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Comprensión
Por Rebecca Simmons
Traducido al español por Constanza Hazelwood y Patricia León Agustí
Si queremos que nuestros estudiantes desarrollen comprensión, la valoración debe ser parte de
la enseñanza y hacerse continuamente.
La comprensión es algo difícil de entender. Queremos que los estudiantes sean capaces de
utilizar el conocimiento en formas flexibles y novedosas, que desarrollen redes conceptuales
coherentes, que utilicen lo que aprenden en el colegio para que comprendan el mundo que los
rodea y que alimenten de por vida su desarrollo intelectual. Sin embargo, ayudar a que estos
estudiantes alcancen la comprensión no es una tarea fácil.
Enseñar para la comprensión requiere prestar mucha atención a la valoración. No podemos
asumir que cuando enseñamos “bien” una lección, los estudiantes la hayan comprendido.
Debemos buscar evidencia de que sí hay comprensión a través de los desempeños realizados
por los estudiantes. Si vamos al meollo de la cuestión, un maestro de ciencias dijo que él podía
hacer cosas maravillosas en el aula durante todo el año y al finalizar, sus estudiantes habrían
visto cosas maravillosas. No obstante, sin tener demostraciones claras de las comprensiones de
los estudiantes, él no estará seguro del provecho qué le han sacado a su clase.
La valoración no es algo que se adjunta al aprendizaje; es un componente de instrucción
esencial y continuo, que guía este proceso. La valoración continua utiliza exposiciones,
explicaciones de conceptos por parte de los estudiantes, la creación de un poema o una canción,
o cualquier número de desempeños que requieren el uso del pensamiento para evaluar y
reflexionar acerca del trabajo de los estudiantes. Desde el comienzo de la planeación del
currículo, tenemos que identificar estos desempeños de comprensión, es decir las maneras
como esperamos que los estudiantes demuestren su comprensión. De cierta manera, la
valoración es el caballo que va al frente del carruaje de la comprensión.
No Más Sorpresas
Definir estándares para un buen trabajo y hacerlos públicos está implícito en un aula donde los
estudiantes y maestros sacan el tiempo para reflexionar y valorar los desempeños de
comprensión. Los estudiantes deben conocer desde el comienzo los estándares hacia los cuales
están trabajando. Es también importante tener puntos de referencia que le permitan a los
estudiantes medir su propia comprensión. Los estudiantes no deben sorprenderse por las
calificaciones que reciben.
Además, los estudiantes no pueden alcanzar comprensiones profundas si sólo reciben
evaluaciones en forma pasiva. Sacar el tiempo y la energía para reflexionar sobre el trabajo son
cuestiones esenciales en el proceso de comprensión.
Tanto los maestros como los estudiantes con frecuencia son cautelosos para hacer públicos los
criterios de un buen trabajo y en involucrar a los estudiantes en el proceso de autovaloración o
de valoración de pares. En nuestra investigación se ha encontrado que algunos de los maestros
y estudiantes temen que los estudiantes no tengan la capacidad de valorarse a sí mismos.
Algunos estudiantes rehúsan involucrarse en procesos de autovaloración y valoración de pares
porque consideran que estas actividades le corresponden a los maestros (los expertos) y que su
propio trabajo podrá verse afectado por su propia valoración o la de sus compañeros. Sin
embargo, hemos visto que cuando maestros y estudiantes desarrollan sus criterios y lo utilizan
como base de la reflexión del trabajo de los alumnos, ambos grupos se sorprenden
positivamente al ver el resultado obtenido.
Un colega del maestro experimentó haciendo públicos los criterios que tenía en una unidad
sobre el calentamiento de la tierra. Hizo de los criterios de evaluación un componente esencial
de la instrucción, dándole a los estudiantes unas guías y discutiéndolas con ellos. Estos criterios
incluían la forma correcta de hacer y reportar el trabajo, la claridad en la discusión científica y en
la escritura, el uso apropiado del vocabulario científico, la metodología científica apropiada y
razonamiento basado en información y argumentos coherentes.
Al final de la unidad, el maestro estaba contento y relativamente sorprendido al ver la atención
que los estudiantes le habían prestado a los criterios. Los estudiantes mantuvieron sus guías
mientras trabajaban a lo largo de las diferentes actividades, con frecuencia recurriendo a los
criterios para ver si su trabajo estaba cumpliendo los estándares requeridos. A los criterios se les
veía como una herramienta útil para pensar acerca de la calidad del trabajo, más que como una
carga.
Hacer los criterios públicos, también le da poder a los estudiantes. A medida que los estudiantes
empiezan a ver que tienen la capacidad de autovalorarse y de valorar a sus compañeros, siente
un nuevo sentido de control sobre su trabajo. A medida que los maestros empiezan a ver que los
estudiantes se involucran en la valoración de sus compañeros y en la autovaloración, también se
emocionan con lo que los estudiantes pueden lograr. También pueden sentirse liberados de la
carga de ser los únicos responsables de todos los aspectos de la valoración continua en el aula.