Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Índice
1Introducción
o 1.1Edad Media
o 1.2El Renacimiento
o 1.3El clasicismo francés
o 1.4La Ilustración
o 1.5Siglo XIX
1.5.1Romanticismo
1.5.2Parnasianismo
1.5.3Realismo y naturalismo
1.5.4Simbolismo
1.5.5Teatro
o 1.6Siglo XX
2Literaturas de otras lenguas de Francia
3Premios Nobel de literatura
4Clásicos de la literatura francesa
o 4.1Ficción
o 4.2Poesía
o 4.3Teatro
o 4.4No ficción
5Crítica literaria
6Poesía
7Véase también
8Referencias
9Enlaces externos
Introducción[editar]
La lengua francesa es el resultado de la fusión entre diversas lenguas de oïl, cuya forma
predominante fue progresivamente impuesta desde la sede del poder institucional, la Isla de
Francia, que le dio su nombre. Tiene una amalgama de orígenes entre los que se destacan
el romano, el germánico, el celta y varias lenguas regionales. El idioma francés por sí mismo,
se puede considerar como una forma moderna del latín vulgar.
La literatura francesa nace en el siglo IX, con los primeros escritos en lengua romance. Su
importante producción a lo largo de los siglos ha dado lugar a la creación de nuevos
movimientos literarios y artísticos, cuya poderosa influencia sobre otras literaturas le hace
ocupar una preeminente posición en la literatura universal.
Edad Media[editar]
Artículo principal: Literatura francesa en la Edad Media
El primer texto en francés son los Juramentos de Estrasburgo, del siglo IX, si bien el primer
texto inequívocamente literario es la Secuencia de Santa Eulalia, del mismo siglo. No
obstante, hay que esperar a comienzos del siglo XI para encontrar una producción literaria
sistemática escrita en francés medieval. Es una de las más antiguas literaturas vernáculas de
Europa occidental y se convirtió en una fuente clave de temas literarios en la Edad Media a lo
largo de todo el continente.
Tres grandes manifestaciones literarias encuentran su origen en la Francia del siglo XII:
el cantar de gesta, la lírica trovadoresca y el poema caballeresco. Los cantares de gesta
tienen su origen en la tradición guerrera anterior. Eran poemas épicos sobre hazañas de
héroes famosos, que se cantaba por juglares que iban recorriendo plazas y castillos. Su texto
más importante es la Canción de Roldán, en el que pueden verse los rasgos distintivos de
este tipo de poesía épica en Francia: abunda lo desmesurado, lo maravilloso y la idealización,
tanto de hechos como de personajes.
La lírica que crearon los trovadores obedecía más bien a un nuevo ideal de vida cortesana. Es
obra de trovadores cortesanos, poetas que componen verso y música en un estilo cuidado;
utilizan el occitano. Su tema favorito es el amor cortés, con idealización de la dama. Existieron
diversos géneros: el sirventés, la tensó, la pastorela, aunque el más cultivado fue la cansó. Se
considera a Guillermo de Poitiers, Duque de Aquitania, como su iniciador; el más destacado
de los trovadores fue Bernart de Ventadorn, poeta de la reina Leonor de Aquitania;
otros: Arnaut Daniel, Marcabrú (trovador) y Bertran de Born. Para cuando las refinadas cortes
provenzales desaparecieron con motivo de la cruzada albigense, este modelo de poesía se
había difundido por toda Europa.
François Villon, en el Grand Testament de Maistre François Villon, París, ed. 1489.
Por su parte, los poemas caballerescos o roman courtois surgieron de las cortes del norte de
Francia. Eran relatos en verso sobre el amor cortés, temas de la antigüedad (como la historia
de Alejandro Magno) y, sobre todo, los mitos celtas de la Bretaña: Tristán e Isolda,
los Caballeros de la Mesa Redonda o Perceval. El autor más celebrado fue Chrétien de
Troyes, con sus obras dedicadas a Perceval y Lancelot. De Francia, este género irradió al
resto del continente.
Al opuesto del "roman courtois" se sitúan los poemas del poeta Rutebeuf, del siglo XIII, que
fue uno de los primeros en reflejar las dificultades de la vida del hombre común, y en crear
poemas polémicos y satíricos contra los poderosos de la época.
En la Baja Edad Media se comienza a sentir el influjo de las clases urbanas, recurriéndose a
temas y géneros más próximos a la naciente burguesía, por lo que se le dio el nombre de
"literatura burguesa". Cabe citar dos largos poemas: el Roman de la Rose, de Guillaume de
Lorris, y el Roman de Renart, de carácter satírico. De esta época datan los fabliaux, divertidos
cuentos en verso en un estilo realista.
De este momento es la primera gran figura de la poesía francesa, François Villon,
extraordinario poeta, que relata en sus versos con sinceridad y emoción su vida miserable y
desordenada; de su obra se recuerda sobre todo el El Testamento (o Gran Testamento)
(1461), que refleja el pesar de haber malgastado su juventud y el horror a la muerte.
La Guerra de los Cien Años alimentó el género de la crónica histórica, ilustrada por el
cronista Jean Froissart y el poeta Eustache Deschamps.
Se considera que la prominencia europea de la literatura francesa quedó eclipsada en parte
por la literatura vernácula en Italia en el siglo XIV.
De esta época se conservan piezas de teatro religioso, generalmente clasificado
en misterios (si eran piezas sobre la Navidad o la Pasión), Milagros (relatando intervenciones
maravillosas de la Virgen o los Santos) y Moralidades (de carácter más satírico, con
personajes alegóricos como el Vicio o la Fe). Junto a él, surge en el siglo XIV un teatro
profano de farsas, basadas en la aguda observación de la psicología humana, dándole un
tratamiento burlesco.
De las farsas que se conservan, una de las más conocidas es La Farsa de Maître Pathelin,
datada hacia 1457, esto es, ya en pleno siglo XV, marcando la transición entre lo medieval y lo
renacentista.
El Renacimiento[editar]
Francia también conoció un florecimiento de su literatura vernácula en el siglo XVI, con una
gran evolución muy recreativa. Aunque hubo humanistas a principios del siglo XVI en Francia,
como Guillaume Budé († 1540), se considera que el Renacimiento literario llega a Francia
hacia mediados del siglo. En este país, este movimiento se caracterizó sobre todo por una
preocupación de tipo intelectual: el criterio personal y la libertad de pensamiento informarán la
producción de esta época.
Se renovó la poesía gracias a los siete poetas del grupo conocido como La Pléyade. De entre
ellos, destacaron Joachim du Bellay y Pierre de Ronsard; este último enriqueció la lengua
con sarcasmos o neologismos, adaptando los modelos clásicos (oda, himno, soneto) a la
lengua francesa. De su obra cabe destacar las Odas al estilo de Píndaro, y sus Sonetos
amorosos. Son también poetas influyentes de este período Théodore Agrippa
d'Aubigné y Clément Marot.
Por lo que se refiere a la prosa, sobresalen Rabelais, Margarita de Angulema (conocida en
Francia como Margarita de Navarra) y Montaigne. El primero escribió una
larga novela, Gargantúa y Pantagruel, sobre las aventuras de estos dos gigantes;
se satirizan la ciencia y creencias medievales, con un estilo realista y pintoresco. En cuanto a
Montaigne, se destaca por sus Ensayos, obra que mezcla observaciones personales con
reflexiones filosóficas, defendiendo la moderación y la tolerancia, en un estilo vivo y ameno.
El teatro de la época seguía las directrices clásicas, como puede verse en las obras
de Étienne Jodelle.
El clasicismo francés[editar]
Descartes, retratado por Frans Hals, 1648, óleo sobre lienzo en el Museo del Louvre. La filosofía de la
época está dominada, como la literatura, por la claridad, el orden y el equilibrio.
En la primera mitad del siglo XVII, se cultivó la literatura barroca, como puede verse en
el preciosismo de autores como el poeta Vincent Voiture.
No obstante, en la segunda mitad del siglo Francia se convirtió en defensora de un ponderado
y sereno clasicismo, basado en principios radicalmente opuestos a los del barroquismo. A
través de los programas políticos y artísticos del Antiguo Régimen, la literatura francesa se
convirtió en dominante en las letras europeas del siglo XVII. Los reyes estimularon y
protegieron la creación artística. La monarquía absoluta impone reglas precisas en literatura,
siendo trascendental, a este respecto, la creación de la Academia Francesa para la Lengua y
la Gramática, por Richelieu en 1635.
Todos los escritores se sometían a unas mismas reglas, derivadas de Aristóteles y Horacio. El
estilo evitaba excesos, aspirando a la naturalidad y sencillez. El tema preferido es el estudio
del carácter del hombre. No se trata de una literatura popular, sino que el público era la corte y
la aristocracia. Nicolás Boileau sistematizó las reglas literarias siguiendo precisamente la
preceptiva aristotélica en su Arte poética.
La condesa de La Fayette (1634- 1693) escribió la primera novela clásica francesa, La
Princesse de Clèves en 1678. A pesar de ser una especie de autobiografía sentimental la
novela es clásica por la semejanza de su mentalidad con el heroísmo voluntario y racional de
Corneille, por la arquitectura trágica de la narración y por la claridad de estilo.
La marquesa de Sévigné (1626- 1696) escribió cartas a su hija que en 1725 fueron publicadas
con el nombre de Lettres y llegarían a ser consideradas un género literario en sí mismo, pues
era costumbre en esa época leer las cartas en común en los salones.
El clasicismo francés se destaca sobre todo por su teatro. Los géneros se separaban, debía
respetarse la regla de las tres unidades y, además, cumplir una función moral. Por un lado, la
tragedia clásica, creada por Pierre Corneille y llevada a su perfección por Jean Racine, en un
estilo noble y elevado trataba temas de la antigüedad grecolatina o asuntos bíblicos. Corneille
tiene un estilo más bien retórico, centrándose en los conflictos que se producen dentro del
alma de los personajes, en obras como El Cid o Cinna. Racine se destaca por su realismo
psicológico, pudiendo mencionarse, como obra más destacada, Fedra.
La comedia viene representada magistralmente por Molière, escritor y actor, protegido por Luis
XIV. En sus obras satiriza a la aristocracia y la alta burguesía de su tiempo, pero a través de
personajes universales como el hipócrita (Tartufo), el vanidoso nuevo rico (El Burgués
gentilhombre) o El avaro.
La prosa francesa del siglo XVII se destaca por su claridad y orden. Así, en su
obra filosófica Discurso del método, Descartes resulta un modelo de claridad
expresiva. Madame de La Fayette cultivó la prosa de ficción, adaptando el modelo de
las novelas españolas al gusto francés, ahondando en la psicología de los personajes. Dado
que la Europa del siglo XVII está dominada por las controversias religiosas, la literatura de
controversia también se cultivó, sobresaliendo en Francia la figura de Bossuet, obispo que
atacó el protestantismo e interpretó la historia en sentido providencialista (Discurso sobre la
Historia Universal). Dentro del propio catolicismo, el movimiento jansenista preconizaba
soluciones parecidas a las de los protestantes, lo que hizo que fuera condenado por el
papado; la figura que más se destaca fue la del matemático e inventor Blaise Pascal, con
sus Cartas provinciales en defensa del jansenismo, además de unos Pensamientos de gran
profundidad filosófica y mística. De Fénelon se recuerda sobre todo Las aventuras de
Telémaco, en la que el tema mitológico sirve de excusa a reflexiones morales y políticas.
La poesía no sobresalió en el clasicismo francés. No obstante, siempre puede mencionarse
a François de Malherbe y a La Fontaine, que aprovechando fuentes clásicas compuso una
serie de Fábulas.
Se conservan de este siglo epistolarios (Madame de Sévigné) y memorias (Louis de Rouvroy,
duque de Saint-Simon).
La Ilustración[editar]
Voltaire en la corte de Federico II de Prusia, de Adolph von Menzel, Voltaire está a la derecha. En este
siglo abundaron las tertulias, banquetes y reuniones, en los que se difundía la nueva cultura de
los ilustrados.
El siglo XVIII francés es conocido como "el siglo de las luces". Desde el siglo XVII, el francés
se había convertido en la lingua franca literaria y diplomática de Europa occidental (y hasta
cierto punto, en Norteamérica). En el siglo XVIII, las letras francesas tuvieron un profundo
impacto en todas las tradiciones literarias europeas y norteamericanas mientras que, al mismo
tiempo, resultaron muy influidas por las tradiciones británicas y alemanas que inspiraron
el prerromanticismo.
La enciclopedia fue un instrumento forjador de la nueva mentalidad de la Ilustración. Las
nuevas ideas se difunden a través de los salones y tertulias, en las que la aristocracia recibía
a literatos e intelectuales. Igualmente lo hacen a través de la Enciclopedia o Diccionario
razonado de las ciencias, artes y oficios, publicada entre 1751 y 1780 por Diderot,
y D’Alembert.
Dominan el pensamiento francés de la época los filósofos Montesquieu, Voltaire y Rousseau,
al igual que el enciclopedista Denis Diderot. Se trataba más bien de intelectuales que
reflexionaban sobre la reforma social mediante medidas prácticas, y no sobre la metafísica.
Utilizaban los diversos géneros literarios para expresar estas ideas de reforma social y
política. Así, Montesquieu usó la sátira en sus Cartas Persas, obra de aguda crítica social.
Voltaire, como Diderot, recurrió también al teatro, exponiendo sus ideas a través de tragedias
clásicas. No obstante, también cultivó la poesía neoclásica y las novelas, entre las que se
destaca Cándido. Fue un excelente escritor, agudo e ingenioso, que gozó en su época de
fama extraordinaria, tratando con monarcas ilustrados como Federico el Grande o Catalina II
de Rusia.
La obra del ginebrino Jean-Jacques Rousseau se articula en torno a varios ejes: social,
político, educativo y personal, las obras de este último grupo (como Las confesiones)
anticipando el sentimentalismo romántico. Frente a la idea de la razón como reguladora de la
sociedad, en él predomina el sentimiento sobre la razón, no creyendo en la eficacia de las
leyes. Expone su visión de la renovación de la educación en Emilio, obra basada en la libertad
y el naturalismo. Su obra más política es El contrato social, precursora del pensamiento
revolucionario de 1789.
No es el único autor en el que se están preludiando ya los ideales románticos, pues lo mismo
puede verse en otros novelistas como Jacques-Henri Bernardin de Saint-Pierre (Pablo y
Virginia) o el Abbé Prévost (Manon Lescaut).
Siglo XIX[editar]
La literatura francesa en el siglo XIX es esencialmente marcada por el romanticismo,
el realismo y el naturalismo. Otros movimientos nacidos en las últimas décadas del siglo,
como el parnasianismo y el simbolismo, prefiguran la literatura del siglo XX, al igual que unos
cuantos poetas, novelistas y dramaturgos en cuya creación literaria se solapan varias
corrientes o que se mantienen al margen de los movimientos predominantes.
Romanticismo[editar]
Artículo principal: Literatura del Romanticismo en Francia
Siglo XX[editar]
El imperialismo y colonialismo francés en América, África, y el Medio y Lejano Oriente, han
llevado el idioma francés a culturas no europeas que han ampliado el ámbito tanto geográfico
como temático de la literatura francesa actual y la han enriquecido tanto en el fondo como en
la forma. Esta superposición cultural expresada en francés, unida a un duro proceso
de descolonización, marcó profundamente la literatura francesa del siglo XX.
Otros acontecimientos de gran impacto fueron las dos guerras mundiales.
Los movimientos literarios de mayor importancia fueron:
Crítica literaria[editar]
Roland Barthes
Jacques Derrida
Julia Kristeva
Jacques Lacan
Jean-François Lyotard
Poesía[editar]
Artículo principal: Historia de la poesía francesa
Parnasianismo
Romanticismo
Simbolismo
Surrealismo