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Una de las formas de corrupción más grande fueron las políticas de prohibiciones
y barreras al libre comercio que condujeron a que los diplomáticos e intermediarios
privados, coludidos con las autoridades del país y sus funcionarios, pongan en
práctica diversos negociados para el ingreso y salida de productos de primera
necesidad, a cambio de comisiones a costa del nuevo Estado, que necesitaba
tributación para fortalecerse económicamente.
. Fue el período más corrupto de nuestra historia: Desde los consignatarios que
inflaban los costos y subvaluaban las ventas en perjuicio del Estado, hasta el
fraude en el pago de la deuda interna y la manumisión de los esclavos, donde los
supuestos afectados falsificaban documentos hasta con la firma de San Martín,
para salir beneficiados, pasando por los sobornos y extorsiones hacia el Estado y
sus funcionarios por parte de Dreyfus y de Henry Meiggs –prófugo de la justicia en
EE.UU. por el delito de estafa- que habría recurrido a malas artes para poder
construir sus ferrocarriles, que muy poco beneficiaron a la sociedad
Domingo Elías, un reformador liberal, aplicó reformas civiles y liberales contra los
liderazgos de los caudillos militares. Sus reformas en un inicio, chocaba contra las
políticas de los gobiernos iníciales de la independencia, denunció en un inicio los
actos de corrupción de los caudillos militares, siendo los gobernantes José Rufino
Echenique y Agustín Gamarra, como los gobiernos más corruptos del naciente
periodo republicano.
Domingo Elías, intentó hacer frente a la corrupción de los inicios de la República,
pero lamentablemente el sistema imperante condujo a que hiciera posteriormente
de esa débil administración estatal, una maquinaria para beneficiarse
personalmente a través de los Vales de Manumisión, que fue una herramienta
para compensar económicamente a los ex dueños de los esclavos.
Domingo Elías, apoyó esta medida que, le favorecía, por haber tenido en sus
fincas, esclavos que trabajaban sus tierras. Estos vales, entregado en el gobierno
de Ramón Castilla, costó al erario nacional un aproximado de 8 millones de pesos,
y lo paradójico de esta situación, es que aquellos que luchaban contra la
corrupción de la República inicial, se beneficiaron de esta forma corrupta de robar
dinero al Estado.