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Detalle de una galería de retratos de los soberanos incas que fue publicada en 1744 en la obra Relación
del Viaje a a la América Meridional en la que Jorge Juan y Antonio de Ulloa fueron sus autores.
Los tambosEditar
Un tambo era una construcción que servía de depósito de alimentos, vestidos,
herramientas y armas, que los incas hicieron construir a lo largo de los caminos
que cruzaban el imperio, a fin de que allí pudiesen descansar y reparar sus
fuerzas los funcionarios, los ejércitos en campaña y aun el mismo Inca con su
séquito. Los viajeros particulares no podían participar de estos beneficios pues
estos estaban obligados a llevar alimentos de su propia tierra. Había tambos
aún en los lugares desiertos y cuando estaban cerca de algún pueblo tenían
por objeto evitar que el paso del ejército y los funcionarios no aumentara la
carga tributaria al mismo. Los españoles admiraron este sistema y lo
aprovecharon.[19][20]
Los chasquisEditar
Para llevar las órdenes y disposiciones del Inca a todos los confines del Imperio
en la menor brevedad posible, existió un sistema de correo de postas
denominado de los chasquis. Estos eran jóvenes corredores apostados en los
caminos y que se cobijaban en chozas. Cada puesto estaba a una distancia
prudencial del otro, aproximadamente de 1.5 km, pues decían que aquello era
lo que un joven podía correr con ligereza, sin cansarse. Cuando el encargado
de llevar el mensaje llegaba al puesto en donde terminaba, anunciaba su
llegada por medio de un pututo (trompeta hecha de concha marina), saliendo a
su encuentro otro mozo, que escuchaba el mensaje dos y tres veces, hasta
memorizarlo exactamente y, a su turno, salía a la carrera para transmitirlo al
próximo puesto. Por ello el mensaje debía ser corto, concreto y muy simple
para evitar que se olvidasen. Otras noticias se transmitían por quipus o hilos
con nudos, sistema mnemotécnico cuyo significado solo lo podían descifrar las
personas entendidas. De ese modo, se llevaba a cabo una gigantesca carrera
de postas que permitía que las órdenes, noticias, mercaderías, etc., llegara a
su destino con bastante rapidez. Se asegura que así se conocían en Cuzco las
noticias de Chile o Quito sólo en el término de 15 días y aún menos; y que el
Inca recibía en su palacio cuzqueño pescado fresco desde la costa. [19][20]
Organización militarEditar
Véase también: Ejército inca
Manco Inca fue el primer guerrero inca en adoptar la técnica militar de los hispanos (espadas, corazas de
hierro y caballos de guerra).
Los incas formaron un ejército fuerte acorde con las necesidades de su Estado
expansionista. Se dividía en grupos de guerreros profesionales y soldados
reclutados especialmente para cada campaña, y basaba su poder en la cantidad de
hombres, la eficiente logística, la férrea disciplina y moral de combate, y la
construcción de fortalezas militares. Las acciones bélicas guardaban un carácter
religioso.
El Estado Incaico planificó tanto las conquistas de pueblos vecinos como la defensa
del territorio propio. Su base fue un ejército bien dotado, una red de caminos que
facilitaban su desplazamiento y la construcción de grandes fortalezas que
cumplían como principal función la disuasión de posibles ataques y su contención,
si se producían.
Instrucción premilitarEditar
Todos los hombres eran preparados para la guerra desde muy jóvenes. Entre los
10 y 18 años eran entrenados en el manejo de las armas y la lucha cuerpo a cuerpo.
Todo ello se complementaba con otras actividades físicas, como trepar cerros y
cruzar ríos. Aprendían también a espiar al enemigo, a imitar el grito de los
animales y enviar mensajes con señales de humo y el sonido de un tambor.[21]
Toda esta instrucción la recibían los muchachos como parte de su educación
tradicional; en períodos de conflicto, la preparación se realizaba en las fortalezas
militares.
El ejércitoEditar
Todos los hombres entre los 25 y los 50 años estaban obligados a servir en
el ejército. Cada provincia del imperio debía aportar una cuota de reclutas según su
población, los que servían por riguroso turno e iban comandados por sus
respectivos jefes, no siendo mezclados sino que permanecían bajo el mismo
comando.
La mayor parte de los soldados eran campesinos (solo la guardia del Inca reinante
estaba compuesta por combatientes de oficio, casi todos de origen noble).
La jerarquíaEditar
Las tropas estaban divididos en grupos de 10, 100 y 1000 soldados o aucarunas,
cada una de las cuales estaban mandada por el chuncacamayoc,
el pachacacamayoc y el huarangacamayoc, respectivamente. El jefe supremo del
ejército era el Inca, pero el jefe ejecutivo era un pariente más cercano de su entera
confianza, su príncipe heredero o cualquier otro príncipe; era llamado
el Apuquispay, cuyo nombre sugiere el modo de impartir órdenes mediante una
trompeta. También eran altos jefes los hermanos, tíos y otros parientes cercanos
del Inca que tuviesen grandes condiciones guerreras, incluidas la valentía y la
habilidad.[22]
Armas ofensivas y defensivasEditar
Armas ofensivas: Preferentemente utilizaron la maza o huactana, hecha de madera o
metal de una sola pieza; y la porra o champi, confeccionada con una piedra o metal en
forma de estrella encajada en un palo. También usaron el hacha o chictana, la lanza
o chuqui, la honda o huaraca, la estólica, el arco y flecha, entre otras. Usaron también
las galgas, que eran grandes piedras que colocaban en el borde de una ladera, y que
echaban a rodar para que causara estragos a los que pasaban por la parte baja.[23]
Armas defensivas.- Los guerreros vestían túnicas de algodón reforzado y cascos de
madera o de cañas entretejidas con hilos de lana. También se cubrían la espalda con placas
de madera, y llevaban escudos del mismo material, a veces reforzados con piel de
venado.[24]
FortalezasEditar
En sitios estratégicos, los incas hicieron construir grandes fortalezas. Dichas
fortalezas eran de diversos tipos, pero por lo general se alzaban sobre eminencias
de terreno, salvando las gradientes por rampas y muros defensivos, siendo
coronadas por torreones. Casi siempre ocupaban lugares inexpugnables por sus
tres lados, siendo el lado de acceso defendido por muros y almenas.[25]
Métodos de luchaEditar
Pese a contar con un ejército formidable, los incas intentaban primeramente el
sometimiento voluntario y pacífico del pueblo que querían conquistar.
Previamente enviaban embajadas con ricos presentes, con lo que buscaban
demostrar a dicho pueblo todas las ventajas que sacarían si aceptaban la
dominación inca. Si este ofrecimiento era rechazado, entonces entraba en acción el
ejército. Para tal efecto, aislaban al enemigo y luego procedían al ataque. Lo
iniciaban lanzando proyectiles con sus hondas, estólicas y arcos; luego venía el
combate cuerpo a cuerpo, en el cual los incas eran expertos. Estos entraban en
batalla dando terribles alaridos y usaban con destreza sus mazas, hachas, lanzas y
porras.[26]
Organización socialEditar
El AylluEditar
Artículo principal: Ayllu
El jefe del ayllu o curaca era el anciano más recto y sabio, asesorado por un grupo
de ancianos. Sin embargo, cuando el peligro amenazaba, el mando militar lo ejercía
un sinchi, guerrero aguerrido y prudente, elegido entre los más fuertes del ayllu.
Clases socialesEditar
El Inca Pachacútec y su hijo, el príncipe heredero Túpac Yupanqui(dibujo de Martín de Murúa).
Pueblo:
o Los artesanos, es decir, los que hacían trabajos artesanales: los orfebres, plateros,
tejedores, olleros, chicheros, carpinteros, ojoteros. Los más reputados eran los orfebres
y plateros de la costa (como los chimúes), así como los tejedores de tejidos finos de la
región del Collao (cumbicamayocs).[31]
o Los mercaderes, que era una clase muy especial dentro las poblaciones costeras, que se
ocupaban del trueque y del intercambio. Tal es el caso de los tratantes o
comerciantes chinchanos y los del extremo norte del imperio (costa del actual Ecuador),
donde eran conocidos como mindalás. Fueron los españoles quienes le dieron el nombre
de “mercaderes”, concepto ajeno a la mentalidad indígena, que desconocía el uso de la
moneda.[32] Controlaban el comercio del spondylus, estaban exonerados de los trabajos
comunales y públicos, aunque tributaban en especie tanto a su curaca como al Estado
imperial.[33]
o Los hatunrunas, que quiere decir hombres grandes, conformaban la gran masa del
pueblo que se dedicaba a las labores agrícolas y pastoriles, aunque también prestaban
su trabajo en las obras públicas. Vivían agrupados formando parte de los ayllus. De
entre ellos se elegían a los soldados, a los mitmas y a los yanas. Eran los verdaderos
sustentadores del imperio.[34]
o Los pescadores, vivían a lo largo del litoral, en pueblos separados de las aldeas
campesinas y sin poseer tierras de cultivo, formando una clase social distinta. No solo
pescaban, sino que cazaban aves y cosechaban eneas que usaban como materia prima
para sus embarcaciones y chozas. Salaban los pescados y los intercambiaban con otros
productos.[35]
o Los mitmas o mitmaqkunas, llamados también mitimaes, eran aquellos pobladores
quechuas enviados a colonizar los nuevos territorios conquistados y formar así una
barrera contra las poblaciones fronterizas todavía no dominadas por los Incas. Había
otro tipo de mitmas, los de las etnias sometidas, que como castigo a su rebeldía, eran
enviados a zonas distantes de su lugar de origen, para ser sometidos a vigilancia. Este
último tipo de mitimaes aumentó en los años inmediatamente anteriores a la conquista
española.[36][37]
o Los yanas, eran prisioneros de guerra o bien solo simples individuos desarraigados de
sus ayllus por capricho del Inca o del curaca para ejercer como siervos, en tareas
domésticas, agrarias y pastoriles. El Inca solía donar yanacunas a los altos dignatarios, a
los jefes guerreros y a los curacas. El estatus del yanacuna era de por vida y lo
transmitía a sus descendientes. De acuerdo a quien sirviera recibía diversos nombres.
Cuando lo hacían en beneficio de personas o familias, se los llamaba yanas o yanacunas;
cuando estaban al servicio del Inca y del Estados, se los denominaba yanayacos o
yanayacocunas.[38]
o Las mamaconas o acllas, mujeres que desde temprana edad eran reclutadas de todo el
imperio para ser internadas en los acllahuasis. Allí se dedicaban a la fabricación de
textiles, la preparación de bebidas para los ritos, y otras labores; algunas eran
seleccionadas para convertirse en las esposas secundarias del Inca o para ser
entregadas como premio a los curacas y jefes principales.[39]
o Las pampayrunas o mitahuarmis eran mujeres que por mandato del Estado estaban
obligadas a ejercer la prostitución, pero fuera de las poblaciones, en el campo. Se
trataba de mujeres prisioneras, capturadas en las guerras. Así se pretendía evitar que
hubieran violaciones u otro tipo de acoso de parte de los jóvenes solteros hacia las
muchachas o las mujeres casadas.[40]
o Los piñas o pinas, eran prisioneros de guerra, que estaban en el último escalón de la
pirámide social del Imperio. De acuerdo a Waldemar Espinoza, estaban sometidos a la
esclavitud, pero solo al servicio del Inca y del Estado imperial; no había piñas al servicio
de particulares. Se los destinaba a las plantaciones de coca (cocales) en la ceja de selva,
donde el trabajo era muy extenuante.[33] Sin embargo, no se puede considerar
esclavista al Estado inca, pues el número de esos piñas era ínfimo en comparación con el
número total de la población.
EconomíaEditar
La economía incaica estaba basada en la previsión y planificación de todas las
etapas del proceso productivo. En el Tahuantinsuyo, nada estaba fuera del control
permanente y directo del Estado, que, haciendo suyas las experiencias tecnológicas
y culturales desarrolladas por las culturas preincas, organizó un aparato
productivo, fundamentalmente agrícola, que dio solución a los problemas de
alimentación, vestido, vivienda y seguridad social de una población cada vez más
numerosa.[1]
No hay consenso en cuanto al cálculo sobre el número de pobladores que
albergaba el imperio inca a la llegada de los españoles. John Rowe lo calculó en seis
millones; por su parte, Noble David Cook (1981) lo elevó a nueve millones. Otros
investigadores dan cifras menores.[41]
El trabajoEditar
Existía una obligación entre la población circundante de dar mantenimiento a la infraestructura vial del
imperio. En la foto, pobladores en el ritual de renovación del Puente Q'eswachaca, ritual que se mantiene
desde la época incaica hasta la actualidad.
El trabajo era considerado como una función social de la que no podía eximirse
ningún individuo; era pues obligatorio. Todos los habitantes del Imperio, hombres
y mujeres, debían trabajar, pero no era igual para todos sino que se asignaba a
cada individuo según sus capacidades. A nadie se le exigía más de lo que podía dar;
así, el niño trabajaba mucho menos que el joven y éste menos que el adulto, edad
en la que se exigía el máximo esfuerzo, descendiendo después la exigencia a
medida que iba ascendiendo la edad.[42]
El trabajo era colectivo, pues siempre lo hacían con la intervención de todos los
miembros de la comunidad o ayllu, los mismos que se ayudaban mutuamente unos
a otros. Modalidades de trabajo comunitario eran la mita, el ayni y la minca.[43]
El ayni.- Consistía en la ayuda mutua o recíproca que se prestaban las familias que
componían el ayllu, principalmente en las labores del campo. Cuando un miembro del
ayllu no podía labrar su parcela, venía otro a ayudarle en esa labor; luego aquel devolvía el
favor de similar manera.
La minca.- Consistía en el trabajo en masa que realizaban los ayllus para cultivar las
tierras del Inca y del Sol o cuidar sus rebaños. El Inca y los sacerdotes les proporcionaban
todo lo necesario: herramientas, vestidos, bebidas, etc.
La mita.- Era el trabajo obligatorio y por turno que debían prestar por tres meses al año
los varones de 25 a 50 años de edad en las grandes obras públicas: caminos, puentes,
templos, palacios, fortalezas, el laboreo de las minas, el cultivo de la coca, el servicio
militar, y también servicios como el de los chasquis y el de la guardianía de los puentes.
Sin embargo, el sistema de propiedad de la tierra era mucho más complejo. Había
también tierras que eran de propiedad de los ayllus reales y de las panacas; otras
que eran destinadas para sustentar a las huacas en el mantenimiento de su culto;
otras que estaban en posesión de los curacas regionales o locales.[46][47]
AgriculturaEditar
Artículo principal: Agricultura incaica
Fueron más de 200 las variedades de papas cultivadas, que constituyen el mayor aporte de los pueblos
andinos a la alimentación mundial.
Los incas se valieron de varias técnicas para ganar terrenos de cultivo (andenes,
camellones, hoyas, pozas secas), así como usaron y ampliaron los sistemas de riego
heredados de las culturas preincaicas (acueductos y canales). Todo ello se amplía
en la sección de Tecnología agrícola.
Se estima que los incas cultivaron más de ochenta especies vegetales, entre ellas
especies alimenticias como la papa, el camote, el maíz, el olluco, la oca, la quinua,
el ají, el tomate, el maní, el pallar, la palta, la yuca y el frijol. Es de destacar la papa,
cuya domesticación ha sido el gran aporte de la civilización andina para la
alimentación mundial. Domesticaron más de 200 variedades de papa. Se las
consumía sancochadas, con cáscara y todo, y también se las sometía a procesos de
conservación, obteniendo la papaseca y el chuño.[48]
El maíz, domesticado en el Antiguo Perú de manera independiente con respecto a
México, fue también la base de la alimentación y era comido en muy variadas
formas: tostado (cancha), sancochado (mote) y en una especie de pan
llamado tanta. Sus hojas eran consumidas como legumbres y de sus granos hacían
también la famosa chicha o acja, la bebida preferida del Imperio.[49]
Cultivaron también plantas industriales como el algodón y el magüey. Del algodón
hicieron tejidos. Del maguey aprovecharon sus fibras para hacer sogas resistentes
y calzados. Otras plantas cultivadas fueron la tabaco(sairi) y coca (cuca) para uso
ritual y medicinal.
GanaderíaEditar
Artículo principal: Ganadería incaica
Los camélidos fueron un recurso esencial del Tahuantinsuyu. El Estado inca se preocupó de abastecerse
tanto de la carne como de la fibra de estos animales.
PescaEditar
Los habitantes de las costas del Pacífico y de las riberas del lago Titicaca se
dedicaban a la pesca. De ella obtenían alimento, material para fabricar objetos
como peines, agujas y abono para la tierra. Para pescar usaban anzuelos, redes,
canastas y arpones. En la costa usaban desde remotos tiempos el famoso caballito
de totora, que era un haz de juncos dispuestos en forma de cigarro, sobre el cual
montaba el pescador, que para impulsarse usaba un pequeño remo. Se dice que
esta peculiar embarcación fue trasplantada por orden del inca Pachacútec a las
orillas del lago Titicaca, donde a partir de entonces se usan las ya tradicionales
balsas de totora.
Para la pesca más prolongada usaban balsas de madera impulsadas por una vela de
fibra de algodón, con las que se atrevían a incursionar más adentro del mar.
Comercio y navegaciónEditar
La balsa Kon-tiki, expuesta en un museo. Es similar a las embarcaciones usadas por los incas.
Entre los incas, y en general en todas las culturas andinas, se empleó el comercio
de trueque y el intercambio, que consiste en el cambio que hace un individuo de los
productos que le sobran por otros que, a su vez, necesita. Así, por ejemplo, los
habitantes de la costa intercambiaban sus productos (pescado seco, conchas, etc.)
con el de los habitantes de la sierra (alimentos, lana, etc.).
Había en la costa una clase dedicada exclusivamente al trueque y el intercambio a
larga distancia, a cuyos miembros los españoles les dieron el nombre de
“mercaderes”, concepto ajeno a la mentalidad indígena, que desconocía el uso de la
moneda. Se ha investigado el caso específico de los “mercaderes” o tratantes
de Chincha: sabemos que la administración inca, al conocer que el valle de Chincha
se hallaba tan poblado al punto que no podía satisfacer la alimentación de todos
sus habitantes, decidió dividir a su población económicamente activa en tres
grupos: agricultores, pescadores y “comerciantes”. Estos últimos ascendían a seis
mil. Otros tratantes o “mercaderes” de importancia eran los de la costa del actual
Ecuador. Uno de los productos más preciados del intercambio comercial era la
concha spondylus.[53]
En sus viajes marítimos, dichos “mercaderes” llegaron a regiones costeras tan
alejadas como Panamá y Costa Rica, y posiblemente hasta las costas del sur de
México.[54] Para cubrir esas rutas usaban resistentes balsas de madera impulsadas
a vela; se afirma también que, hacia 1460, el entonces príncipe Túpac
Yupanqui organizó una nutrida expedición de balsas que descubrió unas
misteriosas islas llamadas Auachumbi y Ninachumbi, que se ha querido identificar
con las islas Galápagos, la isla de Pascua e incluso con la lejana Polinesia.[55]
No existía la moneda; sin embargo, se tiene evidencia de que algunos productos
hacían las veces de moneda, como por ejemplo, el ají, la sal, el maíz, el algodón, la
coca, plumas de aves y conchas marinas. Se mencionan también hachas pequeñas o
tumis. El que vendía recibía en pago cualquiera de estos productos. Cuando
compraba, pagaba a su vez con los referidos productos.
ArtesEditar
Arquitectura y urbanismoEditar
Artículo principal: Arquitectura incaica
Machu Picchu
EsculturaEditar
Artículo principal: Escultura incaica
Piedra de Saywite.
CerámicaEditar
Artículo principal: Cerámica incaica
La pintura como arte fue ampliamente practicada por los incas, aunque sin
alcanzar los niveles de las culturas preincaicas, como la nasca y la moche.
Esta expresión artística fue realizada principalmente sobre murales y mantos, de
los cuales solo se conservan algunas trazas.
Los murales pintados.- Las decoraciones pictóricas se hacían sobre paredes enlucidas
empleando pintura al temple. Se daba especialmente en las edificaciones de adobe de la
costa, como en Paramonga, Pachacámac y Tambo Colorado. Hay que distinguir entre
paredes pintadas de uno o varios colores y los murales con diseños o motivos
representando escenas diversas.[72] El Inca Garcilaso de la Vegamenciona también una
antigua pintura mural incaica que representaba a dos cóndores y que en sus días todavía
se podía ver en una peña altísima en las afueras del Cuzco. Según el mismo cronista, su
ejecución habría sido ordenada por el inca Viracocha, en conmemoración de su victoria
sobre los chancas.[73]
Los mantos pintados.- Esta técnica aplicada sobre telas de algodón era propia de toda la
costa, con mayor énfasis en el norte. Todavía por los años de 1570 a 1577 existían artistas
especializados en el arte de pintar mantos que ejercían su oficio trasladándose de un lugar
u otro; estos artesanos pedían licencia ante el oidor para usar de su arte e ir libremente
por los valles sin ser estorbados. En los museos y colecciones privadas se pueden apreciar
estos mantos, empleados quizá para cubrir paredes desnudas o servir de vestimenta a los
señores importantes.
Otras muestras de este arte serían las tablas y telas pintadas con escenas históricas
y guardadas en Puquincancha (Cuzco), según testimonio del cronista Pedro
Sarmiento de Gamboa, pero de las que ya no quedan ningún ejemplo
conservado.[72]
También es de destacar la pintura como complemento ornamental de las piezas de
cerámica y de otras artesanías, como la realizada sobre los aríbalos (cántaros) y
los queros (vasos ceremoniales). En un segundo plano estarían la decoración de los
escudos militares, a manera de figuras heráldicas, según la información de algunos
cronistas.[74]
Otro renglón dentro del arte pictórico fue la realización de una suerte de mapas
pintados que representaban un lugar o una región. El cronista Juan de
Betanzos cuenta que después de la victoria sobre los chancas obtenida por el
príncipe Cusi Yupanqui, los dignatarios cusqueños fueron al encuentro de éste
para ofrecerle la borla y lo encontraron pintando los cambios que pensaba
introducir en el Cuzco. Esta práctica estaría confirmada por una afirmación en un
juicio sostenido por las etnias de Canta y de Chaclla en 1558-1570. Uno de los
litigantes presentó ante la Real Audiencia de Lima los dibujos de su valle indicando
sus reclamos territoriales, mientras los segundos exhibieron una maqueta de barro
de todo el valle. Pedro Sarmiento de Gamboa decía que al conquistar un valle se
hacía una maqueta y se le presentaba al Inca.
Orfebrería y plateríaEditar
Los incas utilizaron los metales preciosos (oro y plata) para labrar bellos objetos
de orfebrería y platería. En realidad, quienes realizaban estas obras artísticas eran
los pueblos sometidos, como los chimúes y los ichmas, cuyos orfebres fueron
trasladados al Cuzco para ejercitar su arte al servicio del Inca. Producían aretes,
orejeras, brazaletes, ajorcas, collares, sortijas, prendedores, tumisrituales, placas,
planchas, efigies de plantas, animales y seres humanos para adornar los templos y
palacios del Cuzco y otras ciudades importantes.[75]
Los orfebres y plateros formaban una casta especial y tenían ciertos privilegios. El
orfebre era llamado cori camayoc; el platero, collque camayoc.[76]
Es fama que los conquistadores españoles encontraron cantidades ingentes de
objetos artísticos labrados en oro y plata, como aquellos que fueron ofrecidos para
el rescate del inca Atahualpa y los hallados en el Coricancha; en este último se hizo
famoso un gigantesco disco de oro que era imagen del dios Sol o Inti (punchau). Sin
embargo, todos esos objetos fueron fundidos y transformados en lingotes para ser
repartido entre los captores del Inca y la Corona española.[74]
TextileríaEditar
Artículo principal: Textilería incaica
La textilería estuvo muy desarrollada, aunque sin llegar a la belleza desplegada por
algunas culturas preincas costeñas, como la nazca y la paracas.
Los incas conocieron los telares verticales y horizontales con los que crearon
variados tejidos de lana y algodón. Los tejidos finos que se han conservado son
motivo de admiración por su colorido y finura en la confección. Este tejido,
llamado cumbi o cumpi, estaba hecho de lana de vicuña, y cuando se le quería dar
calidad especial o aspecto vistoso, se le mezclaba con hilos de oro, pelos de lana y
murciélago, o se le recubría con plumas multicolores, o se adornaban con cuentas.
Estaba decorado con hermosos dibujos geométricos y naturales (tocapus). Los
elementos decorativos y el color realzaban la fineza y suavidad del tejido.
También crearon tejidos decorados con plumas de colores vivos, de los que se
conservan bastantes muestras en el ajuar de sus momias.
Música y danzaEditar
Los incas conocieron solo los instrumentos musicales de viento. Usaron flautas en
diversas variedades, como las quenas, antarasy otras, así como
los pututos (trompetas hechas de conchas marinas). También instrumentos de
percusión como las tinyas o tambores. La música incaica era de cinco notas
fundamentales, es decir, era pentatónica, en vez de la música de siete notas que
hoy usamos.
Las labores agrícolas se hacían generalmente al son de la música y canto para
darles ritmo y compás. La danza era ejecutada por grandes masas humanas y tenía
preferentemente un carácter religioso. Había danzas totémicas destinadas a dar
culto a los tótems u antepasados epónimos; danzas solemnes como las realizadas
en las grandes fiestas religiosas como el Inti Raymi; danzas dedicadas a los
muertos; danzas en conmemoración de hechos históricos; danzas guerreras y
danzas de alegría (Kashua).
MomificaciónEditar
Según Del Busto, se considera a la momificación como un arte porque buscó la belleza de
los reyes incas y de los nobles fallecidos, ya que los incas consideraban necesaria la
conservación de sus cuerpos para asegurar la buena fortuna a su linaje.
LiteraturaEditar
Artículo principal: Literatura incaica
Literatura popularEditar
Es la que surgió espontáneamente en el pueblo y en el campo. Abarca masivamente
el género lírico, es decir, composiciones poéticas que estaban unidas a la música y
la danza, y que por lo general eran entonadas en grandes masas corales,
alternándose hombres y mujeres. Estas manifestaciones formaban parte del
quehacer cotidiano. Funerales, fiestas, nupcias, peleas, guerras, etc. estaban
enmarcados en una ritualización expresada a través del arte. Son dos sus
manifestaciones principales:
El harawi, canción de diversos tipos (de amor, de arrepentimiento, de alegría, etc.). Tenía
un carácter intimista y estaba a cargo de un aedo, denominado harawec o haravicu. En la
época colonial derivó en el huayno y en el yaraví.
El haylli, himno de alegría, se entonaba en las fiestas religiosas o en celebraciones de
triunfos.
Ciencia y tecnologíaEditar
La etnia inca, al igual que otras culturas andinas contemporáneas, no hicieron
grandes aportes a las ciencias y tecnologías. Lo que hicieron fue recoger y
aprovechar todo el legado cultural de civilización andina, que se remonta a Caral,
es decir al 3000 a.C. Al momento de fundarse el imperio inca, las diversas ramas de
las ciencias como la astronomía, las matemáticas y la medicina, así como las
variadas tecnologías aplicadas en la agricultura, la hidráulica y la arquitectura, ya
estaban inventadas, experimentadas y desarrolladas hasta su máxima perfección.
El mérito de los incas fue aprovechar costumbres, conocimientos y técnicas
milenarias, haciendo alguna que otra contribución, y luego, con ese sustento, crear
un Estado imperial cuyo fin era la unificación del mundo andino, pero cuya
consolidación definitiva se vio truncada por la invasión española.[82]
Hay que señalar además que lo que llamamos conocimientos científicos en el Perú
antiguo corresponden en realidad a una etapa precientífica, por la que también
pasaron otras grandes civilizaciones del mundo. Se trataba de saberes empíricos,
que se consolidaron a través de milenios de experiencia, y que tuvieron un carácter
eminentemente práctico. No hay evidencia que alguna vez el hombre del Perú
prehispánico haya hecho reflexiones teóricas ni formulaciones matemáticas. Es de
destacar también que en todos los dominios de la ciencia y técnica se inmiscuía la
magia y la religión. Es solo con la revolución científica ocurrida en Europa a partir
del siglo XVII que se puede hablar con propiedad de un desarrollo científico en el
mundo.[83]
MedicinaEditar
Cráneos incas con señales evidentes de trepanación. Obsérvese el crecimiento del tejido óseo alrededor
del corte, lo que indica que el paciente sobrevivió a la operación.
MatemáticasEditar
Conocieron el sistema decimal, que lo aplicaron a la estadística de los quipus y a la
organización. También tuvieron grandes conocimientos de agrimensura, es decir,
la medición de tierras. En el arte de construir debieron también aplicarse
conocimientos científicos, si se tiene en cuenta los imponentes y bien ensamblados
que son algunos edificios, como Sacsayhuamán y Machu Picchu, que
indudablemente requirieron de una cuidadosa programación y cálculos físicos y
matemáticos.
AstronomíaEditar
GeografíaEditar
Tuvieron amplios conocimientos de geografía y a base de ellos dividieron el
Imperio en cuatro suyos.[87] Sabían perfectamente cuál era la naturaleza física del
territorio que dominaban y lo plasmaron en mapas en relieve, elaborados de
arcilla, marcando todos los accidentes geográficos.[88]
Diferenciaron las diversas regiones naturales y la clasificaron según la altitud. A la
costa la llamaron Yunga. A la sierra la dividieron en cuatro
altitudes: Quechua, Suni, Puna y Jalca. A la selva Rupa rupa y Omagua. Todos estos
conceptos los aprovechó el geógrafo Javier Pulgar Vidal para hacer su célebre
clasificación de las regiones naturales del Perú.[88]
HistoriaEditar
El que hacía de historiador entre los incas era el amauta, un funcionario adscrito a
la corte del Inca, cuyo papel era equivalente al de un maestro y cronista. Este
amauta conservaba la memoria de los hechos gloriosos del Inca y de sus
antepasados (que figuraban en la lista del Cápac cuna). Todo lo registraba, tanto
las ordenanzas y prohibiciones imperiales, como las guerras y victorias de los
reyes incas. Al no contar los incas con escritura, estas tradiciones se trasmitían de
manera oral. Pero algunos cronistas afirman que esta memoria se guardaba
también a través del sistema de los quipus, cuerdas de algodón de colores diversos
y con nudos desplegados a intervalos, de los que si se tiene certeza que se usaban
en la contabilidad. El experto en estos quipus se llamaba quipucamayoc.[88]
MetalurgiaEditar
Los minerales los fundían en huayras o crisoles de tierra cocida, que colocaban en
las altas cumbres y cuyo fuego se avivaba con los vientos, o bien lo atizaban
soplando con canutos de cobre.
Los metales de mayor dureza lo utilizaban en las puntas de sus instrumentos de
labranza, en sus armas, y en instrumentos para tallar piedras durísimas como el
granito.
Tecnología agrícolaEditar
Los incas fueron un pueblo esencialmente agrícola; sin embargo, tuvo su asiento en
un territorio falto de tierras cultivables. Para superar tal deficiencia aplicaron
técnicas agrícolas, las principales de las cuales fueron las siguientes:[89]
Andenes o terrazas, para evitar la erosión y aprovechar las laderas de los cerros. Estaban
constituidos por plataformas con superficies cultivables, reforzadas con muros de
contención de piedras, que iban escalando las laderas, adaptándose a las sinuosidades del
terreno. Viéndolas de lejos simulan enormes escalinatas.[90]
Acueductos o canales, en los valles costeños, herencia de las culturas preincaicas, aunque
otros fueron ejecutados bajo administración inca. También en la sierra se construyeron
canales.[91]
Waru waru o camellones, técnica heredada de las poblaciones del altiplano. Se trataba de
montículos artificiales de tierra, hechos para elevar las zonas de cultivo por encima de la
superficie natural del terreno; en torno a ellos circulaban canales de agua. La idea era
permitir un mejor drenaje en lugares donde la tierra era poco permeable y estaba sujeta a
frecuentes inundaciones, como en la región del lago Titicaca. Los camellones hacían
posible aprovechar mejor el agua, evitando su rápida circulación.[92]
Huachaques u hoyas, realizadas en la costa, que consistían en excavaciones hondas y muy
anchas en zonas totalmente áridas, hasta alcanzar las capas húmedas del subsuelo, donde
se sembraba.[93]
Cochas o pozas secas que se llenaban en época de lluvias y que luego se usaban en el riego.
Eran muy empleadas en las tierras altas vecinas al lago Titicaca.[94]
Trabajo de la piedraEditar
Quipu incaico
Los incas contaron con un ingenioso registro numérico a base de cuerdas y nudos
llamado quipus. Los nudos indicaban los números, del uno al diez, y el color del
cordón u otros detalles indicarían el tipo de bienes registrados, aunque hay que
destacar que esto último no era una regla común sino que tendía a variar. El
encargado de elaborar e interpretar el quipu era el quipucamayoc. El quipu es una
herencia cultural milenaria, pues en Caral se descubrieron quipus de 5000 años de
antigüedad.[99]
Dos probables formas de comunicación ideográfica fueron los tocapus y
los quillcas:
Los tocapus o tocapos son recuadros en sucesión, cada uno de los cuales tienen un diseño
particular, a manera de figuras heráldicas. Suelen aparecer pintados en los vasos o queros
y en los tejidos incas. Se ha postulado que se traten de signos de una escritura fonética,
aunque otros consideran que son de la época colonial, y por tanto, serían solo diseños
artísticos influenciados por la cultura occidental.[100]
Quillca es una palabra quechua que indicaría un diseño pintado. Los españoles lo
tradujeron como escritura, aunque en realidad se tratarían de diseños pictográficos
realizados sobre peñas (petroglifos), pero no de símbolos fonéticos.[100]
ReligiónEditar
Artículos principales: Religión incaica y Mitología incaica.
Los incas adoraban al dios sol al que llamaban Inti, así como a la luna y a los
fenómenos naturales.
La cosmovisión andina fue de carácter politeísta, animista y totémica. En los andes
vivieron gran cantidad de creencias, cada cual con un componente étnico. Se creía
en la existencia de tres mundos: superior (Hanan Pacha), medio (Kay Pacha) e
inferior (Uku Pacha); y en un dios creador Viracocha.
El culto quechua, era presidido por el Inca, considerado hijo del sol y asistido por
los siguientes personajes:
El Sumo sacerdote inca, llamado Willaq-Uma o Huíllac-Uma (en quechua: «cabeza de los
presagiadores o adivinos»), tenía entre sus funciones: presidir las ceremonias religiosas,
velar por la ortodoxia del culto, aconsejar al Inca, etc.
Las acllas: fueron mujeres separadas de sus familias y dadas como tributo por las diversas
regiones del Tahuantisuyo. Por lo general realizaban labores al servicio del Estado y la
religión. Vivían en los Acllahuasis, edificios ubicados en diferentes regiones del Perú.
Destacan los acllahuasis del Cuzco y Pachacámac.
DivinidadesEditar
Cabeza inca de piedra con llauto y mascapaicha. Representa probablemente al dios Viracocha.
Wiracocha: fue una divinidad panandina, de origen preinca. Era un dios adorado por la
nobleza cusqueña.
El Sol (Inti): fue el dios oficial en el Tawantinsuyo, difundido por el inca Pachacútec.
La Luna (Mama Killa). Diosa del cielo y las estrellas, protectora de las mujeres (coyas y
acllas) y esposa del dios Inti.
Pachacámac: fue el dios más importante de la costa central.
Illapa: dios del rayo.
Pachamama: madre tierra.
Mama Cocha: madre de los lagos.
Coyllur: diosa de las estrellas.
Apus: dioses de las montañas, los montes tutelares.
FestividadesEditar
Fiesta del Inti Raymi en la actualidad, en la explanada del Sacsaihuaman.
Inti Raymi (en quechua, fiesta del Sol), la fiesta más solemne, que se efectuaba durante el
solsticio de invierno, en homenaje al Sol, dios y padre de los fundadores del imperio. A ella
acudían los dignatarios de todo el país, ataviados con el mayor lujo que le fuera posible. El
Inca presidía la ceremonia en una explanada de la plaza del Cuzco, esperando la aparición
del Sol. El inca elevaba dos grandes vasos de oro con chicha, y mientras invitaba al Sol con
el de la mano derecha, del otro vertía pequeñas cantidades en los vasos de sus
parientes.[101]
Cápac Raymi, la fiesta principal del Sol, que se realizaba en el mes de diciembre. Se
sacaban en procesión las imágenes del Sol guardadas en el Coricancha, así como a las
momias de los incas. Se hacían muchas ofrendas de oro, plata y spondylus, así como
sacrificios de niños y de camélidos. Se realizaba también la ceremonia
del Warachikuy.[102]
Capac cocha, que podría traducirse como «obligación real», se realizaba entre abril y julio,
en honor al dios Viracocha. La ceremonia incluía fiestas y ofrendas de reconocimiento y de
gratitud. Desde las cuatro direcciones del Tahuantisuyo los poblados enviaban uno o más
niños al Cusco, para, luego de las ceremonias allí oficiadas, regresar y ser ofrendados a
huacas o santuarios locales.
Citua, era la fiesta solemne celebrada el primer día de la luna después del equinoccio. Era
considerada como un sacrificio de expiación general. El pueblo se preparaba con un ayuno
de 24 horas y con una continencia escrupulosa. Hacían una especie de pasta mezclada con
sangre, sacada de entre la nariz y las cejas de los niños con la que se frotaban el cuerpo,
previamente lavado, operación con la cual creían precaverse de toda clase de
enfermedades. Frotaban igualmente con la misma pasta los umbrales de las casas. El sumo
sacerdote hacía la misma operación en el Coricancha y en los palacios.[103]