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CIRUGIA Y TERAPEUTICA: LA ODONTOLOGÍA

El mundo de la odontología ha sido retratado


en obras de importantes artistas del barroco
de una manera interesante ya que la higiene
bucodental ha sido de gran relevancia para el
ser humano desde su origen. Todos sabemos
lo fundamental que es tener una boca sana y
con el paso de los años los avances en
tecnología, seguridad y la gran capacidad de
nuestros profesionales han hecho que acudir
a la consulta de nuestro dentista sea una
experiencia apacible y placentera.

A continuación les mostramos importantes


obras que exponen de manera extraordinaria el mundo de la odontología propio del
siglo XVII:

El charlatán sacamuelas, de Theodor Rombouts.

En el museo del Prado (Madrid) podemos encontrar “El charlatán sacamuelas”, una
obra realizada por el pintor barroco flamenco Theodor Rombouts. La obra nos
traslada al año 1627 donde se representa una escena clásica de la odontología. En
la ilustración se muestra a un sacamuelas ambulante y alrededor de este, los
pacientes esperan su turno para ser atendidos.

Theodor Rombouts (1597-1637) fue un pintor belga cuyas obras se inspiraban en


el famoso Caravaggio, autor más importante de la pintura del barroco. Entre las
obras más importantes de Rombouts se encuentran “El concierto” y “Prometeo”.

Consulta de un sacamuelas de la época.

En el museo del Louvre (Paris) se encuentra “El


sacamuelas”, obra ilustrada por el autor Gerrit Dou
entre los años 1630 y 1635. En ella aparece un
sacamuelas interviniendo a un paciente de la época.
Con esta representación podemos hacernos una idea
de cómo era la consulta de un dentista del siglo XVII
nada comparable con las modernas y cómodas
consultas de hoy en día. Ya quisiera el mismísimo
padre de la odontología, Pierre Fauchard realizar una
intervención con los avances en tecnología con los
que actualmente contamos.
El autor Gerrit Van Honthorst también trató la temática odontológica en sus obras.
“El sacamuelas” (1622) retrata muy bien la figura del odontólogo. Se puede apreciar
el asombro en las caras de los allí presentes, además de la seguridad del dentista
al realizar su trabajo. Sólo le bastaba con la luz de una vela para realizar las
extracciones y calmar ese dolor de muelas del paciente en cuestión.

Gerrit Van Honthorst, es un autor que retrata con determinación todos los aspectos
de la vida cotidiana de las personas del siglo XVII hasta el punto de cuidar hasta el
más mínimo detalle.

Por último, la obra de J.H. Steen, “El cirujano” realizada en 1651, como en todas las
obras anteriores, también retrata la figura del dentista, a la vez que unas cuantas
personas miran con asombro el trabajo que con gran profesionalidad realiza.

Aunque el desempeño de un profesional de la odontología sea difícil y duro, desde


hace siglos los dentistas con gran seguridad y oficio han continuado realizando su
trabajo y haciendo que millones de personas tengan una calidad de vida mejor. Su
esfuerzo y dedicación diarios han permitido que surjan grandes avances en
tecnología en el campo de la odontología y que hoy en día por suerte podamos
disfrutar cuando acudimos a la consulta de nuestro doctor.

El siglo XVIII introdujo importantes cambios en el ejercicio de la odontología,


impulsados por el descubrimiento científico del siglo anterior.
La odontología se convierte en una disciplina independiente, luego de grandes
avances llevados durante el siglo pasado y el aporte de importantes generaciones
de profesionales.
Hacia principios del siglo XVIII, Francia se convirtió en uno de los países Europeos
con mayor grado de civilización y cultura propiamente tales, y la cirugía era una de
tantas disciplinas en las que se reflejaba dicha superioridad (La medicina, sin
embargo, perdió fuerza y no presentaba mayores avances). Hacia el año 1725 los
cirujanos del collège de st. Come manifestaron públicamente su independencia de
los médicos.
En el año 1699 el parlamento francés aprobó una ley determinando que los dentistas
(experts pour les dent), junto con otros especialistas como oculistas y
“traumatólogos” (especialistas en componer huesos dislocados) debían ser
examinados por un comité de cirujanos antes de que se les permitiese ejercer en
parís y sus alrededores. En otros países del mundo se intentó proteger a la
población del peligroso tratamiento de charlatanes que imponían disciplinas sin ser
especialistas en el tema. Hace catorce años antes que en Francia, como ha
señalado el profesor Walter Hoffmann-Axthelm, el Estado alemán de Brandenburgo
Prusia aprobó un decreto regulando la práctica de collegium medicum de Berlín.
Todos aquellos que practicaban la odontología estaban obligados a acudir ante una
comisión del gobierno para recibir una licencia. (Como también oculistas,
operadores, litotomistas, sacamuelas, entre otros). Hoffman-Axthelm señala que el
decreto hizo una clara diferencia entre fraudulentos y charlatanes y operadores
válidos, indicando además que los primeros “no debían ser tolerados en ninguna
parte y eliminados con castigos duros y constantes”. Estas reglas, sin embargo, en
raras ocasiones fueron llevadas a la práctica y los charlatanes siguieron abundando.
En Francia uno de los más grandes famosos era un hombre conocido en todas
partes como Le Grand Thomas (Gran Tomás), que ejercía su oficio en parís en
el Pont Neuf. Su espectacular personalidad atraía a un gran número de personas,
quienes eran engatusadas con el poder de convencimiento que Le Grand
Thomas poseía.
Es difícil imaginar que existieran muchos charlatanes en Europa con la presencia
de Thomas, pero se trataba de un tiempo en donde solo los pertenecientes a la más
alta aristocracia o con más recursos podían pagar los servicios de dentistas
formados adecuadamente.

Pierre Fauchard
La odontología moderna debe su mayor deuda a un francés notable que sintetizo
todo lo que se sabía en occidente sobre la odontología, lo unifico y lo ordenó,
beneficiando así a todos los profesionales de esta especialidad. Pierre Fauchard
nació en Bretaña en 1678. Después de ser formado como cirujano militar, se instaló
en París Hacia 1719, donde permaneció hasta su muerte en 1761. En 1723
completó su obra magna le chirurgien dentiste; ou, tratié des dents ((El cirujano
dentista; o. tratado sobre los dientes), que, sin embargo, no fue publicado hasta
cinco años más tarde, es decir, en 1728.

En 1746 salió una segunda edición que incluía más material y mejores ilustraciones
que la primera. Le chirurgien dentiste, con sus 863 páginas en dos pequeños
volúmenes, fue el libro más importante en odontología parecido hasta la fecha e iba
a permanecer en su campo como una autoridad durante el próximo siglo. Publicado
en edición alemana en 1733, no tuvo la edición inglesa hasta 1946, cuando el gran
historiador de la odontalgia Lilian Lindsay llevó a cabo su traducción.

En la época de Fauchard era común que los profesionales de cualquiera de las artes
terapéuticas guardaran guardarán celosamente sus conocimientos y habilidades.
Pero Fauchard, despreciando estos secretos y en detrimento de sus propias
ganancias, hizo públicas su métodos diciendo: "he perfeccionado y también
inventado varias piezas artificiales, para sustituir una parte de los dientes, y para
remediar su pérdida completa... y aun en perjuicio de mi propia interés, doy a
continuación la descripción más exacta posible de éstos".
Ciertos números de sus colegas celosos de Fauchard difundieron el rumor de que
este dejaba el ejercicio de la odontología. Fauchard respondió en su libro: " El rumor
que se ha hecho circular de que he abandonado la profesión, no puede haber sido
inventado sino por esos individuos que, sacrificando el honor al interés, intentan
atraer hacia ellos las personas que honran al autor con su confianza; resulta pues
necesario recordar que aun continua la práctica de su arte en París en la "Rue de
la comedie francaise", junto con su cuñado y único alumno M. Duchemi.
Consciente de lo precario de la formación de los dentistas en Francia Fauchard
denuncio el hecho que la comisión examinadora formada tras el edicto de 1699
carecía de un "dentista hábil y con experiencia", señalando que la mayor parte de
los "expertos en odontología no poseen siquiera un conocimiento
medio". Desafortunadamente, su petición de que un dentista pasara a formar parte
del tribunal examinador, no fue admitida.
En su gran libro Fauchard cubrió el campo completo de la odontología y muchas de
la idea y el procedimiento que aconsejo o describió, siguen aún vigentes hoy en día.
Trató la anatomía y morfología dental además de la anomalía de los dientes. Disertó
sobre la caries dental, sus causas y prevención, y rechazó la teoría del gusano
dental, aduciendo que él no había visto nunca tales gusanos ni con los ojos, ni con
el microscopio; se inclinaba a creer más bien que las caries eran el resultado de un
"desequilibrio humoral".
Investigó con gran detalle la patología oral, citando numerosas historias clínicas y
el tratamiento que había recomendado. Los problemas de la dentición le
interesaron en gran manera, subrayando la importancia de retener los dientes
caducos hasta que llega el momento en que se caigan. Trató de la reimplantación
de dientes arrancados y del trasplante de un individuo a otro, anticipándose en cerca
de 40 años al trabajo de John Hunter.
Una buena parte de Le chirugien dentiste está dedicado a la práctica de la
odontología conservadora. Fauchard detallo su método para vaciado de la caries de
una muela y su posterior relleno de la cavidad con plomo y zinc. También dedica
especial atención a la odontología protésica, describiendo como construir puentes
individuales a demás de prótesis parciales y completas. Aconseja usar para las
prótesis, dientes humanos o dientes tallados de marfil de hipopótamo o elefante,
diseñando métodos para retener en un sitio dentaduras superiores e inferiores
uniéndolas con finas láminas de acero o mediante muelles en espiral. También
construyo tres prótesis sin muelles sujetadas por la presión atmosférica. Fallo al no
apreciar en todo su valor este principio de retención, que mantiene las prótesis en
su sitio durante su uso, y no continuo lo que habría sido un paso monumental hacia
adelante. Sin embargo su trabajo de pionero coloreando y esmaltando las bases de
las dentaduras para simular las encías naturales inspiro a los que le siguieron en la
confección de prótesis postizas que pareciesen más reales y fuesen cómodas de
llevar.
La comprensión de Fauchard de las enfermedades periodontales fue muy avanzada
para su tiempo. Creía firmemente que para prevenir las enfermedades gingivales
era conveniente el respaldo de los dientes y el desbridamiento de de las superficies
de las raíces. Partidario de la odontología preventiva, recomendaba el uso de
enjuagues bucales como parte del cuidado diario dando muchas fórmulas para
prepararlos. Este avanzado pensador creía firmemente que uno debía enjuagarse
cada mañana con varias cucharadas de la propia recién vaciada orina para asegurar
una buena salud.
Fauchard dio muchos consejos prácticos e ilustro su libro con excelentes dibujos
tanto de los instrumentos que diseño como de sus aparatos protésicos. Además
dotó al gabinete del dentista de una nueva dignidad y decoro insistiendo para que
el paciente en vez de sentarse en el suelo con el dentista de pie junto a él, se
sentase “en un sillón que fuese sólido y firme” adecuado y confortable, cuyo
respaldo debía ser de pelo de caballo con una almohada blanda o más o menos
levantada según la estatura del paciente y particularmente de acuerdo a la del
dentista.
Fauchard se hizo acreedor de gran fama y respeto durante la vida. Separó con
eficacia la odontología del campo de la cirugía y sobretodo del oficio de los
sacamuelas, equipándola a una profesión independiente, con su propio campo
debidamente circunscrito de deberes y servicio y su propio nombre. (Fue Fauchard
quien acuño el término “dentista cirujano”, que es como los franceses llaman a sus
dentistas hoy en día.
Nadie ha hecho una evaluación más sagaz de los logros de Pierre Fauchard que el
gran dentista americano Chapin A. Harris: “considerando las circunstancias en que
vivió, Fauchard merece ser recordado como un noble pionero y seguro fundador de
la ciencia odontológica. Si su práctica era tosca se debió a sus tiempos; si fue un
científico comparativamente superior y afamado, se lo debió a sí mismo

METODO DE SUJETAR LA
DENTADURA SUPERIOR

PROTESIS PARCIALES
VARILLAS PLANAS DE
ACERO

PROTESIS DE DIENTES

NARIZ Y DIENTES DE
PORCELANA
Seguidores de Fauchard en Francia y Alemania
Fauchard considerado el padre de Journals, estableció el principio ético de
compartir los conocimientos o secretos que combaten los problemas dentarios, para
que pueden ser evaluados por otras personas y para que sean aprovechadas por
otros. Por lo que lo llevo a publicar sus experiencias, esto fue ejemplo para otros
cirujanos dentales los cuales también empezaron a publicar sus conocimientos y
técnicas.
Robert Bunon (1702-1748), cirujano dental francés, escribió una serie de artículo
los cuales desafiaban algunas creencias que había en ese tiempo. Desafío la
creencia la cual decía “no debían extraerse los caninos maxilares debido a que
podían dañar los ojos”. También rechazo la idea que decía “las mujeres
embarazadas no debían tener asistencia odontológica”, insistió en que ese periodo
de la mujer es cuando más lo necesitaban.
Claude Mounton (fallecido en 1786), dentista real, fue otro de los seguidores de
Fouchard. Mounton público en 1746 su libro “Essay d’ odontotechnie”, primer libro
en tratar sobre la “odontología mecánica” (técnica protesicodental). Invento una
corona de oro para ser alojada en el conducto de la raíz. Describió por primeras vez
fundas de oro para coronas, que usaba para prevenir el deterioro de molares en mal
estado. Para hacer de estas coronas más cómodas recomendó el esmaltado de su
superficie labial del color natural de los dientes.
Ettienne Bourdett (1722-1789), dentista real que sucedió a Mounton, también
contribuyo con sus conocimientos. Describió la periodontoclasia severa y su
tratamiento (gingivectomía), aconsejo la extracción del primer premolar para aliviar
el apiñamiento de la boca y describió como poner en su sitio los dientes mal
alineados atándolos con hilos a una tablilla de marfil
Uno de sus inventos más importantes fue la creación de una base de prótesis de
oro con pequeños orificios parecidos a los alveolos de los dientes. En estos alveolos
proyectados hacia arriba había clavos los cuales se sujetaban dientes cortados
ligeramente por debajo del cuello (Bourdett en los muelles ocupo oro debido a que
este material no se oxida). A mediados del siglo XVIII Bourdett describió un nuevo
instrumento para extraer dientes la “llave” la cual se hizo muy popular, este
instrumento tenía la ventaja de removerle la punta con el fin de que la punta que se
le va poner sea compatible con el diente que se va a sacar, este instrumento dejo
de lado al antiguo gatillo.
Las publicaciones de Fauchard llegaron a Alemania las cuales fueron traducidos por
cirujanos y barberos alemanes, las publicaciones provocaron un resurgimiento de
la literatura de la odontología en Alemania. Philip Pfaff (1716-1780), dentista de
Federico el Grande de Prusia, publico su libro”Tratado sobre los dientes del cuerpo
humano y sus enfermedades”, el cual se basaba en los trabajos de Fauchard y que
contenía algo novedoso para esa época el cual era tomar impresiones con cera
blanda y construir de estas modelos de yeso. Otras contribuciones a la literatura
dental fueron las de Johan Bucking y Adam Brunner los cuales publicaron libros
acerca de la extracción de muelas
Inglaterra
La odontología inglesa no avanzo tan rápido como la continental durante el siglo
18. El gremio que había unido a los barberos y cirujanos desde 1540 se hundió en
1745, cuando los cirujanos se separaron formando la Surgeons Company la cual se
disolvió en 1796, para reorganizarse en 1800. Algunos barberos intentaron mejorar
su condición, asociándose a los cirujanos. Pero se les siguió llamando
“sacamuelas”.
Entre 1687 en que fue publicado el libro en que fue publicado el libro de Charles
Allen Operator for the Teeth, y 1742 no apareció ningún otro libro de odontología en
ingles. Entones Josept Hurlock, un cirujano saco a luz el libro, A practial Treatise
Upon Dentition, en el que aconseja hacer incisiones en las encías de los niños para
facilitar la dentición.
En 1768 se publico el libro de Thomas Berdmore Theatise on the Disorders, añadió
poco nuevo a la odontología ya que de hecho su propia experiencia era mas bien
limitada. Trato el dolor de muelas principalmente con medicamentos, a veces
cauterizando o extrayendo la muela, rellenando la cavidad con plomo u oro y
volviendo a insertarla en su sitio. Analiza en su libro los métodos de corrección de
los dientes mal alineados mediante hilos.
Dientes “minerales”
Un farmacéutico Alexis Duchateau (1714-1792), encontró que sus prótesis
dentarias de marfil se manchaban y olían después de probar las mezclas que
preparaba. Buscando una solución intento hacer una prótesis dentaria de porcelana.
Como no era dentista y no tenía costumbre de sacar moldes sus esfuerzos
resultaron fracasados. Solo después de asociarse con un dentista de Paris, Nicolás
Dubois Chemant, sus esfuerzos se vieron recompensados.
Satisfecho con sus nuevas dentaduras, Duchateau abandono su interés por los
dientes de porcelana, volviendo a su farmacia, sin embargo, trabajo activamente
perfeccionando la invención, que resultó difícil, debido a que las prótesis de una
pieza han de resistir la distorsión al quemarlas. A lo largo de sus experimentos,
modifico dos veces la composición de la pasta mineral original para mejorar su color
y estabilidad dimensional y para mejorar la sujeccion de los dientes a la base de
porcelana.
Con el tiempo los resultados fueron de su satisfacción y en 1788 publico sus
descubrimientos en folletos que reunió en la disertación sobre dientes artificiales
publicada finalmente en 1797.
En 1789 Dubois de Chemant presento su invento a la Academiedees Sciences y la
facultad de medicina de la universidad de Paris.
Chemant se fue a Inglaterra en 1792 para escapar de la revolución Francesa y allí
solicito y le fu concedida una patente inglesa de catorce años para la manufactura
exclusiva de lo que el denominaba “dentaduras de pasta mineral”.
Dubois de Chamant jugó un papel decisivo en el avance de la odontología
protésica.
John Hunter
John Hunter (1728-1793), cirujano
renombrado del siglo XVIII, estudio la práctica
de la odontología, haciendo énfasis en los
dientes como su principal prioridad y objeto de
estudio de su primera publicación importante.
Hunter fue el menor de 10 hermanos, nació
cerca de Glasgow, escocia. Debido a la
muerte de su padre solo pudo acceder a una
educación rudimentaria. Su hermano William
en cambio pudo ir a Londres y alcanzar una
gran fama de distinguido anatomista tocólogo
y creo una renombrada escuela de anatomía
para cirujanos. A los veinte años John fue a
Londres a trabajar y a estudiar con su hermano. Trabajo en el hospital de Londres,
observando la práctica quirúrgica, con el tiempo se convirtió en el discípulo del
conocido cirujano Percival Pott.
En 1768 se le concedio el diploma de miembro de la surgeons’ company. Hunter se
había hecho amigo de varios dentistas Reconocidos de ese tiempo. John observo
como tratan estos hombres a sus pacientes, después trabajando con cadáveres que
le suministraban los “resurreccionistas”, hizo un estudio detallado de la boca y
maxilares haciendo de este una publicación, en 1771, el más importante, the natural
history of the human teetb: explaining their structure, use, formation, growth and
diseases (La historia natural de los dientes humanos: explicando su estructura, el
uso, formación, el crecimiento y las enfermedades). El libro fue todo un éxito y
recibió gran acogida tiempo después fue traducido a varios idiomas. El libro hecho
por Junter es importante por sus láminas que son de una gran precisión y porque la
mayor part , a pese de sus exposiciones sobre anatomía dental siguen válidas hoy
en día. Su compresión del crecimiento y desarrollo de los maxilares y su relación
con los músculos era perfecto. Hizo contribuciones a la nomenclatura científica,
acuñando algunos términos como incisivos, cúspides y bicúspides.
Acertó al aconsejar la extracción de los dientes caducos para permitir la erupción
de los dientes permanentes, pero también algunos de sus pensamientos fueron
erróneos, como cuando había que sacrificar el primer molar permanente para tener
suficiente espacio en la mandíbula para todos los dientes
Mantuvo que los dientes no crecen durante toda la vida, explicando que un diente
que sobresale parece crecer solo porque le falta su antagonista. En 1778 Hunter
publicó su segundo libro importante, a practical treatise on the diseases of the teeth
(Un tratado práctico de las enfermedades de los dientes) aunque fue menos
importante que su primera publicación sobre todo porque no está basado en su
experiencia personal.
Los procedimientos tratados en este libro son superficiales sin duda porque él no
los practicó ni los vio practicar. Hay mucho bien hecho en su trabajo, Hunter nos
ofrece una excelente imagen clínica de los varios estados de la inflamación de un
diente afectado y de la decadencia de los dientes apretados de putrefacción, a pesar
de creer erróneamente que las caries se pueden desarrollar del diente hacia fuera.
Trasplante dental
Desde los principios de los tiempo, al caerse un diente había que sustituirlo por un
diente ya sea de animales, como el marfil o hueso, o bien extrayendo piezas de una
persona muerta.
Los primeros generalmente eran insatisfactorios pues absorbían olores y se
descoloraban. En cuento a los dientes humanos, estos eran escasos y caros, y la
mayor parte de la gente y la mayor parte de la gente sentían repugnancia natural al
ponerse un diente de un cadáver en la boca. En el siglo XVIII John Hunter
argumento sobre las ventajas de trasplantar los dientes de un humano vivo
directamente al maxilar de otro humano ( a lo que se opuso berdmore , en favor de
su reputación ), y su gran prestigio hizo que se aceptara este dudoso proceder más
de lo conveniente.
Era tan entusiasta de su idea que implanto un diente humano cuya raíz no se había
desarrollado completamente aún en la cresa de un gallo vivo; así vio crecer dentro
del canal pulpar del diente el flujo de vasos sanguíneos y al diente mismo
enraizarse con firmeza en la cresta .Esto llevo a recomendar que el diente humano
“scion” (como llamo al diente implantado) fuera de una persona joven, e hizo lo que
hoy nos parece una recomendación inconsciente : que el dentista tuviera varios
donantes esperando cuando trasplantara un diente ; si el primero no se ajustaba al
agujero , debía extraerse otro de otra persona , y así sucesivamente hasta alcanzar
un buen ajuste .
Es sorprendente que le padre de la cirugía moderna, cuyo considerable
conocimiento se basaba en la investigación científica y la experiencia práctica.
Aconsejara procedimientos tan dudosos.
Con el tiempo estos trasplantes cayeron en desuso (aunque persistieron durante el
siglo XIX) tras la divulgación de los repetidos fracasos , el reconocimiento del riesgo
de transmisión de enfermedades , especialmente la sífilis , debida a los satíricos del
momento , sobre todo rowlandson , que ridiculizo la práctica y la aparición de los
dientes minerales o de porcelana .

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