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El presente libro nació como un complemento a los magníficos «Casos


prácticos de Sucesiones de Isidoro Lora-Tamayo», pero a medida que
fui redactándolos cobraron vida propia y lo que nació como un simple
comentario acabó desbocándose para dar lugar a un auténtico
compendio de Derecho de Sucesiones. Sin embargo nunca ha perdido
su espíritu de obra práctica, de «Memento», sin demasiadas
pretensiones científicas, salvo que se considere que pretender el
estudio sistemático del Derecho de Sucesiones no deja de ser en si
misma una desmesurada pretensión.
El tono es eminentemente práctico por lo que he omitido toda
referencia a la doctrina, que sin embargo he tenido en cuenta, autores
como Rivas Martínez, Vallet, Roca-Sastre, De la Cámara, Lacruz o
Espejo Lerdo de Tejada son imprescindibles en un estudio profundo del
Derecho de Sucesiones. Sus opiniones inspiran y están en estas
páginas.
Desde el punto de vista metodológico he partido de temas de
oposiciones a notarías algunos propios y de otros resultado de la fusión
de diferentes textos, siendo esencial en su función compiladora mi
querida alumna, hoy ya merecidamente Notario, María del Río Aguiar,
sirvan estas líneas de agradecimiento.
Finalmente he pretendido recoger de manera sistemática todo el
Derecho de Sucesiones alargándome en aquellas cuestiones que me
parecían más interesantes desde el punto de vista práctico o plantean
mayores dificultades.
Éste es el resultado...

CAPÍTULO I

50 1. Sucesión «mortis causa»: Caracteres y clases 55

Casos prácticos. Subrogación del heredero 70

2. Herencia 90

Casos prácticos. Contenido de la herencia 95


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3. Conceptos de heredero y legatario. Sus diferencias 115

4. Legatario de parte alícuota 125

Casos prácticos. Legado de parte alícuota 128

5. Situaciones en que puede encontrarse la herencia 140

1. Sucesión «mortis causa»: caracteres y clases

55 La sucesión es un fenómeno jurídico que consiste en el cambio del


elemento subjetivo o titular de una relación jurídica. Puede ser inter vivos
o mortis causa, y esta última puede definirse, como «la sustitución o
subrogación de una persona en el conjunto de relaciones jurídicas
transmisibles que corresponde a otra al tiempo de su muerte o en bienes
y derechos determinados dejados por el difunto».
La sucesión mortis causa es la que es objeto de regulación por el
Derecho de Sucesiones que es aquella parte del Derecho privado que
regula el destino que ha de darse a las relaciones jurídicas de la persona
física cuando muere.
Y decimos persona física, puesto que si bien las personas jurídicas
pueden ser sucesoras mortis causa (herederas o legatarias) no pueden ser
transmitentes mortis causa, puesto que en caso de su disolución la
legislación prevé un régimen específico de liquidación.
En nuestro derecho no cabe duda de la admisibilidad de la sucesión
mortis causa. La Constitución Española dispone: «Se reconoce el derecho
a la propiedad privada y a la herencia. La función social de estos derechos
delimitará su contenido, de acuerdo con las leyes» (Const art.33 ).

56 Por otro lado, es interesante destacar que existen distintos sistemas


sucesorios, si bien todos ellos pretenden conjugar los intereses de los
herederos y acreedores del causante, y así podemos distinguir:
En el sistema anglosajón, a la muerte del causante (persona cuyo
fallecimiento motiva el fenómeno sucesorio) ha de liquidarse su
patrimonio, pagando las deudas, de lo que se ocupan órganos especiales
(administrador, ejecutor) y, en su defecto, la autoridad judicial. Una vez
liquidado, estos órganos entregan el sobrante o remanente líquido a los
herederos. Por tanto, éstos no responden de las deudas del causante, que
solo se hacen efectivas sobre el patrimonio que dejó el causante y
durante su liquidación.
En el sistema germánico, se produce una adquisición directa de los
bienes y derechos. No se necesita aceptación por el heredero, sin
perjuicio de que pueda repudiar la herencia.
El sistema latino, proveniente del Derecho Romano, que es el nuestro,
entiende que el heredero sucede, tanto en sus relaciones activas como
pasivas, ocupando la misma posición jurídica que ostentaba el causante
respecto de cada una de las relaciones singulares sobre las que opera la
sucesión. Es lo que se conoce como la «subrogación del heredero en la
misma posición jurídica del causante» y se reconoce en el CC cuando

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ordena que «Los herederos suceden al difunto por el hecho solo de su


muerte en todos sus derechos y obligaciones» (CC art.661 ); y en la Ley
de Enjuiciamiento Civil, en cuyo art.16 se regula la sucesión procesal por
causa de muerte, que implica que a la muerte de las partes, su posición
procesal la ocupa la persona que según el Derecho Civil es su heredero
(LEC art.16 ). Pero solo entra en su posición, no puede modificar las
actuaciones del causante.

57 También la subrogación del herederos en la posición jurídica del causante


difunto tiene trascendencia para sus acreedores, puesto que este
fenómeno trae como consecuencia que el heredero responde de las
deudas del causante con su propio patrimonio, lo que se conoce como
responsabilidad ultra vires hereditatis, puesto que la deudas del causante
pasan a ser deudas propias del heredero, salvo que acepte acogiéndose al
beneficio de inventario, en cuyo caso la responsabilidad frente a los
acreedores del causante y de la herencia queda limitada a los bienes que
forman parte de esta, sin que afecten al patrimonio del heredero (CC
art.1023 ).
De todas formas, tanto acepte pura o simplemente (responde el heredero
con su propio patrimonio de las deudas de la herencia y del causante (CC
art.1003 ) como acogiéndose al beneficio de inventario se requiere que
el heredero acepte la herencia, pudiendo ser esta aceptación expresa o
aceptación tácita (CC art.999 ) es decir, deducida de una serie de actos
que presuponen la intención de adquirir la cualidad de heredero o que no
habría derecho a ejecutar sino con la cualidad de heredero (algunos de
ellos se enumeran en el CC art.1001 ).

58 Respecto a las clases de sucesión mortis causa, son varias las que pueden
hacerse, proponiendo nosotros las siguientes:
A. Por su origen (CC art.658 ): «La sucesión se defiere por la voluntad
del hombre manifestada en testamento y, a falta de este, por disposición
de la Ley. La primera se llama testamentaria y la segunda legítima.
«Podrá también deferirse en una parte por voluntad del hombre y en otra
por disposición de la Ley». Esta última es la llamada sucesión mixta, que
tiene lugar cuando el testamento no contiene la institución de heredero
en todo o en parte de los bienes o no dispone de todos los que
corresponden al testador (CC art.912.2º ).
También cabe hablar de la sucesión contractual, de mayor arraigo en los
territorios forales que en el derecho común, donde tiene un carácter
excepcional, que estudiaremos en otro capítulo.
Algunos autores hablaban de otra clase de sucesión, la forzosa a favor de
los legitimarios, si bien la mayoría opina que no es una sucesión distinta
de la testamentaria o de la legal, sino un freno o límite a la libertad de
disponer por testamento.
B. Por su objeto: La sucesión puede ser universal o particular. La
jurisprudencia tiene declarado que la sucesión a título universal implica un
llamamiento a la totalidad o parte alícuota de los bienes (heredero o

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legatario de parte alícuota), mientras que la sucesión a título particular


supone un llamamiento a suceder en concretas y determinadas relaciones
del causante (legatario de cosa cierta y determinada).
Puede distinguirse entre sucesión simultánea y sucesión sucesiva, según
los distintos llamamientos sucesorios se hagan efectivos al mismo tiempo
o unos tras otros, como ocurre en las sustituciones fideicomisaria,
fideicomisaria de residuo y preventiva de residuo.
También la sucesión se clasifica en directa e indirecta, según suceda el
primer llamado u otra persona en lugar de aquel. Son supuestos de
sucesión indirecta los que tienen lugar a través de los derechos de
representación, de transmisión, de acrecer o de la sustitución vulgar,
pupilar y ejemplar.
C. Por su trayectoria , puede distinguirse entre ordinaria (la de la masa
general de la herencia) o extraordinaria. Esta última, se refiere a aquellos
bienes que siguen una vía distinta a dicha masa, como los sujetos a
reserva que puede ser viudal (CC art.968 s ) o lineal (CC art.811 ) o
reversión (CC art.812 ).

70 Casos prácticos. Subrogación del heredero


A continuación se plantean dos supuestos de hecho diferentes. La
opinión sobre los mismos y la jurisprudencia aplicable.

75 Primer supuesto de hecho


A, divorciado de B, fallece con un único hijo, llamado C, al que instituye
en testamento, por su único y universal heredero. Al fallecer ha dejado
exclusivamente una finca, valorada en seiscientos mil euros. En vida donó
a su sobrino D, las acciones que le pertenecían en la Sociedad X, que
había heredado de su padre, valoradas al tiempo de la donación en
doscientos mil euros, pero que al fallecer A se valoran en seiscientos mil.
Con anterioridad había vendido en escritura pública a su compañera
sentimental E, la casa en que vivían, figurando como precio una cantidad
que en la realidad no existió. Esta casa está valorada en ochocientos mil
euros. C, considera que está perjudicado en su legítima y acude en
consulta sobre las acciones que podrá ejercitar para la defensa de sus
derechos.

76 Opinión
El heredero tiene que pasar por los actos realizados por su causante,
conforme al art.661 CC , pero el hecho de ser heredero no impide a un
legitimario ejercitar las acciones que le correspondan para proteger su
legítima. Por ello, podría pedir la reducción de las donaciones inoficiosas
(CC art.818 s ), debiendo además valorarse los bienes donados, por el
valor que tengan al fallecer el donante (CC art.1045 ).
Para el cálculo de las legítimas, conforme dispone el art.818 se agregará
al valor líquido de los bienes hereditarios el de las donaciones
colacionables ya que el término colación no debe entenderse en el
sentido técnico de los art.1035 s. CC, sino en el más vulgar de computar o

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sumar todas las donaciones para calcular las legítimas. Sin perjuicio de
ello, parece aplicable el 1045 respecto al momento en que deben hacerse
esas valoraciones -el alcance de este precepto lo hacemos en el capítulo
XXVIII-.
De otro lado, la venta del inmueble que encubre la donación debe
considerarse nula, conforme doctrina reiterada del TS, por lo que A podía
en vida haber pedido la nulidad y si A podía pedirla, lo mismo puede hacer
su heredero, como subrogado en su lugar. Creo que C, debe pedir la
nulidad de la venta; una vez pedida la nulidad, ya queda cubierta su
legítima. Estimo que no podría pedir primero la reducción de donación a
D, pues esta es válida y conforme a lo dispuesto en 820, 1º CC, han de
respetarse las donaciones, mientras puedan cubrirse las legítimas.

78 Segundo supuesto de hecho


A, divorciado de B, fallece con un único hijo, llamado C, al que instituye
en testamento, por su único y universal heredero. Al fallecer ha dejado
únicamente una finca, valorada en seiscientos mil euros. En vida vendió a
su compañera sentimental otra finca valorada, en el momento de la venta,
en doscientos mil euros, precio que figuró en la escritura de venta, pero
en la realidad se vendió por cien mil euros. Actualmente está valorada en
cuatrocientas mil euros. ¿Puede C impugnar dicha venta?

79 Opinión
Considero que no, pues no estamos ante una simulación absoluta sino
relativa, en cuanto al precio, que no perjudica al legitimario y que en este
caso, al no existir una donación sino una venta, aunque figurando un
precio superior al que efectivamente se satisfizo, debe valorarse lo
vendido por el valor real que tenía al tiempo de formalizarse la venta y no
por el que tenía al fallecer el causante. La norma de valoración al tiempo
del fallecimiento del transmitente es algo excepcional, aplicable a las
donaciones, pero no a las ventas.

81 Jurisprudencia
Sentencia TS 14-11-86. La doctrina que emana de esta sentencia, puede
aplicarse a este caso y al anterior.
Fundamento tercero. Debe tenerse en cuenta «la necesidad de que haya
de discriminarse si la acción aquí ejercitada por los herederos del señor
O.P. afecta a una situación de simulación absoluta o relativa, ya que de
ello dependerá su legitimación o falta de la misma, habida cuenta de que
sucesores de su causante en todos sus derechos y obligaciones
(CCart.659 y 661 ) y asistiéndoles como continuadores de su
personalidad la facultad de ejercitar las acciones que al mismo
correspondían, es indudable la que competía a su dicho causante para
postular la ineficacia de un contrato con tacha de simulación absoluta,
dada la nulidad radical del mismo al no concurrir alguno de los requisitos
que para su existencia exige la preceptiva contenida en el CC art.1261 ,

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por no ser obstáculo para ejercitar la pretensión que el que la formulara


hubiera sido uno de los contratantes, no sucediendo así, por el contrario,
si concurre supuesto de simulación relativa, en el que si se demuestra
que, aunque la causa expresada en el contrato no correspondiera a la
realidad, el mismo estaba fundado en otra verdadera y lícita, pues en este
supuesto no asiste acción para impugnarlo al heredero forzoso que por la
transmisión patrimonial operada no haya sido perjudicado en sus
derechos legitimarios»

2. Herencia

90 Se suele recordar que el término herencia tiene dos acepciones:


1. En sentido subjetivo, equivale a sucesión universal. Es el fenómeno de
subrogarse el heredero en la universalidad de los derechos y obligaciones
del causante.
2. En sentido objetivo, es el conjunto de bienes y relaciones
patrimoniales que son objeto de la sucesión.
Más restringidamente, una parte de la doctrina entiende por herencia el
remanente de bienes del causante que queda después de pagar los
legados y deudas hereditarias, de modo que, de no existir tal remanente,
no habría herencia.
En sentido objetivo, la naturaleza jurídica ha sido discutida:
- Tradicionalmente se ha visto en la herencia una universitas iuris, un
complejo unitario que no es simplemente la suma de las relaciones activas
y pasivas que lo componen, sino una entidad jurídica que trasciende esa
pluralidad. Sin embargo, contra esta postura se ha puntualizado que, si el
patrimonio no tiene en vida de su titular realidad jurídica unitaria,
tampoco la va a tener cuando se convierta en herencia.
- Matizando la posición anterior, modernamente se ha señalado que si
bien es cierto que la herencia no puede ser tratada como una cosa jurídica
ya que en vida del causante no lo es, no es menos cierto que tras el
fallecimiento del causante se hace necesario dar un tratamiento unitario
-porque unitario es el fenómeno sucesorio, o más bien el objeto de dicho
fenómeno- a todos los elementos singulares integrantes del conjunto de
las relaciones del causante sobre las que opera la sucesión, sujetándolas a
un mismo régimen jurídico.

91 El contenido de la herencia se expresa en el CC art.659 : «La herencia


comprende todos los bienes, derechos y obligaciones de una persona
que no se extingan por su muerte». Quedan, por tanto, excluidos:
- Los derechos vitalicios de los que el causante era titular: el usufructo
(CC art.513.1 ), el uso (CC art.525 ), la habitación (CC art.529 ), la
renta vitalicia (CC art.1808 ), los alimentos.
- Los derechos de carácter familiar: matrimonio, patria potestad y tutela.

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- Los derivados de relaciones contractuales intuito personae: contrato de


trabajo, arrendamiento de obra, mandato, comisión mercantil y comodato
hecho en consideración a la persona del comodatario.
- La condición de socio en sociedades personalistas: civiles (CCart.1680
y 1700 ), colectivas, comanditarias respecto de los socios colectivos
(CCom art.221 ).
- Los bienes que tengan un destino predeterminado: así, los bienes
donados con pactos de reversión (CC art.641 ); los sometidos a
sustitución fideicomisaria (CC art.781 ); los sujetos a reserva y los
bienes en que se verifique la reversión legal.
- Los derechos políticos como el de sufragio, ni los derechos a la función
pública

Precisiones

1) Son derechos que componen solo relativamente la herencia los integrantes de


donaciones hechas por el causante y sujetos a revocación, pues su integración a la
herencia dependerá del ejercicio victorioso de la acción de revocación; y los bienes
sujetos a reserva vidual que solo integran la herencia del cónyuge viudo respecto de
quienes sean hijos comunes de ambos cónyuges.
2) Como especialidad tenemos los derechos de la personalidad, como el derecho al
honor (LO 1/1982 ) o el derecho de rectificación pública (LO 2/1984 ), que no
se transmiten a los herederos, aunque en determinados supuestos éstos pueden
continuar o ejercitar las acciones de defensa previstas en las leyes.

92 Finalmente, señalar que es muy discutida la cuestión de si el capital de los


seguros estipulados por el causante sobre su propia vida integra o no la
herencia, aunque parece que la respuesta correcta es la negativa, ya que
no se reciben por los beneficiarios del causante sino de un tercero y los
beneficiarios serán las personas designadas por el tomador que pueden
ser personas distintas de sus herederos, si bien se dice con razón que en
realidad nos encontramos ante una donación indirecta, en que lo donado
no es la prestación económica que el beneficiario recibe de la entidad
aseguradora sino las primas del seguro que el tomador fue pagando, como
se deduce de que el art.88 Ley del Contrato de Seguro nos diga que «la
prestación del asegurador deberá ser entregada al beneficiario, en
cumplimiento del contrato, aun contra las reclamaciones de los herederos
legítimos y acreedores de cualquier clase del tomador del seguro. Unos y
otros podrán, sin embargo, exigir al beneficiario el reembolso del importe
de las primas abonadas por el contratante en fraude de sus derechos.
Cuando el tomador del seguro sea declarado en concurso o quiebra, los
órganos de representación de los acreedores podrán exigir al asegurador
la reducción del seguro».
Y así la TS 14-3-03, EDJ 6470 concluye que el beneficiario es distinto
de los herederos, aunque puedan coincidir y las cantidades que como
beneficiario del seguro ha de percibir son de su exclusiva propiedad, por
lo que no se integran en la herencia del causante.

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¿Qué ocurre con determinados productos que puede dudarse si son un


verdadero seguro de vida o un producto financiero de ahorro o
deposito?
Lo que ocurre es que si son seguro sobre la vida la cantidades percibidas
por el beneficiario no formarán parte de la herencia (LCS art.88 ) y si no
lo son sí formaran parte de la misma por lo que se tendrá en cuenta su
importe para calcular las legítimas y los acreedores del causante podrán
dirigirse contra ellas.
¿Y cuál es el criterio para diferenciar entre unos y otros? Según la TS 12-
3-15, EDJ 51585 y la AP Madrid 29-11-16, EDJ 246388 apoyándose
en la LCS art.83.3 puesto en relación con el RDLeg art.3.1.b, 4.1.a y
6.2.A.bde Ordenación y Supervisión de Seguros Privados, concluye que el
criterio diferenciador es que en el seguro sobre la vida la prestación
convenida en la póliza ha sido determinada por el asegurador mediante la
utilización de criterios y bases de técnica actuarial referidas a la esperanza
de vida del asegurado.
Se admite por la jurisprudencia como indicio para probar esta
circunstancia el de la escasa diferencia entre las cuantías de la prima
única, de un lado, y de las prestaciones para el caso de muerte y para el
caso de supervivencia, de otro, ya que ello demuestra que en el contrato
no concurre el riesgo exigible para la consideración del mismo como un
contrato de seguro sobre la vida, por lo que se tratará de un contrato
financiero equiparable al depósito bancario. Y así la AP Madrid 2-2-16,
EDJ 17791 ; 29-11-16, EDJ 246388 considera que no se puede tratar
como seguro de vida el caso en que la finada aportó un capital de 12.000
euros, que le daban una rentabilidad del 3%, y para el caso de que viviera
más allá del 2040, un 1,75%. Ese supuesto riesgo, que implicaba una
mínima variabilidad del interés, de que la tomadora del seguro viviera más
allá del año 2040 no existe, por cuanto ese año hubiera alcanzado la edad
de 124 años. Ese capital podía recuperarse en cualquier momento, y al
fallecimiento también se recuperaba íntegramente con un pequeño
incremento, por lo que la aseguradora no asumía el riesgo propio del
contrato de seguro.

95 Casos prácticos. Contenido de la herencia


A continuación se expone un supuesto de hecho. La opinión sobre el
mismo y la jurisprudencia aplicable.

97 Supuesto de hecho
D. A, fallece en estado de viudo, víctima de un accidente de tráfico,
dejando tres hijos mayores de edad y habiendo otorgado testamento ante
notario, en el que lega a su hijo B, con cargo a su legítima estricta, en lo
que exceda al tercio de mejora y, por último, a la parte de libre
disposición, una finca rústica propiedad del testador, en la que su referido
hijo ejercía una explotación agraria e instituye herederos por partes
iguales a su otros dos hijos C y D. Tanto a los herederos, como a los
legatarios, les sustituye vulgarmente por sus respectivas estirpes de

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descendientes. Al practicar los hijos el inventario de la herencia acuden


en consulta sobre la inclusión en la misma de las siguientes partidas:
- La indemnización con la que se condenó en sentencia firme, por el
fallecimiento de su padre, a la persona responsable del accidente que
causo su muerte instantánea.
- La indemnización, pendiente de cobro, con la que se condenó en
sentencia firme a un médico, por los daños causados a su padre en una
operación quirúrgica.
- La sanción que se impuso a su padre por incumplimiento de sus
obligaciones tributarias.
- La indemnización que su padre tenía que satisfacer a una persona, como
consecuencia de un delito en el que fue condenado, mediante sentencia
firme.
- Una importante suma por un seguro de vida, en el que su padre
designaba beneficiarios a sus herederos testamentarios y que de cobrarlo
solo sus hijos 2 y 3, si formaba parte de la herencia, quedaba perjudicada
la legítima de su hijo 1.
- La responsabilidad por la cantidad con la que su padre había afianzado a
una sociedad de la que era socio.
Preguntaban además si estaban vinculados por una oferta que había
hecho su padre a un tercero para la venta de la finca rústica legada a su
hijo.

98 Opinión
Respecto a la indemnización por la muerte del padre no se resarce a
este, sino a los parientes por el daño moral sufrido. Por ello, no forma
parte del haber hereditario y en principio creo que deben recibirla todos
los hijos, como parientes más próximos, por partes iguales. No debe
atenderse a la proporción en que los hijos hayan sido llamados a la
herencia, pues la indemnización es a ellos y no al padre; cosa distinta sería
si un hijo tuvo una conducta reprobable con el padre que provocó su
desheredación o incluso la indignidad para suceder ¿cómo decir que tuvo
un daño moral por la muerte de su padre? De todas formas esto último es
difícil de probar y sería el juez quien debería concretar qué pariente y en
qué proporción se produjo ese daño. Pensemos que existe cónyuge
viudo , es claro que su daño moral por la muerte en accidente de su
cónyuge puede ser igual o mayor que el de los hijos.
La indemnización concedida al padre por la negligencia médica, aunque
esté pendiente de cobro, si pertenecía al padre y, por ende, forma parte
del haber hereditario, debiendo repartirse entre los hijos llamados como
herederos.
Respecto a la sanción por la deuda tributaria no se transmite a los
herederos. Lo dice claramente el art.39 LGT . Si que se transmite la
deuda tributaria, pero no la sanción. La deuda está constituida, conforme
al art.58 LGT , por la cuota o cantidad a ingresar que resulte de la
obligación tributaria principal o de las obligaciones de realizar pagos a
cuenta., más el interés de demora, los recargos por declaración

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extemporánea y los recargos del período ejecutivo. La no transmisión de


la sanción es reflejo de un principio, aplicable en derecho penal (por
ejemplo las multas como pena) y el derecho sancionador (se impone a un
funcionario público una multa como sanción en un expediente
administrativo), llamado personalización de la pena, en el sentido que esta
debe cumplir exclusivamente por el sujeto penado o sancionado. Así
resulta del CP art.130 : «La responsabilidad criminal se extingue: 1º. Por
la muerte del reo»
Distinta de la multa, como sanción penal, es la responsabilidad civil
derivada del accidente con la que debía el causante indemnizar a las
víctimas del accidente; no es una sanción penal, sino una indemnización
por daños y en ella han de subrogarse los herederos.
Respecto al seguro de vida tampoco forma parte del caudal hereditario.
Lo reciben de la compañía de seguros directamente los beneficiarios, sean
o no herederos y conforme a lo pactado en la póliza. El art.84 Ley del
Contrato de Seguros dispone que: «si en el momento del fallecimiento del
asegurado no hubiere beneficiario concretamente designado, ni reglas
para su determinación, el capital formará parte del patrimonio del
tomador». Por tanto, cuando están claramente designados no forman
parte del patrimonio del causante. Cosa distinta es si deben traerse a
colación como donaciones o atribuciones gratuitas las cantidades
satisfechas por las primas del seguro de vida. La contestación creemos
debe ser afirmativa, pero con la siguiente matización: la contratación de
un seguro de vida, que beneficie al cónyuge o a hijos necesitados de
atención podría encuadrarse en el concepto de atenciones ordinarias de
la familia, siempre que se ajusten al uso del lugar y a las circunstancias de
la misma, tomando como pauta el art.1319 CC .
En cuanto a la fianza, consideramos que los herederos sí quedan
subrogados en la posición jurídica del fiador, en base a los art.1847 CC
(«la obligación del fiador se extingue al mismo tiempo que la del deudor, y
por las mismas causas que las demás obligaciones») y 1848 CC que, no
obstante la confusión que se produce por la sucesión hereditaria deja
subsistente la obligación del subfiador. B, al tener el carácter de legatario,
no responderá de la fianza, pero si por consecuencia de la misma los
herederos tienen que pagar al acreedor y no pueden cobrar de la
sociedad deudora o afianzada las cantidades a que tiene derecho el fiador
que paga, conforme dispone el art.1838 CC , podrán reclamar contra B,
la parte correspondiente, en el supuesto en que como consecuencia de
ese pago hayan recibido menos de lo que por legítima les corresponde en
la herencia de su padre.
Respecto a la vinculación de los herederos por la oferta hecha por su
causante, es claro que si antes del fallecimiento se aceptó y este tuvo
conocimiento de ella el contrato se perfeccionó, conforme el art.1262
CC . Sin embargo, si la aceptación se hizo después de su fallecimiento es
discutible que los herederos quedasen vinculados y el contrato
perfeccionado. A favor podría sostenerse que la subrogación de los
herederos comprende todas las obligaciones que no se extinguen por su

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muerte (CCart.659 y 66 ) y aquí existía la obligación de quedar


vinculado por el contrato si el otro acepta, antes de la revocación. Sin
embargo, creemos que el conocimiento por el oferente de la aceptación
es un elemento esencial para considerar perfeccionado el contrato y este
conocimiento es algo exclusivamente personal, no transmisible a los
herederos. Pensemos que el oferente, después de hacer la oferta, tiene
un accidente que le sumerge en una muerte cerebral y, por ende, no
puede conocer la aceptación: ¿cómo van a quedar vinculados sus
herederos? Si ello ocurre con la muerte cerebral con mayor razón es
aplicable a la muerte física. Cosa distinta es si la oferta fuera irrevocable,
si el oferente fuera un comerciante y se refiere a actos de su tráfico
mercantil o incluso el supuesto de contratación electrónica (en este
último caso el art.1262 CC , sigue la teoría de la emisión).
Si la oferta hubiera sido vinculante para los herederos se plantearía el
tema de sus efectos respecto al legado hecho de la finca, pero cómo
llegamos a la conclusión de que no lo es, no entramos en este tema.

101 Jurisprudencia
Respecto a la indemnización por causa de muerte . El Tribunal Supremo
en Sentencia 1-4-09, considera como doctrina pacífica que «el derecho a
la indemnización por causa de muerte no es un derecho sucesorio, sino
ejercitable ex iure propio, al no poder sucederse en algo que no había
ingresado en el patrimonio del de cuius, por lo que la legitimación no
corresponde a los herederos en cuanto tales, sino a los perjudicados por
el fallecimiento, pues solo los vivos son capaces de adquirir derechos»
-sentencias 20-7-95, 12-5-90 y 15-4-88, entre otras.
En cuanto al matiz que expresábamos en la Opinión que debe atenderse
al daño moral real y este puede no ser igual en todos los parientes, es
interesante la sentencia TS 14-12-96, en el que ante un supuesto de la
muerte por accidente de una niña abandonada por sus padres, a los que
se les había quitado la guarda y custodia, desde los 14 años, internada en
un centro de menores y reclamación por éstos de una indemnización de
18.000.000 de pesetas se rebaja a 1.000.000, pues la privación de dicha
patria potestad a los padres no significa que en ellos no se ha producido
sufrimiento moral por la muerte de la hija, que la Sala de instancia
considera sin duda atenuado; y a virtud de la obligación reparadora del
art.1902 CC , ese sufrimiento psíquico o espiritual minorado debe ser
reparado (1).
Respecto a la sanción penal. La sentencia AN 10-6-05 considera la
intransmisibilidad de las sanciones y la extinción de estas por la muerte
del responsable, como ocurre para las penas en el Código Penal (art.112.1
del anterior texto y art.130.1 del actual), derivado de los principios de la
personalidad de las penas y de las sanciones (TS 8-11-90) y el de la
responsabilidad que se asienta en la culpabilidad individual, sin que las
sanciones administrativas puedan asimilarse, a estos efectos, a una
obligación pecuniaria civil (2).

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Respecto a la sucesión de los herederos en la oferta contractual, la


Sentencia TS 23-3-88 considera que: «constando el fallecimiento del
oferente u ofertante en 14 de septiembre de 1977, no cabe que los
efectos de la oferta sean transmisibles a sus causahabientes, a quienes
solo podría vincular (CC art.1.257 ) de haberse perfeccionado el
contrato en vida del de cuius (3).

3. Conceptos de heredero y legatario. Sus diferencias

115 Según el CC art.660 : «Llámase heredero al que sucede a título universal


y legatario al que sucede a título particular».
Así, es heredero el sucesor a título universal, que sustituye al difunto en
todas las relaciones jurídicas activas y pasivas que no se extingan con su
muerte, pasando a ocupar en ellas la misma posición que ostentaba el
causante.
El legatario es un sucesor a título particular, que sustituye al difunto en
relaciones jurídicas determinadas. No obstante, los legados pueden ser de
muy diversas clases, algunas de las cuales no se ajustan al concepto
anterior (por ejemplo, legado de una pensión o de cosa ajena), por lo que
algunos autores entienden que legatario es todo el que recibe una
atribución patrimonial mortis causa sin ser heredero.
Son, por tanto, sus principales diferencias:
- El heredero sucede en todo el patrimonio del difunto o en una cuota del
mismo, mientras que el legatario sucede en bienes, derechos o valores
determinados, hasta el punto que algunos opinan que el heredero es un
auténtico sucesor, mientras que el legatario es un mero preceptor.
- El heredero responde de las deudas del causante personal e
ilimitadamente con sus propios bienes (CC art.1003 ), salvo que acepte
acogiéndose al beneficio de inventario (CC art.1023 ); el legatario no
responde del pasivo de la herencia, salvo que toda se distribuya en
legados (CC art.891 ) o que el testador le haya impuesto algunas cargas
y obligaciones, pero siempre hasta el valor de su legado (CCart.797 y
858 ).
- El heredero sucede por ley en la posesión de los bienes hereditarios,
incluidos los específicamente legados, si llega a aceptar la herencia (CC
art.440 ). El legatario no precisa aceptar, pero debe pedir la entrega,
pues no tiene a su favor esta posesión civilísima u ope legis.
- Al heredero se le transmiten las relaciones de mero hecho del causante
(prescripción comenzada, aceptación de oferta...). No sucede así con el
legatario.
Recapitulando, el carácter más importante del legatario frente al heredero
es negativo: no desempeña, en principio, ninguno de los papeles del
heredero en la liquidación de la herencia, pago de deudas y defensa del
patrimonio moral y material del causante.
Desde el punto de vista formal: mientras la herencia se produce
forzosamente siempre que alguien muere, el legado no se produce nunca

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necesariamente, sino que es consecuencia de la voluntad del causante. Es


decir, el heredero puede ser designado por el testador o llamado por la
ley, el legatario solo por el testador.
Por último, cabe añadir:
a) El legado, a diferencia de la herencia, se adquiere sin aceptación ,
aunque en los últimos tiempos se está poniendo en duda esta carácter
tradicional del legado, defendiéndose que en todo caso debe tener la
posibilidad de repudiar o como resulta de la Resol DGRN 19-9-02, la
diferencia entre el legatario y el heredero no se encuentra en la necesidad
o no de su aceptación, ya que en ambos casos es necesaria la aceptación
de los beneficiados, sino que la diferencia se encuentra en que el
heredero para que adquiera la propiedad de los bienes concretos
heredados además de aceptar la herencia debe procede a la partición de
la misma (CC art.1068 ); mientras que el legatario de cosa cierta, una
vez que acepta la cosa legada, adquiere la propiedad de la misma desde el
fallecimiento del causante. Y la Resolución citada llega a esta conclusión
en virtud de dos argumentos:
1º) Resultarían difícilmente explicables las normas del Código que se
refieren a la aceptación o repudiación del legado (CCart.863 y 888 a
890 ), o las que repetidamente hacen referencia al pago de los legados
(CCart.902 y 1026 a 1032 ), a la ineficacia del mismo si la cosa perece
después de la muerte del testador sin culpa del heredero (CC
art.869.3º ), o las que prevén la intervención del legatario en el acuerdo
de prórroga del albaceazgo (CC art.906 ) o en el nombramiento de
contador-partidor dativo y la confirmación de lo por él actuado (CC
art.1067 ).
2º) Por el juego del principio general de que «la adquisición de derechos
patrimoniales exige el consentimiento del interesado, con lo que podría
llegar a afirmarse que tal requisito constituye un principio general del
Derecho del que no queda excluida la adquisición de los legados de cosa
específica propia del testador».
b) El legatario no tiene obligación de colacionar.
c) No puede promover el juicio de testamentaría ni se precisa su
intervención en la partición.
d) Frente a la prohibición para ser testigo afectante al heredero, el
legatario puede serlo si el legado es de objeto mueble o cantidad de
escasa importancia (CC art.682 ).

117 La doctrina gira en torno a dos criterios para su distinción: el sistema


subjetivo y el sistema objetivo. Se discute cuál es el seguido por el Código
Civil:
A. El sistema subjetivo, propio del Derecho Romano, otorga primacía a la
voluntad del causante, expresada en el nombre que da al designado
(nomen heredis), sin atender a si se le instituye en toda la herencia, en una
parte alícuota de ella o en cosa cierta. Esta tesis se basa en estos
argumentos:

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a) Los precedentes históricos, que siguen el criterio subjetivo romano,


congruente con el sistema de responsabilidad ilimitada del heredero, del
mismo origen.
b) La tendencia voluntarista de nuestro Derecho, donde la voluntad del
testador es ley de la sucesión, como se observa fundamentalmente en los
siguientes preceptos:
- «El testador puede disponer de sus bienes a título de herencia o de
legado. En la duda, aunque el testador no haya usado materialmente la
palabra heredero, si su voluntad está clara acerca de este concepto,
valdrá la disposición como hecha a título universal o de herencia» (CC
art.668 ).
- «Toda disposición testamentaria deberá entenderse en el sentido literal
de sus palabras, a no ser que aparezca claramente que fue otra la
voluntad del testador. En caso de duda se observará lo que aparezca más
conforme a intención del testador según el tenor del mismo
testamento» (CC art.675.1 ).
El art.660 CC equipara el heredero al sucesor a título universal, pero
ello significa que, por considerarse sucesor del causante en su misma
posición jurídica, su responsabilidad es ilimitada.
El art.768 CC no es una norma imperativa, sino meramente
interpretativa de la voluntad del testador, por lo que la intención real del
causante puede desvirtuarla.
B. El sistema objetivo , germánico o moderno considera, en cambio, que
es heredero el llamado a adquirir la totalidad de la herencia o una parte
alícuota de la misma, sin atender a si ha sido o no designado como tal.
Esta postura tiene a su favor los siguientes argumentos:
- Es la solución más sencilla y clara, por lo que ha sido aceptada en la
generalidad de las legislaciones.
- Del art.660 CC se desprende que la cualidad de heredero no resulta
del nombre que dé el testador, sino del llamamiento a título universal.
- Del art.768 CC : «El heredero instituido en cosa cierta y determinada
será considerado como legatario», que rechaza la posibilidad de que el
instituido ex re certa sea heredero, ya que su llamamiento es a título
particular.
Finalmente es interesante una posición intermedia, o ecléctica, que
combina elementos de las anteriores, entendiendo que ambas posturas,
objetiva y subjetiva, coinciden si la primera es entendida rectamente. Lo
fundamental es buscar la verdadera voluntad del testador, ley de
sucesión. Del juego combinado de los art.660 , 668 y 675.1 CC se
deduce que debe entenderse que quiere que sea heredero el llamado a
suceder a título universal. Luego, si el testador no califica a alguien como
heredero, pero su voluntad es clara acerca de que suceda a título
universal lo será, pero si lo califica de heredero y no existe un
llamamiento a título universal no puede ser heredero.
El TS y la DGRN han declarado que si falta el llamamiento a la totalidad o
parte alícuota de la herencia y el llamamiento se hace a cosa cierta y
determinada, no habrá heredero, sino legatario, como afirma el artículo

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768 CC si falta en nomen heredis, pero si el llamamiento es de parte


alícuota, estamos ante el legado de parte alícuota, tradicional en nuestro
Derecho.

4. Legatario de parte alícuota

125 La admisión de esta figura, así como de la institución ex re certa»,


depende de la postura que se adopte en el problema anterior.
1. Los partidarios de la tesis objetiva rechazan ambas. Sin embargo,
aunque su postura respecto de la institución ex re certa se ampara en el
tenor literal del CC art.768 , para el legatario de parte alícuota
encuentran obstáculos en los siguientes preceptos:
- El art.655.3 CC a sensu contrario lo menciona entre quienes pueden
pedir la reducción de donaciones inoficiosas.
- El art.42.7 LH lo menciona indirectamente, al regular las anotaciones
preventivas, si bien para esta tesis se debe a que el art.152 RH lo
asimila a los herederos, de tal forma que podrá solicitar anotación
preventiva de derecho hereditario y no anotación preventiva de legado.
2. Los partidarios de la tesis subjetiva admiten la existencia del heredero
ex re certa, alegando que la regla del art.768 CC no es imperativa, sino
interpretativa de la voluntad del testador. También el testador puede
libremente otorgar un legado de parte alícuota.
La jurisprudencia y la DGRN han reconocido sustantividad propia a esta
figura. Así se dice que el legado parciario o de parte alícuota supone la
posibilidad de que el testador ordene la atribución a una persona de una
cuota líquida de la herencia, sin que ello suponga subrogación del
legatario en la posición del causante ni atribución a aquel de
responsabilidad personal por las deudas de la herencia, que le afectan,
pero no le obligan personalmente.

126 En lo que respecta a su régimen jurídico:


1. No es un heredero, por lo que no adquiere las relaciones jurídicas
activas y pasivas del causante, sino solo la fracción del activo hereditario
que resulte después de pagadas las deudas del causante.
2. No podrá demandar a los deudores del causante ni ser demandado por
los acreedores del mismo, ya que esta posición corresponde únicamente a
los herederos.
3. Al no ser heredero, no puede tomar posesión por su propia autoridad
del legado ni actúa a su favor la posesión civilísima del CC art.440 .
4. Puede pedir la reducción de donaciones inoficiosas (CC art.655.3 a
contrario).
5. Es partícipe de la comunidad hereditaria durante su indivisión, por lo
que puede pedir la partición (LEC art.782 ), ser citado a la división
judicial (LEC art.783.2 ), es miembro de la Junta (LEC art.784 ) y debe
ser citado a la formación de inventario (LEC art.793.3 ). La Resol DGRN

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22-3-07 considera que a la vista de la citada ley no cabe duda de la


necesidad de intervención del legatario de parte alícuota en la partición.
6. Puede solicitar la anotación preventiva de su derecho, al igual que el
heredero. El art.42 LH es aclarado en este sentido por los artículos
146 y 152 RH (en igual sentido se ha manifestado reiteradamente la
DGRN).
Por último, ha sido discutido si puede ejercitar el retracto de coherederos
del art.1067 CC . Aunque un sector doctrinal se inclinaba por la
respuesta negativa dada la literalidad del precepto, la mayoría lo admite,
puntualizándose por algunos que la solución dependerá de la ratio o
finalidad del precepto. Si dicho retracto se considera atribuido a los
coherederos por su específica condición de tales, prevalece la postura
negativa. Pero si se considera un caso particular de retracto de
comuneros, la respuesta debe ser afirmativa (como hemos visto, la
doctrina mayoritaria lo concibe como un cotitular del activo hereditario
junto con los herederos). De todas formas parece lógico sostener que los
coherederos serán preferentes respecto del legatario de parte alícuota,
pues más que por coheredero parece que lo ejercitaría como comunero.

128 Casos prácticos. Legado de parte alícuota


A continuación se expone un supuesto de hecho. La opinión sobre el
mismo, así como la jurisprudencia y Resoluciones de la DGRN aplicables.

130 Supuesto de hecho


D. A fallece, divorciado, con tres hijos de su matrimonio, mayores de
edad, bajo testamento en el que lega a su sobrino B la tercera parte de su
herencia, en pleno dominio, ordenando que en pago del todo o parte de
su haber se le adjudique una vivienda, que resulta perfectamente
identificada en su testamento e instituye herederos por parte iguales a
sus tres hijos C, D y E. -C-, que anda escaso de dinero, cede su derecho
hereditario a su suegro F, mediante precio. Posteriormente se procede a
la partición de la herencia por D, E y F, sin la intervención de B, haciendo
constar en la escritura de partición que se le entregará a este en pago de
su haber el piso legado. -B-, acude en consulta sobre si se puede
prescindir de él en la partición hereditaria y sobre si puede ejercitar el
retracto de coherederos.

131 Opinión
Consideramos que el legatario de parte alícuota debe intervenir en la
partición . Forma parte de una situación jurídica de comunidad que recae
sobre el caudal hereditario (no sobre la cualidad de heredero), teniendo
derecho a una parte líquida de ese caudal y lógicamente no puede
prescindirse de un comunero al extinguirse la comunidad de bienes (CC
art.402 ). En el caso planteado podría dudarse de si es necesaria esa
intervención al adjudicársele una vivienda en pago de parte de su haber.
A pesar de ello, creemos necesaria esa intervención, de un lado porque no
es un legatario de cosa específica y determinada, en cuyo caso sí que

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podría prescindirse del mismo, es legatario de parte de la herencia y, por


tanto, se integra en la comunidad y, de otro lado, porque la adjudicación
se hace en pago de parte de su haber, por lo que puede tener derecho a
percibir más bienes del caudal hereditario. Respecto a si el legatario de
parte alícuota puede ejercitar el derecho de retracto de coherederos
previsto en el art.1067 CC , existen argumentos para negarlo, pues
dicho legatario no es heredero y su posición en la herencia es distinta de
la de éstos. No obstante la mayoría de la doctrina admiten su posibilidad,
considerando que dicho retracto es una manifestación del retracto de
comuneros.
Tema discutible es si F, como cesionario debería haber intervenido en la
partición o tenía que haberlo hecho también o exclusivamente C, como
cedente de la cuota hereditaria. El art.1052 CC dispone: «Todo
coheredero que tenga la libre administración y disposición de sus bienes
podrá pedir en cualquier tiempo la partición de la herencia. Por los
incapacitados y por los ausentes deberán pedirla sus representantes
legítimos». Por su parte el art.1058 añade: «Cuando el testador no
hubiese hecho la partición, ni encomendado a otro esta facultad, si los
herederos fueren mayores y tuvieren la libre administración de sus
bienes, podrán distribuir la herencia de la manera que tengan por
conveniente».
En base a la literalidad del precepto consideran algunos autores que la
partición, a falta de contador partidor o de la realizada por el testador,
solo la pueden practicar los herederos y no el comprador o cesionario de
la herencia, aunque estimando subrogado al comprador en la propiedad
de los bienes contenidos en el lote asignado al comprador (argumentado
art.399 CC ). Se considera, no obstante, aplicable el art.403 CC , según
el cual: «Los acreedores o cesionarios de los partícipes podrán concurrir a
la división de la cosa común y oponerse a la que se verifique sin su
concurso. Pero no podrán impugnar la división consumada, excepto en
caso de fraude, o en el de haberse verificado no obstante la oposición
formalmente interpuesta para impedirla, y salvo siempre los derechos del
deudor o del cedente para sostener su validez». Frente a las posturas
anteriores Vallet de Goytisolo (4) considera: «Que no puede afirmarse que
sea personalísimo el derecho de los coherederos sobre el caudal relicto, y
que el art.403, aun en el caso de ser aplicable a la partición de herencia,
no podría tener significado más que referido a cosas singulares que
pudieran adjudicarse totalmente a otro heredero que no fuera el cedente.
Que es indudable la posibilidad de que todo coheredero puede designar
apoderado para que le represente en la partición de la herencia, lo cual
patentiza la evidencia de que no se trata de una actuación de carácter
personalísimo; y, siendo así, es de entender que la cesión de su cuota
implica, salvo convención en contrario, que el cesionario queda facultado
para pedir y practicar la partición».
Nosotros opinamos con Vallet que el cesionario tiene que intervenir en la
partición de la herencia y que no puede afirmarse que sea personalísimo
el derecho de los coherederos sobre el caudal relicto. Sin embargo,

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compartimos con Cámara, que la partición de una herencia puede ser una
operación extremadamente compleja, lo que nos hace pensar que para
determinadas operaciones que la integran se necesita la intervención del
cedente o vendedor de la cuota hereditaria, especialmente en aquellas
que derivan del carácter de heredero forzoso del cedente o que le puedan
suponer la asunción de deudas o cargas. Concretamente no creemos que
pueda prescindirse del vendedor-heredero, si es heredero forzoso, para la
colación, en los términos del CC art.1035 s. , tanto en lo relativo a lo
que venga obligado a traer a la masa hereditaria, como lo que pueda
reclamar de otros coherederos obligados a colacionar. Tampoco se puede
prescindir del mismo, a nuestro juicio, en lo relativo a la fijación de las
legítimas. Por último, la determinación del pasivo hereditario puede
comprometer seriamente al heredero, al reconocerse deudas de su
causante.

132 Jurisprudencia
Sentencia TS 12-6-06. Preterición del legatario de parte alícuota en la
partición. Partiendo de la asimilación a ciertos efectos del legatario de
parte alícuota y del heredero concluye que su preterición en la partición
«ha de producir los efectos previstos en el CC art.1080 para el caso de
preterición de un heredero, de forma que si se produce de mala fe o
dolosamente -conociendo su existencia- ha de desembocar en la rescisión
de la partición así realizada» (5).

133 Resoluciones DGRN


RDGRN 22-3-07. Exige la intervención del legatario de parte alícuota
para llevar a cabo la partición con los herederos (6).
La DGRN Resol 20-7-2007 contempló la situación de un legitimario al
que se le atribuye por su padre lo que por legítima le corresponda y para
el pago de la misma ordena que se le adjudique una cosa específica,
considerando que en este caso «no estamos ante un legatario de cosa
específica y determinada, sino ante un legatario de parte alícuota y como
tal cotitular de los bienes que integran el activo neto partible, cuyo
régimen jurídico en lo concerniente a la intervención en la partición de la
herencia se asemeja al de un heredero» (7).
La DGRN Resol 23-12-2012, contempla un supuesto muy especial.
Fallecido uno de los cónyuges se traba embargo sobre la cuota ganancial
del otro cónyuge y se adjudica a un postor o cesionario, considerando la
DGRN que se necesita en este caso la intervención del cónyuge, cuya
cuota se embargo, para practicar la liquidación de la sociedad de
gananciales, argumentando que: «respecto de la sociedad de gananciales
disuelta, es posible embargar la cuota abstracta de un cónyuge, pero no
subastarla, pues la traba está llamada a ser sustituida por los bienes que
se adjudiquen al deudor, que serán objeto de ejecución específica (CC
art.1373); y si se subasta la cuota el adquirente solo recibe un derecho
imperfecto, dependiente de una situación respecto de la que es tercero: la
liquidación, que no efectúa él sino los cónyuges o sus herederos» (8).

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5. Situaciones en que puede encontrarse la herencia

140 En sentido objetivo, la herencia puede encontrarse en varias situaciones:


- Presunta: Antes de la apertura de la sucesión, cuando el causante no ha
muerto aún o no se ha cumplido la condición suspensiva que el testador
impuso.
- Abierta: Desde la muerte (CC art.657 ) o declaración de fallecimiento
(CC art.196 ) del causante.
- Deferida: Cuando alguien puede hacer suya la sucesión abierta a su
favor por testamento o por ley (CC art.658 ).
- Yacente: si está deferida, pero aún no ha sido aceptada.
- Adida, aceptada o adquirida: cuando el heredero ha manifestado
expresa o tácitamente su aceptación (CC art.988 ). Siendo varios los
herederos que acepten la herencia, esta podrá estar indivisa o dividida y
adjudicada.
- Vacante: si no hay herederos o habiéndolos no pueden o no quieren
heredar, en cuyo caso herencia corresponde al Estado.

141 Tiene especial complejidad el tema de la herencia yacente. Su


admisibilidad depende del criterio seguido acerca de la adquisición de la
herencia:
- El sistema germánico entiende que la herencia es adquirida
automáticamente por el heredero desde la muerte del causante sin
necesidad de aceptarla, pudiendo repudiarla dentro de un determinado
plazo.
- El sistema romano confiere al llamado el derecho de aceptar o repudiar
la herencia. Mientras no lo haga, la herencia se encuentra sin titular
actual, está yacente.
Quienes niegan en nuestro Derecho la existencia de una situación de
herencia yacente, entienden que el Código sigue el sistema germánico de
adquisición de la herencia. Se basan en los siguientes preceptos:
1. El art.657 CC : «Los derechos a la sucesión de una persona se
transmiten desde el momento de su muerte».
2. El art.661 CC : «Los herederos suceden al difunto por el hecho solo
de su muerte en todos sus derechos y obligaciones».
3. El art.989 CC : «Los efectos de la aceptación y repudiación se
retrotraen siempre al momento de la muerte la persona a quien se
hereda».
La mayoría cree que el Código sigue el sistema romano, ya que la
aceptación es necesaria para adquirir la condición de heredero y el
art.989 no impide que, en la práctica, desde la muerte del causante hasta
la aceptación, medie un período de tiempo en que la herencia está
yacente.
Como ejemplos de herencia yacente podemos citar, el que se instituya
heredero a un nasciturus (CCart.965 y 967 ), que se defiera la
herencia a una fundación por constituir o que el heredero esté instituido

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bajo condición suspensiva (CCart.803 y 804 ), sea persona


desconocida o que el heredero se haya reservado el derecho a deliberar
(CC art.1020 ).
El TS mantiene que carece de personalidad jurídica. Estamos ante un
patrimonio relicto al que se otorga para determinados fines una
consideración y tratamiento unitarios, siendo su destino ser adquirida por
los herederos voluntarios o legales.
Por último, haremos referencia a los distintos preceptos del
ordenamiento jurídico que se ocupan de ella:
- El art.1934 CC : «La prescripción produce sus efectos a favor y en
contra de la herencia antes de haber sido aceptada y durante el tiempo
concedido para hacer inventario y para deliberar».
- El art.6 LEC reconoce capacidad para ser parte «a las masas
patrimoniales a los patrimonios separados que carezcan transitoriamente
de titular», en cuyo caso comparecerán en juicio «por medio de quienes,
conforme a la ley, los administren».
- En la esfera registral, las enajenaciones de inmuebles llevadas a cabo
durante el período de yacencia no necesitan inscripción previa a favor del
administrador, ya que basta, a efectos del tracto sucesivo, que el
adquirente justifique que los bienes enajenados se encontraban inscritos
previamente nombre del causante (LH art.20 ).
- La representación y administración de la herencia yacente
corresponderá normalmente al albacea o contador-partidor designado, y,
en su defecto, a los propios herederos llamados.
- Por último, el art.798 LEC establece que mientras la herencia no haya
sido aceptada por los herederos, el administrador de los bienes
representará a la herencia en todos los pleitos que se promuevan o que
estuvieren principiados al fallecer el causante y ejercitará en dicha
representación las acciones que pudieran corresponder al difunto hasta
que se haga declaración de herederos. Aceptada la herencia, el
administrador solo tendrá la representación de la misma en lo que se
refiere directamente a la administración del caudal, su custodia y
conservación.

NOTAS RELATIVAS A LOS CASOS PRÁCTICOS

(1)TS 14-12-96: «el daño moral, consiste en el precium doloris, ya que en el


supuesto que nos ocupa no concurren circunstancias de convivencia,
dependencia económica o patrimonial de los padres u otras semejantes; más
las circunstancias recogidas por ambas sentencias de cierto abandono por
parte de éstos, algún maltrato, desorden en los valores espirituales, hasta el
extremo de ocasionar se les privase de la guarda, custodia y educación, no
quiere decir que de modo absoluto se pueda afirmar que en ellos no se ha
producido sufrimiento moral, que la Sala de instancia considera sin duda
atenuado; y a virtud de la obligación reparadora del art.1902 CC, ese
sufrimiento psíquico o espiritual minorado debe originar una reparación
también reducida que proporcione, en la medida de lo posible, una satisfacción
compensatoria al sufrimiento causado».

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(2)AN 10-6-05. «Es doctrina jurisprudencial, recogida en la sentencia del TS


20-9-96, que cuando se trata de la responsabilidad de una persona física
derivada de infracciones administrativas, como ocurre en el presente caso, la
intransmisibilidad de las sanciones y la extinción de estas por la muerte del
responsable, prevista para las penas en el Código Penal (art.112.1 del anterior
texto y art.130.1 del actual), resulta ineludible para preservar uno de los
valores esenciales en que se asienta el ejercicio del ius puniendo del Estado,
como es el principio de la personalidad de las penas y de las sanciones (TS
8-11-90) y el de la responsabilidad que se asienta en la culpabilidad individual,
sin que las sanciones administrativas puedan asimilarse, a estos efectos, a una
obligación pecuniaria civil.

(3)TS 23-3-88 «Al no haber intervenido la supuesta acreedora en el


otorgamiento del instrumento, ni expresado con posterioridad su
consentimiento, el negocio de garantía alegado no nació a la vida jurídica...,
hallándonos entre tanto ante una mera oferta (Sentencias 22-12-66, 24-5-77,
10-10-80, 13-10-81 y 13-4-82, entre muchas otras), que puede ser revocada,
de no mediar plazo, al no existir declaraciones de voluntad concurrentes, toda
vez que el consentimiento supone la coincidencia de los quereres de todos los
intervinientes en algún momento del tracto contractual (Sentencias 7-12-62,
18-1-64, 20-5-85 y 12-7-85); y constando el fallecimiento del oferente u
ofertante en 14 de septiembre de 1977, no cabe que los efectos de la oferta
sean transmisibles a sus causahabientes, a quienes solo podría vincular (CC
art.1257 ) de haberse perfeccionado el contrato en vida del «de cuius».

(4) VALLET DE GOYTISOLO, JB.: Comentarios al Código Civil. Tomo XIV, Vol.
2º. Artículos 1035 a 1087 del Código Civil. Capítulo IV. De la colación y la
partición. Sección II. De la partición. EDERSA. Madrid, 1989.

(5)TS 12-6-06: «Si bien el artículo 660 del mismo código distingue entre
heredero y legatario considerando que el primero sucede a título universal y el
segundo a título particular, no puede desconocerse la asimilación a ciertos
efectos de la figura del legatario de parte alícuota a la del heredero en cuanto
acreedor de una parte de la herencia. Así ha de entenderse el régimen del
legado de parte alícuota....que obliga a que se concrete o materialice mediante
la partición el contenido económico para fijar la parte que le corresponde a
uno y otro... En consecuencia, la preterición en la partición del legatario de tal
clase ha de producir los efectos previstos en el art.1.080 del Código Civil para
caso de preterición de un heredero, de forma que si se produce de mala fe o
dolosamente -conociendo su existencia- ha de desembocar en la rescisión de
la partición así realizada».

(6)RDGN 22-3-07 «Partiendo de la consideración de que los legatarios de


parte alícuota entran en la misma especial situación de comunidad en que se
hallan los coherederos antes de la partición con respecto a los bienes
hereditarios, tal y como han confirmado el Tribunal Supremo y este Centro
Directivo en numerosas Resoluciones, ha de reconocérsele un evidente interés
en el mantenimiento de la integridad del caudal hereditario, no ya como
herederos, sino como copropietarios de los bienes de la herencia, dada su
condición de comuneros. De ahí que de acuerdo con la doctrina contenida en
los art.397, 1058 y 1059 del Código sea necesario su consentimiento para
efectuar actos de disposición sobre los bienes que integran la comunidad
hereditaria. Asimismo, la doctrina mayoritaria admite que el legatario de parte
alícuota pueda ejercitar el retracto de coherederos del art.1067 CC, partiendo

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de que este retracto no se atribuye a los coherederos por su específica


condición de tales, sino que estamos ante un caso particular del retracto de
comuneros, ya que el legatario de parte alícuota, como hemos dicho, es
considerado durante la indivisión de la herencia como copropietario del activo
hereditario junto con los herederos. Por todo lo expuesto, y dada la condición
del legatario de parte alícuota como miembro de la comunidad hereditaria y
copropietario de los bienes de la herencia, parece lógica la necesidad de exigir
la intervención del mismo, no solo para realizar actos de disposición sobre los
bienes comunes, sino también para proceder a la extinción de dicha comunidad
mediante la partición».

(7)RDGRN 20-7-07: «Sin embargo este defecto, tal y como está formulado, no
puede ser mantenido. Los testadores no realizan a favor de su hijo legitimario
un legado de cosa específica y determinada, sino que le atribuyen por vía de
legado (CC art.815 ) la legítima estricta, ordenando al Albacea Contador
partidor que en pago de la misma le adjudique determinados bienes,
disposición que el Contador Partidor deberá cumplir siempre que no
perjudique la legítima de los herederos forzosos (CC art.1056 ). Por tanto, no
estamos ante un legatario de cosa específica y determinada, sino ante un
legatario de parte alícuota y como tal cotitular de los bienes que integran el
activo neto partible, cuyo régimen jurídico en lo concerniente a la intervención
en la partición de la herencia se asemeja al de un heredero, como reconoce la
propia legislación hipotecaria (RH art.152 ) la jurisprudencia del Tribunal
Supremo (TS 11-2-1903, 16-10-40 y 22-1-63) y la doctrina de este Centro
Directivo (cfr. las Resoluciones de 30-6-56 y 12-6-63), de ahí que no le sea
atribuida la propiedad de la cosa que el testador ordenó se le adjudicara en
pago de su legítima, hasta que tenga lugar su entrega por el heredero o
Albacea autorizado por el testador para realizarla (CC art.885 ), sin que actúe
a favor del legatario parciario, la transmisión posesoria civilísima que se
produce en beneficio de los herederos (CC art.440 )»

(8)RDGRN 23-12-2012. «Así, las cuotas sobre un patrimonio en liquidación, en


cuanto tales, no son "bienes" susceptibles de enajenación forzosa, al carecer de
la necesaria concreción y determinación, imprescindible para que puedan ser
valoradas objetivamente, como trámite esencial de cualquier procedimiento de
enajenación forzosa sobre bienes del deudor, habida cuenta que nadie puede
ser privado de sus bienes sino en virtud de un acto legítimo de autoridad
[expropiación por causa de utilidad pública o interés social, previa la
correspondiente indemnización, o para satisfacción de los acreedores, en el
procedimiento judicial o administrativo tramitado con arreglo a la ley (Const
art.33 ; CC art.348 y 1911 )]. Por ello, el embargo de cuotas abstractas
en un patrimonio colectivo en liquidación es una medida cautelar que no
produce más efecto que el de anticipar el embargo sobre los "bienes futuros"
que se adjudiquen (si se adjudican) al deudor en la división del caudal. Así
resulta, sin duda alguna, del art.1373 CC, respecto a la sociedad de
gananciales, en caso de embargo de bienes comunes por deudas privativas de
un cónyuge. Es cierto que dicho art.1373 no se aplica a la comunidad
postmatrimonial disuelta (TS 28-9-93) por lo que no son embargables los
bienes comunes, ni una mitad indivisa de ellos, por deudas de un partícipe,
pues lo impide su naturaleza de comunidad germánica, según unánime doctrina
científica, jurisprudencial y de este Centro Directivo (cfr., entre otras,
Resolución de 8-7-98); (LA LEY 8116/1998) será posible embargar la cuota
abstracta del deudor en dicho patrimonio colectivo, a resultas de la liquidación
y adjudicación de bienes. Pero de este art.1373 se desprende, en forma

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implícita, una solución que se formula en forma expresa en el art.542


LEC/2000, que acoge la doctrina jurisprudencial anterior (entre otras, la
Sentencia de 29-4-91), según la cual debe suspenderse el procedimiento hasta
que se lleve a cabo la liquidación y adjudicación de bienes al deudor, pues la
cuota trabada no es susceptible de enajenación forzosa. Esta misma solución
es la que acogen los art.1699 y 1700 CC para la sociedad civil y el
art.1034 del mismo Código para la herencia aceptada con beneficio de
inventario: los acreedores particulares del socio o del heredero pueden pedir
(en la sociedad civil acarrea la disolución) la retención o embargo de la cuota
de liquidación o el remanente que pueda resultar a favor del heredero; en los
dos casos es imprescindible la liquidación, por lo que habrá que suspender la
ejecución, con lo siguientes argumentos: «Lo peculiar del supuesto de este
recurso es que no se ha suspendido la ejecución, sino que ha seguido hasta la
subasta y remate de las cuotas embargadas; pero el rematante, al menos en
cuanto a la cuota en los gananciales disueltos (sin prejuzgar ahora los efectos
del remate respecto a la cuotas en el caudal hereditario, propiamente tal) no
sucede al deudor en la titularidad de dicho patrimonio ganancial disuelto
(téngase en cuenta la inherencia de dicho patrimonio a los cónyuges por su
origen familiar, lo que motiva la existencia de normas muy específicas en la
liquidación de la sociedad de gananciales, como, por ejemplo, los art.1405 y
1406, sobre adjudicación preferencial, y 1408, sobre alimentos a los partícipes)
y no llega a convertirse en copartícipe del patrimonio separado colectivo,
condición que conservan los cónyuges o sus herederos. En definitiva, el remate
no es traslativo de la cuota, sino que el rematante adquiere un derecho a la
entrega de los bienes que se adjudiquen al cónyuge deudor en la liquidación de
la sociedad de gananciales, liquidación que han de efectuar los cónyuges o sus
herederos (CC art.1404 : "el haber de la sociedad de gananciales se dividirá
por mitad entre marido y mujer o sus respectivos herederos") voluntariamente,
o, en su defecto, por el procedimiento establecido en la Ley de Enjuiciamiento
Civil (TS 2-4-90: la liquidación ha de practicarse en forma convencional, de
manera que solo ante la oposición del cónyuge deudor sería necesario acudir a
la liquidación judicial) que podrán instar los acreedores reconocidos. Se trata,
por consiguiente, de un derecho marcadamente obligacional, pues requiere
una actividad de especificación o determinación definitiva de su objeto, en la
que es imprescindible la actividad del deudor (y de los otros partícipes en los
patrimonios colectivos). En el momento de la adjudicación el rematante
adquirirá derecho real sobre tales bienes (CC art.1097 ) (según reiterada
doctrina del Tribunal Supremo sobre el valor traditorio de la aprobación del
remate por acto de autoridad, en este caso complementado por la
adjudicación, que actúa a manera de especificación); pero mientras tanto,
como acreedor a la entrega de bienes indeterminadamente (pues solo de la
liquidación resultará si hay activo neto y qué bienes se adjudican al deudor)
solo tiene la posición de cualquier acreedor en la división del caudal: intervenir
a su costa, para evitar que la división se haga en perjuicio o fraude de su
derecho (CC art.1083 y LEC art.782.5l ).

En resumen: respecto de la sociedad de gananciales disuelta, es posible


embargar la cuota abstracta de un cónyuge, pero no subastarla, pues la traba
está llamada a ser sustituida por los bienes que se adjudiquen al deudor, que
serán objeto de ejecución específica (CC art.1373 ); y si se subasta la cuota el
adquirente solo recibe un derecho imperfecto, dependiente de una situación
respecto de la que es tercero: la liquidación, que no efectúa él sino los
cónyuges o sus herederos».

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