Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
COMUNICACIONAL.-
Sr. Juez:
I. OBJETO.-
Que vengo por el presente acto a
iniciar formal acción de REGIMEN DE VISITAS Y/O
DERECHO DE COMUNICACIÓN, con mi hijo, ALBERTO
ARIEL PADILLA CUELLAR, DNI: 54.558.233, en contra de
la Sra. CINTIA ANAHI CUELLAR, DNI: 38.033.680,
domicilió Mza. 4 casa 30- B° San Ignacio, de esta cuidad de
Salta, que es con quien convive mi hijo, y quien impide el
contacto con el mismo sin justificación alguna. TODO ELLO
CON EXPRESA IMPOSICION DE COSTAS.-
IV. DERECHO.-
V. PRUEBAS.-
3. INFORMATIVA:
4. TESTIMONIAL:
5. PERICIAL PSICOLOGICA:
Solicito a V. S. la realización de
una pericial psicológica en la persona del Sr. JUAN
ALBERTO PADILLA a los efectos de arrimar probanzas a
S.S. sobre los efectos perjudiciales de NO MANTENER
CONTACTO CON SU HIJO. Asimismo, se determine que el
Sr. JUAN ALBERTO PADILLA se encuentra en condiciones
suficientes para el cuidado RESPONSABLE de su hijo.-
En el mismo sentido pido que se
efectúe una pericial psicológica en la persona de la Sra.
CUELLAR CINTIA ANAHI a fin de determinar que la
misma presenta una ambigüedad en sus dichos y actos,
además de su tendencia a manipular a través de la culpa al
Actor.-
VI. JURISPRUDENCIA:
En la ciudad de La Plata, a 16 de
marzo de 2011, habiéndose establecido, de conformidad con
lo dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el
siguiente orden de votación: doctores Pettigiani, de Lázzari,
Hitters, Negri, se reúnen los señores jueces de la Suprema
Corte de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar
sentencia definitiva en la causa C. 109.139, "Á. d. l.F. , E.
contra V. , S.G. . Régimen de visitas".
A la cuestión planteada, el
señor Juez doctor Pettigiani dijo:
“….IV. El recurso no puede
prosperar.
1. El régimen de visitas o
derecho de comunicación previsto en las disposiciones sobre
patria potestad se concede para fortalecer las relaciones
afectivas y en beneficio de ambos, los progenitores y los
niños. Por ello, en principio, los tribunales en sus fallos deben
propiciar la comunicación más fluida posible entre éstos, pues
es casi redundante recordar que todo niño necesita mantener
una estrecha relación con ambos padres para su adecuada y
mejor formación. Los dos roles, el materno y el paterno,
resultan fundamentales a lo largo de la vida del niño en la
estructuración de su identidad.
También se ha dicho en
este sentido que el objetivo que persigue todo régimen de
visitas es estrechar las relaciones familiares y su
establecimiento descansa en la necesidad de asegurar la
solidaridad familiar y proteger los legítimos afectos que
derivan de ese orden de relaciones (conf. Kielmanovich, Jorge
L., "Medidas cautelares", pág. 177).
Ahora bien, la doctrina y
jurisprudencia actual observan con un criterio unificado que el
régimen de visitas debe analizarse desde la perspectiva del
niño siguiendo la lógica de la Convención sobre los Derechos
del Niño que en su art. 9 inc. 3° establece que "los Estados
Partes respetarán el derecho del niño que esté separado de uno
o de ambos padres a mantener relaciones personales y
contacto directo con ambos padres de modo regular, salvo si
ello es contrario al interés superior del niño".
Nuevamente, el punto de
partida debe situarse justamente en la remanida pero no
superada fórmula del "interés superior del menor", que en su
más prístina enunciación, este verdadero postulado quedó
expresado en los siguientes términos: "en todas las medidas
concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas
o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades
administrativas o los órganos legislativos, una condición
primordial a la que se tenderá será el interés del niño" (art. 3
párrafo 1°, Convención sobre los Derechos del Niño).
Una definición
aproximativa caracteriza al interés del menor como el
conjunto de bienes necesarios para el desarrollo integral y la
protección de la persona y los bienes de un menor dado, y
entre ellos el que más conviene en una circunstancia histórica
determinada, analizado en concreto, ya que no se concibe un
interés del menor puramente abstracto. Al respecto, hemos
sostenido que el interés superior del menor excluye toda
consideración dogmática para atender exclusivamente a las
circunstancias particulares que presenta cada caso (Ac.
63.120, sent. del 31-III-1998; Ac. 79.931, sent. del 22-X-
2003). Máxime cuando en materia de menores todo está
signado por la provisoriedad; lo que hoy resulta conveniente
mañana puede ya no serlo, y a la inversa, lo que hoy aparece
como inoportuno puede en el futuro transformarse en algo
pertinente (Ac. 73.814, sent. del 27-IX-2000).
El tiempo constituye un
factor esencial al momento de hacer operativo el "interés
superior del menor". La exigencia de que ese interés sea
analizado "en concreto", como también el situar que el
"conjunto de bienes necesarios" para el menor se integre con
los más convenientes en "una circunstancia histórica
determinada", responden al lugar e incidencia trascendental
que el factor temporal tiene en la vida de los menores.
La jerarquía de los
derechos vulnerados, que hacen sin duda alguna al interés
público, y la consideración primordial del interés del menor,
deben guiar la solución del caso en orden a restablecerlos por
una parte y hacerlo con el menor costo posible -entendiendo
esto último en términos de economía y celeridad procesales-
atendiendo a razones de elemental equidad, todo ello sin
mengua de la seguridad jurídica, valor igualmente ponderable
por su trascendencia en toda decisión que tomen los jueces
(Ac. 56.535, sent. del 16-III-1999; Ac. 84.418, sent. del 19-
VI-2002).”
VIII. PETITORIO.-
SERA JUSTICIA.-