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Pedro Echeverría V.
Introducción
Las batallas de los pueblos de América por liberarse de la opresión de
sus gobiernos, casi todos al servicio de los Estados Unidos de
Norteamérica (EEUU), han estado presentes a lo largo del siglo XX y en
estos primeros años del XXI; aunque en la realidad, en las tres últimas
décadas, después de casi un siglo de dominio mundial, los EEUU han
estado viendo surgir la competencia económica del Mercado Común
Europeo y el Japón, pero también de la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP) y de China. Acostumbrados a actuar
como policía internacional, imponiendo a los gobiernos dependientes sus
determinaciones, los Estados Unidos ven crecer hoy, no solo a países
poderosos que le compiten en la batalla por el dominio mundial, sino que
también a un movimiento desde abajo dispuesto a enfrentar sus políticas
de expoliación.
En los últimos meses −con el pretexto del atentado en Nueva York y
Washington− el gobierno imperialista de George Bush se ha dedicado a
amenazar con invasiones, bombardeos aéreos y con el uso de armas
nucleares a todos aquellos países, como Irak, Irán, Libia, Palestina, China,
Cuba, Venezuela y otros, que se han negado a apoyar sus acciones de guerra e, incluso, las
han condenado. El guerrerista Bush representa un peligro mundial porque en cualquier
momento, ante un arranque de histeria, puede apretar el botón que lleve a una conflagración
mundial. Los pueblos del mundo deben evitar esas aventuras salvajemente agresivas de
Bush y sus socios como Sharon, Blair, Berrusconi y Aznar. Aunque también debe frenarse
la militarización, que bajo la estrategia del Pentágono yanqui, se está imponiendo en
muchos países del mundo, particularmente en Latinoamérica.
Con el objetivo de difundir una serie de posiciones acerca de varios temas políticos y
económicos de México y Latinoamérica, presento este breve trabajo. No es un estudio
académico, tampoco ha sido financiamiento por nadie. Como mis otros libros, folletos y
artículos, es un trabajo que lo único que busca es una mayor cantidad de lectores y
reproductores de los textos. La idea central es difundir la manera como el gobierno
norteamericano ha impuesto su poder económico y militar en México y en Latinoamérica.
El trabajo ha sido dividido en dos partes: México y su tránsito del centro a la derecha y
Latinoamérica en su batalla contra el imperio yanqui.
6. La rebelión de Iberoamérica
Durante 40 años, a pesar del poderoso bloqueo yanqui y de los países que han vivido de
rodillas frente a él, el gobierno cubano se ha mantenido con gran dignidad. A pesar de las
amenazas, el boicot y las invasiones, Cuba solitaria sigue siendo el pequeño faro que da
esperanza a los pueblos de Iberoamérica. Ese ejemplo ahora está siendo recogido por el
gobierno venezolano, por el pueblo argentino y peruano, por los campesinos brasileños y
por la lucha rebelde armada de Colombia. El gobierno terrorífico de Bush, actuando como
policía mundial, ha pretendido desestabilizar y derrocar al gobierno venezolano de Hugo
Chávez, ha buscado aplicar el llamado Plan Colombia contra las FARC y trata de imponer
−con la aprobación del gobierno de Duhalde− mayor miseria en la población argentina.
En Venezuela el gobierno milico de Chávez ha cometidos errores de "exagerado
personalismo" y de vacilaciones en su política económica, eso es indiscutible; sin embargo
lo que lo ha llevado a la confrontación con el gobierno yanqui ha sido: 1. Su temprana
oposición al Plan Colombia, 2. Su negativa a la utilización del espacio aéreo venezolano
para combatir a la guerrilla colombiana, 3. El papel protagónico de Chávez en la
revitalización de la OPEP y su visita a los países árabes, 4. Su acercamiento con el
Mercosur y su rechazo al ALCA, 5. Su negativa a apoyar a Bush en su guerra contra el
"terrorismo" y a condenar a Afganistán, y 6. Las buenas relaciones que ha establecido con
La Habana. Ello ha encolerizado a Bush, a los grandes grupos económicos de la banca
extranjera, a los empresarios venezolanos, a la prensa y los otros medios, así como a los
partidos políticos más conservadores.
En Colombia, sobre todo después del 11 de septiembre, el gobierno de Bush le ha
impuesto al gobierno colombiano una política que lleve al exterminio del movimiento
guerrillero que ha controlado más de la tercera parte del país. Mediante la acusación de
"terroristas", que es la misma que trata de aplicarse a todos los movimientos rebeldes o de
oposición a la política yanqui, tal como el movimiento zapatista mexicano y los llamados
"globalifóbicos", el gobierno norteamericano y los gobiernos lacayos supeditados a su
política, buscan acabar con cualquier manifestación de descontento. En Argentina, mediante
la imposición de las políticas del BM y el FMI, el gobierno de Bush busca dolarizar la
economía e imponerle un nuevo control después del enorme saqueo que ha sufrido y que la
mantiene casi de rodillas.
7. De capitalismo y socialismo
Ninguna doctrina, teoría o pensamiento político ha sido llevado a la práctica siguiendo
exactamente las palabras o los escritos originales. La realidad es que muchas veces los
pensamientos y los deseos no siempre coinciden con el mundo real y cambiante. El
cristianismo, el liberalismo, el marxismo, nacieron en momentos históricos diferentes y para
ponerlos en acción se han tenido que tomar en cuenta las permanentes transformaciones que
ha sufrido el mundo y quienes habitamos en él. Pero lo que hay que subrayar son los
intereses sociales, económicos y políticos que cada doctrina respalda, los objetivos que cada
pensamiento busca favorecer y a los personajes o grupos que se benefician en la práctica
concreta con la aplicación de cada doctrina o pensamiento. No puede decirse que todas son
igual de malas o buenas, o de bien intencionadas o no.
El capitalismo es la continuación de otras formas de explotación del trabajo humano;
nació cuando el sistema esclavista se agotó, se desarrolló lentamente en el seno del
feudalismo y destruyó a éste al imponer el trabajo asalariado, la plusvalía y la acumulación
del capital en beneficio de unas cuantas personas. El capitalismo creó las grandes ciudades,
impuso la economía industrial sobre la agraria y destruyó la gran familia instituyendo la
familia nuclear. La gran empresa, los grandes bancos, los poderosos grupos financieros
internacionales, a la cabeza de los cuales está el imperio norteamericano, dominan al mundo
y a los gobiernos de cada país. El capitalismo, en su fase imperialista, no respeta
"soberanías" ni mucho menos fronteras; los capitales lo dominan todo y cuando se les quiere
frenar llega el ejército, los bombardeos y la amenaza nuclear.
El socialismo, de acuerdo con Marx, es la negación de la economía, del sistema y los
valores capitalistas. Mientras el capitalismo es individualista, que sólo sirve para beneficiar
a unos cuantos, el socialismo busca el colectivismo en el trabajo y en la distribución de sus
productos. Si no hay distribución equitativa de la riqueza, si no hay cambios profundos en el
sistema de valores, no hay socialismo. Han habido prácticas y experiencias socialistas pero
nunca países socialistas. En la URSS, en China, en Yugoslavia, en otros países, nunca hubo
gobiernos socialistas y mucho menos sociedades socialistas. En esos lugares se instalaron
gobiernos que buscaron acabar con el capitalismo privado pero instalaron un capitalismo de
Estado. Engañaron a mucha gente y desprestigiaron el socialismo. El llamado socialismo
cubano −que durante 43 años ha sufrido un estricto bloqueo económico y una dictadura
personal− aunque en la pobreza, ha logrado al mismo tiempo los más altos niveles de
justicia. Esto debe ser motivo de discusión y análisis.
Plan Puebla Panamá (PPP)
1. ¿Cuál ha sido el papel de los Estados Unidos?
Hasta inicios de 1966 existían en América Latina tres organismos de "integración"
política y económica en los que los Estados Unidos de Norteamérica imponían sus acuerdos.
La Organización de Estados Americanos (OEA), la Asociación Latinoamericana de Libre
Comercio (ALALC) y el Mercado Común Centroamericano (MCCA). En 1962, para
destruir el proclamado socialismo cubano, encabezado por Fidel Castro, el presidente
norteamericano Kennedy lanzó lo que se conocería como "Alianza para el Progreso". Este
proyecto de "ayuda a los países pobres para alejarlos del comunismo", sufrió un tremendo
desplome después del asesinato del presidente propulsor.
La realidad es que los EE.UU de manera permanente han estado creando
organizaciones políticas y económicas internacionales con el fin de que los países
endeudados y dependientes acaten las órdenes del gobierno yanqui, tanto en organismos
mundiales como la ONU así como en la OEA en nuestro continente. El ejemplo de la
expulsión de Cuba en 1962 del seno de este último organismo fue muy claro y la llamada
Doctrina Monroe de 1823, según la cual "EE.UU. no si inmiscuiría en los asuntos europeos
pero que vería con desagrado que Europa lo hiciera en América", es más evidente aún.
No debe olvidarse que desde que en 1776 los Estados Unidos de Norteamérica,
como país, logró su independencia, demostró ser una nación expansionista. De sus primeras
13 colonias ubicadas al oriente, se convirtió en 50 estados después de apropiarse de grandes
extensiones territoriales de origen mexicano, ruso, español, holandés y francés. Desde
entonces esa poderosa nación, para sobrevivir y, posteriormente, convertirse en la
dominadora del mundo, se dedicó a saquear las riquezas de otras naciones utilizando su
poder militar. Mediante amenazas, invasiones, guerras mundiales, exportación de capitales,
dominio de mercados, utilización de organismos internacionales, etc., los Estados Unidos se
convirtieron a los largo del siglo XX en el país más poderoso sobre la tierra.
1. Gobiernos saqueadores
La crisis argentina, como la mexicana o colombiana, son sólo expresión evidente de la
crisis mundial capitalista. En el mundo global −hegemonizado por poderosos grupos
financieros internacionales encabezados por los EE.UU, la Unión Europea y Japón (el G 7)−
nadie puede escapar de ella. La inmensa mayoría de la población, conformada por
indígenas, campesinos, empleados, desocupados, vive humanamente peor que hace 30 o 50
años, mucho más mal que sus padres o abuelos, que no tuvieron que trabajar tantas horas
para mantener el despilfarro y la dilapidación que un puñado de poderosos realiza sobre
gigantescos recursos naturales y fuerza de trabajo.
En argentina, como en México y el resto de mundo, se ha venido aplicando de manera
abierta y profunda, el modelo neoliberal. Aunque estas políticas privatizadoras ya venían
imponiéndose desde mediados de los setenta, fue a principios de los ochenta, a raíz del
ascenso de Reagan y la Thatcher en EE. UU e Inglaterra, respectivamente, cuando se hizo
más abierta con el argumento falaz de "eliminar el déficit económico del Estado y pagar la
deuda externa" y, para ello, se instrumentó la privatización de todas las grandes empresas
pública −petróleo, aerolíneas, gas, ferrocarriles, teléfonos, electricidad, agua, servicios
sanitarios, minería −incluyendo el sistema jubilatorio, y abrir por completo el comercio y las
transacciones financieras. El resultado es el actual desastre mundial.
En todos los países dependientes creció enormemente la deuda. En Argentina por
ejemplo, según publica la revista "Correspondencia Internacional", la deuda externa, que era
de 8,000 millones de dólares antes de golpe de 1976 y que la dictadura militar llevó a
45,000 millones estatizando la deuda privada (parecido al Fobaproa mexicano), llegó a
60,000 millones cuando en 1989 asumió el poder Menem. Con su ministro Domingo
Cavallo, Saúl Menem aplicó a fondo el plan neoliberal. En México se registró también en
1976 la más sonada devaluación del peso después de 22 años de paridad y, desde 1982 los
empresarios, que ya se sentían dueños del país, se apoderaron del poder utilizando a los
gobiernos de De la Madrid, Salinas Zedillo y Fox para instrumentar una profunda política
privatizadora, misma que ha llevado a endeudar a la nación en cerca de 300,000 millones de
dólares.
En la Argentina de hoy la deuda llega a 150,000 millones de dólares y el país se quedó
sin sus empresas públicas de servicios y producción. De 1976 hasta ahora, el país pagó más
de 220,000 millones de dólares por esa deuda externa. En México, a partir de 1982 se
pusieron en venta todas las empresas paraestatales y con el gobierno empresarial de Fox está
a punto de rematarse las últimas que aún se consideraban intocables por ser "patrimonio de
la nación": las empresas eléctrica y petrolera. Los enormes negocios privados que
banqueros, empresarios y políticos hicieron a través de Fobaproa (Fondo Bancario para la
Protección del Ahorro) a partir de diciembre de 1994, duplicaron la deuda externa del país.
¿No son acaso igual o muy parecidas nuestras historias?
En Argentina, cuando en el gobierno de Menem se terminaron todas las empresas por
vender, cuando los intereses de la deuda creciente se hicieron impagables y cuando −para
colmo− comenzó una recesión internacional que anuló la entrada de capitales, el modelo
estalló. Ese estallido, según se ha dicho, se dio en cámara lenta, mediado por siete intentos
de ajuste durante el 2001 con el apoyo del imperialismo. Los grandes bancos se llevaron el
dinero de los ahorristas afuera. En tanto la recesión se convirtió en depresión cada vez más
profunda, llevando a la liquidación de gran parte de las pequeñas y medianas empresas
nacionales de gran parte del pequeño comercio minorista. Se llegó al 18.3 de desocupación
(2.5 millones), que junto a una caída violenta del salario llevó a que haya 14 millones de
personas bajo el nivel de pobreza y unos 4 millones bajo el nivel de miseria.
En México el desarrollo de la crisis ha sido muy parecido: después del gran golpe
devaluatorio provocado por la caída de los precios del petróleo en 1981, aunado a la
profunda corrupción en el gobierno de López Portillo, con el ascenso de Miguel de la
Madrid al siguiente año, arrancó la gran privatización y reprivatización de empresas y
bancos que el Estado tenía bajo control. Los sucesivos gobiernos encabezados por Salinas,
Zedillo y Fox no hicieron otra cosa que profundizar esa política abriendo el mercado a los
grandes capitales internacionales, primero mediante la firma del GATT en 1985 y luego con
la del Tratado de Libre Comercio (TLC) ocho años después. El país, que debe crear un
millón trescientos mil empleos anuales para compensar el aumento de jóvenes en edad de
trabajar, apenas creó cada año la mitad de los necesarios y durante el primer año del
gobierno de Fox más de 500 mil trabajadores perdieron el empleo.
Domingo Cavallo, el más nefasto economista de Menem y De la Rúa, implantó el
"corralito" bancario que impidió retirar los ahorros; así castigó a la clase media y
trabajadores. La gran burguesía y el imperialismo ya habían fugado sus capitales: sólo en la
últimas semanas de noviembre salieron 15,000 millones de dólares. Esto, mas el proyecto
de un nuevo superajuste a las provincias (ya quebradas) y a los organismos provisionales,
fue la gota que rebasó el vaso y desató la rebelión generalizada. Fue así como el 19 y el 20
de diciembre de 2001 se produjo una insurrección espontánea teniendo como epicentro la
capital de la nación y sus alrededores, conocido como el Gran Buenos Aires, que barrió dos
gobiernos, frenó en parte el plan económico y puso en alerta al mundo, pero sobre todo, está
profundizando la conciencia de lucha de los argentinos.
Los argentinos salieron a las calles el 19 y 20 de diciembre y echaron abajo primero al
gobierno de Fernando de la Rúa y su estratega financiero Cavallo y luego al de Rodríguez
Saá que lo sustituyó. A partir del 2 de enero 2002, con Eduardo Duhalde en la presidencia,
la situación económica de la población no ha mejorado, aunque políticamente el nivel de
participación consciente se ha multiplicado mil veces. Lo más profundo y trascendente se
está manifestando el Movimiento de Trabajadores Desempleados (MTD), conocido como
"los piqueteros", que se ha organizado autogestivamente en muchas poblaciones del país,
particularmente alrededor de Buenos Aires, para exigir "planes de empleo", subsidios para
los desempleados, reapertura de centros de trabajo bajo el control obrero.
El otro gran movimiento, el que más ha llamado la atención pública mundial y que fue
la puntilla para la caída de los dos gobiernos en los últimos 10 días del año pasado, es el
movimiento "espontáneo" de "los caceroleros", cuyas batallas han sido en las plazas y
principales avenidas de Buenos Aires y de muchas ciudades argentinas. Conformado por
sectores medios y medios altos de la población, descontentos por el secuestro de sus
ahorros, por la devaluación de sus pocos dólares e, incluso, de parte de sus salarios, han
salido en masa a las calles, han llenado las plazas de Mayo y del Congreso, así como las
avenidas cercanas a esas zonas populosas del centro histórico. Entre tanto el gobierno
norteamericano −el policía mundial− al mismo tiempo que presiona y manipula
prometiendo inversiones económicas, piensa en una posible intervención militar.