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Tampoco el bosón de Higgs era verdad

EL PAÍS 12 Julio 2012

He ahí lo más sencillo que tendríamos que haber descubierto: que la realidad no es todo lo que
hay. Y sin embargo las mayorías de los fieles se lo han creído, que la Ciencia venía por fin a darles
la solución del problema del Universo que tanto los angustiaba, o por lo menos han estado a punto
de creérselo.

No es nada del otro mundo: la necesidad de fe y de diversión es siempre mucha; pero es cada vez
más notable que, después de tantos desengaños, algo tan simple y consabido como esta noticia
pueda servir para el caso: porque ello es que el problema sigue tan vivo como nunca, y basta con
que algunos ignorantes nos asomemos a la Red (mejor que a los libros y desde luego a las aulas)
para darnos cuenta de lo vivas que siguen las discusiones entre físicos y matemáticos más o menos
en ciernes o jubilados acerca de las cuestiones y los términos fundamentales de la teoría y cálculos
físicos (esto es, lógicos acerca de universos o realidades), y sorprende así que tenga todavía ese
relativo éxito la presentación de ideas como corpúsculo, masa y demás que llevan ya unos cuantos
siglos de desmentimiento: es como si se contara cada vez más con una infantilidad en la gente
que se ha sometido a la Enseñanza y los Medios del Progreso.

No han faltado tampoco a lo largo de estos siglos algunos sabios, y, lo que más importa, honrados,
que, liberados ya de temores por su promoción, se han atrevido a declarar para la gente la verdad
de las mentiras de la Ciencia; así habréis leído más de una vez cómo el propio Einstein declaraba
una vez que las ideas o teorías que se refieren a la realidad no son ciertas (sicher), y, si son ciertas,
no se refieren a la realidad. Claro que para decir cosas como ésas, si uno está todavía preparando
su Tesis Doctoral o su subida a las Cátedras del mundo…

Pero era inevitable: hacía ya muchos años que se había montado el acelerador más largo y más
caro del mundo para que, tras tantas incertidumbres y falta de noticias, no se nos ofreciera al fin
una información de luz y de esperanza correspondiente a los enormes gastos y trabajos de miles de
empleados del que había de ser acelerador, si no de partículas, de informaciones; y así se ha
sacado de entre los restos de especulación física algo que pudiera servir para entretener un rato la
espera del personal.

Pues bien, amables lectores, dejaos oír (no hace falta que creáis a cambio nada) lo que los restos
de sentido común de los menos creyentes os dicen bien claro: no era tampoco verdad, no ha
habido tal cosa como un acercamiento a la solución definitiva: el problema está tan vivo y
floreciente como desde que se inventaron las teorías sobre el Mundo. No puede ser que se
descubra una solución, teoría, filosofía o ciencia dentro de la realidad, que, valiéndose de términos
del vocabulario real, trate de dar con la esplicación de todo; porque, entonces,
la esplicación misma entraría a formar parte de la realidad y no podría decir nada nuevo y
desmentidor acerca de ella.

He ahí lo más sencillo que tendríamos que haber descubierto: que la realidad no es todo lo que
hay; que es una guerra o contradicción entre la pretensión de imposición de ideales o de un
lenguaje matemático cerrado, y la resistencia siempre viva contra esa imposición; la de las cosas
nunca del todo terminadas contra los números y el fin: por ejemplo masa, cuando más, sería esa
resistencia, siempre espesa, que, no habiendo todo, no puede ser 4% de nada.
Pero eso al Poder no le importa: él tiene que ofrecer soluciones, es decir, evitar descubrimientos
que puedan entorpecer la marcha del Capital, y así, entre otras mil historias, os ofrecen un bosón
para calmar la impaciencia, matar el Tiempo.

Claro que no os dirán que ahí ha terminado todo, que eso es la solución definitiva: quedan siempre
algunos pormenores que aclarar, algunos cálculos que mejorar; porque eso, si no, sería justamente
libraros del Futuro, que es arma esencial del Poder, y que ya no tenéis nada que hacer, ni trabajar,
ni buscaros un título en las universidades; y, sin Futuro, os encontraríais en un mundo vacío y
muerto.

Sería como si a algún financiero malaconsejado se le ocurriera montar sus teorías proclamando
que con ellas se va a terminar con la Crisis Económica de una vez y para siempre.

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