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Lecturas Al paso

en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.
No volveré a tocarte.
Octavio Paz - Tus ojos
No te veré morir
Tus ojos son la patria
del relámpago y de la lágrima,
LA NOCHE silencio que habla,
La noche no era el sueño tempestades sin viento,
era su boca mar sin olas, pájaros presos,
era su hermoso cuerpo despojado doradas fieras adormecidas,
de sus gestos inútiles topacios impíos como la verdad,
era su cara pálida mirándome en la sombra.
otoño en un claro del bosque
La noche era su boca
en donde la luz canta en el hombro
su fuerza y su pasión
de un árbol y son pájaros todas las hojas,
era sus ojos serios
esas piedras de sombra playa que la mañana
cayéndose en mis ojos encuentra constelada de ojos,
y era su amor en mí cesta de frutos de fuego,
invadiendo tan lenta mentira que alimenta,
tan misteriosamente. espejos de este mundo,
puertas del más allá,
pulsación tranquila del mar a mediodía,
absoluto que parpadea, páramo.
Robert Desnos – Al amparo de la noche Idea Vilariño - Ya no.
Ya no será
Deslizarse en tu sombra a favor de la noche. ya no
no viviremos juntos
Seguir tus pasos, tu sombra en la ventana.
no criaré a tu hijo
Esa sombra en la ventana eres tú, no es otra, eres tú. no coseré tu ropa
no te tendré de noche
No abras esa ventana detrás de cuya cortina te mueves.
no te besaré al irme
Cierra los ojos. nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.
Quisiera cerrarlos con mis labios.
No llegaré a saber
Mas la ventana se abre y el viento, el viento, que mece extrañamente por qué ni cómo nunca
la llama y la bandera envuelve mi huida con su manto. ni si era de verdad
lo que dijiste que era
La ventana se abre: no eres tú. ni quién fuiste
Bien lo sabía. ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.
Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
Joaquín Giannuzzi – Mi hija se viste y Juan L. Ortiz - Fui al río...
sale
Fui al río, y lo sentía
El perfume nocturno instala su cuerpo cerca de mí, enfrente de mí.
en una segunda perfección de lo natural. Las ramas tenían voces
Por la gracia de su vida que no llegaban hasta mí.
la noche comienza y el cuarto iluminado La corriente decía
cosas que no entendía.
es una palpitación de joven felino. Me angustiaba casi.
Ahora se pone el vestido Quería comprenderlo,
con una fe que no puedo imaginar sentir qué decía el cielo vago y pálido en él
y un susurro de seda la recorre hasta los pies. con sus primeras sílabas alargadas,
Entonces gira pero no podía.
sobre el eje del espejo, sometida
Regresaba
a la contemplación de un presente absoluto. —¿Era yo el que regresaba?—
El instante se desplaza hacia otro, en la angustia vaga
un dulce desorden se inmoviliza en torno de sentirme solo entre las cosas últimas y secretas.
hasta que un chasquido de pulseras al cerrarse De pronto sentí el río en mí,
corría en mí
anuncia que todas mis opciones están resueltas.
con sus orillas trémulas de señas,
Ella sale del cuarto, ingresa con sus hondos reflejos apenas estrellados.
a una víspera de música incesante Corría el río en mí con sus ramajes.
y todo lo que yo no soy la acompaña. Era yo un río en el anochecer,
y suspiraban en mí los árboles,
y el sendero y las hierbas se apagaban en mí.
Me atravesaba un río, me atravesaba un río!
Paul Eluard – Tú la única Maru Ruefle - El embajador imperial del
infinito
Tú la única y escucho las hierbas de tu risa
A ti te arrebata tu cabeza Una mañana de agosto,
Y desde lo alto de los peligros de muerte volvió después de treinta años,
Bajo los globos enmarañados por la lluvia de los valles
y estuvieron en el jardín, de pie, un ratito,
Bajo la pesada luz bajo el cielo de tierra
Tú engendras la caída. no más de veinte minutos.
Sabemos que ella se hizo visera
con la mano, porque alguien la vio.
Los pájaros ya no son refugio suficiente Él tenía el sombrero en la suya.
Ni la pereza ni la fatiga No sabemos qué dijeron,
El recuerdo de los bosques y de los arroyos frágiles y nunca pienso en eso, salvo
En la mañana de los caprichos
cuando veo el parabrisas reventado
En la mañana de las caricias visibles
En la clara mañana de la ausencia la caída. de un auto en la calle, su plata
suelta como el mismo mar.
Las barcas de tus ojos se extravían Salvo cuando, para escaparme de mi casa,
En el encaje de las desapariciones me escondo abajo de la cama.
El abismo es revelado que los otros lo extingan Salvo cuando pienso que estar sola
Las sombras que tú creas no tienen derecho a la noche. todavía no se inventó,
salvo en el espejo,
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y ahí también hay dos,
de pie, fríos, heridos y empapados
en su propia torpeza,
Tus manos hacen el día entre la hierba
que es la torpeza de Mercurio
Tus ojos hacen el amor en pleno día que se lleva un mensaje a sí mismo
Con las sonrisas en el talle (después de tantos años), y salvo
Y tus labios en las alas cuando veo a la abeja,
Te colocas en el lugar de las caricias totalmente drogada,
Te colocas en el lugar de los sueños. que se va para siempre de la flor.
Juan Gelman- Dibaxu. Gabriela Bejerman- A tontas y a locas
XXIX dejábamos latir toda la prisa
rozábamos el aire bailando a la mañana
no están muertos los pájaros usábamos vestidos y guirnaldas
de nuestros besos/ nos dábamos mil besos de leche de luna
están muertos los besos/ cantábamos canciones, tragábamos manjares
los pájaros vuelan en el verde olvidar/ tocábamos la fruta esparcida en el jardín
mordíamos los labios frescos y rosados
pondré mi espanto lejos/ pintábamos el aire con los dedos
debajo del pasado/ la piel entre las telas susurraba unos te quiero
que arde manchábamos los libros con palabras regaladas
callado como el sol/
a tontas y a locas, amamos en colores
colgamos de las lianas
frutillas imperfectas, promesas derretidas
IX y fuimos un destello
comimos el tesoro
tu pie trepamos hasta adentro, nadamos y giramos
pisa la noche/ leve/ por fin encandiladas.
abre la lluvia/
abre el día/
la muerte nada sabe de vos/
tu pie tiene hierba debajo
y una sombra donde escribe
el mar del vacío/
Fredy Galllardo - 3 Mary Oliver- El pez.
Una pincelada azul El primer pez
cruza la llanura deshelando los inviernos que atrapé en mi vida
no quería quedarse
Colgados del último glaciar quieto dentro del balde,
destilaron su dolor sino que se sacudió y succionó
la abrasadora
Bajo otro cielo el chamán extrañeza del aire
no divisa el río hasta morir
con la lenta efusión
El pozo de la memoria se desborda de un arcoíris. Luego
Los colores se entrelazan tras la ventisca
corté su cuerpo y separé
El plomo estalla en la carne
La historia sigue su curso la carne de la espina
y lo comí. Ahora el mar
Bajo tu pincel está dentro de mí: yo soy el pez, el pez
El arco iris reluce en mi interior; juntos nos alzan,
El luto nos enredan, sin duda caeremos
El mar al mar de nuevo. Con dolor
Las piedras y dolor, y con más dolor
Las hojas nutrimos esta trama frenética, el misterio
Las lágrimas nos alimenta.
Los sueños
Los cielos
Los ojos de un tiempo más azul

De la esquina de un crepúsculo
pende el rostro de un Dios oscuro.

El mar no tiene cima.

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