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Cuando la maestra Minerva cerró su libreta todos los niños entendieron que la clase
había terminado , todo parecia un desastre como el caos que deja un huracan , pues
ya era fin de semana.
Las mesas quedaban sucias de borrador y lápiz, el estante al fondo se tambaleaba
cuando todos los niños a la vez ivan por sus morrales.
Camila salió tan rápido que golpeó la papelera al salir (pun, pun, pun) y está se
cayó al suelo, derramando todo lo que contenía.
.
Nada se movió en aquel lugar mientras que la maestra cerraba las ventanas, apago
el aire acondicionado, recogió la papelera del suelo y las cosas tiradas, echó un
último vistazo, apagó la luz y todo en el salón quedó en silencio.
A los diez minutos de intenso vacío se oyó una voz que decía:
-Ey, pregúntale a la silla como está la papelera que se ha llevado un gran golpe
DIBUJO (papelera golpeada)
Y así fue, de repente un haz de luz entro en el salon y todos los muebles estaban
más que despiertos, ¡Estaban hablando!
-¡Ay, Dios mio! No lo soporto. Una vez al día acabo golpeando mi borde contra el
suelo. ¿Por qué estos niños no tendrán más cuidado?
-Jajaja, que risa . Te caíste -le contestó riéndose la mesa del profesor.
-Pues para que nos respeten tendremos que dejar de funcionar y ya verás cómo así
nos echan de menos y nos cuidan -comentó a todos la pizarra.
-¿Tú crees? ¿Quién va a echar de menos a una papelera, una mesa, y a una una
silla? -respondieron muy tristes los muebles- .
Tengo una idea -dijo la mesa de la maestra-. ¿Qué les parece si alguno de nosotros
se va al salón de audiovisuales y otros al salón de manualidades y así cuando
vengan el lunes nos extrañaran y veremos que hacen?
-Me parece bien ¡Y así hacemos algo emocionante! -dijeron varias mesas.
Y así lo hicieron. Una silla abrió la puerta y miró que no hubiera nadie.
Efectivamente, el colegio estaba cerrado y en otras aulas todos los muebles
descansaban. Salieron al pasillo, varias mesas, varias sillas y la papelera. Cuando
ya estaban instalados al fondo de los otros salones una silla comentó:
-Bueno, pues , descansemos aquí todos hasta el lunes y a ver qué pasa -dijo la
papelera.
Llego el lunes y muchos niños extrañados se quejaron de que les faltaban sus
mesas sillas y la papelera, pero más asustados se quedaron ellos y la maestra
minerva cuando en la pizarra aparecía escrito: Hay que cuidar el salon de clases si
no se pierde y se estropea.
¿Quién había escrito eso? Dijo la maestra, no entendía nada y fue hablar con la
directora. Como no sabían dónde estaban las cosas les trajeron un banco y muchos
niños vieron la primera clase juntos pero muy incómodos. Luego sus morrales
quedaron en el suelo porque no había donde colocarlos. .
Cuando pasó otra hora camila y sofia dijeron extrañamos nuestras, sillas ; mesas,
estantes y la papelera. Al regresar del recreo el salón se encontraba como antes,
con todos sus muebles de nuevo como siempre. Todos los niños aplaudieron y
miraron a la maestra minerva, que no supo qué decir:
-Bueno niños, no sabemos quién ha echado esta broma pero en realidad me parece
que está muy bien y sepamos; que lo que hay en el aula tiene valor y hay que
cuidarlo..
Los niños aprendieron la lección y ya nadie tiraba la papelera y empujaba las sillas y
mesas y movían los estantes.
Cuando ya estaban solos los muebles se felicitaron contentos.
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Fabula:
la hormiga y la paloma
Una paloma que se encontraba en una rama miro caer una hoja al rio, en ella
estaba una hormiga y la corriente la arrastraba, la paloma voló hacia ella, se
montó encima a la hormiga y la salvó.
LEYENDA
la monja triste
Para que haya respeto en el mundo debe haber respeto en las naciones.
Para que haya respeto en las naciones debe haber respeto en las ciudades.
Para que haya respeto en las ciudades debe haber respeto entre los vecinos.
Para que haya respeto entre los vecinos debe haber respeto en las casas.
Para que haya respeto en las casas debe haber respeto en los corazones.