Está en la página 1de 4

Pontificia Universidad Católica de Chile

Facultad de Ciencias Sociales


Antropología
Paleoetnobotánica

Brujas y medicina natural

Pía Bermúdez

Profesora: Virginia McRostie

Fecha: 27 de junio de 2019

Introducción
El uso medicinal de las plantas ha estado presente en la historia humana desde tiempos
inmemorables. Su estudio, al menos escrito, se puede remontar a la época griega, donde
Teofrasto (372-288 a. C.), discípulo de Aristóteles, recopiló varios tomos de detallada
información sobre el mundo vegetal (Rey Bueno, 2008). Después de él vino el romano Plinio
(23-79), quien dedicó gran parte de sus estudios a la botánica. En la misma época,
Dioscórides (40-90), escribió varios tomos acerca del uso medicinal de las plantas, siento
este uno de las primeras enciclopedias sobre la medicina natural (Rey Bueno, 2008).

El conocimiento medicinal tradicional de las plantas se lo adjudicaron los médicos y


botánicos. Sin embargo, en la historia indígena de todo el mundo se puede evidenciar el
uso medicinal de las plantas de forma no tradicional, la cual se transmitió de generación en
generación(Cosme, 2008). A la llegada a américa, los indígenas de todo el continente
poseían un conocimiento propio de las plantas de las variadas zonas de américa. Pero
mientras en las culturas precolombinas este conocimiento se le adjudicaba al chamán(Rey
Bueno, 2008), en Europa el uso oficial fue adjudicado a los médicos hombres, sin embargo
el conocimiento medicinal de Europa occidental era muy diferente a los conocimientos de
medicina natural de américa.

Con el tiempo, el conocimiento de las plantas se fue depositando en mujeres, quienes


tomaron el rol de sanadoras populares. Por lo tanto, este conocimiento se formó de forma
clandestina y fue considerada ilegal y eventualmente perseguida en lo que comúnmente se
conoce como la caza de brujas, situación masificada en Europa que abarcó alrededor de
cuatro siglos, desde el siglo XIV al XVIII, en su mayoría hacía la clase campesina femenina
de ese entonces.

La bruja
El término Witch (bruja) en casi todos los casos, de distintos idiomas, deriva de
conocimiento. Wicce del anglosajón, y wissei y widden del alemán, que significan conocer,
saber, adivinar (Callejo, 2010).
Según Blanco, a partir del siglo XIII comienza la profesionalización de la medicina científica
impartida exclusivamente masculinos, donde se excluyen los saberes femeninos y a las
mujeres. Sin embargo, las parteras y sanadoras almacenaron durante siglos saberes muy
importantes sobre el control de la natalidad y plantas abortivas. Eran en sí las únicas
personas que ayudaban a las clases más vulnerables pues conocimiento de las plantas las
capacitaba para sanar o aliviar enfermedades, dolores del parto, acelerar las contracciones
o provocar abortos. Cabe destacar que, este conocimiento transmitido generacionalmente
llevaba a la mujer a la posibilidad de ejercer una sexualidad más libre dentro de su contexto
histórico, lo cual ponía en peligro la hegemonía masculina, y atentaba contra los principios
establecidos por la Iglesia (Blanco, 2018). Las mujeres fueron las primeras farmacólogas
por sus conocimientos de hierbas medicinales, saberes transmitido de unas a otras. Las
mujeres fueron parteras que iban de casa en casa y de pueblo en pueblo. Durante mucho
tiempo fueron médicas sin título; excluidas de los libros y la ciencia oficial. La gente del
pueblo las llamaba “mujeres sabias”, pero para las instituciones eran brujas (Ehrenreich &
English, 2006). La caza de brujas entonces, significó más bien una caza del conocimiento
femenino. No se puede negar que históricamente el conocimiento ha sido razón de
persecución, pero indudablemente, la caza de brujas significó una censura importante en
el conocimiento medicinal natural de la época que quizás hasta el día de hoy no ha podido
recuperarse por completo.

A las mujeres se les acusaba de bruja por tres razones principales, primero por poseer una
sexualidad libre, segundo por organizarse, y tercero, por tener conocimientos de la medicina
natural, lo que derivaba en “maleficios” pero también por tener la capacidad de sanar a las
personas (Ehrenreich & English, 2006).

Las brujas poseían variedad de remedios experimentados durante años de uso. Muchas de
las hierbas curativas descubiertas por ellas continúan utilizándose en la farmacología
moderna. Las brujas disponían de analgésicos, digestivos y tranquilizantes. Empleaban el
cornezuelo (ergotina) contra los dolores del parto. Los principales remedios que se emplean
actualmente para acelerar las contracciones y prevenir hemorragia después del parto son
derivados del cornezuelo. Las brujas y sanadoras empleaban la belladona – todavía
utilizada como antiespasmódico en la actualidad – para inhibir las contracciones cuando
existía riesgo de que se produjera un aborto espontáneo. Existen indicios de que la digitalina
fue descubierta por una bruja inglesa. Se dice que tan amplios eran los conocimientos de
las brujas que, en 1527, Paracelso, considerado como el “padre de la medicina moderna”,
quemo su manual de farmacología diciendo que todo lo que había aprendido fue gracias a
los conocimientos de las brujas (Ehrenreich & English, 2006). De este modo, es posible
evidenciar que las mujeres fueron pioneras, al menos en Europa, en los conocimientos de
las plantas medicinales y usaron sus conocimientos para sanar y tratar a las personas que
no tenían los recursos para pagar por un médico profesional, que en ésa época eran muy
escasos.

Callejo menciona que las plantas más utilizadas por las brujas eran aquellas que poseían
la capacidad de producir estupor, alucinaciones, sueño, delirio, y muerte. La denominación
de “hierbas de las brujas” es para señalar aquellas hierbas alucinógenas como el beleño,
el eléboro, la mandrágora, la belladona y el estramonio, hierbas que servían para fabricar
ungüentos, pócimas, pomadas, infusiones, etc. (2010). Si bien en la actualidad los químicos
son los componentes activos de los remedios, un porcentaje importante de éstos fue
primero a base de plantas y que en algún momento sintetizaron para la producción masiva
de medicamentos.

La Sabia
En el trabajo de Lisón, se menciona a la bruja “local” de la Galicia rural, la cual de muchas
formas supera los saberes de los médicos modernos. El conocimiento de la sabia (bruja)
local incluye toda enfermedad, dolor y malestar, hasta roturas. Esta sabia además trata
problemas tales como el “asombramiento” de una persona (estar en contacto con la sombra
de una persona), con malestares interpretados como falta de aire. Tratan el mal de ojo y
maldiciones hacia personas y casas. También se le atribuye la facultad de adivinar qué es
lo que causa el malestar –envidia, embrujamiento, enfermedad, muerte de animales,
pobreza, etc.- (2004).

Describe un largo catálogo de plantas las cuales las sabias que visitó usaban y tenían en
sus libros de recetas y herbarios muchas veces heredados.

A continuación, se resumirá el catálogo:

Para resfriados y tos: en infusiones, vahos, tisanas o sahumerios de sabugueiro o bieteiro


o flor de boito, malva, milisana, romeu, xanzá, eiroje, gramas, menta, eucaliptus, tormentelo,
malvela, flor de carqueixa. Para desinfectar y curar heridas con infusiones y emplastos de
romeu con vino hervido, consolda. Para hinchazones, madurar granos, inflamaciones e
irritaciones de la piel la aplicación y uso de malva, milisana, ceridoña, estrellamar, espiñeiro,
piorno, hoja de nogal, semprevivas, xarxa, couselos, eiroje, espleje, tormentelo, fento,
casco de cebola, etc. Estas se hierven y se beben, o se humedece la parte afectada,
también se pueden quemar para sahumar. Para tratar afecciones al pulmón se recomienda
ciridonia, ortigas, raíces de grama, uvas de can, aipo y xanzá; se toman como diuréticos
tisanas o preparados de los filamentos estilaes o cabellera del maíz. Para el abrir el apetito
con raíces de genciana, adelgazar la xanzá, dolores de estómago con cocciones de menta,
aipo, doradilla, milisana, malvavisco y semilla de labaza (Lisón Tolosa, 2004).

La gran mayoría, si es que no todas, pertenecen a la flora local de Galicia. Muchas de ellas
se han comprobado beneficiosas para el organismo, mientras que otras funcionan solo por
un efecto placebo.

La sabia local no solo tiene conocimiento de plantas medicinales, sino que también hace
uso de minerales, aceites, cera, incienso, barros y tierras, las cuales hacen en conjunto un
llamado ritual y otorgan salud al enfermo (Lisón Tolosa, 2004).

En el trabajo de Lisón se puede evidenciar que los conocimientos femeninos en medicina


natural europeas siguen, al menos en sectores rurales, en circulación. Además, cabe
destacar que en el contexto de la Galicia rural la medicina profesional científica es de poco
alcance, ya sea por un problema económico o de lejanía a la ciudad. De cualquier forma, la
Sabia local sigue siendo una figura importante y la alternativa primordial al momento de
presentar dolencias o enfermedades, ya que ésta tiene conocimientos ancestrales y
entiende de mejor forma las enfermedades según la gente rural.

Conclusión
Es posible evidenciar que históricamente el conocimiento de las plantas y en especial de la
medicina natural ha sido censurada y penalizada en casi todo el mundo, ya sea en contexto
coloniales como en pueblos europeos. La medicina profesional se jacta de tener un método
científico, pero muchas veces el conocimiento ancestral de las plantas entrega una
alternativa además de natural, mucho más accesible a la población de escasos recursos.
El conocimiento elitista sigue siendo un problema, pero aún existen signos de conocimiento
subversivo y colectivo que reafirma el poder de la naturaleza.

Es importante destacar el ámbito machista hegemónico en la caza de brujas de Europa. La


penalización de la práctica de la brujería fue en todo ámbito una persecución basada en el
machismo y sexismo de la época, además del afán censurador de la Iglesia. Hoy en día los
saberes de la hechicería y medicina natural han podido re surgir en occidente, tanto por el
movimiento feminista que reivindica la importancia de las mujeres en el uso medicinal de
las plantas, como por las tecnologías que dan la oportunidad de aproximación más directa
y de fácil acceso a estos conocimientos que en su tiempo fueron censurados.

Un estudio más profundo del uso de las plantas medicinal femenino tendría más alcances
para poder observar cómo en otros lugares del mundo se manejó lo que en Europa se llamó
hechicería y cómo estos saberes fueron censurados por los europeos en la colonización,
haciendo una comparación en los saberes y conocimientos indígenas con los saberes
femeninos en la Europa medieval.

Bibliografía

Blanco, M. (2018). Malas hierbas. Mujeres en los márgenes de la Cataluña del siglo XVII.
Mundo Histórico, Revista de investigación, 47-63.

Callejo, J. (2010). Breve historia de la brujería: Conjuros, pactos satánicos, libros


prohibidos, aquelarres y falsos mitos sobre las brujas así como la verdadera historia
de su brutal persecución en Europa y América a lo largo de tres siglos. Nowtilus S.L.

Cosme, P. I. (2008). El uso de las plantas medicinales. Revista Intercultural, 23–26.

Ehrenreich, B., & English, D. (2006). Brujas, parteras y enfermeras. In Española (Ed.), The
Feminist Press (La sal). Retrieved from http://jineoloji.org/es/wp-
content/uploads/2017/11/Brujas-parteras-y-enfermeras-Ehrenreich-y-English.pdf

Lisón Tolosa, C. (2004). Brujería, estructura social y simbolismo en Galicia. Madrid: Akal.

Rey Bueno, M. (2008). Historia de las hierbas mágicas y medicinales (Nowtilus S; S.


Rodriguez, ed.). Madrid.

También podría gustarte