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LA MICROECONOMIA
EN FRANCIA: COURNOT
Y DUPUIT
INTRODUCCION
305
306 HISTORIA DE LA TEORIA ECONOMICA Y DE SU METODO
COURNOT (1801-1877)
Antoine-Augustin Cournot, una de las mentes más originales que hayan atacado la
teoría económica, llevó una vida llena de tragedias y desengaños. Nacido en 1801 en
la Haute-Saóne (Francia), C ournot recibió su formación inicial en escuelas locales,
antes de ingresar en la Ecole Norm ale de París a la edad de veinte años, en cuya
institución siguió estudios matemáticos. D urante su juventud, C ournot dio rienda
suelta a su apetito insaciable por los libros (científicos y de todo tipo), a pesar de un
am enazador (y finalmente cumplido) presentimiento de ceguera inminente. Cuando
la Ecole Normale se disolvió, C ournot permaneció en París, donde, después de un
período de relativa pobreza, consiguió trabajo como secretario de uno de los genera
les de Napoleón, el mariscal Gouvion Saint-Cyr. Terminó su doctorado (en la
Universidad de París) durante este período (de 1823 a 1833) y entró en contacto con
los intelectuales más im portantes de su tiempo, muchos de ellos científicos físicos e
ingenieros. D urante su etapa de estudiante universitario, C ournot publicó varios
artículos matemáticos, así como las memorias militares de su patrón.
Los textos de C ournot sobre m atemáticas atrajeron la atención del gran físico y
estadístico Poisson, que le ayudó a asegurarse una posición como profesor de
matemáticas en Lyon, en 1834. Aquí, C ournot enseñó cálculo diferencial y completó
el trabajo inicial sobre su libro de probabilidades (Exposition de la théorie des
chances et des probabilités). Al año siguiente, C ournot fue designado superintendente
escolar de Grenoble, y en el curso de unos pocos meses asumió las responsabilidades
adicionales de inspector general de Educación (sucediendo a Ampère, que todos los
estudiantes de la ciencia eléctrica conocen). En 1838, C ournot se casó y también
publicó su trabajo seminal sobre microeconomía, Recherches sur les principes mathé-
matiques de la théorie des richesses (Investigaciones acerca de los principios matemáti
cos de la teoría de las riquezas). También fue nom brado inspector general de educa
ción volante, con base en París.
Sus problemas de la vista obligaron a C ournot a permanecer durante un año en
Italia, en 1844. Después se convirtió en superintendente de la Academia de Dijon en
1854, donde permaneció hasta su retiro en 1862. D urante este período y durante su
retiro en París, C ournot continuó publicando libros sobre filosofía social y sobre
cuestiones económicas. Probablem ente como resultado de su pérdida gradual de la
vista, el carácter de su trabajo experimentó cambios. Sus dos últimos libros de
economía, Principes de la théorie des richesses y Revue sommaire des doctrines
économiques, publicados en 1863 y 1877, respectivamente, no emplean matemáticas
para tratar las cuestiones económicas, y no añaden nada significativo al trabajo
original de C ournot sobre teoría económica (Recherches). C ournot m urió repentina
mente en 1877, pero, tristemente, casi nadie tuvo noticia de su trabajo sobre teoría
económica, con unas pocas excepciones importantes, como la de Léon Walras.
LA MICROECONOMIA EN FRANCIA: COURNOT Y DUPUIT 307
Las ideas de C ournot sobre el m étodo propio de la economía política son de gran
im portancia para valorar su papel en el desarrollo de la teoría. En defensa del uso de
las matemáticas como un procedimiento abreviado para expresar ideas complejas,
C ournot evaluaba los esfuerzos anteriores de Smith, Say y Ricardo:
H ay autores, com o Sm ith y Say, que h a n escrito sobre econom ía política co nservando en
su estilo to d o s los atractiv o s de la form a p u ram en te literaria; p ero hay otros, com o
R icardo, que, p o r a b o rd a r cuestiones m ás ab stractas o b u scan d o u n a m ay o r precisión, no
h an p o d id o ev itar el álgebra y se h a n lim itado a disfrazarla en form a de cálculos
aritm éticos de u n a pro lijid ad fatigosa. C u alq u iera que conozca la n o tació n algebraica lee
a prim era vista en u n a ecuación el resu ltad o al que se llega penosam ente m ediante las
reglas de la falsa posición en el cálculo com ercial (Investigaciones acerca de los principios
m atem áticos de la teoría de las riquezas, p. 18).
1 Las citas sin referencias de página, en este capítulo, se han tomado de traducciones realizadas por
los autores de este libro y no publicadas. Los textos originales franceses se citan en las Referencias, al final
del capitulo, pero los titulos franceses se sustituyen por los ingleses (;V. del 7.. o por los castellanos, si es el
caso) cuando existe traducción.
LA MICROECONOMIA EN FRANCIA: COURNOT Y DUPUIT 309
Así pues, la especificación teórica de la dem anda que lleva a cabo C ournot
(continua y con pendiente negativa) se deduce de su propia observación y de
simplificaciones y observaciones de las relaciones entre precio y cantidad. La teoría
puede entonces elevarse por encima de estos hechos y utilizarse para llegar a
deducciones basadas en determinados supuestos. Pero la teoría tiene que deducirse y
especificarse, ante todo, a partir de los hechos observados y no a tenor del capricho.
Los instrumentos así deducidos poseen una utilidad y una generalidad que trascien
den ampliamente los hechos empíricos a partir de los cuales cobraron existencia.
Form aba parte del genio de C ournot haber sido capaz de reconocer y explicar estos
métodos de teoría y de construcción de modelos.
C ournot hizo servir este método para la creación de numerosos modelos de com por
tam iento de la empresa, basados en la curva de demanda. Consideraremos dos de
estos modelos: 1) el modelo del monopolio, y 2) el modelo del duopolio (dos
productores). De este m odo podemos evaluar las principales contribuciones de
Cournot.
G ráfico 12.1
En una situación de coste nulo, la empresa venderá Q„ a P„. Con costes positivos,
la cantidad Qc se venderá a Pc, según el principio marginal. Obsérvese que para Qc
la función de ganancia 7r, tiene un valor máximo.
El análisis del duopolio en Cournot. Tal vez la más famosa de las teorías que
desarrolló C ournot sea la que se refiere a la introducción de un vendedor adicional
de agua mineral. En una concepción teórica profundam ente original, C ournot sentó
las bases de otras muchas ideas de im portancia para la economía, como la compe
tencia imperfecta (véase el capítulo 18) y la teoría de los juegos. Aunque la teoría del
duopolio de C ournot (dos vendedores) fue más adelante modificada y refinada
(especialmente por el inglés Francis Y. Edgeworth y el matemático francés Joseph
Bertrand), nada puede ocultar la brillante y original intuición de Cournot.
Cournot consideró dos vendedores, A y B, que conocen la curva de demanda
total (agregada) de su producto, perfectamente homogéneo, el agua mineral. Por lo
demás, cada uno de ellos no sabe absolutamente nada de la política que adoptará el
otro, hasta el punto de que A piensa que B m antendrá constante su cantidad sin
tener en cuenta lo que haga A, y B piensa lo mismo acerca de la cantidad de A.
Además, ambos vendedores siguen adoptando este supuesto sin tener en cuenta la
experiencia que puedan adquirir en co n tra rio . En el lenguaje del duopolio, este
supuesto se denom ina va ria ció n c o n je tu r a l d e cero , es decir, una conjetura de que B
no modificará su producción como reacción a las acciones de A. C ournot supuso
también que tanto A como B podían suministrar toda el agua mineral y, además,
que la producción de agua mineral se llevaba a cabo sin ningún coste. Analizó el
problema del producto y de la determinación del precio, tanto m atemática como
gráficamente, en las In v e stig a c io n e s, pero nuestra discusión se realizará en términos
gráficos.
A fin de analizar el problema del duopolio, C ournot desarrolló un nuevo instru
31 2 HISTORIA DE LA TEORIA ECONOMICA Y DE SU METODO
G ráfico 12.2
La curva de reacción de A describe el nivel de producción que maximiza el beneficio A,
dado el nivel de producción que elige B. Así, cuando B elige producir b0, A maximizará
su beneficio produciendo a0.
LA MICROECONOMIA EN FRANCIA: COURNOT V DUPUIT 31 3
G ráfico 12.3
Comenzando en el punto J (donde la producción de B es b0), las flechas trazan la
senda hacia el equilibrio estable (punto E), a través de sucesivos ajustes de la
producción de A y de B.
3 14 HISTORIA DE LA TEORIA ECON O M ICA Y DE SU METODO
Además de la teoría del duopolio, C ournot brindó muchas otras intuiciones teóricas.
Entre ellas estaban: 1) una descripción clara del modelo competitivo simple; 2) un
modelo muy avanzado de dem anda compuesta y derivada (de cobre y cinc para
producir latón); y 3) no por ser citada en último lugar la menos im portante, una
completa discusión de la estabilidad de diversos equilibrios económicos, que conside
ra la posibilidad de ligeras variaciones de la cantidad y el precio. (El lector puede
adquirir alguna noción del tercer tema inviniendo las curvas de reacción o inter
cambiando las denominaciones de los ejes en el gráfico 12.3.) En resumen, el libro de
C ournot estaba lleno de nuevas ideas.
Sin embargo, las contribuciones de C ournot al m étodo y a la teoría del m ono
polio y del duopolio han dom inado la atención de los teóricos. Y estas ideas,
especialmente las relacionadas con el duopolio, han suscitado varias críticas. Como
se dijo antes, Edgeworth y Bertrand intentaron perfeccionar el modelo del duopolio
de Cournot, modificando muchos de sus supuestos. ¿Por qué, por ejemplo, tiene un
duopolista que considerar constante la cantidad y no el precio de su rival? Más
directamente, ¿cómo puede A (por ejemplo) continuar suponiendo que el producto
de B se m antendrá constante a pesar de la repetida evidencia de lo contrario? ¿Qué
sucedería si hubiera un límite a la producción de un duopolista o de los dos? Y así
sucesivamente.
M uchos de estos temas han sido resueltos, por supuesto, pero forma parte de la
constante fascinación del modelo de C ournot que la solución de un tema plantea
dos más. Los modelos del oligopolio, la negociación bilateral y los supuestos alter
nativos relacionados con la variación conjetural en la m oderna teoría de los juegos
han sido sugeridos por modelos del tipo Cournot. Su modelo simple fue, y continúa
siendo, el molde de muchas ideas en la teoría económica. La fecundidad de estas
ideas le coloca con seguridad entre la primera fila de los teóricos económicos. Pero
es más, C ournot poseyó una extraordinaria visión de lo que tenía que ser la teoría
económica: una caja de herramientas, enraizada en el empirismo, integradora de los
principios organizativos para el análisis de una multitud de problemas económicos.
Este conocimiento, tan trágicamente ignorado por sus contemporáneos, le llevó a
una cima de logros raram ente alcanzada en la historia de la teoría económica.
LA M ICRO ECONOM IA EN FRANCIA: COURNOT Y DUPUIT 31 5
Dupuit fue el primer economista que presentó una discusión convincente del con
cepto de utilidad marginal y que lo relacionó con una curva de demanda. Utilizando
al máximo su capacidad de observación y abstracción, Dupuit pudo demostrar, ya
LA M ICROECONOM IA EN FRANCIA: COURNOT Y DUPUIT 317
Dupuit sugirió que cada unidad de una cantidad dada de agua tendría una utilidad
diferente. Pero, ¿por qué ha de poseer cada incremento de la misma mercancía una
utilidad diferente? Dupuit continuó su argumento, suponiendo que, como conse
cuencia de la instalación de una bomba, los costes de producción del agua se
reducen en 20 francos:
C ada incremento de la misma mercancía supone una utilidad diferente, porque las
unidades adicionales permitirán la satisfacción de necesidades «menos apremiantes,
menos esenciales». La utilidad adicional derivada de las unidades adicionales de la
misma mercancía debe disminuir.
Ampliando el ejemplo, Dupuit supuso que cuando el precio se redujese en 20
francos, el individuo dem andaría 4 hectolitros «para poder limpiar su casa todos los
días; si se le dan a 10 francos, pedirá 10 hl., para poder regar su jardín; a 5 francos
pedirá 20 hl. para instalarse una fuente; a 1 franco pediría 100 hl. para disponer de
una corriente continua», y así sucesivamente. Es la necesidad menos aprem iante que
se siente de una mercancía, no la más apremiante, la que define el valor de cambio
de todo el stock de los bienes. El argumento de Dupuit puede resumirse adecuada
mente en el gráfico 12.4.
Supongamos que el consumidor está originalmente en equilibrio cuando el
precio del agua es p x y la cantidad es q v Supongamos ahora, con Dupuit, que el
precio del agua disminuye hasta p 2. Al precio del agua más bajo el individuo no se
encuentra en equilibrio en el punto c. La utilidad marginal de la última unidad del
stock del que dispone el consumidor es m ayor que la utilidad marginal, ahora más
baja, del agua, representada por el precio menor. En términos de precio, lo que el
consumidor pagaría por una cantidad de agua es m ayor que el precio que debe
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pagar por dicha cantidad q v La misma cantidad de agua (qx) se podría com prar con
un gasto total menor, pero Dupuit supuso que el consum idor no haría esto. A cada
unidad adicional de agua entre la cantidad q x y la cantidad q2 le corresponde una
satisfacción marginal m ayor (aunque decreciente) que la que obtendría por la unidad
adicional correspondiente al precio p 2. Así pues, en un esfuerzo por maximizar la
satisfacción total, el individuo aum entará las compras de agua hasta la cantidad q2,
pero no más.
Como sugiere la rotulación del eje vertical (MU, utilidad marginal = precio) del
gráfico 12.4, la curva de utilidad marginal es la curva de dem anda de Dupuit (courbe
de consommation), y aunque la mayoría de sus ejemplos se refieren a los transportes
y comunicaciones, él consideraba que las mismas leyes se aplicaban a todos los
bienes y servicios. Proporcionó indicaciones precisas, en su artículo titulado «Tolls»,
que apareció en el Dictionnaire de Véconomie politique, de 1852-1853, sobre la
m anera de construir una curva de demanda:
Si en u n a ta b la de dos colum nas se colocan en la p rim era to d o s los precios, desde 0, al que
le co rresp o n d e el m ay o r consum o, h asta el precio al que ya n o se consum e nada; y en la
segunda, en relación con cad a precio, se coloca la co rresp o n d ien te can tid ad consum ida,
tendrem os la representación exacta de lo que llam am os la ley del consum o.
G rá fic o 12.4
A m ed ida q u e el precio del agua se red uce de p , a p2, el c o n s u m id o r com enzará a
satisfacer necesidades m en os aprem iantes. Por lo tan to , el c o n s u m o de ag u a aum entará
7
de < , a qr
LA M ICRO ECO N OM IA EN FRANCIA: COURNOT Y DUPUIT 319
Gráfico 12.5
El área OPN representa la utilidad total derivada de una m ercancía cuya curva de d em anda
es PN. A l precio Op, los con sum ido res pagan una c a n tid a d igual aOrnp y reciben
una u tilid a d e x c ed e n te igual a nPp.
Dupuit construyó una curva de dem anda semejante en 1844, seis años después
de que se publicasen las Investigaciones de Cournot. en un trabajo titulado «On the
M easurement of the Utility of Public Works».
Como Cournot, Dupuit expresaba la ecuación de la curva de consumo como y
= /(.y) o, de otro modo, Qd = f(p). Además, Dupuit (como Léon Walras y otros
economistas iban a hacer más tarde) colocó la variable independiente, el precio, en el
eje de las .y , y la variable dependiente, la cantidad, en el eje de las y. Los gráficos
microeconómicos modernos, siguiendo la práctica de Alfred Marshall, invirtieron
este procedimiento, porque Marshall trató el precio de dem anda marginal como una
función de la cantidad (véase el capítulo 16). La construcción de Dupuit se represen
ta en la figura 12.5.
Dupuit describió su construcción como sigue:
Si... [su p o n em o s q u e] a lo largo de una línea O P los segm entos Op, Op', Op"... represen
tan diversos precios de un artículo, y que las verticales pn, p ’r i , p " n " ... representan la
cantid ad consum ida, co rrespondiente a estos precios, entonces es posible co n stru ir una
curva Nn'rí'P, que llam arem os curva de consum o. O N representa la can tid ad consum ida
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Es evidente que esta curva es idéntica en su concepción a la del gráfico 12.4; esto
es, la curva de dem anda de Dupuit es una curva de utilidad marginal. Dupuit aclaró
su significado, con referencia al gráfico 12.5, afirmando que «la utilidad de... np
artículos es al menos Op y... para casi todos ellos la utilidad es mayor que Op».
La relación que Dupuit postulaba entre el precio, la utilidad marginal y la
cantidad era, pensaba él. un «hecho de la experiencia» que «ha sido verificado
estadísticamente». Era, además, una teoría poderosamente original, porque al vincu
lar la curva de dem anda con la utilidad establecía un nuevo planteamiento de la
investigación económica: la economía del bienestar. En especial, Dupuit estaba de
acuerdo en que el área total debajo de la curva de dem anda del gráfico 12.5 (área
OPN) representa la utilidad total producida por la mercancía. A un precio determi
nado por ejemplo, Op"— existe una determinada cantidad que los consumidores
estarían dispuestos a pagar por la mercancía, por encima de la que deben pagar. La
cantidad que deben pagar está representada por el área Op"n"r" en el gráfico 12.5, y
representa los ingresos de la empresa (se ignoran por el momento las otras combina
ciones precio-cantidad). En el caso de costes nulos (descrito en el gráfico 12.5), el
área Op"n"r" puede denominarse «excedente de los productores» o «rentas de los
productores». La cantidad que los consumidores estarían dispuestos a pagar por
encima de la que deben pagar es el área p"n"P. En los términos de Dupuit ésta es la
«utilidad que les queda a los consumidores», y en términos modernos se la llama
«excedente de los consumidores». Los ejemplos numéricos de Dupuit (véase la
sección siguiente) relativos a estos conceptos ilustran su importancia y al mismo
tiempo demuestran los progresos de Dupuit en el m onopolio y la discriminación de
precios.
casas, pero como indicaba Dupuit, esta libertad de entrada en la industria ferrovia
ria se ve cohibida por ciertos factores propios de la industria. Las enormes sumas de
capital que se requieren en un primer momento restringen la posibilidad de entrada
a un número limitado de personas. También sucede que, a causa de la singularidad
de la primera empresa, una «nueva sólo puede sobrevivir a expensas de la primera
y... el beneficio que es suficiente para una no es suficiente para dos».
La contribución analítica a la teoría del monopolio surgió cuando Dupuit
consideró los principios que regulan el com portamiento del m onopolista, tal como
se expuso antes. El puso de manifiesto la regla de maximización del beneficio del
monopolio en el curso de su discusión de los efectos, sobre la utilidad, de los peajes y
demás cargas que gravan el transporte. El cuadro 12.1, reproducido de un artículo
de 1849, es útil para ilustrar la primera concepción que tuvo Dupuit de este
principio tan bien conocido.
Los datos del cuadro 12.1 se refieren a una tarifa o tasa que un ferrocarril
m onopolista puede cargar por el viaje. Aquí Dupuit estaba considerando el caso de
un m onopolista que no está sometido a ninguna regulación y es libre para cargar
una tasa que maximice sus beneficios. Su m onopolista era un maximizador de
beneficios, porque «si la carretera o el puente o el canal es de propiedad privada, la
compañía propietaria tiene sólo un objetivo, y éste es obtener la máxima renta
posible del peaje». Así, el m onopolista que se enfrente a la lista de dem anda del
cuadro 12.1 sin ningún coste de producción cargaría una tasa de 5 francos, a fin de
maximizar los beneficios o ingresos brutos. El ejemplo se ampliaba entonces al
m onopolista con costes de producción, en cuyo caso Dupuit suponía que el «coste
de tracción» podía representarse por 2 francos por unidad de viaje. Estos costes de
tracción pueden identificarse con los costes variables, y en este caso, como Dupuit
señaló correctamente:
C uadro 12.1
D em an d a en condiciones de m o nopolio y cálculo de la utilidad
0 100 445 0 -2 0 0
1 80 425 80 -8 0
2 63 391 126 0
3 50 352 150 50
4 41 316 164 82
5 33 276 165 99
6 26 234 156 104
7 20 192 140 100
8 14 144 112 84
9 9 99 81 63
10 6 69 60 48
11 3 36 33 27
12 0 0 0 0
322 HISTORIA DE LA TEO RIA ECO NO M ICA Y DE SU METODO
La tasa que m axim iza el rendim iento n eto n o es la m ism a que m axim iza el rendim iento
bru to . Esta ú ltim a tasa era 5, la p rim era es 6, y crecería indefinidam ente con el coste. Se
sigue que c u an d o los costes de tracció n dism inuyen, el peaje debe d ism inuir p ara p ro d u cir
unos ingresos m áxim os («O n T olls an d T ra n sp o rt C harges», p. 20).
12.3. El cuadro 12.2 utiliza los mismos datos de dem anda que el cuadro 12.1, pero
supone un coste fijo de 110 francos. El cambio im portante consiste en que ahora no
existe ninguna tarifa sencilla que maximice el beneficio; sin embargo, una tarifa de 6
francos minimizará las pérdidas. No obstante, puede haber beneficios si se permite la
discriminación de precios. Supongamos que puede inducirse a 14 pasajeros, a través
de algún medio de diferenciación, a pagar una tarifa de 8 francos, mientras que los
12 restantes siguen pagando 6 francos. El mismo número de 26 pasajeros produciría
entonces un ingreso bruto de 184 francos y un beneficio de 22 francos. El excedente
de los consumidores, sin embargo, disminuiría de 78 a 50 francos.
El cuadro 12.3 muestra estos resultados y los efectos de otras diversas com bina
ciones de la formación de precios de tipo dual. Utilizando el precio dual (4,7) como
ejemplo, los cálculos de Dupuit se obtienen como sigue. Por el cuadro 12.2 sabemos
que 41 pasajeros están dispuestos a adquirir billetes a un precio de 6 francos. Dupuit
suponía que era posible distinguir 20 pasajeros de este grupo que estarían dispuestos
C uadro 12.2
D em an d a en condiciones de m o nopolio, u tilidad y costes
Costes Ingreso
N úm . de U tilidad
T arifa
pasajeros total
V ariables Fijos T otales Bruto N eto
C uadro 12.3
T arifa de dos clases
Gráfico 12.6
A d em ás del precio OM, un precio más bajo, Op, a u m en tará el ingreso del v e n d e d o r y el
Op',
e x c ed e n te de los c o n sum ido res re d u c ie n d o la utilidad p erdida. U n precio más alto,
a u m en tará el ingreso del v e n d e d o r pero d ism inu irá el e x c e d e n te d e los consum idores.
mercancía o servicio representado por la curva de dem anda del gráfico 12.6 se
distribuiría de la siguiente manera: el ingreso de m onopolio sería igual al área
O M T R ; el excedente de los consumidores (o utilidad que les queda a los consumido
res, en la terminología de Dupuit) sería igual al área TMP; finalmente, la utilidad
perdida, utilité perdue, seria igual al triángulo RTN.
En condiciones de competencia, esta utilidad perdida sería el resultado de la
escasez de recursos. Sin embargo, dado que Dupuit suponía que los costes de
producción eran nulos, la utilidad perdida en su ejemplo sólo puede atribuirse a las
restricciones del producto en condiciones de monopolio. La significación de la teoría
de la discriminación de precios de Dupuit es que demostró cómo podia aumentarse
el bienestar económico (es decir, la utilidad perdida podía reducirse) mediante la
formación de precios diferenciales. Como señaló con referencia al gráfico 12.6:
Así, sí el m onopolista se enfrentaba con la curva de dem anda del gráfico 12.6, podía
aum entar la cantidad total vendida hasta Or, vía discriminación, y la utilidad tota!
(la suma del excedente de los consumidores y el ingreso del m onopolio en el caso de
que no existieran costes) sería igual al área OPnr, que es mayor que O PT R en RTnr.
El aum ento de los ingresos del monopolio dependería, evidentemente, del número de
submercados que el monopolista pudiera establecer e invadir. Como señaló correc
tam ente Dupuit:
Si en tre los p n consum idores al precio Op podéis d istinguir el n úm ero p q que consum iría
al precio O M , y entre estos últim os el núm ero M q ’ que consum irían al precio Op', y podéis
obligarles p o r diversas com binaciones a p ag ar aquellos precios, entonces el ingreso de la
tasa será la sum a de los tres rectángulos Ornp + p q T M + M q 'n ’p'; la utilidad de los co n
sum idores [excedente de los co nsum idores] serán los tres trián g u lo s n q T + Tq'rí + n'p'P;
m ien tras que la p érd id a de u tilidad es sencillam ente la que se debe a la tasa m ás baja, el
trián g u lo N rn («O n the M easurem ent of th e U tility o f P ublic W orks», pp. 108-109).
Aunque generalmente se atribuye a Dupuit haber sido el prim er autor que analizó la
provisión óptima de bienes públicos y obras públicas desde un punto de vista del
bienestar, la investigación reciente ha dem ostrado que no fue sino uno de una larga
serie de ingenieros-economistas franceses interesados en estos problemas. Los inge
nieros franceses Joseph M inard y Henri Navier, por ejemplo, estuvieron trabajando
en cuestiones similares mucho antes que Dupuit. No obstante, el descubrimiento
realizado por Dupuit de la función de utilidad marginal le permitió efectuar estima
ciones mucho mejores de los beneficios derivados de los bienes ofrecidos por el
gobierno, y es su formulación la que ha inspirado la investigación contem poránea
sobre estos temas.
La regla general de Dupuit para la provisión de bienes públicos —carreteras,
distribución de agua, transporte público, etc.— era que el gobierno debía proporcio
nar estos bienes si se podía idear un plan de formación de precios tal que el coste
anual total asociado al bien pudiera cubrirse produciendo alguna «utilidad neta».
En otras palabras, el bien tenía que suministrarse si los ingresos anuales marginales
de una empresa pudieran cubrir los costes marginales (incluidos los costes de capi
tal), para ser am ortizados anualmente durante un número determinado de años.
Su teoría de la provisión óptima puede ilustrarse utilizando el modelo de discri
minación de precios desarrollado más arriba. El análisis de la discriminación de
Dupuit era completamente general en su descripción de la técnica de formación de
precios. En especial, él admitía que un monopolio público, en contraste con un
monopolio privado, puede seguir una política de discriminación restringida. En
opinión de Dupuit, la propiedad gubernam ental encuentra su raison detre en las
decisiones de la sociedad relativas a la distribución de la renta real. Si el interés
público es una consideración decisiva en la dirección de un servicio o en la provisión
de un bien, el gobierno gestionaría la empresa de manera que maximizase el exce
dente de los consumidores. El excedente de los consumidores producido por un
sistema de formación de precios, que no tiene im portancia para un m onopolista
privado, es de primera importancia para un gobierno que se interesa por la distribu
ción de la renta. Como observó Dupuit:
LA M ICROECO N O M IA EN FRANCIA: COURNOT Y DUPUIT 327
V arian d o el precio o diferenciándolo de varias m aneras, las tres p artes de la u tilidad to tal
adqu ieren p ro p o rcio n es variables, unas a costa de las otras.
La dirección de un m on o p o lio p lan tea u n a serie de cuestiones im portantes... ¿Es el
beneficio el m ay o r que puede obtenerse? ¿Tiene que ser el rendim iento una can tid ad fija y
debe reducirse a un m ínim o la p érd id a de utilidad? («O n T olls an d T ra n sp o rt C harges»,
p. 31).
L a tarifa (2, 6) m axim iza la u tilidad [u tilid ad neta, o excedente de los p ro d u cto res y
excedente de los consum idores], au n q u e im plica al ferrocarril en u n a p érd id a de 6; pero
esta p érd id a puede evitarse elevando el precio de la segunda clase sólo un poco p o r
encim a de 2, lo que reduciría la u tilidad hasta alred ed o r de 260 y el núm ero de p asajeros a
60. E sta es la tarifa que a d o p ta ría el gobierno, porque cubriría tocios los costes. El
ferrocarril gestio n ad o p o r u n a co m p añ ía p rivada sólo serviría a cu aren ta y un p asajeros y
les p ro p o rc io n aría u n a utilidad de 92; si lo gestionase el gobierno, serviría a 60 p asajeros y
les d aría u n a utilidad de alred ed o r de 160 («O n T olls an d T ran sp o rt C harges», pp. 22-23).
la teoría pura del precio de monopolio en términos precisos» (The Long View and
the Short, p. 388). Además, la tradición francesa económico-ingeniera continuó
después de 1850. En la segunda mitad del siglo, otros dos estudiantes de la Ecole des
Ponts et Chaussées brillaron de forma extraordinaria. Emile Cheysson (1836-1910)
iluminó espléndidamente muchos aspectos de la teoría microeconómica en el marco
de un análisis que evoca la econometría moderna, y Clement Colson (1853-1939)
amplió el genio francés para la microeconomía aplicada al presente siglo, especial
mente en lo relativo a la economía del transporte.
El genio especial de los ingenieros franceses fue reconocido, entre los economis
tas, por gigantes de la talla de Alfred Marshall. En su Industry and Trade (p. 117),
M arshall observó que
Con todo, no fueron sólo los ingenieros franceses los que contribuyeron al análisis
económico en el siglo xix. En Alemania, Wilhelm Laundhardt (1832-1918), ingeniero
de ferrocarriles, realizó im portantes contribuciones a la teoría de la formación de
precios en el monopolio, a la localización industrial y el análisis de áreas de
mercado, y a la economía del bienestar. Un ingeniero austríaco, Wilhelm Nórdling,
construyó curvas de coste empíricas para los ferrocarriles austríacos en 1886. Final
mente, en Inglaterra, dos ingenieros especialmente capaces, Dionysius Lardner y
Fleeming Jenkin, acometieron la representación gráfica de la oferta, la dem anda y la
maximización del beneficio en la mismísima tierra de la economía clásica. Sus
esfuerzos en este sentido, tal vez más que cualquier otro factor, convencieron a
William Stanley Jevons (véase el capítulo 14) de que la teoría económica clásica
había dejado de tener utilidad y que debía dar paso a un nuevo paradigm a del
análisis económico.
U na observación im portante que debe deduorse de un estudio de la economía
aplicada en el siglo xix es, por tanto, que un número significativo de contribuciones
originales e im portantes a la microeconomía fueron realizadas por hombres extraí
dos del grupo de los ingenieros más que del de 'os filósofos.
Los autores discutidos en este capítulo fueron sobre todo practicantes (los estu
diantes que consideran que la teoría económica es abstracta, alejada de la realidad e
insípida, pueden sentirse animados por este hecho). Su interés por los problemas
prácticos y su relación con los mismos brotaron de la necesidad diaria de dirigir
trabajos. Y al encontrarse sus contribuciones al margen de la corriente principal de
la teoría económica, no siempre encontraron audiencias receptivas a sus ideas entre
los economistas. Los practicantes, a decir verdad, tiene poco tiempo para los aspec
tos metafísicos del valor y la distribución. Ellos tienen que resolver problemas
prácticos, por lo general con prisas. Tal vez no sea sorprendente, por tanto, que un
examen detenido de los mejores escritos económicos de los ingenieros del siglo xix
330 HISTORIA DE LA TEORIA ECONOM ICA Y DE SU METODO
Los escritos económicos de Dupuit están compuestos en gran parte por sus
contribuciones a los A m ales des Ponts et Chaussées y al Journal des Economistes.
Una colección de los artículos más im portantes de Dupuit (en francés), publicada en
Italia al cuidado de M ario de Bernardi, se titula De l ’Utffité et sa mesure: Ecrits
choisis et republics (Torino: La Riforma Sociale, 1934). Dos de estos artículos están
en traducción publicada (véanse las Referencias).
Las contribuciones de Dupuit a la teoría de la utilidad y a otras facetas del
análisis económico son valoradas en los siguientes trabajos: G. J. Stigler, «The
Development of Utility Theory», Journal o f Political Economy, vol. 58 (agosto,
octubre 1950), pp. 307-327, 373-396, reimpreso en Stigler, Essays in the History o f
Economics (Chicago: The University of Chicago Press, 1965) (existe trad, cast.:
Historia del pensamiento económico, Buenos Aires: El Ateneo, 1979); R. W. Hough
ton, «A N ote on the Early History of Consumer’s Surplus», Economica, n.s., vol. 25
(febrero 1958), pp. 49-57; R. B. Ekelund, Jr., «Jules Dupuit and the Early Theory of
M arginal Cost Pricing», Journal o f Political Economy, vol. 76 (mayo-junio 1968), pp.
462-471; R. B. Ekelund, Jr.: «A Note on Jules Dupuit and Neoclassical Monopoly
Theory», Southern Economic Journal, vol. 25 (enero 1969), pp. 257-262; R. B. Eke
lund, Jr., «Price Discrimination and Product Differentiation in Economic Theory:
An Early Analysis», Quarterly Journal o f Economics, vol. 84 (mayo 1970), pp. 268-
278; y R. B. Ekelund, Jr., y W. P. Gram m, «Early French C ontributions to M arsha
llian Demand Theory», Southern Economic Journal, vol. 36 (enero 1970), pp. 277-
286. La primitiva tradición francesa de hacienda pública, de la que Dupuit formó
parte, se discute en dos artículos de R. B. Ekelund, Jr., y R. F. Hébert: «Dupuit and
M arginal Utility: Context of the Discovery», History o f Political Economy, vol. 8
(verano 1976), pp. 266-273; y «French Engineers, Welfare Economics and Public
Finance in the Nineteenth Century», History o f Political Economy, vol. 10 (invierno
1978), pp. 636-668. También sobre Dupuit, véase Alan Abouchar, «A Note on
D upuit’s Bridge and the Theory of Marginal Cost Pricing», History o f Political
Economy, vol. 8 (verano 1976), pp. 274-277; y R. B. Ekelund, Jr., y Y. N. Shieh,
«Dupuit, Spatial Economics and Optim al Resource Allocation: A French Tradi
tion», Economica, vol. 53 (noviembre 1986), pp. 483-496. La historia del concepto del
excedente del consumidor, empezando por la contribución seminal de Dupuit, es
rastreada hasta la primera m itad de este siglo por R. B. Ekelund, Jr., y R. F. Hébert,
«Consumer Surplus: The First H undred Years», History o f Political Economy, vol.
17 (otoño 1985), pp. 419-454.
El tema constante en la obra de Ellet es que la elaboración de las decisiones
económicas podía y debía basarse en principios deducidos matemáticamente, que
Ellet llamó «las leyes del comercio». Véase Charles Ellet, Jr., An Essay on the Laws
o f Trade in Reference to the Works o f Interna! Improvement o f the United States
(Nueva York: A. M. Kelley, 1966): y del mismo autor, «The Laws of Trade Applied
to the Determ ination of the Most Advantageous Fare for Passengers on Railroads»,
Journal o f the Franklin Institute, vol. 30 (1840), pp. 369-379. Con pocas excepciones,
Ellet ha sido pasado por alto por los historiadores del pensamiento económico. Las
excepciones notables son C. D. Calsoyas, «The M athematical Theory of M onopoly
in 1839: Charles Ellet, Jr.», Journal o f Political Economy, vol. 58 (abril 1950), pp. 162-
170; una disertación no publicada de C. H. Shami, Charles Ellet, Jr., Early American
332 HISTORIA DE LA TEORIA ECONOM ICA Y DE SU METODO
REFERENCIAS
CAPITULO 1
LA MICRO ECONOMIA
EN VIENA: MENGER,
WIESER Y
BOHM-BAWERK
IN TRO DUCCIO N
335
336 HISTORIA DE LA TEORIA ECON O M ICA Y DE SU METODO
VON THÜNEN
G ráfico 13.1
El coste de distribución de un dólar de patatas (AS o AT) supera al coste de
distribución de un dólar de trigo (B M o BN ) al este de L y al oeste de H. Por lo tanto,
los productores de patatas se localizarán en las regiones OL y OH, y el trigo se cultivará
en las regiones LX' y HX.
338 HISTORIA DE LA TEO RIA ECONOM ICA Y DE SU METODO
GOSSEN
El primer autor que desarrolló una teoría bastante completa del consumo sobre la
base del principio marginal fue Herm ann Heinrich Gossen (1810-1858), que también
era alemán. Trabajó como asesor fiscal del gobierno prusiano, pero se había retirado
de su puesto en la época en que escribió su gran obra en 1854, un libro titulado
Entwickelung der gesetze des menschlichen verkehrs und der daraus flieszenden regeln
fiir menschliches handeln. A pesar de las elevadas expectativas de su autor, el libro
pasó casi inadvertido. Amargamente decepcionado, Gossen recogió del editor todos
los ejemplares que no se habían vendido (el libro había sido publicado sólo a
comisión) y los destruyó. Enfermo de tuberculosis poco después, Gossen murió en
1858, convencido de que sus ideas, originales y valiosas como eran, nunca honrarían
su nombre. Así term inaba en tragedia personal una vida que tenía mucho que dar a
la economía teórica pero que recibió todavía menos reconocimiento que la vida del
pionero Cournot.
Técnicamente hablando, la obra de Gossen era del mismo tipo que las de
Dupuit, Jevons, Walras y, en una medida algo menor, Menger. Con todo, más que
cualquier otra —con la posible excepción de la de Jevons—, la economía de Gossen
parece tener sus raíces en un intento de m atem atizar el cálculo hedonístico de
Bentham. Gossen consideraba la economía como la teoría del placer y del dolor, o,
más especialmente, cómo puede la gente, como individuos y como grupos, obtener el
máximo placer con el mínimo esfuerzo doloroso. Insistió en que el tratam iento
m atemático era el único camino sólido para manejar las relaciones económicas y
aplicó este m étodo a lo largo de toda su obra para determ inar máximos y mínimos.
El libro de Gossen estaba organizado en dos partes de una extensión aproxim a
damente igual. La primera, dedicada a la teoría pura, ha atraído la m ayor atención
(tardía) por su tem prana formulación de las dos leyes que han venido a designarse
con el nom bre de Gossen. La primera ley de Gossen formulaba el principio de la
utilidad marginal decreciente y le daba expresión gráfica. Su segunda ley describía la
condición para la maximización de la utilidad: para maximizar la utilidad, una
cantidad dada de un bien debe distribuirse entre sus diferentes usos de tal manera
que las utilidades marginales sean iguales en todos los usos. También en esta
primera parte de su obra están las leyes del intercambio de Gossen (acompañadas de
LA M ICROECO NO M IA EN VIENA: MENGER, W IESER Y BÜHM -BAW ERK 339
VON M A N G O LD T
Hans Karl Emil von M angoldt (1824-1868) tenía una ventaja sobre von Thünen y
Gossen en tanto que partía de una base académica. Habiendo recibido su doctorado
en 1847, en la Universidad de Tübingen, estudió durante dos años bajo la super
visión de Roscher en la Universidad de Leipzig y durante un breve período con
Georg H anssen1 en la Universidad de Góttingen. Entre tanto, siguió una carrera
periodística, que se vio obligado a abandonar en 1854, a causa de sus creencias
liberales. M angoldt obtuvo permiso para enseñar sobre la base de su primer libro,
un estudio sobre los beneficios empresariales, publicado en 1855. Siete años después,
fue elegido para ocupar la cátedra que había dejado vacante Karl Knies en la
Universidad de Friburgo. En 1863 publicó su segundo libro, Grundrisse der Volks-
wirtschaftslehre, un pequeño tratado que tenía su origen en las notas de lectura de
M angoldt, pero que no obstante contenía algunas innovaciones teóricas sumamente
originales. T. W. Hutchison lo llamó «un joven primo lejano de los Principios de
M arshall» (Historia del pensamiento económico, p. 144).
1 Georg Hanssen (1809-1894) ocupó un puesto en la F'acultad de Gottingen, donde era conocido
principalmente por su trabajo empírico, pero también hizo mucho por atraer la atención sobre la obra de
von Thünen.
340 HISTORIA DE LA TEO RIA ECO N O M ICA Y DE SU METODO
2 Irónicamente, Menger dedicó sus Principios a Wilhelm Roscher, fundador de la vieja escuela
histórica. Como se observó en el cap. 10, Roscher fue mucho menos radical en su crítica de la teoría
económica que Schmoller.
342 HISTORIA DE LA TEO RIA ECO NO M ICA Y DE SU METODO
Menger comenzó su investigación sobre la teoría del valor con una discusión
extensa y sistemática. Distinguía los bienes de lo que llam aba «cosas útiles». Para
que una cosa tenga el carácter de bien, tiene que satisfacer simultáneamente cuatro
condiciones: 1) la cosa tiene que satisfacer una necesidad humana, 2) debe tener
cualidades que la capaciten para m antener una conexión causal con la satisfacción
de dicha necesidad, 3) debe darse un reconocimiento de esta conexión causal, y 4)
debe poderse disponer de la cosa de m odo que pueda utilizarse para la satisfacción
de la necesidad. Si faltara una de estas condiciones, todo lo que una persona tendría
sería una cosa útil.
Menger tam bién distinguía los bienes según su orden. Los bienes de primer
orden son capaces de satisfacer directamente necesidades humanas, mientras que los
bienes de orden superior (capital, bienes de producción) derivan el carácter de bienes
de su capacidad para producir bienes de orden inferior. Los bienes de orden superior
pueden satisfacer necesidades hum anas sólo indirectamente, por lo que Menger
señalaba con referencia a la producción de pan, «¿qué necesidad hum ana puede
satisfacerse con el trabajo específico de un mozo de tahona, con los preparativos de
un plato o con unos puñados de harina molida?» (Principios, p. 52).
Al continuar con el establecimiento de las leyes que gobiernan el carácter de los
bienes, Menger subrayaba la complementariedad de los bienes de orden superior.
Para poder satisfacer necesidades, los bienes de orden superior requieren que pueda
disponerse de bienes complementarios de orden superior. Un individuo, por ejem
plo, puede tener todo lo que necesita para hacer pan, excepto levadura. En conse
cuencia, las demás cosas de orden superior pierden el carácter de bienes. (Si estos
elementos intervienen en la producción de una serie de bienes, no pierden el carácter
de bienes por la ausencia de levadura.)
Un pasaje interesante en el que Menger relaciona la conexión causal entre bienes
de primer orden y bienes de orden superior se refiere al tabaco. Supongamos, con
Menger, que a causa de un cambio en los gustos, la demanda de tabaco desaparece
(para delicia de la American Cáncer Society). ¿Cuáles serían las consecuencias?
Según Menger:
Si u n a m odificación de los gustos elim inara to talm en te la co stu m b re de fum ar, la conse
cuencia sería n o sólo que p erderían su cualid ad de bien to d as las reservas de tab ac o de
que disponen los hom bres, en la form a en que suelen cultivarlo, sino que se p ro d u ciría n
repercusiones de m ás am plio alcance, que incluirían la p érd id a de la cualidad de bien de
las hojas sin elab o rar, de las m áq u in as e instalaciones em pleadas exclusivam ente en su
elab o ració n , de las fuerzas laborales ded icad as a esta actividad, de las provisiones de
sem illas de la p lan ta, etc. Los trab ajo s, hoy tan bien rem unerados, de los agentes de C uba,
M anila, P u e rto Rico y o tras zonas, que h a n d esarro llad o u n a especial h ab ilid ad p ara
v a lo ra r la calidad del ta b ac o y las co m p ras del m ism o, d ejarían de ser un bien, no m enos
q ue los trab ajo s específicos de n u m ero sas personas em pleadas en la fabricación de p u ro s
ta n to en aquellos lejanos países com o en E u ro p a (Principios, pp. 59-60).
El principio equimarginal
Aunque Menger fue precedido por Gossen, presentó una de las primeras discusiones
claras del principio equimarginal de la maximización del bienestar. Primero destacó
que las satisfacciones tienen diferentes grados de im portancia para la gente:
Este es el factor subjetivo en un proceso de valoración del individuo que se com por
ta económicamente, es decir, la medida en la que las diferentes satisfacciones tienen
diferentes grados de importancia. Menger también destacaba que dentro d e .la
misma clase de bienes, las satisfacciones pueden variar en importancia. El asunto
consiste en que la gente intenta satisfacer las necesidades más urgentes antes que las
menos urgentes, pero combinará la satisfacción más completa de las necesidades más
apremiantes con la m enor satisfacción de las necesidades menos apremiantes.
C uadro 13.1
T eo ría del valor
10 9 8 7 6 5 4 3 2 1
9 8 7 6 5 4 3 2 1 0
8 7 6 5 4 3 2 1 0
7 6 5 4 3 2 1 0
6 5 4 3 2 1 0
5 4 3 2 1 0
4 3 2 1 0
3 2 1 0
2 1 0
1 0
0
Menger ilustró su teoría con el uso de números, como se muestra en el cuadro 13.1.
Los numerales rom anos representan diez clases de necesidades, entendiéndose que la
necesidad III es menos urgente que la necesidad II, que la necesidad IV es menor
que la necesidad III, y así sucesivamente. Menger suponía que un individuo es capaz
de ordenar las satisfacciones y asignar unos números índices a las mismas (ordena
ción cardinal). Así, el individuo puede decir que el consumo de la primera unidad de
la mercancía I (alimento) produce 10 unidades de satisfacción, mientras que la
primera unidad de la mercancía V (por ejemplo, tabaco) no proporciona más que 6.
LA M ICRO ECONOM IA EN VIENA: M ENGER, W IESER Y BO HM -BAW ERK 345
Además, las satisfacciones de consumir, por ejemplo, los bienes IV y VII (o cuales
quiera otros dos bienes) es independiente. Algún otro recurso (distinto de los bienes
I a X) está siendo utilizado, además, para obtener unidades de estos diez bienes, y
pueden obtenerse cantidades unitarias adicionales de cada mercancía con un gasto
igual del recurso (por comodidad, llamaremos «dinero» a este otro recurso, y
supondremos que el precio unitario de todos los bienes es igual a una unidad
monetaria).
U na persona que se com porte económicamente, según Menger, procedería de la
siguiente manera. Si el individuo poseyera medios escasos en cantidad de 3 unidades
m onetarias y los gastase todos en la mercancía de m ayor importancia (I), obtendría
27 unidades de satisfacción. Sin embargo, el individuo trataría de com binar las
satisfacciones obtenidas de las mercancías I y II. Com prando 2 unidades de la
mercancía I y 1 unidad de la mercancía II, el individuo obtendría 28 unidades de
satisfacción. Si dispusiera, por ejemplo, de 15 unidades monetarias, el individuo
asignaría sus gastos de modo que, en el margen, la satisfacción obtenible de las
mercancías I a V fuera exactamente igual a 6, como puede com probarse fácilmente
en el cuadro 13.13. Así estableció Menger un principio equimarginal. Esto es, dados
unos medios escasos (unidades m onetarias, en nuestro caso), el individuo dispondrá
sus diversos consumos de tal modo que las satisfacciones sean iguales en el margen.
Haciéndolo así, el individuo de com portam iento economizador de Menger, como el
de Jevons, maximiza la satisfacción total.
Menger, en prosa más bien germánica, describe un factor concreto y objetivo en
el proceso de valoración:
Así pues, en cad a caso concreto, sólo dependen de la disposición sobre u n a determ in ad a
can tid a d parcial de la m asa de bienes de que dispone u n a perso n a económ ica aquellas
satisfacciones de necesidades aseg u rad as p o r la c an tid ad to ta l que p a ra ella tienen la
m en o r significación en el co n ju n to de sus necesidades. El valo r de u n a can tid ad parcial de
la m asa de bienes disponibles es, p a ra u n a p erso n a determ inada, igual a la significación
que p a ra ella tienen las satisfacciones de necesidades m enos im p o rtan tes de e n tre las que
están aseg u rad as p o r la can tid ad to tal y que p o d ría n satisfacerse con u n a igual can tid ad
parcial (Principios, p. 117).
Así pues, es la satisfacción menos urgente que se puede obtener de una cantidad
dada de bienes lo que da valor a ese bien. Imaginemos, por ejemplo, una cantidad
dada de agua disponible para un individuo. Puede destinar el stock disponible a
muchos usos, desde el más urgente (mantenimiento de la vida) hasta el menos (regar
las flores de su jardín). La determinación del valor de cualquier porción de agua es
objetiva en este caso, corresponde a su uso menos importante, la jardinería. Cual
quier porción dada del bien podría intercambiarse por cualquier otra porción, por
supuesto.
3 El lector puede estarse preguntando que haría el individuo que se comportase económicamente si
poseyera 16 unidades monetarias, en lugar de 15. Otro gasto de 1 unidad monetaria le produciría
solamente 5 unidades de satisfacción, y las satisfacciones entonces no serían iguales en el margen. A
menos que las unidades de todas las mercancias fuesen infinitamente divisibles (supuesto de continuidad
matemática), el individuo se encontraría en situación de desequilibrio. El resultado es una consecuencia
de la ordenación discreta de Menger.
346 HISTORIA DE LA TEO RIA ECO N OM ICA Y DE SU METODO
Suponiendo en cada caso que todos los bienes disponibles de orden superior se utilizan
del modo más económico, el valor de una cantidad concreta de un bien de orden superior
es igual a la diferencia entre la significación de aquellas satisfacciones que podríamos
obtener en el caso de que dispusiéramos de la cantidad del bien de orden superior, cuyo
valor analizamos, y aquellas otras que podríamos obtener si no pudiéramos disponer de
esta cantidad (Principios, p. 148).
el fundamento de sus ideas posteriores. En 1884 fue nom brado profesor de economía
de la universidad alemana en Praga. En 1903 heredó la cátedra de Menger en la
Universidad de Viena. Fue ministro de Comercio en 1917, pero (debido al hundi
m iento del imperio austro-húngaro) más adelante regresó a la docencia. Hom bre de
amplio campo intelectual, Wieser m antuvo sus amplios intereses en extensos escritos
sobre numerosos temas y con la creación, en su propia casa, de un foro de comuni
cación intelectual y artística (era un gran aficionado a la ópera).
La obra teórica más im portante de Wieser fue Der natürliche Werth, publicada
en Viena en 1889 (trad. inglesa, 1893: Natural Valué). Sus vastos intereses le llevaron
a emprender una obra que fundía teoría económica y análisis institucional, Theorie
der gesellschaftlichen Wirtschaft (trad. inglesa, 1927: Social Economics), escrita como
volumen teórico para el extenso Grundriss der Sozialökonomik, editado bajo la
dirección de M ax Weber. El Epochen der Dogmen- und Methodengeschichte de J. A.
Schumpeter (trad. inglesa: Economic Doctrine and Method; trad. cast.: Síntesis de la
evolución de la ciencia económica y sus métodos. Vilassar de Mar: Ediciones de
Occidente, 1964), que más tarde se convertiría en la History o f Economic Analysis
(trad. cast.: Historia del análisis económico. Sant Joan Despí: Ariel, 1982, 2.a ed.), se
escribió como volumen metodológico de la serie.
En sus últimos años, los intereses de Wieser se orientaron hacia la sociología, y
sobre la base de un análisis exhaustivo de numerosas organizaciones sociales, publi
có su gran estudio sociológico y última obra, Das Gesetz der Macht (1926). Aunque
Wieser poseía una increíble gama de intereses, el m ayor era el económico y es
famoso sobre todo por sus ampliaciones de las ideas de Menger sobre la utilidad, el
valor y las valoraciones de factores y productos. Sin embargo, desgraciadamente, el
énfasis que se ha puesto en sus ideas puramente teóricas ha oscurecido el interés por
su posterior y seminal obra, Theorie der gesellschaftlichen Wirtschaft. Así pues, la
discusión que sigue intentará equilibrar ambos aspectos de la contribución de
Wieser. Comenzamos con una discusión de algunas de las principales ideas teóricas
de Der natürliche Werth.
(I) Bienes 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11
(II) Precios 0 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1 0
(III) U tilidad to ta l 0 10 19 27 34 40 45 49 52 54 55 55
(IV) V alo r to tal 0 10 18 24 28 30 30 28 24 18 10 0
(V) U tilid ad to ta l m enos valor to tal 0 0 1 3 6 10/ 15 21 28 36 45 55
V /
R am a ascendente R am a descendente
LA M ICRO ECO N OM IA EN VIENA: M ENGER, W IESER Y BÓ HM -BAW ERK 349
* Podría ser útil comparar el modelo de Wieser con el de Dupuit (véase el cap. 12) en estos puntos.
350 HISTO RIA DE LA TEORIA ECO N O M ICA Y DE SU METODO
G ráfico 13.2
En el intervalo ascendente del valor la utilidad total y el ingreso total aumentan y el
ingreso marginal es positivo. En el intervalo descendente del valor la utilidad total todavía
aumenta, pero el ingreso total disminuye y el ingreso marginal es negativo.
ingresos totales están disminuyendo. Las razones de esta antinom ia entre el valor y
la utilidad fueron establecidas claramente por Wieser:
Por supuesto, Wieser estaba describiendo los efectos nocivos del monopolio sobre la
utilidad social. La antinom ia se m antenia sólo en tanto que el empresario poseyera
poder económico. En el caso de libre competencia, como Dupuit había indicado
antes, la utilidad social será máxima y no habrá antinom ia entre el valor y la
utilidad. De hecho, Wieser concluía que la «historia económica de nuestro tiempo es
rica en ejemplos que demuestran que la competencia puede presionar notablemente
a los precios en la ram a descendente del valor de cambio».
Pero, ¿qué sucedía en aquellos casos en que no prevalecía la competencia?
Aunque él creía que estos ejemplos eran demasiado pocos para justificar una organi
zación económica socialista, Wieser defendió unas interferencias gubernamentales
«seleccionadas», que encontraremos en relación con nuestra discusión de su obra
posterior, Theorie der gesellschaftlichen Wirtschaft. Sin embargo, Wieser observó
otro fallo im portante en los servicios del valor de cambio en una economía real. En
una economía idealizada e independiente, el valor de uso depende de la utilidad, y
los bienes se producen según el orden de su valor. El valor de cambio es, en este
caso, la medida de la adquisición personal.
En una economía real, el valor de cambio depende no sólo de la utilidad sino
también del poder adquisitivo. El valor de cambio en el m undo real no mide
necesariamente el valor de uso o utilidad. En un m undo semejante, la producción no
se determina sólo por la «simple necesidad», sino también por los medios superiores
de una parte de la población. Consciente de las implicaciones radicales de la
aplicación de la teoría de la utilidad a la economía real, Wieser observó claramente:
E n vez de las cosas que ten d rían la m a y o r utilidad, se p ro d u cen las cosas que se p agan
m ejor. C u a n to m ayores son las diferencias en la riqueza, m ás llam ativas son las anom alías
de la p roducción. Se provee de lujos al caprichoso y al g lotón, m ientras que se es sordo
p a ra las necesidades del m iserable y del pobre. Es p o r ta n to la d istribución de la riqueza
la que decide qué es lo que se va a pro d u cir, e induce el consum o de tip o m ás a n ti
económ ico: u n co n su m o que despilfarra en el disfrute innecesario y culpable lo que p o d ría
h ab er servido p a ra sa n a r las heridas de la p o b reza (N atural Valué, p. 58).
La disparidad de poder adquisitivo entre los dem andantes lleva a otra anomalía. El
precio de algunas mercancías, por ejemplo, el pan, se determina por la valoración de
los com pradores más débiles, de ordinario los más pobres. La gente rica, por otra
parte, no tiene que pagar su precio de dem anda máximo por el pan, sino sólo el
precio determ inado por la valoración del com prador más débil. Wieser afirmaba:
«Sólo cuando los ricos compiten entre sí por los lujos... pagan según su propia
capacidad y son medidos de acuerdo con su propio nivel personal.» En otras
palabras, los precios del m undo real no reflejan ordinariam ente las valoraciones de
la utilidad marginal que existirían si la utilidad marginal del poder adquisitivo fuera
la misma para todos los demandantes individuales (un estado semejante no requeri
ría la igualdad en la distribución de la renta).
L a ren ta de la tie rra es, quizás, la form ación del valo r q u e con m ay o r frecuencia es
a tac a d a en n u estra econom ía actual. A h o ra bien, creo que nuestro exam en d em o strará
que, incluso en el estad o com unista, tiene que h a b er ren ta de la tierra. U n estado
sem ejante, en d eterm in ad as circunstancias, debe calcu lar el rendim iento de la tierra, y
debe, en d eterm in ad as porciones de la tierra, calcular un rendim iento m ay o r que en otras:
las circunstancias de las que d epende d icho cálculo son esencialm ente las m ism as que
determ in an actu alm en te la existencia de la re n ta y su m agnitud. L a única diferencia está
en que, en el actual estad o de cosas, la re n ta va al p ro p ietario priv ad o de la tierra,
m ientras que en un estad o com unista iría a to d a la co m u n id ad (N atural Valué, pp. 62-63).
Así pues, la formación del valor natural, incluso en un estado comunista, requiere
una asignación tipo mercado. Las rentas y los rendimientos «naturales» de todos los
factores tienen que pagarse, a fin de asegurar una distribución económica de los
recursos. Sin embargo, estos rendimientos no han de percibirse de forma privada,
sino que deben ser ingresados por el gobierno5.
En resumen, el análisis del valor de Wieser dejaba al descubierto el hecho de que
la formación del valor era un fenómeno neutral. U na comprensión del valor natural
no suministraba evidencia ni a favor ni en contra de una organización socialista de
la sociedad (probablemente la cuestión tenía que descansar sobre otras bases). El
valor natural constituía el fundamento del valor de cambio en todas las sociedades,
al margen del hecho de que el valor natural estuviera recubierto de muchos otros
factores (tales como controles, regulaciones, autorizaciones, enormes diferencias de
poder adquisitivo y monopolios). Wieser fue el primer economista en señalar la
generalidad de la valoración basada en la teoría de la utilidad y, explícitamente, la
utilidad del sistema de mercado para la asignación de los recursos, sea cual sea la
organización social.
5 Henry George, economista americano, dijo otro tanto en su Progreso y miseria (1879). George
defendía la imposición sobre las rentas urbanas, para que los factores «productivos» (trabajo y capital)
pudieran verse estimulados.
LA M ICRO ECO NO M IA EN VIENA: MENGER, W IESER Y BO HM -BAW ERK 353
asunto; tales como la cantidad de los productos, su valor y la cantidad de los medios de
producción empleados. Si tenemos cuidadosamente en cuenta estas circunstancias, obte
nemos una serie de ecuaciones y estamos en disposición de realizar un cálculo fiable de lo
que hace cada instrumento de producción (Natural Valué, pp. 87-88).
x + y = 100
2x + 3z = 290
4y + 5z = 590
6 Wieser se refirió a estos factores como «medios de coste» de la producción. El contrastó estos
medios de coste con los medios de producción que tenían un coste específico. Estos son aquellos factores
que son escasos o aquellos que son adecuados sólo para la producción de un producto o de un número
limitado de productos. Los medios de coste de la producción, por otra parte, se distribuyen a lo largo de
todo el proceso productivo. Como regla general, Wieser pensaba que el trabajo y el capital debían
considerarse como medios de coste, mientras que la tierra se clasificaria habitualmente como medio
específico.
LA M ICRO ECO N O M IA EN VIENA: M ENGER, W IESER Y BÔ HM -BAW ERK 355
Además de sus actividades teóricas seminales, Friedrich von Wieser fue un hombre
de intereses intelectuales y recursos universales. Cuando era estudiante en la escuela
media, se sintió especialmente atraído por la historia y la sociología, siendo influido
en gran m anera por los escritos de Herbert Spencer y el conde León Tolstoi. La
«historia de las masas anónimas» de Tolstoi, tal como la ejemplifica Guerra y paz, le
influyó particularmente. Wieser intentaba explicar las relaciones y fuerzas sociales
existentes a través de un estudio de amplias visiones de la historia, pero finalmente
llegó a la conclusión de que las fuerzas económicas, más que cualesquiera otras,
jugaban el papel dom inante en la evolución social. El resultado fue, por supuesto, su
Der natürliche Werth, discutido en las secciones anteriores.
El pensamiento de Wieser no se desvió nunca de sus primeros in;ereses acerca
del determinismo histórico de la historia, y aunque se produjo un largo período de
7 Se ha argumentado que, por lo menos en un sentido, este sistema es circular, porque supone lo que
debe demostrar. El contenido de este argumento es que se empieza suponiendo una distribución óptima
de recursos y entonces, via coste de oportunidad, se «explican» el valor y la distribución óptima de los
factores. El lector interesado debe consultar G. J. Stigler, Production and Distribution Theories, en este
punto.
356 HISTORIA DE LA TEORIA ECO N O M ICA Y DE SU METODO
Aunque Menger m ostró un tem prano interés por la evolución de las instituciones
económicas (por ejemplo, el dinero y los mercados), Wieser hizo un esfuerzo coordi
nado para integrar la teoría de las instituciones con el análisis económico. A pesar
de su interés por los objetivos colectivos (por ejemplo, el bienestar económico),
Wieser adoptó el planteamiento individualista, rechazando explícitamente la aproxi
mación colectiva.
Así pues, para Wieser, el individuo es la raíz de todas las decisiones, y las decisiones
se tom an siempre frente a unas determinadas restricciones. Las instituciones entran
en el análisis económico definiendo las restricciones que afectan a la formación de
LA M ICROECONOM IA EN VIENA: MENGER, W IESER Y BO HM -BAW ERK 357
las decisiones individuales. Menger había expresado el juicio de que las instituciones
sociales más útiles eran aquellas que se desarrollaban sin un designio consciente.
Wieser añadió que las instituciones, sean el resultado de un designio consciente o
inconsciente, se convierten en una parte del proceso económico una vez que ocupan
su lugar en la estructura social. En el análisis final, la economía de Wieser es un
puente entre las ideas de Menger y Veblen (véase el capítulo 17).
En la visión de Wieser, el individuo maximiza su utilidad sujeto a las restriccio
nes desarrolladas por las siempre cambiantes instituciones, que son los resultados
colectivos de la acción hum ana individual. En cualquier época, el sistema socioeco
nómico tiene una dimensión histórica y dinámica que conforma las acciones pasa
das. Los individuos crean y destruyen instituciones a lo largo del tiempo. La larga
evolución de las instituciones de cualquier sociedad real (como opuestas al «enrare
cido» estado del valor natural) comienza con individuos que difieren en cuanto a sus
capacidades y dotaciones naturales. A medida que las instituciones tom an forma,
asumen un tipo de poder para obligar a los individuos de forma reconocible o no
reconocible. Estas restricciones son los «controles naturales» de la libertad dentro de
los cuales nacen las siguientes generaciones. Los sistemas de los derechos de propie
dad, los contratos, las leyes, la moral y la estructura financiera, son todas institucio
nes de esta clase, como lo son los modelos de com portamiento y los hábitos de las
clases sociales. La verdadera libertad consiste en el reconocimiento, por parte del
individuo, de que tales controles conducen a su posterior desarrollo, progreso y
conservación.
Estos controles llamados naturales pueden, por supuesto, desbocarse si la socie
dad cae bajo las garras de gobernantes tiránicos. Dicho de otro modo, aunque los
controles y las instituciones m arcan cada época y establecen limitaciones sobre los
individuos, tales limitaciones son maleables: pueden y deben cam biar con el tiempo.
Por esta razón, Wieser hacía una llam ada explícita a los líderes, que él consideraba
como una especie de «empresariado» económico, político y moral. El liderazgo
implica cambios en todas las instituciones, pero los buenos líderes producirán
cambios favorables, mientras que los malos líderes provocarán cambios desfavora
bles. En otras palabras, la historia no es unidimensional: puede ir hacía atrás con la
misma facilidad que hacia adelante.
U n punto fundamental de la economía de Wieser es que es la teoría económica
la que ilumina a la sociología, no la sociología la que ilumina el com portamiento
económico. Los individuos son, simplemente, y en todas las cosas, maximizadores de
utilidad bajo restricciones. Las instituciones establecen las restricciones y, por tanto,
determinan indirectamente el nivel colectivo de utilidad en la sociedad. Todo el
pensamiento de Wieser puede interpretarse dentro de este principio central de
organización.
C u an d o un sindicato consigue u n a tasa salarial que p erm ite recibir to d a la pro d u ctiv id ad
m arginal, ha lo g rad o un éxito considerable p a ra sus m iem bros. C o n tra rre sta las conse
cuencias insanas del exceso de com petencia entre los trab a ja d o re s d esorganizados p o r los
salarios, así com o co m b ate los acuerdos en tre em presarios p a ra c o n tro la r los salarios. El
sindicato obliga a los em presarios a ponerse de acu erd o en el precio que se establecería
p o r m edio de u n a com petencia efectiva de d em an da (Social Economics, pp. 377-378).
Además de una sindicación activa, Wieser también pedía que el Estado jugase un
m ayor papel en el fomento del espíritu de la economía social. Cuando los resultados
que se esperan de una libertad desenfrenada no se obtienen en la economía, como
decía Wieser, «sólo el Estado tiene derecho a proteger al débil». Además, el Estado
debe ser reconocido como un «factor indispensable en el proceso económico nacio
nal». Esencial y ampliamente, el papel del Estado consiste en aum entar el bienestar
económico frente al poder y dominación capitalista y con relación a los derechos de
propiedad privada justificados históricamente. La teoría de la utilidad debe servir
como base para la valoración del poder económico por parte del Estado. En
especial, Wieser apoyó una enérgica regulación y/o control, por parte del Estado, de
las empresas imperfectamente competitivas, siempre que los beneficios del «gran
capital» fueran no ganados, es decir, obtenidos sin los esfuerzos de un liderazgo
verdadero e ilustrado. Wieser ofreció ejemplos de beneficios no ganados, tales como
rentas urbanas elevadas por el aum ento de la población y rentas de terrenos rurales
en grandes fincas rústicas, además de los abusos en la fundación de compañías por
acciones y la especulación en bolsa.
Además de la regulación de la economía social, el Estado tenía que encargarse de
determinados proyectos que sólo producirían un pequeño valor de cambio marginal,
pero que —cuando se tiene en cuenta el interés público— producirían una gran
utilidad total. M uchos «bienes sociales», incluyendo los medios de transporte (como
ferrocarriles y canales), caen dentro de esta categoría. Para tales proyectos, Wieser
sugería una especie de análisis coste-beneficio que diese razón de la utilidad produci
da por las externalidades en la economía privada. Las valoraciones del mercado,
para abreviar, pueden ser engañosas, y forma parte de la legítima función del Estado
buscar y estimular, mediante subsidios u otorgando su propiedad, los proyectos
productivos de elevada utilidad social.
LA M ICRO ECO NO M IA EN VIENA: M ENGER. W IESER Y BO HM -BAW ERK 359
El teórico debe p a rtir siem pre del supuesto estático. Es el que m ás fácilm ente se a d a p ta a
su m étodo idealizante. L as relaciones d inám icas no pueden definirse claram en te en su
p ensam iento h a sta después de que las condiciones estáticas h ay an sido p lenam ente ap re
h endidas (Social Economics, p. 457).
EUGEN B Ü H M -B A W E R K (1851-1914)
Eugen Bóhm-Bawerk, cuñado y amigo de Friedrich von Wieser, fue el tercero de los
grandes fundadores de la economía austríaca. Un gran número de autores coloca a
Bóhm-Bawerk en el panteón de los teóricos del capital, y algunos incluso le valoran
como el prim er teórico del capital. Seguramente su impacto sobre los teóricos
neoclásicos y posneoclásicos, como K nut Wicksell y Friedrich Hayek, ha sido de
gran importancia. Pero Bóhm-Bawerk disfrutó de una variedad de logros, además
de ser uno de los principales creadores de la teoría austríaca del capital.
Nacido en Brünn (Austria), en 1851, Bóhm-Bawerk era hijo de un alto funciona
rio del gobierno. Entró al servicio del gobierno, durante un corto período de tiempo,
después de graduarse en la Facultad de Derecho de la Universidad de Viena, pero
pronto se sintió atraído por el estudio de la economía. Junto con Wieser, Bóhm-
Bawerk inició sus estudios económicos en Alemania, donde trabajó con el historia
dor alemán Karl Knies. Fue nom brado profesor de economía en la Universidad de
Innsbruck en 1881, y allí terminó su primer libro, que trataba del valor de las
patentes como derechos legales abstractos. En 1884, Bóhm-Bawerk publicó el pri
mer volumen de su obra magna en tres volúmenes, titulada Kapital und Kapitalzins
(trad. inglesa: Capital and Interest). El prim er volumen se titula Geschichte und Kritik
der Kapitalzinstheorien (1884) (trad. inglesa: History and Critique o f Interest Theories;
trad. cast.: Historia y crítica de las teorías sobre el interés. México: Fondo de Cultura
Económica, 1947); el segundo (y muy probablemente el más importante) es Positive
LA MICROECONOMIA EN VIENA: MENGER, WIESER Y BÓHM-BAWERK 361
Theorie des Kapitales (1889) (trad. inglesa: The Positive Theory o f Capital), y el
tercero, que es una colección de apéndices a la tercera edición de The Positive
Theory o f Capital, se titula Further Essays on Capital and Interest (1909-1912). Todas
estas im portantes obras han sido traducidas al inglés.
Además de sus escritos, Bóhm-Bawerk se distinguió como estadista. En 1889 fue
llamado al Ministerio de Hacienda, con objeto de preparar la reforma m onetaria y
fiscal. Fue nom brado ministro de Hacienda de Austria, por primera vez, en 1895, de
nuevo en 1897 y por última vez en 1900. Su paso por el ministerio estuvo asociado a
una gran estabilidad y progreso de la gestión financiera austríaca, objetivo que
Bóhm-Bawerk alcanzó sin estar asociado con ningún partido político. En 1904
renunció a su puesto y reanudó su enseñanza y sus publicaciones académicas en la
Universidad de Viena.
Aunque Bóhm-Bawerk era un erudito incansable, su obra se vio interrum pida a
menudo por obligaciones civiles. G ran parte de la misma se imprimió precipitada
mente; desgraciadamente, esto vale especialmente para la Positive Theorie des Kapi-
tales. Así, su trabajo ha sido criticado como incompleto o ambiguo. N o hay duda de
que es de difícil lectura, cualquiera que sea el nivel de preparación del lector. Pero
aun cuando puede haber sido excesivamente entusiasta acerca de la obra de su
antiguo profesor, Schumpeter se sintió impulsado a com parar a Bóhm-Bawerk con
Ricardo, y a declarar que su Positive Theorie des Kapitales «fue un esfuerzo para
escalar las mayores alturas que permite la economía, y que la realización de hecho
alcanzó un nivel en el que sólo se encuentran unos pocos picos elevados».
Otros historiadores del pensamiento económico no estarían de acuerdo con
Schumpeter, y probablem ente el profesor Stigler podría situarse en este campo
(véase su Production and Distrihution Theories, p. 227). Al margen de estas opiniones
contrastantes, la influencia de Bóhm-Bawerk sobre los economistas posteriores
(como Stigler de buena gana admite) supera incluso a la de Menger y Wieser.
Además, especialmente en el área de la teoría del capital y del interés, la fama de
Bóhm-Bawerk persiste. Muchos teóricos contemporáneos del capital creen, no sin
cierta justificación, que la teoría neoclásica del capital hunde sus raíces en Bóhm-
Bawerk. Cualesquiera que sean los méritos de estas encontradas opiniones, es
evidente que Bóhm-Bawerk es un digno candidato para nuestro estudio de la
historia del análisis económico. Comenzamos co i una breve incursión en su lúcida
exposición del papel de los factores subjetivos en el establecimiento del valor de
cambio, después de lo cual consideraremos su teoría del capital y del interés.
Cuadro 13.2
C o m p rad o res A: A2 a3 a4 a 5 a6 a 7 As a 9 A 10
V aloración de $300 $280 $260 $240 $220w $210 S200 S180 $170 $150
un caballo $100 $110 $150 $170 $ 2 0 0 ^V $ 2 15 $250 S260
V endedores Bi b2 b 3 b4 B5 b6 b 7 b8
8 Bóhm-Bawerk menciona una interesante excepción a la oferta rígidamente fijada en Positive Theo
rie des Kapitales. Adoptando la teoría de la oferta de trabajo de Jevons, admitía que la desutilidad del
trabajo pudiera entrar como determinante independiente de la oferta del factor. Pero minimizaba este
determinante independiente sobre la base de que la teoría de Jevons requiere un sistema de salario por
piezas, que, tal como le aconsejó el empirismo casual de Bohm-Bawerk, era irrelevante en la economía
moderna.
9 Obsérvese que Bohm-Bawerh expresaba las valoraciones subjetivas de compradores y vendedores
en términos de valoraciones monetarias objetivas, sin aludir a algunos de los posibles problemas teóricos
que esto plantea.
LA M ICRO ECON O M IA EN VIENA: MENGER, W IESER Y BO HM -BAW ERK 363
asigna una valoración de 215 (unidades monetarias) al caballo que tiene que vender,
significando que venderá su caballo por una cantidad igual o superior a 215. Conve
nimos en identificar la fuerza de los com pradores como decreciente de A, a A 10, y la
fuerza de los vendedores como creciente de a B8. Así pues, el vendedor B í es el
más débil, en cuanto que asigna la valoración subjetiva mínima más baja de los
caballos, y el com prador A 10 es el más débil, en cuanto que asigna la más baja de las
valoraciones subjetivas máximas de los caballos.
¿Cómo se determina el valor de cambio? A una postura de 150 (unidades
monetarias), ¿qué situación prevalecería en el mercado? A 150, los diez compradores
quieren seguir en el mercado, pero sólo hay tres vendedores que se encuentren en el
mismo caso; esto es, que a causa de las valoraciones subjetivas, únicamente los
vendedores BJt B2 y B3 estarían dispuestos a ofrecer un caballo cada uno a un valor
de cambio de 150. Obviamente, el mercado no se despeja, puesto que hay diez
com pradores y sólo tres vendedores a 150 (unidades monetarias).
Sin embargo, a medida que el precio aum enta por encima de 150, el mercado de
caballos empieza a ajustarse. Los com pradores más débiles —los que tienen unas
menores valoraciones subjetivas— son eliminados del mercado, y a medida que
aum enta el precio se añaden vendedores. A un precio de 210, por ejemplo, han sido
eliminados del intercambio cuatro com pradores (los com pradores A7 a A i0) y se ha
añadido un total de cinco vendedores. Pero, ¿puede despejar el mercado un precio
de 210? Evidentemente, no, puesto que a 210, seis com pradores (A, a A6), pero sólo
cinco vendedores (B, a B5), están dispuestos al cambio.
Si el precio aum enta en 5, pasando a 215, ¿sería posible un equilibrio? Desgracia
damente, aunque el com prador A6 queda fuera de la negociación, un precio de 215
añade al vendedor B6. Así que a un precio de 215 hay cinco compradores, pero seis
vendedores. El mercado no se puede despejar a 215 (unidades monetarias).
Ahora el problem a tiene que ser evidente. ¿Cómo se podría eliminar del inter
cambio al com prador A6, sin incluir simultáneamente un vendedor adicional (en este
caso, B6)? La respuesta es sencilla. El precio tiene que aum entar por encima de 210
para excluir a A6, pero no ha de llegar a 215, de modo que B6 no quede incluido. Así
pues, con los datos del cuadro 13.2, los límites del precio se establecerán como sigue:
el precio debe ser m ayor que 210 pero menor que 215. Un precio de 213 o cualquier
valor intermedio despejaría, por tanto, el mercado.
Bóhm-Bawerk señaló uno de los factores determinantes del valor de cambio, la
influencia de los pares marginales de compradores y vendedores en la determinación
del precio. El afortunado com prador A5 y el afortunado vendedor Bs, emparejados
con el desafortunado com prador A6 y el desafortunado vendedor B6, son los perso
najes principales en la determinación del precio. Se podría expresar de otra manera
(aunque un poco más confusa). Son las valoraciones del más débil de los com prado
res afortunados (A5) y del más fuerte de los vendedores afortunados (B5), empareja
das con las valoraciones del más fuerte de los com pradores desafortunados (A6) y
del más débil de los vendedores desafortunados (B6), las que establecen los límites
del valor de cambio.
Así pues, Bóhm-Bawerk establecía que son estos pares marginales de com prado
res y vendedores — y sólo estos pares marginales— los que determinan el precio.
Fuera de estos límites, pueden agregarse com pradores y vendedores hasta el infinito,
364 HISTORIA DE LA TEO RIA ECO NO M ICA Y DE SU METODO
Tal vez la contribución más im portante que realizó Bóhm-Bawerk fue su elegante
introducción de las consideraciones sobre el tiempo en el análisis económico. Su
fundamental y sencilla premisa era que la producción de los bienes finales (de
consumo) requiere tiempo y que los métodos indirectos para la producción de estos
bienes son más productivos que los métodos directos. Aunque los métodos indirec
tos son más productivos (lo que constituye una ventaja), también consumen tiempo
(lo que es una desventaja).
La visión de Bóhm-Bawerk era que los medios de producción originarios (prime
ras materias, recursos, trabajo) podían utilizarse en la producción inmediata (como
hizo Robinson Crusoe, por ejemplo) o podían usarse para producir capital (lo que él
llamó «medios de producción»), los cuales, una vez acumulados y combinados con
trabajo, producirían bienes de consumo. Bóhm-Bawerk pensaba que este último
m étodo era más eficaz; además, pensaba que cuanto más largo fuera el período
LA M ICRO ECO N OM IA EN VIENA: M ENGER, W IESER Y BÜ HM -BAW ERK 365
productivo (lo que significa un m étodo más indirecto e intensivo en capital), mayor
sería el producto total. El propio tiempo se convierte en un factor, y la duración del
período de producción de los bienes de consumo es una variable.
Estos puntos se ilustran en el gráfico 13.3. El tiempo se mide en el eje horizontal,
y el producto total (Q) se mide en el eje vertical. El período de producción se
representa en el gráfico 13.3 sobre el eje temporal. El período tt" es más largo que el
período tt', por ejemplo, y el período tt"' es m ayor que el período tt". El producto
total, como es evidente en el gráfico 13.3, crece absolutam ente con la extensión del
período de producción. Debe observarse que el producto marginal disminuye con
estas ampliaciones.
¿Qué sucede cuando se alarga el período de producción? En otras palabras, ¿por
qué argumentó Bóhm-Bawerk que los períodos más largos son más productivos? A
medida que aum enta la duración del período de producción, se utiliza más capital,
aum enta la relación capital-trabajo y se amplía el producto final, aunque a una tasa
decreciente.
G ráfico 13.3
Cuando un método de producción se hace más indirecto, representando este cambio
por el desplazamiento desde t a t, etc., el producto total también aumenta, pero
a una tasa decreciente. La pendiente de la línea tQ' es el producto marginal del capital
durante el período tt.
366 HISTORIA DE LA TEO RIA ECO NO M ICA Y DE SU METODO
La primera causa capaz de producir una diferencia de valor entre los bienes
presentes y los futuros procede de la naturaleza aprem iante de las necesidades
presentes. Como observaba Bóhm-Bawerk, no somos indiferentes ante el futuro,
pero vivimos en el presente. Las necesidades futuras se sienten casi siempre como
menos apremiantes que las necesidades inmediatas. En general, la gente se encuentra
en una de estas dos circunstancias. Los que están menos provistos en el presente que
en el futuro juzgan que los bienes presentes son más valiosos. Los que se encuentran
mejor provistos en el presente de lo que probablem ente lo estarán en el futuro,
todavía disponen de los bienes futuros por la posesión de los bienes presentes
(especialmente dinero) que pueden almacenar como una reserva para el futuro.
La segunda causa de la diferencia de valor entre los bienes presentes y futuros es
que la gente subvalora sistemáticamente las necesidades futuras y los medios para
satisfacerlas. Aquí, el argumento de Bóhm-Bawerk descansa sobre tres corolarios: 1)
puesto que no podemos conocer el futuro con certeza, el panoram a imaginario que
nos formamos de nuestras necesidades futuras siempre será fragmentario e incom
pleto; 2) mucha gente adolece de una falta de voluntad general: ante la elección entre
«ahora» y «entonces», pocos aplazarán la satisfacción de una necesidad presente; y
3) dada la incertidumbre y brevedad de la vida humana, la gente no quiere dejar
para un m añana incierto lo que puede disfrutar ahora.
La tercera causa de la diferencia de valor entre los bienes presentes y los futuros
es la superioridad técnica de los bienes presentes sobre los bienes futuros, como
medios de satisfacer las necesidades humanas. Este corolario descansa en el princi
pio de los métodos indirectos establecido antes por Bóhm-Bawerk. Simplemente
reconoce que los bienes presentes (incluido el dinero) pueden introducirse en la
producción más pronto que los bienes futuros, de manera que el flujo de producto
que surgirá a partir de los productos intermedios será siempre m ayor si empiezan
ahora que si lo hacen en algún momento del futuro.
De estas tres causas, Bóhm-Bawerk puso el m ayor énfasis en la tercera, que
consideraba independiente de las otras dos y, además, capaz de explicar la preferen
cia temporal positiva por sí misma. Los métodos de producción más alargados son
siempre más productivos que los métodos de producción menos prolongados, y en
esto radica la superioridad técnica de los bienes presentes. A partir de esta discusión
general, sólo hay que dar un paso para llegar a la idea de que el interés es la prima
que la gente paga por los bienes presentes por encima de los futuros. Desde la
perspectiva del prestamista, por supuesto, el interés es la compensación requerida
para aplazar el mayor disfrute que conllevan los bienes presentes. Vale la pena
observar que la teoría del interés y del capital de Bóhm-Bawerk está profundamente
arraigada en el subjetivismo de la teoría austríaca del valor en general. Efectiva
mente, fue sobre esta base que se distanció en buena medida del planteamiento
clásico sobre el tema. Con unas pocas excepciones notables (por ejemplo, Lauderda
le y Senior), la teoría económica clásica trató el capital como subordinado al
trabajo, porque él mismo era producto del trabajo. Esta idea (que llevó a su extremo
Karl Marx) se m ostró como un estorbo im portante que obstaculizaba un progreso
analítico significativo de la teoría del interés. El fallo de la teoría clásica del interés
estriba en que rehusó adm itir que el capital era productivo al margen del trabajo.
Senior vio el error de este argumento, pero siguió siendo un economista «clásico»
368 HISTORIA DE LA TEO RIA ECO N OM ICA Y DE SU METODO
que encerró sus nuevas intuiciones en el molde de una teoría del valor basada en el
coste de producción. Así pues, Bóhm-Bawerk, que se reconoció deudor de Sénior,
por haber refutado determ inadas ideas falsas sobre el capital y el interés, también le
criticó por descuidar la preferencia temporal y los costes de oportunidad, dos
piedras angulares del nuevo subjetivismo. Sin embargo, en el análisis final, Bóhm-
Bawerk utilizó los cimientos de Sénior para construir un nuevo edificio, en lugar de
desechar todas las ideas del pasado para comenzar de nuevo.
POSDATA
Las realizaciones analíticas de los austríacos, y , por cierto, de todos los autores
neoclásicos, explican mejor por lo menos un punto im portante. Sus ideas demues
tran que el nacimiento del análisis neoclásico fue un proceso lento. El análisis
microeconómico nació en varios países y en los escritos de autores casi aislados, la
mayoría de los cuales ni siquiera pertenecían al contingente de los economistas
académicos. Si acaso, la economía neoclásica fue un descubrimiento internacional
alim entado en gran medida por contribuyentes de campos afines. Pero el ritmo del
trabajo microanalítico progresó con rapidez a principios de la década de 1870, y el
apogeo de la época neoclásica estaba a punto de llegar con los escritos de Léon
Walras y Alfred Marshall, entre otros. Volveremos a estos desarrollos en los siguien
tes capítulos.
mico. Buenos Aires: El Ateneo, 1979); Jacob Viner, «The Utility Concept in Value
Theory and Its Critics», Journal o f Political Economy, vol. 33 (agosto-septiembre
1925), pp. 369-387, 638-659, reimpreso en The Long View and the Short (Nueva
York: Free Press, 1958); R. S. Howey, The Rise o f the Marginal Utility School, 1870-
1889 (Lawrence, Kans.: The University Press of Kansas, 1960); Emil Kauder, A
History o f Marginal Utility Theory (Princeton, N. J.: Princeton University Press,
1965); y todo un número de History o f Political Economy, vol. 4 (otoño 1972),
especialmente los artículos de Blaug, Howey, Streissler, Stigler y Shackle. Un artícu
lo de la m ayor im portancia para com prender las diferencias entre los tres fundado
res de la tradición de la utilidad marginal es W. Jaffé, «Menger, Jevons, and Walras
De-homogenized», Economic Inquiry, vol. 14 (diciembre 1976), pp. 511-524. Véase
también W. N. Butos, «Menger: A Suggested Interpretation», Atlantic Economic
Journal, vol. 13 (julio 1985), pp. 21-30. Dos fuentes de información útiles sobre la
economía «institucional» de Menger son A. M. Endres, «Institutional Elements in
Carl Menger’s Theory of Demand: A Comment», Journal o f Economic Issues, vol. 18
(septiembre 1984), pp. 897-902; y G. P. O ’Driscoll, Jr., «Money: Menger’s Evolutio
nary Theory», History o f Political Economy, vol. 18 (invierno 1986), pp. 601-616.
La economía social de Wieser se describe en el vol. II de W. C. Mitchell, Lecture
Notes on Types o f Economic Theory (Nueva York: A. M. Kelley, Publishers, 1969) y
en R. B. Ekelund, Jr., «Power and Utility: The Normative Economics of Friedrich
von Wieser», Review o f Social Economy, vol. 28 (septiembre 1970), pp. 179-196. Una
instructiva descripción del sistema de Wieser (y en general del sistema austríaco) de
formación de precios de los factores y de los productos puede encontrarse en el cap.
12 de M. Blaug, Economic Theory in Retrospect, 4.a ed. (Londres: Cambridge Univer
sity Press, 1985) (existe trad, de la 3.a ed. de esta obra: Teoría económica en
retrospección. Madrid: Fondo de C ultura Económica, 1985, la. reimpr.). El sistema
austríaco también se difundió en Inglaterra. Véase William Smart, An Introduction
to the Theory o f Value (Nueva York: A. M. Kelley, Publishers, 1966).
La teoría del capital y del interés de Bóhm-Bawerk ha sido objeto de continuo
debate entre los teóricos de la economía. De hecho, fue objeto de un debate en el
Quarterly Journal o f Economics, entre Bóhm-Bawerk y J. B. Clark, en la década de
1890 y primeros años del siglo. El debate se resumió en una disertación doctoral no
publicada de David E. R. Gay, titulada Capital and the Production Process: A
Critical Evaluation o f the Bohm-Bawerk-Clark Debate and Its Relation to Current
Capital Theory (College Station: Texas A & M University, 1973). Una visión general
del modelo del período de producción de Bóhm-Bawerk, basado en un fondo de
subsistencia, y su papel en la teoría del capital se presenta en Donald Dewey,
Modern Capital Theory (Nueva York: Columbia University Press, 1965), y F. A.
Lutz, The Theory o f Capital, cap. 1 (Londres: Macmillan, 1965). La mecánica de la
teoría del interés de Bóhm-Bawerk es analizada gráfica y matemáticamente por
Robert Dorfman, «A Graphical Exposition of Bóhm-Bawerk’s Interest Theory»,
Review o f Economic Studies, vol. 26 (febrero 1959), pp. 153-158; J. Hirshleiffer, «A
N ote on the Bóhm-Bawerk/Wicksell Theory of Interest», Review o f Economic Stu
dies, vol. 34 (abril 1967), pp. 191-200; y D. E. R. Gay, «The Aggregate Factor-Price
Frontier in Bóhm-Bawerk’s Period of Production Capital Model: A Graphical
Derivation», Eastern Economic Journal, vol. 3 (julio 1975), pp. 205-211. Debe adver-
LA M ICRO ECO N OM IA EN VIENA: MENGER, W IESER Y BÓ HM -BAW ERK 37 1
REFERENCIAS
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C u ltu ra E conóm ica, 1986.)
G reen h u t, M. L. P la nt Location in Theory and Practise. C hapel Hill, N . C.: T h e U niversity of
N o rth C aro lin a Press, 1956.
372 HISTORIA DE LA TEO RIA ECONOM ICA Y DE SU METODO
LA MICROECOIMOMIA
EN INGLATERRA:
WILLIAM STANLEY JEVONS
INTRODUCCIO N
William Stanley Jevons fue uno de los personajes más interesantes y enigmáticos de
la historia del pensamiento económico británico. Hom bre de rara (a menudo esoté
rica) capacidad de análisis, fue también uno de los economistas profesionales más
prácticos que hayan vivido nunca. Aunque sus ideas eran profundas y originales, no
dejó seguidores de im portancia, y esto a pesar del hecho de haber ocupado un
373
374 HISTORIA DE LA TEORIA ECONO M ICA Y DE SU METODO
1 Amante de la música durante toda su vida. Jevons se mostró encantado, siguiendo una antigua
devoción por Beethoven, con la música «experimental» de Berlioz y Wagner, que él creía que estaban
escribiendo la «música del futuro». Sus eruditas y elogiosas descripciones de la naturaleza innovadora de
estos compositores constituyen la clara evidencia de que la búsqueda de nuevos arreglos y cambios de
forma era un hábito de pensamiento muy arraigado. Es interesante observar que la temprana convicción
de Jevons sobre su propio genio y originalidad corría parejas con la de Wagner.
LA M ICRO ECONOM IA EN IN GLATERRA: W ILLIAM STAN LEY JEVO N S 375
Existe u n a m u ltitu d de ram as del conocim iento, relacio n ad as en tre sí y con la condición
hum an a; la relación de éstas con la econom ía p olítica es an álo g a a la relación en tre la
m ecánica, la astro n o m ía, la óptica, el sonido, el c alo r y to d a s las ram as que form an m ás o
m enos p a rte de la ciencia física, con la m atem ática p u ra. T engo una idea, que no tengo
inconveniente en exponerte, de que mi intuición en lo to can te a los fu n d am en to s y la
naturaleza del conocim iento del ho m b re es m ás p ro fu n d a que la de la m ayoría de los
hom bres o de los auto res. D e hecho, creo que tengo la m isión de aplicarm e a estos tem as,
y mi intención es hacerlo. T ú estás deseosa de d edicarte a algo prácticam en te útil; puedes
e sta r segura de q u e extender y perfeccionar el conocim iento ab strac to o el conocim iento
práctico y d etallad o del h om bre y de la sociedad es tal vez la o b ra m ás útil y necesaria a la
q ue alguien p u ed a dedicarse ahora... H ay m uchísim a gente que se dedica a la ciencia
física, y la ciencia y las artes prácticas deben ab an d o n arse a sus p ropios cuidados, pero
com p ren d er a fondo los principios de la sociedad m e parece a h o ra el a su n to m ás convin
cente (L etters a n d Journal, p. 101).
Ya desde una edad temprana, Jevons estaba seguro de que revolucionaría la ciencia
de la economía, pero, paradójicamente, estuvo lleno con frecuencia de dudas y
aparentes inconsecuencias. Una reserva que lo hacía intratable e incluso un profun
do aislamiento form aban parte de su carácter. Muy pronto en su vida, Jevons
reconoció que no poseía «fuerza personal» o capacidad para usar «modales, lengua-
376 HISTORIA DE LA TEO RIA ECO N OM ICA Y DE SU METODO
je y persuasión para alcanzar un fin». Pero reconocía que no hacía nada para
remediar esta «grave deficiencia» de su personalidad. P or el contrario, parecía gozar
con ella. En una reveladora carta desde Australia a su querida herm ana Lucy,
Jevons se jactaba de que, con una «ligera excepción», no había ido nunca a una
fiesta y que por fin había conseguido «convencer a todos los amigos de que es inútil
invitarme». Y en la misma carta, Jevons defendía su propio aislamiento como un
estilo de vida:
Teoría de la utilidad
Por tanto, Jevons sabía que sólo se podía, en el mejor de los casos, obtener
estimaciones ordinales de la cantidad alrededor de la cual gira todo el sistema
económico. En su Teoría, Jevons observó que la utilidad es básicamente introspecti
va y reconoció explícitamente que las comparaciones interpersonales entre indivi
duos o grupos son imposibles (aunque puede no haber prestado atención a sus
propias advertencias en el concepto de «cuerpo comercial», como veremos). No
obstante, a pesar de todas estas dificultades, Jevons estableció el nuevo núcleo de la
economía en términos de utilidad.
G ráfico 14.1
La u tilid a d total a u m e n ta c o n tin u a m e n te hasta X0 u nidades d e a lim e n to , pero la utilidad
m argin al d is m in u y e c o n tin u a m e n te a m ed ida q u e se con sum en u nidad es adicio nales
de a lim e n to por u n id ad d e tiem po .
LA M ICRO ECONOM IA EN INGLATERRA: W ILLIAM STAN LEY JEVO N S 381
Además, a fin de asegurar que la renta se asigna en su totalidad entre los consumos
del individuo (lo que podría incluir una cuenta de ahorros), se expresa una condición
adicional:
Utilizando la teoría de la utilidad discutida en la sección anterior, junto con una ley
de indiferencia, Jevons desarrolló una teoría del intercambio: esto es, una explicación
del porqué y el cómo se intercambian bienes entre los individuos en un mercado. La
ley de indiferencia de Jevons afirma que en cualquier mercado libre y abierto, en
cualquier momento, no puede haber más de un precio para la misma mercancía
(homogénea).
En este punto, Jevons introdujo el «cuerpo comercial», un concepto que, como
veremos, no está exento de algunas dificultades. P or cuerpo comercial Jevons enten
día «cualquier conjunto de com pradores o vendedores», que recorre toda la gama,
desde individuos hasta toda una población. Además, todo cuerpo comercial «es un
individuo o un agregado de individuos, y el cumplimiento de la ley en el agregado
tiene que depender del cumplimiento de la ley en los individuos». Prescindiendo, por
el momento, de cualquier problema relacionado con el concepto, supongamos, con
Jevons, que hay un cuerpo comercial (A) que posee un stock de carne (o) y otro que
posee un stock de grano (b). ¿Cómo tendrá lugar el intercambio? Como de costum
bre, Jevons trata el tema de forma gráfica y de forma simbólica.
Representemos las funciones de utilidad marginal como en el gráfico 14.2, que
adaptam os, con ligeras modificaciones, a partir del propio diagrama de Jevons.
Representemos un aumento (disminución) en la cantidad de grano (carne) por un
movimiento de izquierda a derecha en el gráfico 14.2, y un aumento (disminución) en
la cantidad de carne (grano) por un movimiento de derecha a izquierda en el mismo
382 HISTORIA DE LA TEORIA ECO N O M ICA Y DE SU METODO
G ráfico 14.2
En to d o s los p u n to s a la izquierda d e m, A o b tien e una g an a n c ia neta d e u tilidad
in te rc a m b ia n d o carne p or g rano, m ien tras q u e en to d o s los pun to s a la derecha de m,
B o b tie n e una g an a n c ia neta de u tilid a d in te rc a m b ia n d o g ran o por carne.
gráfico. Las unidades de ambas mercancías han de estar representadas por iguales
distancias, por supuesto.
Consideremos el cuerpo comercial A y supongamos que posee una cantidad a' de
grano. Un aumento en la cantidad de grano poseída por A, representado por el
segmento aa', representa simultáneamente una disminución de la cantidad de carne
poseída por A. Pero la cuestión im portante es que A gana con el intercambio de
carne por grano. ¿Por qué? Porque con la adquisición de grano obtendría una
utilidad mayor que la que perdería cediendo carne. En especial, con referencia al
gráfico 14.2, A ganaría el área a'dga, siendo su ganancia neta equivalente al área
hdgc.
A continuaría intercam biando hasta que se alcance el equilibrio en el punto m,
que representa, en este sencillo caso, la intersección de las curvas de utilidad margi
nal. B hace lo mismo. (Se deja al cuidado del lector el análisis del comportamiento
maximizador de B.) En m ya no se pueden realizar ganancias adicionales por parte
de ningún cuerpo comercial y cesa el intercam bio2. Así pues, Jevons llegaba a la
conclusión de que la libertad para intercambiar, proyectando estos resultados, tenía
que ser ventajosa para todos. De este modo, este aspecto de la teoría de la utilidad
representaba un estímulo para el laissez-faire.
x = Salarios reales,
cantidad de producto
G ráfico 14.3
En este análisis basado en el c á lcu lo h ed on ístico , un tra b a ja d o r ofrecerá sus servicios
d e trab ajo en la c a n tid a d Om, p o rq u e en d ic h o p u n to el coste de trabajar, md, es igual
a la recom pensa del tra b a jo , mq.
384 HISTORIA DE LA TEO RIA ECO N OM ICA Y DE SU METODO
El valor del trabajo, y probablemente el valor de todos los factores, se determina por
la utilidad o valor del producto y no al revés. Las variaciones independientes de la
LA MICROECONOMIA EN INGLATERRA: WILLIAM STANLEY JEVONS 385
T o d o tipo de fluctuación periódica, sea d iaria, sem anal, m ensual, trim estral o anu al, debe
detectarse y m o strarse, n o sólo com o o b jeto de estudio en sí m ism a, sino p o rq u e tenem os
que d eterm in ar y elim inar tales variaciones periódicas an tes de p o d er m o stra r co rrec ta
m ente las que son irregulares o n o periódicas, y p ro b ab lem en te de m a y o r interés e
im p o rtan cia (Investigations, p. 4).
3 Muchos de los estudios estadísticos de Jevons fueron reunidos después de su muerte por su esposa,
Harriet. y publicados por su amigo Foxwell. Estos estudios pueden encontrarse en las Investigations in
Currency and Finance de Jevóns.
LA M ICRO ECONOM IA EN IN GLATERRA: W ILLIAM STAN LEY JEVO N S 387
Michel Chevalier había predicho una tal disminución, pero otros, entre ellos New-
m arch y McCulloch, había dudado de que se produjese.
A fin de entender mejor el logro de Jevons, debe reconocerse que los economistas
de este período sólo tenían nociones vagas e imprecisas de lo que era una disminu
ción del valor. Así pues, Jevons tuvo que empezar con una lección introductoria de
lógica aplicada a la estadística. Tuvo que explicar el significado de un aumento
medio de los precios, y, lo que es más im portante, el m étodo de construcción de los
índices de precios. En este último esfuerzo fue claramente un innovador. Discutió
ampliamente la compilación de tablas de precios, el cálculo de medias aritméticas y
geométricas, el problem a de la ponderación y la selección de las mercancías que se
utilizarían como muestra. Entonces, con estadísticas reunidas a partir de diversas
publicaciones periódicas, como The Economist, la Gazette y The Times, Jevons
construyó un precio medio anual de treinta y nueve mercancías, para los años de
1845 a 1862. Después de valorar las estadísticas y elaborarlas concienzudamente,
concluyó:
A penas es preciso llam ar la aten ció n sobre el co n stan te au m en to de los precios desde
1853... El reco rrid o m edio m ás bajo de los precios desde 1851 se ha d ad o , efectivam ente,
en el p a sa d o añ o de 1862; p ero a u n entonces los precios se situ a ro n un 13 % p o r encim a
del nivel m edio de 1845-50... Examínense los precios medios anuales en cualquier punto de
sus fluctuaciones desde 1852, y se sitúan p o r encima de cualquier punto de sus fluctuaciones
antes de esa fecha, en e l período cubierto p o r mis tablas. N o hay sino u n a m an era de
explicar un hecho com o éste, y es su p o n ien d o u n a depreciación co n stan te y m uy conside
rable del o ro (Investigations , pp. 44-45).
Si los p lan etas g o b iern an al Sol, y el Sol g o b iern a las vendim ias y cosechas, y de ese m odo
los precios de los alim entos y de las prim eras m aterias, y el estad o del m ercado m onetario,
se sigue que las configuraciones de los p lan etas pueden considerarse com o las causas
rem o tas de los m ayores desastres com erciales (Investigations, p. 185).
En 1878, Jevons volvió al tema de las manchas solares con renovado vigor,
primero en una comunicación a la British Association («The Periodicity of Commer
cial Crises and Its Physical Explanation») y después en un artículo en Nature
(«Commercial Crises and Sun-Spots»). Jevons estaba convencido por nuevas eviden
cias de que la duración del ciclo de manchas solares era de 10,44 años, en lugar de
11, 11, duración que se correlacionaba más estrechamente con el ciclo comercial de
las crisis. La coincidencia era demasiado grande para Jevons, y le llevaba a una
conclusión:
4 Es interesante observar aquí que otro científico famoso, Newton, se pasó años intentando convertir
los metales básicos en oro.
390 HISTORIA DE LA TEO RIA ECO N O M ICA Y DE SU METODO
Jevons envió esta lista a todos los economistas im portantes de la época, y Walras la
había publicado en el Journal des Economistes.
En su prólogo de 1879 y en la lista anotada de escritos matemático-económicos,
Jevons llamó la atención de los demás economistas sobre los esfuerzos teóricos de
Cournot, Dupuit, Ellet, Gossen, Léon Walras y su padre Auguste, von Thünen,
Jenkin y Lardner, junto con una pléyade de otros autores menos conocidos, como
Cesare Beccaria, Lang, Bordas, M inard y Boccardo. Muchos de estos autores siguen
siendo virtualmente desconocidos en la actualidad, y algunos merecidamente, pero
en la época germinal del análisis neoclásico el reconocimiento y la evaluación crítica
de la obra de otros teóricos tenía una gran importancia.
LA M ICROECO NO M IA EN INGLATERRA: W ILLIAM STA N LEY JEVO N S 391
5 T. W. Hutchison, en un interesante trabajo sobre el flujo internacional de las ideas, «Insularity and
Cosmopolitanism in Economic Ideas», sugiere que esta nueva puerta se cerró de golpe en Inglaterra,
principalmente por la hegemonía y predominio de los Principios de Marshall. Después de 1890, en otras
palabras, el aislamiento, si no el chauvinismo declarado, caracterizaron de nuevo al pensamiento econó
mico británico.
392 HISTORIA DE LA TEO RIA ECO N O M ICA Y DE SU METODO
La mejor fuente sobre Jevons es el propio Jevons. Pocos economistas han tenido
una vida más interesante, aunque sea corta. Además, Jevons tuvo pocos que le
igualasen como observador de la vida y com entador de las ideas. Sus Letters and
Journal, competentemente editados por su esposa Harriet, son imprescindibles para
adquirir una apreciación de las incisivas opiniones de Jevons sobre cualquier tema
imaginable, desde él mismo hasta la ciencia, pasando por la música, la estadística, la
economía política y una multitud de otros temas. En cartas a su hermana Lucy, a su
herm ano Herbert y a muchos otros, Jevons relata la crónica de su estancia en
Australia y sus viajes a los Estados Unidos en 1859. Estas cartas nos hablan también
de su creciente interés por la ciencia social y de su decisión de aplicar las m atem áti
cas a la economía. Toda su vida y su carrera quedan al descubierto en su correspon
dencia con miembros de su familia y con otros economistas, incluyendo a sus
amigos H. S. Foxwell y Léon Walras. Ahora tenemos también una excelente colec
ción titulada Papers and Correspondence o f William Stanley Jevons, R. D. C. Black
(ed.) (Nueva York: A. M. Kelley, 1977). Para material biográfico adicional, véase
H. W. Jevons, «William Stanley Jevons: His Life», Econometrica, vol. 2 (julio 1934),
pp. 225-231; y H. S. Jevons, «William Stanley Jevons: His Scientific Contributions»,
Econometrica, vol. 2 (julio 1934), pp. 231-237.
La Teoría de la economía política, Coal Question e Investigations in Currency and
Finance son indispensables para reconstruir sus contribuciones a la teoría económi
ca y a la estadística. Sus teorías del trabajo, el capital, la renta y el interés son
correctamente examinadas por G. J. Stigler en Production and Distribution Theories:
The Formative Period (Nueva York: Macmillan, 1941). Sobre la metodología de
Jevons, véase su incisivo ensayo titulado «Economic Policy», leído ante la Sección F
LA MICROECONOMIA EN INGLATERRA: WILLIAM STANLEY JEVONS 393
Economics and Social Studies, vol. 55 (septiembre 1987), pp. 233-256, que llega a la
conclusión de que aunque Jevons no contribuyera materialmente al desarrollo de la
estadística teórica per se, estableció la pauta para el economista en tanto que
consumidor de técnicas estadísticas.
REFERENCIAS
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Economic Review, vol. 45 (m ayo 1955), pp. 1-16.
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(T rad, castellana: Teoría de la economía política. M éxico: F o n d o de C u ltu ra Económ ica.)
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516-548.
CAPITULO
ALFRED MARSHALL Y EL
DESARROLLO DEL ANALISIS
DEL EQUILIBRIO PARCIAL
INTRODUCCION
V ID A Y OBRA DE MARSHALL
395
396 HISTORIA DE LA TEO RIA ECO NO M ICA Y DE SU METODO
Cambridge. Allí pasarían los M arshall el resto de sus años, en la que Alfred M ar
shall llam aba «una pequeña sociedad culta, de gran sencillez y distinción».
Cincuenta años de trabajo de Alfred M arshall produjeron ochenta y dos publica
ciones, incluyendo libros, artículos, clases, conferencias y testimonios (ante tres
Reales Comisiones). Sus inmensamente populares e influyentes Principios de econo
mía (1890) han tenido nueve ediciones hasta la fecha; Industry and Trade (1919),
cinco ediciones; y The Economics o f Industry (1879), dos ediciones y diez reimpresio
nes. Sólo su Money, Credit and Commerce (1923) no ha aparecido en muchas
ediciones, y ello es porque se publicó sólo un año antes de la muerte de Marshall.
Todos sus biógrafos concuerdan, sin embargo, en que el im pacto de Marshall
sobre la economía no puede medirse únicamente por sus publicaciones. M ucho más
im portante para el progreso de la teoría económica fue su práctica de transm itir sus
ideas originales a una generación de estudiantes capaces, mucho antes de que esas
ideas aparecieran impresas. La sólida tradición oral que Marshall inició en Cam
bridge constituye un capítulo extremadamente im portante en la historia del análisis
económico, particularm ente en la teoría m onetaria (véase el capítulo 20).
Ya en 1888, Herbert Foxwell escribía de Marshall: «La mitad de las cátedras de
economía del Reino Unido están ocupadas por sus discípulos, y la participación de
éstos en la instrucción económica general en Inglaterra es aún mayor que esto»
(Quarterly Journal o f Economics, vol. 2, p. 92). Efectivamente, una lista de los
estudiantes de M arshall se puede leer como si se tratase de un Who’s Who de los
economistas británicos de los primeros años del siglo xx. Además del más renom
brado, J. M. Keynes (véase el capítulo 19), había A. C. Pigou, Joan Robinson (véase
el capítulo 18) y D. H. Robertson, por m encionar unos pocos. Estos estudiantes
alim entaron la «tradición de Cambridge», iniciada por Marshall, y la extendieron en
muchas direcciones.
El permanente retraso de M arshall en publicar sus ideas fue una fuente frecuente
de frustración para sus estudiantes y amigos. En favor de Marshall hay que decir
que era un autor extremadamente cauto y meticuloso, que dudaba antes de publicar
cualquiera cosa, hasta que había considerado las implicaciones de su contenido y
perfeccionado su presentación. El resultado fueron unas contribuciones elegantes y
perdurables al análisis económico, pero unas contribuciones que a menudo se
publicaron cuando la flor de la novedad ya se había marchitado. Keynes cita el
ejemplo extremo de las teorías m onetarias de Marshall, que han formado parte de la
tradición de Cambridge durante décadas hasta que finalmente se publicaron en 1923
(en Money, Credit and Commerce).
La misma cautela hizo que M arshall fuese un expositor tardío del análisis de la
utilidad marginal, aunque la evidencia histórica indica que dedujo el principio de la
utilidad marginal de forma independiente y aproximadamente al mismo tiempo que
Jevons, Menger y Walras. En un sentido, sin embargo, superó M arshall a Jevons y
Walras. Su formación m atemática le hacía un m atemático mucho más competente.
Con todo, su planteamiento del uso de las matemáticas en economía fue circunspec
to. En su juventud había traducido las obras de Ricardo y Mili a símbolos m atem á
ticos, pero aparentem ente lo hizo por simple com odidad personal. Más tarde, en el
prólogo a sus famosos Principios, M arshall justificó el planteamiento matemático-
en-la-medida-conveniente:
398 HISTORIA DE LA TEORIA ECONO M ICA Y DE SU METODO
El uso principal de la m atem ática p u ra en las cuestiones económ icas parece ser el de
ay u d a r a expresar ráp id am en te, con b revedad y ex actitud, algunos de los pensam ientos
p a ra su p ro p io uso... parece, sin em bargo, p o co convincente aconsejar la lectu ra de largas
versiones de las d o ctrin as económ icas en u n a form a m atem ática a quienes n o se las hayan
hecho p o r sí m ism os» (Principios, p. xxi).
E stoy ex p erim en tan d o u n sentim iento creciente, en los últim os a ñ o s de m i trab ajo , de que
es m uy im p ro b ab le que un buen teo rem a m atem ático que tra te hipótesis económ icas sea
buena econom ía; y c ad a vez m e afianzo m ás en estas reglas: 1) u sar la m atem ática com o
lenguaje abreviado, m ás bien q u e com o in stru m en to de investigación; 2) em plearla h asta
que se logren resultados; 3) tra d u c ir los textos al inglés; 4) ilu stra r los resu ltad o s con
ejem plos que ten g an im p o rtan cia en la vida real; 5) q u em ar la m atem ática; 6) si se ha
tenido éxito en 4), q u em ar 3). E sto últim o lo he hecho con frecuencia (Pigou, M em orials,
p. 427).
M ARSHALL Y SU METODO
D e conform idad con las tradiciones inglesas, se entiende que la función de n u estra ciencia
es recoger, c o m b in a r y an alizar los hechos económ icos, aplican d o los conocim ientos
ad q u irid o s p o r m edio de la observación y la experiencia a la determ inación de los que h an
de ser, con to d a p ro b ab ilid ad , los efectos inm ediatos y finales de los diversos g ru p o s de
causas; y se entiende que las leyes económ icas son m anifestaciones de tendencias expresa
das en m o d o indicativo y n o preceptos éticos de c arácter im perativo. L as leyes y los
razo n am ien to s económ icos n o son, en efecto, sino u n a m era p arte del m aterial que to d a
ciencia h u m a n a y el sentido com ún h a n de a p ro v ech ar p a ra resolver los problem as
prácticos y sen ta r las reglas que p u ed an ser g u ía en los acto s corrientes de la vida
(Principios, pp. v-ví) 1.
L as leyes económ icas son m anifestaciones relacionadas con las tendencias de la acción
hu m an a b ajo ciertas condiciones. S on h ipotéticas únicam ente en el m ism o sentido en que
lo son las de las ciencias físicas, ya que estas últim as tam b ién encierran o im plican
determ in ad as condiciones: pero es m ás difícil establecer las condiciones con to d a claridad,
y m ucho m ás peligroso d ejar de hacerlo, en E conom ía que en la Física. L as leyes de la
acción h u m an a no son v erd aderam ente ta n sencillas, tan definidas o ta n fáciles de
averiguar com o la ley de la gravitación; p ero m uchas de ellas pueden figurar al lado de las
leyes de aquellas ciencias natu rales que tra ta n con m aterias m uy com plejas (Principios,
p. 33).
La teoría económica, pensaba M arshall, venía facilitada porque los hechos económi
cos del com portamiento hum ano podían desglosarse de los hechos en general. La
economía se interesaba por motivos mensurables, esto es, el dinero y los precios.
Aunque no constituye una medida perfecta, «con las debidas precauciones, el dinero
es una medida estimable de la fuerza motriz de gran parte de los móviles que actúan
en la vida hum ana» (Principios, p. 33).
Tiempo y c e te ris p a r i b u s
Así que, más o menos, el método de M arshall consistía en una abstracción, realizada
con sentido común, de los hechos económicos y del comportamiento, empleando el
análisis general y la razón. Además, la ciencia de la economía resultante de la
aplicación de este m étodo tenía el doble objetivo del conocimiento por sí mismo y
de su uso en las cuestiones prácticas. Pero, ¿en qué consistía con precisión este
método? Si los misterios de la naturaleza son complejos y la mente hum ana es
limitada, como afirma Marshall, ¿cómo tenemos concretamente que adquirir el
conocimiento sobre los temas económicos? Con referencia a una aplicación directa a
cualquier mercado, por ejemplo, ¿cómo debemos analizar adecuadamente los pre
cios y los beneficios cuando los gustos, la renta, la tecnología y los costes están
cambiando constantemente a lo largo del tiempo?
A LFR ED M ARSHALL Y EL DESARROLLO DEL A N A LISIS DEL EQUILIBRIO PA R CIA L 401
El elem ento tiem po es la principal causa de aquellas dificultades que en las investigaciones
económ icas hacen necesario que el hom bre, con sus facultades lim itadas, vaya avanzando
paso a paso, dividiendo u n a cuestión com pleja en diversas partes, e stu d ian d o sólo una de
éstas a u n tiem po y co m b in an d o finalm ente las soluciones parciales en u n a solución m ás o
m enos com p leta de to d o el problem a. Al dividirla, segrega aquellas causas p e rtu rb ad o ras,
dejándolas, p o r el m om ento, en u n a especie de depó sito que p o d ría d enom inarse ceteris
paribus. El estu d io de algún g ru p o de tendencias se aísla m ediante el supuesto de que las
demás cosas perm anecen iguales: n o se niega la existencia de o tra s tendencias, p ero se deja
a un lad o p o r el m om ento su efecto p e rtu rb a d o r. C u a n to m ás se reduzca la cuestión,
ta n to m ás ex actam ente p o d rá tratarse, pero tam bién ta n to m enos íntim am en te co rresp o n
d erá a la vida real. Sin em bargo, cad a estudio exacto y firme de u n a cuestión reducida
ay u d a a estu d iar m ejor las cuestiones m ás am plias en las que aquélla está co ntenida. C on
cad a paso q u e se d a hacia adelante, un m ay o r n ú m ero de cosas pueden ir sacándose del
depósito: los razo n am ien to s estrictos pueden hacerse m enos abstractos; los realísticos,
m enos inexactos, d en tro de lo que es posible en u n a eta p a inicial (Principios, p. 303).
Así pues, M arshall proponía tratar el problem a del cambio continuo (tiempo) por
medio del uso juicioso de los supuestos ceteris paribus, o cláusulas condicionantes.
O tros autores habían supuesto que «las demás cosas permanecen iguales» en la
construcción de sus teorías, pero fue el genio de Marshall el que explicó y utilizó el
m étodo en el análisis del coste de producción y en toda la teoría del valor.
pueden pasarse por alto. Las variaciones temporales en la captura del pescado, en el
tiempo, o en la disponibilidad de sustitutivos o complementos del pescado, producen
evidentemente oscilaciones temporales alrededor de lo que M arshall llam aba precio
del pescado normal a corto plazo. Los desplazamientos de la oferta y de la demanda
a muy corto plazo —algunos de los cuales se anulan m utuam ente— pueden imagi
narse con facilidad. Pero la clave para la comprensión del m étodo de M arshall
radica en la relación entre la dem anda cambiante y las condiciones de producción a
lo largo del tiempo y en el concepto de precio normal. A fin de facilitar una clara
comprensión del m étodo de Marshall, debemos considerar en prim er Igar los efectos
del tiempo sobre las condiciones de producción de la empresa (nuestro ejemplo trata
de una empresa pesquera).
G ráfico 15.1
Un aumento a corto plazo de la demanda de mercado, desde DD hasta D'D', aumenta
el precio de mercado de P a P', y el producto de la industria de Q a Q'. Todas las
empresas obtendrán beneficios económicos porque el ingreso medio P ’ es mayor que
el coste medio C, para la cantidad q¡. A largo plazo, a medida que entran nuevas
empresas en la industria, la curva de oferta se desplazará hacia la derecha, de SRS a
SfíS', volviéndose al precio de equilibrio P, pero con un producto mayor, Q".
del gráfico 15. la tienen forma de U. A medida que se van añadiendo factores
variables —por ejemplo, pescadores o redes— a la capacidad de «planta» de los
buques de pesca, disminuyen los rendimientos en forma de número de peces captu
rados por unidad del factor. Los costes medios, tanto totales como variables, dismi
nuyen. Pero a medida que se van añadiendo unidades de los factores variables, la
productividad media de dichos factores, en términos de peces capturados, disminuirá
a p artir de un determ inado punto. P or tanto, el coste medio del suministro de
pescado disminuye para unos determinados niveles de producción, pero a partir de
un punto tiene que aum entar de m odo inevitable. Asimismo, el coste marginal de la
empresa pesquera, esto es, la variación del coste total a medida que la producción
aum enta en una unidad, al principio puede disminuir, pero después inevitablemente
tiene que aum entar. Evidentemente, como consecuencia de una simple ley del cálcu
lo, el coste marginal tiene que ser igual al coste variable medio y al coste total medio
cuando estos últimos sean mínimos.
Concentrém onos ahora en la distinción de M arshall entre el corto y el largo
plazo en las condiciones de la demanda. M arshall postulaba un aum ento de magni
404 HISTORIA DE LA TEORIA ECO NO M ICA Y DE SU METODO
tud m oderada en la dem anda de pescado, a causa de una epidemia del ganado. Su
utilización del tiempo en la producción y de la cláusula ceteris paribus le permitían
predecir el precio y la producción en el mercado del pescado durante el período.
Habiendo sometido a la cláusula ceteris paribus las variaciones que afectaban a la
industria pesquera pero que la afectaban demasiado lentamente como para ejercer
una influencia apreciable a corto plazo, M arshall centró su atención en los factores
que afectarían al mercado del pescado suponiendo un aum ento de la dem anda a
corto plazo. M arshall argum entaba que a corto plazo:
D edicam os, pues, to d a n u estra aten ció n a o tra s influencias, com o son el aliciente que los
buen o s salarios ofrecerán a los m arinero s induciéndolos a perm anecer en sus pueblos un
añ o o dos p a ra dedicarse a la pesca en lu g ar de b u scar tra b a jo a b o rd o de un buque.
C on sid erarem o s qué b u q u es de pesca viejos y h asta b arco s que n o fueron co n stru id o s
expresam ente p a ra la pesca pueden ser a d a p ta d o s p a ra salir a pescar d u ra n te uno o dos
años. El precio n o rm al p a ra cu alq u ier c an tid ad d ia ria de pescado, que estam os a h o ra
buscando, es el precio que h a rá a flu ir ráp id am en te a la in d u stria de la pesca el capital y
m an o de o b ra necesarios p a ra o b te n e r dicha oferta de pescado en un día n o rm al de pesca;
la influencia q u e el precio del pescado te n d rá sobre el capital y la m an o de o b ra
disponible en la in d u stria pesquera está, en efecto, reg u lad a p o r causas de la m ism a índole
q ue éstas. E ste nuevo nivel alred ed o r del cual oscila el precio d u ran te esos añ o s de
d em an d a excepcionalm ente g ran d e será evidentem ente m ás alto que el an terio r. A quí
vem os u n a ilu stració n de la ley casi universal que establece que (el térm in o norm al
to m a d o en relación a un perío d o c o rto de tiem po) un aumento en la demanda aumenta el
precio de oferta norm al (Principios, p. 306).
Así pues, una revisión del ejemplo de la industria pesquera de M arshall propor
ciona una serie de intuiciones sobre su método, abarcando el análisis de períodos
temporales y los supuestos ceteris paribus. Lo hemos utilizado también como tram
polín para una discusión del concepto m arshalliano de equilibrio competitivo y
ajuste del mercado. Hasta aquí hemos considerado solamente la representación más
común del ajuste de mercado competitivo, el caso de costes constantes. Ahora
volvemos a los otros dos casos mencionados por M arshall en su discusión del ajuste
en la industria pesquera, es decir, los casos de industrias de costes crecientes y
decrecientes. Veremos que estos últimos conceptos eran los más im portantes y
controvertidos, porque conformaron algunas de las otras ideas de M arshall, espe
cialmente las de la economía del bienestar, asi como también han influido en el
curso de la microeconomía del siglo xx.
Es muy sencillo dem ostrar las otras dos condiciones de la oferta a largo plazo
empleadas por Marshall en su ejemplo de la industria pesquera. Desgraciadamente,
algunos de los conceptos habitualmente asociados con estas condiciones de oferta
no están claros en los Principios y ocasionan dificultades en la teoría de la compe
tencia, como veremos en el capítulo 18. Gráficamente, sin embargo, los casos de
coste creciente y decreciente pueden representarse con facilidad. Consideremos, por
G ráfico 15.2
El equilibrio de la empresa a largo plazo se encuentra en el punto más bajo de la
curva LRAC, donde una curva SRAC es tangente al precio de mercado.
408 HISTORIA DE LA TEORIA ECONO M ICA Y DE SU METODO
ejemplo, los gráficos 15.3 y 15.4, en los que sólo se tienen en cuenta las curvas de la
industria.
En el caso de costes crecientes, al revés del que se ha descrito en el gráfico 15.1, las
curvas de costes de la empresa crecen a medida que aum enta la producción de la
industria. Por ello, con referencia al gráfico 15.3, la función L R S tiene pendiente
positiva. El ajuste completo a largo plazo ante un aum ento de la dem anda (de D a
D') tendrá lugar sólo a costes más elevados (en B). En el caso de la industria
pesquera, por ejemplo, Marshall observaba la posibilidad de que la oferta de pesca
do en el m ar pudiera agotarse en cierta medida, de manera que los pescadores
tendrían que recurrir a la pesca en áreas más distantes. Tal actividad sería más
costosa, puesto que las aplicaciones proporcionales de dosis homogéneas de capital
y trabajo producirían rendimientos menos que proporcionales en las capturas.
Pero M arshall observaba una posibilidad más interesante, la de una función de
oferta de la industria a largo plazo con pendiente negativa. Con referencia al gráfico
15.4, la curva decreciente L R S implica que el producto adicional se obtendrá a
costes más bajos para la empresa. Aquí, un aum ento en la dem anda (de D a £>'), que
incrementa la producción de la empresa, hace que la función de oferta a corto plazo
(SRS') corte a la nueva curva de dem anda a un precio inferior que en el caso del
anterior nivel de producción. Las curvas de costes medios de la empresa se despla-
G ráfico 15.3
Los costes crecientes de la oferta a largo plazo aparecen cuando aumentan los costes
unitarios de la empresa representativa como consecuencia de un aumento de la
producción para satisfacer un aumento de la demanda del mercado.
ALFRED M ARSHALL Y EL DESARROLLO DEL A N A LISIS DEL EQUILIBRIO PARCIAL 409
G ráfico 15.4
Los costes decrecientes de la oferta a largo plazo aparecen cuando disminuyen los costes
unitarios de la empresa representativa como consecuencia de un aumento de la
producción para satisfacer un aumento de la demanda del mercado.
1 En su famoso articulo titulado «Cost Curves and Suppiy Curves» (véanse las Notas para lecturas
complementarias al final de este capítulo), Jacob Viner desarrolló la curva de coste envolvente, o a largo
plazo, de la empresa.
4 10 HISTORIA DE LA TEO RIA ECO N O M ICA Y DE SU METODO
des, de modo que la eficiencia económica completa del capital y el trabajo sólo
puede alcanzarse mediante aum entos de la producción. A medida que se incrementa
el producto, disminuye el coste medio a largo plazo, pero más allá de un determ ina
do nivel de producción, el coste medio tiene que aum entar de nuevo, debido a las
ineficiencias de la dirección y las dificultades de comercialización del producto. Las
economías y diseconomías internas son simplemente una explicación de la típica
forma de U que tienen las curvas de coste medio a largo plazo.
Las economías externas que tienen lugar cuando aum enta la producción, tal
como las identificaba Marshall, son economías de producción externas a la empresa
pero internas a la industria. Marshall vinculó las economías externas a la localiza
ción de la industria, pero su discusión produjo muy pocos ejemplos. La mayoría
están asociados de alguna manera a la localización de la industria. Entre otras,
M arshall menciona las siguientes economías externas derivadas de la concentración
de empresas en un lugar dado:
1. Mejor información y cualificación.
2. Disponibilidad de mano de obra cualificada.
3. Economías en el uso de la m aquinaria especializada.
El buen tra b a jo es ap reciad o com o se merece; los inventos y los perfeccionam ientos en la
m aq u in aria, en los procesos de fabricación y en la o rganización general de los negocios, se
estu d ian p ro n to p a ra d ilucidar sus m éritos o inconvenientes; si u n a p erso n a lan za una
nueva idea, ésta es a d o p ta d a p o r las d em ás y co m b in ad a con sus p ro p ias sugerencias, y de
este m o d o se tran sfo rm a en u n a fuente de o tra s nuevas ideas. Y p ro n to las actividades
subsidiarias se establecen en las proxim idades, p ro p o rcio n an d o a la in d u stria principal
útiles y m ateriales, o rg an izan d o su tráfico y tendiendo de diversos m odos a la econom ía
de su m aterial (Principios, p. 226).
G ráfico 15.5
Un aumento a corto plazo de la demanda del mercado, de DD a D'D', da lugar a un
aumento de la producción de las empresas existentes y atrae nuevas empresas a la
industria. La presencia de economías externas desplaza hacia abajo las curvas LRAC y
LRMC de cada empresa, y el resultado es una curva de oferta a largo plazo (LRS) con
pendiente negativa.
A sim ism o, el uso económ ico de la m aq u in aria costosa puede a veces desarro llarse en un
alto g rad o en un d istrito en el q u e exista u n a g ran p ro d u cció n co n ju n ta de la m ism a clase,
au n q u e n in g u n a de las fábricas p o sea un capital p a rtic u la r m uy g rande, pues las in d u s
trias subsidiarias que se dedican cad a u n a a u n a ram a del proceso de la p roducción y
tra b a ja n p a ra m uchas fábricas principales de sus cercanías están cap acitad as p a ra em
p lear co n stan tem en te m aq u in aria m uy especializada de los m ejores tip o s y p a ra hacerla
tra b a ja r con un g ra n rendim iento, am o rtiz a n d o p ro n to su coste, au n q u e ésta haya sido
elevado y m uy ráp id a su depreciación (Principios, p. 226).
M arshall formuló la ley de la dem anda del modo siguiente: «Existe, pues, una ley
general de la demanda, que puede expresarse asi: cuanto m ayor es la cantidad que ha
de venderse, tanto menor debe ser el precio a que se ofrecerá para que pueda
encontrar compradores; o, en otros términos, la dem anda aum enta cuando el precio
baja y disminuye cuando el precio sube» (Principios, p. 87). Sin embargo, Marshall, a
diferencia de la mayoría de sus predecesores, reconocía que antes de poder construir
una lista de dem anda, había que especificar una serie de supuestos. Los formulamos
al principio.
Los supuestos ceteris paribus de M arshall al considerar la relación funcional
entre el precio y la cantidad dem andada pueden sintetizarse como sigue:
Así, m ientras hem os supuesto que u n a lista de precios de d em an d a rep resen ta los diferen
tes precios a que u n a m ercancía puede venderse, según los distin to s cam bios que tengan
lu g ar en la ca n tid a d ofrecida en venta, permaneciendo todo lo dem ás igual, n o ha h ab id o
dificultades; p ero estas circunstancias que se suponen invariables ra ra vez lo son en la
realidad d u ran te p erío d o s de tiem po lo suficientem ente largos p a ra p erm itir la o btención
de d ato s estadísticos com pletos y fidedignos. Siem pre están apareciendo causas p e rtu rb a
d o ra s cuyos efectos vienen a m ezclarse con los de aquella cau sa p articu lar que deseam os
aislar. E sta dificultad se ve a g rav ad a p o r el hecho de que en E conom ía to d o s los efectos
de una causa ra ra vez se p ro d u cen inm ediatam ente, p resen tán d o se a m en u d o m ucho
después de que la causa ha dejad o de existir (Principios, pp. 95-96).
41 6 HISTORIA DE LA TEORIA ECO N OM ICA Y DE SU METODO
Como hizo en su teoría de la oferta, M arshall observó los problemas tremendos que
introduce el elemento tiempo en la teoría de la demanda. Su solución fue la de
especificar un parám etro en la teoría de la dem anda para el período temporal de
ajuste. La alteración del período temporal de ajuste (por ejemplo, la duración de la
epidemia del ganado) podría modificar significativamente la curva de demanda, y es
esencial una especificación del período para el que se ha construido la función de
demanda. M arshall expresó claramente la necesidad de someter los gustos o costum
bres humanas, así como el precio de los bienes estrechamente relacionados, a su
cláusula ceteris paribus:
Los precios de d em an d a que figuran en n u estra lista son aquellos a que varias cantidades
de u n a cosa pued en venderse en u n m ercad o durante un tiempo determinado y bajo unas
condiciones dadas. Si las condiciones v arían en cualquier aspecto, los precios necesitarán
pro b ab lem en te ser cam biados, y esto tiene que hacerse con stan tem en te cu an d o el deseo
de alg u n a cosa q u ed a m aterialm ente alterad o p o r alg u n a variación en las costum bres o
p o r haberse a b a ra ta d o u n a m ercancía rival, o haberse in v en tad o u n a nueva que pueda
sustitu irla (Principios, pp. 87-88).
El parámetro de la renta. Más que cualquier otro parám etro, el parám etro de la
renta ha encontrado interpretaciones alternativas en la literatura posmarshalliana
sobre la demanda. Cuando disminuye el precio de un bien suceden dos cosas. La
primera, que el bien es relativamente más barato que los demás bienes del presu
puesto del consumidor, y éste sustituirá ese bien por otros (el efecto sustitución de
una variación del precio); y la segunda, que la renta real del consumidor aum enta a
medida que se incrementa el poder adquisitivo del dinero, ocasionando que el
consumidor compre más de todos los bienes normales en su presupuesto (el efecto
renta de una variación del precio)8. La introducción de un efecto renta desplaza o
hace girar la función de demanda, m anteniendo constante la renta m onetaria cada
vez que se produce alguna variación del precio. Así pues, M arshall tuvo que indicar
la clase de renta que quería mantener constante a lo largo de la curva de demanda.
Aunque pueden encontrarse afirmaciones que ofrecen una interpretación contraria,
en lo fundamental parece que él quería prescindir de las variaciones del poder
adquisitivo del dinero. En su análisis del precio marginal decreciente, Marshall
estableció el supuesto de constancia del poder adquisitivo del dinero (o de la renta)
del m odo siguiente:
8 Un bien norma! es aquel cuyo consumo aumenta cuando la renta aumenta (filetes, por ejemplo); el
consumo de un bien inferior (las hamburguesas, quizás) disminuye cuando aumenta la renta.
ALFRED M AR SH A LL Y EL DESARROLLO DEL A N A LISIS DEL EQUILIBRIO PA R CIA L 4 17
El caso del té. Se postula una lista de dem anda de un consumidor, para una
mercancía sin im portancia (en el sentido de que representa una pequeña parte de sus
gastos), como el té. La lista de dem anda se reproduce como sigue:
20 1
14 2
10 3
6 4
4 5
3 6
2 7
G ráfico 15.6
A medida que el precio disminuye de 20 chelines a 2 chelines, la utilidad total del
consumidor aumenta hasta llegar a un valor de 59 chelines (20 + 14 + 10 + 6 + 4 +
+ 3 + 2). Como el consumidor debe pagar sólo 14 chelines por 7 libras de té, su
excedente del consumidor equivale a 45 chelines.
consumir 7 unidades de té. M arshall identificaba esta cantidad como excedente del
consumidor.
cualquier bien cuando aum enta su cantidad. Esto significa, con respecto al consumo
de té, que un chelín no es un chelín en términos de utilidad, a medida que el
consumidor desplaza hacia abajo su curva de demanda. La utilidad marginal de los
chelines no es la misma cuando el consumidor compra 1 libra a 20 chelines que
cuando compra 7 libras a 2 chelines. M arshall expresó el excedente del consumidor
en términos monetarios, pero las unidades monetarias (por ejemplo, 45 chelines,
cuando se consumen 7 libras a 2 chelines) no proporcionan el mismo valor de la
utilidad, porque la renta real del consumidor ha variado. Sin entrar en complejidades
innecesarias, la curva de demanda marshailiana (de renta m onetaria constante)
sobreestimará o subestimará el excedente.
M arshall trató de evitar el problema suponiendo explícitamente que la utilidad
marginal del dinero (renta) era constante, o que lo era de m odo aproximado. De
hecho, escogió el té, una mercancía «sin importancia», justam ente por la razón de
que los cambios en la renta real serían de segundo orden de pequeñas cantidades,
irrelevantes a causa de su pequeñez. Pero en cualquier tratam iento teórico riguroso
del excedente de los consumidores cuando se trate de mercancías im portantes surge
el problema. Algunos teóricos modernos, como se observó antes, argumentan que la
auténtica curva de dem anda marshailiana era una función de la renta real constante.
Si es así, su discusión de la medición del excedente del consumidor parece consisten
te con su especificación de la función de demanda. Alguna forma de compensación,
como una variación de la renta m onetaria o un cambio en los precios de las
mercancías que no están relacionadas con aquella a la que se refiere la dem anda en
cuestión, llenarían los requisitos. En las estimaciones empíricas, a diferencia de las
manipulaciones puramente teóricas, se requieren otros tipos de compensaciones.
Después de todo, el propósito de M arshall al desarrollar la noción de excedente del
consumidor era ante todo aplicar dicha noción «como un elemento auxiliar en el
cálculo aproxim ado de los beneficios que una persona obtiene de su medio ambien
te» (Principios, p. 107).
Antes de volver a algunas de las aplicaciones que M arshall hizo de su análisis,
estaría bien observar brevemente otro problema im portante con el que se tropieza
en su tratam iento de la dem anda y la utilidad9. La fuente del problem a es ésta:
aunque M arshall escribió sobre el excedente del consumidor, desarrolló curvas de
dem anda de mercado que eran suma de las funciones de muchos individuos e
intentaban determ inar el excedente de los consumidores. Podríam os llamarlo el
«problema del apóstrofo»; cuando se suman las demandas (como las funciones de
utilidad) de muchos individuos, hablamos del excedente de los consumidores y
tratam os el valor m onetario del excedente como un valor de utilidad. Pero, evidente
mente, la renta, los gustos y las preferencias de los individuos tienen que ser
distintos, de m anera que 5 libras de té a 4 chelines, para el individuo A, no son
equivalentes en utilidad a 5 libras a 4 chelines para el individuo B. A decir verdad, las
dem andas m onetarias pueden sumarse para formar las curvas de dem anda de
mercado, pero se incurre en comparaciones interpersonales ilegítimas de la utilidad
9 Algunos (pero no todos) de los problemas de la medición de la utilidad se evitan mediante el uso del
análisis ordinal (curvas de indiferencia). El planteamiento ordinal exige que el consumidor indique más o
menos satisfacción, en lugar de efectuar una especificación numérica en términos cardinales (1.5, 20, etc.).
A LFR ED M ARSHALL Y EL DESARROLLO DEL A N A LISIS DEL EQUILIBRIO PA R CIA L 421
G ráfico 15.7
En el punto de equilibrio inicial A, el excedente de los consumidores es el área CDA. Un
impuesto por unidad equivalente a TA reducirá el excedente de los consumidores al
área cDa y proporcionará un ingreso impositivo equivalente al área FcaE. Como
el área FCKE es mayor que el triángulo aKA, el gobierno aumentará el bienestar gastando
los ingresos fiscales en bienes públicos.
10 Como señala Blaug en su Teoría económica en retrospección (p. 485), el argumento no se mantiene
necesariamente cuando se incluyen las pérdidas en el excedente de los productores.
ALFRED M AR SH A LL Y EL DESARROLLO DEL A N A LISIS DEL EQUILIBRIO PA RCIA L 423
En un segundo caso, más interesante, M arshall argum entaba que —sobre una base
teórica— las industrias de costes decrecientes debían recibir subsidios a fin de
promover el bienestar máximo. Lo esencial del argumento se oye con frecuencia en
discusiones actuales sobre los servicios eléctricos y otros servicios que se supone que
se caracterizan por costes decrecientes. La formación de precios basada en el coste
marginal en tales servicios, y la concesión de subsidios a los mismos, están estrecha
mente relacionadas con los conceptos de Marshall.
La figura 15.8 demuestra gráficamente que el bienestar puede aum entarse me
diante la concesión de subsidios a las industrias de costes decrecientes. Supongamos
que al principio las funciones de dem anda y oferta de la industria son DD' y ss', que
determ inan el precio Oc y el producto Oh. Ahora bien, ¿qué sucedería si el gobierno
decidiera conceder un subsidio a la industria para aum entar el producto total hasta
OH1 El subsidio requerido al efecto sería igual a TA (o aE) por unidad de producto.
La curva de oferta, en efecto, se desplazaría hacia abajo hasta SS', y en el nuevo
punto de equilibrio se produciría la cantidad O H al precio OC. El excedente de los
consumidores aum enta de cDa (para el producto Oh) a CDA (para el producto OH).
con un aum ento de CcaA. El subsidio total, como en el ejemplo de los costes
crecientes del gráfico 15.7, es igual a la cantidad unitaria TA multiplicada por el
número de unidades vendidas, O H ( - C A ) , o un subsidio total igual al área CRTA.
P ara que el subsidio genere un aumento del bienestar, es necesario que el aumento
en el excedente de los consumidores CcaA sea m ayor que el subsidio gubernamental
CRTA. Este será el caso, con referencia al gráfico 15.8, puesto que el área K TA es
m enor que el área RcaK. Marshall, pues, dem ostró que el bienestar podía aum entar
por medio de la concesión de subsidios a las industrias de costes decrecientes11.
Las industrias de costes constantes, del tipo descrito en el gráfico 15.1, no debían
ser gravadas con ningún impuesto ni se les debía conceder ninguna subvención.
11 También demostró que el bienestar se reduciría si estas industrias eran gravadas con un impuesto.
424 HISTORIA DE LA TEORIA ECONOM ICA Y DE SU METODO
G ráfico 15.8
Un subsidio equivalente a TA por unidad de producto aumentará el excedente de los
consumidores de cDa a CDA. Dado que el aumento del excedente de los consumidores
es mayor que el coste del subsidio, aumenta el bienestar del consumidor.
cuales era el de que «un chelín adicional proporciona m ayor felicidad a un pobre
que a un rico» (Principios, p. 391). Cuando se habla de políticas en las que hay
ganadores y perdedores hay que formular algún supuesto semejante, y Marshall
estaba dispuesto a hacerlo, como primera aproximación.
En el tratam iento que hizo M arshall de la doctrina de la máxima satisfacción
tenemos más ejemplos de la dicotomía entre sus intereses teóricos y operativos. La
teoría y sus conclusiones son provisionales en cuanto que requieren ciertos supues
tos no científicos relativos a la suma de las utilidades de los ganadores y de los
perdedores. Pero, de cualquier modo, M arshall siguió adelante, advirtiendo durante
todo el proceso y concluyendo que sus proposiciones «no proporcionan un funda
mento válido para la intervención del Gobierno». En su propia opinión, simple
mente identificaba un problema, advirtiendo que todavía quedaba mucho por hacer,
especialmente en el área de las estimaciones estadísticas de la oferta y la demanda. El
problema de arbitrar políticas para maximizar el bienestar generó, de hecho, un
interés extraordinario entre los discípulos de M arshall y otros en la tradición de
Cambridge, aunque el progreso ha sido poco sistemático y exiguo12. Pero Marshall
estaba formulando preguntas importantes, siempre con la vista puesta en la aplica
ción del análisis económico.
Hasta un gobierno que considere que sus propios intereses coinciden con los de la
población ha de tener en cuenta el hecho de que si abandona una fuente de ingresos debe
recurrir, generalmente, a otras que tienen sus propias desventajas, puesto que suponen
necesariamente gastos y molestias en la recaudación, en unión con algún daño para el
público, como el que ya hemos señalado en relación con la pérdida de excedente de los
consumidores... (Principios, p. 402).
tradición filosófica de maximización del bienestar venía del utilitarismo bentham ita
(véase el capítulo 6) y continuaba a través de J. S. Mili y de uno de los de mayor
edad entre los contem poráneos de M arshall, Henry Sidgwick. En esta tradición, la
provisión del m ayor bien para el m ayor núm ero únicamente a través del mercado
tropieza con un obstáculo. El mercado podría «fallar» en el sentido de que algunas
actividades podrían producir externalidades positivas o negativas que podrían no
cargarse (en el caso de externalidades negativas) o no pagarse (cuando los efectos
fuesen positivos) al iniciador de la externalidad. Un ejemplo de externalidades
negativas podría ser una fábrica de acero que arrojase humo y escoria en el área
circundante, dañando las casas, los pulmones y el agua potable de las zonas situadas
aguas abajo. A la inversa, uno puede plantar un jardín que los vecinos pueden
disfrutar, pero no existe una m anera práctica de cargarles nada por ello. Casos como
éstos nos resultan familiares.
Lo que hay que destacar es que el ahijado y sucesor elegido de M arshall en
Cambridge (en 1910), A. C. Pigou, desarrolló mucho esta idea y propuso una
solución «neoclásica», «marshalliana». En 1912, en su Wealth and Welfare y en una
«segunda edición» ampliada, titulada La economía del bienestar (1920), Pigou discu
tió la posibilidad de fallos del mercado. Supongamos la existencia de una externali
dad negativa como la polución de una corriente de agua. Los costes sociales margi
nales de tales producciones superan a los costes privados marginales de la empresa
que poluciona (en una cantidad igual al daño marginal causado por la polución).
Consideremos el gráfico 15.9, que representa el coste privado marginal (MPC), el
coste social marginal (M S C ) y la curva de dem anda de la actividad. Si la empresa
que poluciona no soporta los costes sociales, la curva M P C es relevante para su
proceso de tom a de decisiones. Se produce la cantidad Q0 y la sociedad se ve
obligada a soportar los costes marginales de la polución, AP0. Desde el punto de
vista de la sociedad, se produce «demasiado» de este bien.
La solución de Pigou consistía en gravar con un impuesto a la industria contami
nante, de modo que la curva M S C representase el coste de producción para la
empresa. En este caso, la empresa soportaría el coste total de producir este bien y el
producto se reduciría a Q¡ (con un precio superior). Los impuestos y subsidios
constituían el m étodo de Pigou —y, como hemos visto, de M arshall— para subsa
nar los fallos del mercado, tanto de tipo positivo como negativo. En este marco,
Pigou contempló un papel más amplio del gobierno, en forma de acción legislativa o
reguladora.
En una de las contribuciones más significativas al análisis económico contem po
ráneo, Ronald Coase puso en duda el supuesto de Pigou de que las externalidades
fuesen no direccionales por naturaleza. En «The Problem of Social Cost», publicado
en 1960, Coase destacó la naturaleza bidireccional de las externalidades. Los conta
minantes de la corriente no habrían generado una externalidad si no existiera un
núcleo de población aguas abajo. Un fum ador de cigarrillos no causaría una exter
nalidad si no se situase ningún individuo en sus proximidades. Coase destacaba así
la naturaleza recíproca de las externalidades y argum entaba que la solución de
Pigou, de la interferencia legislativa del gobierno, era defectuosa en varios aspectos.
Si, por ejemplo, los costes de transacción y soborno fueran bajos, el propio mercado
podría resolver el problema de la polución aguas abajo descrito más arriba. Los
428 HISTORIA DE LA TEORIA ECONO M ICA Y DE SU METODO
G ráfico 15.9
Si la empresa que poluciona puede ignorar el coste social de producción, producirá una
cantidad Q0, obligando a la sociedad a soportar el coste AP0. Una manera de aumentar
el coste marginal privado hasta el nivel del coste marginal social es someter a
imposición a la empresa contaminante, de acuerdo con la diferencia entre las curvas
MSC y MPC.
eficiente de los recursos. A fin de obtener una apreciación más completa de los
logros de M arshall en estas áreas, debemos considerar primero su definición de
elasticidad.
Elasticidad
En los barrios obreros, la carne de calidad superior e inferior se vende casi al mismo
precio; pero algunos artesanos bien pagados del norte de Inglaterra han llegado a
aficionarse tanto a la buena carne y pagan por ella un precio casi tan elevado como el que
se pide por este artículo en la parte occidental de Londres, donde los precios se sostienen
artificialmente altos por la necesidad que existe de exportar las clases inferiores para que
sean vendidas en otros lugares (Principios, p. 94).
13 Marshall también aplicó el concepto básico a la oferta. Más adelante se desarrolló un concepto de
«elasticidad cruzada». La elasticidad cruzada se define como la variación de la cantidad demandada de
una mercancía A ante una variación del precio de otra mercancía B.
430 HISTORIA DE LA TEO RIA ECO NOM ICA Y DE SU METODO
Demanda de factores
El período de tiempo sobre el cual se extiende es corto, y las causas que tenemos que
considerar como capaces de reajustar la oferta y la demanda son sólo de la categoría de
las que pueden operar dentro de ese período corto... pero debemos observar que refirién
dose a períodos cortos, como se refiere, es una excepción a nuestra regla general de
seleccionar... casos en que hay tiempo suficiente para que se desarrollen las acciones a
largo plazo de las fuerzas de la oferta (Principios, p. 316).
S u E sb E d
Enn —
E sb + E d k ( 1 — S ¡¡)
Precio
(cuchillos)
(cuchillos)
G ráfico 15.10
En el punto de equilibrio A, el precio de los mangos, Ba, viene determinado por la
intersección de ss' y de dd', y el precio de las hojas, aA, se determina restando Ba de la
oferta de cuchillos.
ALFRED M AR SH A LL Y EL D ESARROLLO DEL A N A LISIS DEL EQUILIBRIO PA RCIA L 433
En una serie de capítulos (libro VI, caps. 1-13), repletos de ejemplos prácticos,
M arshall describió los rendimientos de los diversos factores de producción. La renta
era un rendimiento de factores completamente fijos en su oferta y sin oportunidades
alternativas, pero M arshall identificó también una «cuasi-renta». La cuasi-renta, en
términos marshallianos, es un rendimiento de factores temporalmente fijos, debido a
la producción a corto plazo. Es de la naturaleza del «capital amortizable». Como ha
señalado George Stigler, la exposición de Marshall es «meramente otra manera de
decir que sólo los costes primarios o variables son determinantes del precio en el
corto plazo» (Production and Distribution Theories, p. 95). A largo plazo, los rendi
mientos de estas inversiones fijas deben estar cubiertos por el precio de mercado, o el
capital abandonará la industria. En otras palabras, sólo a corto plazo, la cuasi-renta
(diferencia entre el coste total y el coste variable) no es un pago necesario para
obtener el producto.
El tratam iento que hace M arshall de los rendimientos del trabajo es tal vez la
A LFR ED M AR SH A LL Y EL DESARROLLO DEL A N A LISIS DEL EQUILIBRIO PA RCIA L 435
El pago de beneficios es un pago por la capacidad para los negocios, que a largo
plazo se determina por el coste de producción. Sin embargo, aquí hay un punto
importante. En el caso de cualquiera de los factores de producción, es por medio de
la propia capacidad de las personas que se dedican a los negocios que la dem anda se
hace efectiva. La persona que se dedica a los negocios representa la lista de demanda
o de productividad marginal. Pero nadie contrata al empresario. Más bien es toda la
sociedad la que dem anda bienes. En otras palabras, la sociedad hace que la dem an
da sea efectiva ofreciendo unos precios. Aunque una parte de las habilidades del
empresario pueden heredarse, en cuyo caso una parte de sus rendimientos tiene el
carácter de renta, las habilidades adquiridas son, de hecho, un coste de producción.
Así pues, M arshall concluía que, a largo plazo, los costes de producción determinan
los rendimientos y la oferta de todos los factores de producción.
El tratam iento que Marshall dio a la distribución descansaba en gran medida en
su herencia anglosajona en ese área, y recuerda particularm ente el tratam iento de la
cuestión en Smith y Ricardo. Puede muy bien ser que pusiera demasiado énfasis en
el coste de producción como explicación de los rendimientos de los factores, como
hicieron sus antepasados académicos. Su discusión también se ha criticado a menu
do por una falta general de vigor, lo que es indudablemente cierto.
A pesar de todo esto, M arshall no estuvo nunca más cerca de la sabiduría
práctica que cuando analizaba, a través de numerosos ejemplos, las razones de las
diferencias en salarios y beneficios o el impacto del riesgo en la tasa de rendimiento.
Su conocimiento práctico del com portam iento de los negocios y de los mercados
reales era fenomenal, todo lo cual hace de su discurso sobre la distribución una de
las partes más placenteras y provechosas de los Principios.
Giffen Paradox», Journal o f Political Economy, vol. 55 (abril 1947), pp. 152-156.
(Existe trad, castellana: «Notas sobre la historia de la paradoja de Giffen», en
Historia del pensamiento económico. Buenos Aires: El Ateneo, 1979.) Pero para una
valoración reciente de la posición de Stigler, véase William P. Gramm, «Giffen's
Paradox and the M arshallian Demand Curve», The Manchester School o f Economic
and Social Studies, vol. 38 (marzo 1970), pp. 65-71.
La curva envolvente o de planificación de la empresa, que simplifica el análisis a
largo plazo de M arshall, fue desarrollada por Jacob Viner en su clásico artículo
«Cost Curves and Supply Curves», Zeitschrift fü r Nationalökonomie, vol. 3 (septiem
bre 1931), pp. 23-46. La ficción de M arshall de la empresa representativa es severa
mente criticada en Lionel Robbins, «The Representative Firm», Economic Journal,
vol. 38 (septiembre 1928), pp. 387-404. Toda el área de las teorías de la producción y
distribución de M arshall es sometida a una revisión competente y crítica en el cap. 4
de Stigler, Production and Distribution Theories. Sobre la difusión del m étodo del
período temporal de Marshall en su teoría de la distribución, véase H. M. Robert
son, «Alfred Marshall's Aims and Methods Illustrated from His Treatm ent of Distri
bution», History o f Political Economy, vol. 2 (primavera 1970), pp. 1-64. Asimismo,
véase G. L. S. Schackle, «Marshall's Accomodation of Time», en Epistemics and
Economics (Londres: Cambridge University Press, 1972) (trad, castellana: Epistémica
y economía. Madrid: Fondo de Cultura Económica, 1976); y P. C. Dooley, «Alfred
Marshall: Fitting the Theory to the Facts», Cambridge Journal o f Economics, vol. 9
(septiembre 1985), pp. 245-255. La contribución fundamental de Marshall al análisis
del período temporal en el intercambio de mercado es también el tema de P. L.
Williams, «A Reconstruction of M arshall’s Tem porary Equilibrium Pricing Model»,
History o f Political Economy, vol. 18 (invierno 1986), pp. 639-653. Sobre el mismo
tema véase J. M. Gee, «M arshall’s Views on ‘Short-Period’ Value Formation»,
History o f Political Economy, vol. 15 (verano 1983), pp. 181-205; y O. F. Hamouda,
«On the Notion of Short-Run and Long-Run: Marshall, Ricardo and Equilibrium
Theories», British Review o f Economic Issues, vol. 6 (primavera 1984), pp. 55-82. La
teoría del intercambio de Marshall ha sido revisada también por D. A. Walker,
«M arshall’s Theory of Competitive Exchange», Canadian Journal o f Economics, vol.
2 (noviembre 1969), pp. 590-597. Los dos artículos siguientes de D. A. Walker sobre
los conceptos de oferta de trabajo a corto y largo plazo deben leerse en paralelo:
«M arshall on the Long-Run Supply of Labor», Zeitschrift fü r die Gesamte Staats
wissenschaft (octubre 1974), pp. 691-705; y «Marshall on the Short-Run Supply of
Labor», Southern Economic Journal, vol. 41 (enero 1975), pp. 429-441.
Los temas relacionados de economías externas y rendimientos crecientes (costes
decrecientes) han sido responsables'probablem ente de un m ayor debate que cual
quier otro de los que se discuten en los Principios de Marshall. Como vimos en el
texto del presente capítulo, A. C. Pigou tradujo el concepto de economías externas
en una divergencia entre costes sociales marginales y costes privados marginales. La
im portante conexión entre la economía del bienestar de Pigou y el trabajo anterior
de Henry Sidgwick se establece en M argaret G. O ’Donnell en «Pigou: An Extensión
of Sidgwickian Thought», History o f Political Economy, vol. 11 (invierno 1979), pp.
588-605. La solución pigouviana era la de gravar con un impuesto (o conceder un
subsidio en el caso contrario) a la industria. Sin embargo, en 1924, F rank Knight
440 HISTO RIA DE LA TEORIA ECON O M ICA Y DE SU METODO
REFERENCIAS
LEON WALRAS Y EL
DESARROLLO DEL ANALISIS
DEL EQUILIBRIO GENERAL
Así como Alfred M arshall representaba la figura dom inante de la economía posclá-
sica inglesa al cam biar el siglo, Léon Walras constituía la principal fuerza entre los
economistas continentales. El im pacto colectivo de Léon Walras (1834-1910) y
Alfred M arshall (1842-1924) sobre los economistas y el análisis económico del siglo
xx sería difícil de sobreestimar. El marco de los principales desarrollos contem porá
neos de la microeconomia, el análisis del equilibrio general y muchas otras áreas en
las que se requiere una superestructura teórica (la teoría monetaria, por ejemplo)
tienen un carácter walrasiano o marshalliano. Por estas razones y por muchas otras,
W alras y M arshall se consideran justamente, por una gran parte de la profesión,
como dos de los teóricos más im portantes que nunca hayan vividoi.
Aunque las contribuciones de Marshall se examinaron con detalle en el capítulo
anterior, es apropiado en una discusión de las ideas de W alras contrastar determ ina
das diferencias entre estos dos gigantes del análisis económico neoclásico. Aunque
fueron contemporáneos, Walras era la figura mayor, en términos de edad y de
prioridad en los descubrimientos. Pero son el objeto y el m étodo de sus respectivos
logros teóricos los que proporcionan las más instructivas formas de contraste.
Sería difícil im aginar dos autores más diferentes, entre los que contribuyeron a
form ar la corriente principal del análisis económico contemporáneo, que estos dos
1 Esta afirmación no quiere decir que Walras y Marshall fueran los únicos que contribuyesen al
paradigma neoclásico. El pequeño ejército de autores considerados en los caps. 12 a 14 fueron de jaez
neoclásico, y desde luego la época neoclásica (desde 1870, aproximadamente, hasta 1920) produjo otros
grandes economistas (por ejemplo, Knut Wicksell y toda una tradición sueca, F. Y. Edgeworth, P. H.
Wicksteed, V. Pareto e I. Fisher), algunos de los cuales se considerarán más adelante en este libro. Sin
embargo, Walras y Marshall poseen una tal significación que merecen un tratamiento especial.
443
444 HISTORIA DE LA TEORIA ECONOMICA Y DE SU METODO
titanes de la profesión. Sus grandes obras —los Elementos de economía política pura
de W alras (1874) y los Principios de economía de M arshall (1890)—, publicadas con
una diferencia de casi veinte años, tuvieron ambas un im pacto resonante sobre la
economía. Cada una de ellas, como cada uno de sus autores, era diferente.
mente en todos los mercados al mismo tiempo. W alras afirmaba que cualquiera que
no hubiera maximizado su satisfacción tendría excesos de dem anda (se definirán más
adelante) en algunos bienes, incluyendo el jugo de naranja, y excesos de oferta en
otros. El objeto del intercambio es maximizar la satisfacción, lo que para Walras
quería decir disponer de los excesos de oferta para eliminar los excesos de demanda.
Por lo tanto, todo acto de intercambio influye en los valores de todos los bienes del
sistema económico. Asimismo, W alras consideraba la producción y el lado de los
factores de la actividad económica como interrelacionados. Efectivamente, la inter
dependencia de todo el sistema de producción y consumo era el tema de los
Elementos de Walras.
¿Cómo describiría, pues, Walras el mercado de jugo de naranja? Argumentaría
que el supuesto ceteris paribus de Marshall era simplemente inadecuado porque las
demás cosas no se m antenían iguales. Antes bien, todo el sistema está interconecta-
do, de m anera que un aumento de la demanda de jugo de naranja significa necesa
riamente que hay un exceso de oferta de otros bienes en el sistema. En consecuencia,
cualquier variación del precio del jugo de naranja tendrá efectos adicionales en otros
mercados (por ejemplo, en el de las peluquerías), que repercutirán en el mercado del
jugo de naranja y producirán nuevos cambios. Estas interconexiones básicas de
todos los mercados, que M arshall prefirió ignorar, constituyen el corazón del siste
ma de Walras. Así, a un nivel teórico y abstracto, Walras argum entaba que un
análisis del mercado de jugo de naranja —aislado de todas las variables del siste
m a - era inadecuado2. En contraste con el planteamiento de equilibrio parcial de
Marshall, el método de Walras es un planteamiento de equilibrio general.
Todo esto no quiere decir que Marshall y W alras no fuesen conscientes del otro
método, ni que no fuesen capaces de utilizarlo. De hecho, Marshall, al elaborar la
doctrina de las demandas recíprocas de Mili (véase el capítulo 8), produjo un
elegante modelo de equilibrio general, con dos mercancías y dos países, para la
determinación de los valores internacionales. En sus Principios, sin embargo, escogió
el análisis de equilibrio parcial como m étodo apropiado para tratar mercados
seleccionados en un m undo complejo. Aun así, nunca negó la corrección del sistema
de Walras.
Walras, por otra parte, se m ostró inexorable —incluso grosero— al señalar lo
que le parecían ser los principales errores de Marshall. Aunque W alras no se oponía
al uso de curvas de dem anda de bienes particulares, criticaba el uso de tales curvas si
excluían las interdependencias de utilidades y demandas de todos los bienes. Tam
bién rechazaba con vehemencia la identificación tácita entre utilidad marginal y
demanda, práctica a la que había dado origen Dupuit. De hecho, las reservas de
Walras se dirigían a menudo a Dupuit y M arshall, conjuntamente.
2 Esto es cierto al margen del hecho de que los walrasianos se ven obligados a utilizar las convencio
nes del equilibrio parcial al tratar cuestiones prácticas.
446 HISTORIA DE LA TEORIA ECONOMICA Y DE SU METODO
Este ha sido el mérito de Walras, un sabio solitario y de duro carácter, con frecuencia
víctima de difíciles circunstancias, de temperamento hipocondriaco y paranoide, que se
abrió camino por un terreno tozudamente hostil y desconocido para descubrir un buen
punto de observación desde el que las siguientes generaciones de economistas podrían
hacer sus propios descubrimientos (Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales,
vol. 10, p. 701).
W ALRAS, M ARSHALL Y EL M E C A N IS M O
DE AJUSTE DEL M ERCADO
Tal vez uno de los contrastes más instructivos entre Walras y M arshall radique en la
denom inada ley de los mercados. Esto es lo que se llama el «mecanismo de ajuste»
en las discusiones microeconómicas de los mercados. Estrechamente relacionados
con el método de ajuste para el equilibrio de oferta y demanda están los conceptos
de exceso de dem anda y estabilidad del equilibrio en los sistemas walrasiano y
marshalliano. A causa de estar estrechamente relacionados, todos estos temas se
tratarán conjuntamente, aunque el concepto de exceso de dem anda se am pliará en la
sección siguiente sobre el equilibrio general.
Q ix = f( P x ) (16.1)
M arshall, por otra parte, consideró las relaciones funcionales de otra manera:
Estas dos formulaciones requieren alguna explicación. En primer lugar, las ecuacio
nes de dem anda y oferta se denominan «funciones» porque, en el caso de Walras, las
cantidades dem andadas y ofrecidas de una mercancía x —el lado izquierdo de las
ecuaciones (16.1) y (16.2)— se consideran funciones ( / ) del precio de .v —el lado
derecho de las ecuaciones (16.1) y (16.2). M arshall, por el contrario, relacionaba el
precio de dem anda y de oferta de una mercancía x con la cantidad dem andada y
ofrecida de x.
La variable escrita entre paréntesis en el lado derecho de todas las ecuaciones se
llama variable independiente (o precio, en el caso de Walras, y cantidad, en el de
Marshall). Los cambios en la variable independiente hacen que la variable depen
diente —el lado izquierdo de las ecuaciones (16.1) a (16.4)— tome diferentes valores.
450 HISTORIA DE LA TEORIA ECONOMICA Y DE SU METODO
f-
Oferta
P,
Po
Po
P2
/
/
Demanda
0 + (Q, - Q t) Q0 Q„. Os
(a) W
G ráfico 16.1
Si el precio de mercado es demasiado alto para el equilibrio (por ejemplo, p ,), el
exceso de demanda negativo (es decir, el exceso de oferta) reducirá el precio hasta su
valor de equilibrio. Si el precio es demasiado bajo para el equilibrio, el exceso de
demanda elevará el precio hasta su valor de equilibrio.
Dicho de una forma sencilla, W alras indicaba que la cantidad dem andada y ofrecida
depende de alguna m anera de los precios, mientras que M arshall indicaba que el
precio de dem anda y el de oferta dependen de alguna manera de la cantidad del
bien4.
La im portancia de esta diferencia básica en la especificación de las relaciones
entre dem anda y oferta puede clarificarse gráficamente, como en la figura 16.1. En el
gráfico 16.16 se representan las funciones de oferta y dem anda de un bien, y se
supone que el precio es la variable independiente5. Conceptualmente, uno podría
imaginar que los dem andantes y oferentes presentasen una lista de precios que
4 Evidentemente, estamos pasando por alto una multitud de otras variables independientes en las
relaciones entre la oferta y la demanda, tales como la renta, los precios de los sustitutivos y complementa
rios (en realidad todos los demás bienes en Walras), la utilidad, la función de producción y los precios de
los factores. Algunas de estas simplificaciones se abandonarán en la sección siguiente sobre el equilibrio
general walrasiano.
5 Se acostumbra (excepto en economía) a representar una función de dos variables con la variable
independiente siempre en el eje horizontal. Asi, una representación literal de las funciones walrasianas
debiera mostrar el precio en el eje horizontal. Por la fuerza de la costumbre, los economistas representan
generalmente el precio en el eje vertical, incluso cuando se supone que es la variable independiente, como
en este caso. Esta moderna excentricidad se debe sin duda a la práctica de Marshall, que representaba las
variables como se muestra en el gráfico 16.16. Sin embargo, Marshall se adhería a la práctica aceptada,
puesto que él consideraba que la variable independiente era la cantidad y no el precio (véase la discusión
anterior).
LEON WALRAS Y EL DESARROLLO DEL ANALISIS DEL EQUILIBRIO GENERAL 451
expresase las cantidades que ofrecerían y dem andarían a los diferentes precios. El
punto E del gráfico 16.16 representa el precio y la cantidad de equilibrio que la
competencia producirá en ei mercado. Si, por alguna razón, el precio se estableciese
por debajo del equilibrio, por ejemplo, en p 2, la cantidad dem andada a ese precio
superaría a la cantidad ofrecida, y se produciría escasez. Esta escasez estimula la
competencia entre los compradores, lo que a su vez eleva el precio. A medida que
sube el precio, algunos dem andantes son excluidos del mercado, y algunos vendedo
res entran en él. En otras palabras, existen fuerzas de mercado que hacen que el
precio y la cantidad vuelvan al punto de equilibrio E. De modo semejante, si el
precio estuviera por encima del de equilibrio, tendría lugar un exceso del bien, y la
competencia entre los vendedores rebajaría el precio, aum entando de ese modo el
número de dem andantes en el mercado y disminuyendo el número de oferentes. En
otras palabras, el precio es la fuerza que ajusta (la variable independiente), y,
además, el mecanismo de precios, dada una alteración del equilibrio, produce la
vuelta al equilibrio. Por esta razón, se dice que el sistema descrito en el gráfico 16.1
es estable en el sentido walrasiano.
(a) (b)
G ráfico 16.2
Si la cantidad producida está por debajo de su valor de equilibrio (por ejemplo, Q,), la
presencia de beneficios económicos estimulará una mayor producción. Si la cantidad
producida está por encima de su valor de equilibrio, las pérdidas económicas
subsiguientes estimularán una menor producción.
6 El aumento del producto tiene lugar por dos razones: 1) las empresas existentes aumentan la
producción, y 2) se produce una entrada de nuevas empresas en la industria.
7 De hecho, para ser consistente, debiera desarrollarse una función del exceso de precio en el gráfico
16.2a. Sin embargo, por conveniencia, se toma la inversa de las funciones marshallianas de oferta y
demanda, de modo que una función marshalliana de exceso de demanda puede compararse con la que se
ha generado a partir del equilibrio walrasiano. Sin embargo, el propio Marshall nunca se molestó en
hacer esto.
LEON WALRAS Y EL DESARROLLO DEL ANALISIS DEL EQUILIBRIO GENERAL 453
8 Milton Friedman y Peter Newman han propuesto una resolución de la diferencia entre Walras y
Marshall sobre la cuestión de la estabilidad y de las funciones de oferta con pendiente negativa (véanse las
Notas para lecturas complementarias al final de este capítulo).
454 HISTORIA DE LA TEORIA ECONOMICA Y DE SU METODO
G ráfico 16.3
El mercado descrito en (b ) es estable en sentido walrasiano (es decir, el precio es la
variable independiente), pero es inestable en sentido marshalliano (es decir, la cantidad
es la variable independiente).
los precios por encima del precio de equilibrio, p 0, la cantidad dem andada superaría
a la cantidad ofrecida. El precio aum entaría a causa de las fuerzas de la competen
cia, alejando al sistema de la posición de equilibrio. Sin embargo, el ajuste m arsha
lliano en este caso produciría estabilidad, porque para cantidades inferiores a la
cantidad de equilibrio, Q0, el precio de dem anda sería m ayor que el precio de oferta
y así tendría lugar una vuelta al equilibrio. En resumen, la función de exceso de
dem anda con pendiente positiva (que acom paña a las listas de oferta y dem anda con
pendiente negativa) expresa inestabilidad en el sistema de W alras y estabilidad en el
de Marshall. La estabilidad (en términos de exceso de demanda) es simétrica en
ambos sistemas para listas de dem anda y oferta con pendiente normal, pero es
asimétrica cuando las curvas de dem anda y oferta tiene pendiente negativa.
9 La evidencia indica que las complejidades de los modelos del tipo telaraña pueden no haber
escapado a los primeros economistas del siglo xix (véase R. F. Hébert, «Wage Cobwebs and Cob
web-Type Phenomena: An Early French Formulation», Western Economic Journal (diciembre 1973),
pp. 394-403).
456 HISTORIA DE LA TEORIA ECONOMICA Y DE SU METODO
la versión citada por los autores). M arshall afirmó haber desarrollado el tema de la
estabilidad en 1873, pero, como observó el profesor William Jaffé, este «desarrollo»
no pasaba de ser una sugerencia. Ciertamente, en su Puré Theory o f Foreign Trade,
impresa privadamente en 1879, M arshall definía el equilibrio estable con referencia a
las curvas de la dem anda recíproca (véase la discusión de la teoría de la demanda
recíproca de M ill-Marshall en el capítulo 8). Pero W alras ya lo había hecho en un
texto impreso en 1874 y, por tanto, tenía claramente la prioridad de la publicación.
M ucho más im portante que este tema de la prioridad (que a menudo es muy
difícil de establecer) es el hecho de que durante el curso de la discusión, ni Walras ni
M arshall, pero en particular este último, parecen haber hecho ninguna apreciación
del análisis del otro. La simple envidia podría ser una buena explicación para un
debate sobre la prioridad, pero el hecho de que M arshall no entendiera correcta
mente a Walras refuerza la idea de que había algo más. N o obstante, parece que fue
en este ambiente de disonancia que los dos gigantes de la era neoclásica se vieron el
uno al otro.
La sección anterior presentó una discusión más bien simple del análisis walrasiano
del mercado. Como se indicaba en la introducción al presente capítulo, el sistema de
equilibrio general walrasiano es simple en su concepción pero es de alguna compleji
dad cuando se expresa form alm ente10. La ecuación walrasiana de la dem anda en
forma reducida (véase la ecuación [16-1]) es relativamente sencilla de dominar, por
ejemplo, pero el com portam iento que subyace en ella es considerablemente más
complejo. El propósito de la discusión que sigue es analizar el comportamiento
individual que se encuentra en el centro del equilibrio general walrasiano del consu
mo. Aunque es demasiado extenso para incluirlo aquí, podría desarrollarse un
análisis semejante del equilibrio general de la producción, basado en el com porta
miento maximizador de los beneficios que se atribuye a la empresa.
Los conceptos básicos utilizados por Walras en su construcción del sistema de
equilibrio general eran los utilizados por Dupuit, Menger, Jevons y otros en el
desarrollo de las teorías de la utilidad y la demanda. En tanto que estos pioneros
trataron las funciones de utilidad y demanda para una sola mercancía, Walras
presentó sistemáticamente un modelo para la maximización de la utilidad del indivi
duo, dadas todas las mercancías que consume y una restricción presupuestaria. A
partir de estas elecciones, podían deducirse las funciones de demanda y oferta del
individuo.
10 Se aconseja a los lectores no acostumbrados a analizar teorías en términos algebraicos que pasen
por alto la discusión que sigue. Puede encontrarse un breve resumen de la teoría del equilibrio general en
la última parte de esta sección, dedicada a Pareto. Desgraciadamente, en el caso del equilibrio general, la
geometría no tiene ventajas evidentes (sobre el álgebra) para facilitar la comprensión.
LEON WALRAS Y EL DESARROLLO DEL ANALISIS DEL EQUILIBRIO GENERAL 457
V,j = m (16.6)
muj
que se lee como la valoración que hace el individuo de cualquier bien i en términos
de cualquier bien j. Si, por ejemplo, la utilidad marginal de los huevos por docenas,
para el individuo, es de 10, y la utilidad marginal del corte de pelo es de 5, la tasa
marginal de sustitución de huevos por cortes de pelo es 10/5, o sea 2. Esto significa
simplemente que el individuo puede intercam biar 2 cortes de pelo por 1 docena de
huevos sin alterar su nivel de utilidad total. Además, la tasa marginal de sustitución
disminuye a medida que se añaden unidades del bien i (huevos en nuestro ejemplo)
al consumo del individuo, en relación con el bien j (cortes de pelo). U na breve
reflexión nos dice por qué: la utilidad marginal de los huevos disminuye a medida
que se añaden más huevos al consumo, en relación con el consumo de otros bienes.
Por supuesto, la economía m oderna se interesa por el com portam iento maximi-
zador. Esto es, supone que un individuo maximizará su bienestar, dado el entorno
11 El lector advertirá que estas ideas, bien que en forma mucho más simple, estaban presentes en la
obra de varios autores anteriores, en especial Dupuit y Jevons.
LEON WALRAS Y EL DESARROLLO DEL ANALISIS DEL EQUILIBRIO GENERAL 459
con el que se enfrenta dicho individuo y los recursos de que dispone. Si los recursos
son limitados, evidentemente el individuo no puede alcanzar toda la satisfacción que
querría. Como dicen los economistas, se encuentra bajo una restricción presupuesta
ria. Asignar los recursos escasos de m odo que se maximice la utilidad es identificado
por el economista como com portam iento racional12.
12 Hay que advertir que muchos econom istas no están interesados en lo que debieran ser los gustos
del individuo. M ientras que la psicología y las ciencias del com portam iento estudian información de los
gustos, la econom ía tom a los gustos del individuo como dados y llama «racional» al com portam iento que
m uestra el individuo al asignar sus recursos escasos de forma coherente con sus gustos.
HISTORIA DE LA TEORIA ECONOMICA Y DE SU METODO
E representa los gastos del individuo, y cada individuo debe limitarlos necesaria
mente al valor de su dotación semanal. La restricción presupuestaria puede, por
tanto, expresarse como E = Y, o como
Walras subrayó una y otra vez que la demanda de bienes por parte del individuo
(E en nuestro ejemplo) no es sino otra manera de ver la oferta de bienes (F). En
otras palabras, la acción de dem andar bienes presupone que el individuo está
también ofreciendo bienes de igual valor (aunque no de la misma utilidad).
m u, _ mu2 _ _ mu„
Pl Pl Pn
Así se d eterm in arían m atem áticam en te los m — 1 precios de las m m ercancías expresadas
en térm inos de la m -ésim a co n sid erad a com o num erario, m ediante la triple condición: 1.°)
que cad a individuo obtiene la satisfacción m áxim a de sus necesidades, siendo las p ro p o r
ciones en tre las raretés iguales a los precios; 2.°) que cad a individuo debe recibir en
p ro p o rció n a lo q u e entrega y en tre g ar en p ro p o rció n a lo que recibe, tenien d o cada
m ercancía un solo precio en térm inos del num erario, aquel p ara el cual la d em an d a to tal
efectiva iguala a la oferta to ta l efectiva; 3.°) que no se realiza arbitraje, p o rq u e el precio de
equilibrio de cualesquiera dos m ercancías en térm inos de u n a de ellas es igual al cociente
entre los precios de equilibrio de am b as en térm inos de u n a tercera cu alq u iera (Elementos,
p. 298).
Ley de Walras
donde lig{ ) es una forma desconocida que depende de la función de utilidad del
individuo.
El individuo es un demandante, un oferente o alguien que no participa en el
intercambio de uvas. Se dice que la persona que ofrece a su precio de salida pg tiene
un exceso de dem anda negativo o un exceso de oferta positivo de uvas. Este exceso
de dem anda de uvas se define como
EDg = (qg - q¡) (16.13)
en la que Hg{ ) es una nueva relación funcional entre la dem anda de uva y el precio
y las dotaciones iniciales. Así pues, podemos resumir diciendo que la dem anda de
uvas, tarta de m anzana o cualquier otro bien está relacionada funcionalmente con
los precios y dotaciones iniciales con los que se enfrenta el individuo.
Con un poco más de matemáticas podemos entender la ley de Walras. Form ula
da en términos sencillos, es la proposición que dice que el exceso de dem anda de
cualquier bien depende de la suma de excesos de dem anda de los demás bienes.
Puede expresarse matemáticamente como sigue: si el valor del exceso de demanda
del bien /-ésimo se define como PiED¡, y si sumamos los n bienes que consume el
individuo, se obtiene la expresión (16.15):
n n
(16.16)
LEON WALRAS Y EL DESARROLLO DEL ANALISIS DEL EQUILIBRIO GENERAL 463
supuesto, puede ser negativa) en dos de los mercados debe ser igual al valor (con
signo negativo) del exceso de dem anda en el tercer mercado. Cuando dos mercados
se caracterizan por un exceso de dem anda nulo, el tercer mercado también tiene que
estar en equilibrio. Así pues, la dem anda agregada de cualquier economía interrela-
cionada que contenga tres sectores puede analizarse utilizando sólo dos. P or tanto,
la ley de W alras ha encontrado un uso particular en los recientes modelos macroe-
conómicos y m onetarios13.
En alguna escala razonable, la teoría del equilibrio general de Walras fue una
contribución de la m ayor im portancia para el desarrollo del análisis económico del
siglo xx. Con todo, no fue el único servicio que Walras prestó a los economistas.
Después de un breve rodeo para revisar las contribuciones de su competente sucesor
en Lausanne — Vilfredo Pareto— volveremos sobre otra de las contribuciones más
im portantes de Walras, es decir, sus incansables esfuerzos para contribuir a la
profesionalización de la m oderna disciplina de la economía.
Vilfredo Pareto (1848-1923) fue un tem prano partidario del equilibrio general walra-
siano y utilizó este marco para explorar y establecer varias áreas del análisis
económico, incluyendo una brillante contribución a la metodología (véanse las
Notas para lecturas complementarias al final de este capítulo). En su Cours
d ’économie politique (1896-1897) y su Manuel d ’économie politique (1906), Pareto
exploró las condiciones del intercambio y la producción que constituyen los funda
mentos de la m oderna economía del bienestar. A diferencia de la tradición inglesa
(Marshall-Pigou) en la teoría del bienestar, que se formó en un marco de equilibrio
parcial, Pareto construyó sobre el equilibrio general walrasiano. Aunque Pareto no
dedujo todas las condiciones para un máximo de bienestar global, las relativas a la
producción y al consumo llevan su nombre.
13 Esta afirmación no quiere decir que los m odernos teóricos microeconómicos no hayan hecho un
buen uso del equilibrio general walrasiano. El ganador del premio Nobel. Sir John R. Hicks, por ejemplo,
utilizó el planteam iento de W alras en su im portante reformulación de la teoría del valor.
LEON WALRAS Y EL DESARROLLO DEL ANALISIS DEL EQUILIBRIO GENERAL 465
14 Tradicionalm ente, la teoría del bienestar de Pareto se presenta con ayuda de un «diagrama de
caja» de Edgeworth, que es una útil técnica gráfica para ilustrar las relaciones entre dos actividades
económicas con factores dados. Véase C. E. Ferguson, Microeconomic Theory, 3a ed., Homewood, 111.: R.
D. Irwin, 1972, pp. 467-473, para una lúcida exposición del equilibrio general y la econom ía del bienestar
utilizando diagram as de caja. Véase tam bién el cap. 22.
466 HISTORIA DE LA TEORIA ECONOMICA Y DE SU METODO
Bienestar y competencia
Hay muchos problemas serios que están relacionados con el desarrollo de la teoría
del bienestar de Pareto, incluyendo la posibilidad de deducir una función de bienes
tar social que no sea normativa. El supuesto de ofertas no ampliables de factores y
productos es otra severa limitación. Además, todo el modelo es de equilibrio estáti
co, omitiendo así los efectos de incertidumbre y una multitud de otros factores. Sin
embargo, más allá de estos problemas, la teoría del bienestar de Pareto, que descan
sa sobre el com portamiento maximizador de los individuos, aporta un considerable
apoyo a la afirmación (hecha por Adam Smith) de que un sistema libremente
competitivo lleva a un óptimo de bienestar social. Los consumidores, en un intento
de maximizar su satisfacción, se ven impulsados a intercam biar hasta que sus tasas
marginales de sustitución sean iguales. Los productores, en su intento de maximizar
los beneficios, se ven impulsados a contratar factores hasta el punto en que sus tasas
marginales de sustitución técnica sean equivalentes. La demostración de Pareto,
suponiendo que las «externalidades» no existen (véase el capítulo 15), sitúan el caso
de la competencia sobre una base más objetiva. Su énfasis en los efectos del com por
tam iento maximizador contrasta agudamente con las premisas un tanto metafísicas
de muchos otros que han desarrollado la teoría de la competencia. En consecuencia,
Pareto contribuyó a acelerar la aceptación del análisis del equilibrio general de
Walras.
Léon Walras fue un auténtico creyente en el sistema que desarrolló y, con el fervor
de un fanático religioso, intentó hacer proselitismo, entre economistas y artífices de
la política de todo el mundo, de la «fe» en el equilibrio general. Entre 1857 y 1909
m antuvo comunicación prácticamente con todos los economistas im portantes del
mundo.
La colección definitiva de la extraordinaria correspondencia de Walras fue publi
cada en 1965, editada por el profesor William Jaffé. Con un cuidado meticuloso y
una increíble erudición, Jaffé seleccionó, editó y comentó casi mil ochocientas cartas
de Walras (de una correspondencia todavía mayor), que tratan de análisis económi
co, de la profesión económica y de la imponente serie de temas que interesaron a
Walras. Una investigación a través de la correspondencia —que se extiende a lo
largo de cincuenta años, en cinco lenguas diferentes— revela los muchos aspectos de
Walras: sus pequeños debates sobre la prioridad de las ideas teóricas; su general
desprecio por los economistas ingleses (especialmente Mili y Marshall); su cabildeo
(lobbying) personal para obtener el premio Nobel de la paz en reconocimiento de sus
descubrimientos científicos y su supuesta aplicación a la sociedad y a los problemas
sociales; su evaluación de la crítica teórica de su sistema; y sus polémicas sobre la
economía matemática como origen de la reforma social15. Sin embargo, encontra-
15 Un lema favorito de W alras, el socialista, era la nacionalización de la tierra. Los ingresos deriva
dos de ella, argum entaba, podrían utilizarse para financiar los gastos del gobierno.
LEON WALRAS Y EL DESARROLLO DEL ANALISIS DEL EQUILIBRIO GENERAL 467
... un g ran placer (si todavia estoy aq u í p a ra disfrutarlo) ten er a o tro s que con el tiem po
reconociesen que sólo G ossen, Jevons y yo hem os concebido el g rad o de u tilidad com o el
elem ento central de v aloración y q u e sólo yo he d em o strad o la proporcionalidad de los
grad o s finales de utilid ad p a ra to d o s los intercam bios, precios o valores, p a ra establecer el
equilibrio general y la producción. Y en c u a n to a D u p u it, M enger, W ieser, B ohm -B aw erk,
A uspitz y Lieben, M arshall, E dgew orth, y todos los demás, h an confundido el precio y el
grad o final de utilidad, al identificar la curva de u tilidad con la curva de d em an d a
(Correspondence, II, ca rta 1123).
Además, W alras estaba acostum brado a ocultar sus sentimientos anglófobos. Con la
única excepción de William Stanley Jevons, que con la ayuda de Walras añadió un
extenso apéndice sobre escritos matemáticos en economía a la edición de 1879 de su
Teoría de la economía política (véase el capítulo 14), Walras tenía muy poco bueno
que decir sobre la economía política o los economistas británicos tradicionales.
Nunca perdía una oportunidad para dar un palo a Ricardo, Edgeworth o Marshall,
considerando a este último dentro de la «tradición inglesa». En una carta (25 de
mayo de 1877) a su amigo Jevons, incluso observaba que J. S. Mili «es tan pobre
lógico como mediocre economista», a pesar de los increíbles esfuerzos, añadía
Walras, que Mili realizó para no dar pruebas de ello 16.
En términos más generales, la correspondencia de Walras es un espejo reluciente
de un hom bre de lo más insólito, de su época y del nacimiento del cultivo inter
nacional de la ciencia económica. Aunque algunos de los temas recogidos en la
Correspondence parecen sin importancia, son sin embargo temas que contribuyeron
a formar la m oderna profesión de la economía. El decidido intento de Walras de
vender la economía como una ciencia fue un trabajo seminal para m oldear el
carácter de la disciplina en el siglo xx. Las barreras de los intereses nacionales y los
diferentes idiomas tendieron a desaparecer con el carácter crecientemente m atem áti
co de la ciencia. Más que cualquier otro economista, Léon Walras instituyó y
«vendió» un método analítico cuyo cultivo trascendía las fronteras nacionales.
Cómo lo hizo —con debates y argumentos incesantes pero a menudo gratificantes—
es algo fascinante en sí mismo, pero no es realmente el punto más importante.
16 Para ser justos con W alras digam os que, en lo que respecta a Mili, lo único que hizo fue estar de
acuerdo con la opinión de Jevons sobre el valor de los escritos de Mili sobre lógica (véase Corresponden-
ce, carta 337). ¡Jevons estaba dispuesto a identificar a Richard Cantillon, y no a Adam Smith, como el
primer gran au to r que desarrolló la doctrina económica liberal!
468 HISTORIA DE LA TEORIA ECONOMICA Y DE SU METODO
Walras fue un economista cuyo descubrimiento analítico le situó entre los gigantes
del campo.
Fuera del círculo de Jaffé-Walker, véase M ilton Friedman, «Léon W alras and
His Economic System», American Economic Review, vol. 45 (diciembre 1955), pp.
900-909, para una evaluación de la obra de Walras en ocasión de la primera
traducción inglesa de los Elementos (trad, cast.: «Léon Walras y su sistema económi
co», en Spengler y Alien, El pensamiento económico de Aristóteles a Marshall.
Madrid: Tecnos, 1971); David Collard, «Léon Walras and the Cambridge Caricatu
re», Economic Journal, vol. 83 (junio 1973), pp. 465-476, para una valoración desde
la tradición marshalliana; y R. J. Rotheim, «Equilibrium in Walras’s and M arx’s
Theories of Capital Accumulation», International Journal o f Social Economics, vol.
14 (1987), pp. 27-43, para la perspectiva socialista.
La teoría m onetaria de W alras no ha atraído tanta atención como otros aspectos
de su pensamiento, pero véase S. G. F. Hall, «Money and the W alrasian Utility
Function», Oxford Economic Papers, vol. 35 (julio 1983), pp. 247-253; y R. Cirillo,
«Leon Walras’ Theory of Money», American Journal o f Economics & Sociology, vol.
45 (abril 1986), pp. 215-221.
Una breve discusión no técnica de Walras y Marshall respecto al tema de la
estabilidad la proporciona A. Leijonhufvud, «Notes on the Theory of Markets»,
Intermountain Economic Review, vol. 1 (otoño 1970), pp. 1-13. M ilton Friedman
también ha propuesto una resolución de la paradoja de la estabilidad de Walras-
M arshall en su Price Theory: A Provisional Text, ed. rev. (Chicago: Aldine, 1962), p.
93. Peter Newman, The Theory o f Exchange (Englewood Cliffs, N. J.: Prentice-Hall,
1965), pp. 106-108, argumenta que los modelos M arshall-W alras no son com para
bles, porque las condiciones de estabilidad marshallianas fueron establecidas para la
teoría de la producción, mientras que las walrasianas lo fueron para una teoría del
intercambio. Akira Takayam a presenta un resumen no matemático del argumento
de Newman, se extiende sobre él y señala, en Mathematical Economics (Hinsdale, 111.:
Dryden Press, 1974), pp. 295-301, que «tanto Marshall como Walras reconocieron
claramente que hay estos dos tipos de ajuste y ambos los utilizaron en el contexto
adecuado».
Existe una serie de exposiciones no técnicas del equilibrio general walrasiano. J.
R. Hicks, «Léon Walras», Econometrica, vol. 2 (octubre 1934), pp. 338-348, todavía
puede leerse con provecho. Una descripción gráfica del equilibrio general y de la
teoría del bienestar paretiana se encuentra en C. E. Ferguson, Microeconomics
Theory, 3a ed., caps. 15-16 (Homewood, 111.: Irwin, 1972). Una discusión más avanza
da y completa la presenta Don Patinkin, Money, Interest and Prices (véanse Referen
cias). Sobre la teoría del capital de Walras como base para una teoría del crecimien
to económico, véase W. D. Montgomery, «An Interpretation of W alras’s Theory of
C apital as a Model of Economic Growth», History o f Political Economy, vol. 3
(otoño 1971), pp. 278-297. Algunas cuestiones comparativas del método se discuten
en A. N. Page, «M arshall’s G raphs and W alras’s Equations: A Textbook Anomaly»,
Economic Inquiry, vol. 18 (enero 1980), pp. 138-143; y D. Pokorny, «Smith and
Walras: Two Theories of Science», Canadian Journal o f Economics, vol. 11 (agosto
1978), pp. 387-403.
Maurice Aliáis y Talcott Parsons ofrecen una visión general de Pareto y su
pensamiento en «Vilfredo Pareto», International Encyclopedia o f the Social Sciences
(existe trad, cast.: «Pareto, Vilfredo», Enciclopedia Internacional de las Ciencias
LEON WALRAS Y EL DESARROLLO DEL ANALISIS DEL EQUILIBRIO GENERAL 471
Sociales, vol. 7, pp. 601-614. Madrid: Aguilar, 1975). El Manuel de Pareto (la edición
francesa se publicó en 1906) ha sido traducido; sin embargo, algunos aspectos de la
traducción han sido discutidos. Véase W. Jaffé, «Pareto Translated: A Review
Article», Journal o f Economic Literature, vol. 10 (diciembre 1972), pp. 1190-1201; y el
intercambio entre J. F. Schwier, Ann S. Schwier, Jaffé y Vincent Tarascio en el
Journal o f Economic Literature, vol. 12 (marzo 1974), pp. 78-96. Vincent Tarascio ha
publicado ampliamente sobre la metodología científica y la teoría del bienestar de
Pareto. Véanse, en particular, dos trabajos de Tarascio: Pareto’s Methodological
Approach to Economics: A Study in the History o f Some Scientific Aspects o f
Economic Thought (Chapel Hill: The University of N orth Carolina Press, 1968) y
«Paretian Welfare Theory: Some Neglected Aspects», Journal o f Political Economy,
vol. 77 (enero-febrero 1969), pp. 1-20. También del mismo autor, véase «Vilfredo
Pareto and Marginalism», History o f Political Economy, vol. 4 (otoño 1972), pp. 406-
425; «Pareto on Political Economy», History o f Political Economy, vol. 6 (invierno
1974), pp. 361-380; y «Pareto: A View of the Present through the Past», Journal o f
Political Economy, vol. 84 (febrero 1976), pp. 109-122. Para una visión de conjunto,
resumida pero útil, del desarrollo de la economía del bienestar, véase R. F. Hébert y
R. B. Ekelund, «Welfare Economics», John Creedy y D. P. O ’Brien (eds.), Economic
Analysis in Historical Perspective (Londres: Butterworth & Co., 1984), pp. 46-83.
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