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escuela de sabiduría popular

En el excuartel Viriato ocupado


Tertulia con Agustín García Calvo sobre verdad y Realidad
Analogía entre lenguaje y yo
30-4-'97

A ver entonces, si me decís qué cuestiones han quedado sueltas de una manera
especialmente tentadora en el tratamiento de las cuestiones de los últimos días; porque
además, como recordáis, os dije que tal vez habría que decidir hoy si interrumpíamos
aquí esta tertulia y tratábamos de inventarnos otra cosa o si, por el contrario, os parece
que debíamos seguir tratando estas cuestiones.
No es, por cierto, este, un tema simplemente unitario, está desparramado por muchas
partes pero, en general, ha circulado entre esos dos polos: el polo en el que se plantean
las cuestiones del más allá, en el sentido de la incompatibilidad entre Todo y sin fin, y
este otro polo en que estoy yo, yo que también estoy fuera de la Realidad en la medida
en que hablo de ella, y que por tanto, pues, como todas estas cosas que están fuera de la
Realidad, ni existo, ni muero, ni tonterías por el estilo a las que se dedican las cosas de
la Realidad y las personas de la Realidad.
Esto yo creo que ha sido una hebra de unión a lo largo de toda la tertulia. Es sobre esas
cuestiones, y especialmente sobre las últimas aparecidas, sobre las que os pido ahora
vuestro parecer, si pensáis que se puede o debe aquí, no cerrar, cierre esto no tiene, sino
sencillamente cortar; o si, por el contrario, pensáis que debemos seguir. Pues... a ver,
qué ha quedado especialmente suelto por ahí, o algo que alguno de vosotros le hayáis
dado más vueltas. ¿No?

Voz 1ª: El otro día matabas sentimentalmente la utopía; me gustaría oírte hablar algo
más sobre la utopía, precisando algo más el término y su utilidad y su sentido en la vida.

A: Sí, si me acuerdo bien, la sacaba en realidad despectivamente, en un sentido muy


preciso, que era el recomendarme a mí mismo y a vosotros que no confundiéramos
nunca la separación entre maneras de Realidad, las que os he llamado fantásticas y las
no fantásticas, con la verdadera separación, que es entre la Realidad y lo que de verdad
hay más allá de la Realidad. El caso de las utopías, pues, tiene este delito de una manera
especial. Yo creo que de esta actitud despectiva para con las utopías, creo que el otro día
ya hacía la salvedad de que a veces se llama utopías a cosas que son más propiamente
caricaturas de la Realidad y que en ese sentido pueden ser un instrumento útil, y creo
que os recordaba el caso de 'El mundo feliz', como han traducido, de Aldous Huxley, y
el 'Erevhon' de Butler, y hasta 'Los viajes de Gulliver' de Swift, que efectivamente sólo
aparentemente son imaginerías positivas de otros mundos, porque está muy a la mano
sentir que no son más que eso, caricaturas de la Realidad. Pero otras veces (yo creo que
en este otro sentido, ha confundido muchas veces, entre gente, jóvenes, especialmente
descontentos de estos decenios, que ha usado la palabra); otras veces se entiende 'utopía'
como algo semejante a un ideal de otras formas de mundo, de una manera positiva. Esto
es lo que me hacía prevenir el uso de tales cosas como sustituyendo al sentimiento, que

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aquí hemos tratado de mantener y hacer hablar, sentimiento de la separación entre mí y
Mi Persona, entre la Realidad y todo lo que hay; con otras palabras, entre verdad y
Realidad. Porque estamos llenos por todas partes de Realidades fantásticas, fabulosas,
ficticias, y estas Realidades, y como yo creo que más de una vez hemos hecho notar, no
se distinguen a nuestro propósito en nada esencial de las Realidades Realísimas o
pretendidamente palpables que se les contraponen. Apenas hace falta decir que estamos
muy lejos de pensar que estas otras Realidades de los despiertos frente a los soñantes
distan mucho de ser nada palpables ni visibles, son Ideales como las otras, necesitan
Ideas para constituir las cosas. Las ideas, como sabéis, son de la misma materia que los
sueños y así las cosas, son, según la expresión de Shakespeare, de la materia de los
sueños; de la materia de los sueños.
¿Hemos recordado....? Sí, hemos recordado el otro día la discusión entre dos niños, uno
mayorcito que le informaba al otro y le decía: "los Reyes Magos no existen", y el otro
replicaba: "Bueno, pero los padres tampoco". Le decía exactamente lo que ahora os
estoy diciendo, si se le entiende bien, negándose en ese momento, un poco desesperado,
a respetar la separación; los Reyes Magos, la realidad de los Reyes Magos o existencia,
como se quiera, es lo mismo, usando ese existencia y Realidad como equivalentes, y la
existencia o Realidad de los Padres que necesitan, desde luego, tanto como los Reyes
Magos para poder existir, de las Ideas, convenciones, suposiciones de identidad, de
colocaciones y demás. Bueno, los mundos ideales, las utopías, quedan de esta manera
condenadas a ser Reales desde el momento que se presentan como positivas, como solo
puede ser así; esto se ve desde luego de la manera más declarada cuando las utopías,
como suele suceder, van tomando el cariz de futuras, como cosas hacia las que la
Humanidad o la Sociedad podría tender. Pero como bien sabemos que la Realidad no es
sino Futura, que toda la Realidad está constituida sobre la condición de nuestra muerte
siempre Futura y sobre eso se establece la Realidad entera, pues entonces, claro, cuando
cualquier ensoñación, cualquier utopía, cualquier ideal se declara como algo
perseguible, a lo que se puede vender u optar, pues se está cayendo derechamente en las
redes de la Realidad, ya no puede hacer nada, ya no puede hacer nada contra la Realidad
porque está dentro. Apenas hace falta que os diga que hacer algo contra la Realidad solo
puede lo que está fuera de la Realidad, lo que está dentro no puede hacer sino
defenderla, reconstituirla, ratificar la fe en ella; cosa que pasando ya a otro asunto nos
pasa a cada uno de nosotros en cuanto Entes Reales; en cuanto Entes Reales, es decir,
existiendo, gozando de existencia (si a eso se le puede llamar gozar, porque ya sabéis
que existencia no tiene nada que ver con vida o nada de eso), gozando de existencia,
siendo Reales, desde luego es inútil pretender que podamos hacer algo contra la
Realidad; en cuanto tales, no podemos hacer más que ratificarla, aumentarla con nuestra
propia fe, una fe que podamos esparcir entre los que nos rodean, alimentarla con las
disputas entre Realidad y Subrealidad y la Realidad del otro, siendo los tres Entes
Reales, y en fin, sostenerla.
De manera que si yo respiro, a lo largo de esta tertulia se nos ha dado esta evidencia de
que lo que existe no es todo lo que hay, como ellos pretenden, si no que hay más; hay
más y esto de haber más, de quedar fuera de la condición, quiere decir que puede actuar
contra la Realidad, por donde ha ido la perdición de lo sin fin, la evidencia. Puede

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actuar contra ello el lenguaje en la medida en que es el lenguaje negativo, el lenguaje
que está hablando y que por tanto, como habla de la Realidad tiene que estar fuera de la
Realidad, y puedo hacer algo contra ello yo, puedo hacer algo contra ello yo, por
supuesto, en cuanto no Real, en cuanto siendo yo, es decir, no siendo nadie Real, nadie
determinado; esos pueden actuar.
Se me estaba ocurriendo, al hablar, una especie de paralelo entre la ambigüedad del
lenguaje con respecto a la Realidad y la ambigüedad de mí mismo como Persona. Es un
paralelo que conviene fijar porque como recordáis bien, el lenguaje, que es la razón
común, en cierto modo si no se puede decir 'fabrica', se puede decir 'constituye' la
Realidad, puesto que cosas sin nombre de la cosa, y por lo tanto sin saberse que es cada
cosa, no puede haber, de forma que el lenguaje es esa mitad, digamos, responsable de
las cosas, las constituye, y por tanto es el que, evidentemente, da su Idea, el que
determina qué es 'alhelí' y qué es 'clavel' y qué es 'río' y que es 'torrente', y cualquier otra
cosa de la Realidad; de manera que construye, constituye. Y lo hace, como seguramente
alguno de vosotros recordáis, precisamente por esa parte suya más superficial por
cercana a conciencia, que es el vocabulario, el vocabulario semántico, el vocabulario de
las palabras que tienen significado; no todas las demás que son más o menos públicas.
Una parte, por cierto, idiomática, porque supongo que ya se dijo en su día, que mientras
la razón común, el lenguaje común, tiene muchas de las partes que encontramos en cada
una de las lenguas de Babel, tienen en común la negación, el 'que' y los otros elementos,
los elementos como 'yo' o como 'ese', algo de los cuantificadores, y tiene en común,
desde luego, esa costumbre de convertir en entes abstractos todos ellos, cualquiera; en
cambio no hay nada de verdad común en cuanto a vocabulario entre las lenguas de
Babel, es inútil intentar equivalencias semánticas en los diccionarios de cada lengua.
Que por otra parte lo tiene relativamente, porque como es la parte infinita y el
vocabulario siempre está abierto y siempre están entrando y saliendo palabras con
significado, ahí forma parte relativamente del aparato de la lengua particular, pero en
todo caso es particular, es semántico.
La lengua en general, volvemos a decir, tiene que tener esa parte del aparato.
(Dibujando en la pizarra)
Ya recordáis cómo lo dibujo siempre, de una manera muy arbitraria, como una pirámide
pentagonal donde en la base están los fonemas, aquí está el verbo, aquí está la negación,
los interrogativos, aquí están los cuantificadores, aquí están los mostrativos
impersonales o los personales, aquí están índices sintácticos, y aquí está el vocabulario
semántico, en la cara abierta, o perdida.

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De manera que hemos de reconocer, si se admite el convenio de utilizar para el aparato
una representación como esta, que en el lenguaje general se tiene que cumplir también
esa cara, parece constitutiva de significación, parece constituyente del aparato de la
lengua en general la significación, solo que como entre las lenguas no hay equivalencia
en el vocabulario, esa cara en el lenguaje general está vacía, sólo se llena en el de cada
una. Por lo cual, otro día decíamos que la Realidad, después de todo, es (como se diría
con una pedantería al uso) etnodependiente, depende de cada tribu, del lenguaje que
cada tribu use. Pero aun así, el caso es que en general, por un lado, el lenguaje
constituye la Realidad por medio del establecimiento de Ideas, es decir el vocabulario,
por otro lado como el lenguaje luego vuelve siempre a estar fuera, porque puede hablar
de lo que ha hecho, en ese sentido ya está también deshaciendo, desorganizando,
poniendo en tela de juicio, llevando a la duda a cada momento. Esas son las dos
actividades en sentido contrario, apenas queda establecida la noción de 'hortaliza' o la de
'Estado Democrático', o la de 'Universo mundo' o cualquier otra Idea, inmediatamente,
al hablar de ella en el momento siguiente, se quiera o no se la está ya poniendo en
cuestión, como se dice, poniendo en tela de juicio, sembrando en ella las dudas; cosa
que, claro, se hace muy fácilmente porque como las palabras nunca están cerradas, ni
bien hechas del todo, ni disfrutan de un modo determinado, pues cada vez que entran en
juego las Ideas, las palabras con significado sufren error, como se diría de una manera
muy materialista, sufren error, y eso quiere decir que entran en juicio completo, en
desorganización.
Lo que quería presentaros aquí es el paralelo: a mí me pasa lo mismo; a mí me pasa lo
mismo, es decir, que por un lado continuamente tengo que constituirme como persona,
dotarme de una identidad, ser el que soy, hacerme conocer por la familia y los amigos y
luego, si es posible, también hacerme un hombre, como se dice, adoptando y soportando
la Personalidad en círculos más o menos amplios. Es constitutivo de mi Realidad,
aseguramiento de mi existencia; cosa que nunca se consigue del todo, la consecución de
ese Ideal es la muerte siempre Futura que le presentan a uno cuando se asoma a este
mundo: es decir, la consecución, la anulación. Aunque por supuesto el éxito de esto a

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uno se le oculta; uno es la aspiración a su personalidad o existencia como si no fuera
una aspiración a la meta de la muerte.
Bueno, pues esto, el futuro deseado, enseguida se ve que consiste en eso. De hecho no
se consigue nunca, porque todo el mundo puede decir de uno que está vivo y hasta
puede decirse que algunos de los muertos también estén algo vivos, porque por eso
acudimos aquí de vez en cuando a ellos, hemos recitado muchos de sus versos y tal; así
que, de hecho, a lo mejor ni siquiera con la muerte se consigue del todo la realización
del Ideal de uno mismo; a lo mejor ni siquiera con la muerte. En todo caso yo puedo
seguir diciendo que esté vivo, si no, no sé lo que está, y es gracias a eso como puedo
estar intentando decir la verdad porque, claro, en cuanto a Ente Real no puedo decir más
que las mentiras que nos hacen falta para asegurar nuestra personalidad o existencia;
gracias a que uno no está hecho es como de vez en cuando podemos, con la locución
que tantas veces hemos usado, respirar por la herida; cosa que dice el pueblo, respirar
por la herida. ¿El que respira por la herida, quién es? pues soy yo, yo; y lo hago,
naturalmente, en contra de mi Persona.
De manera que el paralelo entre las dos funciones contradictorias del lenguaje yo creo
que está un poquito más clara, de hecho lo uno va con lo otro. Es una guerra, es una
guerra entre los dos yos; es una guerra del lenguaje contra la Realidad, que es de su
propia creación en cuanto a definición, y es una guerra de mí contra mi Persona; está
concebida precisamente por una especie de sumisión, utilización de ambos yos a esa
finalidad Real, a esa meta Real; esa es la guerra. En general esta guerra es la que nos ha
servido aquí más de una vez, la estamos utilizando a veces, pues eso, versos o palabras
de esos pocos muertos vivos.
Ahora voy a terminar recordándoos aquella fabricación que hice a costa de tres versos
de don Antonio Machado. Que me habían hecho recordar esos tres versos, que como
fragmento o así como final: “o que yo pueda asesinar un día / en mi alma, al despertar,
esa persona / que me hizo el mundo mientras yo dormía”. Creo que también se dijo a
propósito de la utilización que hacíamos del sueño para entender esto de la Realidad,
sobre la Realidad, sobre ese despertar de la Realidad, pero que revela bien esa guerra,
¿no? Es por lo que, a costa de aquel sueño que os contaba, venía a deducirse que tenía
que ser el último terceto de un soneto. La guerra se desarrollaba de aquella manera, es
decir:
¡Ah, ya no puedo más!: cuando esto digo
cansado de la guerra que en mi pecho
muevo contra mí mismo, doy por hecho
que soy yo el que no puede y el que sigo.
Pero ¡acabe el papel! con mi enemigo
vivir no puedo bajo el mismo techo
este cielo de pega, que sospecho
que él cerró para aquí morir conmigo.
O que alguien me arranque esta corona
que me pusieron cuando yo crecía
y ya contra las sienes se me encona
O QUE YO PUEDA ASESINAR UN DIA

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EN MI ALMA, AL DESPERTAR, ESA PERSONA
QUE ME HIZO EL MUNDO MIENTRAS YO DORMIA

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