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Minería y saqueo, cuerpos arrasados

AdmniVirginia
http://virginiabolten.com.ar

Sobre la explotación añadida en la minería por el hecho de ser


mujer

La realidad que viven los pueblos afectados por los megaproyectos mineros es cruel, sin
embargo no desconocida. Los sitios llamados “zonas de sacrificio ambiental” —término
utilizado por primera vez durante la Guerra Fría para referirse a las áreas contaminadas
por proyectos mineros— siguen multiplicándose y modernizándose.

En Latinoamérica, esos proyectos son abundantes y no respetan siquiera las reglas


mínimas impuestas que prohíben este tipo de explotación en áreas que deberían ser
protegidas. El sacrificio se extiende también hacia los cuerpos de quienes viven en estas
regiones, a destacar los cuerpos de las mujeres que ven sus existencias destruidas por
el rediseño del espacio geográfico impuesto por la instalación de la industria minera.

Las migraciones, sobre todo de varones, a estas zonas y el desplazamiento forzado de


las comunidades que antes habitaban allí, tienen como consecuencia un aumento de la
prostitución.

Es en este contexto que ocurre la prostitución infantil, la trata y la violación —


especialmente a las mujeres indígenas—. A nivel socio-económico, las mujeres son una
población vulnerable no solo por la estructura del sistema patriarcal sino también por la
validación y reproducción de estas lógicas por la sociedad.

La violencia sufrida en los territorios es la misma sufrida por los cuerpos feminizados,
los cuales son vistos como objetos utilizables para suplir las necesidades masculinas
hegemónicas, y ser desechables. La masculinización de los espacios es una modificación
simbólica que tiene como consecuencias prácticas de violación, sometimiento y
deshumanización de estos cuerpos El soterramiento del lugar de existencia y
supervivencia de estas poblaciones obliga a la adaptación.

Con sus fuentes de ingreso desplazadas por la instalación de proyectos mineros, los
empleos que son brindados mayoritariamente a los varones refuerzan la lógica del
macho proveedor, lo que retira la autonomía y modifica el lugar de las mujeres en la
comunidad. Este lugar de poder otorgado a los varones genera no solo la división y
fragmentación de comunidad, trae también como consecuencia un aumento de la
violencia intrafamiliar, ya que las mujeres no tienen como subsistir.

La masculinización de los territorios es estratégica y funcional al saqueo promovido por


las corporaciones, en convergencia con los Estados, que utilizan el ordenamiento
territorial como herramienta política y técnica para imponer la ocupación y sostener el
modelo de acumulación que responde a las necesidades e intereses del modelo de
desarrollo hegemónico.

Teniendo en cuenta que las mujeres son las que, históricamente, defienden los territorios
con sus cuerpos y desarrollan practicas completamente incompatibles con el modelo de
saqueo —sostenidas por ética del cuidado y reproducción de la vida—, ellas son vistas
como obstáculos a la implementación de los megaproyectos. Son una amenaza al
sistema que, colocando a los varones en el lugar de poder, utiliza las lógicas de
dominación patriarcal para destruir las resistencias emergentes.

El futuro de tierra arrasada, que se dibuja en el horizonte llevado a cabo por las prácticas
patriarcales, evidencia que la defensa del territorio debe caminar al lado del
empoderamiento de las mujeres y la reproducción de una lógica feminista que pueda
recomponer los vínculos necesarios para garantizar el sostenimiento de la vida.

Solo así será posible frenar el avance del capital sobre la vida de todos y todas. Lo que
preguntamos desde Virginia Bolten es: ¿Es posible avanzar sobre los territorios se
logramos romper con el patriarcado?.

Foto: redlatinoamericanademujeres

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