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frodaccign a - itrabajodela =~ Investigacion histonca eect te Ciro F. S. prot PAI 3 ACUTLAR B > Pp vy 3 y G CIRO FLAMARION 8, CARDOSO INTRODUCCION AL TRABAJO DE LA INVESTIGACION HISTORICA Conocimiento, método e historia EDITORIAL CRITICA Grupo editorial Grijalbo BARCELONA Capfruco 1 EL CONOCIMIENTO CIENTIFICO 1. CONOCIMIENTO, LOGICA ¥ EPISTEMOLOGfA El conocimiento es una relacién —o, mds exactamente, un proceso— que se establece entre un sujeto cognoscente (aquel que conoce), un objeto del conocimiento (aquello que se trata de cono- cer), y determinadas estructuras o formas sin las cuales el conoci- miento no puede ocurrir. Sea, por ejemplo, el enunciado legal siguiente: «para todo x, si x es un pedazo de metal que se calienta, entonces x se dilata». Este enunciado supone la exis- tencia de objetos materiales —pedazos de metal—; de un sujeto que establece la relacién calentamiento/dilatacién y la mide; y finalmente, de la estructura de los mimeros y de una métrica espacial, sin las cuales no serfa posible el establecimiento de la telacién legaliforme mencionada. El conocimiento cientffico —que es el que se obtiene de acuerdo con ciertos procedimientos integrantes del método cientf- fico, el cual seré abordado en el capftulo 2— puede ser analizado por dos disciplinas diferentes, la légiea y la epistemologta. En tiempos antiguos, la /égica era una disciplina bastante general, que se ocupaba tanto del sujeto como del objeto con sus Propiedades y de las formas o estructuras generales del conoci- miento, Tal disciplina, sin embargo, se ha limitado crecientemen- te al estudio de Ia verdad vista en sus condiciones formales. 16 LA INVESTIGACION HISTORICA En otras palabras, ello quiere decir que los légicos se contentan con el estudio de las estructuras o reglas del conocimiento, sin ocuparse ya de las relaciones que mantienen con el sujeto, y con objetos ffsicos o reales. Por lo tanto, el recurso a la ldgica se hace para Ia verificacién de verdades formales, dependientes de relaciones de implicacién, de la validez deductiva tinicamente. La légica no se ocupa de hechos y experiencias. Ahora bien, una vez verificadas las proposiciones o afirmacio- nes cientificas en cuanto a sus aspectos normativos o formales, quedan todavia en pie las preguntas que pueden plantearse en lo concerniente a las relaciones entre los elementos que constituyen el proceso de conocimiento, Estas preguntas se refieren sobre todo al problema central del conocimiento, que consiste en saber si las estructuras o formas de éste dependen del sujeto, del objeto o de la relacién entre ellos. O aun de nada de esto, como ocurre con el sistema de Platén —idealista objetivo—, en el que las «ideas puras», inteligibles pero transcendentes a todo lo sensible, son el criterio de la verdad, el punto de referencia absoluto. He aqui algunas de Jas cuestiones que se plantea la epistemologfa: las operaciones 0 actividades del sujeto gcrean activamente las formas del conocimiento y organizan su objeto?; las formas del conocimiento ¢serén, por el contrario, simples abstracciones de las propiedades del objeto, que el sujeto del conocimiento se limita a registrar? Si se admite la primera alternativa, gserd posi- ble el conocimiento de las cosas en s{? La epistemologia o teorta del conocimiento puede ser definida de diferentes maneras. Quizé resulte vitil empezar por referir la distincién, propuesta por J. Piaget, entre epistemologfa norma- tiva_y epistemologfa genética.’ En los limites de la primera, R. Carnap decfa que a la epistemologia le toca preguntar en qué se basa nuestro conocimiento, o sea, cémo se puede justificar la descripcién que se haga de una experiencia cualquiera, preser- vindola de toda duda. K. Popper, quien diverge de Carnap, pre- 1, Jean Piaget et alii, Epistemologia genéti is ic ic francés, Livrarla Freitas Bastos, Rlo. de Janeiro, 1974. gen ngage eeieey trad, del EL CONOCIMIENTO CIENT{FICO 17 fiere decir que Jas cuestiones centrales de Ja 7 godmo someter @ prueba enunciados contin ant Soa cuenta sus consecuencias deductivas? (0, en otras palabras, écémo criticar las teorfas?); y, equé tipos de consecuencias deductivas debemos seleccionar para tal objetivo?? Se puede notar que la atencién queda concentrada en las cuestiones de légica del método cientffico, que discutiremos en el préximo capftulo. Aquf nos interesa més la epistemologta genética, que puede ser definida como el estudio de la constitucién de conocimientos vélidos, o aun como el estudio del devenir de la ciencia, es decir, de cémo se pasa de los estados de menor conocimiento a los de un cono- cimiento més avanzado.} Esta ultima definicién refleja la concep- cidn actual de ciencia; ésta no tiene Ia pretensién de alcanzar jamds un estado definitivo. En las palabras de Adam Schaff:* El objeto del conocimiento es. infinito, tanto si se trata del objeto considerado como Ja totalidad de la realidad 0 del objeto captado como un fragmento cualquiera o un aspecto de lo real. En efecto, tanto Ja realidad en su totalidad como cada uno de sus fragmentos son infinitos en la medida en que es infinita la cantidad de sus correlaciones y de sus mutaciones en el tiempo. El conocimiento de un objeto infinito debe ser, pot lo tanto, también infinito; debe constituir un proceso infinito: el proceso de acumulacién de las verdades parciales. En y pot este proceso, enriquecemos incesantemente nuestro conocimiento ten- diendo hacia el Ifmite que es el conocimiento completo, exhaus- tivo, total, que, como el limite matemético, no puede ser alcan- zado en un solo acto cognoscitivo, permaneciendo siempre un devenir infinito, tendiendo hacia... 2. Ver, para la definicién de Rudolf Camap y Ja suye propia, Karl Poppet, A nice da" pesquisa cientifica, trad, de L. Hegenbere, vO Sllvelm ds Mots, Eultora Cuts, Sao Paulo, sd. (2? ed trad. de Ie ed. inglesa de 1972), pP- et orgy Ch. Jean Piaget, «L’épistémologie et at uta = J. Piaget, ed., Losique connaissance scientifique, Gallimard, Paris, 1967, PP.67. | Gi . 4. Adain Schaff, Historia y verdad, trad. de 1, Vidal Sanfeliu, Grijalbo, Méxt 0, 1974 (reed, Crftica, Barcelona, 1976), p. 113. 2.— Canposo 18 LA INVESTIGACION HISTORICA Si la epistemologfa se interesa por la constitucién de los cono- cimientos vélidos, su pregunta central tiene que referirse a cémo son posibles las ciencias: gcémo se tiene acceso a conocimientos vélidos?; ¢qué elementos intervienen en la constitucién de tales conocimientos? Es evidente que aun optando por esta manera de abordar la cuestién, no desaparecerd la necesidad del recurso a la légica, puesto que la validez de los conocimientos tiene un aspecto normativo, formal. Pero no se agota en tal aspecto. Es preciso considerar la relacién entre sujeto, objeto y formas del conocimiento, en su aspecto de proceso (es decir que tiene una dimensién diacrénica, o histérica); y también es necesario consi- derar las cuestiones relativas a los hechos, a la observacién y a la experiencia. Por otra parte, no basta con ocuparse abstracta- mente de «la ciencia» en general: Jas condiciones que hay que considerar en el caso de la fisica, por ejemplo, no son las mis- mas, necesariamente, que en el caso de la biologia; en otras pala- bras, la comprensién de cémo la fisica es posible en cuanto cien- cia no nos explica cémo lo es la biologfa, y viceversa. En el pasado, la Iégica y la epistemologia eran consideradas como partes integrantes de la filosoffa. Hoy dia la légica es vista como una ciencia formal, a la par de la matemética. La epistemologia genética pretende igualmente ser una ciencia, basén- dose en un anélisis interdisciplinario en el que intervienen la légica, la psicologia y las metodologfas de las diversas ciencias. En los hechos, esté muy lejos de haber alcanzado el grado de organizacién de la légica, y su dependencia respecto a los debates y corrientes de la filosofia sigue siendo muy grande. 2. CIENCIA Y FILOSOF{A: sUPUES‘TOS FILOSOFICOS DE LAS CIENCIAS FACTUALES - aes del siglo x1x tenfan la pretensién de haber expulsa lo de itivamente a la filosofia de sus actividades y con- me nes. A ae vista esto mismo parece decir F. Engels:* |. Brie ingels, Anti-Diibris . ; Bareclona, 197, ona ig ering, trad. de M. Sacristin, Crftica (OME 35), EL CONOCIMIENTO CIENTIFICO 19 Desde el momento en que se presenta a cada ciencia la exigencia de ponerse en claro acerca de su posicién en la conexién total de las cosas y del conocimiento de las cosas, s¢ hace precisamente superflua toda ciencia de la conexién total. De toda la anterior filosoffa no subsiste al final con indepen- dencia mds que la doctrina del pensamiento y de sus leyes, la légica formal y la dialéctica. Todo lo dem4s queda absorbido por la ciencia positiva de la naturaleza y de Ia historia. ... Con esto quedaba expulsado el idealismo de su tltimo refu- gio, la concepcién de la historia, se daba una concepcién mate- rialista de la misma y se descubrfa el camino para explicar la consciencia del hombre a partir del ser del hombre, en vez de explicar, como se habfa hecho hasta entonces, el ser del hombre partiendo de su consciencia, Este pasaje ha sido muchas veces considerado como un resul- tado de la «contaminacién positivista» del pensamiento de En- gels, lo que es absolutamente falso: es fécil percibir que, en el texto, «filosofia» quiere decir filosofia idealista, metafisica. Tanto es asi que, en la Dialéctica de la naturaleza, \eemos:* Los naturalistas creen liberarse de la filosofia simplemente por ignorarla o por hablar mal de ella. Pero, como no pueden lograr nada sin pensar y pata pensar hace falta recurrir a las determinaciones del pensamiento, toman estas categorfas, sin darse cuenta de ello, de la consciencia usual de las Mamadas gentes cultas, dominada por los residuos de filosoffas desde hace largo tiempo olvidadas, del poquito de filosoffa obligatoriamen- te aprendido en la Universidad (y que, ademés de ser pura- mente fragmentario, constituye un revoltijo de ideas de gentes de las més diversas escuelas y, ademés, en la mayorfa de los casos, de las m4s malas), o de la lectura, ayuna de toda critica y de todo plan sistemético, de obras filoséficas de todas clases, resulta que no por ello dejan de hallarse bajo el vasallaje de la filosoffa, pero, desgraciadamente, en la mayor parte de los casos, de la peor de todas, y quienes més insultan a Ja filosoffa son 6. Friedrich Engels, Dialéctica de le naturaleza, trad, de W. Roces, Crftica (OME 36), Barcelona, 1979, p. 210. ee. 20 LA INVESTIGACION HISTORICA esclavos precisamente de los peores residuos vulgarizados de la peor de las filosoffas. Sea como fuere, en este momento nuestro objetivo es limi- tado. Lo que nos interesa plantear ¢s lo siguiente: aunque se afirma a menudo que el conocimiento cientffico no tiene supuestos © alcances filosficos, nada podrfa ser menos verdadero en lo telativo a las ciencias factuales (o sea al conjunto de las cien- cias, con excepcién de la matemética y de la légica). En efecto, aunque el conocimiento cientffico no contiene, como tal, aspectos filosdficos, la investigacién cientffica a la vez supone y controla algunas importantes hipétesis filoséficas. Vamos a referitnos @ dos de ellas: la del realismo y la del determinismo.’ a) El realismo: el mundo externo al sujeto existe. Se dice con frecuencia que la ciencia no supone ni utiliza o confirma la hipétesis de que existen objetos reales, independientemente del sujeto cognoscente, Se trata de un error: el mismo hecho de llevar a cabo investigaciones cientificas supone la aceptacién del realismo ontolégico, por mas que sea cierto que la ciencia no prueba tal hipdtesis filoséfica. Los argumentos que lo pueden demostrar son numerosos y variados, y proceden sobre todo de la observacién de cémo opera el método cientifico, $élo mencionaremos algunos de ellos. Al contrastar una proposicién con hechos, con la finalidad de verificar si hay acuerdo entre aquélla y éstos, estamos implicita- mente suponiendo que existe algo fuera del mundo subjetivo del Sujeto Ccognoscente: si ese «algo» dependiese sélo del sujeto, no ae sentido la mencién tan corriente a una contrastacién a Cited Said Santee, © a una verdad cientifica obje- arte, ‘orfa cient{fica se refiere siempre a algo que no es el sujeto del conocimiento (aun cuando, por supuesto, puede tratarse de una persona o grupo de personas tomadas * aa melee exponicita al respecto que ni iu estrate 1978 pp. 19327, et 7 Morelia 7. Seguiremos aqut, en Ifneas gen Mario rales, ocemos: Mario Bunge, La i tad. de M. Sactistén, Atlel, Barcelona EL CONOCIMIENTO CIENT{FICO 21 como objeto), siendo asf que en las ciencias experimentales la contrastacién empfrica exige incluso la manipulacién y el cambio a través de experimentos— de aquello a que la teorfa se refie- re: evidentemente, no serfa necesario experimentar o teorizar respecto del universo si no existiese por s{ mismo, ni serfa posi- ble manipular y cambiar lo inexistente. La ciencia no pierde tiempo tratando de explicar hechos que no existen. Al construir hipdtesis que den cuenta de un conjunto de hechos, se est4 pre- sumiendo que tales hechos son reales (existentes 0 posibles, vir- tuales). En la fisica, por ejemplo, a menudo se hacen suposicio- nes respecto de cosas que la percepcién sensorial del sujeto no puede alcanzar —Atomos, particulas, propiedades fisicas no obser- vables peto objetivas—: ello quiere decir que, al plantearlas, no partimos de una «opinién» subjetiva ni de una correlacién de percepciones sensoriales, sino que suponemos la existencia real e independiente’ de'aquello'a que se refieren las suposiciones. Podemos preguntar también: gpor qué los cientificos tratan de cortegir sus teorfas siempre que la observacién o los experimen- tos van en contra de ella? Si se tratara de meras construcciones convencionales, no habria necesidad de hacerlo. Pero es que, jus- tamente, ellas tratan de reflejar una realidad externa objetiva. De hecho, el método de verificaci6n empfrica, en cualquier cien- cia, parte del principio de que sujeto y objeto son cosas diferentes, perfectamente separadas. : b) El determinismo. Se trata, en primer lugar, de afirmar que las cosas y acontecimientos son determinados (determinismo ontolégico); y en seguida de pretender que es posible el cono- cimiento integral de los hechos y de sus modos de ocurrir (deter- minismo epistemolégico). El determinismo ontolégico estricto es una derivacién filos6fi- ca de la visién newtoniana del universo como un conjunto de Particulas que sé mueven segtin un nimero no muy grande de eyes mecénicas. Esta forma de determinismo absoluto —expues- ‘a por A. Laplace a principios del siglo xix (ver el ultimo “apitulo de este libro}— se volvié imposible de defender, debido = 22 LA INVESTIGACION HISTORICA a que la teorfa cudntica probé Ia objetividad del azar a nivel de las particulas elementales, que siguen leyes estocdsticas; de hecho, desaparecié de las discusiones de filosoffa de la ciencia hacia 1930, © por lo menos dejé de ser tomada en serio. Existe, sin embargo, un determinismo ontolégico amplio, que admite las leyes estocdsticas y la objetividad del azar. Sus supues- tos son solamente dos: 1) todo lo que ocurre se da obedeciendo a leyes (principio de legalidad); 2) en el universo nada nace de la nada ni desaparece en ella (principio de la negacién de Ja ma- gia). El azar de que habla la teorfa de los cuantos es un modo de devenir que obedece a leyes; obedece a un determinismo amplio, tanto como los elementos de cualquier otra teorfa. En realidad, la ciencia en cuanto ciencia depende del determinismo ontolégico amplio: 1a investigacién cientifica consiste en la biisqueda y apli- cacién de leyes, las cuales establecen limites a posibilidades légi- cas como podrfan ser la creacién ex nibilo y 1a aniquilacién de la materia. As{, aunque K. Popper, por ejemplo, afirme que pregun- tar si el mundo es o no regido por leyes estrictas es una cuestién metaffsica,® la ciencia supone la forma amplia de determinismo ontolégico. En cuanto al determinismo epistemoldgico, su referente es el problema de la cognoscibilidad del universo. El determinismo epistemoldgico estricto constituye una hipdtesis programdética segiin la cual todas las cosas pueden ser conocidas: seria posible en principio agotar el conocimiento de todo lo que existe, existid y existiré, de tal modo que no quedara cualquier inseguridad al respecto. Como en el caso del determinismo ontoldgico, esta for- ma estricta de determinismo epistemolégico dejé de ser sosteni- ble. En la segunda mitad del siglo x1x surgié la fisica de los cam- pos, que mostté ser imposible conocer cada porcién de un campo, debido a los grados infinitos de libertad que lo caracterizan (ahi tenemos una limitacién de jure). Por otra parte, la fisica estad{s- vaed oe que el estado de cada particula de un sistema no Pp Conocerse completamente, por el hecho de que son dema- 8. K. Popper, op. cit., p. 271. mee EL CONOCIMIENTO CiENT{FICO 23 siado pequefins, demasiado numerosas, y se mueven y relacionan de manera demasiado complicada (Iimitaclén de facto), En ambos casos, conviene notar que los I{mites cltados son I{mites de expe- riencia, que Ja ciencia puede superar. As{, no podemos allmentar Ia ilusién de medir el valor de la fuerza o intensidad de un campo en todos los puntos de una regién, pero podemos calcularlo con ayuda de una teorfa y de datos que elegimos adecuadamente. El conocimiento experimental o empfrico no agota el conocimien- to cientffico, y por ello no hay por qué caer en el escepticiamo completo o en el irracionalismo. Sea como fuete, el determinismo epistemoldgico estricto fue abandonado, en favor de una versién amplia, que es 1a hipdtesis filosdfica de la cognoscibilidad limitada, Esta dltima admite las incertidumbres del azar objetivo y aquellas que son inherentes a la misma capacidad de conocer. Pero afirma que los efectos del azar, sus probabilidades, son susceptibles de célculo, lo que redu- ce las indeterminaciones y la incertidumbre tanto objetiva cuanto subjetiva. O sea, se admite la objetivided del azar y las leyes estocésticas también a nivel de la cognoscibilidad, y se reconoce la imposibilidad de alcanzar certidumbres definitivas. Peto si se abandonase la hipétesis de la cognoscibilidad del universo —aun cn esta forma limitada—, se detendria la marcha de las ciencias factuales (no formales), Es ocioso plantear la pregunta: ges posi- ble conocer? La cuestién epistemoldgica legitima es: gen qué medida conocemos?, gen qué medida podemos ampliar los Ifmi- tes de lo actualmente conocido? Todo ello, partiendo del princi- pio de que el conocimiento cient{fico no es infalible, ni pretende Serlo, 3. ALounAs CORRIENTES EPISTEMOLOGICAS t Hemos ya mencionado que el problema principal a¥ ot Cmologfa consiste en decidir si las estructuras © a Cimiento pertenecen al sujeto, al objeto o # algin tipo ms cntre ambos. O sea, se trata de saber si el conocimiento 24 LA INVESTIGACION BISTORICA puro registro, por un sujeto pasivo, de datos ya completamente estructurados independientemente de a, en un mundo exterior fisico 0 ideal; si, por el contrario, el sujeto interviene activa. mente en el conocimiento y en la organizacién del objeto: esta posicién, al volverse extremada, conduce a la nocién de que no podemos saber qué son los objetos en sf, independientemente de nosotros. El cuadro 1 representa esquemdticamente tres formas bésicas de contestar a la cuestién central de 1a epistemologia? ‘A continuacién nos referiremos a algunas de las teorfas rela- tivas al conocimiento que tienen vigencia en la actualidad. a) La teorta marxista del conocimiento.” Los puntos de par- tida de Marx al respecto fueron, como se sabe, Hegel y Feuerbach. Hegel —idealista objetivo— desarrollé el aspecto activo del suje- to, pero termindé haciendo del pensamiento una fuerza sobrenatu- ral, ubicada fuera del hombre y domindndole. El pensamiento dialéctico desemboca, en la filosoffa hegeliana, en un proceso infinito de autoexpresién y autoconciencia del Espiritu. En tal sistema, el mundo exterior es visto solamente como un campo de aplicacién del pensamiento activo y creador; y la prdctica, como la realizacién externa de ideas, conceptos y planes desarro- llados en y por el pensamiento, No hay respuesta, en Hegel, a la cuestién de saber de dénde surge el pensamiento. Como su filo- soffa opera una especie de deificacién de las formas y leyes légi- cas del pensamiento humano, ob; no es posible tal respuesta: adelante que el mismo proble jetivizandolas como algo externo, el pensamiento es. Veremos més . 7 ‘Ma se presenta actualmente con la moderna concepcién de una «funcién simbiélica» inherente a 4 beigue hnunitna, responsable de la «cultura» o los «sistemas de 7 fos como mediadores entr je jeto: We Stents tna. tex ‘€ sujeto y objeto: cuando puesta, se cae en algui 7 En cuanto a Feuer! lguna forma de naturalismo. bach, su opinién es que el hombre piensa $M. Bunge, op. cit. El eit, pp. 8i-105. 1 Suseo 1 ae base 9TH, pps bays he Bt dialéctica, trad, de Jorge Bayons, 26 LA INVESTIGACION HISTORICA y conoce, con ayuda del cerebro, en contacto y unidad con la naturaleza: interrumpido tal contacto, el hombre no piensa ni conoce. Respecto de sus puntos de partida, el marxismo operé una transformacién de la teorfa del conocimiento a partir de dos pre- misas. La primera es que las categorias y esquemas légicos (dia- lécticos) existen fuera e independientemente del pensamiento, como leyes universales del desarrollo del universo, las cuales se reflejan en la conciencia colectiva del grupo humano. La segunda afirma que el hombre piensa, no en unidad inmediata con la naturaleza, sino en unidad con Ja sociedad histéricamente detet- minada que produce su vida material y espiritual, y realiza el contacto humano con la naturaleza. Para el marxismo, el conocimiento es una imagen subjetiva de la realidad objetiva, un reflejo del mundo externo en las formas de actividad y conciencia humanas. E] mundo de las ideas no nace de Ja psicologia individual ni de la fisiologia del cerebro: afirmar esto constituye una capitulacién frente a una visién antro- poldgico-naturalista, ahistérica, de la esencia del hombre, visto solamente como parte de la naturaleza. Marx considera al hombre como el producto del trabajo —sociohistéricamente determina- do—, que tanto transforma al mundo exterior cuanto al mismo hombre. Asf, el conocimiento, el mundo de las ideas, no resulta de una contemplacién pasiva de la naturaleza, sino que surge como forma y producto de la transformacién activa de la natura- leza por el trabajo. Existe, por lo tanto, un elemento mediador entre el hombre que piensa y la naturaleza en sf: el ¢rabajo, la practica, la produccién, debiendo tales términos ser tomados en su acepcién m4s amplia. El marco objetivo de la naturaleza se revela al hombre a través de la actividad, en la actividad del hombre social, que produce su vida. Por esto, la actividad que transforma la naturaleza —la cambia, la deforma— es la misma que puede mostrarla al conocimiento como era antes de ser trans- formada, ; El conocimiento es Ia forma de la cosa fuera de ella, en el an EL CONOCIMIENTO CIENT{FICO 7 hombre activo; es una forma socialmente determinada de activi- dad humana. Las imagenes o formas surgen, no a partir de mas universales del funcionamiento del pensamiento, ni de una contemplacién pasiva de Ja naturaleza, sino como formas de la determinacién sociohistérica del hombre. Las imagenes generales se articulan sin premeditacién, independientemente de la voluntad y conciencia de los hombres individuales, aunque por medio de su actividad. La idea est4 sin duda codificada materialmente en las estructuras nerviosas del cerebro, pero esta materialidad de la jdea no es la idea misma, sino su forma de expresién en el cuerpo orgénico del individuo. Por ello, cuando Marx afirma que lo ideal es sélo lo material transpuesto y traducido en Ia cabeza del hom- bre, serfa un error interpretar la palabra «cabeza» en términos naturalistas e individuales: se trata de la cabeza socialmente desarrollada del hombre, cuyos elementos —ante todo la lengua y las categorfas Iégicas— son productos y formas del desarrollo 28 LA INVESTIGACION HISTORICA objeto en un conjunto histérico-social dado (o sea, su esencia), el individuo se enfrente al lenguaje y a las férmulas Idgicas como a un absoluto no creado, deificado (0 «naturalizado», cuando Iégica y lengua son atribuidas sin mds al funcionamiento ner. vioso y fisiolégico del cerebro concreto, individual). La prueba de que la existencia simbélica verbal de las ideas no contiene a tales ideas en sf, ya que, como formas de actividad humana, ellas sélo existen en la actividad o proceso y no en sus resultados, la tenemos en el hecho de que un hombre no puede transmitir a otro su conocimiento como tal, sin mediacién de Ia prictica. El leer tratados de medicina no transforma a nadie en médico; la contemplacién de Ia actividad de un profesional cualquiera no permite, por s{, aprehender su método de trabajo, su imagen ideal ligada a la capacidad activa: permitirfa cuando mucho la copia de los procedimientos externos de su profesién. Debemos teferirnos ahora a una desviacién idealista de la epistemolog{a marxista: 1a teorfa del conocimiento segtin Louis Althusser y sus seguidores. Para ellos, el objeto del conocimiento no es el objeto real: una identificacién de ambos objetos seria el resultado de una «confusién empiricista». En la elaboracién del conocimiento, no es al objeto real que se dirige el pensamien- to elaborador, el «trabajo» o «produccién» tedrica y cientifica. Aunque también afirmen que el conocimiento 0 ciencia se dirige, de cierta manera, al objeto real e intenta conocerlo —lo que serfa el punto de referencia absoluto del proceso de conocimien- to—, es para aclarar en seguida que los hechos y formas de ser de la realidad nunca se presentan en el proceso de conocimiento como datos, y no intervienen en él. El proceso de «produccién» de un conocimiento transforma su objeto conceptual, produciendo un nuevo conocimiento —que se transforma a su vez en nucvo objeto conceptual del conocimiento—, que se refiere siempre objeto real, en cuyo conocimiento se ahonda por la manipula- cién del objeto del conocimiento. Pero podemos preguntat: gcémo una simple manipulacién conceptual, en la que no inter viene para nada el objeto real, puede resultar en una profundi- zacién del conocimiento de dicho objeto real? ML CONOGIMIENTO CIRNT{FIC0 29 De hecho, la perspectiva althueserlana respecto del objeto real cx metalfsica: tal objeto se ve solamente como le cosa individue- lizada, cuando pata el marxismo no adlo el mundo del pensamien- to es extructurado, sino también el mundo teal, Para Althusser, el objeto conceptital del conocimiento eerfa la generalidad I; el cono- cimiento clentffico claborado a partir de tal objeto, la generall- dad 111; la generalidad H, intermedia, serfa el sistema histérica- mente constituido de un aparato de pensamiento (teorfa de la cicncia). Lin otras palabras, las tres «generalidades» extdn coneti- tuidas por conceptos: los conceptos de la generalidad II trabajan Jos conveptos de la generalidad I y «producen» los nuevos con- ceptos dle la generalidud ITT, los cuales son el conocimiento clen- titico, O sea, los hechos mentales son los Gnicos que importan realmente en el proceso del conocimiento. Al criticar la teorfa inecanicista del reflejo y la actitud positivista frente a los «hechos» y «datos», los althusserianos van tan lejos que se deshacen de cnalguier teoria del reflejo, y por lo tanto abandonan irremedia- blemente al marxismo en favor de una posicién idealista —no me ws idealista por estar disfrazada de materialismo...—." Empirismo es un término que, en la historia de la filosofia, tiene un significado relativamente preciso (pese a clertos matices y variantes) que #0 es el del término «empirismo» o «empiricis- mo» como lo emplea La escuela de Althusser. Para dicha escuela, scmpiricismoy es: 1) una corriente que cree que la ciencia opera con datos inmediatos y particulares (ya hechos, ya dados) que #¢ impondrfan por sf mismos, ya que poseen un significado voco; 2) una teorfa de la abstraccién que deriva lo general de lo Particular (generalizacién inductiva); 3) la negacidn de que dl 11. CK, peincipatmente Toute Althusser, Le revolwciée twdrice de Mare. tad de Mart Hatnecker, Siglo XX1, México, 1967) Louls Alchuner y Btlenne ne evtice uy Capital, trad. de Marta E . Sisle | tee eed oe. Ka de las posick Carlos ; 5 wim'y te mina de te re TT Laban, Boral Bre, Mésen, SS0P ‘iqpet8l: Adam Schaff, Bséructuraliswe y Bstraturatiseso de Leet G am . Stlbo, México, 1976, pp. 53.236; Calo Prado Junior, Puls ries 7) 1g," Alarvismo de Lonis Althusser, Edivora Braslllesve, Sto 5) La mvesTicacsOe misTOnica pumto de partida del trabajo cientifico seam siempre conceptos gemesales, y la afirmaciéa de Ia necesidad de partir del hecho, dei econcreso real». Pero estos puntos no configuran al empiris. mo en general, sino al positivismo, que cfectivamente cree que los bechos tipicamente idealista en su exclusividad. En lo que concierne 2 los estudios de Marx sobre el capitalismo, por ejem- plo, los althusserianos dan la impresién de que el objeto sobre el cual aquél aplicé su «generalidad II» (la metodologia marxista) con Ia finalided de transformarlo en conocimiento cientifico, com sista en los conceptos desarrollados previamente por Hegel, Feverbach, A. Smith, Ricardo, Malthus, etc., y no las sociedades humanes materiales y concretas: las referencias a casos particule res, a datos y hechos en El Capital, serian sélo ilustraciones J ejemplos. He aqui algo totalmente absurdo.” b) El conocimiento cientifico segin el positivismo légico. En ef siglo pasado era muy fuerte el imperio de la concepciéa positivista sobre los cientificos. Se crefa que el trabajo de la ciew cia consistia en descubrir leyes, verificarlas y controlarlas, tras EL CONOCIMIENTO CIENTfFICO 31 teorfas. Ya en el siglo pasado, sin embargo, este «optimismo cientificista» empez6 a sufrir muchas criticas, y éstas terminaron por imponerse, en funcién de los mismos cambios cientfficos, en especial en la ffsica (relatividad, teorfa cudntica, etc.). La nueva concepcién de Ja ciencia reposa en cierto numero de principios, entre ellos los siguientes: 1) el cardcter hipotético de las leyes cientificas: ninguna observacién factual puede garan- tizar en forma absoluta la verdad de los enunciados legales, que por definicién tienen pretensiones de generalidad o universalidad; 2) las teorfas cientfficas no son simples cortelaciones o sistema- tizaciones de leyes: estas Ultimas sdlo tienen sentido en el seno de las teorias, de tal modo que es imposible discutir el valor de una tinica ley aislada de su contexto tedrico; 3) una teorfa se apoya en su Iégica interna (que depende del Jenguaje en el que se la expuso) y en las reglas que permiten establecer una corre- laci6n 0 correspondencia entre algunos de sus elementos y datos observables (comprobacién empfrica). En resumen, estos puntos muesttan que actualmente se consideran muy importantes: 1) el aspecto formal de las teorfas cientfficas; 2) el factor humano en la investigacién, como responsable por la formulacién de las teglas y normas Iégicas que gobiernan la relacién entre los ele- mentos teéricos y los datos empiricos. Ahora bien, aunque lo anterior sea hoy dfa generalmente admitido, constituye algo totalmente diferente afirmar que el conocimiento cientffico se da enteramente en el marco de la acti- vidad subjetiva, limiténdose a elaborar Iégicamente los datos que el sujeto percibe. Esto no se deduce necesariamente de los principios mencionados, pero es lo que pretende una corriente filos6fica de base sensista, o fenomenista, que se constituyd hacia 1920, conocida como neopositivismo, empirismo légico o positt- vismo Idgico. Dicho movimiento filoséfico tiene la pretensidn t basarse en la nueva fisica, la del siglo xx; més atin, ed Ae « filosofia de la nueva fisica, a por edemplo, trata de ¢ aa a ¢l subjetivismo que profesa de determinadas caractet ; fisica cndntion ae emo el abandono del determinismo em . tituyen, Y las telaciones probabilfsticas que de cierto modo lo sustituye®, 32 LA INVESTIGACION HISTORICA 0 el principio de indeterminacién. En este punto hay cierta con. fusién: los neopositivistas sin duda tratan de conformarse, a su manera, a la moderna metodologia de la ciencia, pero no es verdad que se identifiquen con la misma: ésta puede ser —y es— inter- pretada también de otros modos en el plano filosdfico, Por otra parte, los positivistas légicos exceden de mucho, en lo que afir- man, aquello que puede ser legitimamente derivado en forma directa de la citada metodologfa, o de las teorfas cientificas vigen- tes hoy dfa. As{, por ejemplo, su interpretacién subjetivista de la teorfa cudntica es perfectamente dispensable, aunque pretendan lo conttario.3 El neopositivismo es la forma actual del idealismo en episte- mologia, después de que avances cientificos como la relatividad y la teoria cudntica destruyeron sin remedio las posiciones del neo- kantismo. Su exposicién sumaria es algo dificil, en la medida en que desde su primera constitucién ha evolucionado mucho, y ademds siempre contuvo en su interior corrientes considerable- mente divergentes. Sus orfgenes 0 puntos de apoyo son variados. Se trata anté todo de una forma muy radical del empirismo, derivdndose de la linea fenomenista de D. Hume y de las ideas sensistas de E. Mach. Segtin la concepcién empirista y sensista (fenomenista), la ciencia sélo se ocupa del dato, de la experiencia: lo que no puede ser inmediatamente verificado como «algo dado» no pasa de mete- fisica estéril. Conceptos como «causa» 0 «ley», siempre siguiendo a Hume, no expresan Ja trabazén necesaria que existe entre los fendémenos y las cosas en el mundo real, sino simples construc- ciones légicas. La sintetizacién cientifica se reduce a una sinteti- zacién empirica elemental, puesto que més allé de la experiencia no existe ninguna esencia. Sus criticos sefialan, sin embargo, que las abstracciones cientificas no se dan directamente en la obser- vacién, ni son una simple combinacién de datos empiricos.* Otra 13. Ver Ludovico Geymonat, «Metodologia neopositivista y materialismo dis- Kecticor, en L, Geymonat et alii, Ciencia y materialismo, trad. de Mariano List, Grijalbo, Barcelona, 1975, pp. 5-27. 14, Cf. I. S. Kon, Neopositivismo y materialismo bistérico, Ediciones Cultura Popular, México, 1976, pp. 27-28, EL CONOCIMIENTO CIENTfFICO 33 de las bases del neopositivismo es el vigoroso desarrollo de una nueva Iégica, a través de la obra de G. Frege, Bertrand Russell y muchos otros. Reflejando este doble fundamento empirista y Jégico, los miembros de esa escuela pretenden que el tinico refe- rente de las proposiciones de contenido existencial es la experiencia sensorial directa del sujeto (rechazo de la problemética ontolé- gica), y que el andlisis Idgico es capaz de demostrar tal referencia. Finalmente, ya mencionamos que el empirismo légico trata de vincularse al mismo movimiento de la ciencia contemporénea. En los comienzos del neopositivismo tenemos el llamado Circulo de Viena, que empezé a constituirse poco después de 1920, congregando a un grupo de pensadores, algunos de los cua- les muy influidos por las ideas expresadas en 1922 por Ludwig Wittgenstein en su Tractatus logico-philosophicus: Moritz Schlick, Otto Neurath, Rudolf Carnap, Hebert Feigl, Philip Frank, Kurt Gédel, Victor Kraft, Friedrich Waismann, etc. El manifiesto del grupo —un texto llamado Concepcién cientifica del mundo— es de 1929, Después del Circulo de Viena, se constituyeron otros grupos neopositivistas (no siempre con esta denominacién): en Berlin, ocupdndose de légica y ciencia empirica més que de filoso- ffa (Hans Reichenbach, Richard von Mises); en Varsovia, con énfasis en la filosofia del lenguaje y en la Iégica; en Inglaterra (A. J. Ayer, R. B. Braithwaite, Karl Popper); en diversas capi- tales nérdicas; finalmente, y con gran fuerza, en los Estados Unidos, que ya contaban con sélida tradicién empirista y behavio- tista (conductista) anterior, y hacia donde migraron después de 1930 algunos miembros del Circulo de Viena, entre ellos Carnap y Neurath. En Francia el neopositivismo no tuvo gran éxito, por lo menos al principio. Los positivistas ldgicos tenfan biar el rumbo de a filosofia, di 1 , expurgani Consideraban «metafisico». Crefan que la filosofia 4 nore llena de falsos problemas, de categorias ai a sin. oral 20 guardar ninguna referencia rigurosa con 1a $ itu tea, Ast tal Hlosofia deberla ser abandonada y sustimids POF la pretensién central de cam lo de su seno todo lo que 3.—Cannoso 34 LA INVESTIGACION HISTORICA otra que se ocupara tinicamente del andlisis de la sintaxis légica del lenguaje. La Iégica era vista como una légica de relaciones, que no afirma nada respecto del contenido de las proposiciones, sino que se interesa s6lo por mostrar la conexién existente entre los significados. De hecho, para Carnap o Schlick, por ejemplo, la filosoffa no es una disciplina: es una actividad que se desarrolla en el interior del trabajo cientffico, que trata de comprobar, con- trolando el rigor de los términos que emplea, el sentido de las proposiciones que enuncia. Con la finalidad de facilitar la exposicién, abordaremos suce- sivamente algunas de las teméticas y principios més frecuentados por el positivismo Iégico, aunque como ya se dijo no existe en esta corriente una coincidencia de opiniones, més all4 de unos principios muy generales. Hablemos ante todo de la unidad de las ciencias y del fisica- lismo. Los neopositivistas consideran que la contraposicién que hacfan los neokantianos entre las ciencias naturales y sociales constituye un «vestigio teolégico». La intuicién —que el neokan- tismo oponfa a la explicacién de las ciencias naturales y afirmaba ser el modo de conocer propio de las ciencias sociales— no puede basar ningiin conocimiento, y el método cientifico es uno solo. El procedimiento Iégico de la explicaci6n debe ser el mismo en todas las ciencias. El «fisicalismo» de Otto Neurath —abando- nado por otros positivistas légicos, como Hempel y Popper— es la idea de que los enunciados cientificos pueden y deben ser traducidos al lenguaje de la fisica moderna, que es la tinica forma légica posible para la ciencia. En Chicago, Neurath, Carnap y Charles Morris trabajaron en una «Enciclopedia Internacional de Ciencia Unificada». Las ciencias hablarfan el mismo lenguaje y podrian, asf, ser axiomatizadas en un sistema tinico. R. Carnap se esforzé por crear el lenguaje empirista de Ia ciencia, al que fueran traducibles todas las leyes y teorias cientificas; pero poste- riormente verificé que ciertos conceptos cientificos de importancia primordial no podfan ser introducidos en su lenguaje empirico a EL CONOCIMIENTO CIENT{FICO 35 través de definiciones explicitas ni de definiciones operaci En sus propias palabras; acionales ... actualmente los empiristas en general estén de acuerdo en que ciertos criterios propuestos anteriormente son demasia- do estrictos. Por ejemplo, la exigencia de que todos los térmi- nos teéricos deban ser definibles en base a los del lenguaje de la observacién, y que todas Jas proposiciones tedricas sean tradu- cibles al lenguaje de la observacién, Sabemos actualmente que estas exigencias son demasiado fuertes, pues las reglas que vincu- lan a ambos lenguajes ... s6lo pueden dar una interpretacién parcial del lenguaje teérico. En cuanto al convencionalismo, uno de sus precursores fue Henri Poincaré, quien, oponiéndose a la nocién kantiana de que ciertas leyes cientfficas son «verdades @ priori», afirmé que en algunos casos la ley cientifica juzgada verdadera refleja tinicamen- te la decisién implicita de los hombres de ciencia en el sentido de usar dicha ley como una convencién que especifica el signifi- cado de un concepto cientifico. Este autor no pretendia decir, sin embargo, que las leyes cientfficas sean sdlo convenciones: pueden también tener el cardcter de generalizaciones empiricas, y algunas tendrian las dos caracteristicas. David Hilbert fue igualmente uno de los iniciadores del convencionalismo. Expresé que los axiomas Y proposiciones originarias contenidos en Jas teorias cientificas son convenciones, a partir de las cuales el lenguaje légico const tuye el sistema deductivo de la ciencia. Sin embargo, "a sistema seméntico determinado, las consecuencias deducidas de no son ya convencionales. . Percy Bridgman, pretendiendo simplemente explictes bo crefa ser el método de trabajo de E. Mach, H. Poincaré, ort tein y ottos cientificos, planted 1a posicién conocida como pe “onalismo: la definicién, el concepto, sufse an d esultados de las operaciones ejecutadas; otras : concepts, Pp. 61-62. nalts Ck Gio F. §, Cardoso y Héctor Péret Bo 10* atcelona, Critica, 19778, capitulos IX y IX. histori 2, Le Pavillon, Patt métodos 4 Ia bistorié, 54 LA INVESTIGACION HISTORICA En el método marxista hallamos afirmada la complementarie. dad de estos dos momentos del trabajo cientifico: Cierto que el modo de exposicién debe distinguirse formal, mente del modo de investigacién. La investigacién tiene que apropiarse detalladamente el material, analizar sus diferentes formas de desarrollo y rastrear su vinculo interno. Sélo cuande se ha consumado ese trabajo se puede representar adecuada- mente el movimiento real, Es cierto, sin embargo, que el marxismo no ve a la sintesis de la misma manera que, por ejemplo, el positivismo Idgico. La operacién sintetizadora, para esta ultima corriente, no puede ser sino el resultado de una manipulacién elemental al nivel de los datos empfricos. Para el marxismo, el establecimiento de las dependencias empiricas entre los hechos observados es sélo un primer paso: desde ahi es naenester elevarse a nuevas abstraccio- nes cientificas que apuntan a percibir la esencia del proceso estu- diado, la cual no se da directamente en la observacién ni en una simple combinacién de los datos empiricos. Asf, por ejemplo, una sintesis estadfstica acerca de las fluctuaciones de precios y salarios no conduce per se a la ley del valor, ni a la nocién de plusvalia. El marxismo se apoya, aqui, en la idea de que la cien- cia seria superflua si lo esencial se diese inmediatamente al congenic at nel de los hechos directamente observables, de de una vain determinada dl monde de fiséetic, que, pat nas, basada en el rake contnatien y ee a en cierto nimero de Speer pais so eal 7 oa Y principios fundamentales, des- tinados a destacar lo esencial, lo necesario, y a descubrir la estruc- tura interna de un proceso,3 11, Karl Marx, Ef Capi . , Jona, 1976, libro primero, nT ae Stctistén, Grijalbo (OME 40), Barce 12. Cf. K, i (Epflogo a la segunda edi j6n). 1968, pp. 304, pgp FF Cavitat, tomo IL, trade de W. Rones, “oO esi, 13. Cf. E. v, Tlié i 3 . Bre, Mosas, 1977, pp. Sistgne™ iléctica, trad, de J, Bayona, Editorial Pro EL METODO CIENTiFico ‘ 55 Nos toca ahora hablar de las bipétesis cientifi dicho que el método cientifico busca earanisar la voce a de las proposiciones. Pero mencionamos también que no todas las afirmaciones: significativas tesultan verificables. Los enunciados pasibles de verificaci6n pueden ser: 1) proposiciones Singulares gue se refieren a un hecho 0 caso tinico (ejemplo: este pedazo de metal se dilata al calentarse); 2) proposic: iones particulares 9 exis- tenciales, relativas a una parte de los hechos o fenémenos de cierta categoria (ejemplo: algunos pedazos de metal se dilatan al calentarse); 3) proposiciones universales, que agotan a la tota- lidad de los hechos o fenémenos que integran una categoria deter- minada (ejemplo: todos los pedazos de metal se dilatan al calen- tarse). Las proposiciones singulares, e incluso a veces las particulares, con frecuencia pueden ser verificadas en forma inme- diata, con ayuda de la observacién y eventualmente de instru- mentos de medida, dpticos, etc. Decimos que una proposicién es una hipétesis cientifica cuando, ademés de ser verificable, posee un grado suficiente de generalidad. En otras palabras, la:hipégesis puede ser definida como una Proposiciéd ssenetah (universal o particular) que sélo puede ser verificada de manera indirecta, a ttavés del examen de algunas de sus consecuencias.* Existen diversos tipos de hipétesis. Algunas tienen un cardcter descriptive y de sistematizacién, y se refieren a un némero restringido de hechos, partiendo de la generalizacién directa de los hechos obser- vados, sin intentar alcanzar las causas de su correlacién: en este caso, la verificacién se hace analizando otros hechos capaces de Probar o rechazar la hipétesis planteada. Las hipétesis explicate Yas, mas complejas, requieren una verificaci6n més tame . cue pueden comprobarse mejor son aquellas que resultan de ‘aVestigacién experimental. 0 * hipétesis ya suficientemente comprobada ae 7 cami. fundamental pata la construccién teédrica, aunque es re ley, a la 20 que conduce de la simple hipétesis al principio, 4 se q rias suscitan “orfa. Las hipétesis que entran a formar parte de teo 14. Bunge, La ciencia..., pp. 45-46. 56 LA INVESTIGACION HISTORICA a su vez nuevas hipétesis. La manera mis cortiente de caracterj. zat a una teoria cientifica es la siguiente: Una teorfa cientifica se compone de dos partes. La primera parte es un cdlculo légico abstracto. Ademés del vocabulario de la légica, dicho cdlculo incluye los simbolos primitivos de lg teorfa, cuya estructura Iégica es establecida por el enunciado de axiomas 0 postulados.... En muchas teorfas, los simbolos Ptimitivos son concebidos como términos tedricos, por ejem- plo ont a T examen critico suficiente de las suposiciones, etc.).* Las hipétesis son invencionéss son creadas para dar cuenta de un conjunto de hechos, pero no derivan directamente de una pura manipulacién spectos: Raymond Boudon, A quoi sert la notion ciate: seer ora, Pal, 1968; Robert Mandrou, «Matemiticas ¢ historia», de ssiructuren?, aa Féctor Pérez B., eds., Historia econdmica ¥ ‘cuantificacion, en Ciro F ; Secretaria de. i or México, 1976, pp. 142-156. renin de Basin BAO Cristie investigation, Norton & Co., Nueva York, 1957. 64 LA INVESTIGACION HISTORICA de tales hechos. La invencién sigue ciertas normas y ciertos meca. nismos mentales (muy poco conocidos, por cierto), pero a veces ni el mismo investigador sabria explicar con exactitud cémo hizo para plantear una hipétesis dada. La experiencia muestra que muchos caminos pueden conducir a la hipétesis. Esta es en general el punto de Ilegada de corrientes analégicas o inductivas de inferencias (y a su vez debe transfor- marse en punto de partida de corrientes deductivas, conduciendo finalmente, en las ciencias factuales, a elementos que puedan ser sometidos a la prueba de los hechos, a través de Ja observacién o de Ja experiencia). Una hipétesis resulta de una cadena induc- tiva cuando es una generalizacién sugerida por la observacién de un ntimero determinado de casos particulares. Puede resultar tam- bién de un razonamiento analdgico (analogia matemética; analo- gia sensorial: asi, la hipdtesis ondulatoria de la luz le fue sugerida a Huyghens por el movimiento de Jas olas maritimas). Considera- ciones filosdficas pueden servir de base. La creencia de que la realidad se polariza en oposiciones binarias complementarias, 0 que es dialéctica y contradictoria, y muchas otras concepciones filosdficas y hasta teolégicas, pudieron sugerir hipdtesis cientifi- cas. Si Ja verificacién puede ser hecha seguin las reglas del método cientifico, no importa qué fue lo que en primer término sugirié las hipétesis. En efecto, algunas de ellas, aunque vinculadas 4 origenes filosdficos de lo més objetables, resultaron extremadamen- te fructiferas:* coun hemos hablado de la desconfianza que mostraron al prin- cipio algunos materialistas dialécticos respecto de la nueva me todologia y de las teorfas por ella sugeridas, como la de la rele tividad y la de la mecdnica cudntica. Pero no es ésta la primera vez que, en la historia de Ia ciencia, se alcanza un resultado fundamental precisamente partiendo de concepciones filosdficas muy ambiguas. Basta con pensar, por ejemplo, en la ley de Ie gravitacién, sugerida a Newton por el platonismo de sus maes- tros, o en el principio de la minima accién, que Maupertuis 25. L. Geymonat ef alii, op. cit., pp. 17-18. EL METODO CIENT{FICO 65 creyé poder encuadrar en una concepcién teoldégica del universo (lo cual habia de convertirle en blanco de la corrosiva ironfa de Voltaire). Siempre que han acaecido hechos de tal género los nuevos resultados han recibido una primera acogida muy cauta y desconfiada; desconfianza que posteriormente desapare- cia al caer en la cuenta de que la relacién entre los resultados en cuestién y las concepciones filoséficas que los habfan suge- rido era algo totalmente extrinseco, o incluso accidental. Volviendo a los pasos del método cientifico, una vez plantea- das las hipétesis —que como ya vimos son proposiciones gene- rales—, es preciso deducir sus consecuencias particulares compro- bables. Algunas de ellas pueden haber sido ya comprobadas en el campo cientffico de que se trata, o en campos préximos. Otras, tomardn la forma de predicciones que, partiendo del modelo ted- tico y envolviendo datos empiricos, se someterén a la prueba segtin las técnicas de verificacién existentes (u otras nuevas que se propongan). EI paso siguiente es la prueba de las hipdtesis. Ante todo el investigador tiene que planear cémo someterd las predicciones hechas a partir de las hipétesis a verificaciones mediante expe- timentos, observaciones, mediciones, etc. En seguida realizard las operaciones programadas, recolectando en esta fase una serie de datos empiricos. que serén criticados, evaluados, clasificados, ana- lizados, procesados y finalmente interpretados a la luz del modelo tedrico planteado anteriormente. Por fin, es pteciso proceder a la introduccién de las conclusio- nes obtenidas en la teorta. El investigador tratard de comparar los resultados de Ja prueba con las consecuencias que habfa deducido de sus hipétesis, considerando entonces si éstas resultaron confir- madas 0 refutadas (en su totalidad 0 en parte). Si cabe, se hardn las correcciones pertinentes en el modelo tedrico, incluyendo la correccién o sustitucién de las hipétesis, y se reemprenderé el Proceso de prediccién de consecuencias y vetificacién, luego de identificar posibles errores y lagunas en el mismo modelo y en los rocedimientos de contrastacién. Si por el contrario quedaron mprobadas las hipétesis, es preciso ver qué consecuencias ello 5, — Canposo 66 LA INVESTIGACION HISTORICA trae para el cuerpo del saber: cambios tedricos, extensién even- tual de las conclusiones de la investigacién a temas o campos con- tiguos, etc, _ . os Se puede notar que, a lo largo del proceso de investigacién, se cumplen tanto modelos inductivos de inferencia (en el Proceso que conduce a la delimitacién del problema y a las hipstesis, en el proceso de verificacién empirica por la observacién o el expe- timento) cuanto deductivos (construccién del modelo tedrico, de- duccién de consecuencias particulares, elaboracién de la sintesis conclusiva). Como se admite el predominio, en el conjunto, de la deducéién y la importancia de las hipdtesis en el proceso cientifi- co, se habla entonces de «método hipotético-deductivo».

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