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Introducción:

Este trabajo se propone realizar, desde un enfoque feminista interseccional y crítico del derecho, un
análisis de la sentencia del Tribunal de Justicia y Paz del Distrito Judicial de Medellín emitida el 30
de enero de 2017 que condenó a miembros del grupo Paramilitar Bloque Pacífico-Héroes del Chocó
por el delito de violencia sexual contra 30 mujeres afrodescendientes en el departamento del Chocó,
Colombia[1].

De acuerdo con esta propuesta, el trabajo se estructura de la siguiente manera: en una primera parte,
se hará una descripción de los hechos del caso; en una segunda parte abordaremos las definiciones
conceptuales de Black Feminism, Interseccionalidad, invisibilización, interseccional raza,
sexo/género, clase, Colonialismo- Colonialidad, identidad-resistencias y sus interrelaciones, con el
objetivo de estructurar un marco teórico para el análisis del caso propuesto. Finalmente, y, a manera
de propuesta, presentaremos nuestras conclusiones sobre el caso.

1. Descripción de los hechos

Desde mediado de los años 60s Colombia ha vivido un contexto de confrontación bélica, entre las
fuerzas militares, los grupos guerrilleros y grupos paramilitares. Todos, incluido ciertas instituciones
públicas, han tenido una estrecha relación con el narcotráfico. El conflicto armado no ha sido
homogéneo, ni en sus actores ni en sus intensidades. Esta guerra ha dejado como resultado la violación
a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario afectando a miles de personas
civiles, en especial a mujeres racializadas, niñas y niños y a las comunidades étnicas.

El Estado colombiano ha adelantado varios procesos de paz, tanto con grupos guerrilleros como con
grupos Paramilitares, siendo el proceso de San José de Ralito con Las Autodefensas Unidas de
Colombia y el de Los Acuerdos de Paz de la Habana con la guerrilla de las Farc, los de mayor
relevancia en la historia política de la nación. Como resultado del primer proceso de desmovilización
y desarme con las Autodefensas Unidas de Colombia, se crea un marco normativo e institucional,
cuyo objetivo es establecer las responsabilidad de los grupos paramilitares y garantizar el derechos
a la verdad, la justicia y reparación integral de las víctimas[3].

En este contexto, el Tribunal de Justicia y Paz del Distrito Judicial de Medellín emitió sentencia el 30
de enero de 2017 contra miembros del Bloque Paramilitar Pacífico-Héroes del Chocó por el crimen
de violencia sexual contra 30 mujeres afrodescendientes en el departamento del Chocó, un territorio
históricamente racializado y marginado. Los hechos objeto de la sentencia tienen lugar en el periodo
de dominación y control territorial del Bloque Paramilitar Pacífico-Héroes del Chocó entre los años
que van de 1996 a 2005. Esta es la primera sentencia en la que se condena a un grupo paramilitar por
violencia sexual contra mujeres afrodescendientes, lo que a primera vista supondría un caso
emblemático.

Definiciones conceptuales. Black Feminism, Invisibilidad, Colonialismo- Colonialidad


Interseccionalidad etnia/ raza, sexo/género, clase, identidad-resistencia.

1. Orígenes y fundamentos del Feminismo Negro (black Feminism)

El feminismo negro es un movimiento político y teórico que tiene sus orígenes en la convergencia y
tensión de dos movimientos sociales del siglo XIX: el abolicionismo y el sufragismo. Pese a la fuerte
presencia de las mujeres Negras en ambos movimientos y a las luchas hombro a hombro por la
abolición de la esclavitud y el derecho al sufragio de la mujer, aquellas fueron excluidas de sus
agendas y discursos, relegando a los márgenes sus experiencias como mujeres Negras. (Jabardo
Velasco 2012 p. 34)

No obstante, esa invisibilización fue denunciada por algunas mujeres emblemáticas como la
abolicionista Sojourner Truth, en su famoso discurso ¿Ain’t I a woman?, en la convención por los
derechos de las mujeres en Akron, Ohio, en 1852 . En ese discurso, Sojourner en un tono de voz
decidido y reiterando la pregunta ¿acaso no soy una mujer? confronta, de acuerdo a su experiencia
y a la de sus hermanas negras, la concepción burguesa de la feminidad. (Viveros, 2016). Junto a ella,
Ida Wells desde un estilo teórico diferente, introdujo uno de los temas que sería central en el
feminismo negro: la forma en la que la intersección entre «raza» y género construye de forma desigual
la sexualidad de la población blanca y de la población negra. (Jabardo Velasco, 2012 p.31). Truth y
Wells sentaron las bases del feminismo negro, como una corriente de pensamiento en la que lo teórico
y político son inescindibles.

Ya en el siglo XX, a mediados de los 70s empezaron a emerger voces de destacadas feministas
activistas y escritoras como Bell hooks, Angela Davis, Audre Lourde, entre otras, quienes retomando
la pregunta de Sojourner[2], se expresaron contra la perspectiva sesgada del feminismo hegemónico
“blanco”: la crítica que el feminismo le había hecho al sujeto universal que construyó la modernidad,
el feminismo negro la trasladó a la categoría “mujer”, denunciando cómo en nombre de un sujeto
político universal y de una supuesta opresión común se había marginado e invisibilizado las demandas
y vivencias de las mujeres negras dentro de la teoría y la práctica feminista. Esta crítica el feminismo
negro la llevó al movimiento antirracista, que luchaba contra las leyes de segregación racial en los
Estados Unidos, donde también habían sido invisibilizadas sus demandas.

El feminismo negro, en esa batalla por dar cuenta de las experiencias de opresión interseccional de
género, raza y clase de las mujeres Negras, logró dar un verdadero giro teórico, epistemológico y
político[3] al interior del movimiento feminista. Son fundamentales sus aportes a una epistemología
alternativa que se fundamenta en la conexión entre las experiencias vividas de opresión, el punto de
vista autodefinido y las resistencias. Lo ético y lo político no son ajenos a la producción del
conocimiento, se dan forma el uno al otro (Hill Collins p. 111).

2. INTERSECCIONALIDAD

La interseccionalidad es el concepto por antonomasia de la teoría feminista negra. Originalmente, el


concepto fue acuñado por la jurista afroamericana Kimberlé Williams Crenshaw a finales de la década
de los ochentas en el marco de una demanda presentada contra la compañía General Motors, cuyo
objetivo era visibilizar las distintas formas en las que la raza y el género interactúan, y cómo generan
las múltiples dimensiones que conforman las experiencias de las mujeres Negras en el ámbito laboral.
(Kimberlé, 1991)

Apelando a la metáfora de la intersección, cruce de caminos, Kimberlé Crenshaw explica su


concepción sobre interseccionalidad:

[…] La discriminación […] al igual que el tráfico que atraviesa la intersección, puede fluir en una u
otra dirección. Si ocurre un accidente en la intersección puede ser debido a coches que viajen en
cualquiera de las direcciones, en algunos casos, en todas ellas. De manera similar si una mujer negra
resulta atropellada por que está en la intersección, sus lesiones pueden provenir de la discriminación
sexual «o» de la discriminación racial […] no siempre resulta fácil reconstruir un accidente: algunas
veces las marcas de las llantas y las lesiones indican simplemente que el hecho ocurrió
simultáneamente frustrando con ello cualquier esfuerzo en la determinación de cuál de las personas
conductoras causó el daño.” (Crenshaw.1991: 8/117)

La socióloga Patricia Hill Collins, una de las referentes del pensamiento feminista negro en la
actualidad, redefine y propone pensar la Interseccionalidad introduciendo el concepto de matriz de
dominación, la cual, según la autora, está conformada por múltiples ejes de opresión (Raza, género,
clase, heterosexualidad) que a su vez interactúan, son interdependientes y se constituyen mutuamente,
creando complejas formas de desigualdades sociales. Esta interacción entre ejes de opresión está
organizada a través de cuatro dominios: estructural, disciplinario, hegemónico e interpersonal, que
son su vez los que materializan la exclusión, la dominación y la violencia hacia las mujeres Negras.

Nos merece una especial mención La Colectiva Río Combahee[4] una de las organizaciones más
importantes del feminismo negro, quienes a finales de los años 70s habían establecido los
lineamientos de la perspectiva interseccional en su MANIFIESTO - Una Declaración Negra
Feminista.[5]

Interseccionalidad raza – etnia - sexo

La interseccionalidad apunta a la multitud de identidades vividas por personas diferentes, lo


cual forma varias capas que se influyen mutuamente, puesto que una persona puede vivir o
pertenecer en más de una comunidad al mismo tiempo y experimentar opresiones y/o
privilegios paralelos, lo que no excluye su pertenencia a ninguno de los grupos, sino que
coexiste.

Las denominadas capas de discriminación se cruzan e interactúan, son las circunstancias


predeterminadas por la sociedad e influyen al individuo dentro de un grupo. Por lo tanto, es
indispensable no identificar, no considerar y/o no sumar aquellos aspectos en el momento de
hablar, por ejemplo, de su aplicación en el ámbito jurídico.

Si miramos el contexto con una mirada más amplia, las mujeres afrocolombianas, negras, palenqueras
y raizales son las que más sufren la violación sexual en todo el país. Lo que no solamente demuestra
un grado de discriminación diferenciado del resto de la población, sino también apunta a la
marginalización y racismo estructural e histórico en contra las mujeres de las comunidades afro.
Entonces, también acá juega la interseccionalidad de raza etnia y sexo un rol muy importante, sin
embargo hay que tener en cuenta todos los de más aspectos, que influyen en la causa.

Como reitera el juez, la violencia sexual estuvo asociada con las características étnicas de la población
y el genotipo de sus mujeres y la sala constató que el Bloque Pacífico, desarrolló y practicó un patrón
de violencia sexual contra las mujeres negras, no sólo por su género, sino particularmente por su etnia
y raza como método de dominación y manifestación de poder y sometimiento de los miembros del
grupo (Sentencia del caso SP5333, 2018, pp.26).

Asimismo, la Sala de Justicia y Paz, mencionó que no se deben mirar los casos referidos a la
violencia sexual aisladamente (ya que se desarrollaron dentro del contexto del conflicto), sino como
consecuencia de la injerencia del grupo armado ilegal (SP5333, 2018, pp.44) y agrega, que “es claro
para esta Sala que los procesos de Justicia y Paz deben dar aplicación al principio de enfoque
diferencial” (SP5333, 2018, pp.53).
La Magistratura también declaró, que la violencia sexual (en dicho caso) es punible como un patrón
de macro criminalidad (el cual identifica cómo violencia sexual étnica y de género) y en su
denominación incluyó, que las víctimas de violencia sexual fueron escogidas por su etnia y raza y no
simplemente por su género. (SP5333, 2018, pp.69)

Es decir, las mujeres sufren discriminación por su pertenencia: racial[1]; étnica[2], clase y
por su estado económico; por sexo (biológico), por ser víctima del desplazamiento forzado u
otros más aspectos influyentes y, entonces, el hecho de “pertenecer” a dichos grupos indica
considerar los aspectos influyentes como interactuantes, y, como lo pretende el concepto de enfoque
diferencial, el poder judicial, legislativo y normativo debe brindar garantías y medidas de protección
a estos grupos (jóvenes, niñxs, defensorxs de DD.HH., mujeres, comunidades afrocolombianas,
negras, ROM u otros.), ya que están expuestos a mayor riesgos de violaciones.

Para proceder con otros conceptos en el marco de nuestro trabajo, citamos la página 72 de la sentencia.
“Dicha relación entre las características étnicas de víctimas y victimarios - en la que se reprodujo
mayoritariamente el patrón de sometimiento de las mujeres negras a los hombres blancos y mestizos-
, hace imposible aprehender el verdadero alcance del patrón de violencia sexual atribuido al Bloque
Pacífico sin consideración a las aristas de etnia que tales interacciones criminales envuelven. Téngase
presente, a ese efecto, que la gama de imágenes estereotípicas de la mujer negra - lo que involucra
una asociación necesaria entre el género y la raza - apareja un alto contenido de cosificación e
hipersexualización, cuyo origen puede rastrearse a la época colonial.

[1] Erroneamente se sigue usando la palabra “raza” para describir las características físicas de una persona. No
obstante en la esfera académica, la idea de que hay diferencias genéticas entre las razas, ya está superada.

[2] El concepto de ethnia y/o etnicidad la aplicamos para describir la identidad cultural de una persona,
lo que pueden incluir idioma, religión, nacionalidad, ascendencia, vestimenta, costumbres u otro. Los
miembros de un grupo étnico tienden a identificarse en base a estas características culturales comunes.

[1] Angela Davis En su libro Mujeres, raza, clase describe el momento y las reacciones al discurso
de la valiente Sojourner Truth

[2] Uno de los libros de la activista feminista Bell hooks lleva por título ¿Ain’t I a woman?

[3] No queremos con esto señalar que el feminismo negro no sea deudor de otros sistemas y corrientes
de pensamiento

[4] El nombre es tomado de la acción guerrillera planeada y diseñada por Harriet Tubman. Esta acción
liberó a más de 750 esclavos y es la única campaña militar en la historia de los Estados Unidos
planeada y dirigida por una mujer.

[5] […]La Declaración más general de nuestra política en este momento es que estamos
comprometidas a luchar contra la opresión racial, sexual, heterosexual y clasista, y que nuestra tarea
específica es el desarrollo de un análisis y una práctica integrada basadas en el hecho de que los
sistemas de opresión se eslabonan. La Síntesis de estas opresiones crean las condiciones de nuestras
vidas”

3 .Colonialismo y Colonialidad poder

4. Identidades y Resistencia interseccionales

La identidad es un entramado complejo que entiende tanto dimensiones individuales como colectivas
y donde confluyen tanto subjetividades personales (tamizadas por las experiencias, conocimientos e
interpretaciones) como elementos estructurales que constituyen el tejido social. Para Ochy Curiel las
identidades en el plano colectivo rigen las interrrelaciones entre los individuos y los grupos
diferenciados al interior de la sociedad, relaciones que al ser dinámicas hacen que las identidades (en
su construcción y su interrelación) sean un proceso fluctuante y dinámico en el tiempo y el espacio
(cita).

Dentro de las posibilidades de construcción identitaria al interior de una sociedad encontramos dos
procesos que conviven, por un lado tenemos los procesos de autoidentificación y por otro procesos
de asignación identitaria, estos últimos claramente visibles en torno a la asignación de identidades a
grupos subordinados a otros dentro de la sociedad. Para Yuderkis Espinosa las subordinaciones han
buscado construir sistemas artificiales de diferenciación, lo que a su vez ha llevado a la generación
de estereotipos de identidad los cuales son asignados de acuerdo a las características de las personas
en relación con distintos grupos. Así si una persona que tiene un sexo particular debe -por el mandato
del estereotipo- tener un sexo determinado, de igual manera a un color de piel se le asigna una idea
de “raza” en particular. Esto es, en otras palabras, un proceso de racialización). Estas identidades
estereotipadas asignadas a los grupos subordinados responden a la idea que los grupos hegemónicos
tienen de éstos, lo que define en este caso a lo “negro” o a lo “mujer” refiere no tanto a una
autoidentificación sino más bien a lo que los “blancos” y los “hombres” definen para estas
identidades. Aún así Espinosa nos señala que es posible una recuperación positiva de la diferencia
asignada, lo que permite el encuentro y la identificación con otro/as excluído/as en base al mismo
estereotipo (cita).

Esta apropiación de la identidad asignada es lo que Curiel entiende como una Política de Identidad,
la cual “consiste en una serie de acciones que buscan reafirmar una subjetividad contextualizada en
los efectos de hechos históricos tales como la colonización y la esclavitud” (Curiel : 3). Esta
reafirmación busca subvertir el estereotipo, por ejemplo el “ser negra”, una situación desvalorizada y
despreciada, se convierte en un elemento empoderador que puede guiar una resistencia política y
social.

El reafirmar una identidad subordinada no está exento de dilemas, si bien puede ser una estrategia de
supervivencia (política y humana) también puede reafirmar los mismos estereotipos asignados y
generar autoexclusión. Este dilema ha alimentado debates al interior del feminismo desde la década
de los 80s, principalmente en bajo el contexto de los “nuevos movimientos sociales” (Indígenas,
Negras, LGTBI) cuando se dio lo que Nancy Fraser denominó la “política del reconocimiento de las
diferencias y las identidades”. Actualmente del debate surgen dos corrientes principales, por un lado
están quienes consideran todas las identidades asignadas como formas de represión y por otro quienes
estiman que son dignas de reconocimiento (escencialismo v/s estrategia de supervivencia).
Al momento de analizar y construir una política de identidad es necesario considerar ambas
dimensiones, tanto la reafirmación como la de-construcción de la identidad son necesarias para poder
elaborar desde allí estrategias que permitan a los grupos subordinados (en este caso a la “mujer
racializada negra”) resistir y sobrevivir dentro de un contexto de exclusión, discriminación y
violencia. Es en este sentido que se hace aún más relevante la perspectiva interseccional ya que
permite entender la pertenencia múltiple -a más de un grupo subordinado- y por tanto no solo ver la
exclusión de forma multidimensional si no también la política identitaria de esta manera. Kimberly
Crenshaw realiza un agudo análisis en este sentido referente a las “mujeres negras”, donde estima que
la doble pertenencia a grupos subordinados que generalmente poseen agendas políticas opuestas
(“negros” y “mujeres”) genera lo que se llama un “Desempoderamiento Interseccional” (cita), lo que
en este caso está dado por la falta de consideración de las implicaciones raciales al interior del
feminismo y por el mismo accionar referente al patriarcado dentro de los grupos antirracistas. En
ambos casos la falta de consideración del otro componente identitario de la intersección deviene en
el posible refuerzo de la subordinación y la invisibilización al interior de los mismos grupos
resistentes. Para Crenshaw es en la interseccionalidad donde se encuentran las herramientas para
enfrentarnos a estas otras marginaciones que atentan contra nuestra capacidad de resistir contra la
discriminación, la exclusión y la violencia.

5. RESISTENCIA

Para hablar de la resistencia –en cuanto a nuestro caso y en el marco del feminismo
latinoamericano– primero queremos introducir la idea y necesidad de “ennegrecer el
feminismo” como lo denomina la autora Brasileña Sueli Carneiro. Pues el problema esencial
según Carneiro, es el racismo y el papel rechazado en la formación de la cultura nacional de
la mujer negra:

“Si el feminismo debe liberar a las mujeres, debe enfrentar virtualmente todas las formas de
opresión. Desde este punto de vista se podría decir que un feminismo negro, construido en el
contexto de sociedades multirraciales, pluriculturales y racistas —como son las sociedades
latinoamericanas— tiene como principal eje articulador al racismo y su impacto sobre las
relaciones de género dado que él determina la propia jerarquía de género de nuestras
sociedades” (Carneiro, 2001, pp. 2)

Las comunidades negras en Colombia han sido históricamente y estructuralmente


marginalizadas, tanto en nivel social, como cultural, lo que se reconoce también en el Decreto
Ley No.4635 de 2011 de la jurisdicción colombiana en cuanto a: “en virtud del principio de
igualdad dada la situación de marginalidad histórica y segregación que han afrontado las
personas y comunidades afrocolombianas, deben gozar de una especial protección por parte
del Estado colombiano”.

Ahora bien, hablando de los derechos de las mujeres, dicha marginalización y discriminación
se agrava, ya que el racismo está interrelacionado y tejido tanto con otras formas de
discriminación, como menoscabando los derechos de las mujeres afrocolombianas (vea
interseccionalidad). Por lo tanto volvemos a la idea de ennegrecimiento del feminismo donde
se pone el racismo en el centro, ya que la resistencia, según nuestro entender, es el fruto y
lucha contra aquellas opresiones racista y –en cuanto a nuestro caso– también de una
sociedad heteropatriarcal y machista. Es decir, creemos que las formas de resistencia se
desenvuelven desde las personas mismas, desde el colectivo o grupo oprimido, lo que se
desarrolla a su manera y tanto según sus necesidades particulares como características de los
daños sufridos.

En nuestro caso es aquél centro la comunidad de las mujeres afrocolombianas,


palenqueras, negras y raizales, provenientes o asentadas en el departamento Chocó – uno de
los departamentos colombianos más marginalizados por parte del Estado – víctimas de
diferentes tipos de violencia, en específico de la violencia sexual.

Las formas de resistencia son varias y se muestran de distintas maneras como por
ejemplo: trabajo comunitario de diferentes grupos de mujeres, organizaciones de sociedad
civil y/ o organizaciones no gubernamentales (La Red Departamental de Mujeres Chocoanas/
Ruta Pacífica de Mujeres etc.); el proyecto audiovisual “Voces de Resistencia” hecho por las
mujeres afrocolombianas, víctimas de la violencia en el departamento Chocó, el cual cuenta
con varios volúmenes, donde se retratan historias vividas por las mujeres en forma de
alabo[1]; Reuniones de las mujeres víctimas de violencia sexual y otros tipos de violencia
causados por el conflicto armado, en las cuales vuelven a trenzar y peinar de manera
tradicional[2], cuentan sus historias y así abren espacios para hablar tanto de sus derechos y
formas de resistencia, como maneras de poder realizarse como colectivo de mujeres.

[1] Alabo es una expresión musical propias del departamento del Chocó, de las comunidades
afrocolombianas. Consiste en cantos ancestrales que se dedicana los muertos como una forma de
darles un último adiós y acompañarlos a otros mundos espirituales. Después del masacre en Boyacá
(2 de mayo de 2002) este canto tomó un significado aún más importante: los cantos también similizan
un acompañamiento a vivos y a muertos, una forma de cuidar los seres queridos. (Artículo: Voces de
Resistencia)

[2] Los peinados afro tienen una larga historia de lucha de miles de afrodescendientes esclavizados
y hoy día sigue teniendo mucho significado: “El cabello se vuelve un lugar central de la
construcción como mujeres negras afrocolombianas, pues sobre él existen presiones directas o
indirectas para “blanquear” el “cabello natural” con las técnicas de planchado o alisado. Por lo
tanto, el cambio y la “aceptación” del propio cabello es un asunto profundamente social y desafía
el ambiente racista que modela los cuerpos”.(Hellebrandová, 2014, p. 10)

CONCEPTOS CLAUDIA

Orígenes y fundamentos del Feminismo Negro (black Feminism)

La perspectiva interseccional en contextos de conflicto armado: caso violencia sexual contra


mujeres afrodescendientes en Colombia
Introducción:

Este trabajo se propone realizar, desde un enfoque feminista interseccional y crítico del derecho, un
análisis de la sentencia del Tribunal de Justicia y Paz del Distrito Judicial de Medellín emitida el 30
de enero de 2017 que condenó a miembros del grupo Paramilitar Bloque Pacífico-Héroes del Chocó
por el delito de violencia sexual contra 30 mujeres afrodescendientes en el departamento del Chocó,
Colombia.

De acuerdo con esta propuesta, el trabajo se estructura de la siguiente manera: en una primera parte,
se hará una descripción de los hechos del caso; en una segunda parte abordaremos las definiciones
conceptuales de Black Feminism, Interseccionalidad, invisibilización, interseccional raza,
sexo/género, clase, Colonialismo- Colonialidad, identidad-resistencias y sus interrelaciones, con el
objetivo de estructurar un marco teórico para el análisis del caso propuesto. Finalmente, y, a manera
de propuesta, presentaremos nuestras conclusiones sobre el caso.

1. Descripción de los hechos

Desde mediado de los años 60s Colombia ha vivido un contexto de confrontación bélica, entre las
fuerzas militares, los grupos guerrilleros y grupos paramilitares. Todos, incluido ciertas instituciones
públicas, han tenido una estrecha relación con el narcotráfico. El conflicto armado no ha sido
homogéneo, ni en sus actores ni en sus intensidades. Esta guerra ha dejado como resultado la violación
a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario afectando a miles de personas
civiles, en especial a mujeres racializadas, niñas y niños y a las comunidades étnicas.

El Estado colombiano ha adelantado varios procesos de paz, tanto con grupos guerrilleros como con
grupos Paramilitares, siendo el proceso de San José de Ralito con Las Autodefensas Unidas de
Colombia y el de Los Acuerdos de Paz de la Habana con la guerrilla de las Farc, los de mayor
relevancia en la historia política de la nación. Como resultado del primer proceso de desmovilización
y desarme con las Autodefensas Unidas de Colombia, se crea un marco normativo e institucional,
cuyo objetivo es establecer la responsabilidad de los grupos paramilitares y garantizar los derechos a
la verdad, la justicia y reparación integral de las víctimas [3].

En este contexto, el Tribunal de Justicia y Paz del Distrito Judicial de Medellín emitió sentencia el 30
de enero de 2017 contra miembros del Bloque Paramilitar Pacífico-Héroes del Chocó por el crimen
de violencia sexual contra 30 mujeres afrodescendientes en el departamento del Chocó, un territorio
históricamente racializado y marginado. Los hechos objeto de la sentencia tienen lugar en el periodo
de dominación y control territorial del Bloque Paramilitar Pacífico-Héroes del Chocó entre los años
que van de 1996 a 2005. Esta es la primera sentencia en la que se condena a un grupo paramilitar por
violencia sexual contra mujeres afrodescendientes, lo que a primera vista supondría un caso
emblemático.

Definiciones conceptuales. Black Feminism, invisibilidad, Colonialismo- Colonialidad


Interseccionalidad etnia/ raza, sexo/género, clase, identidad-resistencia.

1. Orígenes y fundamentos del Feminismo Negro (black Feminism)


El feminismo negro es un movimiento político y teórico que tiene sus orígenes en la convergencia y
tensión de dos movimientos sociales del siglo XIX: el abolicionismo y el sufragismo. Pese a la fuerte
presencia de las mujeres Negras en ambos movimientos y a las luchas hombro a hombro por la
abolición de la esclavitud y el derecho al sufragio de la mujer, aquellas fueron excluidas de sus
agendas y discursos, relegando a los márgenes sus experiencias como mujeres Negras. (Jabardo
Velasco 2012 p. 34)

No obstante, esa invisibilización fue denunciada por algunas mujeres emblemáticas como la
abolicionista Sojourner Truth en su famoso discurso ¿Ain’t I a woman?, en la convención por los
derechos de las mujeres en Akron, Ohio, en 1852. En ese discurso, Sojourner en un tono de voz
decidido y reiterando la pregunta ¿acaso no soy una mujer? confronta, de acuerdo a su experiencia y
a la de sus hermanas negra, la concepción burguesa de la feminidad. (Viveros, 2016). Junto a ella,
Ida Wells desde un estilo teórico diferente, introdujo uno de los temas que sería central en el
feminismo negro: la forma en la que la intersección entre «raza» y género construye de forma desigual
la sexualidad de la población blanca y de la población negra. (Jabardo Velasco, 2012 p.31). Truth y
Wells sentaron las bases del feminismo negro, como una corriente de pensamiento en la que lo teórico
y político son inescindibles.

Ya en el siglo XX, a mediados de los 70s empezaron a emerger voces de destacadas feministas
activistas y escritoras como Bell hooks, Angela Davis, Audre Lourde, entre otras, quienes retomando
la pregunta de Sojourner[2], se expresaron contra la perspectiva sesgada del feminismo hegemónico
“blanco”: la crítica que el feminismo le había hecho al sujeto universal que construyó la modernidad,
el feminismo negro la trasladó a la categoría “mujer”, denunciando cómo en nombre de un sujeto
político universal y de una supuesta opresión común se había marginado e invisibilizado las demandas
y vivencias de las mujeres negras dentro de la teoría y la práctica feminista. Esta crítica el feminismo
negro la llevó al movimiento antirracista, que luchaba contra las leyes de segregación racial en los
Estados Unidos, donde también habían sido invisibilizadas sus demandas.

El feminismo negro, en esa batalla por dar cuenta de las experiencias de opresión interseccional de
género, raza y clase de las mujeres Negras, logró dar un verdadero giro teórico, epistemológico y
político [3] al interior del movimiento feminista. Son fundamentales sus aportes a una epistemología
alternativa que se fundamenta en la conexión entre las experiencias vividas de opresión, el punto de
vista autodefinido y las resistencias. Lo ético y lo político no son ajenos a la producción del
conocimiento, se dan forma el uno al otro (Hill Collins p. 111).

2. INTERSECCIONALIDAD

La interseccionalidad es el concepto por antonomasia de la teoría feminista negra. Originalmente, el


concepto fue acuñado por la jurista afroamericana Kimberlé Williams Crenshaw a finales de la década
de los ochentas en el marco de una demanda presentada contra la compañía General Motors, cuyo
objetivo era visibilizar las distintas formas en las que la raza y el género interactúan, y cómo generan
las múltiples dimensiones que conforman las experiencias de las mujeres Negras en el ámbito laboral.
(Kimberlé, 1991)

Uso la interseccionalidad como forma de articular la interacción general entre el racismo y el


patriarcado. También me sirvo de la interseccionalidad para describir la situación de las mujeres de
color en los sistemas simultáneos de subordinación y que están en los márgenes tanto del feminismo
como del antirracismo. El concepto de interseccionalidad política.
Apelando a la metáfora de la intersección, cruce de caminos, Kimberlé Crenshaw explica su
concepción sobre interseccionalidad

[…] La discriminación […] al igual que el tráfico que atraviesa la intersección, puede fluir en una u
otra dirección. Si ocurre un accidente en la intersección puede ser debido a coches que viajen en
cualquiera de las direcciones, en algunos casos, en todas ellas. De manera similar si una mujer negra
resulta atropellada por que está en la intersección, sus lesiones pueden provenir de la discriminación
sexual «o» de la discriminación racial […] no siempre resulta fácil reconstruir un accidente: algunas
veces las marcas de las llantas y las lesiones indican simplemente que el hecho ocurrió
simultáneamente frustrando con ello cualquier esfuerzo en la determinación de cuál de las personas
conductoras causó el daño.” (Crenshaw.1991: 8/117)

La socióloga Patricia Hill Collins, una de las referentes del pensamiento feminista negro en la
actualidad, redefine y propone pensar la Interseccionalidad introduciendo el concepto de Matriz de
dominación, la cual, según la autora, está conformada por múltiples ejes de opresión (Raza, género,
clase, heterosexualidad) que a su vez interactúan, son interdependientes y se constituyen mutuamente,
creando complejas formas de desigualdades sociales. Esta interacción entre ejes de opresión está
organizada a través de cuatro dominios: estructural, disciplinario, hegemónico e interpersonal, que
son su vez los que materializan la exclusión, la dominación y la violencia hacia las mujeres Negras.

Años más tarde las Chicanas Gloria Anzaldúa y Cherrie Morraga publicaron su importantísima
antología This Bridge called my back ([1981] 1988), en la que escriben un conjunto de mujeres “de
color” y del llamado Tercer Mundo, sobre sus diversas realidades, produciendo un rico y profundo
análisis del racismo y del clasismo, del heterosexismo, a la vez que el sistema patriarcal, desde sus
propias experiencias

por último, y no menos importante, nos merece una especial mención La Colectiva Río Combahee
[4] una de las organizaciones más importantes del feminismo negro, quienes a finales de los años
70s habían establecido los lineamientos de la perspectiva interseccional en su MANIFIESTO - Una
Declaración Negra Feminista. [5]

Reconocer el feminismo como una teoría social y sobre todo los aportes del feminismo crítico
latinoamericano, que aporta de manera significativa a entender las distintas relaciones de poder y sus
interrelaciones que se producen en torno la raza, el sexo, la clase, la sexualidad, siempre
contextualizados en tiempo y lugar

La propuesta del feminismo negro fue sin duda un gran salto positivo para el feminismo por sus
diversas contribuciones, sobre todo, como hemos dicho, en colocar cómo la “raza”, la clase, y el
sexo se interrelacionan. No obstante, no mucho se ha abordado el tema del heterosexismo como otra
forma de dominación ligada a las anteriores.

[1] Angela Davis En su libro Mujeres, raza, clase describe el momento y las reacciones al discurso de la valiente Sojourner Truth

[2] Uno de los libros de la activista feminista Bell hooks lleva por título ¿Ain’t I a woman?

[3] No queremos con esto señalar que el feminismo negro no sea deudor de otros sistemas y corrientes de pensamiento
[4] El nombre es tomado de la acción guerrillera planeada y diseñada por Harriet Tubman. Esta acción liberó a más de 750 esclavos y es la
única campaña militar en la historia de los Estados Unidos planeada y dirigida por una mujer.

[5] […]La Declaración más general de nuestra política en este momento es que estamos comprometidas a luchar contra la opresión racial,
sexual, heterosexual y clasista, y que nuestra tarea específica es el desarrollo de un análisis y una práctica integrada basadas en el hecho de
que los sistemas de opresión se eslabonan. La Síntesis de estas opresiones crean las condiciones de nuestras vidas”

. Colonialismo y Colonialidad

La aproximación a los conceptos de Colonialismo y Colonialidad, se realizará desde la lectura de


algunos autores como Aníbal Quijano, Walter Mignolo, Santiago Castro- Gomez, Nelson
Maldonado representantes de la corriente crítica latinoamericanista, específicamente del proyecto
Modernidad/colonialidad, desde donde se adelanta una historización de la modernidad occidental
como producto del proceso de conquista y colonización de América. Por otra parte, se articulará
la crítica de la Filósofa argentina María Lugones al concepto de Colonialidad del Poder propuesto
por Aníbal Quijano.

Siguiendo al sociólogo peruano Aníbal Quijano en el texto Colonialidad y


modernidad/racionalidad, se entiende por Colonialismo la relación de dominación directa,
política, social y cultural de los europeos sobre los conquistados de todos los continentes. Este
sistema de dominación que se caracteriza por la explotación, apropiación de recursos y la
conquista de territorios se ubica aproximadamente desde principio del siglo XVI hasta principio
del siglo XX. Aunque la Colonialidad tuvo su origen en el Colonialismo, esto dos conceptos no
se refieren a lo mismo. Colonialidad, es una estructura de dominación que se funda en la
superioridad racial y epistémica de los colonizadores hacia los colonizados. Esta estructura de
dominación se utilizó, y (se sigue utilizando) para someter a la población nativa que habitaba lo
que hoy se conoce como América.

[…] el dominio no se consigue tan solo matando y sometiendo al otro por la fuerza, sino que requiere
de un elemento ideológico o «representacional»; es decir, sin la construcción de un discurso sobre el
«otro» y sin la incorporación de ese discurso en el habitus de dominadores y dominados el poder
económico y político de Europa sobre sus colonias hubiera resultado imposible[..]

Para Aníbal Quijano el poder colonial/moderno atraviesa las luchas por el control de los recursos y
productos de las 4 áreas básicas de la existencia humana: “el trabajo; 2) el sexo; 3) la autoridad
colectiva; 4) la subjetividad/intersubjetividad, sus recursos y sus productos” (Quijano, 2000).

María Lugones reconoce que el discurso colonial/moderno no sólo guarda una colonialidad del poder
que estratifica la sociedad en función de la idea de raza y clase social, sino que ésta además instala
dicotomías vinculadas al género y la sexualidad, que fueron igualmente cruciales en el
establecimiento de la Colonia en América y de la dominación eurocentrada. Estos argumentos
cuestionan el carácter totalizador de la raza
La lógica de los ejes estructurales muestra al género como constituido por y constituyendo a la
colonialidad del poder. En ese sentido, no hay una separación de raza/género en el patrón de Quijano.
Creo que la lógica que presenta es la correcta. Pero el eje de colonialidad no es suficiente para dar
cuenta de todos los aspectos del género. Qué aspectos se ven depende del modo en que, de hecho, el
género se conceptualice en el modelo. En el patrón de Quijano, el género parece estar contenido
dentro de la organización de aquel «ámbito básico de la existencia» que Quijano llama «sexo, sus
recursos y productos» (2000b:378). Es decir, dentro de su marco, existe una descripción de género
que no se coloca bajo interrogación y que es demasiado estrecha e hiper-biologizada ya que presupone
el dimorfismo sexual, la heterosexualidad, la distribución patriarcal del poder y otras presuposiciones
de este tipo.

María Lugones (2008), completando y ampliando el análisis de Aníbal Quijano (2000a y 2000b)
para quien la raza es una categoría de clasificación social desarrollada dentro del proceso de
colonización, propone considerar lo que denomina el sistema moderno colonial de género como
aquel mediante el cual el colonizador produce e impone a los pueblos colonizados, al mismo
tiempo y sin disociación, un régimen epistémico de diferenciación dicotómica jerárquica que
distingue inicial y fundamentalmente entre lo humano y lo no humano y del cual se desprenden
las categorías de clasificación social de raza-género. Para ella estas categorías serían co-
constitutivas de la episteme moderna colonial y no pueden pensarse por fuera de esta episteme
como tampoco de manera separada entre ellas. Esto así porque para Lugones, contrario a lo que
ha sostenido el feminismo clásico, la categoría de género es correspondiente solo a lo humano, o
sea, a los seres de razón cuyo origen, de acuerdo a esta clasificación racial, es europeo

4. Identidades y Resistencia interseccionales

¿La identidad entraña la pregunta ¿quién soy? ¿Quiénes somos? Lo que de entrada nos impone
entenderla en una dimensión individual y colectiva. Desde un punto de vista individual, se podría
entender como un proceso subjetivo en el que se interceccionan las experiencias vividas, los
significados y las referencias en las interrelaciones con otros/otras generando una “autodefinición” y
una autodeterminación En el plano colectivo son referencias que rigen los interrelacionamientos de
los y las integrantes de la sociedad o de grupos diferenciados de la misma. (Curiel, 2008)

La identidad ha tenido un rol central en la formación de los movimientos sociales, en especial del
movimiento feminista negro y el movimiento antirracista. Desde la identidad han luchado por
deconstruir la imagen negativa con la que se ha cargado su diferencia y por la cual han sido
discriminados y excluidos. Como lo señala Kimberlé Crenshaw: la identidad ha sido una estrategia
clave de resistencia de los grupos subordinados1Sin embargo, estos usos políticos de la identidad, que
van desde desde recrear elementos de la cultura africana (culinaria, estética, música, danza) hasta
desarrollar espacios de reflexión donde esa identidad “negra” sea reforzada y valorada positivamente
(Curiel, 2008) pueden llevar a esencialismos, y no asume esas categorías como regulaciones sociales
en tanto entramos en la lógica de cómo nos ha definido el sistema racista en oposición a un “otro”
blanco, único legitimado, además encasilla a grupos sociales en generalidades y estereotipos. las
identidades son errores políticos en tanto no desenmascara las verdaderas causas de la subordinación
y la explotación que se da a partir de hechos históricos. no acaba con las desigualdades económicas,
sociales y políticas que son fruto del racismo y la explotación. Acabar con el racismo implica, además
de cambiar valores ideológicos sobre grupos sociales significa terminar con la exclusión social que
afecta gran mayoría de la población afrodescendiente, que son de los grupos sociales más pobres en
la estructura económica de nuestros países

Para Yuderkys Espinosa las subordinaciones han buscado construir sistemas artificiales de
diferenciación, lo que a su vez ha llevado a la generación de estereotipos de identidad los cuales son
asignados de acuerdo a las características de las personas en relación con distintos grupos. Así si una
persona que tiene un sexo particular debe -por el mandato del estereotipo- tener un sexo determinado,
de igual manera a un color de piel se le asigna una idea de “raza” en particular. Esto es, en otras
palabras, un proceso de racialización). Estas identidades estereotipadas asignadas a los grupos
subordinados responden a la idea que los grupos hegemónicos tienen de éstos, lo que define en este

1
caso a lo “negro” o a lo “mujer” refiere no tanto a una autoidentificación sino más bien a lo que los
“blancos” y los “hombres” definen para estas identidades.

Al momento de analizar y construir una política de identidad es necesario considerar ambas


dimensiones, tanto la reafirmación como la de-construcción de la identidad son necesarias para poder
elaborar desde allí estrategias que permitan a los grupos subordinados (en este caso a la “mujer
racializada negra”) resistir y sobrevivir dentro de un contexto de exclusión, discriminación y
violencia. Es en este sentido que se hace aún más relevante la perspectiva interseccional ya que
permite entender la pertenencia múltiple -a más de un grupo subordinado- y por tanto no solo ver la
exclusión de forma multidimensional si no también la política identitaria de esta manera. Kimberly
Crenshaw realiza un agudo análisis en este sentido referente a las “mujeres negras”, donde estima que
la doble pertenencia a grupos subordinados que generalmente poseen agendas políticas opuestas
(“negros” y “mujeres”) genera lo que se llama un “Desempoderamiento Interseccional” (cita), lo que
en este caso está dado por la falta de consideración de las implicaciones raciales al interior del
feminismo y por el mismo accionar referente al patriarcado dentro de los grupos antirracistas. En
ambos casos la falta de consideración del otro componente identitario de la intersección deviene en
el posible refuerzo de la subordinación y la invisibilización al interior de los mismos grupos
resistentes. Para Crenshaw es en la interseccionalidad donde se encuentran las herramientas para
enfrentarnos a estas otras marginaciones que atentan contra nuestra capacidad de resistir contra la
discriminación, la exclusión y la violencia.

La resistencia es la tensión entre la subjetificación (la formación/información del sujeto) y la


subjetividad activa, ese sentido mínimo de agencia requerido para que la relacion oprimir→←resistir
sea de tipo activo, sin apelación al máximo sentido de agencia del sujeto moderno (Lugones 2003).1
No obstante, la colonialidad del género y su sistema categorial no sólo modelarían las situaciones de
existencia de las personas. Esta noción comprende que los sujetos pueden rechazar los sistemas de
opresión para generar espacios de resistencia (Hill Collins, 1990/2000; Lugones, 2012; Espinosa,
2014) y nuevas apuestas conceptuales que les permitiría participar y validar sus imaginarios con y
frente a otros.
La resistencia, no es el fin o meta de la lucha política, sino más bien su comienzo, su posibilidad. Me
interesa el resorte relacional subjetivo/intersubjetivo de liberación, como a la vez de adaptación y
creativamente oposicional

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