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Sindicalismo Docente y Género PDF
Sindicalismo Docente y Género PDF
1ra. Edición
CONFEDERACIÓN DE EDUCADORES ARGENTINOS - Personería Gremial Nro. 1716 -
Pasaje Rivarola 176 (1015)
Buenos Aires - Argentina
ISBN 978-987-24203-7-6
CONFEDERACIÓN
DE EDUCADORES
ARGENTINOS
Personería Gremial Nro. 1716
Dirección de la Colección:
Fabián Felman
Coordinación editorial:
Laura Man y Paula Dávila
Autoría:
Susana Zattara
Diseño gráfico:
Lorena Orellana
Sindicalismo docente y género
ÍNDICE
Prólogo....................................................................................5
Presentación.............................................................................7
Bibliografía...........................................................................37
*
Prólogo &
Por Fabián Felman
Secretario General de la CEA
, (
Presentación
Desde el año 2006, la Confederación de Educadores Argentinos (CEA), a
través de su Escuela de Formación e Investigación Sindical y Docente, ha
asumido la necesidad de abordar procesos que pongan en debate los estu-
dios de género en el ámbito educativo y las temáticas relativas a la igualdad
real de oportunidades y de trato para las trabajadoras y trabajadores de la
educación.
6
&
Sindicalismo docente y género:
una breve introducción
&
Los discursos de ingreso de las mujeres
al mundo público
Tal como lo expresa Zaida Lobato, “La división sexual del trabajo co-
menzó a ser percibida como un estado de desigualdad y como una doble
forma de sometimiento para las mujeres, en cambio para los hombres fue
el motor que los convirtió en sujetos de derecho”.
Por eso mismo, aún con las transformaciones del país a principios del siglo
XX, en la prensa se hablaba de las contribuciones sociales de las mujeres
como madres, y se consideraba a las obreras como mujeres que, llevadas
por la “necesidad”, abandonaban sus hogares en busca de un salario.
En esa época las mujeres eran consideradas menores de edad. Tanto las
leyes laborales como los derechos civiles y políticos fueron enunciados
concibiendo a las mujeres como madres, no como sujetos independientes.
Recién en 1926 se sancionó la ley 11.357 de derechos civiles femeninos
por la que las mujeres mayores de edad (solteras, viudas o divorciadas)
pasaron a ser jurídicamente iguales que los varones. Para las mujeres
casadas subsistieron incapacidades de hecho: podían ejercer una profe-
sión, pero solo administraban su contribución económica si expresaban
su voluntad; caso contrario lo hacía el marido. Luego del golpe del ’30, el
presidente envió un proyecto de ley al Congreso por el cual las mujeres
casadas volvían al status de menores de edad: no podían trabajar, admi-
nistrar bienes o propiedades ni parti-
cipar de asociaciones sin permiso de
sus maridos.
Aviso
publicado
en la revista
Caras y
Caretas el 18
de mayo de
1907.
“Es doloroso confesarlo y más doloroso aún comprobarlo: la mayoría de las maestras
de mi país vive al margen de la hora actual....Viven las maestras al margen de toda
preocupación social, impermeables a toda inquietud de clases, ajenas a toda lucha
de superación, lejanas a toda idea de renovación de valores. (…) y el maestro no tiene
que defenderse, sino atacar, atacar siempre los prejuicios, la rutina, la ignorancia, la
injusticia.... La maestra argentina vive aún en la creencia de que a ella sólo le incumbe
enseñar a leer, a escribir y a hacer cuentas y, sobre todo, creo que tiene el deber
de encontrar ideal al orden establecido. Y, sin embargo, nadie mejor que la maestra
para comprobar por sí misma que no es posible, que no es justo, que no es humano
este estado social a base de mentira e injusticia, que mientras hay gentes disfrutando
de cuanto placer y bienestar pueda concebirse, hay chicos que van sin comer a la
escuela...” (Del Brutto,B.: 2000).
V
Les proponemos realizar un ejercicio de reminiscencia: la composición de
un relato que se posicione en las actividades de un día de sus abuelas, de
sus madres y finalmente de cada una/o de ustedes.
Abuela Madre Yo
Por la mañana 17
Por la tarde
Alicia Dujovne Ortiz (1997) sostiene que, mas allá del antagonismo de
clases que el peronismo construye, Evita se constituye en una mujer que
tiene voz propia, comenzando por su origen de clase y su forma de acceso
al poder, y siguiendo con su comportamiento de enfrentamiento directo
con las oligarquías, representadas en su mayoría por militares y otros
hombres ilustres. Pero también con su retórica de poder, desde el lugar
de protección de los necesitados (siendo ella una mujer de clase popular),
demostrando una vocación de trabajadora incansable y abriendo lugares
para que las mujeres puedan ejercer sus “saberes históricos”: la costura,
la enfermería, la ayuda social.
Para Susana Bianchi (1993), Eva Perón inauguró “un singular estilo po-
lítico que le permitió ganar una importante cuota de poder al margen de
las estructuras de gobierno. Decía: ‘antes de ser la primera dama de los
argentinos, prefiero ser Evita para todos los que me necesiten’ (discurso
de Evita el 9 de abril de 1947)” (Ibíd.: 317).
Esta visión necesita ser matizada con una mirada sobre lo que la “agencia”
(la capacidad de hacer) de estas mujeres permitió construir en términos
de conocimientos político-sociales para un sector de mujeres que antes
no había accedido al espacio público. Si se concibe el poder en térmi-
nos de micropoderes (Foucault, 1979) las mujeres asumieron liderazgos
y decisiones en estos nuevos espacios. La dirección de Unidades Básicas
Femeninas y el ingreso de mujeres al parlamento por primera vez en la
historia significan también un “corrimiento” de la posición subordinada de
las mujeres. Es así como Evita fue también producto de su tiempo. Sus 19
acciones fueron posibles por la existencia de un movimiento feminista y
Paradójicamente, el grupo
que ocupó el centro de la re-
sistencia al golpe militar de
1976 fueron “las Madres y
Abuelas de Plaza de Mayo”,
quienes llamaron la atención
desde sus rondas en la plaza
y difundieron internacional-
mente el genocidio que la 1983. Marcha de Madres y Abuelas de Plaza
dictadura cometía no solo de Mayo reclamando la aparición de sus
hijos y nietos desaparecidos. (Foto: Télam)
con sus hijas e hijos.
A partir de los años ’60, con el crecimiento del sector terciario, surgen
grandes sindicatos de servicios: Bancarios, Empleados de Comercio, Em-
pleados del Estado, Docentes, a los cuales se incorpora gran número de
mujeres y así es como son visibilizadas dentro de los gremios. Aunque va
cambiando la composición de la Confederación General de Trabajado-
res (CGT), las direcciones gremiales del llamado movimiento obrero son
exclusivamente masculinas. La máxima dirección sindical no ha estado
nunca en manos de una mujer (Henault, 1994).
En la década del ’90 Ana Amado y Susana Checa (1990) llevaron adelante
una investigación sobre las características de la participación sindical de
mujeres trabajadoras en dos gremios: uno del sector productivo, sindicato
gráfico Argentino (SGA); y uno de servicios, la Unión Docentes Argenti-
nos (UDA).
2
Dentro del concepto “bidimensional” de justicia, el paradigma de redistribución se
refiere a la distribución de los recursos materiales, mientras que el paradigma del reconoci-
miento refiere al respeto a las subjetividades y las voces de todas/os los que participan.
&
Participación cuantitativa y cualitativa de
las mujeres en el sindicato:
un espacio tradicionalmente masculino
Y
mente rige para todos los sindi-
catos la Ley de Cupo Femenino
Sindical (Nro. 25.674).
LEY Nro. 25.674
LEY DE CUPO FEMENINO SINDICAL
Por otra parte, en los registros
de los talleres realizados en el Artículo 3. La representación femenina
en los cargos electivos y representati-
marco de los estudios realizados, vos de las asociaciones sindicales será
encontramos que estas militan- de un mínimo del treinta por ciento
(30%) cuando el número de mujeres al-
tes identificaban tres niveles de cance o supere ese porcentual sobre el
participación sindical: total de los trabajadores.
Cuando la cantidad de trabajadoras no
alcanzare el treinta por ciento (30%)
1. En las movilizaciones, del total de trabajadores, el cupo para
asambleas y reuniones, cubrir la participación femenina en las
listas de candidatos y su representación
2. como parte del cuerpo de en los cargos electivos y representati-
delegados, vos de la asociación sindical será pro-
3. como miembro de la Co- porcional a esa cantidad.
Asimismo, las listas que se presenten
misión Directiva del sindicato deberán incluir mujeres en esos por-
(ya sea de distrito, provincia o centuales mínimos y en lugares que po- 27
sibiliten su elección.
nacional).
3
Un estudio realizado en el año 1997 arrojaba los siguientes resultados: las mujeres re-
presentaban un 80% de afiliadas, en las Secretarías Generales de las provincias represen-
taban un 43%, mientras que en la Junta Ejecutiva Nacional solo un 27%. En ese momento
la Secretaria General era una mujer.
Las maestras militantes
X
Las mujeres que han participado de la actividad sindical han tenido que
realizar una ruptura con esa imagen “naturalizada” de mujer maestra, con
sus características de “madre educadora” y también con la no legitimidad
del ejercicio de poder para su género. En las significaciones de género
hegemónicas, la autoridad, como poder reconocido y legitimado, fue construida
fundamentalmente como un dominio masculino. En el imaginario el poder es
representado como opresivo en sí mismo, vertical y violento. La representación
social tiende a ver al sindicato como un espacio tradicionalmente masculino,
de lucha y confrontación permanente y vacío de contenidos educativos.
Sin embargo, una docente mujer que ocupa un espacio de decisión dentro
del sindicato construye diversos significados sobre el poder y la autoridad.
Ejercer un poder significa un aprendizaje social para el colectivo genéri-
co:
¿Cuáles han sido las modalidades o trayectorias que llevaron a las maestras
sindicalistas (sucesoras de las primeras maestras, “madres educadoras”) a
pasar del espacio doméstico al espacio público custodiado (la escuela), y
desde allí al espacio público político sindical?
Habíamos dicho que las rela-
Años más tarde estas docentes ocuparon espacios de poder en sus res-
pectivos sindicatos. Hay una diferencia generacional con respecto a su
actuación como dirigentes sindicales:
El dispositivo feminizador de la
de poder social. En mi opinión, más que
modernidad se perpetúa en el sin-
nada tiene poder social para lo político,
dicato cuando el funcionamiento
porque los cargos siguen ocupándolos los
sindical dificulta la participación
hombres, el cupo fue en el mundo una
de muchas mujeres, no sólo en la
necesidad.”. Monica materialidad del cotidiano sino en 33
los comentarios y/o bromas que
X
En lo cotidiano sindical, algunas maestras siguen aceptando la versión
hegemónica sobre el liderazgo masculino, quizás como una estrategia para
compartir estos espacios con los hombres, y en eso hay una renuncia, un
esfuerzo. Igualmente sus prácticas están señalando otros nuevos caminos
para otras mujeres en la actuación en espacios públicos.
5
Estas luchas tienen un punto cúlmine de condensación de la significación como trabaja-
dores de la educación en la Marcha Blanca de 1988, y se continúa (aunque de otro modo)
con la Carpa Blanca en los ’90.
Las docentes sindicalistas están construyendo un saber político en tanto
experiencia de mujeres, aunque conservan el ocultamiento sobre las cues-
tiones de su sexualidad en el marco de las relaciones de género en los
sindicatos. Sus cuerpos siguen siendo ocultados en su dimensión sexual,
las tecnologías del poder y del yo que las constituyen, requieren cuerpos
“no femeninos” (según las representaciones hegemónicas de género).
X
Las maestras sindicalistas producen rupturas con las regulaciones hegemónicas
de género y forjan nuevas prácticas que modifican las relaciones de poder
entre los géneros al interior de los sindicatos docentes. Además de luchar
por el reconocimiento de la diferencia de poder entre los sexos, algunas
sindicalistas cuestionan las políticas de representación.
Parecería que históricamente las mujeres construyeron esta ética del cui-
dado, pero siempre dentro de las regulaciones hegemónicas de género. Es
por eso que resulta interesante la ampliación conceptual incorporada por
Joan Tronto (1987), en el sentido de pensar en la posibilidad de incluir una
ética del cuidado que no esté particularmente ligada al género, sino articu-
lada a muchos otros grupos subordinados, para discutir en los espacios de
la democracia representativa la supremacía moral de una justicia “basada
en el entendimiento de los derechos y las reglas”.
Se trata de que las/os/lxs sindicalistas consideren discutir en contexto las
prioridades otorgadas a las acciones sindicales con una lógica bidimen-
sional de la justicia, donde se valore tanto la “racionalidad” de las reglas,
derechos, como el cuidado de las/os sujetos. Es decir, la comprensión de
las relaciones entre los distintos participantes de la conversación. En este
sentido, las relaciones de género son parte de las desigualdades que aún
perduran en la sociedad.
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Consejo Directivo