ción dentro del contexto académico de la pedagogía. ¿Es tiempo de seguir guiando la exploración filosófica de quienes se forman en las universidades para ser maestros, educadores sociales o peda- gogos? ¿Se pueden establecer pautas, seleccionar autores, imponer temáticas, adoptar estilos, en un contexto de pen- samiento donde figuras como el maes- García Amilburu, M. y García Gutié- tro ignorante, el profesor facilitador rrez, J. (2012) Filosofía de la educa- o el pedagogo acompañante se con- ción. Cuestiones de hoy y de siempre. vierten en símbolos emergentes dentro Madrid, Narcea/uned. del espectro del pensamiento educa- tivo contemporáneo? ¿Es recomendable Escribir un manual de filosofía de seleccionar clásicos de la pedagogía, la educación entrado el siglo xxi es acotar términos, hablar de ética del todo un reto. El resultado que se puede quehacer pedagógico, indagar en las esperar de un trabajo que encara seme- posibilidades del derecho educativo, jante desafío, pocos se podrán atrever en un mundo donde la alegre novedad a discutirlo, es incierto. No ha pasado proclamada por Gilles Lipovetsky en su quizá aún demasiado tiempo, poco más libro La era del vacío (1987, 36) es que de tres décadas, desde que el filósofo «Dios ha muerto, las grandes finalida- Jacques Rancière sentenciara en su ya des se apagan, pero a nadie le importa clásico para la pedagogía, El maestro un bledo»? ¿Será el momento, quizá, ignorante (1981), que «el maestro aton- de poner en valor las palabras de un tador es tanto más eficaz cuanto es más pensador tan a priori excéntrico como sabio, más educado y más de buena Rudolf Steiner que llegó a señalar que fe». Y es que este texto de Rancière/ «todo lo que ocurre en el mundo exte- Jacotot supuso un importante vuelco rior y que ha conducido a la presente para todos aquellos que piensan desde catástrofe es, a la postre, el resultado de la filosofía la educación y viceversa. Sin lo que se enseña en las universidades» duda, ésta es una obra que ha dejado (2008, 225)? sobre la mesa de la educación un Todas estas son preguntas que- número destacado de interrogantes, así dan situadas en los bastidores del libro como una cantidad no menos nume- Filosofía de la educación, Cuestiones rosa de respuestas no encontradas –res- de hoy y de siempre (2012) escrito por puestas que parecen flotar en el aire, María García Amilburu y Juan García que diría el mismísimo Bob Dylan en Gutiérrez, profesores de filosofía de su afamado estribillo de Blowing in the la educación que en la actualidad ejer- Wind (1963)–, que quizá sean la base cen su labor docente en la Universi- del margen de maniobra posible que dad Nacional de Educación a Distancia
(uned). Un trabajo que por su con- conocimiento de la filosofía de la edu-
tenido y estructura pretende ser una cación. A lo que se añade un estudio de herramienta útil en el estudio de la filo- algunos de los principales conceptos sofía de la educación para todos aque- que todavía hoy tienen presencia para llos que se acerquen a esta disciplina. la comunidad científica internacional Siendo, sin duda, uno de los puntos a de la filosofía de la educación. destacar que se trata de un texto cuya Un contenido posiblemente opor- estructura sencilla y lenguaje claro tuno, aunque al tiempo atrevido, en permiten combatir la intuición que se un contexto en el que pensar el lugar expresa en sus páginas iniciales de que que hoy puede, debe y quiere ocupar a la filosofía se le teme porque no se la filosofía en la formación de futuros la entiende. maestros y profesionales de la educa- Este trabajo, con un acusado carác- ción es, cuando menos, problemático. ter reflexivo y sintético, muestra, a su Baste mencionar que autores como vez, una constante intención por acer- Jorge Larrosa vienen cuestionando la car la filosofía a la práctica docente, propia posibilidad que existe de pensar un propósito que dota a la obra de filosóficamente dentro de un contexto una frescura que nace de la práctica expresamente institucionalizado como diaria. Por ello, uno de los elemen- lo son las facultades universitarias. Una tos de mayor valor del texto reside en crítica que el propio Larrosa ha plan- su carácter didáctico. Además, como teado en los siguientes términos en el señala Richard Pring en el prefacio, esta reciente artículo publicado en la pres- obra se suma a los esfuerzos que se tigiosa revista Educational Philosophy vienen realizando para que la filosofía and Theory con el título «Endgame: Rea- de la educación hoy día ocupe un lugar ding, writing, talking (and perhaps thin- destacado en el discurso educativo. king) in a faculty of education»: «Cuando De ahí que entre los temas que los estudiantes hablan, siento que no son abordados en el libro Filosofía son ellos los que hablan. Cuando hablan de la educación. Cuestiones de hoy y en el lenguaje del conocimiento, la única siempre, puedan hallarse aclaraciones cosa que dicen es “soy un alumno”. Y conceptuales de la filosofía en relación este “soy un alumno” expresa embrute- con la educación, su lugar dentro de cimiento, así como humillación e impo- las disciplinas pedagógicas, la impor- tencia» (p. 688). tancia que tiene en el desarrollo de la El poso que queda tras la lectura de tarea docente, la manera en que ayuda este libro es que la filosofía de la educa- a definir las propiedades del hecho ción, dentro del ámbito de la pedagogía, educativo o los ámbitos y modalidades es deudora de un camino ya recorrido en que se produce, ubicar los agentes que apenas significa nada en compa- que participan de la teoría y práctica ración con el camino que queda por educativa, su presencia en la historia y recorrer. Una senda, como no podía su evolución en el tiempo, así como el ser de otra forma, de constante cambio. espacio que corresponde a la filosofía Un hecho que ya era percibido por los como disciplina dentro del campo de primeros pensadores presocráticos,
Heráclito, Parménides o Pitágoras, que veían en el cambio el motor del pen- samiento; o, dicho de otro modo, el principio y el fin del camino. Un reco- rrido que, en última instancia, estimula el recuerdo y trae a la memoria la letra de la canción Todo cambia (1982) com- puesta por Julio Numhauser y tan mag- níficamente interpretada por Mercedes Sosa: «Todo cambia, pero no cambia mi amor por más lejos que me encuentre ni el recuerdo ni el dolor de mi pueblo y de mi gente».