos según su frecuencia, codifica los estímulos en el tiempo
según su cadencia y se filtran para facilitar la comprensión.
La dirección por la que llega un sonido se reconoce por dos hechos. Por un lado, porque el
sonido llega antes al oído más próximo a la fuente sonora. Por ejemplo, si se percibe un
ruido detrás y a la izquierda, el oído izquierdo captará la señal sonora unos milisegundos
antes que el derecho. Y por otro, porque el sonido llega con más intensidad al oído más
próximo a la fuente emisora.
El oído humano percibe frecuencias entre 20 Hz (tono más bajo) a 20 kHz (tono más alto).
Todos los sonidos por debajo de 20 Hz se califican como infrasonidos, aunque algunos
animales los escuchan (como por ejemplo la rata topo o el elefante). Del mismo modo, todos
los sonidos por encima de 20 kHz se califican como ultrasonidos, pero son sonidos para un
gato o un perro (hasta 40 kHz) o para un delfín o un murciélago (hasta 160 kHz).
El oído humano capta los niveles de intensidad acústica comprendidos entre 0dB (umbral) a
120-130 dB.
Esto es cierto para el rango de frecuencia media (1-2 kHz). Para frecuencias más bajas o
más altas, la dinámica se reduce.
Sin embargo, como se muestra en este gráfico, todos los sonidos superiores a 90 dB dañan
el oído interno e incluso pueden causar daños irreversibles por encima de 120 dB
d. Curvas de audición humanas
El campo auditivo humano (verde) está limitado por la curva del umbral de percepción sonora
(abajo) y una curva que da el límite superior de la percepción del sonido (arriba). Tenga en
cuenta que más allá de esta curva * existe peligro para el oído interno (cóclea). En cada
frecuencia, entre 20 Hz y 20 kHz, el umbral de nuestra sensibilidad es diferente. El mejor
umbral (alrededor de 2 kHz) es cercano a 0 dB. También es en este rango medio de
frecuencias donde la dinámica de la sensación es la mejor (120 dB). El área de conversación
(verde oscuro) muestra el rango de sonidos más comúnmente utilizado en la percepción de
la voz humana; cuando la pérdida de audición afecta esta área, la comunicación se altera.
* Nota: Se habla a menudo, erróneamente, del "umbral del dolor" (> 120 dB), pero solo hay
dolor si hay ruptura del tímpano, que en sí mismo no es muy grave. Por contra, ¡no esperes
a herir para proteger nuestro oído interno de sonidos dañinos!
2. ONDAS
De acuerdo al origen de las ondas o la naturaleza del medio a través del cual se propagan,
entonces, dependerán los efectos de su aparición y las características que posean. Así,
podemos hablar de ondas de luz, sonoras, etc., cada una con propiedades físicas y una
frecuencia diferente, dependiendo de qué tan resistente o no sea el medio para su
propagación y qué tanta energía transporten.
Algunas ondas, como las sonoras, no pueden transportarse en el vacío. Requieren, pues,
de un medio físico presente. Otras, como las microondas, pueden hacerlo perfecta y
velozmente: es así como operan los satélites artificiales que reenvían información a la Tierra
Cresta: La cresta es el punto más alto de dicha amplitud o punto máximo de saturación de
la onda.
Amplitud: La amplitud es la distancia vertical entre una cresta y el punto medio de la onda.
Nótese que pueden existir ondas cuya amplitud sea variable, es decir, crezca o decrezca
con el paso del tiempo.
Frecuencia: Número de veces que es repetida dicha vibración. En otras palabras, es una
simple repetición de valores por un período determinado.
Longitud de onda: Distancia que hay entre dos crestas consecutivas de dicho tamaño.
b. Clasificación de las ondas
-Ondas mecánicas: las ondas mecánicas necesitan un medio elástico (sólido, líquido
ogaseoso) para propagarse. Las partículas del medio oscilan alrededor de un punto fijo, por
lo que no existe transporte neto de materia a través del medio. Como en el caso de una
alfombra o un látigo cuyo extremo se sacude, la alfombra no se desplaza, sin embargo una
onda se propaga a través de ella. La velocidad puede ser afectada por algunas
características del medio como: la homogeneidad, la elasticidad, la densidad y la
temperatura. Dentro de las ondas mecánicas tenemos las ondas elásticas, las ondas
sonoras y las ondas de gravedad.
Ondas tridimensionales o esféricas: son ondas que se propagan en tres direcciones. Las
ondas tridimensionales se conocen también como ondas esféricas, porque sus frentes de
ondas son esferas concéntricas que salen de la fuente de perturbación expandiéndose en
todas direcciones. El sonido es una onda tridimensional. Son ondas tridimensionales las
ondas sonoras (mecánicas) y las ondas electromagnéticas.
Ondas longitudinales: son aquellas que se caracterizan porque las partículas del medio se
mueven (ó vibran) paralelamente a la dirección de propagación de la onda. Por ejemplo, un
muelle que se comprime da lugar a una onda longitudinal.
Ondas transversales: son aquellas que se caracterizan porque las partículas del medio
vibran perpendicularmente a la dirección de propagación de la onda.
Ondas periódicas: la perturbación local que las origina se produce en ciclos repetitivos por
ejemplo una onda senoidal.
3. ONDA SONORA.
Las ondas sonoras son ondas longitudinales mecánicas. Emitidas desde la fuente sonora,
un cuerpo en oscilación, se expanden a través de sólidos, líquidos y gases en forma de
variaciones de presión (ondas de presión).
Las ondas sonoras viajan a través de cualquier medio material con una rapidez que depende
de las propiedades del medio, a medida que las ondas sonoras viajan a través del aire, los
elementos del aire vibran para producir cambios en densidad y presión a lo largo de la
dirección del movimiento de la onda.
El hercio (Hz) es la unidad que expresa la cantidad de vibraciones que emite una fuente
sonora por unidad de tiempo (frecuencia). Se considera que el oído humano puede percibir
ondas sonoras de frecuencias entre los 20 y los 20.000 Hz, si bien también se consideran
rangos entre 16 Hz (aproximadamente la nota más grave de un órgano de iglesia: do0 =
16,25 Hz) y 16.000 Hz (o 16 kHz). Las ondas que poseen una frecuencia inferior a la audible
se denominan infrasónicas y las superiores ultrasónicas.
4. PROPAGACIÓN DE SONIDO.
El sonido se propaga de un lugar a otro, pero siempre lo hace a través de un medio material,
como el aire, el agua, la madera. En el vacío, el sonido no puede propagarse, porque no hay
medio material. En el aire el sonido viaja a una velocidad de 340 metros por segundo. La
propagación del sonido en los fluidos toma la forma de fluctuaciones de presión. En los
cuerpos sólidos la propagación del sonido implica variaciones del estado tensional del medio.
El eco se produce cuando este sonido es alterado por una constante que da como resultado
un sonido que se refleja en un medio más denso y llega al oído de una persona con una
diferencia de tiempo igual o superior a 0,1 segundos, respecto del sonido que recibe
directamente de la fuente sonora.
El sonido se propaga más rápidamente en el aire caliente que en el aire frio, porque al
aumentar la temperatura, la rapidez de las moléculas del medio aumenta, lo que ocasiona
un incremento en la rapidez de la propagación de la onda.
Difusión El sonido se propaga de un lugar a otro, pero siempre lo hace a través de un medio
material, como el aire, el agua, la madera. En el vacío, el sonido no puede propagarse,
porque no hay medio material. En el aire el sonido viaja a una velocidad de 340 metros por
segundo.Es una velocidad muy rápida
Divergencia esférica.
Efecto por el que el nivel de presión sonora del campo directo disminuye conforme el sonido se
propaga. La cantidad de decibelios atenuados depende de la forma del frente de onda:
Cuando el frente de onda es esférico, en la mayoría de los casos, el nivel de presión cae
6 dB (4 veces menos) por cada vez que se duplica la distancia. Si por ejemplo se mide el
SPL al aire libre que produce una excavadora a cinco metros y obtenemos 100 dB, a 20 m
el SPL será de 88 dB, y a 40 m serán 82 dB.
Cuando el frente de onda es lineal (un array de fuentes), el nivel de presión decae 3 dB
por cada vez que se duplica la distancia. Una vez superada una cierta distancia (la
longitud del array) se empieza a comportar como un frente de onda esférico, cayendo 6 dB
cada vez que se dobla la distancia. El ejemplo más típico de una fuente de este estilo es
una carretera.
6. Dispersión.
1. porque una onda sonora encuentra a su paso un pequeño obstáculo y lo rodea. Las
bajas frecuencias son más capaces de rodear los obstáculos que las altas. Esto es
posible porque las longitudes de onda en el espectro audible están entre 3 cm y 12
m, por lo que son lo suficientemente grandes para superar la mayor parte de los
obstáculos que encuentran.
2. porque una onda sonora topa con un pequeño agujero y lo atraviesa.
La cantidad de difracción estará dada en función del tamaño de la propia abertura y de la
longitud de onda.
La ley de Snell (también llamada ley de Snell-Descartes) es una fórmula utilizada para
calcular el ángulo de refracción de la luz al atravesar la superficie de separación entre dos
medios de propagación de la luz (o cualquier onda electromagnética) con índice de
refracción distinto.
La misma afirma que la multiplicación del índice de refracción por el seno del ángulo de
incidencia respecto a la normal es constante para cualquier rayo de luz incidiendo sobre la
superficie separatriz de dos medios. Es decir, el componente del índice de refracción paralelo
a la superficie es constante. Aunque la ley de Snell fue formulada para explicar los
fenómenos de refracción de la luz se puede aplicar a todo tipo de ondas atravesando una
superficie de separación entre dos medios en los que la velocidad de propagación de la onda
varíe.
Refracción en el agua
La superficie y el fondo del mar, así como cualquier objeto sumergido de tamaño
considerable provocan la reflexión del sonido, mientras que los estratos que forman el agua
del mar son los responsables de que cambie la velocidad del sonido provocando que la
dirección de las ondas se desvíe dando lugar a la refracción.
9. Influencia del Sol sobre los océanos.
Los factores fisicoquímicos que influyen sobre las propiedades de la luz son
la transparencia, es decir, la cantidad de luz que se transmite en el agua del
mar; la absorción, o sea el grado de radiación retenida, y la turbidez, que
consiste en la reducción de la claridad del agua por la presencia de materia
suspendida.
El ángulo con el que inciden los rayos sobre el agua cambia durante el día:
penetra más luz al término de la mañana y al inicio de la tarde, en todas las
latitudes, debido a que el ángulo de incidencia se incrementa cuando el Sol
pasa del mediodía.
Cuando un rayo de luz solar incide en el agua del mar, parte de sus
radiaciones son absorbidas y transformadas en calor, y la otra parte es
dispersada por las propias moléculas del agua, así como por las partículas en
suspensión o por los microorganismos que viven en ella.
La luz solar está formada por radiaciones de diferente longitud de onda que
constituyen el espectro visible, también llamado arco iris. Estas radiaciones
son absorbidas, de manera distinta, por el agua del mar. Así, las radiaciones
rojas y anaranjadas del espectro son más rápidamente absorbidas que las
verdes, las azules y las violetas. Esto provoca que en aguas profundas el
extremo rojo del espectro esté ausente mientras el verde-azul se hace más
visible.
Muchos estudios de las propiedades físicas del mar lo han medido utilizando un disco blanco,
de 30 centímetros de diámetro, ideado por el italiano Secchi.
El disco de Secchi se sumerge lastrado con un peso que se le cuelga en el centro de la cara
inferior, y se observa desde la superficie; luego se anota la profundidad a la que el disco
desaparece de la vista, siendo ésta la profundidad aproximada a la que penetran las
radiaciones luminosas de acuerdo con la coloración que tenga el mar en el momento. Este
método es poco preciso, ya que en la desaparición del disco a determinada profundidad
intervienen factores como la altura del Sol y la claridad del cielo, entre otros.
Se han diseñado aparatos que permiten registrar la intensidad de las radiaciones luminosas
que penetran en el agua del mar, como las placas pancromáticas y las celdas fotoeléctricas.
Por ejemplo, en el Mar de Azores, durante el mes de junio a las 12 horas del día y con cielo
despejado, se registraron radiaciones de luz a 1000 metros, perdiéndose hasta los 1700
metros.
Disco de Secchi
Con estos aparatos se ha podido conocer el coeficiente de extinción de la luz en el agua del
mar para las diferentes radiaciones del espectro, y se ha comprobado que los rayos azules
son los que penetran más adentro y que los infrarrojos y los rojos lo hacen menos.
Esto explica el porqué, cuando se utiliza el visor para ver a poca profundidad, aparecen
azulados los colores de los organismos de la flora y la fauna, y los tonos que todavía se
observan tienden a ser violeta. Cuando se llega a profundidades de 20 metros en adelante,
los buzos con escafandra se encuentran sumergidos en un mundo en el que el azul es el
color dominante y ha desaparecido por completo el rojo.
Canales de Sonido.
En los océanos hay tres factores que afectan a la densidad: Temperatura, presión y
salinidad. La temperatura y la salinidad afectan mucho a la densidad del agua, pero más la
temperatura. Sin embargo, la presión casi no afecta a la densidad del agua. Esto es así
porque el agua es un líquido, y tanto los líquidos como los sólidos son extremadamente poco
compresibles: vamos, que para variar un poquito su densidad tienes que hacer presiones
gigantescas.
Ahora bien, resulta que la velocidad del sonido, debido a que es una onda mecánica, se ve
bastante afectada por la presión. Así, tenemos que la velocidad del sonido depende de la
densidad (que a su vez depende de la temperatura y la salinidad) y de la presión. En
concreto, cuanto mayor densidad, menor velocidad (mayor índice de refracción), pero cuanto
mayor presión, mayor velocidad (menor índice de refracción)
A lo largo de la altura del océano conviven estos dos factores, pero cada uno tiene una
influencia diferente según la altura a la que lo miremos.
Así en superficie hay poca presión, pero la densidad es bastante baja por efecto de la
temperatura (el agua superficial suele ser más cálida y salina). El resultado es el efecto de
la densidad se impone al de la presión y el índice de refracción es pequeño. Después la
densidad disminuye rápidamente en los primeros cientos de metros, pues el agua se enfría
rápidamente con la profundidad. Pero en esta distancia la presión casi no ha crecido y por
tanto su influencia no puede compensar la brusca variación debida a la temperatura. Por
tanto, aquí encontramos una zona con un valor alto del índice de refracción comparado con
el agua que tiene encima. Pero cuanto más bajamos, más efecto tiene la presión, mientras
que la densidad se mantiene casi constante ya que la temperatura es casi constante a esas
profundidades. El resultado es que el índice de refracción disminuye bastante.
Los canales de sonido fueron descubiertos por casualidad, en 1943, por los
científicos, Maurice Ewing (biografía en español) y J.L. Worzel.
Maurice y Worzel estaban investigando cierta hipótesis propuesta por el primero, sobre la
propagación de ondas de sonido en el océano. Su experimento consistía en la detonación
de medio kilo de TNT en las aguas de las Bahamas, para luego registrar en distintos puntos
la llegada de la onda de sonido y sus parámetros (frecuencias, intensidades etc.). El sonido
de esa explosión llegó nítidamente hasta la costa occidental de África, a nada menos que
3200 kilómetros.
El análisis de los datos recibidos les hizo percatarse de un “canal” a cierta profundidad del
océano que actuaba como un túnel para el sonido, transmitiéndolo prácticamente sin pérdida
de intensidad a lo largo de miles de kilómetros de océano. Lo Bautizaron SOFAR (Sound
Fixing And Ranging) channel.
Otro científico, Leonid Brekovskikh del Instituto de Física de Lebedev (Rusia), los descubrió
de forma independiente en esa misma década gracias al análisis de explosiones en el Mar
de Japón. Él lo llamó Deep Sound Channel (DSP). Por lo que podréis encontrar los canales
de sonido por ambos nombres.
El canal de sonido es muy intersante porque al curvar las trayectorias del sonido, no lo deja
escapar, por lo que evita pérdidas de intensidad. Podéis entender muy bien el fenómeno si
tomamos en cuenta la diferencia entre estos dos casos:
Gritar por un tubo. Una persona al otro lado del tubo, aunque esté muy lejos, podrá
escucharos, ya que la intensidad del sonido ha viajado atrapada dentro del tubo, sin
repartirse en una gran área (como ocurría con el grito normal).
En el eje vertical está la profundidad del océano (en metros). En el eje horizontal se
representa distancia horizontal (en millas naúticas). Como veis, por el canal se transmiten
ondas en muchas trayectorias diferentes, algunas más amplias y otras más cerradas. La
utilidad de estos canales se encontró muy pronto y no es difícil imaginar cuál es: detección
se submarinos. Así, la marina de EEUU desarrolló, desde 1949 y durante la siguiente
década, el proyecto Jezebel. Más tarde conocido como SOSUS (Sound Surveillance
System). El sistema consistía en la colocación de hidrófonos (micrófonos submarinos) en
lugares claves a distintas profundidades, conectados por cables a tierra. Estos micrófonos
permitían localizar submarinos en casi todo el hemisferio norte y, más aún, podía distinguirse
el número de hélices, el tipo de propulsión (diesel o nuclear) e incluso, en algunos casos, el
tipo de submarino.
10. Doppler.
El efecto Doppler, llamado así por Christian Andreas Doppler, consiste en la variación de la
longitud de onda de cualquier tipo de onda emitida o recibida por un objeto en movimiento.
Doppler propuso este efecto en 1842 en una monografía titulada Über das farbige Licht der
Doppelsterne und einige andere Gestirne des Himmels ("Sobre el color de la luz en estrellas
binarias y otros astros").
Su hipótesis fue investigada en 1845 para el caso de ondas sonoras por el científico
holandés Christoph Hendrik Diederik Buys Ballot, confirmando que el tono de un sonido
emitido por una fuente que se aproxima al observador es más agudo que si la fuente se
aleja. Hippolyte Fizeau descubrió independientemente el mismo fenómeno en el caso de
ondas electromagnéticas en 1848. En Francia este efecto se conoce como "Efecto Doppler-
Fizeau".
Hay ejemplos cotidianos de efecto Doppler en los que la velocidad a la que se mueve el
objeto que emite las ondas es comparable a la velocidad de propagación de esas ondas. La
velocidad de una ambulancia (50 km/h) no es insignificante respecto a la velocidad del
sonido al nivel del mar (unos 1.235 km/h), por eso se aprecia claramente el cambio del sonido
de la sirena desde un tono más agudo a uno más grave, justo en el momento en que el
vehículo pasa al lado del observador.
El sonar (del inglés SONAR, acrónimo de Sound Navigation And Ranging, ‘navegación por
sonido’) es una técnica que usa la propagación del sonido bajo el agua (principalmente) para
navegar, comunicarse o detectar objetos sumergidos.
El sonar puede usarse como medio de localización acústica, funcionando de forma similar al
radar, con la diferencia de que en lugar de emitir ondas electromagnéticas emplea impulsos
sonoros. De hecho, la localización acústica se usó en aire antes que el GPS, siendo aún de
aplicación el SODAR (la exploración vertical aérea con sonar) para la investigación
atmosférica. La señal acústica puede ser generada por piezoelectricidad o por
magnetostricción.
Existen otros sonares que no abarcan el espectro del oído humano, (cazaminas); pueden
comprender varias gamas de alta frecuencia, (80 kHz o 350 kHz), por ejemplo. Ganan en
precisión a la hora de determinar el objeto, pero pierden en alcance.
El funcionamiento del sonar se ve afectado por las variaciones en la velocidad del sonido,
especialmente en el plano vertical. El sonido viaja más lentamente en el agua dulce que en
el agua salada, variando en función del módulo de elasticidad y la densidad de masa. El
módulo de elasticidad es sensible a la temperatura, a la concentración de impurezas disuelta
(normalmente la salinidad) y a la presión, siendo menor el efecto de la densidad. Según
Mackenzie,3 la velocidad del sonido c (en m/s) en el agua del mar es aproximadamente igual
a:
El término «sonar» se usa también para aludir al equipo empleado para generar y recibir el
sonido de carácter infrasonoro. Las frecuencias usadas en los sistemas de sonar van desde
las intrasónicas a las extrasónicas (entre 20 Hz y 20 000 Hz), la capacidad del oído humano.
Sin embargo, en este caso habría que referirse a un hidrófono y no a un sonar. El sonar tiene
ambas capacidades: puede ser utilizado como hidrófono o como sonar.
El sonar activo usa un emisor de sonido y un receptor. Cuando los dos están en el mismo
lugar se habla de funcionamiento monoestático. Cuando el emisor y el receptor están
separados, de funcionamiento biestático. Cuando se usan más emisores o receptores
espacialmente separados, de funcionamiento multiestático. La mayoría de los equipos de
sonar son monoestático, usándose la misma matriz para emisión y recepción, aunque
cuando la plataforma está en movimiento puede ser necesario considerar que esta
disposición funciona biestáticamente. Los campos de sonoboyas activas pueden funcionar
multiestáticamente.
El sonar activo
El sonar activo crea un pulso de sonido, llamado a menudo un «ping», y entonces oye la
reflexión (eco) del mismo. Este pulso de sonido suele crearse electrónicamente usando un
proyecto sonar formado por un generador de señal, un amplificador de potencia y un
transductor o matriz electroacústica, posiblemente un conformador de haces. Sin embargo,
puede crearse por otros medios, como por ejemplo químicamente, usando explosivos, o
térmicamente mediante fuentes de calor. También puede crearse mediante el infrasonido.
Para calcular la distancia a un objeto se mide el tiempo desde la emisión del pulso a la
recepción de su eco y se convierte a una longitud conociendo la velocidad del sonido. Para
medir el rumbo se usan varios hidrófonos, midiendo el conjunto el tiempo de llegada relativo
a cada uno, o bien una matriz de hidrófonos, midiendo la amplitud relativa de los haces
formados mediante un proceso llamado conformación de haz. El uso de una matriz reduce
la respuesta espacial de forma que para lograr una amplia cobertura se emplean sistemas
multihaces. La señal del blanco (si existe) junto con el ruido se somete entonces a un
procesado de señal, que para los equipos simples puede ser sólo una medida de la potencia.
Se presenta entonces el resultado a algún tipo de dispositivo de decisión que califica la salida
como señal o ruido. Este dispositivo puede ser un operador con auriculares o una pantalla,
en los equipos más sofisticado un software específico. Pueden realizarse operaciones
adicionales para clasificar el blanco y localizarlo, así como para medir su velocidad.
El pulso puede ser de amplitud constante o un pulso de frecuencia modulada (chirp) para
permitir la compresión de pulso en la recepción. Los equipos simples suelen usar el primero
con un filtro lo suficientemente ancho como para cubrir posibles cambios Doppler debidos al
movimiento del blanco, mientras los más complejos suelen usar la segunda técnica.
Actualmente la compresión de pulso suele lograrse usando técnicas de correlación digital.
Los equipos militares suelen tener múltiples haces para lograr una cobertura completa
mientras los más simples sólo cubren un arco estrecho. Originalmente se usaba un único
haz realizando el escaneo perimetral mecánicamente, pero esto era un proceso lento.
El sonar activo se usa también para medir la distancia en el agua entre dos transductores
(radioemisores) de sonar o una combinación de hidrófono y proyector. Cuando un equipo
recibe una señal de interrogación, emite a su vez una señal de respuesta. Para medir la
distancia, un equipo emite una señal de interrogación y mide el tiempo entre esta transmisión
y la recepción de la respuesta. La diferencia de tiempo permite calcular la distancia entre
dos equipos. Esta técnica, usada con múltiples equipos, puede calcular las posiciones
relativas de objetos estáticos o en movimiento.
En época de guerra, la emisión de un pulso activo era tan comprometida para el camuflaje
de un submarino que se consideraba una brecha severa de las operaciones.