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Las comunidades humanas, evolucionan con el paso del tiempo, y con ello cambian las normas
jurídicas, su contenido y el orden existente entre ellas, y su número, ya que unas aparecen y
otras desaparecen.
La Revolución de 1789 produjo un cambio profundo en las sociedades del continente europeo,
y en sus Ordenamientos jurídicos. Instauró, para limitar el poder de los Monarcas, nuevos
principios e instituciones que determinaron la aparición de normas jurídicas de naturaleza hasta
entonces desconocida. Estas instituciones y normas jurídicas, al ser objeto de análisis y
sistematización, dieron origen a una nueva disciplina jurídica: El derecho administrativo.
B) La reacción antiabsolutista
El movimiento de oposición al absolutismo comienza en el plano de las ideas. Montesquieu,
con su tesis sobre la división de las podres, y Rousseau, con la formulación del principio de
legalidad, son epígonos de la reacción antiabsolutista. Ni uno ni otro pretenden abolir la
Monarquía, únicamente desean limitar el poder del Monarca.
a) La división de los podres:
Según Montesquieu, todo poder, por naturaleza tienda a convertirse en tiránico. La
única manera de evitar la tiranía es conseguir que el poder detenga al poder. Este
propósito puede lograrse si se tiene en cuenta que el Estado dispone de tres clases de
poder: El de legislar, el de ejecutar y el de juzgar. Cada una de estas tres especies de
poder debe corresponder a diferentes órganos u organizaciones del Estado. Los órganos
estatales con poder de legislar constituirán el poder legislativo, los encargados de
ejecutar, recibirán el nombre de Poder ejecutivo, y el de Poder judicial los órganos que
juzguen. Cada órgano estatal sólo dispondrá de una clase de poder público. Al estar
separados los tres poderes y actuar independientemente, equilibrarán sus fuerzas y se
limitarán entre sí.
Ningún poder del Estado es superior a los otros, porque de lo contrario no se
equilibrarían y limitarían mutuamente. MONTESQUIEU define a los tres poderes del
Estado, y muy particularmente al de ejecutar, con escasa precisión.
MONTESQUIEU afirma que existen tres clases de funciones o poderes públicos, pero no
intenta caracterizarlos adecuadamente. Le preocupa fundamentalmente el mecanismo
que debe establecerse para tener separados los poderes del Estado y cree que puede
conseguirse este objetivo sin necesidad de definir con precisión a dichos poderes.
b) El principio de legalidad
Los constituyentes franceses procuraron que la subordinación del Ejecutivo a la legalidad fuera
efectiva, real y no una declaración; buscaron un medio idóneo para destruir los actos del
Ejecutivo contrarios a la legalidad. Algunos pensaron que, por naturaleza, esta misión
correspondía al Poder Judicial, ya que consistía en juzgar al Ejecutivo. Esta solución se rechazó
por dos razones: Primera, porque era contraria al principio de la separación de poderes. El
Judicial se superpondría al Ejecutivo. Segunda, por temor a que el Judicial limitara, como lo había
hecho en el Antiguo Régimen, al Ejecutivo.
El poder que el Legislativo confirió al Ejecutivo quedó de este modo efectivamente subordinado
al respeto de las leyes. El Ejecutivo tenía un poder del que no se tenía conciencia durante el
período de la Monarquía absoluta. Era un poder claramente diferente del poder de legislar, y
del poder de juzgar, por la fuerza soberana de las leyes y porque la eficacia de las sentencias no
dependía de su conformidad con lo dispuesto en las leyes sino de un especial reconocimiento
que en su favor había hecho el Legislador, mientras que los efectos del poder de ejecutar
dependían de su conformidad con las leyes.
Podemos decir que como consecuencia de la Revolución de 1789 nació una nueva clase de poder
público que pronto comenzó a denominarse poder administrativo.
En 1814, Fernando VII, regresa a España y restablece la Monarquía absoluta. Todo su reinado es
un “periodo de transición entre el antiguo régimen y el sistema liberal”.
Los repetidos vaivenes entre el absolutismo y las nuevas normas constitucionales suavizan más
las ideas revolucionarias y retrasan hasta 1845 la instauración en España de los medios idóneos
para enjuiciar y destruir los actos del Ejecutivo contrarios a las leyes. El resultado serán unas
instituciones jurídico-administrativas análogas a las que nacen en Francia, pero con una
evolución más lenta y unas peculiaridades.
La peculiar evolución política de Inglaterra impidió la instauración en este país de los principios
de la Revolución burguesa de 1789.
Hauriou dijo que existen países “sin régimen administrativo” y países “de régimen
administrativo”.
De otro lado, el condicionamiento jurídico del ejercicio del poder de acción unilateral que
dispone la Administración anglosajona tiene peculiaridades. Su organización responde a
principios característicos, pero esto no tiene influencia en su régimen jurídico básico
Cada día que pasa, las diferencias entre países anglosajones y del continente europeo son
menores. Principalmente porque el sistema jurídico de la Administración continental influye
sobre el de aquéllos.