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La historia comienza con Talia llorando en el parque, estaba muy triste porque le había dicho cosas

terribles a su mama Ana. A su lado se acerca un viejo hombre al cual le cuenta por que estaba tan
triste, el señor le recomendó a Talia que vaya un lugar llamado El almacén de las palabras terribles
y le dijo que podía tomarse el tranvía y que baje en la ultima estación, allí encontraría ese lugar.
Talia se encuentra con un chico de la misma edad que su hermano en el tranvía, llamado Pablo.
Este chico se dirigía al mismo lugar que Talia, él le cuenta que estaba allí porque le había dicho
cosas terribles a su mejor amigo Jaime. Miguel, el padre de Talia se encontraba tomando un café
cuando lo llaman desde el hospital para avisarle que el tranvía en el que iba Talia había chocado y
que se encontraba en coma, que fuese lo más antes posible al hospital. Más tarde Ana se entera y
va rápidamente a verla. En la misma habitación que se encontraba Talia también estaba Pablo, en
coma. Ana y Miguel conocieron a Jaime, quien estaba todo el tiempo al lado de Pablo. En el
almacén de las palabras terribles Talia y Pablo aprendieron muchas cosas sobre las palabras que
habían dicho, aprendieron que no siempre uno dice exactamente lo que quiere decir y usa mal las
palabras. Ambos tenían un guía al cual le hacían todas las preguntas que quisieran, éste les dice
que en ese lugar el tiempo no existe, que podían volver a su vida normal si quisieran pero nunca
mas podrían volver a este lugar y seguir aprendiendo, pero si se quedaban mucho tiempo cuando
regresaran a su vida todo ya habría cambiado, pues en este lugar el tiempo no existía, pero en el
otro mundo el tiempo pasaba. Talia decidida le dijo al guía que había tomado la decisión de
volver, quería ver a su madre, padre y hermano. Pablo le deseó mucha suerte, pero le dijo que el
necesitaba quedarse un poco mas, seguir aprendiendo. Le prometió
que volvería en algún momento. En el hospital Talia abre los ojos y se encuentra en la habitación
con su madre, su padre y su hermano, Diego. Y también vio a Jaime, al cual le contó que Pablo le
había prometido volver. Tres semanas después de haberse despertado, a Talia le dan el alta, ella
prometió volver todas las tardes a visitar a Pablo y hacerle compañía a Jaime, quien seguía
acudiendo diariamente a ver a su amigo. El quince de junio, Pablo finalmente abrió los ojos en el
hospital, donde lo esperaban Talia y su amigo Jaime.
Tiempo
Presente

Lugar
Transcurre en la ciudad donde vive la familia de Talia, los diferentes lugares son: el parque,
donde conoce al anciano. El tranvía, donde conoce a Pablo. El hospital, donde es internada.

Personajes Protagonistas
Talia: Protagonista de la historia, es una niña soñadora y sensible. Le encanta aprender.
Jaime: Mejor amigo de Pablo. Es una persona muy considerada, y se quedo en hospital con Pablo
hasta el día en el que despertó.
Pablo: Se encontró con Talia en el viaje del tranvía hacia el almacén de las palabras terribles,
llegaron a tener una muy buena relación. Es un joven de la edad de Diego. Queda en coma al
igual que Talia.

Miguel: Padre de Talia

Personajes Antagonistas
Anciano: Nunca se llega a saber su nombre, es un hombre parecido al abuelo de Talia, con pelo
blanco y muy fino y ojos castaños hundidos entre las arrugas. Es quien le dice a Talia que visite el
Almacén.
Marga: Amiga de Ana (la madre de Talia)
Pepa: Amiga de Talia
Pedro: Amigo de Diego
Tere: Enfermera de guardia que atiende al padre de Talia en el Hospital Provincial , una persona
muy dulce y considerada de ojos azules.
Temas a profundizar
Las palabras. Con fines buenos o malos, más que nada las palabras que nos salen al principio, pero
que en realidad no queremos decir. Palabras que hieren mas que algo físico, palabras con las que
no expresamos lo que en realidad sentimos, palabras que quedan para siempre o caducan. Las
palabras que uso Talía para decirle a su madre que se fuera de su casa si eso era lo que quería,
que se vaya y que no le importaría, lo que ella quiso decir, no era exactamente eso, pero lo dijo y
ahora es imposible borrarlas. Pero exis

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El Almacén de las Palabras Terribles de Elia Barceló es una novela que cuenta la historia de Talia
que después de una pelea con su madre y una serie de sucesos, se dirige al almacén de las
palabras terribles, donde conoce a Pablo, un chico que ha ido buscando también soluciones a este
sitio. En este sitio les irán enseñando como pueden utilizarse las palabras. Mientras tanto la familia
de Talia se entera de que ella ha sufrido un accidente y se encuentra en coma al igual que Pablo.
Cuando Talia se siente que ha aprendido lo suficiente vuelve con su familia e intentan resolver los
problemas.
A continuación una breve descripción de las características de los personajes de esta novela:

Natalia: Es el personaje principal, tiene 12 años y por su culpa su mama abandonó a su familia, la
llaman Talia.

El viejo: Tiene un gran parecido al abuelo que Talia nunca conoció, muy grande, con pelo blanco y
fino, ojos castaños y rostro lleno de arrugas.

Miguel: Es el papa de Talia, trabaja en un banco.

Ana: Es la mamá de Talia.

Diego: Es el hermano de Talia, tiene 20 años.

Pedro: Es el mejor amigo del hermano de Talia y tiene casi su misma edad.

Pablo: Es rubio, alto y atlético, tiene ojos claros y barba rubia al igual que su pelo, tiene
aproximadamente 20 años y se encuentra en el almacén por haberle gritado a su amigo Jaime por
irse con su novia.

Jaime: Es el mejor amigo de Pablo pero es todo lo opuesto a él físicamente. Es moreno y bajito.

Yolanda: Es la ex novia de Jaime, no quiere ir a visitarlo cuando está en coma porque para ella ya
está muerto.

Marga: Es la mejor amiga de Ana, la mamá de Talia y es en su casa donde Ana se queda después de
la pelea.
Dr. Guerrero: Es el doctor de Talia, de pelo blanco y muy fino.

Elena: Es la mamá de Pablo, se mantiene de punta en blanco, perfectamente maquillada y peinada


de peluquería.

Fernando: Es el papá de Pablo, cuando fue a ver a Pablo al hospital tenía traje, un maletín y
anteojos.

Dr. Galtieri: Es el doctor que Fernando trajo desde los Estados Unidos para Pablo.

Tere: Es la enfermera del Hospital Provincial que ayudó mucho a las familias de Pablo y Talia.

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Análisis LiterarioEl almacén de las palabras terriblesTitulo:


El almacén de la palabras terriblesEl titulo se relaciona con el personaje de Talía ya que esta es la que dice
palabras feas ehirientes. Ella decide ir al almacén de las palabras terribles en busca de ayuda.
Autor
: Elia BarcelóElia Barceló nació en 1957. Estudio Filología Anglogermánica e Hispánica. Es profesora
deliteratura hispánica, estilística y literatura creativa. La escritura siempre ha sido su pasión y se hadedicado
a casi todos los géneros, aunque siente predilección por la ciencia ficción, siendo en este
género la autora más destacada de las letras española. Ha publicado novelas, ensayos y másde veinte
relatos en revistas españolas y extranjeras. Sus obras han sido traducidas al francés, italiano,
catalán y al esperanto. Desde el 1997 escribe para los más jóvenes. Entre sus obras esta“Sagrada”,
“Consecuencias naturales”, “El mundo de Yarek”, entre otras.
Personajes:
1.
Talía – su nombre completo era Natalia Castro Díaz. Tenía 12 años, era caprichosa,de buenos sentimientos,
madura, aprendía rápido, amistosa.
2.
Pablo – tenía barba, pelo rubio, ojos azules, paso atlético, 20 años, era
a m i g o d e Jaime y Talía, salía con Yolanda. Era egoísta, tenia coraje pues sus padres lo dejarondesde
pequeño en un internado. Trataba mal a sus amigos.

3.
Jaime – mejor amigo de Pablo. Era bajito, fuerte, moreno, amigable, a
m o r o s o , respetuoso.4.Yolanda – amiga de Pablo y Jaime. Era egoísta, mala amiga, no tenía
fe.
.
3.
Jaime – mejor amigo de Pablo. Era bajito, fuerte, moreno, amigabl
e , a m o r o s o , respetuoso.4.Yolanda – amiga de Pablo y Jaime. Era egoísta,
mala amiga, no tenía fe.
5.
D i e g o – h e r m a n o d e Ta l í a , m e j o r a m i g o d e P e d r o , t e n í a 2 0 a ñ o s , e r a
e s t u d i o s o y amigable.
6.
A n a D í a z – m a m á d e Ta l í a y D i e g o , e s p o s a d e M i g u e l . E r a a m i g a b l e ,
t r a b a j a b a mucho.7.Miguel Castro – papá de Talía y Diego, esposo de Ana. Trabajaba
en un banco, teniacelos profesionales con su esposa.8 . M a r g a – a m i g a d e A n a ,
a m i g a b l e , c o m p r e n s i v a . 9.Pedro – mejor amigo de Diego, estudioso, amigable
10.
Elena – madre de Pablo, divorciada, siempre estaba bien maquillada y peinada,
eraargentina, mala madre11.Fernando – padre de Pablo, divorciado, siempre estaba bien
vestido, mal padre
12.Tere – era enfermera, buen ser humano.
13.Doctor Guerrero – buen doctor, buen ser humano
14.Doctor Galtieri – médico americano que trajo Fernando, era un mal ser humano,
tenía poca fe, irrespetuoso15.Voz – era el guía de la historia

Asunto: Talía le dice palabras feas a su mamá y la mamá se va de la casa. Talía sufre de

una gran tristeza y conoce un misterioso anciano, quien le propone ir al almacén de las palabras
terribles.En el tranvía conoció a Pablo. Talía tuvo un accidente y cayó en coma.

Resumen
L a h i s t o r i a c o m i e n z a c o n Ta l i a l l o r a n d o e n e l p a r q u e , e s t a b a
m u y triste porque le había dicho cosas terribles a su mama Ana. A su ladose
acerca un viejo hombre al cual le cuenta por que estaba tan
triste,e l s e ñ o r l e r e c o m e n d ó a T a l i a q u e v a y a
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l e d i j o q u e p o d í a t o m a r s e e l tranvía y que baje en la ultima estación,
allí encontraría ese lugar. Talia se encuentra con un chico de la misma edad
que su hermano ene l t r a n v í a , l l a m a d o " a b l o .  s t e c h i c o s e d i r i g í a a l
m i s m o l u g a r q u e Talia, !l le cuenta que estaba allí porque le había dicho cosas
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tranvía en el que iba Talia había chocado y que se encontraba encoma,
que %uese lo m&s antes posible al hospital. $&s tarde Ana
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preguntasque quisieran, !ste les dice que en ese lugar el tiempo no e'iste,
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o n u n c a m a s podrían volver a este lugar y seguir aprendiendo, pero si se
quedabanmucho tiempo cuando regresaran a su vida todo ya habría
cambiado,p u e s e n e s t e l u g a r e l t i e m p o n o e ' i s t í a , p e r o e n e l o t r o
mundo
e l t i e m p o p a s a b a . Ta l i a d e c i d i d a l e d i j o a l g u í a q u e h a b í a t
o m a d o la decisión de volver, quería ver a su madre, padre y hermano. "ablole
deseó mucha suerte, pero le dijo que el necesitaba quedarse
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i e n d o . L e p r o m e t i ó que volvería en alg(n
momento. n el hospital Talia abre los ojos y see n c u e n t r a e n l a h a b i t a c i ó n
con su madre, su padre y su hermano, ) i e g o . * t a m b i !
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volver. Tres semanas despu!s de haberse despertado,
a Talia le dan el alta, ella prometió volver todas las tardes a visitar a" a b l o y h
acerle compañía a #aime, quien seguía acudiendo
diariamente a ver a su amigo. l quince de junio, "ablo +nalmente a b r i ó
l o s o j o s e n e l h o s p i t a l , d o n d e l o e s p e r a b a n Ta l i a y s u
a m i g o #aime.

Allí» se relata el paso de Talia y Pablo por el almacén y todo lo que van
aprendiendo— y un «Aquí» se narran los sucesos que tienen lugar en el
hospital, mientras los personajes están en coma, y que involucran a los
familiares y amigos de Talia y Pablo. El epílogo tiene «Aquí y Allí»: se narra el
encuentro en un bar de un hombre, que está angustiado porque ha dicho cosas
de las que se arrepiente, con un viejo, que le cuenta acerca de cierto almacén
donde están las «palabras terribles».

La novela narra el encuentro de Talia y un viejo en un parque. Talia está


angustiada porque le ha dicho a su madre que no la quería; su madre se ha ido
de casa y sus padres están a punto de separarse. El viejo le cuenta que hay un
lugar, un almacén, donde están todas las palabras, incluso las «terribles»; allí,
según el viejo, podrán ayudarla. Le da las indicaciones y Talia comienza su viaje
en tranvía. Tiene un grave accidente y queda en coma. Mientras tanto, su
padre la busca y no puede encontrarla. Su hermano, que está casi todo el
tiempo en casa de su amigo Pedro, tampoco sabe dónde está.
uando se enteran del accidente, sus padres —primero, Miguel y, luego,
Ana— acuden a verla. Allí, Tere, la enfermera, y el doctor Guerrero velan
por sus pacientes. Mientras ellos esperan su recuperación, Talia
experimenta una realidad paralela. La niña llega al lugar indicado por el
viejo y conoce a Pablo, un chico que se ha peleado con su mejor amigo
porque este ha empezado a salir con Yolanda, su ex novia. Ambos
ingresan al almacén. Allí comienza un recorrido en el que van
aprendiendo más sobre sí mismos y sobre el potencial de las palabras:
construir o destruir. Talia, que al comienzo se muestra insegura, pronto
comprende cuál es su destino en ese lugar: aprender a usar las palabras
como «flor» y no como «cuchillo». Pablo es más renuente a atravesar
ese proceso, le cuesta admitir que se ha equivocado y que ha dicho
cosas que han lastimado a un amigo tan preciado.

Pablo también se encuentra en coma en el hospital, pero no puede ser


identificado. Cuando Jaime, su amigo, ve su fotografía en la televisión
acude al lugar y cuida incondicionalmente a su amigo. Ruega a los
padres de Pablo —separados, y que han vuelto a formar familia, han
descuidado a su hijo— que lo dejen allí con él. Yolanda, finalmente, no
soporta esa situación y lo abandona.

Cuando Talia logra aprehender verdaderamente el significado y el valor


de las palabras, gracias a la ayuda de ciertos seres luminosos que le
muestran distintas imágenes de su pasado y las cosas que ha dicho para
lastimar y para demostrar cariño, despierta en el hospital y se reúne con
su familia. Antes de la partida de Talia al «otro lado», Pablo le ha
prometido comprometerse a aprender y volver.

Mientras tanto, la situación familiar tiene una mejoría, aunque sus


padres no saben si volverán a estar juntos. Talia sigue acompañando a
Jaime y a Pablo, hasta que este recobra la conciencia. La novela finaliza
con el relato del encuentro de un hombre en un bar con un viejo. El
hombre está angustiado porque le ha dicho cosas terribles a alguien. El
viejo le cuenta acerca de un almacén: el almacén de las palabras
terribles.

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El narrador es, en apariencia, omnisciente; es la voz que narra sabe lo
que piensan y sienten los personajes, y habla en tercera persona. A
medida que el relato va avanzando, el narrador oculta deliberadamente
cierta información, por ejemplo, devela, ya bien avanzada la novela, que
la visita al almacén es en realidad producto del estado de coma en el
que la protagonista y Pablo caen luego de tener un accidente en el
tranvía, o, mejor dicho, una realidad paralela. Sin embargo, hacia el final
de la novela, el narrador deja planteada la posibilidad de la experiencia
del viaje al almacén como perfectamente verosímil.

El almacén de las palabras terribles es una novela de aprendizaje. La


historia narrada tiene lugar en un espacio «otro». Esa experiencia no se
da en el tiempo y el espacio —en el almacén de las palabras terribles no
existen como categorías— de una realidad material. Talia termina por
comprender el valor de la palabra, el uso que puede hacerse de ella y la
necesidad de saber poner en discurso lo que realmente se siente. Ese
aprendizaje es posible a partir de la experiencia de una realidad
desdoblada: una material y una fantástica —la del almacén—. En la
novela, se plantea la posibilidad de coexistencia de ambas.

Además, dicho aprendizaje tiene que ver con la temporalidad de la


historia del personaje: revé su pasado —con la valoración negativa y
positiva que este hace—, para comprender su presente la mutación en
las relaciones interpersonales producida por lo dicho— y cambiar el
futuro —se abre la posibilidad de subsanar las faltas, haciendo un «uso
responsable» de las palabras.

EL ALMACÉN DE LAS PALABRAS TERRIBLES – Elia Barceló Elia Barceló Capítulo I (Uno)

Aquí: Uno

Talia tenía 12 años recién cumplidos. Nunca había estado tan triste en su vida. Sentía angustia e
impotencia. Quería que todo volviera a ser como antes. Era una mañana de mayo y se encontraba
sentada en su banco favorito del parque frente al estanque de los patos. Sus padres discutían
muchísimo últimamente. Su padre volvería del trabajo, su hermano se había ido a lo de su amigo
Pedro y su madre se había ido para no volver por unas palabras que le había dicho Talia la noche
anterior. Mientras lloraba, un viejo se le acercó y le preguntó si no debía estar en el colegio a esa
hora. Era parecido a la foto de su abuelo en la sala de estar: pelo blanco y muy fino y ojos hundidos
en sus arrugas. El viejo sacó un celular y le preguntó si quería que llamaran a su mamá. Talia le
contó la verdad: su madre se había enojado con ella, había dicho que no quería volver a verla
nunca más y se había ido de la casa. Esto venía diciéndolo desde Semana Santa. Talía le había dicho
la noche anterior que si quería irse, que se fuera. El viejo le dijo que las palabras que se decían con
furia causaban mucho daño. Las palabras una vez dichas no se podían recoger como una moneda
que se cae al piso. Le dijo que había un lugar en la ciudad al que debía ir sola. No era fácil ni seguro
ir allí pero Talia quería ir porque quería mucho a su madre. Debía tomar el tranvía 1 (que hacía la
circunvalación de la ciudad) hasta la última parada. Allí había muchas fábricas y almacenes
abandonados. El almacén de las palabras terribles era un edificio gris, ruinoso que se encontraba al
fondo de la calle. El almacén en realidad no tenía ese nombre. Se lo había puesto el viejo. Él había
estado allí hace mucho tiempo y lo habían ayudado. Talía se apuró hacia el tranvía. Quiso darle las
gracias al viejo pero ya no estaba

Aquí: Dos

Miguel, el padre de Diego (20 años) y Talia llamo a casa de Pedro. Quería saber si Diego sabía algo
de su hermana porque llamaba a la casa y nadie respondía. Calculaba que debería haber vuelto del
colegio. Diego dijo que estaría como él: sintiendo que la casa se le había caído encima y que podría
estar en lo de sus amigos Pepa o Juanma. Diego prometió llamar a su papá al trabajo (en un banco)
si volvía. Su madre le había dicho que llamaría a la noche, cuando se hubiera instalado pero no
había dicho dónde. El padre esa noche tenía una cena así que Diego debía ocuparse de cuidar a su
hermana.

Aquí: Tres

Talia estaba en el tranvía. Eran barrios periféricos y pobres donde ella no había estado nunca.
Cuando llegó a la última parada sólo quedaban ella y un chico de la edad de su hermano. Se habría
negado a que el viejo la acompañara. Si su padre le hubiera regalado un celular para Navidad
podría avisarle por dónde andaba en caso de que algo le sucediera. El chico era alto y rubio, tenía
piernas largas, hombros anchos y paso atlético. Caminaba a la par de ella pero por la vereda de
enfrente. Había un camión volquete en una obra y el almacén gris. Sintió miedo y ganas de estar en
casa. El chico rubio se había peleado con su mejor amigo, Jaime y una vecina, una señora mayor,
también le había recomendado ir hacia allí, al almacén de las palabras terribles.

Se presentaron y se saludaron dándose la mano antes de entrar: Pablo y Natalia aunque todos la
llamaban Talia.

Aquí: Cuatro

A las tres y diez, Miguel Castro salió del banco. No estaba para chistes con sus compañeros de
trabajo en el bar ya que Ana, su esposa durante veinte años, se había ido de la casa la noche
anterior. Ana había hecho un doctorado y daba clases en un instituto. Se habían dicho cosas muy
hirientes. Hablaría con los padres de Pepa, Sara y Javier para que la invitaran a Talia en el fin de
semana. Entró a tomar una cerveza con tortilla en un bar y trató de localizar a Talia por teléfono.
Nadie sabía nada de ella. Se fue a tomar un café al Continental. Llegaría sobre la hora en que tenía
que prepararse para ir a la cena porque no quería regresar y encontrar todo desordenado con la
heladera vacía

Capítulo II (Dos)
Allí: Uno

Entraron al almacén donde todo era silencio y oscuridad. Pablo quería irse pero vieron unas
lucecitas violetas y azules que les marcaban un camino. Talia se quería quedar. Caminaron sin mirar
atrás. Una barra luminosa cruzaba el camino transversalmente. Cuando la pisaron, apareció un
círculo de luz. Luego sintieron una vibración y sobrevino más silencio y oscuridad. Una voz neutra
(ni de hombre ni de mujer) les preguntó qué buscaban y que hablaran sin miedo. Era una luz
perlada como una lágrima gigante. Pablo habló y dijo que buscaban las palabras terribles que
habían sido pronunciadas. La luz pidió que la siguieran. Eran dos personas Y Talia les preguntó si
eran ángeles. La voz contesto “Nosotros somos” y se disolvieron. Deberían ir por separado. Talia y
Pablo se internaron en las tinieblas.

Aquí: Cinco

Miguel Castro recibió una llamada telefónica. Era del Hospital Provincial y preguntaban por la casa
de Natalia Castro Díaz. Había habido un accidente entre un camión y un tranvía. Miguel dejó una
nota en la mesa de la cocina que informaba lo sucedido y se fue para el hospital.

Allí: Dos

Se encontraron de repente en un lugar muy iluminado. Estaban suspendidos en el aire frente a una
sala. Las paredes estaban hechas de fundas de discos y resplandecían hasta cegarlos. Era una sala
de archivo inmensa. Talia tenía miedo de caerse. Su guía era una persona alta y con el cráneo
afeitado, vestía una túnica hasta los pies casi del miso color que la sala. A Talia le parecía seguir a
una cabeza flotante. Talia preguntó qué era todo eso. La guía dijo que eran palabras terribles,
coléricas, venenosas, palabras que hacían daño. Sacó una cajita de cd. Adentro puntos diminutos
se movían. Esas eran palabras humanas, imperfectas pero siempre hermosas. Algunas estaban
siempre y otras se desactivaban, tenían fecha de caducidad como los yogures. Talia se apoyó en
una pared, mareada y su guía le dio unos anteojos negros. Con ellos puestos, vio que estaban en
una biblioteca antigua con una luz rojizo-dorada. El piso era de madera color miel. Las cajitas eran
lomos de libros viejos con letras doradas y tapas de color marrón, granate y verde oscuro. Talia
había estado en bibliotecas como esas mientras su madre preparaba su tesis doctoral sobre poesía.
Su guía le entregó un librito con las palabras de Talia. En cinco años sus palabras caducarían y su
madre las habría olvidado o no le causarían dolor. En cinco años, ella tendría diecisiete pero era
una eternidad lo que debía esperar. La guía decidió mostrarle el efecto que hacían sus palabras.

Aquí: Seis

Miguel Castro lloraba en el Hospital Provincial. Su hija Talia estaba en coma. Había recibido un
fuerte golpe en la cabeza. Había 15 heridos y los conductores del tranvía y del camión, muertos por
el accidente en el cruce de las calles Chile y Perú en el barrio de El Remedio. El padre no entendía
qué hacía su hija allí. El chico que estaba con Talia estaba más grave aún y estaba solo. La
enfermera de ojos azules que hablaba con Miguel se llamaba Tere, lo invitó a un café y le habló de
la importancia de hablarle a su hija aún cuando ella estuviera grave e intubada. Una parte de ellos
estaba allí y seguramente los escuchaba. La enfermera creía que los enfermos graves volvían en sí
con las palabras que los traían de vuelta. A Miguel se le llenaron los ojos de lágrimas cuando la
enfermera le pidió que nunca la diera por perdida a su hija.

Allí: Tres

Pasaron a una sala gris, más pequeña. Si quería ver el efecto de sus palabras Talia debía hacer el
doloroso acto de pedirlo. No era muy valiente pero lo hizo. Apareció la sala de estar de su casa. Allí
transcurría nuevamente la discusión de la noche anterior. Talia se cubrió las orejas al ver que se
acercaba el momento en que ella le decía esas palabras tan hirientes a su madre. Ahora las sentía
no como espectadora sino como las había sentido su madre. Sintió el amor que su madre sentía
por ellos desde que era un bebé, su imposibilidad de expresar el dolor y el amor que sentía por ella
y Diego. Había usado las palabras como un arma, como un adulto. Tendría que aprender a
traducirlas. Pero para eso, primero debían ver si era la clase de humano que podría aprender.

Capítulo III (Tres)

Aquí: Siete

Ana Díaz se encontraba en la casa de su amiga Marga. Estaba preocupada porque eran más de las
ocho y nadie contestaba el teléfono en su casa. Pensaba que, como ella no estaba, seguro habrían
ido a comer a una hamburguesería pero no quería llamar a Miguel al celular. Era viernes de noche
y decidieron ir a comer al chino.

Allí. Cuatro

Estaba en una sala redonda donde su guía la dejó descansar. Estaba agotada. Cuando despertó,
Pablo flotaba boca abajo y la sacudía. Pensaba que estaba muerta. Le pidió que le contara lo que le
había sucedido. Era raro hablar con alguien como si fuera una pompa de jabón. Talia le contó.
Pablo dijo que sus palabras eran irrecuperables. Él le había dicho a Jaime que nadie le quitaba la
novia a un amigo y que era feo, más bajo, más tonto, más pobre, en suma inferior a él y por eso él
era su amigo. Se habían conocido diez años atrás en un internado adonde sus padres lo habían
mandado porque se estaban separando. Jaime estaba con una beca, extrañaba mucho a su familia
y tampoco tenía a nadie. Jaime sabía los trucos de la calle. Cuando terminaron el bachillerato, los
padres de Pablo habían alquilado un departamento para que vivieran allí juntos mientras
estudiaban una carrera. Sus padres se habían separado. Su madre se había casado con un
argentino que tenía un rancho de vacas y su padre se había buscado una chica de su edad. Sentía
que molestaba. Jaime era como su hermano. Pablo cocinaba y mantenía la casa. Vivían bien hasta
que Jaime se apreció diciendo que Yolanda era su novia. Yolanda había salido con Pablo pero
habían cortado. Pablo creía que ella merecía a alguien mejor y que Jaime de todos modos no tenía
que salir con ella porque él lo había hecho antes. Pablo había echado a Jaime de la casa. Creía que
había hecho mal en ir hasta allí porque, después de todo, las amistades, las parejas, todo se
terminaba con el tiempo. En cambio, Talia había ido hasta allí porque quería arreglar las cosas.
Pablo le dijo que ese lugar no era verdad, que estaban soñando, que no podrían cambiar nada. Una
membrana los separó. Pablo quedó encerrado en una bola y la zona donde estaba Talia se convirtió
en un suelo plano.

Aquí: Ocho

Tere llamó a Miguel y dijo que podía entrar a ver a su hija. Estaba pálida y con la cabeza vendada.
Su ropa estaba en una bolsa. Tenía suero y oxígeno. Migurel comenzó a hablarle en voz baja a Talia.
Afuera estaban Diego y Pedro. En las noticias informarían del accidente. Su madre aún no se había
comunicado con ellos y menos, después de lo que había pasado la noche anterior. Fueron a la sala
de espera los tres. Miguel les contaría cómo era el cuadro de situación.

Allí: Cinco

La figura de luz que podía ser la del mismo guía u otro se acercó y le puso las manos sobre los ojos.
La pelota donde estaba Pablo había desaparecido. Ahora estaban en un lugar grande, luz suave,
olor a flores y frascos de cristal con motas doradas y plateadas que relucían en su interior. Eran
palabras de amor que habían sido sinceras, auténticas, pronunciadas desde el fondo del alma.
Había personas que no tenían ninguna palabra en esos frascos porque nunca habían aprendido o
porque eran incapaces de sentirlas. Talia pensó “como Pablo” pero el guía dijo que Pablo había
tenido miedo de que ella hubiera muerto y eso era una palabra de amor. Le llevaría más tiempo
aprender pero lo lograría. Talia podría aprender a traducir sus palabras hirientes en palabras de
amor.

Aquí: Nueve

Ana estaba con Marga en el restaurante chino. Habían conversado pero Ana estaba en su
preocupación. No quería llamar aunque a las diez llamó a la casa y nadie contestó. Marga entonces
decidió llamar a Miguel con el móvil de Ana. A Marga le cambió la cara de golpe cuando habló con
Miguel. Le dijo a Ana que Talia estaba en el hospital y que debían ir hacia allí de inmediato.

Allí: Seis

Talia flotaba en una luz rosada. Cuando abría los ojos sentía un perfume diferente o la luz había
cambiado. Era todo muy agradable. De vez en cuando percibía presencias amigas como el suave
pañuelo de seda de su madre o presencias que le susurraban cosas sin palabras que ella entendía.
Pensaba en sus madres, en su hermano, en sus abuelos, en Pablo. Podía sentir olores a comidas,
luces sabores. Eran sensaciones rápidas. Sentía que todos estaban allí para protegerla. Las palabras
habían huido. Su mente se había abierto al regalo de esos seres luminosos y no se le pasó que hace
mucho había salido del colegio y pudieran estar preocupados, buscándola, ya que nadie sabía de la
existencia del almacén de las palabras terribles.

Resumen:
Talia, una joven de 12 años, estaba muy triste por problemas
familiares. Su padre y su madre siempre estaban gritándose e
insultándose. La madre de Talia no quería verla más. No podía dormir,
cada vez que se iba a la cama pensaba en su madre. Creía que se
despertaría y no la encontraría. Talia gritaba a su madre y le decía
que se fuera de casa porque ya estaba harta. Ahora que se ha ido, se
arrepiente. Talia reaccionó así porque su madre le había hecho mucho
daño, pero en el fondo la quiere mucho.
Un día que el colegio terminaba a las 12 se fue al parque. Se encontró
con un anciano que se preocupó por ella. Talia le explicó en qué
situación estaba y el hombre le ayudó. Le dijo que fuera a la estación,
allí cogería un tren y tendría que bajar en la última parada, donde
vería un edificio gris en ruinas.
De camino al edificio, se dio cuenta de que le perseguía alguien. En
realidad no le perseguía nadie, era un chico de veinte años que iba al
mismo lugar que ella. Se llamaba Pablo. El motivo por el que se dirigía
a ese edificio era porque se había enfadado con su mejor amigo.
El interior del almacén era como la fachada, ruinoso y triste. Todo
oscuro por dentro, pero se veían unas luces al fondo. Una voz
misteriosa les preguntaba que hacían. Buscaban palabras terribles.
La persona que hablaba, les enseñó todo el archivo de palabras
terribles. La guía le dijo a Talia que las palabras terribles entre ella y
su madre, se borrarían en 5 años. Quería decir que ya no las
recordaría. Esa voz le decía que las palabras se podían utilizar bien o
mal. Un cuchillo puede servir para cortar alimento, que te mantiene
vivo, o puede servir para matar.
Después de seguir a la guía, se quedó reflexionando sobre lo que le
había dicho.
Llamaron a casa de Talia, le comunicaron a su padre que su hija Talia
había sido atropellada por un tren. Su padre se dirigió al hospital
donde se encontró a su hija. Desde ese momento todo era diferente.
Talia estaba muy contenta de vivir con su familia.

Mientras Aquí, en la realidad, el tiempo transcurre ( los meses que Talia y Pablo
están en coma); en el Almacén el tiempo no existe, "siempre es siempre".
Se trata de un tiempo interior, el del aprendizaje que cada uno de ellos
debe realizar, aprendiendo a utilizar sus palabras, viendo cuáles usaron
como cuchillos y cuáles como flores, y conociendo sus efectos y
consecuencias.

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