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Modelo económico constitucional que sustenta la represión de la competencia desleal

El régimen económico contenido en la Constitución Política del Perú se enmarca dentro de una
Economía Social de Mercado, que se entiende como el modelo económico y social que busca, a
través de la libre iniciativa y la competencia, el progreso económico, asegurando a su vez el
bienestar social del país, admitiendo para ello la intervención del Estado en ciertas materias. Así
pues, dicho modelo se encuentra caracterizado por la desregulación del mercado, es decir, la
paulatina reducción del protagonismo estatal dentro del mismo, promoviendo la competencia y
reservándosele sólo la facultad y obligación de vigilar la libertad de competencia, lo que permite
defender no sólo los intereses de los empresarios, sino también –y de manera primordial– los de
los consumidores y la colectividad en general.

Ahora bien, cabe precisar que la Economía Social de Mercado reposa, principalmente, sobre dos
pilares fundamentales:

 La libre iniciativa privada.


 El derecho a la competencia.

Respecto de la libre iniciativa privada, puede afirmarse que ésta consiste en la facultad que posee
toda persona natural o jurídica de dedicarse a la actividad económica de su preferencia, lo cual
comprende la producción o comercialización de bienes o la prestación de servicios, implicando, a
su vez, la libre elección de la política de costos y precios, márgenes de utilidades, entre otros, en
concordancia con lo establecido por la legislación peruana.

En cuanto al derecho a la competencia, puede afirmarse que éste se entiende como la


prerrogativa que tiene toda persona natural o jurídica de participar en el mercado, compitiendo en
él mediante la oferta de sus bienes o servicios, dentro de un contexto de lealtad y libertad, lo cual
implica que los precios en el mercado se generan como consecuencia de la interacción entre
oferta y demanda, de acuerdo con lo dispuesto en la legislación peruana.

De este modo, el régimen económico vigente asume que la libre iniciativa privada y el derecho a la
competencia en el mercado lograrán que se satisfagan las necesidades de los consumidores de la
manera más eficiente, en la medida que se impulsará la creatividad y participación más activa y
dinámica de los privados en la vida económica. Asimismo, el Estado sólo actuará como árbitro
corrigiendo las fallas que se puedan presentar en el mercado. Al respecto, siguiendo a Ricardo
ALONSO, tenemos que el Estado participa en el mercado como agente supervisor, a fin de que las
conductas de los operadores económicos no lo distorsionen. Se plantean tres planos de
intervención estatal en el mercado:

 El plano de la promoción de la competencia.


 El plano de la expedición de normas que regulen la competencia.
 La protección y defensa de la competencia.

Como puede apreciarse, el plano de la promoción estatal de la competencia se logra mediante la


adopción de un sistema de economía de mercado que contiene intrínsecamente la desregulación
del mismo; es decir, la reducción de la participación estatal en las actividades económicas,
confiando en la eficiencia del sector privado. Asimismo, los planos restantes, referidos a la
expedición de normas que regulen tal competencia y a la consecuente protección y defensa de la
misma, se consiguen mediante dos sistemas normativos:

• El sistema regulador de la libertad de competencia.

• El sistema regulador de la competencia desleal.

En tal sentido, mientras el “Sistema regulador de la libertad de competencia” busca


principalmente disuadir o impedir a los empresarios que desarrollen o pongan en práctica
conductas destinadas a que no se produzca concurrencia en el mercado, el “Sistema regulador de
la competencia desleal” persigue el correcto y leal comportamiento de los empresarios en la
realización de sus actividades económicas, pero partiendo de la premisa de que se produce
concurrencia y, por lo tanto, competencia en el mercado. Ello permite apreciar que existe una
clara delimitación en cuanto a los alcances de la finalidad que persigue la regulación sobre libre
competencia frente a la regulación sobre competencia desleal, ya que mientras aquella lucha por
preservar la competencia, ésta presupone la existencia de una situación de competencia en el
mercado, pero dentro de la cual corresponderá la aplicación de una sanción como consecuencia
de los actos desleales cometidos por los agentes económicos que en él intervienen, es decir,
aquellas conductas que resulten objetivamente contrarias a la buena fe empresarial.

Precisamente, la legislación sobre competencia desleal tiene por finalidad salvaguardar aquellos
parámetros que un modelo de Economía Social de Mercado impone, brindando el marco legal
para que los agentes económicos puedan desarrollar sus actividades económicas dentro de la
premisa de la buena fe comercial, promoviendo la sana y leal competencia.

La Represión de la Competencia Desleal se fundamenta en el Principio de Leal Competencia, el


cual implica que la concurrencia en el mercado debe guardar conformidad con los parámetros
relativos a la igualdad de oportunidades para los competidores, respetando los preceptos relativos
a la buena fe y moral comercial, según la costumbre y los usos mercantiles. Sobre este punto, cabe
señalar que la antigua Sala de Defensa de la Competencia del Tribunal del Indecopi, a través de un
pronunciamiento que constituye Precedente de Observancia Obligatoria, ha precisado la
importancia del citado principio, afirmando que el principio de lealtad tiene como objetivo
salvaguardar la leal competencia en el mercado, entendida como aquella guiada por la buena fe
comercial y el respeto a las normas de corrección que debe regir las actividades económicas.

Ahora bien, cabe indicar que la norma de desarrollo constitucional vigente, es decir, el precepto
legal que se encarga de plasmar los postulados del modelo económico constitucional
anteriormente desarrollado en materia de Derecho de Represión de la Competencia Desleal, es la
Ley de Represión de la Competencia Desleal (LRCD). Dicho cuerpo normativo tiene como finalidad
sancionar las conductas desleales con el fin de procurar el adecuado funcionamiento del proceso
competitivo.

En conclusión, el modelo económico plasmado en la Constitución establece un régimen de


Economía Social de Mercado, mediante el cual el Estado garantiza la libre iniciativa privada y el
derecho a la competencia. Asimismo, el Estado participa en el mercado esencialmente como
agente supervisor del mismo y en tres planos de intervención:

 El plano de la promoción estatal de la competencia en los sectores regulados.


 El plano de la expedición de normas que regulen la competencia
 El plano de la consecuente protección y defensa de la competencia.

En cuanto al plano referido a la expedición de normas que regulen la competencia y su


consecuente protección y defensa, esto se consigue mediante los dos sistemas normativos
mencionados anteriormente (el sistema regulador de la libertad de competencia y el sistema
regulador de la competencia desleal). El primero persigue la existencia de concurrencia y
competencia en el mercado, mientras que el segundo persigue el correcto y leal comportamiento
de los empresarios en la realización de sus actividades económicas cuando ya existe concurrencia
en el mercado. Para el resguardo de este último, se encuentra vigente la LRCD, que busca
sancionar las conductas desleales, a fin de procurar la competencia eficiente en los mercados y
preservar la buena fe empresarial.

Esquema :

Modelo económico constitucional que sustenta la represión de la


competencia desleal

Economía Social de Mercado Estado como agente supervisor La Represión de la


Competencia Desleal

La libre iniciativa privada. El plano de la promoción de la


competencia. Principio de Leal
El derecho a la competencia. Competencia

El plano de la expedición de normas que


regulen la competencia.

La protección y defensa de la
competencia.

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