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Núcleo Bolívar
Departamento de Enfermería
Profesora: Bachilleres:
Ainora Evans Armando Rojas C.I:
Glaydelis Franco Carlos Flores C.I:
Damelyz Suarez C.I: 24.891.938
Lorennys Medina C.I: 23.731.320
Son diversas las circunstancias que en la actualidad influyen en las condiciones de salud mental de
la población y, que a partir de un enfoque multifactorial, se asocian a condiciones de tipo biológico
(genético y ambiental) y psicosocial (económico, cultural y demográfico), que al interactuar afectan
de diferente forma a individuos, familias y grupos sociales. Bajo este esquema se revisan, de forma
separada, los factores asociados a la salud mental:
Factores Biológicos
Los factores biológicos se dividen en genéticos y ambientales.
a) Genéticos
La influencia de los factores genéticos en el desarrollo de la enfermedad mental está fuera de toda
discusión. Los estudios de concordancia en gemelos han corroborado su participación de manera
inobjetable; esto queda confirmado por los estudios de adopción, ya que independientemente de que
una persona sea educada por padres no consanguíneos, su riesgo para sufrir la enfermedad
dependerá de la cercanía genética con sus padres biológicos. Se ha demostrado que muchos de los
principales trastornos psiquiátricos están asociados a factores hereditarios. En el caso de la
esquizofrenia, por ejemplo, un familiar de primer grado de un paciente afectado tiene alrededor de
10% de posibilidades de padecer la enfermedad, posibilidad que aumenta hasta casi 50% si el
afectado es un hermano gemelo monocigótico; el trastorno depresivo presenta una agrupación
familiar similar; en los familiares de primer grado es de 8 a 18 veces más probable padecer un
trastorno del ánimo que en la población general, mientras que los gemelos monocigóticos presentan
una concordancia de 50%. De hecho se ha mencionado al componente genético como el primer
determinante de la personalidad.
b) Biológicos ambientales.
Si bien el factor genético es considerado como el más importante en relación con la enfermedad
mental, no explica por sí solo el 100% de las causas de estos trastornos. Existen factores
ambientales biológicos que también se han asociado, aunque en menor medida, a los trastornos
psiquiátricos. Los factores ambientales biológicos han sido identificados con más precisión y la
asociación de éstos con las enfermedades mentales es cada vez más evidente. Un ejemplo de ello
lo podemos observar en la esquizofrenia, donde el trauma obstétrico eleva hasta siete veces el riesgo
de padecerla; asimismo, se han relacionado las infecciones virales prenatales, la preclampsia, el uso
de sustancias tóxicas por la madre en el embarazo y el trauma obstétrico, en otros padecimientos
tales como el trastorno por déficit de atención y la epilepsia, por nombrar algunos.
Las agresiones del medio ambiente sobre el desarrollo del sistema nervioso central, desde la
gestación hasta la madurez, repercuten en una alteración de su formación, que irá en relación directa
a la intensidad de la agresión, la etapa del desarrollo en que se produzca y la vulnerabilidad genética
del individuo. Estas agresiones sobre el individuo pueden ocurrir en la etapa prenatal, perinatal y
postnatal. Dentro de los factores prenatales asociados más frecuentemente a los trastornos
mentales, se encuentran la desnutrición, las infecciones, la incompatibilidad sanguínea, el abuso de
sustancias o medicamentos y los accidentes y enfermedades de la madre. Los factores perinatales
más asociados al desarrollo posterior de trastornos mentales son el trauma obstétrico, el más
estudiado de los factores, las alteraciones de peso del producto, la edad gestacional, las infecciones
intrauterinas y enfermedades propias de la madre como la preclampsia. Los factores postnatales,
del nacimiento hasta la madurez del sistema nervioso central, se han asociado a enfermedades
psiquiátricas como el retraso mental; dichos factores son las infecciones, la desnutrición y los
traumatismos craneoncefálicos, principalmente.
Factores Socioculturales
Son aquellos que están relacionados con el medio ambiente físico y social; éstos, siempre han
estado presentes como condicionantes, en diversa medida, de la salud mental. La modernidad
económica ha producido grandes logros y avances en la vida del país, pero también ha provocado
intensos desequilibrios regionales, crecimiento explosivo de la población así como la consecuente
sobreexplotación de los recursos naturales; esto ha modificado la distribución territorial a partir de
intensos flujos migratorios, campo-ciudad. Esta situación ha producido, además de una marcada
polarización social, una demanda creciente y compleja de los grupos sociales para replantear sus
valores, costumbres y estilos de comportamiento, lo que repercute de manera importante en la
calidad de vida y en el bienestar de las familias y de la sociedad en su conjunto.
Teoría Conductista
Conductismo: Es la denominación que se utiliza para nombrar a la teoría del aprendizaje animal y
humano que se focaliza solo en conductas objetivas observables, descartando las actividades
mentales que ocurren por estos procesos.
La teoría conductista, desde sus orígenes, se centra en la conducta observable intentando hacer un
estudio totalmente empírico de la misma y queriendo controlar y predecir esta conducta. Su objetivo
es conseguir una conducta determinada para ello analizara el modo de conseguirla.
Iván Petrovich Pávlov ( Nació en Riazán, en 1849. Murió en 1936), fue un fisiólogo ruso discípulo de
Iván Sechenov. Hizo sus experimentos utilizando perros, los que mantenía en su laboratorio bajo
condiciones controladas para evitar la interferencia de estímulos externos.
Reflejos condicionados: adaptación del organismo al medio ambiente. Experimento de salivación con
el perro.
Watson John Broadus. Es considerado el creador del conductismo consideraba que los trabajos de
Freud estaban incompletos no negaba la existencia de fenómenos psíquicos, pero decía que no eran
observables. Propone una teoría psicología en la cual se estudian fenómenos en base a estimulo
respuesta. Considera los hábitos, e incluso el pensamiento y el lenguaje se analizan como cadenas
de respuestas simples musculares o glandulares que pueden ser observadas y medidas.
Él decía las neurosis no son ni innatas, ni objetos misteriosos, sino respuestas emocionales
aprendidas. Y las mismas leyes que regulan el aprendizaje emotivo constituyen la base de los
llamados hábitos. El lenguaje se adquiere por condicionamiento y de esta manera se va formando el
pensamiento y puede ser reducido en hábitos de laringe.
Skinner, sin embargo, difería de Watson en que los fenómenos internos, como los sentimientos,
debían excluirse del estudio, sosteniendo que debían estudiarse por los métodos científicos
habituales y dando más importancia a los experimentos controlados tanto con animales como con
seres humanos.
Condicionamiento Clásico
Es un tipo de aprendizaje asociativo que fue demostrado por primera vez por Iván Pávlov. Este autor
ideó unos experimentos con perros que son la base del condicionamiento clásico. Se dio cuenta de
que, al ponerle la comida al perro, este salivaba. Cada vez que le pusiera la comida, Pávlov hacía
sonar una campana, de modo que, cuando el perro la escuchaba, asociaba ese sonido con la comida
y salivaba. Así, el perro estaba dando una respuesta (en este caso, la salivación) a un estímulo (la
campana). La próxima vez que escuchara la campana, independientemente de si iba unida a la
comida, empezaría a salivar.
La forma más simple de condicionamiento clásico recuerda lo que Aristóteles llamaría la ley de
contigüidad. En esencia, el filósofo dijo «Cuando dos cosas suelen ocurrir juntas, la aparición de una
traerá la otra a la mente». A pesar de que la ley de la contigüidad es uno de los axiomas primordiales
de la teoría del condicionamiento clásico, la explicación al fenómeno dada por estos teóricos difiere
radicalmente de la expuesta por Aristóteles, ya que ponen especial énfasis en no hacer alusión
alguna a conceptos como «mente». Esto es, todos aquellos conceptos no medibles, cuantificables y
directamente observables. Además, resulta más preciso afirmar que más que la mera contigüidad
temporal, es la relación de dependencia entre la presentación entre el primero y el segundo estímulo
lo que dispone las condiciones en las que ocurre el condicionamiento.
Condicionamiento Operante
Es una forma de enseñanza, mediante la cual un sujeto tiene más probabilidades de repetir las
formas de conducta que conllevan consecuencias positivas y menos probabilidad de repetir las que
conllevan problemas negativos. Es un tipo de aprendizaje asociativo, este tiene que ver con el
desarrollo de nuevas conductas en función de sus consecuencias, y no con la asociación
entre estímulos y conductas como ocurre en el condicionamiento clásico.
El término fue introducido por Burrhus Frederic Skinner, aunque hoy se prefiere el de
«condicionamiento instrumental», introducido por Edward Thorndike, por ser más descriptivo. Este
último sugiere que la conducta sirve de instrumento para conseguir un fin y se da por ensayo y error,
a diferencia del condicionamiento operante planteado por Skinner, que propone que aquellas
respuestas que se vean reforzadas tienen tendencia a repetirse y aquellas que reciban un castigo
tendrán menos probabilidad de repetirse.
Teoría Ambientalista
Paul Taylor defiende la tesis de que cualquier ética ambiental biocéntrica congruente tiene que
aceptar, como una actitud moral básica, la actitud de respeto a la naturaleza. Pero, ¿en qué consiste
esa actitud? Es la actitud que adoptamos ante los seres vivos cuando los consideramos entidades
que poseen un valor inherente; poseen un valor inherente porque tienen un bien propio y el
reconocimiento de que tienen un bien propio nos conduce a tratarlos como dignos de consideración
moral. La actitud de respeto a la naturaleza es, según Taylor, paralela a la actitud de respeto a las
personas. Respetar a las personas significa otorgarles a ellas, a las personas, a la satisfacción de
sus necesidades y de sus intereses básicos un valor intrínseco, no sólo instrumental. Eso nos
conduce a dar un trato considerado a las personas y a aceptar una serie de reglas morales que
obligan por principio a cualquier agente racional. De manera similar, sostiene Taylor, cuando
adoptamos el respeto a la naturaleza como una actitud moral básica, vemos a los seres vivos como
valiosos y concedemos un valor intrínseco a la satisfacción de sus necesidades e intereses.
Asimismo, al adoptar la actitud de respeto a la naturaleza hacemos un compromiso de vivir de
acuerdo con ciertos principios normativos. Estos principios constituyen reglas de conducta y criterios
para orientar nuestro carácter, los cuales han de gobernar nuestra relación con los seres vivos. Se
trata de un compromiso moral básico o último; es moral porque es desinteresado, porque todo agente
racional debe adoptarlo, no sólo los que tienen algún interés especial por los seres vivos o sienten
un afecto particular por ellos, y es básico porque no se deriva de ninguna norma más elevada o
fundamental. Cualquiera que adopte la actitud de respeto a la naturaleza tendrá, según Taylor,
ciertas disposiciones estables o más o menos permanentes: (a) la disposición a actuar protegiendo
y promoviendo el bien de organismos y ecosistemas; (b) la disposición a considerar prima facie
obligatorios los actos dirigidos a esos fines; y ( c) la disposición a experimentar sentimientos positivos
cuando se emprenden acciones favorables hacia los organismos, las poblaciones de especies y las
comunidades de vida en los ecosistemas, y negativos cuando se los daña o se los destruye. Taylor
ve una conexión lógica entre adoptar la actitud de respeto a la naturaleza (con las disposiciones que
la acompañan) y aceptar un punto de vista biocéntrico. Adoptar un punto de vista biocéntrico sobre
la naturaleza significa: considerar a los humanos como miembros de la comunidad de vida de la
Tierra al igual que a otros miembros no humanos; ver los ecosistemas naturales como una red
compleja de sistemas interconectados, donde el funcionamiento biológico correcto de cada ser
depende del funcionamiento biológico correcto de los otros; concebir a cada organismo individual
como uncentro teleológico de vida que busca su propio bien a su propia manera; y considerar que
los humanos no son superiores a otras especies. Adoptar un punto de vista así es el principio de un
cambio profundo de nuestro comportamiento con el medio ambiente, y si se logra generalizar esta
manera de ver la naturaleza, tal vez podamos esperar poner un freno al proceso de deterioro que
amenaza con la destrucción de ecosistemas completos.
Teoría Psicoanalítica
El psicoanálisis (del griego ψυχή [psyque], alma o mente; del alemán Seele, alma -según definición
del propio Freud en su artículo de 1883Tratamiento psíquico; y ἀνάλυσις [analysis], análisis, en el
sentido de examen o estudio) es una teoría psicológica fundada por el neurólogo vienés Sigmund
Freud alrededor de 1896.
El concepto de «psicoanálisis» designa, por una parte, aquel modelo teórico descriptivo y explicativo
de los mecanismos, procesos y fenómenos implicados en la vida anímica humana. Este modelo se
basa en las teorías de Sigmund Freud sobre la psicodinámica de lo inconsciente. Por otra,
«psicoanálisis» se refiere también a la terapia psicoanalítica, es decir, a un conjunto de
procedimientos y técnicas terapéuticas para el tratamiento de conflictos internos y de relaciones
interpersonales. Finalmente, «psicoanálisis» puede referirse además al método psicoanalítico: un
método de investigación que ha sido aplicado más allá de la psicología clínica individual, al análisis
de fenómenos culturales, por ejemplo en etnología y antropología (entre otras disciplinas). El
desarrollo del psicoanálisis es permanente en estos tres aspectos por parte de investigadores y
clínicos. El psicoanálisis moderno se caracteriza por el pluralismo teórico, metódico y terapéutico. Si
el psicoanálisis puede ser considerado una teoría científica es un asunto que en círculos académicos
y profesionales continúa siendo controvertido.
Técnica
El analista por su parte, también debe respetar reglas, particularmente las tres siguientes:
Escuchar al analizado con una atención parejamente flotante, es decir, sin privilegiar ningún
elemento de su discurso, lo que implica que el analista «deje funcionar lo más libremente posible su
propia actividad inconsciente y suspenda las motivaciones que habitualmente dirigen la
atención». En palabras de Freud, «el analista debe escuchar y no hacer caso de si se fija en algo».
Mantener una actitud neutral, en cuanto a los valores, es decir, no dirigir la cura en función de un
ideal religioso, moral o social, no juzgar, no aconsejar. La posición debe ser igualmente neutral frente
a las manifestaciones transferenciales y frente al discurso, es decir, «no conceder a priori una
importancia preferente, en virtud de prejuicios teóricos, a un determinado fragmento o a un
determinado tipo de significaciones».
Observar una actitud de estricta abstinencia, lo que implica que el analista «no satisface las
demandas del paciente ni desempeña los papeles que éste tiende a imponerle». El sentido de este
principio es que la cura debe transcurrir de tal forma que el analizado no se sirva de ella para obtener
satisfacciones sustitutivas de sus síntomas.
Los lapsus son actos erróneos para la conciencia, en los que se manifiesta una descarga del
inconsciente. Para Freud, expresa un motivo personal relevante, desconocido para la personalidad
consciente. A menudo el lapsus no es obvio y se revela sólo después de una larga cadena de
asociaciones.
Una segunda área explotada por la asociación libre es la de los sueños, considerada la «vía regia al
inconsciente». Para el psicoanálisis los sueños son siempre (al menos esto es lo postulado en La
Interpretación de los sueños) realizaciones de deseos, los cuales generalmente se disfrazan por ser
inaceptables para la organización consciente del individuo. Freud distingue en la estructura del
sueño: el contenido manifiesto, que generalmente parece incoherente y sin sentido pero que
presenta algún tipo de historia narrativa; y el contenido latente, que se refiere a las asociaciones que
se despliegan a partir del sueño manifiesto. El sueño (la ilación de sus contenidos manifiestos) es
una formación producida por el trabajo del sueño que transforma el material latente mediante
la condensación, el desplazamiento, el trastorno en su contrario y diversos tratamientos que las
representaciones inconscientes reciben, en virtud de su estructura, y que Freud designó como
desfiguración onírica. La dirección del trabajo del análisis es precisamente en sentido contrario al del
trabajo del sueño ya que obtiene el contenido latente donde era lo manifiesto. Los sueños son
figuraciones capaces de acceder a la conciencia, ya que en esta situación de reposo (el dormir) es
cuando la censura se encuentra más relajada y la resistencia se encuentra debilitada. Los anhelos
y deseos que tienen prohibido el acceso en los estados conscientes tienen una oportunidad de
escaparse tras el velo de la desfiguración onírica.
Freud afirmó que el individuo neurótico, cuyas necesidades eróticas infantiles permanecieron
insatisfechas, podrá orientar sus requerimientos libidinosos hacia una nueva persona que surja en
su horizonte, siendo muy probable que las dos porciones de su libido (la consciente y la inconsciente)
participen en este proceso. Es por lo tanto perfectamente normal y comprensible que una carga de
libido se oriente también hacia el psicoanalista. Este proceso da lugar a lo que en psicoanálisis se
denomina transferencia.
El Ello es la instancia más antigua y original de la personalidad y la base de las otras dos.
Comprende todo lo que se hereda o está presente al nacer, se presenta de forma pura en
nuestro inconsciente. Representa nuestros impulsos o pulsiones más primitivos.
Constituye, según Freud, el motor del pensamiento y el comportamiento humano. Opera de
acuerdo con el principio del placer y desconoce las demandas de la realidad.
El Yo es una parte del ello modificada por su proximidad con la realidad y surge a fin de
cumplir de manera realista los deseos y demandas del ello de acuerdo con el mundo
exterior, a la vez que trata de conciliarse con las exigencias del superyó. El yo evoluciona
a partir del ello y actúa como un intermediario entre éste y el mundo externo. El yo sigue
al principio de realidad, satisfaciendo los impulsos del ello de una manera apropiada en el
mundo externo. Utiliza el pensamiento realista característico de los procesos secundarios.
Como ejecutor de la personalidad, el yo tiene que medir entre las tres fuerzas que le exigen:
las del mundo de la realidad, las del ello y las del superyó, el yo tiene que conservar su
propia autonomía por el mantenimiento de su organización integrada.
Los papeles específicos desempeñados de las entidades ello, yo y superyó no siempre son
claros, se mezclan en demasiados niveles. La personalidad consta según este modelo de
muchas fuerzas diversas en conflicto inevitable.
Diagrama del modelo estructural de tres instancias (Ello, Yo y Superyó) y de su superposición con el modelo espacial de la
psique en la primera tópica de S. Freud (consciente, preconsciente, inconsciente).
La Teoría del Desarrollo Psicosexual fue propuesta por el famoso psicoanalista Sigmund Freud, que
describió cómo la personalidad se desarrolla a lo largo de la infancia. Es una de las teorías mejor
conocidas de la psicología, aunque también es una de las más controvertidas.
Si estas etapas psicosexuales se completan con éxito, el resultado es una personalidad sana. Si
debido a algún problema no se resuelven en su momento, aparecen las llamadas “fijaciones”. Una
fijación es un foco persistente en una etapa psicosexual anterior. Hasta que este conflicto no se
resuelve, el individuo seguirá estando “atascado” en esta etapa. Por ejemplo, una persona que está
fijada en la fase oral, puede ser demasiado dependiente de los demás y puede buscar la estimulación
oral a través de fumar, beber o comer.
Según Freud, los impulsos de placer que buscan los niños (y que se rigen por el Ello) se centran en
un área diferente del cuerpo, llamados una zona erógena, en cada una de las cinco etapas de
desarrollo: oral, anal, fálica, de latencia y genital.
La fase oral
Durante la fase oral las actividades relacionadas con la alimentación como la succión y
la masticación son lo más importante.
La principal fuente interacción del bebé se realiza a través de la boca, que es de vital
importancia para la alimentación, pero además el niño a través de ella obtiene placer
gracias a actividades satisfactorias como la degustación y la succión. Debido a que el
bebé es totalmente dependiente de los cuidadores (que son los responsables de su
alimentación), el pequeño también desarrolla un sentido de confianza y comodidad a
través de esta estimulación oral.
El conflicto principal en esta etapa es el proceso de destete: el niño pasa a ser menos
dependiente de sus cuidadores y pierde las gratificaciones que obtenía con la succión.
Si la fijación se produce en esta etapa, Freud creía que el individuo tendría problemas
con la dependencia o la agresión. La fijación oral puede generar problemas con la
bebida, la comida o la necesidad de fumar.
La fase anal
Durante la etapa anal, Freud creía que el objetivo principal de la libido se hallaba en lograr el control
de los movimientos del intestino y la vejiga. El conflicto importante en esta etapa es el control de
esfínteres: el niño tiene que aprender a controlar sus necesidades corporales. El desarrollo de este
control conduce a una sensación de logro y la independencia.
Según Freud, el éxito en esta etapa depende de la forma en que los padres se acercan a esfínteres.
Los padres que utilizan la alabanza y la recompensa por usar el inodoro en el momento apropiado,
fomentan resultados positivos y ayudan a los niños a sentirse capaces y productivos. Freud creía
que las experiencias positivas durante esta etapa sientan las bases para que las personas se
conviertan en adultos competentes, productivos y creativos.
Sin embargo, no todos los padres proporcionan el apoyo y el estímulo que los niños necesitan
durante esta etapa. Algunos padres castigan, ridiculizan o incluso avergüenzan a un niño cuando
tiene accidentes.
Para él las respuestas parentales inadecuadas pueden dar lugar a resultados negativos. Si los
padres toman un enfoque demasiado indulgente en esta etapa, podría desarrollarse una
personalidad anal-expulsiva, que se traduce en una persona adulta desordenada, derrochadora y
destructiva. Si los padres son demasiado estrictos o empiezan el control de esfínteres demasiado
pronto, se genera una personalidad anal-retentiva, que se traduce en un individuo demasiado rígido,
ordenado y obsesivo.
La fase fálica
Edad: de 3 a 6 años - Zona erógena: Genitales
Durante la etapa fálica, el enfoque principal de la libido se centra en los genitales. A esta edad los
niños empiezan a descubrir las diferencias entre hombres y mujeres.
Freud creía que los niños comienzan a ver a sus padres como un rival por el afecto de la madre.
El complejo de Edipo describe estos sentimientos de querer poseer la madre y el deseo de
reemplazar al padre. Sin embargo, el niño también teme que será castigado por el padre por estos
sentimientos, a este miedo Freud lo llamó la angustia de castración.
El término complejo de Electra se ha utilizado para describir estas mismas sensaciones
experimentadas por las niñas. Freud, sin embargo, creía que las niñas por su parte experimentan
la envidia del pene.
Con el tiempo, el niño varón comienza a identificar el padre del mismo sexo como un medio para
poseer indirectamente a la madre. Para las niñas, sin embargo, Freud creía que la envidia del pene
nunca se resuelve totalmente y que todas las mujeres siguen teniendo una fijación en esta etapa.
Psicólogos como Karen Horney discrepaba con esta teoría, que calificó de inexacta y degradante
para la mujer. En su lugar, Horney propuso que los hombres experimentan sentimientos de
inferioridad porque no pueden dar a luz a los niños, un concepto que se denomina la envidia vientre.
Período de latencia
Edades: 6 a 12 años - Zona erógena: ninguna (sentimientos sexuales inactivos)
Durante el período de latencia los intereses de la libido son suprimidos temporalmente. El desarrollo
del ego y superego contribuyen a este período de calma. La etapa comienza alrededor del momento
en que los niños entran a la escuela y se preocupan más por las relaciones entre iguales, juegos y
otros intereses.
El período de latencia es un tiempo de exploración en el que la energía sexual está todavía presente,
pero se dirige hacia otras áreas, tales como las actividades intelectuales y las interacciones sociales.
Esta etapa es importante en el desarrollo de habilidades sociales y de comunicación y confianza en
sí mismo.
La fase genital
Edades: 12 años hasta la muerte - Zona Erógena: los genitales (maduración de los intereses
sexuales)
Durante la etapa final del desarrollo psicosexual, el individuo desarrolla un fuerte interés hacia el
sexo y las relaciones sexuales. Esta etapa comienza en la pubertad, pero dura el resto de la vida
de una persona.
En las primeras etapas descritas por Freud la atención se centraba únicamente en las necesidades
individuales. En esta etapa crece al fin el interés por el bienestar de los demás. Si las demás etapas
se han completado con éxito, el individuo debe estar ahora bien equilibrado, cálido, y el cuidado. El
objetivo de esta etapa es establecer un equilibrio entre las diversas áreas de la vida.
Teoría interpersonal
Harry Stack Sullivan (1892-1949) publicó en el año 1953 la obra “La teoría interpersonal de la
psiquiatría”; en esta desarrolló su modelo de la personalidad, que se enmarca en el paradigma del
psicoanálisis. De forma más concreta podemos clasificar a Sullivan en el neofreudismo, junto con
autores como Carl Jung, Karen Horney, Erik Fromm o Erik Erikson.
Sullivan defendió una concepción de la psiquiatría según la cual esta ciencia debía tener como objeto
de estudio las interacciones entre seres humanos. De este modo destacó la relevancia fundamental
de las relaciones interpersonales (tanto las reales como las imaginarias) en la configuración de la
personalidad, y en consecuencia también de la psicopatología.
Para este autor la personalidad se puede definir como un patrón de comportamiento relativo a las
situaciones de interacción con otras personas. Se trataría de una entidad estable y compleja,
determinada tanto por las necesidades fisiológicas e interpersonales innatas como por el aprendizaje
a través de experiencias tempranas y el proceso de socialización.
En este sentido, la personalidad se formaría progresivamente en función del contacto con el entorno
social y de la propia capacidad para satisfacer las necesidades, así como la tensión que estas causan
tanto desde un punto de vista biológico como desde uno psicológico. Los fallos en este tipo de
aprendizajes y la falta de adaptación psicológica llevarían a la patología.
Según Sullivan, el constructo que conocemos como “personalidad” está compuesto por tres aspectos
estables: los dinamismos y las necesidades, el Sistema del Yo y las personificaciones.
Todos ellos se desarrollan a partir de la interacción con otras personas y de cómo resolvemos
nuestros impulsos fisiológicos y sociales.
1. Necesidades y dinamismos
Los dinamismos son patrones de conducta complejos y más o menos estables que tienen la función
de satisfacer una necesidad básica determinada -o, en palabras de Sullivan, de “transformar la
energía física del organismo”. Hay dos tipos de dinamismos: los que se relacionan con partes
específicas del cuerpo y los asociados a experiencias de miedo y de ansiedad.
2. El Sistema del Yo
3. Las personificaciones
Sullivan utiliza el término “personificación” para hacer referencia a los modos por los cuales los niños
interpretan el mundo: atribuyendo a personas y colectivos características de otros, basándose tanto
en experiencias de interacción como en creencias y fantasías personales. Las personificaciones
tendrán una gran importancia en las relaciones sociales a lo largo de la vida.
Los modos en que experimentamos nuestro entorno físico y social cambian en función de la edad,
del grado de dominio del lenguaje y de la correcta satisfacción de las necesidades. En este sentido
Sullivan describió tres modos de experiencia: la prototáxica, la paratáxica y la sintáctica. Cada una
de ellas se subordina a las que aparecen posteriormente.
1. Experiencia prototáxica
Los bebés experimentan la vida como una sucesión de estados organísmicos no relacionados entre
ellos. No existe una concepción de causalidad ni un verdadero sentido del tiempo.
Progresivamente se irá tomando conciencia de las partes del cuerpo que interactúan con el exterior,
en las cuales se dan sensaciones de tensión y de alivio.
2. Experiencia paratáxica
Durante la infancia las personas nos diferenciamos del medio y obtenemos conocimientos sobre los
modos de satisfacer nuestras necesidades; esto permite la aparición de símbolos personales a través
de los cuales establecemos relaciones entre eventos y sensaciones, como las de causalidad.
Sullivan habló de “distorsión paratáxica” para hacer referencia al surgimiento de experiencias de este
tipo en etapas más avanzadas de la vida. Consisten fundamentalmente en relacionarse con otros de
forma equivalente a la que se dio con personas significativas en el pasado; esto se manifestaría en
la transferencia, por ejemplo.
3. Experiencia sintáctica
Está formado por el encéfalo y la medula espinal, estos se encuentran protegidos por tres
membranas, llamadas meninges. Este sistema se encarga de recibir, integrar y correlacionar
distintos tipos de información sensorial, es también la fuente de nuestros pensamientos, emociones
y recuerdos; tras integrar la información, a través de funciones motoras que viajan por nervios del
SNP.
Encéfalo
Gran masa blanda de tejidos nervioso contenida en el cráneo que regula y coordina las actividades
corporales; es la parte más importante del complicado y especializado sistema nervioso central y
controla todas las funciones del cuerpo, voluntarias, involuntarias y reflejas. Consta de cuatro partes
principales: el tronco del encéfalo, el cerebelo y el cerebro.
Cerebro: porción más voluminosa del encéfalo, está dividido en dos hemisferios, uno
derecho y otro izquierdo, separados por la cisura interhemisferica y comunicados mediante
el cuerpo calloso.
Cerebelo: parte del encéfalo situada detrás y debajo de los hemisferios cerebrales,
responsable de la coordinación de los movimientos voluntarios del cuerpo; es el centro del
control del equilibrio.
Tronco del encéfalo: compuesto por el mesencéfalo, la protuberancia anular y el bulbo
raquídeo. Conecta el cerebro con la medula espinal.
Medula espinal
Parte del sistema nervioso central que se extiende a lo largo de la columna vertebral, desde la base
del cerebro hasta la segunda vértebra lumbar. Se encuentra cubierta por tres membranas (piamadre,
duramadre y aracnoides) que forman las meninges y bañada por el líquido cefalorraquídeo.
Está compuesta por 31 haces de nervios formados por fibras sensoriales y motoras que traen los
impulsos del cerebro y emiten a su vez mensajes procedentes de diversos lugares del cuerpo al
cerebro.
Trastornos bipolares: es una afección mental en la cual la persona tiene periodos de depresión y
sin cambios aparentes puede estar extremadamente feliz.
Stress: es una respuesta adaptativa del organismo ante un estimulo real o imaginario.
El sistema nervioso periférico es el apartado del sistema nervioso formado por nervios y neuronas
que residen o se extienden fuera del sistema nervioso central, hacia los miembros y órganos. El
sistema nervioso periférico no está protegido por huesos o por la barrera hematoencefálica, lo que
permite la exposición a toxinas y daños mecánicos. El sistema nervioso periférico es, así, el que
coordina, regula e integra nuestros órganos internos, por medio de respuestas involuntarias. Está
formado por los nervios craneales y espinales, que emergen del sistema nervioso central y se dividen
a su vez en:
El sistema nervioso somático está formado por neuronas sensitivas que llevan información (por
ejemplo, sensación de dolor) desde los receptores sensoriales (de los sentidos: piel, ojos, etc.)
fundamentalmente ubicados en la cabeza, la superficie corporal y las extremidades, hasta el sistema
nervioso central (SNC), y por axones motores que conducen los impulsos a los músculos
esqueléticos, para permitir movimientos voluntarios como saludar con la mano o escribir en un
teclado.
Una de entrada, por donde recibe la información (vía sensitiva somática o aferente somática), que
está relacionada con la temperatura, dolor, tacto, presión, los sentidos especiales (visión, audición,
gusto y olfato), y la información que proviene de los músculos y de los tendones, que da cuenta de
su estado. Junto con toda esa información que se recibe, que es somática, el sistema también
propicia una respuesta somática o efectora (motora) voluntaria, que corresponde a la contracción del
músculo esquelético.
Nervios espinales o medulares: son los que envían información sensorial (tacto, dolor) del
tronco y las extremidades hacia el sistema nervioso central a través de la médula espinal.
También envían información de la posición y el estado de la musculatura y las articulaciones
del tronco y las extremidades a través de la médula espinal. Reciben órdenes motoras desde
la médula espinal para el control de la musculatura esquelética.
Nervios craneales: Estos son los que envían información sensorial procedente del cuello y
la cabeza hacia el sistema nervioso central. Reciben órdenes motoras para el control de la
musculatura esquelética del cuello y la cabeza.
Sistema nervioso autónomo
Regulan las funciones involuntarias o inconscientes en el organismo, y está formado por un conjunto
de neuronas, este a su vez se divide en:
Son muchas las patologías mentales que pueden afectar al sistema nervioso periférico, entre las que
se encuentran con mayor frecuencia situaciones estresantes, como respuesta inespecífica del
organismo a cualquier demanda realizada sobre él.