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10 increíbles milagros de san

Francisco de Paula
El santo que caminó sobre las aguas hizo grandes prodigios
según la biografía de uno de sus seguidores

Esto son algunos de los tantos milagros del padre de los mínimos, san
Francisco de Paula. Prodigiosos eventos dictados por la tradición que
fueron depositados para el proceso de beatificación del santo. Relatos
que en la mayoría se encuentran en la biografía escrita por uno de sus
discípulos en forma anónima: Vita S. Francisci de Paula, Minimorum
Ordinis Institutoris scripta ab anonymo ejusdem sancti discipulo,
eique coaevo”
La resurrección de “Martinello”
Martinello era el nombre que el santo le dio a un corderito al que le
tenía mucho cariño. Durante los trabajos para la construcción de la
iglesia en la ciudad de Paola, los trabajadores que estaban

hambrientos se lo robaron, lo asaron en su horno de cal y se


lo comieron.

Al enterarse, el santo preguntó a los obreros qué habían hecho con su


piel y los huesos. Le dijeron que los habían arrojado al horno.

Francisco se acercó al horno, miró hacia el fuego y llamó Martinello, y


del horno salió el corderito completamente intacto, balbuceando
alegremente al ver a su amo.
Los hornos en llamas
Durante la construcción del convento, repentinamente se declara un
gran incendio en el horno donde los frailes están preparando los
ladrillos. Inútilmente, los trabajadores intentan oponerse a la furia del
fuego, tratando de cerrar las grietas con piedras y tierra.
Sin saber qué hacer, llaman al santo, quien calma a todos diciendo :
“Por el amor de Dios, no se aflijan hijos, porque el horno no se
caerá, mientras tanto vayan a desayunar, que Dios
remediará la necesidad”.

Mientras los obreros se van, los frailes ven a Francisco entrar al


horno en medio de las llamas. Al salir lo encuentran ileso,
sano y salvo, y el horno como nuevo, sin ningún signo de
abrasión.
La fuente de la “cucchiarella”
Para continuar con la construcción del convento, se necesitaba una
fuente de agua cerca porque el arroyo estaba demasiado lejos. Así
que Francisco golpeó una roca con un palo, haciendo brotar
un manantial de agua.

Muchos extraían el agua con cucharones y cucharas: de ahí el nombre


de ‘cucchiarella’. Muchos consideran que el agua proveniente de esta
fuente es curativa.
La resurrección de su sobrino
El sobrino de san Francisco, llamado Nicola, deseaba tanto ser
religioso como su tío, pero su madre Brígida, hermana del santo, no
estaba de acuerdo.

Un día, Nicola se enferma gravemente y muere. Lo llevan a la iglesia de


san Francisco para el funeral y, en el momento de depositarlo en
el foso, el santo ordena de llevar su sobrino a su celda.

Frente al cadáver del joven, él llora y ora por un largo


tiempo, hasta que resucita. Lo devuelve a su hermana, haciéndola
prometer que nunca más impedirá a su hijo de dedicarse a Dios. Luego
el joven entró en su orden.
La travesía en el mar con su manto
Su milagro más conocido es el que se documenta en abril de 1464.
Habiendo llegado san Francisco de Paula con dos religiosos suyos a
Catona, con rumbo a Messina, le pidió a un barquero que les hiciera
cruzar el estrecho por caridad, ya que no contaban con dinero.

Este se negó, entonces Francisco se arrodilló, comenzó a orar, trazó la


cruz sobre el mar y quitándose el manto, lo tendió sobre las
aguas. Entonces subió junto con sus frailes y con buen viento cruzaron
a la otra orilla sin ningún problema.
El milagro del ahorcado
Habiendo atravesado el estrecho de Messina y llegando a Milazzo en
Sicilia encuentran a un ahorcado que se encontraba colgado desde
hacía tres días. El santo tuvo compasión y pidió a sus hermanos que
desataran el cadáver.

Cuando el ahorcado cayó en los brazos del santo, abrió los


ojos y le suplicó que lo aceptara en la orden, donde terminó
rezando los últimos años de su vida.
El milagro de las piedras
San Francisco se instaló en Milazzo, donde debía construir una iglesia.
Para ello usó como base dos enormes piedras. Se dice que san
Francisco aligeró su peso, y logró extraerlas del suelo por sí mismo,
transportándolas con sus propias manos hasta el lugar designado.
La aparición del arcángel Miguel
San Francisco de Paula a menudo es representado con un escudo sobre
su cabeza o el pecho, en el que se lee la inscripción “Charitas”.

Según la tradición, mientras el santo estaba absorto en contemplación,


se le apareció el arcángel Miguel, con un escudo en las manos que
parece un sol resplandeciente, donde en el centro se lee en letras
doradas la palabra CHARITAS. El ángel le entrega el escudo y le
recomienda que lo convierta en el emblema de su orden.
El diablo engañado
La leyenda dice que el santo había planeado construir un puente, para
facilitar el paso de una orilla a otra del río Isca. Entonces el diablo se le
aparece con la propuesta de construirlo en una sola noche a cambio del
alma del primer vagabundo que lo cruce.

El fraile acepta, pero al día siguiente, cuando el diablo aparece para


recoger lo acordado, el santo, con astucia, hace pasar a un perro e
invita al diablo a tomar el alma del animal.

El diablo, furioso por haber sido engañado, golpea violentamente la


pared, causando un agujero y dejando la huella de la mano impresa.
La imagen impresa en una servilleta
Cuenta la tradición que un día mientras el santo consumía su magra
comida, se dio cuenta de que un pintor, en secreto, trataba de
retratarlo.

Francisco se consideraba indigno de cualquier honor y veneración de


este tipo, entonces se cubrió la cara con una servilleta. Para exaltar a su
humilde siervo, Dios realizó el milagro: en el lienzo de la servilleta
quedaron impresos los rasgos de su rostro.

Esta reliquia se encuentra custodiada en una iglesia en Vietri Sul Mare


(Salerno).

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