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Cada mañana, la anciana Madre Gothel acariciaba los pétalos dorados de una flor
muy especial y, como por arte de magia, se vuelve joven y bella.
Un día, alguien corta la flor para curar a una reina enferma. Gracias a la magia de los
pétalos, la reina se cura y da a luz a una niña de cabello dorado: Rapunzel.
Ahora los poderes de la flor han pasado al cabello de Rapunzel. Pero Madre Gothel
desea recuperarlos, así que se lleva a la niña del castillo.
Pasan los años, Rapunzel crece en una torre oculta en el bosque. Todos los días,
deja caer desde la ventana su largo pelo y ayuda a Madre Gothel a subir.
Rapunzel solo tiene un sueño: ver de cerca las luces que brillan en el cielo una vez al
año, precisamente el día de su cumpleaños.
Pero Madre Gothel no quiere que abandone la torre, y por eso la atemoriza:
-¡No puedes salir! ¡El mundo es demasiado peligroso para ti!
Mientras, el ladrón Flynn Rider ha robado una corona y, para escapar de los guardias,
decide esconderse en la torre de Rapunzel. Cree que será un lugar seguro.
Al verle, Rapunzel, asustada, le ata a una silla con su cabello. Luego le quita la bolsa
que lleva y le amenaza:
-¡Te la devolveré si me acompañas a ver las luces!
-Las luces son farolillos que la gente enciende cada año para recordar el nacimiento
de la princesa raptada -explica Flynn sorprendido, mientras ayuda a bajar a Rapunzel.
Fuera de la torre, Rapunzel está feliz:
Flynn es amable y el mundo no parece tan peligroso como dice Madre Gothel.
Por el camino, se detienen a descansar en una taberna llena de bandidos. A Rapunzel
le parecen simpáticos, y empieza a cantar, haciéndose amiga de ellos.
Poco después llega Máximus, el caballo de uno de los guardias, y captura a Flinn.
Entre tanto, Madre Gothel está buscando a Rapunzel: ¡quiere volver a llevarla a la
torre!
Pero la pareja al fin logra escapar por una trampilla. Cuando están a salvo, Rapunzel
le cuenta a Flynn el secreto de su cabello.
-¡Si me lo cortara, la magia se desvanecería!