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2 TRADICIONES SALMANTINAS

El Lunes de Aguas

Los origenes de esta tradición festiva pertenecen a una historia de privación


y desenfreno al mismo tiempo, de obediencia piadosa y derroche lujurioso.
Una fiesta pagana cuyas raices debemos encontrar en el siglo XVI, y que
hoy en día se presenta convertida en una fiesta única y exclusiva de
Salamanca, y que le sirve de tarjeta de visita.

El 12 de noviembre de 1543, hace su entrada solemne en la ciudad de


Salamanca un jovencísmio Felipe II, de dieciséis años de edad, en medio de
una gran expectación popular. El joven príncipe va a desposarse en la ciudad
del Tormes con la princesa María de Portugal. En los días sucesivos, en que
tienen lugar los actosde celebración de los esponsales, Felipe tiene tiempo
más que suficiente para contemplar con asombro el verdadero rostro de
Salamanca. Él aunque joven, es una persona severa y grave, que demuestra ya
su carácter sobrio, religioso y poco dado a losplaceres vanales.
Las bodas tuvieron lugar en las casas del licenciado Lugo, frente a Santo
Tomé (en la actual Plaza de Los Bandos), y las velaciones al amanecer el 14.
Hasta el día 19, en que marcharon los recién casados hacia Valladolid, se
sucedieron en Salamanca saraos, festejos, corridas de toros, juegos de
cañas, justas y torneos entre los dos bandos tradicionales de la ciudad,
juergas, bailes y otras chanzas, de manera ininterrumpida.

Felipe queda asombrado de como esta sobria y señorial capital de la Meseta


funde en su seno el templo del saber, la luminaria del cristianismo europeo,
el dogma y la palabra, y al mismo tiempo, y sin conflicto, el culmen de la
bacanal, el ocio y la diversión sin límites ni miramientos. Y es que Salamanca
en aquellos años encierra en su seno a más de ocho mil estudiantes (sirva
como dato esclarecedor que Madrid tenía once mil habitantes en el primer
tercio de siglo XVI), entre los cuales hay becados, sopistas, señoritos de
postín; y mueven a su alrededor un complejo mundo humano plagado de
criados, mozos de cuadra, taberneros, prostitutas para todos los bolsillosy
dones, curas corruptos, catedráticos rectos y catedráticos visionarios y
ocultistas, rameras con más bachillerías que los propios estudiantes,
lavanderas, amas de llaves, buhonerosy feriantes.

De tal modo que Salamanca es la primera de las universidades "destos


reynos", la más rancia y antigua, y al mismo tiempo es el mayor burdel de
Europa, la Sodoma y Gomorra Occidental. Una de las tres lumbreras del
mundo, y uno de los tres putiferios del orbe conocido.
En Salamanca, a la par que Escuelas Mayores y Menores, patios de lectura, y
bibliotecas, coexisten tabernas insanas y lujuriosas, casas de
amancebamiento de toda índole, y toda suerte de atentados contra el sexto
y todos los demás mandamientos inventados y por inventar.
Pícaros, incluseros, "Lazarillos" avispados, ciegos resabiados, alcahuetasy
"Celestinas" poblaban los arrabales de Salamanca, que se convierte en
fuente de este tipo de géneros literarios.

Felipe II dentro de su rectitud cuasi monacal queda perplejo con tamaño


espectáculo y lo primero hace es promulgar un edicto en el cual ordena que
durante los dias de Cuaresma y Pasión la prohibición de comer carne se haga
extensible en todos los sentidos, y para evitar conductas que conlleven
pecado carnal, obliga a que las mujeres "de vida alegre" sean expulsadas de
la ciudad, y conducidas extramuros durante el citado periodo cuaresmal,
poniendo además como condición que ninguna sea osada de acercarse a menos
de una legua de los límites de la ciudad so pena de sufrir gran castigo.

Dicho y hecho, a partir de este edicto, las prostitutas de Salamanca


abandonaban la ciudad antes de comenzar la Cuaresma y el tiempo de
abstinencia, y desaparecían de ella de manera temporal, recogiéndose en
algún lugar al otro lado de rio Tormes.

Pasada la Semana Santa y con ella el periodo establecido, las rameras


regresaban a Salamanca el lunes siguiente al Lunes de Pascua, para lo cual los
estudiantes organizaban una grandísima fiesta, las calles de Salamanca se
trocaban en torrentes de vino tinto, y salían a recibirlas a la ribera del
Tormes con gran júbilo, estrépito y alboroto. Ellos mismos se encargaban de
cruzarlas en barca de una orilla a otra del rio, y en medio de una gran
algarabía llegaba el descontrol, el éxtasis etílico, el desenfreno y la
carnalidad, acometiendo allí mismo lo que sus instintos reprimidos durante un
mes y medio les pedían en ese momento. La gran orgía estudiantil a orillas
del rio, culminaba siempre con un gran remojón colectivo, con los asistentes
al evento - rameras y estudiantes- completamente ebrios.

De conducir a las meretrices y pupilas tanto a su exilio temporal, como a su


aclamado regreso se encargaba un pintoresco personaje. Un sacerdote
picarón llamado Padre Lucas, y que por degeneración del término, era
conocido por los estudiantes por el nombre de Padre Putas. El cual se
encargaba de concertar el momento del advenimiento carnal de estudiantes
y doctoras de la cátedra del placer.

Fiestas como esta y con muy semejante cariz hubo muchas en la historia de
Salamanca, como la fiesta del Obispillo en la que un estudiante vestido de
mamarracho representaba la figura de un obispo, y era llevado entronizado,
en procesión por las calles de Salamanca, escoltado por toda una cohorte de
estudiantes vestidos de fraile completamente borrachos. Una muchedumbre
estudiantil embriagada bailaba, cantaba y saltaba tras él al paso que
marcaba la procesión burlesca, que ridiculizaba al clero y a la iglesia.
Llegados a uno de los recintos académicos (normalmente el Patio de Escuelas
Menores), coronaban al mamarracho ebrio, y declamaban una ceremonia
enteramente en latín, con un discurso lleno de obscenidades en dicha lengua,
ante la enfervorizada masa de estudiantes. El vino y lo carnal corrían a
raudales ese día, y los clérigos trataban de ocultarse en sus casas, en una
juerga que duraba desde por la mañana hasta el día siguiente.
Esta fiesta fue prohibida por indicación del Santo Oficio, que no admitía
tanta permisividad. Y al igual que ésta, muchas otras de similares rasgos.
La fiesta del Lunes de Aguas debió de ser igualmente prohibida, pero sin
embargo, ha permanecido en el calendario festivo salmantino con otras
connotaciones no tan desenfadadas. La memoria colectiva del pueblo ha ido
conservando tal fecha, como un poso o un remanente de aquella en que
afloraba el fervor pagano.
En la actualidad, el Lunes de Aguas se celebra en familia o en compañía de
las amistades, que se reunen para ir a merendar al campo o pasar una
jornada campestre, con un clima de ociosidad, esparcimiento y diversión. Y
que hasta hace no mucho, servía también como desahogo de los estrictos
ritos de la Semana Santa, época de recogimiento y hastío.
A pesar de ser una fiesta que emana del cosmopolitismo salmantino, se
celebra hoy en dia en toda la provincia sin excepción.
Es costumbre durante ese día degustar el hornazo, una empanada hecha a
base de chorizo, lomo, etc, y en ocasiones también huevo duro. Alimento que
amasan, y cuecen en las tahonas las mujeres en los días precedentes a tal
fecha, sobre todo en el medio rural, aunque también se ha industrializado su
elaboración en cierta medida, y es posible adquirirlo en cualquier
establecimiento dedicado a la pasteleria.

...Y de límite el cielo

El 31 de Octubre de 1755, las entrañas de la tierra bramaron a escasos


kilómetros de las costas de Lisboa. El terremoto pasó a formar parte de esa
espantosa lista de los más devastadores de la historia. Aunque en aquella
época, la sismología contaba bien poco, podemos imaginar un desatre similar
al del famoso terremoto de San Francisco, en el pasado siglo. Según las
crónicas de la época, Lisboa quedó totalmente arrasada.

El temblor de tierra se propagó a cientos de kilométros de allí y en la capital


salmantina, a la misma hora en que Lisboa se llenaba de escombros, la
población se refugiaba en la catedral presa del pánico, mientras sentía los
tañidos de las campanas sonando sin intervención humana, y el suelo
tambaleándose bajo sus pies.

Uno de los efectos de aquel movimiento de tierra fue la inclinación de la


torre de la Catedral Nueva, que actualmente tiene, efectivamente, una ligera
inclinación sobre el plano, imperceptible a simple vista, pero que no quita
para que haya sido apuntalada interiormente en varias ocasiones.

El Cabildo catedralicio de Salamanca en aquel momento, dio origen a lo que


más tarde se convertiría en una tradición, cuando estableció que todas las
vísperas del dia Todos los Santos (tal dia como el del desafortunado suceso),
subiese alguien para tocar las campanas, incluso la más alta y externa de la
torre (la denominada "del Reloj" que se encuentra en el Cupulín, que solo es
accesible desde fuera de la cúpula de la torre), como acción de gracias al
Señor por evitar mayores catástrofes y rogar porque no sucediese
nuevamente. Al mismo tiempo, el encargado de cumplir con tal misión, debia
trepar al pináculo con el fin de medir la angulación de la torre de año en año.
Dentro de la catedral tenía su vivienda una familia encargada de llevar a
cabo los distintos toques de campanas, y fueron ellos los encomendados para
cumplir con el edicto del Cabildo catedralicio. En Salamanca eran
sobradamente conocidos. El apodo de la familia: Los Mariquelos.

En 1976, Fabián, el último descendiente de la familia de los Mariquelos


cumplió por última vez con una tradicón centenaria.
Después de aquello, se dio por perdido aquel rito.

Sin embargo, Angel Rufino de Haro, rescata nueve años después aquel
cometido y el 31 de Octubre de 1985, asciende a lo más alto de la torre de
la Catedral Nueva de Salamanca, toca la campana del Reloj, trepa hasta la
Veleta, en lo alto del pináculo con el tamboril al hombro y agarrado por
medio de las piernas a la bola que sustenta el punto más alto de la Catedral,
más allá del cual se extiende el cielo, toca la gaita y el tamboril durante un
cuarto de hora a ritmo de charrada.

Angel Rufino de Haro acaba de rebautizarse en ese momento como "El


Mariquelo", el depositario de la antorcha que obliga a cumplir con esa
tradición.

Año tras año, el Mariquelo realiza la ascensión a la Torre y Veleta de la


Catedral, vestido con el traje tradicional y portando sus instrumentos de
trabajo, la gaita y el tamboril. Una subida que pone los pelos de punta, al
contemplarle encaramado al exterior de la cúpula, al ver algún que otro
resbalón mientras asciende, o al oirle tocar desde las alturas.
El Mariquelo, el hombre, no el mito, es decir Angel Rufino de Haro nació el 1
de Septiembre de 1963.

En 1972, se matriculó en la Escuela de Tamborileros de Salamanca y desde


entonces su carrera ha sido fulgurante.

Desde ocupar un hueco en el Guiness de los Records, a un pasacalles por la


5ª Avenida neoyorquina al son de la gaita y el tamboril.
Premios, galardones e intervenciones radiofónicas por doquier, con los que
pasea el nombre de Salamanca por todo el mundo. Con la arrogancia, el porte
y la elegancia de los charros antiguos.

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