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6.

El árbol mágico

Hace mucho mucho tiempo, un niño paseaba por un prado en cuyo centro encontró
un árbol con un cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices las palabras
mágicas, lo verás.

El niño trató de acertar el hechizo, y probó con abracadabra, tan-ta-ta-chán,


supercalifragilisticoespialidoso y muchas otras, pero nada. Rendido, se tiró
suplicante, diciendo: por favor, arbolito…!!!, y entonces, se abrió una gran puerta en
el árbol. Todo estaba obscuro, menos un cartel que decía: “sigue haciendo magia”.
Entonces el niño dijo, Gracias, arbolito…!!!y se encendió dentro del árbol una luz
que alumbraba un camino hacia una gran montaña de juguetes y chocolate.

El niño pudo llevar a todos sus amigos a aquel árbol y tener la mejor fiesta del
mundo, y por eso se dice siempre que “por favor” y “gracias”, son las palabras
mágicas
7. El hada fea
Había una vez una aprendiz de hada madrina que era mágica y maravillosa, y la más lista
y amable de las hadas, pero también era un hada muy fea, y por mucho que se esforzaba
en mostrar sus muchas cualidades, parecía que todos estaban empeñados en que lo más
importante de una hada tenía que ser su belleza.

En la escuela de hadas no le hacían caso, y cada vez que volaba a una misión para ayudar
a un niño o cualquier otra persona en apuros, antes de poder abrir la boca, ya le estaban
gritando: Fea…!!!, Bicho…!!!, Lárgate de aquí…!!!
Aunque pequeña, su magia era muy poderosa, y más de una vez había pensado hacer un
encantamiento para volverse bella, pero luego pensaba en lo que le había contado su mamá
de pequeña: “Tú eres como eres, con cada uno de tus granos y tus arrugas; y seguro que
eres así por alguna razón especial…”

Pero un día, las brujas del país vecino arrasaron si lugar, haciendo prisioneras a todas las
hadas y magos. Nuestra hada, poco antes de ser atacada, hechizó sus propios vestidos, y
ayudada por su fea cara, se hizo pasar por bruja.
Así, pudo seguirlas hasta su guarida, y una vez allí, con su magia preparó una gran fiesta
para todas, adornando la cueva con murciélagos, sapos y arañas, y música de lobos
aullando.
Durante la fiesta, corrió a liberar a todas las hadas y magos, que con un gran hechizo
consiguieron encerrar a todas las brujas en la montaña durante los siguientes 100 años.
Y durante todo ese tiempo, y muchos años más, todos recordaron la valentía y la
inteligencia del hada fea. Nunca más se volvió a considerar en aquel país que la fealdad
era una desgracia, y cada vez que nacía alguien feo, todos se llenaban de alegría sabiendo
que tendría grandes cosas por hacer.

Enseñanza: “Todos podemos conseguir grandes cosas, y tenemos en nosotros lo necesario


para conseguirlas. No debemos darle importancia a la belleza exterior, y querer cambiar
sólo por cómo nos vean los demás.”
8. Las amigas

Había una vez una niña que se llama Fernanda.

Cuando fue a la escuela, y salió al recreo, una niña llamada Mónica le pregunto a
ella, quieres ser mi amiga…???, pero como Fernanda era tan egoista le dijo, no..!!!.
Entonces Mónica se fue muy triste. Al siguiente dia Fernanda se sentia muy sola y
fue a decirle a Mónica …quieres ser mi amiga…??? Mónica le dijo, yo te pregunté
ayer y tu me dijiste que no querías ser mi amiga.

Fernanda le respondió: Ya lo se, pero me siento muy sola y quiero una amiga para
poder hablar y contar mis cosas.

Mónica le dijo, bueno, te acepto como amiga, y nos contaremos todas nuestras
cosas.

Y desde ese dia Mónica y Fernanda fueron las mejores amigas y Fernanda ya no
fue mas egoista.
9. Los malos vecinos
Había una vez un hombre, que salió de casa con tanta prisa, que no se dio cuenta
de que se le había caído un documento súper importante en la puerta de uno de
sus vecinos. Al ver esta acción, su vecino pensó:

Este hombre es muy sucio, podría usar las papeleras como todo el mundo.

En lugar de esperar a que volviera para aclarar la situación, decidió vengarse esa
misma noche, llenándole la puerta de su casa con todo tipo de papeles. Dio la
casualidad que al ir a tirar los papeles al lugar que correspondían, encontró
despedazado el preciado documento. Al verlo en ese estado, se tomó la justicia por
su mano, enviándole una enorme cantidad de animales de granja, para que le dieran
una lección con sus malos olores.

Y así comenzó un ir y venir de tretas y jugarretas, que terminó con la destrucción de


las casas de ambos vecinos y con ellos en el hospital, donde terminaron por
confesarse el verdadero motivo de tales acciones. Comprendiendo lo tonto que
habían sido y lo fácil que hubiera podido solucionarse la situación, acabaron por
hacerse buenos amigos y prometiéndose ayudar a reconstruir, lo que habían
destruido por su enorme estupidez.
10. Uga la tortuga.
- ¡Caramba, todo me sale mal!, se lamenta constantemente Uga, la tortuga.

Y es que no es para menos: siempre llega tarde, es la última en acabar sus tareas, casi
nunca consigue premios a la rapidez y, para colmo es una dormilona.

- ¡Esto tiene que cambiar!, se propuso un buen día, harta de que sus compañeros del
bosque le recriminaran por su poco esfuerzo al realizar sus tareas. Y es que había optado
por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas como amontonar hojitas secas
caídas de los árboles en otoño, o quitar piedrecitas de camino hacia la charca donde
chapoteaban los calurosos días de verano.

- ¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis
compañeros? Mejor es dedicarme a jugar y a descansar.

- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el
trabajo en un tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo lo mejor que sabes,
pues siempre te quedará la recompensa de haberlo conseguido. No todos los trabajos
necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y esfuerzo. Si no lo
intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y siempre te quedarás con la duda de si
lo hubieras logrados alguna vez. Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar
y vivir con la duda. La constancia y la perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo
que nos proponemos; por ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede sorprender de
lo que eres capaz.

- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo necesitaba: alguien que
me ayudara a comprender el valor del esfuerzo; te prometo que lo intentaré. Pasaron unos
días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres. Se sentía feliz consigo misma pues
cada día conseguía lo poquito que se proponía porque era consciente de que había hecho
todo lo posible por lograrlo.

- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e imposibles metas,


sino acabar todas las pequeñas tareas que contribuyen a lograr grandes fines.

FIN

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