Luscinda: Llegué a Andalucía junto a mis 3 súbditos(?) y me senté.
Cardenio: mientras ella llegaba, yo me asomé a mirar y fui a preguntarle al cura quiénes eran esas personas. Dorotea: yo al ver a Luscinda sentada, quise servirle un poco de agua, pero ella no me contestó Cardenio: el cura me contó que Luscinda estaba obligada, o eso pareciera, a ser monja. Luscinda: Le ofrecí un muy buen dinero a mis súbditos (?) para traerme hasta acá, Andalucía. El cura inventó que yo era una mentirosa, pero hice que desistiera de sus palabras. Por tanto drama, acabé desmayada en los brazos del barbero. Dorotea: al ver a la mujer desmayada, caí yo también, el cura me mojó la cara para intentar reanimarme y lo logró, ya que recuerdo haber gritado. Cardenio: al Dorotea gritar, me asusté y pensé que era Luscinda, pero al llegar totalmente desesperado, vi que mi amada Luscinda estaba en brazos de Don Fernando. Luscinda: al ver la tensión del momento, le dije a Don Fernando que me soltara, puesto que mi verdadero amor y esposo es mi querido Cardenio. Don Fernando: yo no la quería soltar, yo la amaba y no quería que nada malo le ocurriera. Dorotea: me arrojé desenfrenadamente a los pies de Don Fernando, y lloré como si no hubiera un mañana Don Fernando: entré en razón, entonces solté a Luscinda y me fui a los brazos de mi amada esposa. Cardenio: vi que mi amada se estaba cayendo, entonces, sin pensarlo, acudí a sostenerla y le dije la frase más romántica que se me pudo ocurrir, y gracias a esto, logré que mi Luscinda se fije en mí. Don Fernando: al ver esta situación, me puse celoso, como nunca antes, y juré venganza contra el desgraciado de Cardenio. Dorotea: yo estaba recriminando a Don Fernando por no darse cuenta de la gran mujer que tiene en frente, una mujer bella e inteligente, su futura esposa. Don Fernando: en ese instante, el cura comenzó a decirme que Luscinda y Cardenio estaban hechos el uno para el otro, por lo que me puse aún más celoso, aunque el cura me dijo que solo la muerte los podía separar, así que me resigné. Dorotea: en ese momento estaba demasiado agradecida con el cura, ya que mi futuro esposo fue a abrazarme como nunca antes lo había hecho, me sentí amada. Don Fernando: tomé esa decisión porque mientras Luscinda esté con Cardenio y sea feliz, yo le rogaré a los cielos poder serlo con mi querida Dorotea. Cardenio: con Luscinda estábamos profundamente agradecidos del gesto de Don Fernando, miré hacia los lados e incluso Sancho Panza estaba llorando de emoción (aunque él decía que era porque se dio cuenta que Dorotea no era la reina Micomicona). Dorotea: decidí preguntarle a Luscinda cómo había llegado hasta este lugar, para eso, la intenté hacer sentir cómoda contándole mis desventuras. Don Fernando: en ese momento recordé cuando leí una carta que encontré en la ciudad que dejaba en claro que Luscinda y Cardenio eran esposos, por lo que solamente la muerte los puede separar. Ahí fue cuando me dieron ganas de matar a Luscinda. Luscinda: comencé a hablar sobre el monasterio y mi relación con este, algo bastante turbio en realidad. Don Fernando me sacó de ahí cuando éste estaba descuidado, yo no sabía que era él, un rato después me di cuenta que era Don Fernando y me descontrolé, a tal punto de terminar llorando. FIN