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Para garantizar efecto terapéutico deseado, la selección adecuada del antígeno de superficie
celular y el anticuerpo de direccionamiento es fundamental. Se podría considerar un
antígeno ideal para esta terapia, macromoléculas que se expresen a una densidad alta y
uniforme en la superficie de todas las células tumorales, que se han fácilmente accesibles
desde la sangre y el líquido extracelular, y además que no se exprese en las células
normales.
Clínicamente, el RIT se aplica más ampliamente a los tumores más radiosensibles, a saber,
leucemias y linfomas. Los tumores sólidos son más radiorresistentes y requieren
aproximadamente 5 a 10 veces las dosis de radiación depositadas para una respuesta
objetiva del tumor. La radiosensibilidad o radiorresistencia relativa es una propiedad
intrínseca de la célula cancerosa y se correlaciona mejor con la célula de origen del
tumor. El tejido normal más radiosensible, como el sistema hematológico, da lugar a
tumores que tienden a ser considerablemente más radiosensibles; por el contrario, los
tejidos más resistentes a la radiación, como el cerebro o el epitelio bronquial, dan lugar a
tumores más resistentes a la radio. Los factores adicionales que aumentan la resistencia a la
radiación incluyen la hipoxia y la capacidad de reparar rápidamente el daño inducido por la
radiación
Los tumores radiosensibles, como el linfoma, pueden tener respuestas completas con dosis
de radiación en el rango de 1.500 a 2.000 cGy, mientras que los tumores sólidos suelen
requerir de 3.500 a 10.000 cGy para una respuesta significativa Absorbida por radiación
(rad) o centigray (cGy)
Este tipo de terapia se utiliza para el tratamiento de tumores radiosensibles como leucemia y
linfomas, principalmente para el linfoma de células B no-Hodgking (LNH), el cual se puede
decir que son neoplasias hematológicas que se originan en las células linfoides,[3] sin
embargo también se puede utilizar para tratar tumores radioresistentes pero para los cuales
se necesita de una dosis 5 a 10 veces mayor para obtener una respuesta óptima.[2]
Este tratamiento suele ser un procedimiento ambulatorio, en el que el paciente recibe una
infusión por vía intravenosa del anticuerpo monoclonal sin el material radioactivo, la cual
suele durar aproximadamente de 4 a 5 horas, con el fin de que unan a las células no malignas
para protegerlas del anticuerpo radioactivo que se administra posteriormente. A la semana
próxima de la primera infusión, se vuelve a administrar el anticuerpo no radiactivo y luego
si se realiza la infusión del anticuerpo monoclonal con la parte radiactiva, para completar el
tratamiento.