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El cobre es un elemento perteneciente al grupo de los químicos, al cual se lo caracteriza con el

símbolo Cu y con el número atómico 29. Es, en esencia, un metal de transición que posee una
tonalidad rojiza. Unido a la plata y al oro forman el llamado grupo o familia del cobre.

En lo que respecta a su rasgo distintivo, podemos mencionar que dentro de sus mejores
propiedades (físicas, por supuesto) se encuentra su capacidad para ser un gran conductor de la
electricidad, a lo que se le suma su ductilidad. Debido a estas dos importantes características, se
trata de una materia prima ideal a la hora de fabricar cables eléctricos. En el año 2000 se cree que
el cobre fue utilizado en más de veinte millones de toneladas. Una buena razón para explicar tan
alto uso fue el hecho de que sus propiedades mecánicas son muy buenas y recomendables, como
el caso de las aleaciones que es capaz de formar. Debido a esto, sus aplicaciones técnicas son muy
numerosas. Ya hemos visto cuál es el presente uso del material, ahora remontémonos atrás en el
tiempo para conocer más en profundidad su evolución.

El primer metal que fue empleado por el nombre era conocido con el nombre de cobre nativo,
utilizado por antiguas civilizaciones, como una consecuencia natural del descubrimiento del metal,
que fue accidental y que data de varios milenios atrás de la época en la que se encontraban estas
civilizaciones mencionadas. En esos momentos ya era posible ubicar los procesos de fusión y
refinado, que se llevaba a cabo gracias al empleo de óxidos (tales como la malaquita e incluso las
tuberías realizadas en dicho metal). Incluso en las prehistóricas minas hispanas, el trabajo
realizado por los mineros daba como resultado un material natural que se encontraba mezclado
mínimamente con algo de arsénico.

cobre-materialEsto produjo el denominado cobre arsenical andaluz. El mismo era muy requerido
por los pueblos del oriente mediterráneo. Los egipcios, por su parte, también aportaron su granito
de arena en la evolución del material que nos ocupa. Ellos descubrieron que al adherir pequeñas
dosis de estaño se facilitaba la fusión del metal. Pero no solo eso, además perfeccionaron todos
los métodos existentes para la obtención del mismo, sobre el cual sacaban muchas conclusiones
espirituales. Los egipcios observaban la perdurabilidad del cobre y le pusieron un símbolo (Anj)
que hacía referencia a la vida eterna. Los fenicios, por otra parte, fueron los responsables de la
importación del cobre a Grecia. Allí no pasó mucho tiempo hasta que se explotaran las minas del
territorio, dado por los nombres de algunas ciudades como Calcitis y Calcis. A pesar de todas estas
referencias, es muy cierto que el país de este metal por excelencia fue Chipre, razón por la cual los
romanos le dieron como nombre al metal “aes cyprium”, en clara alusión al país donde éste era
más conocido, explotado y difundido. Hay que mencionar también que en un período histórico
específico este metal fue tan importante, tan predominante, que dicha era fue llamada “Edad del
Bronce”, enmarcada entre la Edad de Piedra y el auge posterior del hierro.

Características del cobre

cobre-objetosDentro de las cualidades físicas del cobre, hay que destacar su densidad o peso que
es de casi nueve kilogramos. Por otra parte, su tonalidad es por lo general rojiza y su relación con
el calor tiene que ver con que es un excelente conductor del mismo, así como también cumple un
papel fundamental dentro de la conductividad eléctrica (aunque en un escalón por debajo de la
plata). Su abundancia es muy notoria y se trata también de un metal resistente, como hemos
visto, a la corrosión y a la oxidación. Dentro de las características mecánicas del cobre, podemos
mencionar que es de muy fácil mecanizado y también sumamente maleable. Esto último permite
la producción de delgadas láminas para su venta posterior. Otro rasgo fundamental es su
ductilidad, que colabora en la elaboración de cables eléctricos muy finos. Se trata de un material
blando, que tiene una resistencia en tracción de 25 a 30 kilogramos aproximadamente. Permite el
recocido y el temple, junto con el tratamiento térmico. Otros de sus rasgos distintivos son la gran
durabilidad y la posibilidad de ser reciclado, aunque de una forma indefinida. Asimismo, cuando se
lo recicla no corre el riesgo de perder todas sus propiedades mecánicas. Las cualidades
mencionadas, junto con otras sobre las cuales nos referiremos más adelante, lo convirtieron en un
integrante del trío de los metales más consumidos en el mundo, junto con el acero y el aluminio,
que son un poco más populares que él en el uso. Respecto a su empleo más frecuente, cabe
mencionar una estadística importante.

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