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Nos muestran
pasos a seguir, materiales y como lo dice su mismo nombre: nos instruyen en alguna
actividad. Generalmente se aplican para resolver problemas de la vida cotidiana, tanto en la
escuela como fuera de ella: cómo utilizar un televisor, cómo cocinar algún alimento, cómo
instalar una computadora, cómo pintar un cuarto, etc. El uso mismo de los medios
tecnológicos nos exige seguir instrucciones y nos obliga en ciertos casos al manejo de este
tipo de textos de instrucción.
El texto instructivo suele describir la lista de elementos necesarios para realizar la tarea
correspondiente y, por supuesto los pasos a seguir en el procedimiento. Un ejemplo muy
común son las recetas de cocina, cómo usar un determinado producto (una lámpara, por
ejemplo), las guías de tejido de vestimenta con determinadas técnicas, los manuales de
construcción de muebles por piezas.
Los textos instructivos o normativos son esos que proveen al lector de las
indicaciones para llevar a cabo una acción, operar un artefacto o manejar una
sustancia, entre otras posibles instrucciones de uso.
Dado que serán leídos y tomados al pie de la letra, los textos instructivos deberán
estar siempre lo más clara y objetivamente redactados, minimizando así el
margen de error de interpretación y permitiéndole al lector confiar en las instrucciones
recibidas.
Por último, este tipo de textos suele acompañarse de dibujos, gráficos y cierto
lenguaje icónico para garantizar la comprensión del mensaje, a veces incluso por
personas hablantes de otras lenguas.