Está en la página 1de 58

ELEMENTOS CONSTITUYENTES DEL CENTRO INFANTIL

El proyecto educativo define las particularidades del centro


infantil, a los fines de garantizar el apropiado desarrollo de su
proyecto curricular, que, como se ha planteado anteriormente,
constituye la expresión y materialización en la institución del modelo
teórico que se ha asumido, del currículo que lo fundamenta.

Estas particularidades pueden, en primera instancia, inscribirse


en tres grandes consideraciones:

1. Las referentes a la estructura física y material del centro


infantil, y que se corresponde con los aspectos de diseño, ambiente,
ornato, estética, higiene, entre otros.

2. Las concernientes a la planificación, organización, regulación y


control del centro, y que se engloban en lo que constituye la dirección
y gestión de la institución, que incluye, entre otras cosas, todo lo
referido al personal docente, administrativo y de servicios que labora
en el mismo.

3. Las que constituyen la razón fundamental de ser del centro


infantil y a las cuales las anteriores deben estar conceptualmente
supeditadas: la dirección, organización, y estructuración del proceso
docente - educativo.

En la presente unidad se habrán de tratar los temas


correspondientes a los dos primeros aspectos, dejando para la
siguiente, por su envergadura e importancia, todo lo relacionado con
la organización del proceso educativo.

Así, el contenido de la unidad básicamente está compuesto por


aquellas cuestiones referidas a la estructura y demás factores de tipo
físico y material, lo que concierne al régimen interno y reglamento de
la institución, y lo referido a la dirección y organización científica del
trabajo en el centro infantil.

2.1 Estructura, Diseño, Ambiente, Ornato Y Estética, Higiene.

La estructura del centro infantil ha seguido, en cierta medida, los


mismos avatares que la concepción de la etapa infantil, en el curso de
su desarrollo histórico - conceptual. A pesar de que las primeras
instituciones infantiles fueron concebidas con sus propias
particularidades, un análisis retrospectivo de lo que se ha hecho
posteriormente revela que, en algún momento de su devenir
histórico, la etapa infantil empezó a ser considerada como un
antecedente de la siguiente etapa, la escolar, como un período
preparatorio para la escuela sin significación en sí misma. Esto
impregnó planes y programas, contaminó a los currículos infantiles, y
consecuentemente, se reflejó en la estructura y organización del
centro infantil.

De esta manera, el centro infantil empezó a valorarse como una


pequeña escuela y, por lo tanto, con los criterios estructurales y
organizativos escolares, solo que más pequeños y, aparentemente,
menos complejos.

El desconocimiento de las particularidades de esta etapa del


desarrollo, y de las necesidades e intereses de los niños y niñas, de
las condiciones para su formación y educación, llevó a introducir en la
creación de los centros infantiles los mismos patrones estructurales y
organizativos habitualmente reconocidos para la escuela, lo cual se
reflejó en toda su concepción, diseño, ambiente y modos
organizativos.

Un ejemplo de esto lo constituye el comedor centralizado en


aquellos centros infantiles que prestan el servicio de alimentación,
que es una concepción organizativa netamente escolar aplicada al
centro educativo infantil.

En la escuela es típico que, por el número considerable de grupos


y matrícula, exista un comedor único en el que se sirve la
alimentación de los educandos, y para lo cual se organiza un
determinado horario en el que acuden, de manera consecutiva, los
diferentes grupos escolares. Esto es lo que se denomina un comedor
centralizado.

Al concebirse centros infantiles con horario prolongado, la


alimentación de los niños y niñas tuvo que ser incluida, y pareció
lógico seguir la misma estructura y rutina que era habitual en la
escuela, es decir, un comedor centralizado y un horario paulatino de
acceso al mismo para el proceso de la alimentación. En definitiva, el
centro infantil era una pequeña escuela, y como tal debía tener un
comedor idéntico, aunque más reducido.

Este criterio desconoce totalmente las particularidades del


sistema nervioso y de la actividad nerviosa superior de los niños de
las primeras edades, en la cual sus procesos básicos de excitación e
inhibición no están equilibrados, con un predominio considerable de
los procesos excitatorios. De igual manera, desconoce que los hábitos
de mesa e higiénico - culturales respecto a la alimentación no están
aún suficientemente instaurados, así como que los analizadores
auditivos y cinestésicos están en plena maduración, entre algunos
elementos a destacar. En suma, desconoce que el niño infantil es un
niño totalmente diferente al escolar.

Una investigación dirigida en Cuba por F. Martínez Mendoza a


mediados de la década de los setenta propició un conocimiento más
profundo de esta problemática. A pesar de que el proyecto típico
cubano para la construcción de un centro infantil consideraba la
realización de la alimentación en los propios salones de cada grupo, la
existencia simultánea de casas que se habían adaptado como
instituciones infantiles, planteó la disyuntiva de si se debía seguir el
mismo patrón o hacer comedores centralizados en este tipo de
instalaciones, lo cual parecía tener cierta lógica, además de que era
bastante usual en los centros infantiles en otros países.

El equipo de investigadores, en el que se incluyeron psicólogos,


pedagogos, fisiólogos, nutriólogos, audiólogos y otros especialistas
técnicos, realizó un estudio multidisciplinario de las particularidades y
condiciones organizativas de este tipo de comedor, estableciendo
conclusiones de las cuales se reflejan algunas de las más relevantes:

 Se comprobó que el nivel de ruido que se producía por la


presencia de varios grupos coincidentes, sus educadoras y
auxiliares, la manipulación de los útiles del comedor, el
movimiento del mobiliario, entre otros factores, excedió siempre
el límite permisible de recepción auditiva de los niños y niñas
por su alto número de decibeles, provocando alteraciones en su
actividad nerviosa superior que se comprobaba en las
dificultades del comportamiento, la realización de movimientos
superfluos, el rechazo a la situación de alimentación, etc.
 Aunque se tomaban medidas organizativas, con una
frecuencia significativa se daban situaciones en que los grupos
coincidían, tanto en el proceso como en su organización, lo que
causaba espera de unos para el acceso al local, con su
consecuente alteración del comportamiento.
 El hecho de que los diferentes grupos etarios del centro
infantil tienen un desigual ritmo y adquisiciones en el desarrollo,
hace que unos realicen el proceso relativamente rápido
mientras que otros, sobre todos los niños y niñas más
pequeñitos, lo hagan considerablemente lento, y para resolver
esto se toman decisiones organizativas que generalmente
vulneran el horario de vida de los niños.
 La formación de hábitos de mesa y de higiene personal
presenta dificultades serias, en primer lugar porque el comedor
centralizado no puede tener el número de lavabos que se
requieren para tantos niños, además de la imposibilidad de
trabajar la educadora y auxiliares al ritmo individual de cada
niño, lo que causa aglomeraciones o incumplimiento de
lineamientos higiénico – sanitarios.
 Como consecuencia de todo lo anterior, la formación de
hábitos alimentarios es afectada, lo que causa igualmente
rechazo en los niños a la ingestión de alimentos. De igual
manera, al generalmente coincidir uno o más grupos de
diferentes edades, el personal educativo tiende a aplicar
métodos semejantes para todos los niños, lo que causa
inconvenientes en su atención.
 Los datos fisiológicos, nutriológicos y los exámenes de
laboratorio revelaron que, por incidencia de los factores
anteriormente citados, no solo se afecta la ingesta sino también
la absorción de los nutrientes, lo que puede causar problemas
de malnutrición en los niños y las niñas.

Por sus efectos perjudiciales para los niños y niñas, estos


resultados determinaron la no inclusión del comedor centralizado en
la institución infantil, y la realización del proceso de alimentación en
el propio salón del grupo, lo cual implica también soluciones
estructurales y organizativas que se han de tratar posteriormente.

Por supuesto, el estudio investigativo se realizó en centros


infantiles grandes y de alta matrícula, que generalmente tienen todos
los grupos, y muchas veces son de subordinación estatal. En los
centros infantiles de iniciativa privada, que regularmente tienen poca
capacidad y matrícula, es posible que se facilite el tener el comedor
centralizado, pues suelen hacer coincidir todos sus pequeños grupos
al mismo tiempo, lo cual no los exime de las dificultades planteadas
en el estudio realizado, en particular en lo referente a los aspectos de
formación de hábitos e higiénico – culturales, así como del manejo
educativo.

Lo más interesante de esta discusión es que los primeros centros


infantiles creados, de inicio plantearon la realización del proceso de
alimentación en los respectivos grupos, como se realizaba en el
Kindergarten de Fröebel, y que esta idea de un comedor central
parece ser una adquisición relativamente tardía en la organización de
la vida diaria de los niños y niñas en el centro infantil, obviamente
derivada del enfoque escolar.

En muchos centros, fundamentalmente los de iniciativa privada,


no existe proceso de alimentación como tal, y los niños y niñas suelen
llevar un pequeño lunch en sus bolsos o mochila que ingieren en
cualquier lugar. En este caso, independientemente de las
problemáticas socioeconómicas presentes, pues unos niños pueden
llevar alimentos mucho más elaborados y deseables que aquellos de
menos recursos, siempre ha de estar presente la necesidad del
trabajo educativo con los hábitos higiénico – culturales en este
pequeño proceso, muchas veces olvidado en la rutina diaria.

2.1.2 Tipos de estructura:

La estructura constructiva del centro infantil suele ser de dos


tipos:

1. Construcciones específicamente creadas para este tipo de


institución educativa.
2. Casas, u otro tipo de construcción, que se adaptan para
funcionar como centro infantil.

Los primeros centros infantiles creados, y los pertenecientes en


su inicio a los modelos curriculares clásicos, fueron organizados en
casas de vivienda o locales, que se adaptaron a las necesidades y
requerimientos de un centro infantil, como sucedió con el
Kindergarten de Fröebel o La Casa dei Bambini de Montessori. En la
medida del desarrollo de la educación infantil, surge como menester
hacer una construcción especialmente para tales efectos y que, como
se ha dicho anteriormente, tuvo su concepción impregnada durante
mucho tiempo, de los criterios escolares.

En cualquier caso, ya desde inicio de los clásicos se empiezan a


plantear consideraciones sobre como se debía concebir y construir un
centro infantil, que respondiera a las particularidades y necesidades
de los niños de estas edades. Muchas de las cuestiones que
actualmente se plantean como innovaciones o modernizaciones
dentro de la organización de un centro infantil, ya habían sido
señaladas por los grandes autores del currículo infantil, no solo en el
ambiente humano sino también en el físico. Algunos de estos
planteamientos hemos de señalar a continuación, y que por su
sentido mantienen plena vigencia en la educación infantil actual:

 El centro infantil ha de tener un gran espacio exterior


organizado, para su uso variado: juegos, paseos, el huerto y el
jardín (Fröebel).
 El kindergarten ha de tener la menos una sala de juegos,
otro para ocupaciones (actividades), una antesala y un jardín o
patio. La sala interior requiere buena iluminación natural y
ventilación apropiada (L. Malucska, citando a Fröebel).
 El mobiliario ha de ser proporcional al niño, con bordes
redondeados. Han de existir bancos – escritorios desarmables y
transformables, en mesas de uno – dos niños, y para pequeños
grupos. Han de existir estantes al alcance de los niños (Fröebel).
 En la decoración ha de haber cuadros de animales,
paisajes campestres, escenas naturales, bien visibles (Fröebel).
 La organización de los grupos ha de ser mixto, con edades
mezcladas (Fröebel, Montessori, Decroly).
 La organización de los grupos etarios ha de
corresponderse en secciones de un año (Agazzi).
 Los locales de los niños y las niñas deben reunir requisitos
especiales de higiene y buena iluminación, ventilación,
calefacción, etc. (Agazzi).
 Ha de existir una proporción de espacio en metros
cuadrados por niño, tanto en el interior como en el exterior
(Agazzi).
 El ambiente de los niños y niñas ha de estar
especialmente estructurado (Montessori).
 El mobiliario ha de ser claro, transportable, ligero y ha de
corresponderse con la estatura y la fuerza de los niños
(Montessori).
 El ambiente externo ha de tener al menos terraza, un
jardín y una pequeña huerta (Montessori).
 La institución infantil ha de posibilitar el contacto directo
con la naturaleza y tener una huerta, jardín, un rincón de
animales (Decroly).

Estos son solo algunos planteamientos de los clásicos respecto a


la organización de la vida de los niños, el ambiente físico, el
mobiliario, etc. En realidad los aportes más significativos y vigentes
se encuentran en el proyecto curricular, pero resulta interesante
comprobar que también en la dirección y organización del centro
infantil, señalaron cuestiones que muchas de ellas mantienen
significación actual.

La posibilidad de hacer una construcción específica para un


centro infantil posibilita dos aspectos importantes:

1. Garantizar que la construcción y su consecuente organización


responda a las particularidades y necesidades de los niños y niñas de
estas edades.

2. Permitir la normación de los lineamientos de dirección,


organización, regulación, control y gestión del centro infantil.

Esto último es particularmente importante para los centros


infantiles de subordinación estatal, pues permite hacer homogéneo al
sistema educativo en el sentido organizativo, lo cual tiene
implicaciones económicas relevantes. En el caso de los centros de
iniciativa privada, que en algunos países tienen poco control estatal
de su gestión, la normación es irrelevante, puesto que, son pocos los
casos en que exista un particular que posea un número considerable
de centros, ya que generalmente solo les pertenece un centro o dos.

No obstante, en determinados lugares existen organizaciones no


gubernamentales o empresas privadas grandes que tiene un buen
número de centros infantiles bajo su jurisdicción, y a los que también
interesa las posibilidades de normación.

Si bien la institución de iniciativa privada no forma parte de una


normación estatal, sí requiere decididamente de un proyecto
normativo específico, que establezca, al igual que ha de hacerse con
las casas adaptadas como centros infantiles y que pertenecen al
sector estatal, las regulaciones y particularidades de su organización
particular.

El proyecto de organización del centro infantil constituye la


definición del centro desde el punto de vista constructivo y
organizativo, e incluye lo correspondiente a la descripción del
inmueble, el uso de las distintas dependencias, la organización y
estructura de los grupos etarios, la plantilla del personal y su
distribución, la capacidad y matrícula por salón y de todo el centro
infantil, etc., de acuerdo con las disposiciones legales vigentes o
establecidas por las instancias de educación.

Este proyecto de organización se norma para las instituciones


estatales, que han de seguir en términos generales los lineamientos
organizativos establecidos, y que suelen especificarse en diversos
documentos normativos, lo que hace que todos los centros infantiles
que pertenecen a una determinada comunidad educativa “se
parezcan”, tanto en lo concerniente a su construcción, como a su
organización. Las casas que se adaptan, bien sean de iniciativa
privada o estatales, son diferentes, y requieren entonces de un
proyecto de organización propio, porque son imposibles de ubicarlas
en una normación general, y requieren un estudio particular de cada
inmueble.

Tanto en uno como en otro caso, el proyecto curricular define las


particularidades del centro infantil, que desde el punto de vista
organizativo, se supedita al mismo para que, no importa el tipo de
construcción, responda teórica y metodológicamente a su modelo.

La definición de la estructura del centro infantil tiene que ver con


variados aspectos, que han de responder a tres cuestiones
fundamentales:

1º. Que esta estructura se corresponda funcionalmente con las


particularidades y necesidades de los niños y niñas de estas edades.

2º. Que la misma se corresponda funcionalmente con las


particularidades de la organización del proceso educativo.

3º. Que se corresponda funcionalmente con las particularidades


de la dirección, organización y funcionamiento del centro infantil.

El orden de estos factores es determinante: Lo primero es el niño


y la niña, de esto se deriva lo que hay que hacer en el proceso
educativo, y consecuentemente, como hay que dirigir y organizar el
centro para poder cumplimentar los dos fundamentos previos.

Así, se plantea un axioma fundamental de la estructura y


organización del centro infantil: la organización del centro infantil
constituye un problema pedagógico. Esto implica lo señalado
anteriormente, con respecto a la prioridad de los factores
mencionados.

De esta manera, todo el centro infantil debe responder a la


satisfacción de las necesidades y requerimientos de los niños y niñas
de esta edad, el régimen de vida de los niños y niñas determina la
distribución del personal y no a la inversa, la preparación y
capacitación del personal docente ha de realizarse en un período
donde no afecte la atención de los pequeños, entre tantas cosas a
considerar.

La propia construcción ha de seguir este pronunciamiento, y la


misma no puede estar ajena a lo que se requiere para la edad.
Construir un centro infantil no es solamente una tarea de arquitectos
y diseñadores, sino que requiere del concurso de especialistas que
tienen un rol incluso más importante: el psicólogo, el pedagogo, el
médico, el fisiólogo, el dietista, entre otros, que son los que dominan
las particularidades, necesidades y condiciones que requieren los
niños y niñas de estas edades para su más adecuado desarrollo. Por
lo tanto, los criterios de diseño y constructivos, si bien son muy
importantes, han de supeditarse a los técnicos educacionales y
médicos.

En realidad, la construcción de un centro infantil requiere del


concurso de todos estos profesionales, en los que cada uno aporta lo
que considera mejor para garantizar el más apropiado desarrollo de
los niños y niñas, llegando a acuerdos que posibiliten la más eficiente
funcionalidad del mismo. En Cuba, en el año 1974, se normaron los
proyectos típicos para los centros infantiles, y fue necesario crear una
comisión responsabilizada con esta tarea, la cual contó, además de
los especialistas anteriormente señalados, con antropometristas,
trabajadoras sociales, ingenieros, entre otros. De todo este trabajo
conjunto se elaboró el primer proyecto normativo del círculo infantil, y
a partir de ese momento en dicho país se determinó no hacer más
centros infantiles en casas adaptadas, sino en construcciones ad hoc,
y que fueron establecidas por el proyecto de referencia.

Algunas de las investigaciones que fueron necesarias realizar


para este propósito, serán referidas en el transcurso del módulo,
ahora solamente señalaremos dos ejemplos en los que se expresan
de manera fehaciente los criterios anteriormente destacados.

Con anterioridad se refirió el análisis de la realización del proceso


de la alimentación en los salones de los grupos preferentemente a
hacerlo en un comedor central, lo cual fue determinado por los
resultados de la investigación dirigida por F. Martínez. Para poder
propiciar el servicio de alimentación en los salones, es necesario que
los alimentos se sitúen en un carro - termo, que debe deslizarse por
los pasillos del centro infantil sin encontrar obstáculos de ninguna
clase, sobre todo en los centros de amplias dimensiones, como suelen
ser los de subordinación estatal. Si el centro es de dos plantas, tiene
que garantizarse la existencia de un pequeño elevador solo para el
traslado de alimentos, que son depositados en un carro - termo
ubicado en esa planta, para ser servidos en cada salón por el
personal manipulador de alimentos. Como se observa, el diseño
arquitectónico del centro infantil tiene que contemplar que la
estructura del inmueble posibilite la realización de esta acción.

Un segundo ejemplo es bien representativo. Cada salón del centro


infantil ha de responder a las particularidades específicas de la edad
de los niños y niñas que lo ocupan, de su nivel de desarrollo. Así, la
sala del segundo año de vida, que acomoda a niños de 12 a l8 meses,
que tienen dos períodos de sueño diurno, es la misma de la de 18 a
24 meses, que tienen un solo período. Esto implica que el salón ha de
tener una solución de tipo constructivo que posibilite que, mientras
los más pequeñitos duermen, los otros mayorcitos que están en vigilia
realicen su actividad sin perturbar el sueño de los otros. A su vez,
como estos niños no controlan bien todavía sus esfínteres, el baño
debe imprescindiblemente estar dentro del salón, con un fácil acceso,
y tener inodoros reducidos en tamaño, para permitir su uso por los
niños y niñas sin riesgo de accidente.

A su vez, se requiere que el área exterior esté inmediata al salón,


y sin obstáculos (escalones, desniveles, etc.), con gran amplitud, pues
estos niños y niñas acaban de descubrir la marcha independiente y
requieren de mucho movimiento, lo que siempre se debe posibilitar, si
bien hay que tomar medidas para delimitar el área, aunque sin uso de
cercas, pues estos niños y niñas son grandes caminadores y si no se
vigilan, se escapan y deambulan por todo el centro infantil.

Por supuesto, el salón del segundo año siempre ha de estar en la


planta baja cuando se trate de un centro biplanta, porque estos
pequeños aún no tienen un desarrollo motor como para poder subir
fácilmente escaleras, ni pueden tampoco las educadoras y el personal
auxiliar estar cargando a todos cada vez que subieran o bajaran de un
piso a otro.

Sin embargo, si se observa al grupo del sexto año de vida, se


destaca que el aula puede estar en la segunda planta, que el baño no
tiene porqué estar dentro del salón, y que el área exterior de juego
puede ubicarse al otro extremo del centro infantil, si así fuera
necesario.

De esta manera, las particularidades del desarrollo de los niños y


las niñas determinan las condiciones constructivas del centro infantil.
Y así en cada uno de los aspectos que conciernen al trabajo educativo
que se realiza en la institución, en cada una de las actividades y
procesos de satisfacción de necesidades básicas, en cada faceta del
trabajo que demanda el proyecto educativo o el curricular, se requiere
una solución constructiva o de diseño, que debe ser considerada al
crear un centro infantil.

Antes de entrar en las particularidades de como el proyecto


educativo del centro infantil concibe sus distintas dependencias
generales, se hace necesario especificar algunas cuestiones respecto
a la determinación de la capacidad del mismo, y de su mejor
aprovechamiento, lo cual es muy importante en los centros de
subordinación estatal, si bien también lo es para los de la iniciativa
privada.

2.1.3 La capacidad del centro infantil.

La determinación de la capacidad de un centro infantil es un


asunto de extrema importancia para el estado de salud general de los
niños y las niñas, y para su bienestar emocional.

La higiene escolar regula el número de niños que pueden


simultáneamente convivir en un grupo, de acuerdo con el espacio
existente y la posibilidad de satisfacción de las necesidades básicas
de los niños. Esto nos lleva al concepto de superficie vital.

Por superficie vital ha de entenderse todo el espacio que el niño y


la niña requieren para desplegar su actividad vital sin interferencias y
sin perjuicio a su salud.

En el caso del centro infantil la superficie vital comprende no


solamente el salón, sino también las áreas exteriores, los pasillos, las
áreas comunes, y todo aquel espacio en que los niños y las niñas
pueden convivir, jugar, intercambiar, caminar, etc. Las dependencias
administrativas, los locales de la cocina y la lavandería, etc., no
constituyen espacios de la superficie vital, porque teóricamente el
niño y la niña no han de estar o realizar ninguna actividad habitual en
dichos lugares.

Las normas internacionales más modernas, señalan que a cada


niño en el centro infantil le corresponden dos y medio metros
cuadrados de superficie vital, lo cual sirve de índice para calcular la
capacidad general del centro y de cada salón en particular, la cual
generalmente las determinan, o deben determinarlo, las instancias de
salud pública.

La normación permite uniformar la superficie vital, así como


reglamentar la capacidad de los salones del centro infantil, y así
habrá centros de 80, 100, 120 o 180 niños, por nombrar algunas, y
los proyectos constructivos pueden entonces hacerse relativamente
homogéneos.

En las casas adaptadas se hace indispensable hacer un estudio


profundo de su superficie vital, para poder determinar su capacidad.
Con una cierta frecuencia, en particular en los centros de iniciativa
privada, estos elementos son desconocidos, y la capacidad se
determina de manera arbitraria y por una lógica de base empírica, lo
que hace que con asiduidad existan problemas organizativos y se
afecte el estado de salud de los niños y las niñas, en particular
cuando no se solicitan los criterios de las instancias públicas de la
salud, y se hace a veces por una persona que ni siquiera es educador.

Lo más interesante de todo esto es que los clásicos de la


educación infantil, expresaron su inquietud en este sentido, algo que
algunos en la actualidad parecen haber olvidado. Así, por ejemplo,
Fröebel planteó que en el Kindergarten en su sala de juegos debía
corresponderle a cada niño o niña 0,66 metro cuadrado. Las
hermanas Agazzi refirieron que el espacio cubierto del centro debía
tener al menos 4 metros cuadrados, y l0 en el espacio abierto,
incluyendo el jardín. Que estas cifras no se ajusten apropiadamente a
los criterios actuales, en nada demerita la lucidez de estos
planteamientos.

El sobrepasar la capacidad de los centros, y específicamente del


salón, puede conducir al hacinamiento, el cual resulta en extremo
perjudicial para el estado de salud y emocional de los niños y las
niñas, en especial en los grupos de edad temprana, del primero al
tercer años de vida, es decir, del nacimiento hasta los tres años. En
los grupos mayores también resulta muy negativo, pero en alguna
medida estos niños y niñas se saben “defender”, y buscan
posibilidades de acción que los más pequeños no pueden, ni saben,
como resolverlas.

En resumen, la capacidad de un centro infantil es un asunto bien


serio a considerar dentro de su proyecto educativo, y no puede ser
determinada por alguien improvisado, sino bajo un profundo
conocimiento de la edad y de las implicaciones que la misma tiene
para su estado de salud y desarrollo general.

Un segundo aspecto a considerar dentro de la capacidad de un


centro infantil se refiere al aprovechamiento de esta capacidad, a la
no subutilización de la capacidad instalada, lo cual constituye un
problema social, puesto que, hacer funcionar un centro por debajo de
sus posibilidades de atención, se convierte en una situación seria
para una institución que presta un servicio a la comunidad.

Existen fórmulas para valorar el índice de utilización de un centro


infantil, las cuales son muy útiles para su análisis económico y social.

Una de ellas es la relación existente entre la capacidad y la


matrícula, y que se expresa por la fórmula:

M/C X 100

Este índice nos revela cuanto por encima de la capacidad


establecida es posible tener de matrícula, para no exceder el límite
aconsejable. Si un centro infantil tiene una capacidad de 80 niños, y
su matrícula coincide con esta capacidad, lo más probable es que se
esté subutilizando dicha capacidad, pues no todos los niños asisten
todos los días, por los más diversos motivos: enfermedad, condiciones
climáticas, vacaciones de los padres, causas fortuitas, etc. El límite
más aconsejable suele estar entre un 15 a un 20% de matricula por
encima de la capacidad, para de esta manera posibilitar alrededor de
un 100% de sus posibilidades. Por supuesto, la variación etaria es
importante, y los grupos mayores, que suelen no faltar, han de tener
una matrícula por encima mucho más reducida que los grupos de
edad temprana, en particular el primer año de vida, que suele
inasistir con frecuencia, por su fragilidad y por la preocupación de los
padres, que cualquier motivo suelen no llevarlos al centro infantil.

Por supuesto, hay que prever que la matrícula tampoco sea


excesiva para garantizar el aprovechamiento de la capacidad, el
problema entonces no radica en aumentar el número de niños, sino
en trabajar con los padres para garantizar la asistencia.

Otra fórmula importante es la que relaciona la capacidad y la


asistencia, que se expresa mediante:

A/C X 100

Esta proposición nos indica realmente cual es el aprovechamiento


de la capacidad instalada. Siguiendo el ejemplo anterior, si hay un
centro infantil que tiene una capacidad de 80 niños, y solamente le
asisten diariamente alrededor de 60-65 niños, tendrá un
aprovechamiento de la capacidad de un 75 a un 82% en números
redondos, lo cual es bajo y significa que hay una subutilización de la
capacidad instalada.

El rango aceptable de utilización de la capacidad nunca ha de ser


menos de un 85%, empezando a considerarse como bueno cuando
supera el 90% o más. De nuevo incrementar la matrícula no es la
solución para resolver el problema del aprovechamiento, sino trabajar
con los padres para resolver esta situación.

La última proporción a considerar es la relación que existe entre


la asistencia y la matrícula, y que nos da un índice de como se
comporta cualitativamente el problema de la asistencia al centro
infantil, y que se expresa mediante:

A/M X 100

Considerando el ejemplo anterior, si el centro infantil de


capacidad 80, tiene una matrícula aconsejable de un 20% mas, es
decir, 96 niños, y le asisten solamente 60-65 diariamente, tiene
entonces un indicador del 70 al 75%, lo cual también es bajo, y
requiere de un trabajo consistente con los padres para superar esta
deficiencia. El rango de este indicador siempre ha de superar el 80%
para valorarse como bueno.
Estos tres indicadores se manejan interrelacionados, y nos
revelan la efectividad del centro como institución social, y la medida
en la que funciona a su más conveniente nivel. Por lo general estos
indicadores también tienen una valoración económica importante, y
sirven para muchas decisiones de dirección.

En los centros de iniciativa privada el análisis de estos


indicadores también resulta de consideración relevante, porque en
cierta medida reflejan si el centro es costeable o no, si se está
excediendo lo técnicamente aconsejable, si hay una apropiada
distribución del tiempo de trabajo del personal, entre otros aspectos a
valorar.

Un último aspecto a considerar en cuanto a la capacidad de un


centro infantil es básico no pasar por alto, y conduce por lo general a
dos importantes preguntas:

 ¿A cuanto debe ascender la capacidad máxima de una


institución para los niños de estas edades?
 ¿Cuál debe ser el rango máximo de capacidad de un
salón para estos niños y niñas?

La capacidad máxima de un centro infantil está relacionada con


muchos factores técnicos, y no solamente los constructivos y
materiales, entre ellos se encuentran:

 La superficie vital, como ya se ha señalado.


 Condiciones materiales que respondan adecuadamente a
las necesidades del trabajo educativo.
 La disponibilidad del personal, y la apropiada proporción
de este con respecto al número de niños y niñas.
 El nivel técnico de las educadoras y auxiliares
pedagógicos.
 Las particularidades socioculturales de la comunidad en
que se encuentre enclavado el centro.

Estos son solamente algunos de estos factores, que de conjunto


determinan la capacidad óptima que se puede asumir dadas las
condiciones existentes. No obstante, las propias particularidades de la
edad, y la función social que ha de cumplir el centro, son elementos
que es necesario conjugar en esta valoración

El centro infantil desde sus inicios se concibió para grupos


pequeños, que permitieran una interrelación estrecha entre los niños
y niñas y los adultos que los educan. Es decir, más que el ambiente
físico, la preocupación radica en el ambiente humano, el cual puede
ser seriamente afectado cuando existen grupos etarios
excesivamente numerosos. Fröebel preconizaba que los grupos
debían ser de l5 o 20 niños, con una alta proporción de “jardineras”,
las Agazzi, que trabajaban con niños de clases desfavorecidas
señalaban la posibilidad de 30 niños para una institutriz y una niñera,
además de la cocinera, Decroly planteaba que no debían exceder de
20 a 25 niños y niñas, Montessori señaló grupos heterogéneos (de
varias edades) también pequeños como el modelo froebeliano.

Esto nos lleva a plantear que la educación inicial siempre se ha


concebido para instituciones relativamente pequeñas, que permitan
una interacción directa y estrecha del personal educador con los
niños y niñas, y la posibilidad de un tratamiento individualizado. Pero
la realidad social impone necesidades, y se hace preciso conjugar
unos y otras posibilidades.

Un estudio general de los diferentes proyectos educativos en


varios países parece indicar que la capacidad máxima de un
grupo de niños y niñas en estas edades no debe exceder de
30, lo cual, por supuesto, está estrechamente relacionado con la
proporción del personal educativo que puede atenderlos. Si se
considera que, en muchos proyectos educativos los grupos etarios se
organizan por años de vida, lo cual significa seis de estos grupos, el
máximo de capacidad entonces sería de 180 niños para todo
el centro infantil, cifra que parece ser el límite para este tipo de
institución.

La experiencia ha demostrado que, cuando se excede esta


capacidad, el centro infantil comienza a tener problemas en su
organización y desarrollo del trabajo educativo, que no se resuelve
con el incremento del personal. El problema radica en que el niño y la
niña de estas edades tienen características y necesidades que
requieren de una acción técnica individualizada, con un contacto
afectivo estrecho y directo, que en los conglomerados grandes suele
fácilmente perderse.

La proporción entre el número de niños y niñas y el personal


educativo que puede atenderlos, es un tema que ha de ser tratado en
este módulo cuando se analice la organización y distribución del
personal en el centro infantil.

2.1.3 El diseño y el ambiente del centro infantil.

El ambiente del centro infantil se puede considerar desde dos


puntos de vista:

1º. El ambiente humano, fundamentalmente dado por la relación


entre los niños y las niñas y los adultos que los atienden y educan.

2º. El ambiente físico, que se relaciona directamente con la


organización, distribución y funcionamiento de los factores
materiales, principalmente el espacio.
El ambiente humano constituyó siempre la principal preocupación
de aquellos que promovieron la educación de los niños de las
primeras edades en una institución infantil, de manera mucho más
acentuada que otros aspectos del ambiente. En este sentido Fröebel
llegó a plantear que el medio físico no es lo más fundamental, sino lo
que se produce a partir de ese ambiente, y explica en cierta forma el
porqué las alusiones de Fröebel a las particularidades de como
organizar el ambiente físico sean realmente escasas en su obra.

Para Fröebel lo principal era el ambiente humano, por ser el


centro infantil un lugar eminentemente formativo, más que de simple
atención al cuidado del niño y la niña.

En este sentido más general no hay nada que oponer al criterio


froebeliano, al plantear de que no es condición suficiente el tener
buenas condiciones materiales, si no existe una apropiada
interrelación humana entre los niños y niñas y sus educadores, si no
hay una atmósfera comprensiva, un trato personalizado, un medio
estimulante. Es bien conocida la experiencia de R. Spitz en su estudio
de la separación materna de los niños y niñas que ingresan a
instituciones, que encontró serias deficiencias físicas e intelectuales
en dichos niños, a pesar de que las condiciones materiales de
atención eran óptimas. El trato mecánico e impersonal de quienes los
atendían, unido a criterios desacertados desde el punto de vista
técnico, fueron factores relevantes para el cuadro encontrado por el
psicoanalista francés en sus estudios en tales instituciones.

Por lo tanto, ambiente físico y ambiente humano positivos son


indispensables en la formación y educación de los niños y niñas en el
centro infantil.

Estos dos aspectos están determinados por el proyecto curricular


y el proyecto educativo, y se conjugan para determinar lo que se
conoce como el clima emocional y educativo del centro infantil.

El clima emocional del círculo infantil puede definirse como el


resultado de la unidad dialéctica de los factores humanos y
ambientales, que determina la consecución de una atmósfera en el
centro infantil, propicia para un sano desarrollo de la personalidad de
los niños y niñas, su bienestar psicológico, y estimuladora del proceso
de apropiación cognoscitiva que se da como resultado del trabajo
educativo. Los factores componentes del clima emocional son:

CLIMA EMOCIONAL DEL CENTRO INFANTIL


Como se destaca en el cuadro anterior, el clima emocional del
centro infantil tiene que ver con diversos factores: ambientales o del
medio circundante, organizativos, psicológicos y pedagógicos,
sociales, cuya acción de conjunto determina que el mismo tenga una
atmósfera propicia para la labor educativa y para la estancia feliz de
los niños y niñas.

En el presente módulo se han de analizar variados aspectos que


tienen que ver de manera estrecha con el clima emocional, directa o
indirectamente, y que poseen una importante significación para el
funcionamiento de la institución.

El diseño del centro infantil y su concepción arquitectónica ha de


corresponder con lo que es recomendable desde el punto de vista
psicológico - pedagógico y organizativo, para promover su mejor
funcionamiento y de la labor educativa que se realiza. Con cierta
frecuencia se tiende a restarle importancia al diseño del centro
infantil, o que las soluciones organizativas han de resolver las
dificultades que pudieran presentarse por motivos de la estructura de
la instalación. Si bien es valedero que lo básico son las acciones de
tipo organizativo, no es menos cierto que los factores de diseño
pueden causar serios problemas cuando no se ajustan a lo
técnicamente aconsejable para el proceso educativo. Un ejemplo de
esto es el tema anteriormente tratado del comedor centralizado.

Este diseño ha de responder, como se ha dicho anteriormente a


tres factores:

1. Los referentes a las particularidades y necesidades de los


niños y niñas.

2. Los concernientes a la realización del trabajo educativo

3. Los relacionados con la dirección y organización del centro


infantil.

Por lo general, el mejor tipo de instalación para un centro infantil


es la de una sola planta, pues esto no solo favorece la actividad de los
niños, sino también la función de control y regulación de la actividad
general del centro, además de facilitar la labor y el esfuerzo corporal
del personal docente y de dirección.

En este sentido, son interesantes los datos aportados por una


investigación realizada por F. Martínez y S. León, que con vista a la
normación del proyecto para la construcción de los círculos infantiles
en Cuba, requirió el estudio del puesto de trabajo de la directora del
centro. Entre los datos más resaltantes se destacó el hecho de que el
33% de su horario laboral la misma estaba de pie observando el
trabajo, o caminando por las distintas dependencias, y que caminaba
alrededor de unos l0 kilómetros diarios, esfuerzo corporal que se
agudizaba en los centros que tenían dos plantas, por la frecuencia
con que debía al día de subir y bajar escaleras. Estos datos
determinaron consideraciones para concebir que los centros
preferentemente fueran de una sola planta, lo que significó la
disminución de la fatiga y posibilidad de un mejor trabajo en su
jornada laboral.

Pero en ocasiones, por falta de espacio, o por solo contar con una
instalación de este tipo, no queda otro remedio que tener el centro
con dos pisos, lo que implica una labor organizativa mucho más
compleja para poder satisfacer los requerimientos necesarios.

El diseño ha de posibilitar varios aspectos organizativos


fundamentales:

 Que el centro infantil cuente con todas las dependencias


indispensables para su funcionamiento óptimo.
 Que exista una separación entre las áreas de actividad de
los niños, las áreas administrativas y de servicios.
 Que los locales administrativos (dirección, oficina, etc.)
estén en una zona de fácil acceso a los padres de familia y otras
personas, sin que sea necesario atravesar las zonas dedicadas
al juego y actividad de los niños.
 Que las zonas de servicio (lavandería, cocina, almacén,
etc.) estén delimitadas y no permitan el acceso libre de los
niños y las niñas.
 Que exista la posibilidad de fácil control visual de las
zonas de los niños y las niñas y de acceso al centro, por parte
del personal de dirección.
 Que el acceso al centro desde el exterior pueda ser
controlado de manera eficiente sin tener que desviar la
atención de otras tareas.
 Que se pueda brindar un nivel adecuado de atención sin
que ello requiera un incremento de personal.

Estos son algunos de lineamientos básicos para el diseño del


centro, y que organizativamente se facilitan más cuando el centro
infantil es de una sola planta.

En algunos casos excepcionales, por circunstancias


fundamentalmente de espacio, se construyen centros infantiles de
tres plantas, o la casa de que se dispone tiene esas condiciones.
Obviamente la labor organizativa aquí es mucho más complicada, y
exige un mayor esfuerzo físico y mental por parte del personal. De ahí
que no sea recomendable hacerlo, aunque de no quedar otra
posibilidad, se requiere la elaboración de un proyecto de organización
bien pensado y comprobado.

Las áreas exteriores del centro infantil tienen una relación


significativa con el diseño, por lo que merecen un estudio particular.

Dadas las particularidades del desarrollo de los niños y niñas de


estas edades, la permanencia de estos en las áreas exteriores ha de
facilitarse en la mayor medida, pues es en relación directa con el
medio circundante, con el sol, las plantas, el aire natural, que
encuentran las mejores condiciones para su actividad y su bienestar
emocional.

El proyecto curricular ha de contemplar que la mayoría de las


actividades de los niños y las niñas transcurran en las áreas
exteriores, y que las salas solo sean utilizadas para aquellas
actividades que requieran condiciones específicas y para la
satisfacción de los procesos de necesidades básicas, como la
alimentación o el sueño. El proyecto educativo, y dentro de éste, el
diseño del centro, ha de posibilitar la existencia de amplias áreas
exteriores, con fácil acceso por parte de los niños, y sin riesgos
potenciales de accidentes.

No obstante, con harta frecuencia se observan centros que, aún


teniendo las posibilidades de contar con áreas exteriores, estas son
insuficientemente utilizadas, transcurriendo la vida diaria de los niños
y las niñas dentro de la sala. Esto no es solo una mala decisión
educativa, sino a la vez en contra de la salud de los niños.

De no existir áreas exteriores que faciliten la actividad de los


niños, el proyecto educativo ha de contemplar la posibilidad de que,
dentro de la instalación, existan lugares, como pasillos amplios,
terrazas, etc., que realicen la misma función. Por lo tanto, se
requieren soluciones de diseño u organizativas cuando el centro
infantil carece de aquellas.

Esto a su vez, también tiene que ser considerado en el proyecto


educativo del centro, aunque cuente con áreas exteriores, para
aquellas situaciones climáticas o ambientales que requieren la
permanencia de los niños en el espacio interior.

De acuerdo con el proyecto curricular esta área exterior puede


estar o no estar estructurada por zonas, atendiendo a diversos
criterios. Estas zonas pueden ser:

 Área libre, generalmente con césped o parcialmente


cementada, para la actividad independiente grupal e individual,
y que permite fácilmente el desarrollo de la actividad motriz.
 Área de ubicación de elementos y equipos estructurados
de juego, como columpios, toboganes, deslizaderas, tiovivos, y
de la actividad física gruesa, como son escaleras, colgaderas,
neumáticos coloreados, y de construcciones para la actividad
de los niños, como laberintos, casas de muñecas, etc. Estos tres
tipos de elementos pueden o no situarse en una misma zona, lo
cual depende de variados criterios.
 Áreas de agua y arena, para los juegos de este tipo.
 Áreas para la realización de los juegos de roles y
dramatizados, que pueden o no, de acuerdo con el modelo
curricular, ser estables o cambiantes.
 Área del huerto del centro infantil, la cual puede o no
tener anexa un área para el cuidado de animales.
 Área propiamente de jardín, con fines de ornato, o en
algunos casos, para delimitar unas zonas de otras.

La realización de las distintas actividades del centro infantil


pueden requerir la existencia de áreas para las labores de servicio,
como son las de la lavandería, las de la cocina, las de suministro de
recursos materiales, etc., que también suelen ubicarse en el exterior.
En este caso, han de estar delimitadas y sin posibilidad de acceso
directo por parte de los niños.

Las áreas exteriores de los niños han de ser estimulantes y


propicias para su actividad, y contar con los recursos indispensables
para garantizar este propósito. Ello no requiere de implementos
sofisticados ni industrialmente elaborados, y con muchos recursos,
desechos y materiales reciclables, como troncos, sogas, neumáticos
viejos, cajones, partes de vehículos, entre otros tantos, pueden
diversificarse las opciones de juego para los niños y las niñas.

En aquellos centros infantiles cuyas condiciones lo permitan,


incluso los procesos de satisfacción de necesidades básicas como la
alimentación y la siesta, pueden ser realizados en el área exterior,
para lo cual solo basta con tomar algunas medidas organizativas
simples para garantizar su eficiente realización.

Existen centros, especialmente en los países cálidos, que tienen


una alberca o piscina en el área exterior, para la realización de las
actividades de natación de los niños y las niñas, la cual ha de estar
convenientemente delimitada para impedir que algún menor
deambule solo por la misma. El proyecto curricular ha de considerar
las posibilidades de llevar a cabo este tipo de actividad tan
beneficiosa para los pequeños, la cual ha de organizarse de manera
conveniente.

Finalmente, no es de olvidar la higiene que ha de primar en las


áreas exteriores, las cuales deben mantenerse limpias y libres de
objetos inservibles, así como de diversos peligros potenciales de
riesgo de accidente, tales como latas cortantes, desniveles bruscos,
conductos eléctricos no protegidos, fosas o pozos no delimitados,
acceso a zonas de servicio, cercas en mal estado, entre otros tantos.

2.1.5 Las dependencias generales del centro infantil.

Dentro del diseño de la institución infantil la estructuración y


organización de sus dependencias generales revisten particular
importancia, pues de ello depende el funcionamiento del centro como
una institución social. Por lo general, estas dependencias constituyen
la parte más estable de su proceso de organización, pues no suelen
variar en relación con su modelo curricular. En este sentido,
independientemente de que la organización del proceso educativo
pueda responder a un modelo dado, el centro infantil como tal es una
institución de servicio que brinda una atención social, y que requiere
de diversas dependencias para su eficaz funcionamiento.

En la descripción y análisis de estas dependencias, se parte del


criterio de considerar un centro infantil grande, con una capacidad
aproximada de 180 niños, y que cuenta con todos los grupos etarios,
desde los niños lactantes hasta el grupo preparatorio para la escuela
y que, por lo tanto, requiere la mayor plantilla de personal. Estos
centros suelen ser los de subordinación estatal, aunque existen
centros de la iniciativa privada que son tan grandes como estos. Pero,
la generalidad es que los centros particulares tienden a ser mucho
más pequeños que los de subordinación estatal, y en este caso no
tienen todas las dependencias de aquellos.
Pero, tanto para uno como para otro, existen principios en cuanto
al diseño y organización de las dependencias, que son comunes a
ambos tipos de institución.

En términos generales, las dependencias del centro infantil se


pueden agrupar en tres zonas básicas:

 La zona docente - administrativa y de salud.


 La zona de servicios.
 La zona de actividad de los niños y las niñas.

A estas zonas pueden agregarse otras dependencias que pueden


tener un carácter no habitual, como puede ser un local de
experimentación, un gabinete dental, un salón de reuniones de la
comunidad, etc., y que se relacionan con las propias particularidades
de la comunidad educativa, pero que no suelen formar parte de la
mayoría de los proyectos educativos, por lo que no serán objeto de
estudio en este módulo.

La zona docente - administrativa y de salud comprende las


oficinas de dirección y administración, el gabinete metodológico y el
consultorio médico.

 Las oficinas de dirección y administración.

Estas dos dependencias, que tienen una labor estrechamente


interrelacionada, pueden estar ubicadas en un mismo local, o en dos
distintos. Generalmente, cuando por la pequeñez del centro infantil
no se facilita, ambas se ubican en un único local, lo cual también
sucede cuando las dos funciones recaen en la directora del centro.

La dirección centraliza toda la gestión y funcionamiento


administrativo y pedagógico del centro, y constituye el lugar de
reunión obligada para la discusión del plan de trabajo y con las
personas que tienen que ver con el centro, ya sean padres de familia,
funcionarios, etc.

La ubicación en el diseño del centro infantil ha de posibilitar que


la directora, desde su propia oficina, abarque la mayor parte de la
actividad del centro mediante la simple observación visual, lo que
posibilita una regulación más eficiente del trabajo y con menor
esfuerzo físico. Es por ello, que generalmente se ubica lo más próximo
posible al hall de entrada del centro infantil, lo cual sirve, además,
para el control del acceso al mismo desde el exterior.

La dirección puede o no tener un local anexo para pequeñas


reuniones de trabajo, o para entrevistar a los padres de familia en
condiciones de total privacidad.
La oficina de la administración, caso de estar separada, ha de
ubicarse preferentemente anexa a la de la dirección, pues por el
contenido del trabajo que ahí se realiza ha de intercambiar con
frecuencia con el director del centro. En algunos países los centros
grandes tienen un cargo para estas funciones, que suele denominarse
administrador, subdirector administrativo o similar, y que tiene que
ver con el control de los recursos, los aspectos administrativos del
personal, la atención de las necesidades materiales de la institución,
entre otras tareas.

 El vestíbulo.

Generalmente situado aledaño a la oficina de dirección,


constituye la vía de acceso del exterior al centro infantil. Desde el
momento que significa la entrada a la institución, ha de propiciar una
favorable impresión de higiene, ornato y organización, por lo que
resulta bien importante su atención.

El vestíbulo es el lugar ideal para brindar información a los padres


de familia, por lo que en el mismo ha de situarse un tablero donde
puedan colocarse las diferentes comunicaciones: avisos de reuniones,
consejos sobre la educación de los hijos, el reporte de la alimentación
diaria de los niños y niñas, fotos de niños y actividades, entre tantos.
En algunos centros suele colocarse un buzón para que los padres
dejen por escrito cualquier solicitud, inquietud o sugerencia, así como
un pequeño estante para libros y publicaciones sobre la educación de
los niños de estas edades, asequibles y comprensibles, y que pueden
consultar los padres de familia si tienen necesidad de permanecer
durante un tiempo en la recepción.

En algún que otro país se observa que en el vestíbulo se coloca


un lugar de recibimiento de los niños, donde varios miembros del
personal docente y del equipo técnico del centro, intercambian con
los padres de familia, recogen las bolsas de ropa que los niños y niñas
han de usar en el día, se ausculta u observa a los pequeños para
detectar si están o no enfermos, se les brinda o recoge información a
los adultos, etc. Esto obviamente causa retraso en la incorporación de
los niños y niñas, lo que suele provocar aglomeraciones o filas de los
padres y sus hijos, con sus consecuentes incomodidades, elevación
del nivel de ruido, a veces discusiones, entre tantos otros factores
negativos.

La situación incluso se agudiza cuando, en lugar de ya pasar el


padre o madre con sus hijos al interior del centro, se llama y espera a
que venga un personal del grupo, por lo general una auxiliar, a
“recoger” al niño o niña. Esto, además de complicar la organización
en el vestíbulo, acarrea efectos negativos en el trabajo educativo,
entre los que se señalan:
 Al “entregar” al niño en el vestíbulo se da una ruptura del
proceso educativo, pues los padres de familia no pueden
interactuar directamente con el personal que atiende a sus
hijos, lo que crea incomunicación y falta de relación afectiva
entre todos los que intervienen en su educación.
 Convierte al centro en una institución cerrada, en la que
los padres de familia no tienen acceso directo a los lugares
donde se desenvuelve la vida de sus hijos gran parte del día, ni
al diálogo cotidiano con sus educadores.
 Psicológicamente, hace del niño un “objeto”, que se
entrega y recoge diariamente, y que le va creando en su mente
la idea de que existe una separación entre su hogar y el lugar
donde lo educan.

El principal argumento que se esgrime aparte de las acciones


administrativas que se realizan en este tipo de planificación del
acceso de los niños y niñas, son los problemas de salud y la
necesidad de su control médico diario para permitir la entrada de
cada niño o niña, pero esto puede resolverse a través de otras vías
organizativas que no impliquen esta negativa manera de actuar, lo
que se ha de analizar en el siguiente acápite.

 El consultorio médico.

La atención de salud al centro infantil se brinda de tres maneras


principales:

a) No existe como tal, y el control médico se resuelve en las


instancias de salud, funcionando la institución como simple receptora
de las indicaciones que los diferentes facultativos envían mediante los
padres de familia.

b) El médico visita regularmente la unidad, haciendo los controles


de salud establecidos para los niños y niñas, así como las acciones
médicas previstas. Esto puede o no acompañarse de la labor de
enfermería.

c) El médico pertenece al staff del equipo técnico del centro


infantil, a veces con la inclusión directa de una enfermera, que le
apoya en su labor.

Las dos últimas variantes implican la necesidad de tener en el


centro un local destinado a estos fines, y que suele recibir diversos
nombres: consultorio, enfermería, sala de control médico, entre otros.

La labor del médico y la enfermera en la institución está regida


por los más diversos reglamentos o indicaciones, los cuales serán
descritos en este módulo en su acápite correspondiente. Ahora solo
corresponde señalar que el local donde se realice esta actividad ha de
ser un lugar ameno, bien iluminado y con apropiada ventilación, y
donde los diferentes murales y promociones de salud que se ubiquen
en las paredes deben ser sencillas, estéticamente agradables y no ser
“impresionantes” para los niños y niñas. El consultorio suele ser un
lugar cargado de ansiedad para los pequeños, que con frecuencia lo
rechazan, por lo que el intercambio apropiado del personal de salud
con los educadores del grupo, y de estos con los niños y niñas es
fundamental para permitir un eficaz desarrollo de las acciones
médicas.

Este local - consultorio puede tener una zona interior delimitada


para la atención de los niños y niñas que de súbito presentan
síntomas de enfermedad, y que han de esperar a ser recogidos por
los padres en un tiempo corto. Esta zona puede a su vez ser un
pequeño local anexo, en el que se sitúen un par de camitas y un
asiento para el adulto que temporalmente los cuida. La ambientación
de este pequeño espacio debe ser bien amena, pues el pequeño se
da cuenta que está enfermo y de que lo han situado en un lugar que
ya de por sí le es preocupante.

Un aspecto importante es el trato individual a cada niño o niña,


evitando llevarlos en grupo, pues los que esperan se van
intranquilizando con lo que observan le hacen a los que les preceden,
en particular si esto implica acciones de vacunación o de otro tipo que
suelen atemorizarlos. En el caso de existir un gabinete dental en el
centro estas precauciones deben reforzarse, pues la acción del
odontólogo es especialmente temida, no solo por los pequeños, sino
incluso por los adultos, que de una forma u otra trasmiten sus
aprehensiones a estos.

El control médico de los niños y niñas en su acceso diario al


centro puede resolverse mediante la enfermera, que ubicada
convenientemente a la entrada puede mediante la palpación y la
observación de signos en el menor, valorar su estado visible de salud,
dentro de una situación favorable de recibimiento inicial. Esto supone
el dominio por parte de la enfermera de técnicas para hacer este
examen rápido y confiable. La experiencia cubana en el círculo
infantil, que sigue este procedimiento, ha comprobado su validez, y
evita así que la llegada al centro infantil resulte desagradable para los
niños y las niñas.

 El gabinete pedagógico.

El gabinete pedagógico o metodológico es un local que sirve para


la preparación diaria y periódica del personal técnico y docente del
centro, al que se acude de acuerdo con el sistema organizativo
establecido. Es un lugar de intercambio y reuniones técnicas, y de
estudio individual de cada miembro del equipo.

En este local suele también situarse la bibliografía de trabajo del


personal, y la que corresponde al estudio y consulta, tales como
libros, publicaciones diversas, resúmenes, así como también
documentación relacionada con el proceso educativo. En los diversos
anaqueles se sitúan, además, objetos y materiales didácticos,
muestras de juguetes que se utilizan en la labor educativa, etc.

En el gabinete hay con frecuencia un tablero o mural dirigido al


personal docente y técnico para ubicación de avisos, consejos
técnicos, materiales significativos, horario de las diferentes reuniones
técnicas, y cualquier otra comunicación importante que se considere
oportuno reflejar.

Este local puede ser ubicado en cualquier zona del centro, salvo
la de servicios, y se ha de procurar que reúna condiciones que
posibiliten el silencio y el estudio de sus ocupantes transitorios. El
gabinete no constituye un lugar de acceso de los niños y las niñas,
por lo que hay que garantizar mantenerlo cerrado cuando no esté
algún adulto trabajando en el mismo.

La zona de servicios comprende variadas dependencias, entre


las que se encuentran:

 La cocina general.
 La cocina dietética para la alimentación de los lactantes.
 La lavandería y su zona de secado al exterior.
 El comedor de empleados.
 El baño y taquilla de empleados.
 Las bodegas o almacenes: de víveres; de productos
perecederos: tubérculos, vegetales, frutas; de productos no
alimenticios (de uso general, de recursos y materiales).
 Patio de servicios.
 Dependencias varias (de carácter no habitual).

La cocina general es una de las dependencias de servicio que


tiene una organización más compleja, pues en ella se prepara la
alimentación de los niños a partir del segundo año de vida y del
personal. En aquellos centros infantiles de jornada completa funciona
prácticamente durante todo el horario de trabajo, y algunas veces se
le asigna un doble turno de su personal específico, lo que complica
aún más su labor.

Es en la cocina general, junto con la dietética de los lactantes,


donde los lineamientos higiénico - sanitarios han de ser cumplidos
con su más exquisita exigencia, pues su no seguimiento puede
provocar que se sucedan diversos problemas: contaminación de
alimentos, con su consecuente pérdida, accidentes diversos, etc. A su
vez, ello puede traer como resultado que se produzcan intoxicaciones
alimentarias en los niños y niñas, así como afectaciones en su estado
de salud.
El centro infantil ha de tener un reglamento higiénico -
sanitario que norme, entre otras cosas, los procedimientos de
higiene de la cocina general y la dietética, para evitar el
desconocimiento o la introducción de criterios desacertados en su
labor, el cual ha de ser de estudio constante del personal
manipulador de alimentos. A su vez ha de tener igualmente un
reglamento que establezca la forma de manipular y preparar los
distintos alimentos, y el uso de procedimientos para su cocción y
servido.

Por supuesto, la existencia de un manual de dietas que señale


los distintos menús a preparar para la alimentación de los niños,
científicamente concebido para satisfacer todos los requerimientos
nutricionales de los niños, es también de absoluta necesidad.

Lo más importante de estos tres documentos es que regulan la


labor de la alimentación y su realización, y que impiden que las cosas
se hagan por libre criterio, los cuales pueden ser a veces muy
apartados de lo técnicamente aconsejable.

El hecho de que, cada vez que un alimento en su elaboración


retrocede a una fase anterior de este proceso tiene grandes
posibilidades de contaminarse, obliga en el diseño de la cocina a
seguir el principio de la marcha adelante. Esto quiere decir que el
alimento que empieza su proceso de preparación tiene que ir siempre
hacia delante, sin volver atrás, hasta que sale listo para servir de la
cocina. Desde este punto de vista la distribución de zonas en la
cocina ha de seguir la siguiente ruta:

 Área de preelaboración (generalmente situada en el


exterior y anexa a la cocina).
 Área de alimentos crudos.
 Área de cocción.
 Área de alimentos cocinados.
 Área de servir.
 Área de agua y leche.
 Área de jugo.
 Área de fregado.

Obviamente, el diseño arquitectónico de la cocina ha de seguir


esta ruta, para garantizar que el principio de la marcha adelante sea
cumplido de manera eficiente. Por supuesto, cuando se trata de una
casa adaptada esto es bastante difícil de poder ser habilitado de esta
manera, si bien pueden hacerse algunas modificaciones estructurales
que permitan en cierta medida cumplimentar el principio.

La cocina general ha de estar aislada, tanto del comedor como de


otras dependencias exteriores, lo cual generalmente se resuelve con
el uso de mallas milimetradas en puertas y ventanas, que impidan el
paso de vectores (moscas, roedores, etc.) y de factores climáticos
adversos (polvo, corrientes de aire, entre otros). El acceso al comedor
suele propiciarse mediante una pequeña ventana de vaivén en la que
se sitúan los platos y bandejas que se utilizan para servir los
alimentos, u otro medio semejante que posibilite igual función. Esto
es particularmente importante en relación con el comedor de los
adultos, que generalmente se ubica en un local anexo a la cocina
general.

En el caso de que exista el servicio de alimentación en los salones


de los grupos, los depósitos del carro - termo han de ser llenados y
tapados dentro de la cocina, y luego ubicados en el carro.
Corresponde al personal manipulador de alimentos el servirlo en los
distintos grupos, para lo cual ha de tomar las medidas higiénicas
correspondientes.

La organización del servicio de alimentación toma como base el


horario de vida de los niños y niñas, y sobre esta base se planifican
todas las acciones a realizar por el personal manipulador de
alimentos, el técnico y el administrativo, desde la selección de los
menús, el escogimiento y distribución de los comestibles, la
preparación de los mismos, el tiempo de iniciar la cocción de cada
uno de los distintos alimentos para garantizar sus condiciones
órganolépticas, su servido, entre otras.

Por esto, en la cocina ha de existir un mural en el que han de


estar situados estos horarios de vida, el horario general de la cocina,
así como otros avisos importantes, como es la relación de las
intolerancias alimentarias de los niños y niñas en cada grupo, y su
sustitución apropiada por otro tipo de alimento.

Desde el punto de vista higiénico - sanitario el personal


manipulador de alimentos (cocinero, ayudantes, etc.) ha de utilizar
ropa blanca para sus funciones, así como tapabocas y gorras para la
cabellera. El acceso a la cocina ha de estar limitado para el personal
que no labora en la misma, y caso de necesidad de entrar, ha de usar
bata sanitaria y los mismos aditamentos del utilizado en el local.

La cocina dietética de lactantes, como su nombre indica se


utiliza para la preparación de la alimentación y las fórmulas de leche
de los niños del primer año de vida. Al igual que la cocina general ha
de estar dividida por zonas, como son:

 Área de cocción de alimentos.


 Área de preparación de las fórmulas de leche.
 Área de jugo.
 Área de servir.
 Área de fregado.

Por lo general el local de esta cocina se ubica anexo a la sala de


lactantes, comunicándose con esta mediante una pequeña ventana
por la cual se trasladan los alimentos y se recolectan los platos y
bandejas vacíos. En esta cocina, y aún con mayor rigor es necesario
preservar su aislamiento y sus condiciones higiénico - sanitarias, por
la vulnerabilidad de los niños y niñas a los cuales presta servicio.

A pesar de estar destinada a un solo grupo, la organización de la


cocina dietética es muy compleja, dado que los subgrupos de
lactantes tienen diferentes horarios, y requieren de su alimentación a
diferentes horas.

Las mismas regulaciones vigentes para la cocina general se


aplican a la dietética, en cuanto al acceso, higiene, vestuario del
personal, etc. Generalmente existe una persona especializada para
esta tarea, llamada pantrista o cocinera dietética, y en algunos
lugares corresponde a la enfermera el preparar las fórmulas de leche,
o comparte esta tarea con la pantrista.

La lavandería y su zona exterior de secado de las ropas, se


habilita en aquellos centros que brindan el servicio de proporcionar el
vestuario a los niños y niñas durante el día, y también para toda la
lencería que se utiliza en el centro infantil, en particular la de los
lactantes, así como la de aseo de los grupos.

Su organización requiere de diversos controles para la guarda y


cuidado de todo este material, así como la designación de quienes y
de que manera se intercambia y solicita dichas prendas de vestir y de
uso diario de la institución.

El diseño del centro infantil ha de contemplar que la lavandería y


su zona anexa de secado se ubiquen separada de la zona de actividad
de los niños y niñas, y que estos no tengan acceso directo a las
mismas.

El comedor de empleados se utiliza para todo el personal del


centro, sea técnico, administrativo o de servicios, y por lo general, se
ubica anexo al local de la cocina general para evitar el traslado de
alimentos.

Este local no requiere ser en extremo grande, pues


organizativamente ha de preverse su uso escalonado por los adultos.
Esto requiere de una correspondencia bien definida del horario de
vida de los niños y niñas con el del personal, para evitar la falta de
atención de los pequeños durante el período de la comida de dicho
personal.

El baño y taquilla de empleados ha de ubicarse en el área de


servicios, e igualmente fuera del alcance de la actividad de los niños
y niñas. Cada persona que trabaja en el centro infantil ha de tener su
propio casillero, y las facilidades de higiene y vestido han de
favorecer la privacidad de la misma. Es importante recordar que,
sobre todo en los centros de jornada extendida, se hace necesario
brindarle comodidades al personal, para evitar la fatiga y rechazo a la
actividad que realiza, pues esto redunda en perjuicio de los niños y
las niñas.

Las bodegas o almacenes han de situarse preferentemente en


el área de servicios, y su ubicación ha de depender de su función. Así,
el local de los víveres y el de los productos perecederos (vegetales,
frutos diversos, etc.) deben estar próximos o anexos a la cocina, para
evitar el trasiego innecesario de productos por el centro. Los de
productos no alimenticios, o el de recursos y materiales didácticos
para las actividades pedagógicas pueden estar en la zona
administrativa, pero nunca es aconsejable situarlos en el área de
actividad de los niños.

En todos los casos, e independientemente de los controles


internos, estos locales han de situarse donde se posibilite fácilmente
su control visual.

El patio de servicios es un espacio para la ubicación de


diferentes propósitos, como puede ser la caseta de basura y
desperdicios, la de las instalaciones hidráulicas, la de guardar los
instrumentos del jardinero, entre otros. A su vez este patio de
servicios puede tener un acceso al exterior, para posibilitar la entrada
de algún vehículo que regularmente traiga alimentos o útiles al centro
infantil, por lo que el diseño arquitectónico del proyecto educativo ha
de contemplar este multipropósito.

En el centro infantil pueden existir dependencias varias que


tengan una finalidad de servicio, y que pueden obedecer a
situaciones propias de la labor de dicho centro, de su función, de las
particularidades de la comunidad, etc. Por ejemplo, si el centro
funciona como una unidad docente del servicio de alimentación, o si
ejerce alguna labor social respecto a la comunidad en que está
enclavado, es posible que sea necesario tener algún local dispuesto
para ello, el cual ha de estar preferentemente en esta zona de
servicios.

Pero, si el centro cuenta con un cuarto de experimentación


porque se realicen investigaciones con los niños y niñas, el mismo ha
de estar en la zona de actividades de estos. De la misma manera si
ejerce una función de centro docente para la formación de personal
pedagógico, puede que sea necesario el tener un local de práctica
docente, el cual puede situarse anexo a la zona de actividad de los
pequeños, si bien el gabinete pedagógico puede igualmente ser
utilizado con este propósito.

La zona de actividades de los niños y las niñas es la más


importante de todo el centro infantil, y a la que hay que organizar de
la manera óptima. De como esta zona satisfaga sus necesidades e
intereses va a depender en mucho el clima emocional del centro y el
bienestar psicológico de los niños y niñas. Los componentes de esta
zona son principalmente:

Las áreas exteriores (que ya fueron analizadas en páginas


anteriores).

 Las salas o salones de los grupos.


 Los salones – dormitorios.
 La sala de actividades múltiples.
 Los vestidores.
 Los baños y locales de aseo.
 Los pasillos.

Existen modelos curriculares, como el sistema Montessori, que


establecen de manera definida como se ha de organizar la zona de
actividades de los niños, en particular los salones de los grupos. No
obstante, pueden establecerse principios y directivas generales de
diseño y organización, que son comunes a muchos modelos
curriculares, y en este sentido se ha de enfocar este análisis.

Las salas o salones de los grupos de niños y niñas


constituyen uno de los lugares principales de su actividad, algo que
en ocasiones se lleva al extremo y donde prácticamente se convierte
en el único, por la escasa utilización que se hace del área exterior
que, como ya se dijo anteriormente, ha de constituir el centro de la
actividad de los niños y las niñas, y donde debe transcurrir la mayor
parte de su tiempo en el centro infantil.

Por su importancia el salón del grupo ha de reunir las mejores


condiciones de diseño y organizativas, para posibilitar el desarrollo
más eficiente de las actividades que en el mismo se realizan. Un buen
salón de grupo ha de considerar:

 Estar diseñado para el grupo etario que le corresponde,


pues en dependencia de la edad ha de variar su estructura,
mobiliario, cromatismo, ventilación, insonorización, estética,
etc.
 Esté ubicado de manera tal que sea fácil su acceso, pero a
su vez lo suficientemente aislado para no interferir con la
actividad de los salones de los otros grupos.
 Responda por su extensión a la capacidad adecuada que
se le señala por el índice de superficie vital.
 Permita su cambio y transformación para posibilitar las
más disímiles actividades y procesos de satisfacción de
necesidades básicas.
 Carezca de peligros potenciales de riesgo de
accidentes.
 Se ajuste a las condiciones climáticas de localidad,
tratando de que sea una sala abierta, que posibilite al niño y la
niña observar lo que sucede en el exterior de la misma, con
amplias ventanas bajas y puertas de fácil manejo por los
pequeños.

Por su estructura y organización los salones de grupos pueden ser


de dos tipos:

 La sala de lactantes, o salón del grupo del primer año de vida


(0 a 1 año).
 Los salones de los demás grupos etarios, por años de vida
o por ciclos.

La sala de lactantes, por su especificidad requiere de un estudio


organizativo particular, pues su labor es realmente compleja, dado
que alberga pequeñitos que tienen cuatro horarios diferentes de vida:
el de 0 a 3 meses, de 3 a 6 meses, de 6 a 9 meses, y los mayores, de
9 a 12 meses.

Estructuralmente la sala ha de concebirse con un local principal


de actividades, un salón - dormitorio, el local de baño y aseo, y una
zona exterior de gateo y en ocasiones un vestidor.

La sala de actividades ha de llevar su mobiliario específico, y es el


único lugar donde los niños en el interior pueden caminar, por lo que
no es necesario que los adultos se cubran los zapatos o utilicen
zapatillas especiales. En esta sala ha de procurarse una pequeña
zona delimitada para que los lactantes puedan gatear, cuando las
condiciones climáticas impiden el uso del área de gateo exterior.

Los requerimientos higiénico - sanitarios más científicos


establecen que los niños de 0 a 1 año deben dormir en una cuna o
camita, que tenga al menos 10 cm. de separación del piso, para
evitar riesgo de contaminación. Sin embargo, en ocasiones se ven
centros en los que los lactantes (y los niños y las niñas de los otros
grupos) duermen en esterillas o colchonetas situadas en el suelo, y
muchas veces en contacto corporal unos niños y otros, lo cual es muy
propicio para la transmisión de enfermedades, en particular con estos
menores tan pequeñitos.

Las cunas o camitas han de situarse preferentemente en el local -


dormitorio que posee la sala, distribuyéndose las mismas por rangos
de edad, en los cuales los más chicos de 0-3 meses y 3-6 meses han
de ubicarse en la zona más tranquila y callada, por pasar gran parte
del día en el proceso del sueño.

En la zona de gateo, tanto exterior como interior, se hace


imprescindible por el adulto el uso de zapatillas o medias solo para
esta zona, pues los lactantes ponen sus manos en el piso, y la suela
de los zapatos puede trasmitir gérmenes diversos.
En algunos centros infantiles existe anexo a la sala un pequeño
local para amamantamiento por las madres de sus hijos, el cual ha de
reunir condiciones de higiene y privacidad, a la vez que se le debe
administrar a la madre una bata o delantal para evitar transmisión del
polvo y otros agentes patógenos. Si la madre ha de lactar dentro del
salón es imprescindible el uso de la bata sanitaria y el seguimiento de
las indicaciones higiénico - sanitarias existentes para este grupo.

El vestidor de lactantes también tiene condiciones específicas,


una de las más importantes es que se prevea el evitar corrientes de
aire, por lo que la mesa en la que se cambia al lactante debe situarse
apropiadamente o ubicarle algún protector que impida la exposición
directa del mismo a la intemperie.

El salón de lactantes está concebido para los niños y niñas desde


el nacimiento hasta que cumplen los doce meses. Esto obedece al
curso evolutivo del desarrollo, que en esta etapa termina con la crisis
del primer año de vida. En algún país se ha observado que los niños
de 12 a 18 meses son aún considerados como lactantes, y su salón se
organiza como una sala de este tipo, lo cual es un craso error técnico,
que lleva como consecuencia un retraso en el desarrollo de estos
niños y niñas, puesto que el programa también los valora como
lactantes.

El niño de 12 a l8 meses es un niño de edad temprana, con


particularidades y necesidades diferentes al lactante, por lo que
requiere condiciones programáticas y organizativas diferentes. Solo
así se garantiza apropiadamente su desarrollo.

La sala de lactantes tiene un gran número de disposiciones


organizativas y de requisitos higiénico - sanitarios que es imposible
relatar en el margen de este módulo, por lo que su ampliación puede
hacerse consultando los reglamentos higiénico – sanitarios y de salud
que existen, siendo recomendable el que se aplica en el centro
infantil cubano, el cual, por su nivel técnico es representativo para
este tipo de sala.

Los salones de los grupos del segundo al sexto año de vida tienen
requisitos diferentes a la sala de lactantes, y son locales mucho más
abiertos y directamente en contacto con el medio circundante.

Estos salones se organizan fundamentalmente atendiendo a la


edad de los niños y las niñas, en ocasiones se corresponde un local
con cada año de vida, y en otras se atiende a la estructura por ciclos,
dándose como consecuencia, niños y niñas de edades contiguas.
También en algunos casos, por condiciones de baja matrícula, o por
ubicarse el centro en regiones donde no hay muchos niños, se
organizan como un grupo múltiple para prácticamente todas las
edades.
En cualquier caso existen disposiciones organizativas que les son
comunes:

 El mobiliario ha de responder a las características físicas y


motoras de los niños y niñas, y a su adecuada proporción.
 Ser lo más funcional que sea posible, esto implica la
posibilidad de acomodarse y transformarse para distintos tipos
de actividades y conformación de grupos.
 Que sean significativos para los niños y las niñas, por su
ambientación y apropiada fuente de estimulación, lo que se
posibilita con los más diversos objetos.
 Tener una distribución interna del salón que posibilite la
vida organizada del grupo, con espacios libres no ocupados por
mesas y sillas, la ubicación de los rincones (en los casos en que
el modelo curricular así lo establezca) en una zona particular, la
adecuada colocación de los anaqueles, etc. En el caso de los
estantes se recomienda que su altura no deba sobrepasar más
de un metro de altura, pues de ser mayor se corre el riesgo de
accidente, pues pueden venirse abajo si algún niño se le ocurre
treparse al mismo.
 Tener un acceso directo con el área exterior.

Los salones - dormitorios son preferentemente los pertenecientes


a los centros infantiles con régimen de internado, puesto que en el
centro exclusivamente de matrícula externa, el sueño corresponde a
la siesta, la cual se organiza dentro del salón o zonas aledañas que lo
posibilitan, lo cual ha de ser objeto de estudio en la siguiente unidad
referente a la organización del proceso educativo.

Estos salones - dormitorios se organizan, como norma para todas


las edades, aunque en ocasiones se hacen por secciones: lactantes,
edad temprana, niños mayores infantiles. También como norma, el
personal que atiende estos salones no suele ser un personal docente,
sino de servicios, por lo que los requisitos organizativos han de ser
simples pero firmes y constantes.

La organización del salón - dormitorio requiere de un mobiliario


específico, fundamentalmente cunas y camas, así como pequeñas
mesas anexas en la que los niños y niñas puedan guardar objetos
personales. El salón ha de mantenerse en la semipenumbra, y no en
la oscuridad total, para posibilitar que el adulto pueda observar el
sueño de cada pequeño, y a su vez no se amodorre por la falta de luz.

En los centros infantiles de régimen interno, las camas han de


estar personalizadas, es decir, cada menor tiene su propia camita, la
cual puede identificarse por un objeto o juguete afectivo mientras el
niño no la ocupa, lo cual colabora psicológicamente a su sentido de
pertenencia.
El salón - dormitorio ha de permanecer cerrado durante el día,
pues es un local exclusivamente de uso nocturno, el cual debe ser
aseado diariamente y preparado convenientemente para su función.

La sala de actividades múltiples constituye un local que


puede tener diversos usos y en la cual pueden realizarse actividades
que no se facilitan en el propio salón. La misma ha de diseñarse de
manera que sea asequible a todos los otros salones de los grupos.

Esta sala permite realizar actividades con varios grupos a la vez,


ser utilizada como salón de música, para realizar ensayos para las
actividades festivas, usarse para proyectar diapositivas y videos,
tener un televisor para su uso conveniente, un retablo para títeres, y
cualquier otra actividad en la que el salón del grupo no ofrece las
mejores condiciones.

Organizativamente la sala de uso múltiple constituye un recurso


importante para resolver cualquier situación que requiera de un
espacio anexo, lo cual en la vida diaria del centro infantil es algo que
sucede con relativa frecuencia.

Los vestidores suelen ser pequeños locales que se utilizan por


los padres para cambiar la ropa de sus hijos, aunque esta función en
algunos centros, por falta de espacio se realiza dentro del salón.
Generalmente deben tener acceso directo con el salón o el baño, para
facilitar su labor. Por lo general se le suele ubicar un taquillero,
anaquel o estante con divisiones para guardar la ropa, y un banco o
sillas para uso simultáneo por varios padres, para que los mismos se
sienten y puedan cambiar cómodamente a los hijos. Sin embargo,
organizativamente hay que controlar que los padres formen el hábito
de esta manera, pues algunos tienden a vestir a su hijo poniéndolo de
pie en la silla o el banco, muchas veces con los zapatos puestos, lo
cual es una contravención sanitaria a la vez que un mal ejemplo para
los niños y niñas.

Los baños y locales de aseo son una dependencia que


requiere de una buena organización para que cumplan su función de
forma adecuada.

Uno de las cuestiones principales a considerar en los baños y


zonas de aseo es que los lavatorios, los inodoros, las pocetas, etc.,
estén acordes con la talla de los niños, sus proporciones físicas y sus
destrezas motoras. Esto requiere, por lo general de un estudio
antropométrico serio, que correlacione, como sucede en el caso de las
duchas, la estatura promedio de los niños y niñas con el del personal
que atiende el baño, en particular en los más pequeños que son
“bañados” mayoritariamente por el adulto.
En el baño han de situarse sillas para que los niños y niñas se
sienten y colaboren con su vestido y desvestido, el quitarse los
zapatos, etc., lo cual colabora a su autovalidismo.

Los lavamanos son generalmente colectivos y posibilitan que


varios niños y niñas a la vez se aseen. Esto requiere que las llaves del
agua se sitúen a una determinada altura y distancia entre sí, que el
fondo de la meseta no sea en extremo profundo para evitar
salpicaduras, entre otros detalles, lo que también se resuelve por el
estudio antropométrico.

Los útiles de uso personal: peines, toallas, cepillos de dientes,


deben situarse considerando las normas higiénico - sanitarias, en sus
correspondientes peineteros, toalleros y cepilleros, los cuales deben
estar al alcance de los niños y niñas para que estos los seleccionen
por sí mismos siguiendo las identificaciones que se les ponen.

Es importante situar espejos en la pared a la altura visual de los


niños y las niñas, para que puedan observar como realizan sus
acciones de aseo e higiene, y los resultados que obtienen de dicha
acción.

Los baños en estas edades no deben tener divisiones, pues los


niños y niñas de estas edades han de tener la posibilidad de distinguir
sus diferencias dentro de un ambiente natural y exento de falsos
puritanismos, esto colabora a su educación sexual, pues las
educadoras y auxiliares pueden responder de forma tranquila a
cualquier curiosidad que les pueda plantear algún pequeño.

El baño en los grupos pequeños de la edad temprana, han de


estar situados dentro o anexos a su salón, en los grupos del segundo
ciclo, ya esto no es indispensable, aunque siempre es favorable, por
lo que en los proyectos típicos de construcción de un centro infantil,
el diseño ha de contemplar esta posibilidad.

Los pasillos suelen ser poco considerados dentro de la labor


educativa y, sin embargo, organizativamente tienen un gran peso: los
pasillos interconectan las distintas dependencias y pueden facilitar la
labor organizativa si se les sabe dar el uso correspondiente.

En ocasiones, por el tipo de construcción, el pasillo, más que


pasillo es un portal que pasa por los distintos salones, tanto por la
parte del patio central interior, como por su borde exterior en
contacto directo con el área exterior. El primero está generalmente
techado y permite que la actividad de los niños y niñas pueda
realizarse ahí cuando no existen áreas exteriores, lo cual hace que no
tengan que mantenerse todo el tiempo dentro del salón, si existen
áreas exteriores el pasillo suele estar cementado, lo que permite su
uso si por alguna casualidad dichas áreas están mojadas o enlodadas
por factores climáticos, y de esta manera no se interrumpe el juego y
la actividad al aire libre de los niños y niñas.

Incluso, en aquellos centros infantiles en que sus condiciones de


sombra lo permiten, los pasillos pueden ser utilizados para la siesta
de los niños, en un ambiente fresco y en contacto directo con el
medio natural, lo que puede hacer el sueño más profundo y reparador
que si se realiza dentro del salón. De igual manera puede servir para
evitar aglomeraciones de niños y niñas en el salón cuando se realizan
simultáneamente varios procesos de necesidades básicas, como
puede ser el baño y aseo, los cuales se suceden uno tras otro.

En suma, el pasillo puede concebirse como una sala “externa y


abierta” que posibilita el juego y la actividad, sin el encierro que
aquella puede significar, y que permite encontrar vías organizativas
para evitar el hacinamiento de los niños y niñas y la superposición de
actividades.

Para todas las dependencias del centro infantil existen factores y


condiciones que se han de tomar en cuenta, y que por su significación
toman el carácter de generales. Entre estos factores y condiciones
tenemos:

El mobiliario.
La iluminación.
La ventilación.
El cromatismo.
El ornato y la estética

El mobiliario tiene una importante significación dentro del


diseño y organización del centro infantil, pudiendo constituir una
ayuda o un impedimento para la realización del trabajo educativo. El
mismo ha de facilitar la actividad del niño, y a su vez, la labor de las
educadoras y auxiliares. Con respecto a estas últimas se señalan
como aspectos positivos de un mobiliario adecuado:

A. Permite un mejor empleo de su actividad física, ahorrando


esfuerzos innecesarios para el cumplimiento de su tarea.

B. Favorece la ejecución de los procesos de acuerdo con los


programas establecidos, disminuyendo la posibilidad de accidentes
durante su realización.

C. Posibilita la obtención de resultados más rápidos y efectivos


en el aprendizaje de hábitos higiénico - culturales de los niños y
niñas.

El mobiliario del centro infantil requiere de un profundo estudio


antropométrico, que valorando diversos factores, tales como la talla,
el peso, la conformación morfocorporal, entre otros aspectos, tanto de
los niños como del personal, determine el tamaño y volumen de cada
de uno de los muebles y equipos, de los componentes de los baños,
de los elementos mecánicos del área exterior de juego, de la longitud
y altura de las cunas y camitas, de la separación de sus barrotes, etc.

A pesar de que el mobiliario puede ser muy diverso, se pueden


señalar algunas consideraciones en cuanto a su uso y selección:

 Ha de responder a las particularidades del desarrollo físico


y motor, y psíquico, de los niños y las niñas.
 Ha de facilitar el trabajo del personal del centro infantil.
 Han de ser estructuras livianas, que posibiliten su fácil
traslado, y permitan a su vez su transformación para los
distintos tipos de actividades que se realizan en los centros.
 Unido a su ligereza han de ser, no obstante, fuertes para
soportar el uso constante, de colores firmes, sin bordes
peligrosos ni partes desprendibles.
 Han ajustarse a las particularidades y condiciones de cada
local, de acuerdo con la función que cada uno tiene, pero a su
vez poder ser intercambiable entre uno y otro cuando sea
posible.
 No han de ser en extremo costosos, para posibilitar su
sustitución por deterioro o accidente.
 No ser excesivo en número, para facilitar salas y locales
funcionales, y donde los muebles y objetos no constituyan
obstáculos para el desarrollo de las actividades y funciones de
cada espacio.

Cada local y salón, por su función, tiene un tipo de mobiliario


específico, así por ejemplo, el local de la dirección ha de tener uno o
dos escritorios pequeños, el archivo donde recopilar información y
expedientes; algunas sillas para recibir personas, etc., y nada mas,
puesto que la labor fundamental del director o directora no es
permanecer en este local sino controlar el trabajo en toda la
institución. El gabinete pedagógico ha de caracterizarse por tener una
mesa de trabajo que permita el intercambio colectivo de las
educadoras, anaqueles para guardar la bibliografía de trabajo y de
consulta, estantes abiertos donde situar los medios y recursos
didácticos, el mural de avisos, etc. De esta manera, de acuerdo con la
función del local se sitúa el mobiliario, tomando en cuenta los factores
y condiciones generales anteriormente expuestos.

Sin embargo, por su importancia vale la pena redundar en


algunos específicamente, tales como la sala de lactantes y los salones
de los grupos mayores.

El mobiliario de la sala de lactantes tiene una relación muy


estrecha con las particularidades del desarrollo de estos niños y
niñas, de ahí su significación.
La zona de actividades de los niños lactantes ha de tener un
pequeño espacio delimitado como área de gateo interior, la cual ha
de tener una baranda de barrotes de 8 cm. entre cada uno, y una
altura que permita que un niño de pie pueda descansar sus
antebrazos en la baranda. Esta zona se usa cuando por condiciones
climáticas adversas no se puede utilizar el área de gateo exterior, y
en la misma se ubican niños que ya pueden gatear, pararse o intentar
pasitos.

La sala ha de tener a su vez un corral grande, para poder ubicar


en el mismo a los niños más pequeñitos y que, por lo general, aún no
gatean o lo hacen muy deficientemente. Este corral generalmente
tiene patas altas, para permitir que la educadora o auxiliar pueda
atender a los lactantes sin encorvarse en extremo. Para los más
pequeñitos aún y que pueden resultar dañados por el desplazamiento
de los otros que ya se trasladan algo, ha de existir un corral
individual, del tipo standard, el cual también puede usarse para hacer
algún tipo de actividad con un solo niño.

El niño hasta los tres meses y en algunos un poco más tarde, es


alimentado en el regazo de la auxiliar o la educadora, pero una vez
que es capaz de sostenerse sentado debe serlo en una mesa
particularmente diseñada para permitir que se le alimente sin que se
caiga. En el círculo infantil cubano existe un modelo muy original
llamado mesa - dúplex que posibilita que una misma auxiliar alimente
a dos niños a la vez y que se encuentran sentados de manera oblicua
a la posición que ella ocupa en su propia silla.

Para los niños que ya se mantienen firmes sentados y que


además dan pasitos han de existir una o dos mesas bajas, y que
sirven tanto para su alimentación como para la realización de
distintas actividades pedagógicas.

En el salón - dormitorio han de habilitarse cunas, con las mismas


especificaciones generales de los corrales en cuanto a sus barrotes, y
no deben usarse mosquiteros, ya que los mismos impiden la visión al
menor y del niño a su entorno. Para los que ya caminan y están en su
proceso de adaptación para cambiar al siguiente grupo del segundo
año de vida, han de existir algunas camitas o catres, pues no es
recomendable que duerman en cunas cuando ya están a punto de ir
para el otro grupo.

El baño de lactantes tiene muchas regulaciones higiénico -


sanitarias, y para esto es necesario un mobiliario específico, como es
un depósito donde echar los pañales y otra lencería sucia, que ha de
tener dentro una gran bolsa plástica desechable, que ha de
sustituirse cada vez que se llene; un “orinalero”, que es un mueble
con secciones que puede o no ubicarse en la pared, y donde en cada
espacio se sitúa el orinal individual de cada niño; el estante o anaquel
donde se sitúa la ropa limpia para cambiar a los lactantes; el estante
o anaquel para las toallas, sábanas, hules y demás útiles para la
atención de los pequeñitos.

En el área de gateo exterior puede haber un mueble bajo, con


gavetas, cuyo borde de mesa sea redondeado para permitir el agarre
por parte de los lactantes al incorporarse, una rampa - escalera para
la actividad motriz independiente, y un mueble bajo con ruedas para
que los niños y niñas que ya caminan lo empujen y se trasladen, lo
cual los ejercita motrizmente y perfecciona su marcha independiente.

La existencia de un mural es imprescindible en la sala de


lactantes, en el que se sitúen los horarios de vida de los distintos
grupos, la relación nominal de los niños y niñas con sus fechas de
nacimiento, y otros datos que se consideren de interés para el trabajo
educativo.

El mobiliario de los grupos mayores del segundo al sexto año de


vida está en estrecha relación con el modelo curricular que se asume,
pero se pueden señalar lineamientos generales que suelen ser
comunes a muchos proyectos educativos. Entre estas consideraciones
están:

Con suma frecuencia se tiende a darle una gran importancia a las


mesas y a las sillas en estos grupos, lo cual se relaciona con
reminiscencias de un enfoque escolar. Si bien es cierto que algunas
son necesarias, basta con unas pocas, distribuidas de manera
irregular por el salón, para que cumplan su función. De no ser posible
el uso del pasillo o del área exterior, y en el que pueden realizarse la
mayoría de las actividades pedagógicas del grupo, no
necesariamente todos los niños y niñas han de estar ubicados en
sillas y mesas, pues algunos podrán trabajar sobre esteras, otros
sobre algún mueble bajo, entre otras posibilidades.

El mayor número de sillas y mesas se requiere cuando se realiza


el proceso de la alimentación en la sala, las cuales pueden ser traídas
del área exterior en su momento correspondiente

La educadora podrá tener una mesa pequeña de trabajo con


algunas gavetas para guardar sus útiles de trabajo, evitando el
clásico escritorio típico del medio escolar.

Los materiales de trabajo del salón han de ser guardados


preferentemente en algún tipo de closet, pero si por la construcción
del local esto no se facilita, se hace necesario evitar los pesados
armarios que, además de ocupar un espacio significativo en el salón,
pueden constituir un peligro potencial de accidente. De la misma
manera, de no ser factible tener un closet para guardar las camitas o
catres, es preferible tenerlos en otro local anexo, como puede ser el
vestidor.
Los estantes y anaqueles del salón han de ser abiertos y bajos,
para permitir que los niños y las niñas tomen y coloquen los distintos
objetos y materiales, los juguetes, los recursos que se utilizan en las
actividades, etc.

Los rincones de juego pueden tener un carácter permanente o


hacerse cada día de acuerdo con el modelo curricular asumido, en
todo caso sus estantes han de permitir su fácil traslado por los
propios niños y niñas, ser susceptibles de cambio y de una
transformación simple de su estructura.

En la pared del salón ha de existir un mural en el que se refleje el


horario de vida del grupo en cuestión y otros datos de interés
educativo, así como armazones o estructuras sencillas que sirvan
para colocar los trabajos de los niños y las niñas, dibujos, modelos en
plastilina, etc.

En síntesis, el mobiliario de los grupos mayores ha de ser sencillo,


ligero, intercambiable y funcional, permitiendo que el salón tenga
buen espacio libre para las más diversas actividades.

La iluminación de los locales de actividades de los niños y las


niñas ha de ser preferentemente natural, por lo que el diseño del
centro infantil ha de contemplar que la luz penetre fácilmente en
ellos. En los casos en los cuales sea necesario utilizar la luz artificial
(que siempre debe preverse para los días oscuros y nublados) esta
debe semejarse lo más posible a la natural, y ser de tipo difusa para
evitar el cansancio visual que provocan generalmente las luces
focales.

La sala de lactantes ha de tener grandes ventanales que permita


la entrada de luz natural, si bien por las condiciones de aislamiento
del exterior que suelen tener para evitar la presencia de vectores, con
frecuencia tienen que hacer uso con mayor intensidad de la luz
artificial.

En los salones de los grupos mayores es importante evitar la


oscuridad durante las sesiones de trabajo en el local, pues la falta de
luz es muy dañina para el receptor visual de los niños y niñas que
está en plena fase de maduración.

La ventilación ha de ser igualmente de tipo natural, y el diseño


del centro ha de contemplar la debida orientación espacial para
posibilitar la acción positiva del aire del medio circundante, si bien es
importante evitar las corrientes de aire extremas, particularmente en
los vestidores de los niños y niñas.

En los países cálidos la ventilación natural suele acompañarse de


ventilación artificial, con el uso de ventiladores que han de ser
preferentemente de los que se sitúan en el techo, y que hacen una
circulación más estable del aire. En algunos centros los salones se
climatizan, en particular la sala de lactantes, para hacer soportable el
calor, que en ciertas épocas es bastante fuerte. Si bien la
climatización puede ser un recurso para lograr un bienestar ambiental
en el salón, no puede constuirse en un medio de aislamiento del
entorno natural.

El cromatismo, es decir, el uso del color en el centro infantil,


tiene una importancia a veces no concientizada por los adultos en el
trabajo educativo con los niños y niñas de esta edad, de ahí que
merezca un estudio profundo de sus particularidades en el desarrollo
de este módulo.

El color se encuentra presente en casi todas las actividades del


ser humano, y los estudios realizados al respecto, han demostrado la
gran influencia que tienen los colores sobre el desarrollo y el
resultado de la actividad, a la vez que han puesto de manifiesto todo
su valor. El hecho de que el color tenga una influencia significativa en
la actividad humana, hace necesario que su utilización en el centro
infantil no pueda ser al azar, que en el caso del niño infantil cobra un
valor particular, por la maleabilidad de sus procesos psíquicos, y el
hecho de que su analizador visual está en plena fase de maduración y
formación.

Las cualidades físicas del color definen sus efectos sobre el


organismo humano, a la vez que el color tiene determinados efectos
fisiológicos y psicológicos que también hay que tener en cuenta, en
particular en los niños y niñas de edades tempranas. Así se conoce
que los colores ejercen una influencia sobre los distintos procesos
fisiológicos y funcionales del organismo, a la vez que actúan
produciendo paralelamente a la sensación visual, vivencias
psicológicas y otras ilusiones especiales. Por eso en el centro infantil
el color no puede usarse de manera fortuita, sino hacer un uso
racional y científico del mismo, lo cual implica indicaciones para su
utilización en la edificación, las distintas dependencias y las áreas de
juego exteriores.

La utilización del color en exteriores del centro infantil.

Al entrar a considerar la aplicación práctica del color en el


exterior del edificio, deben tenerse en cuenta dos aspectos
fundamentales: por una parte las propiedades físicas y los efectos del
color en el organismo humano, y por la otra, las condiciones
geográficas locales donde se sitúe la institución infantil.

Como norma general, en las grandes superficies se deben evitar


los colores demasiado vivos y saturados, ya que no solo chocan
contra los criterios estéticos, sino que representan una fatiga visual y
nerviosa por la dificultad de adaptación cromática. Por lo tanto, no es
pausible pintar una gran superficie exterior de rojo sangre, por
ejemplo, o de naranja, amarillo girasol u otro color por el estilo.

No obstante, se sabe que los colores con altos factores de


reflexión producen ambientes más alegres, limpios y adecuados que
los que poseen factores de reflexión bajos. A pesar de ello, esto no
puede llevarse al exceso, ya que dichos colores son capaces de crear
deslumbramiento y, como consecuencia, irritación o daño del
analizador visual. Los ojos de los niños poseen estructuras muy
inmaduras cuando ellos nacen y sus posibilidades totales de
adaptación y acomodación visual se adquieren en un tiempo
prolongado. Por lo tanto, es muy importante evitar el
deslumbramiento, que puede alcanzar un grado verdaderamente
dañino.

Sin embargo, si el clima es muy caluroso, el uso de los colores


con factores de reflexión bajos, al absorber más energía solar, pueden
resultar en extremo calientes para los moradores.

Entonces, ¿qué hacer...? lo que se impone es establecer una


adecuada combinación de ambos aspectos, de modo que obteniendo
el máximo de confort en el interior del edificio mediante la utilización
de un factor de reflexión alto en la pintura exterior, no lo sea tanto
que resulte perjudicial al incidir de plano los rayos solares.

Se sabe que el blanco es el color más fresco que existe, por ser el
que menos energía absorbe. No es casual, por lo tanto, que las
escafandras de los cosmonautas sean blancas, pues al absorber
menos la energía solar y las diversas radiaciones, la vida del que usa
el traje espacial tiene una mayor protección que si este se hiciera de
otro color. Sin embargo, el blanco puro posee un factor de reflexión
tan alto (el 80% y aún más), que resulta en extremo deslumbrante,
además que es sumamente frío, si no se asocia con la gama del rojo,
el amarillo o el naranja. Por lo tanto, el blanco puro es recomendable
que se excluya de la pintura exterior, y si se utiliza tiene que ser una
gama del blanco de menor índice de reflexión.

La solución estriba en determinar colores que aproximándose lo


suficientemente al blanco como para ser frescos, no posean un factor
de reflexión tan elevado como ese, entrando en esta categoría los
colores claros y lavados, también denominados colores pálidos. En la
tabla que a continuación se muestra se destacan algunos colores
recomendables para la pintura exterior y que oscilan desde un 50% a
un 75% de índice de reflexión, que resulta el más adecuado para las
edificaciones de centros infantiles:

Factor de reflexión
Naturaleza de la pintura
Blanco viejo 0.75

Crema pálido 0.74

Crema 0.70

Beige pálido 0.70

Amarillo pálido 0.65

Ocre claro 0.64

Verde nilo 0.63

Verde claro 0.62

Gamuza pálido 0.60

Azul claro, azul cielo 0.52

Azul pálido 0.57

Por supuesto, esto no quiere decir que la pintura exterior se


concrete exclusivamente a estos colores que se dan como ejemplo, ya
que entre el rango recomendable del 50 – 75% existe una gama muy
variada de tonos, de la cual esta es solo una muestra, y para lo que
pueden consultarse las tablas y círculos de colores que existen, como
la Ostwall, la Munsell y la C.I.C.

De la pintura exterior deben excluirse el marrón, por ser muy


depresivo, o el rosa, que resulta en extremo caliente, así también
colores como el violeta y el negro que tienen un factor de reflexión en
extremo bajo. No obstante, estos colores prohibidos en grandes
superficies pueden ser útiles en pequeñas proporciones para ofrecer
contrastes agradables a la vista en forma de bandas, líneas,
pequeños motivos, etc.

Pero, en un principio se había mencionado que las condiciones


geográficas locales son también un aspecto que se ha de considerar
en la selección del color, a las que se unen las condiciones
particulares de urbanización. En este sentido el centro infantil no
puede enfocarse como un edificio aislado que no tome en cuenta el
contexto que le rodea, lo que puede determinar que un color
aparentemente recomendable pueda no serlo por el conjunto en que
se encuentra, por agudizar los problemas presentes, o resaltar de
forma antiestética con su entorno.

Igualmente puede darse el caso de que colores no recomendables


como el blanco puro, pueda justificarse su uso debido a un alto nivel
de reflexión al encontrarse el centro infantil en zonas en que por la
extrema cercanía de los edificios y las condiciones de hacinamiento o
ecológicas negativas, sea necesario tratar de obtener el máximo de
luminosidad y frescura, y donde el sol y el confort ambiental es difícil
de lograr por las características de la zona.

La pintura de los interiores.

En términos generales la pintura de interiores sigue los mismos


lineamientos que la de los exteriores, pero con especificaciones de
acuerdo con la distinta utilización de los locales.

Ello determina que, los mismos colores que se excluyen para


exteriores lo sean para interiores, con la salvedad de que para los
techos el blanco puro es muy recomendable, a fin de repartir
luminosidad y refrescar el ambiente.

En la pintura interior se presentan cuestiones que no eran


significativas en la de los exteriores, o nuevos aspectos que exigen un
análisis especial. Uno de ellos se refiere a la tendencia a considerar
que las paredes de las instituciones infantiles y escuelas deben
poseer siempre una zona inferior más oscura, basándose para ello en
el hecho de que los niños tienden a ensuciarlas y los colores oscuros
son más encubridores. Esto constituye no solamente un error en la
utilización del color, sino que es también un error pedagógico.

Las paredes: deben ser siempre claras y de colores enteros, para


incitar a los niños a ser más limpios y cuidadosos, y es función del
educador enseñarlos en este sentido y no tratar de ocultar la
suciedad bajo un color oscuro. Por otra parte, al notarse más
cualquier suciedad sobre la superficie, asegura la necesidad de
mantenerlas sistemáticamente limpias, con su consecuente resultado
positivo en la higiene de la institución.

De otra manera, este bicolorismo vertical obliga al analizador


visual a un esfuerzo de acomodación constante, en especial dado el
caso de que se combinan dos factores opuestos de reflexión. Por las
mismas razones el uso del bicolorismo horizontal, o sea la utilización
de paredes de dos colores en sentido horizontal, es igualmente
considerado perjudicial en instituciones educacionales para niños
pequeños. Por último, ha de recordarse que estas paredes deben ser
siempre mates y no brillantes.

Desde este punto de vista son recomendables el verde acua, el


azul cielo, el coral, el verde pálido o amarillo, con sus derivados,
crema, gamuza y beige. Los pasillos pueden pintarse con colores
relativamente vivos, pero no deben presentar un contraste demasiado
brusco cuando se sale de un determinado recinto, en estos casos se
recomienda el azul claro por su impresión de amplitud espacial.

Los salones del centro infantil: tienen la particularidad que


indistintamente sirven como dormitorio, como comedor, y en
determinadas ocasiones para desarrollar actividades. Este múltiple
uso obliga a una selección del color que trate de conjugar su variada
utilización.

Partiendo del criterio que el niño debe permanecer en el área


exterior la mayor parte del tiempo y que el salón se use
fundamentalmente en los procesos de sueño y alimentación o cuando
las condiciones atmosféricas así lo obliguen, ha de pintarse de azul o
verde claro, por su efecto sedante y equilibrador. En aquellos centros
que tengan dormitorio, el azul es más recomendable por poseer un
gran efecto somnolente. Es interesante saber que este color, que es
tan sedante resulta demasiado frío y adormecedor para el aula del
segundo ciclo, en la que sí se realiza una actividad intelectual
notable, por lo que es preferible en este caso usar el verde pálido o el
amarillo con sus gamas. Dentro de la misma se ha comprobado que el
mejor color para la pizarra es el verde oscuro, en el que se debe
escribir con una tiza amarilla.

En el caso de los comedores centralizados, o en el de los


empleados, estos pueden tener colores bastante calientes, derivados
del naranja, como el “rosa melocotón” o el gamuza claro, o incluso la
puerta del comedor puede ser en la gama anaranjada. Este es el
único lugar del centro en que colores tan extremadamente calientes
son recomendables.

La cocina: debe evitar siempre todo color caliente, con buenas


superficies claras mates, suprimiendo en absoluto toda aquella
granulada o provista de algún relieve. En general para este local
convienen matices muy pálidos: marfil, azul cielo, gris pastel, etc.,
teniendo en cuenta el color de los aparadores, gabinetes, etc.

El consultorio médico: tan cargado emocionalmente para algunos


niños, siempre será verde o azul claro.

La dirección: debe poseer un color que impulse al dinamismo y a


la actividad. Excluye, por lo tanto, al azul o verde claro que son
adormecedores y es más recomendable el amarillo suave, el beige, el
crema o sus variantes.

El gabinete pedagógico: ha de estar pintado en forma neutra,


para no distraer de la actividad intelectual que en él se realiza. Es el
único recinto del centro en el que se recomienda el gris pálido,
aunque también puede usarse el marfil o tonos semejantes. La
monotonía del gris se salva con los colores que los juguetes y los
materiales le imparten al local, y este fondo neutro ayuda igualmente
a un contraste más efectivo con el multicolorismo de estos. Por otra
parte, el gabinete es el local en que los anaqueles y estantes
desempeñan un papel predominante, y los mismos deben ir en una
gama que no oscurezcan los juguetes, debiéndose pintarlos de marfil,
gamuza, beige claro etc.

Los baños: un capítulo especial lo constituye la pintura de los


baños. De todos es conocido que este proceso es uno de los que suele
presentar más dificultades en el centro. Sin entrar a analizar las
implicaciones de tipo psicológico por lo cual esto sucede, la realidad
es que los baños de por si son frescos y húmedos, y si se le añaden
colores fríos la sensación de frialdad aumenta, con el consecuente
rechazo de los niños y niñas. Por lo tanto, es contraindicado usar el
verde o el azul en estos locales, y deben utilizarse colores bastante
calientes como el rosa y la gama del amarillo, para que sus efectos
psicológicos le impartan al local un clima de cálida aceptación.

La carpintería: los zócalos, las maderas, los bastidores, marcos de


puertas y ventanas, entre otros, se tratarán en tonos sostenidos que
hagan un buen contraste con la pared en que se sitúan. Esto es
particularmente importante porque, dada la actividad constante del
niño y la distractibilidad de su atención, se hace necesario que los
marcos, los zócalos, los encofrados y las puertas, resalten fácilmente
y puedan ser percibidos por el niño aunque no les preste mucha
atención en su actividad.

En los centros experimentales o en los especiales, puede darse el


caso que existan salones especiales como cuartos de
experimentación, psicoterapia, actividades particulares, los que
deben pintarse de acuerdo con su función, escogiéndose colores
neutros que no distraigan la atención de lo que se realiza en el local.

Como resumen, puede establecerse que los colores de bajo nivel


de reflexión y rebajados (o próximos al negro) deben ser excluidos de
la pintura interior del edificio, lo que no quita su inclusión ocasional
para ofrecer pequeños contrastes que resulten agradables a la vista.

Finalmente, hay algunos aspectos de las instalaciones que


también se han de tomar en cuenta para el diseño de los colores,
como es el caso de las tuberías, para las cuales existe un código
internacionalmente establecido de acuerdo con su función. Dadas las
condiciones habituales del centro infantil se pueden encontrar
tuberías de agua potable, que se pintan de azul; tuberías de gas que
se colorean de gris; las de agua salada para las que se utiliza el
marrón y, por último, las de vapor, a las que se les aplica el rojo. Este
color se usa también para los extinguidores de incendio, debiéndose
pintar su imagen en negro o blanco en la pared en la que se les ubica,
a fin de indicar su ausencia cuando por algún motivo haya sido
retirados.

Las recomendaciones anteriores constituyen lineamientos que se


deben seguir para asegurar la utilización del color en la pintura de
interiores y exteriores del centro infantil se ajuste a lo científicamente
correcto y no se convierta en un elemento perjudicial a la salud y el
desarrollo del niño. Ahora solo falta tratar un último aspecto, lo que
respecta a los equipos y elementos de juego de las áreas exteriores y
al uso de las gráficas en la decoración.

 Las gráficas y dibujos en el exterior del centro infantil.

El estudio de las recomendaciones del color en la gráfica o dibujo


en las paredes exteriores de la edificación debe enfocarse desde dos
aspectos importantes: uno concerniente a la función estética y
ornamental de los mismos, y otro, el principal, a su función educativa.
Ambos factores han de entrar a valorarse para la toma de una
decisión, aunque no se puede perder el punto de vista de que,
partiendo del hecho que el centro infantil es una institución
educacional, los factores educativos deben primar en caso que entren
en contradicción con los de diseño y ornamentales.

Por regla general ambos aspectos suelen coincidir con bastante


frecuencia cuando obedecen a criterios científicamente comprobados.

Sin embargo, en la gráfica exterior los aspectos estéticos cobran


un mayor peso, ya que la función educativa de la misma es mucho
más limitada que cuando se utilizan en el interior del edificio. Esto
obedece a que el gráfico exterior es, por lo general, un estímulo
inmóvil e inalterable, luego de su impresión y reconocimiento inicial,
poco a poco pierde sus posibilidades de inducir una respuesta, hasta
que prácticamente no es percibido por el ser humano de forma
consciente. De ahí que cualquier gráfico o dibujo que se plasme sobre
la superficie de una pared si no es transformado con regularidad,
luego de un cierto tiempo, pasará inadvertido.

Por otra parte, la altura en que por lo general se ubican estos


gráficos en la edificación, suele impedir que el niño o niña de nuestra
edad pueda realmente notar su presencia, pues le exige un esfuerzo
de acomodación visual que muchas veces el pequeño no es capaz de
lograr eficientemente.

No obstante que dichos factores limitan la función educativa de


estos gráficos, los mismos, como estímulos, actúan sobre el individuo,
aunque no los concientice, y por lo tanto, se hace necesario su
estudio y orientación.

En el diseño gráfico exterior el color sigue, en términos generales,


los mismos lineamientos establecidos para la pintura de exteriores,
en lo referente a paredes o grandes superficies. En ocasiones el
dibujo no se concreta al diseño de la figura en sí misma, sino que se
enmarca dentro de un entorno que abarca una gran amplitud de la
pared en la que se encuentra ubicado. Por ejemplo, un diseño de uno
o varios barquitos en el mar, si este mar se pinta y abarca gran parte
de la pared, constituye ya de por sí una gran superficie, y el azul
seleccionado, por lo tanto, debe corresponderse con los límites de
luminancia, tono y saturación establecidos. O se pintan grandes
mariposas, o círculos de colores, bandas y líneas, que prácticamente
constituyen la mayor superficie de la pared: en todos estos casos es
preciso valorar la gráfica como una gran zona exterior, y compararla
con la superficie en que se refleja.

Ya dentro del campo educativo, ha de recordarse que las figuras


que se utilicen en los dibujos exteriores deben ser simples y
fácilmente reconocibles por el niño o niña, eliminándose las
abstracciones extremas que en ocasiones surgen de figuras más
esquemáticas. Un pájaro abstracto puede ser fácilmente reconocido
por un adulto, más no así por un niño, que incluso por falta de
reconocimiento, puede darle un significado totalmente inadecuado o
problemático.

Así, son recomendables los barquitos, las flores, etc., cuyo diseño
gráfico es fácilmente reconocible a partir de figuras geométricas
simples, que también son admisibles para utilizar en la decoración
exterior. Por supuesto, es importante evitar el abigarramiento,
yuxtaposición o barroquismo en estos diseños, por cuanto estos
obedecen más a ciertos criterios de percepción adulta que a
infantiles.

 El diseño gráfico en interiores.

El gráfico en el interior del edificio requiere un análisis mucho


más cuidadoso que el de exteriores, pues aquí cobra un mayor valor
educativo, y sobre esta base debe enfocarse su estudio.

En el caso de los interiores todo gráfico o dibujo que se ha de


utilizar no debe poseer la característica de inalterable, sino que por el
contrario, será transformable y desmontable, de manera que se
pueda sustituir periódicamente y variar la estimulación.

En términos generales las mismas especificaciones establecidas


para los exteriores en cuanto a color, diseño, utilización de
determinadas figuras, no abigarramiento, etc. funcionan para los
interiores, los que a su vez tienen que considerar los aspectos
generales planteados para la pintura de cada local o área del centro
infantil. No obstante, se pueden señalar algunas especificaciones
anexas.
En la sala de lactantes no es necesario la ubicación obligatoria de
gráficos o dibujos en sus paredes, ya que por el deficiente desarrollo
del analizador visual de los niños del primer año de vida, estos
gráficos no ejercen función alguna, a la vez que obligan a una
estimulación mucho más directa y cercana de estos niños con la
educadora, a través del contacto con los objetos y la comunicación
emocional.

En los grupos etarios posteriores si es factible el uso de estas


gráficas y dibujos, procurando que sean desmontables y
transformables y que, como se sabe, pueden utilizar figuras de
animales fácilmente reconocibles y escenas simples de la naturaleza,
a lo que se añade en los años superiores, la ubicación de obras
artísticas infantiles y cuadros de pintores famosos, cuya significación
y reconocimiento sea asequible a los niños y niñas. Pues, como norma
general, toda gráfica o diseño interior debe eliminar cualquier tipo de
abstracción o estilización de figuras, objetos, etc.

En ciertos casos, y de poseer condiciones adecuadas, es posible en


una pared amplia y clara, la utilización de la pintura estable de un
determinado paisaje simple que sirva de fondo a figuras
desmontables y transformables, que serán sustituidas periódicamente
y que puedan servir como base, por su relación interna, a la
representación de cuentos infantiles conocidos. En el diseño de este
gráfico deberá cuidarse que dicho paisaje de fondo contenga solo los
elementos indispensables para dar idea de una localización, por
ejemplo, una casita, un camino, dos o tres arbolitos, evitando
sobrecargarlo y siempre con la aplicación de colores tenues que no
cromaticen “el paisaje”, ya que la estimulación principal ha de
corresponder a las figuras que se hayan ubicado sobre el mismo y
que sí poseerán tonos resaltantes.

 Los elementos y juegos mecánicos de las áreas exteriores.

La utilización del color en estos aparatos y elementos de juego


posee características especiales que se deben tener en cuenta, a fin
de hacerlos más funcionales y seguros para los niños. En esta
clasificación entran los tiovivos, las canales, las casas de muñecas,
los columpios y las sillas móviles, y todos aquellos implementos
industriales o no, que se usan para proporcionar posibilidades de
juego a los niños y niñas, y que por lo general implican una actividad
motriz considerable.

En la pintura de los mismos es posible la utilización de tonos que


no son recomendables para los exteriores o interiores del edificio, ya
que la función principal de estos equipos es atraer la atención e
inducir a la actividad con ellos, a la vez que sirven para ejercer
contrastes agradables con el resto de las instalaciones.
De ello se infiere la posibilidad del uso de colores bastante
saturados pero que deben seguir determinadas especificaciones, de
acuerdo con las posibilidades de usar en ellos los contrastes de
luminancia o de color.

Por contraste de color se entiende el uso de dos colores de


factores de reflexión semejantes pero que difieren en el tono. Tal es el
caso, por ejemplo, del verde claro, que tiene un índice de reflexión de
0.62, y del azul claro, que alcanza un 0.52 .

Cuando se habla de contraste de luminancia nos referimos a la


utilización de dos colores de igual o distinto tono, pero con una
diferencia notable en sus factores de reflexión, tal sería el caso del
crema, que tiene un 0.70 y el verde oscuro, 0.20.

De acuerdo con la estructura del equipo, se puede utilizar el


contraste de luminancia en su pintura, ubicando los de más alto
índice de ésta para el cuerpo central del equipo a fin de señalar su
extensión fácilmente. Así, por ejemplo, en el caso de un tiovivo, la
parte redondeada y que constituye su cuerpo central debe tener las
pinturas, combinadas o no, de mayor índice de luminancia, y por lo
tanto, más pálidas.

Los colores de mayor saturación, o de menor índice de


luminancia, deben situarse en aquellas partes del equipo que pueden
significar un peligro potencial para el niño y que este debe percibir
fácilmente aún sin que le esté prestando la debida atención.

En el ejemplo anterior, las agarraderas, y el pescante del tiovivo


han de pintarse de tonos bastante saturados, como el rojo, el verde y
azul profundos, de modo tal que aunque el niño o niña se distraiga
algo durante su actividad con el aparato, el contraste de estas partes
más saturadas contra los tonos más claros del cuerpo central del
equipo sean fácilmente percibidos. Lo mismo sucede con las
barandas, pasamanos y escalones de la canal, por citar otro ejemplo.

En términos generales en estos elementos mecánicos de juego se


utilizarán por lo tanto, los colores más saturados para las partes
peligrosas, desprendibles o móviles, y los tonos más pálidos para la
estructura principal o el cuerpo central de los mismos.

La casa de muñecas debe evitar el bicolorismo vertical, aunque


puede aceptar el horizontal, sobre todo para tratar de dar idea de
amplitud espacial, y ubicar los colores de mayor factor de luminancia
en las paredes interiores, en estas es preferible utilizar en el
bicolorismo horizontal el contraste de color y no el de luminancia,
pues por su estrechez no son recomendables los colores oscuros.
No obstante, todas las aristas, esquinas, bordes salientes, etc.
deben señalarse utilizando tonos más saturados para indicar su
peligrosidad.

En esta selección del cromatismo es importante evitar el


abigarramiento en la combinación de los colores que se utilizan, y
ajustarse a criterios de buen gusto estético.

Finalmente, se debe enfatizar que los lineamientos planteados


constituyen consideraciones generales en la selección y ubicación del
color en el centro infantil, sin que ello implique constreñir dicha
decisión exclusivamente a los colores específicos que se muestran
como ejemplos. Esto quiere decir que dentro de los límites
establecidos hay posibilidades suficientes para la creatividad y
pluralidad de las gamas, los matices y los tonos, tan amplia como lo
es a su vez el propio espectro y sus variaciones.

Se ha de tener presente que cada centro infantil, cada unidad, es


una entidad en sí misma, por lo que previo a la decisión de los colores
que se han de utilizar se debe hacer un análisis geográfico,
urbanístico y particular de cada edificación, para la toma de dicha
decisión. Esto evitará el considerar estos lineamientos como estáticos
e impedirá la producción de diseños “en serie” para la generalidad de
los centros infantiles.

Por ultimo, no se debe dejar de señalar que la aplicación del color


en la institución exige un enfoque multilateral, sin que sea patrimonio
exclusivo de diseñadores o arquitectos, sino que compete por igual a
educadores y psicólogos, lo que parte del hecho de que al considerar
el color no solo son importantes sus aspectos físicos, sino igualmente
sus efectos fisiológicos y psicológicos y sus implicaciones educativas,
factores que no pueden tampoco unilateralizarse sin tomar en cuenta
los elementos arquitectónicos, urbanísticos y de diseño.

2.1.6 El ornato y la estética

El ornato y la estética ocupan un lugar importante en el centro


infantil, por lo que su diseño y orientación requieren de un estudio
profundo, y afectan todas las esferas del trabajo y la vida cotidiana en
la institución. Pero la ornamentación no es solo un tema de diseño,
sino que también se relaciona directamente con la formación del
gusto artístico y la formación estética de los niños y las niñas.

Las condiciones estéticas del centro infantil tienen una gran


importancia para la realización de las tareas de la educación estética.

El centro donde está bien planificada la ornamentación de las


áreas en que juegan los niños y las niñas y se han adornado con
gusto los salones en los cuales la educadora realiza su trabajo, puede
decirse que existen las condiciones para llevar a cabo la educación
estética.

La estética del modo de vida coadyuva a la educación del gusto


artístico de los niños y las niñas que en gran medida, depende de
aquel que tenga la educadora, por cuanto constantemente el niño se
relaciona con ella. Los puntos de vista de esta acerca de la belleza y
su valoración, ejercen gran influencia en los niños y las niñas y en las
relaciones de ellos con las distintas manifestaciones de la misma.

Los sentimientos de alegría y la satisfacción al percibir las cosas


bellas, desempeñan un importante papel en el desarrollo del gusto
artístico.

En la vida cotidiana estos sentimientos elementales surgen


constantemente, por la combinación armónica de los colores en: la
ropa, las pinturas de las paredes, los objetos decorativos para la
ornamentación del interior; en la forma bonita de un jarrón, una
vasija, una taza; todo proporciona una satisfacción estética elemental,
pero completa.

Bajo la influencia de lo estético en los niños y niñas surgen,


primero un sentimiento emocional directo, después, una atención
más consciente a la ornamentación de los salones; y sobre esta
realizan un análisis elemental y establecen una relación valorativa
hacia los fenómenos de carácter estético, es decir, desarrollan la
capacidad de ver y valorar lo verdaderamente bello.

Los requisitos para la decoración artística del centro infantil se


determinan por las tareas siguientes:

 La protección de la vida y el fortalecimiento de la salud


del niño.
 El contenido del trabajo educativo.
 Las tareas del desarrollo artístico.

Estas actividades están estrechamente relacionadas y se


completan entre sí, por ejemplo: el orden y la limpieza no solo
responden a las exigencias de la higiene, sino también a la estética.

Por todo lo anterior el centro debe brindar comodidad, facilitar la


vida, el juego y las actividades de los niños y desarrollar además,
patrones estéticos adecuados.

En primer lugar las premisas estéticas están dadas en el orden, la


limpieza, la sencillez y la belleza. Por otra parte el ambiente de los
salones y dependencias ha de coincidir con las características de los
niños, sus necesidades y el contenido del trabajo educativo.
Las paredes pintadas con colores fuertes y claros, cumplen por
una parte, con los requisitos de no cansar la vista del niño y de no
distraer su atención, y por otra, los tonos suaves pueden combinarse
más fácilmente con otros colores, lo que constituye una condición que
responde a los requisitos de exigencias de la estética.

En los locales por donde paseen los niños es importante, en su


decoración artística, saber combinar la belleza de la naturaleza con la
disposición de los elementos que lleve al salón, así como en el
decorado del centro infantil.

La pedagogía tiene muy en cuenta las premisas de la estética,


porque la comodidad y la necesidad son compañeras inseparables de
la auténtica belleza de la vida, lo que debe manifestarse en la
selección de los objetos que se encuentran en el centro infantil; el
ambiente de los salones debe coincidir con la edad de los niños, sus
necesidades y el contenido del trabajo educativo: los equipos de los
salones, principalmente: las sillas y las mesas, deben construirse de
acuerdo con las proporciones del cuerpo del niño, facilitando las
condiciones para su mejor desarrollo físico.

Todo el ambiente del centro infantil, principalmente cada salón,


se ornamenta de manera armónica. Una sencilla y tranquila
construcción, la ausencia de adornos estridentes y las líneas rectas y
finas, son una característica específica de los salones, al utilizar la
naturaleza, deben tenerse en cuenta los requisitos siguientes:

Para el embellecimiento del centro es muy recomendable la


utilización de plantas ornamentales. El tamaño y variedad de las
mismas estará de acuerdo con el lugar en que se ubiquen.

Las plantas deben estar sembradas en macetas plásticas o de


barro, estas últimas de color natural. Se evitará el uso de latas. En las
dependencias y pasillos, pueden colgarse macetas, garantizando que
las sogas o alambres que las sujeten sean fuertes para que el viento
no pueda derribarlas, así como tampoco ser destruidas por los efectos
de la erosión.

En estas macetas no deben colocarse flores artificiales, pues


recogen mucho polvo y son antiestéticas.

Es conveniente combinar las plantas con figuras de cerámica o


barro de calidad, así como evitar la profusión de estas.

Las plantas deben armonizar con el interior, en dependencia de la


luz y el calor que necesitan.

Las flores deben colocarse de forma que contrasten y armonicen


entre las diferentes plantas y el ambiente que las rodean (plantas
grandes y pequeñas de hojas finas y gruesas, etc.).
Es muy conveniente utilizar en la decoración plantas que tengan
hojas pequeñas: palmas, espárragos, plantas de uvas (hojas de
parra), plantas ligeras (enredaderas) porque siempre darán a la
habitación un aspecto agradable.

La decoración de los locales interiores del centro infantil debe


caracterizarse por la interrelación armónica de los elementos aislados
y la subordinación de los mismos a un objetivo. Al escoger uno u otro
objeto es necesario pensar qué lugar ocupará entre los que ya se
tienen, si por el color combina con los demás y con el tono de las
paredes, etc.

La planificación de la decoración interior tiene que tener en


cuenta además, la utilización racional del local para la realización de
las actividades.

La armonía se debe manifestar en la selección de decorados u


objetos para el salón: esculturas, floreros, etc. Al colocar algo nuevo
en él, hay que pensar con antelación qué lugar ocupará, atendiendo
al tamaño, el color, la forma, etc., para que no pase inadvertido,
además para que el local no esté recargado.

Uno de los aspectos fundamentales de la ornamentación del salón


es la interrelación entre la forma del objeto y su utilización, por
ejemplo, en la selección de un florero debe tenerse en cuenta su
forma.

Otro principio es que el material con que se elaboran los objetos


debe corresponderse con su utilización (así serán blandos, flexibles,
etc.) todos los que por su forma, color, etc., constituyen un conjunto
armónico, se corresponden con la educación estética y contribuyen a
la formación del gusto estético.

Los salones del centro infantil pueden decorarse en dependencia


del grupo que lo ocupe. En su decoración artística siempre se debe
tener en cuenta la edad de los niños para la selección de los cuadros,
los juguetes, las esculturas, etc. No solo debe considerarse el color,
sino también el contenido y la forma, los que deben ser asequibles a
la edad.

Cuando se va a decorar un salón hay que prever el punto de vista


del niño, pues él no advierte lo que no despierte su interés, o no se
encuentre en un lugar visible.

En la decoración del centro las obras de arte ocupan un lugar


fundamental. Las mismas no deben constituir solo un adorno sino que
también han de contribuir a la apreciación de la belleza estética.

El contenido de los cuadros o afiches debe ser fácilmente


comprensible por los niños y niñas y por supuesto no se pondrán
aquellos que sean abstractos, abigarrados, muestren yuxtaposición o
barroquismo.

Es conveniente utilizar reproducciones u originales de pinturas de


autores del país o de pintores internacionales famosos, siempre que
cumplan con los requisitos antes expuestos.

Las temáticas de los cuadros pueden ser de animales,


representación de cuentos, escenas simples de la naturaleza o de la
vida cotidiana, paisajes y retratos.

Los referidos cuadros o afiches deben cambiarse con cierta


frecuencia ya que el hecho de permanecer por mucho tiempo en el
mismo lugar, hace que los niños pierdan el interés por ellos. Partiendo
de este principio se orienta que no se pinten murales en las paredes
de los salones o pasillos. En cuanto al tamaño de los cuadros deben
ser mayores de 50 x 30 cm., lo cual estará en dependencia del
tamaño de la pared donde se ubiquen. Siempre se colocarán a la
altura de la vista de los niños. Estos lineamientos pueden ser válidos
para la decoración del dormitorio.

Los murales de los salones para información a los padres y las


trabajadoras, estarán hechos preferiblemente de madera, pintados
con barniz, o pintura de color claro y no se les colocarán rebordes o
adornos de papel que además de antiestéticos, resultan
antihigiénicos y desvían la atención de su contenido específico.

El mural de cumpleaños debe ser vistoso y para su decoración


pueden utilizarse figuras de animales, flores o personajes de cuentos
conocidos, elaborados con buen gusto y calidad.

La valla exterior que identifica al centro se confeccionará con


materiales que no se deterioren a la intemperie, tendrá el nombre del
centro y podrá incluir un motivo alegórico, sencillo y bonito.

Otro factor importante en la decoración del centro infantil lo


constituye la familiarización de los niños con los elementos de su
folklore, por tanto es necesario al escoger las plantas, los cuadros, los
afiches u objetos ornamentales tener en cuenta dichos aspectos.

Como se puede apreciar, la decoración del centro infantil requiere


del análisis de muchos detalles y es necesario en cada caso concreto
seleccionar los objetos o elementos de adorno, después de haber
reflexionado bien sobre las cuestiones planteadas.

La higiene del centro infantil.

La higiene del proceso de dirección y organización del centro


infantil es un aspecto de importancia capital en su proyecto
educativo.
Las condiciones higiénicas se refieren a un complejo sistema de
factores que influyen, de manera directa o indirecta, mediata o
inmediata, en la realización adecuada del proceso docente –
educativo, y que contribuyen a mantener la salud de los niños y
niñas, creando un ambiente propicio a su actividad.

Desde este punto de vista las condiciones higiénicas del centro


infantil contribuyen al desarrollo armónico y normal de los niños y
niñas, a fortalecer su salud, y a aumentar su capacidad de trabajo.

De esta manera, cuando se habla de higiene se refiere no


solamente al mantenimiento de las condiciones higiénico – sanitarias
que previene un ambiente sano y libre de gérmenes y vectores
causantes de enfermedades, sino también del propio proceso de
enseñanza y educación. Así, mientras el primer concepto está
estrechamente ligado con el ornato y la estética del centro infantil, el
segundo se vincula con el trabajo educativo, con su organización.

Los factores higiénicos están relacionados con el propiciar una


adecuada capacidad de trabajo en los niños y niñas, o sea, la
posibilidad de desarrollar un trabajo físico e intelectual, con el fin de
lograr algún objetivo propuesto, gastando cierta cantidad de energía.
El consumo de energía ha de ser mínimo cuando se crean condiciones
higiénicas adecuadas.

Esta capacidad de trabajo está determinada en cada momento


por la interacción de diversos factores: fisiológicos, físicos y
psicológicos.

Los factores fisiológicos que influyen sobre la capacidad de


trabajo son la edad, el sexo, el estado de salud, la alimentación, la
carga general de trabajo y el descanso del organismo humano.

Los factores físicos más importantes son algunos de los ya


analizados: la iluminación, la intensidad del sonido, la temperatura,
las características del mobiliario y la estructura del centro infantil.

Entre los factores psicológicos están el estado de ánimo, la


motivación, los intereses, las aptitudes, entre otros.

Todos estos factores intervienen de manera constante, en mayor


o menor grado en el proceso de aprendizaje, y determinan la
dinámica de la capacidad de trabajo del niño y la niña. Si estos
factores no son tenidos en cuenta se presentan dificultades en las
variaciones normales de la capacidad de trabajo, que pueden
provocar daños a su salud, disminución de su rendimiento intelectual,
o ambas cosas.

Un aspecto relacionado directamente con la capacidad de trabajo


se refiere a la fatiga. La fatiga es un mecanismo de defensa del
organismo que se presenta cuando las células nerviosas llegan al
límite funcional, lo que determina su inhibición. Cuando se inicia el
proceso de la fatiga disminuye la capacidad de trabajo, como
consecuencia de la acción inhibitoria que se da a fin de preservar a
las neuronas de una actividad desfavorable que le causa un notable
perjuicio.

Los niños en estas edades se fatigan muy rápidamente, y no


están en condiciones de superar la fase inicial de la fatiga, debido
fundamentalmente a la inmadurez y capacidad de resistencia de su
sistema nervioso, y así, a los primeros síntomas de la fatiga su
capacidad de trabajo desciende, se desorganiza y altera su conducta,
se perturba su estado de ánimo, se intranquiliza e irrita. A esto se
añade la poca atención, la dificultad para mantenerse concentrado, la
presencia de sueño, movimientos superfluos e incoordinados, y en los
más pequeñitos, surgimiento del llanto.

La correcta organización del proceso educativo, y la satisfacción


plena de las necesidades básicas de estos niños y niñas son
condiciones importantes para evitar la aparición de la fatiga, a lo que
se une la utilización de métodos de enseñanza adecuados.

A estos niños y niñas se hace necesario proporcionarles un


descanso activo amplio, mediante el juego, la actividad libre, las
acciones recreativas, que contribuyen a la reactivación de su
organismo y le devuelven su capacidad de trabajo, así como el tiempo
de sueño diurno y nocturno necesario para su recuperación funcional.

Entre los requerimientos higiénicos del proceso educativo está lo


concerniente al régimen de vida y de actividades, los cuales serán
tratados más adelante, y las diferentes acciones que propician un
efecto positivo sobre su sistema nervioso, como la actividad motriz
independiente, el contacto directo con la naturaleza y el medio
circundante, el recibir apoyo afectivo y una comunicación activa,
entre otras.

El mantenimiento de su salud es un factor de principal


importancia para garantizar una capacidad de trabajo y un
rendimiento mental acorde con su edad, por lo que preservar que su
medio sea un medio sano, libre de tensiones y factores perniciosos,
es un elemento vital. Esto se posibilita con condiciones higiénico –
sanitarias apropiadas y donde, además, no exista riesgo potencial de
accidentes.

Las condiciones higiénico – sanitarias adecuadas no es solamente


un problema de salud, sino también de goce estético: cuando un
ambiente está limpio y ordenado esto provoca satisfacción interna y
placer a la vista, pero además, de formación de hábitos, pues los
niños y las niñas tenderán a imitar y actuar para mantener ese
ambiente en tales condiciones, acostumbrándose a ser limpios y
ordenados a su vez.

También podría gustarte