Está en la página 1de 28

tim & annette

Problemática de niños y adolescentes con autismo de alto


funcionamiento en los entornos escolares
Daniel Comin

19 septi embre, 2015

Educación

16237

o Artículo publicado originalmente en el número XIX de la Revista Maremagnum, publicación


editada por Autismo Galicia en Galego y Español. Pueden acceder a los ejemplares de la
citada revista en el siguiente enlace –> Listado Revista Maremagnum

Abordar temáticas relacionadas con el modelo educativo de niños y adolescentes y no repetir


lo que ya se ha dicho hasta la saciedad conlleva ciertos riesgos. Pero si a esto le añadimos
que estos niños y adolescentes tienen un diagnóstico de Trastorno del Espectro del Autismo
(TEA) y de alto funcionamiento, además de ciertos riesgos implica cierta osadía. Ya que no
solo hay mucho escrito sobre el tema, es que casi todo lo escrito se enfoca desde una
determinada visión, posiblemente desde un punto de vista más cercano al modelo académico
estándar. Pero en la actualidad hay una fuerte tendencia a alterar, cambiar, modificar,
transformar la visión que sobre la educación y la escuela se tiene, más si cabe, cuando
pretendemos hablar de un modelo donde todos quepan, donde se realice una atención
adecuada a la diversidad.
Hoy vemos que esta corriente de pensamiento intenta hacer cambiar visiones que se
consideran adocenadas, pasadas de moda, teniendo en cuenta en los tiempos en que
vivimos. Presuntamente estamos envueltos en una presunta corriente de supremacía de los
derechos ciudadanos, donde se usa cada vez más el principio de equidad e igualdad social.
Donde se entiende que la propuesta de atención a la diversidad debe mutarse en la atención
para todos, sin más etiquetas o subterfugios destinados al encasillado. Sin embargo, vemos
como a pesar de todas estas corrientes de pensamiento, algunas de ellas francamente
sublimes, la realidad en los colegios es bien diferente. Existen obviamente honrosas
excepciones, pero la norma, la tan dichosa norma, nos lleva a una realidad bien diferente.

Y es que la realidad se empeña en golpearnos furiosamente, sacarnos de ese impulso


holístico, filosófico, social, humano en suma, para lanzarnos al pozo de la normalidad, esa que
en realidad es un constructo artificial diseñado para el adoctrinamiento o la instrucción del
alumno. Nos vienen a la mente aquellos modelos de la escuela prusiana, aquellos inventores
del concepto Kindergarten, o “Jardín de niños”, donde el docente cumplía la función de
jardinero, quien consideraba a sus alumnos como humildes lechugas a las que cuidar para
que den un determinado fruto. Y quizá todo esto sea una exageración ¡permítame pues el
lector esta licencia! y quizá la escuela actual, la del 2015 no sea exactamente así, y los niños
no sean pues lechugas en un vivero, pero hay un dato tremendo referido al modelo educativo
español en general. Según Eurostat en el año 2013 el fracaso escolar español se situó en un
23,5%, pero si a este dato le añadimos los datos generales de prevalencia de TEA, Síndrome
de Down, discapacidad intelectual, TDAH, dislexia,…, y el resto de factores relacionados con
las dificultades del aprendizaje, o cualquier tipo de discapacidad motriz o sensorial y le
sumamos la cifra promedio de alumnos con fracaso escolar, podemos afirmar que alrededor
del 38/40% de los alumnos que están en la fase de educación obligatoria, tienen necesidades
educativas especiales (NEE), sean estas permanentes o puntuales. Es decir, que tenemos un
38/40% de alumnos (como poco) con NEE, y que obviamente debido a mil y una
circunstancias, éstas NEE no están siendo atendidas en la forma y manera que estos alumnos
requieren.

Por tanto tenemos una situación que dista mucho de ser ideal, pero a esta compleja ecuación
debemos añadirle una nueva incógnita, alumnos con TEA de alto funcionamiento, que -
aunque parezca mentira- suponen un reto educativo importante. Estamos ante alumnos que
presentan buenas capacidades a nivel curricular y académico, pero que sin embargo acaban
teniendo innumerables problemas en el día a día. Desde todas las modalidades posibles de
acoso escolar, a problemas de adaptación al entorno, dificultades de varios niveles en lo
relativo a la interacción social, problemas relacionados con aspectos puramente psicológicos
como estados de ansiedad, baja autoestima, depresión,…, y si a esto le sumamos que como
están tan bien se baja la guardia, nos encontramos a chicos que viven entre dos mundos, y
que cuando algo sale mal es culpa del autismo que tienen, y que cuando algo sale bien es
gracias al sistema. Y que cuando el alumno le pega a otro, es una reacción agresiva
relacionada con el propio autismo, para nada se juzga en su totalidad la situación, sino que se
culpa al niño, siempre es más fácil culpar al más débil. Además nos encontramos con
problemas derivados de los bajos recursos humanos y técnicos en el apoyo educativo y social
del alumno. Pero por si todo esto fuera poco, la calidad de la formación del profesional no
siempre es la adecuada ¿Alguien ha revisado las materias que reciben los profesionales que
atienden a estos alumnos? Alguien dijo una vez, los niños acaban aprendiendo, a pesar de la
escuela. Esto es una afirmación que puede incluso resultar malsonante para muchos
profesionales de la docencia, pero desgraciadamente, si pudiéramos o nos dejaran medir la
calidad formativa de quienes deben atender a alumnos con autismo (sea este de alto, medio o
bajo funcionamiento), posiblemente descubriríamos -no sin cierta perplejidad- que un gran
número de estos profesionales o bien tiene una formación escasa, o con conceptos antiguos,
o sencillamente no saben realmente qué o cómo deben enfrentar su trabajo a diario. No
pretendo afirmar que los profesionales sean malos per se, sino que su formación lo es. Hay
infinidad de buenos profesionales frustrados ya que se ven incapaces de atender
adecuadamente a sus alumnos, por mil y un motivos. A veces incluso van de colegio en
colegio intentando atender a muchos más niños de los que son conscientes pueden dar
soporte.

Pero todo esto nos lleva a un panorama actual que no es el adecuado para la atención de
alumnos con NEE, los datos así lo demuestran en la generalidad, así que en la especificidad
de alumnos con autismo, no va a ser la excepción. Además, vemos como al alumno con
autismo de alto funcionamiento se le acaba dando menos atención de la necesaria, ya que
nadie ve (o no quiere ver) sus extensas e importantes necesidades en el día a día. Nadie
parece ser consciente de que el devenir diario del alumno requiere de fuertes apoyos a
diferentes niveles, tanto curriculares propiamente dichos, como sociales y emocionales. Pasan
muchas horas de sus jóvenes vidas en entornos con una estructura muchas veces -si no
siempre- caótica y compleja para ellos. A nadie parece importarle demasiado que el alumno o
alumna tengan un Trastorno del Procesamiento Sensorial (TPS), o peor aún, ¡no saben qué es
eso! De la misma forma que sus alteraciones sensoriales les afectan enormemente en su
desarrollo diario, problemas relacionados con las funciones ejecutivas dificultan enormemente
su cumplimiento del riguroso y estricto modelo educativo, y si a eso le sumamos la dificultad
para entender los -ya de por sí incomprensibles- encabezados a las preguntas de las tareas
escolares o de las mismas evaluaciones, nos vemos a un alumno perdido en un fuerte oleaje
que acaba desembocando en fuertes alteraciones emocionales.

Y qué sucede, que al final, la discapacidad del muchacho se convierte en una forma de
opresión, quizá no advertida por los propios docentes, pero la realidad es esa, alumnos que
sufren de indefensión aprendida debido a su discapacidad, alumnos que ven como sólo los
aspectos cognitivos parecen tener peso en el devenir académico, mientras que los
importantísimos aspectos emocionales son dejados de lado.

Esta vía de opresión, extensible a la propia familia, es en suma una forma de decidir de forma
previa el no futuro del alumno. Está suspendido de entrada, y eso que muchas de sus
maestras y maestros creerán en él, le apoyarán en la medida de sus posibilidades, e incluso
los equipos de orientación educativa apostarán por él. Y sin embargo, su diagnóstico es
tristemente su pronóstico. Todo lo malo es achacable a él, o a su familia, o al sursuncorda,
que para el caso es lo mismo, da igual quien sea el culpable mientras la víctima sea la misma.
Porque esa es la situación real. Cuando hablas con jóvenes que acaban de salir del sistema
educativo, raro es el que hable bien del mismo, apenas retazos de cierta paz, pero lo demás
suele ser siempre muy negativo. Este efecto es real, donde los alumnos se empeñan en
sobrevivir al sistema educativo, que la verdad, no está preparado para afrontar el reto de
educar en la diversidad, ya que sencillamente el sistema no está diseñado para tal fin, y por
tanto el efecto es tristemente obvio.
Es evidente que debemos llevar a cabo un
cambio global de paradigma, impulsar una profunda transformación de la realidad. Debemos
dejar de intentar normalizar la vida del alumno, ¡para eso deberíamos saber qué diantres es lo
normal! Normalizar al final implica incrustar a la persona en una norma, te guste o no esa
norma, y si no te gusta pues te fastidias. Quizá sea mucho más fácil naturalizar la escuela y el
proceso educativo, crear ambientes naturales que contiendan con un modelo
de supraecología social, de forma que podamos sentarnos y decidir ¿qué esperamos de
nuestros alumnos? Debemos poder ser capaces de ver el valor completo de nuestro alumno
en todos y cada uno de sus momentos vitales, debemos ser capaces de apreciar que sus
diferencias pueden ser nuestros aliados y no nuestros enemigos. Debemos proponer un
modelo de desnormalización creativa de la enseñanza, de forma que en vez de dedicarnos a
pronosticar las capacidades de un alumno en base a sus calificaciones, diseñemos un modelo
educativo destinado a que cada alumno consiga llegar al 100% de sus capacidades, sean
éstas las que sean. Ésta debe ser la política, conseguir que cada alumno dé el 100% de sus
posibilidades a todos los niveles vitales, y no solo memorísticos. Educar debe ser preparar al
alumno para la vida, y no a superar modelos de evaluación memorística de grises
conocimientos de dudosa validez vital. Quizá uno de los mayores logros académicos de un
alumno con autismo no sea sacar un 10 en matemáticas, sino tener amigos.

El docente ha de ser consciente que tiene alumnos, no autismos, mientras esto siga así,
seguiremos potenciando el modelo de la educación que modela un sistema opresivo hacia el
alumno con diversidad funcional, no se estará dando el adecuado valor a la diversidad, donde
se siga primando la individualidad frente al valor del grupo, que no deja de ser sino el reflejo
posterior de la sociedad. Y no lo olvidemos, la realidad no es otra cosa que la ejecución de los
deseos de una sociedad, de forma que mientras perpetuemos el deseo, continuaremos en una
sociedad inmovilista y con un modelo educativo que vestido de “inclusivo” continúe
segregando, ya no a nivel de ubicación espacial, sino a nivel de ubicación social.

Mientras sigamos hablando de la necesidad de la inclusión educativa, no podremos hablar de


la importancia de la convivencia. Y la convivencia es lo que marca la gran diferencia entre un
modelo de inclusión social y un modelo de diferenciación en función de factores artificiales,
que no dejan de poner trabas al correcto avance de una sociedad; la cual, finalmente, se
diseña y construye en la fase de educación infantil y primaria. Mientras sigamos pensando que
la escuela es un lugar frente a un concepto social, seguiremos encasillando la educación entre
cuatro paredes, de forma contraria a lo que en realidad debe ser una sociedad, un grupo
diverso y que se autoenriquece.

“Los niños y los jóvenes con necesidades educativas especiales tienen que tener
acceso a las escuelas ordinarias, las cuales deberán incluirlos en el marco de una
pedagogía centrada en el niño y con la capacidad para dar respuesta a sus
necesidades.” UNESCO, Salamanca, 1994

Hoy vemos como cada vez más los modelos de aprendizaje colaborativo escalan puestos en
el modelo de educación para todos, donde no se contiende con un diagnóstico, ya que el
propio hecho de aceptar el diagnóstico como un elemento específico de diferenciación del
alumno, es como que por el hecho de pertenecer a una raza o etnia diferente, lo etiquetamos.
Generamos adaptaciones específicas y procuramos que estas adaptaciones sean conocidas
por el resto del alumnado, de forma que nos aseguremos que el resto de niños sean
conscientes de que su compañero es “diferente” y por ello tiene un trato “diferente”, es decir,
promovemos la estigmatización del alumno, e increíblemente promovemos el aislamiento
social, la burla,…, en suma, acoso. Promovemos la diferencia por olvidarnos que quizá, los
mejores educadores en NEE sean los propios compañeros del alumno con autismo. Demos
valor al grupo, demos voz al alumno y hagamos que sea partícipe de las decisiones de SU
colegio, ya que de esa forma, entenderán que SU colegio incluye a SUS compañeros.
Entendamos que una niña o un niño quizá sí tengan capacidad suficiente para dar su opinión
sobre aquello que le afecta, de forma que naturalicemos su futuro y promovamos modelos
donde el alumno es parte activa de su propio proceso social y educativo, y por tanto,
entiendan que la diversidad no es solo racial, religiosa, idiomática,…, la diversidad también
incluye la discapacidad.

Esto nos lleva a diseñar a su vez modelos de competitividad razonada del alumno, que es un
proceso donde el propio alumno con autismo podrá sentirse más a gusto, ya que será capaz
de comprender un proceso mucho más lógico que el puramente hormonal de la competitividad
extrema y potenciada desde el propio sistema. La competitividad razonada debe promover
modelos basados en: No compito para superar al otro; No compito para demostrar
superioridad sino evolución personal; Compito contra mí mismo; Compito para mejorar la
calidad del grupo; Compito en grupo como forma de reforzar lazos. Este cambio de
pensamiento, este modelo de co-responsabilidad educativa, donde todos son parte, donde
todos forman parte del avance del grupo, este cambio debe estar dirigido al apoyo del alumno
con más dificultades, que en muchos casos, estas dificultades las genera el propio sistema.
Por ejemplo, imaginemos a un muchacho con hiperactividad que es pastor de cabras. Nuestro
amigo es uno de los más admirados pastores de la región, ya que tiene las mejores cabras,
las mejor cuidadas, las que mejor leche dan, nunca pierde ni una,…, en suma, es el mejor.
Pero cuando a nuestro joven cabrero lo llevamos al colegio, lo mandamos al médico para que
le dé una pastilla y se esté quieto y atienda, o peor aún, para que no se convierta en un
elemento perturbador de la paz de la clase. Es decir, en un contexto es poco menos que un
héroe, y en otro contexto es poco menos que un paria, por tanto, ¿debemos culpar a nuestro
pastor de ser cómo es? ¿O por el contrario, quizá debamos cambiar la escuela para que sepa
aprovechar las ventajas competitivas que este muchacho puede aportar al grupo?

Debemos trabajar para que el deseo social se adecue al deseo de todos, incluyendo los
deseos de las personas con discapacidad. Y esto debe incluir al alumno con autismo de alto
funcionamiento, y a los de bajo también, y a los alumnos con hiperactividad, y con Síndrome
de Down, y con cualquier diferencia que le haga merecedor de un diagnóstico médico o
etiqueta social, sea esta del tipo que sea. Las etiquetas o diagnósticos no se deben convertir
en un predictor de futuro, sino en una herramienta más en el diseño de los apoyos que el
alumno pueda requerir. Los alumnos con autismo de alto funcionamiento quizá no parezcan
requerir de tanta atención como alumnos con mayores necesidades de apoyo (según el
modelo tradicional), pero no debemos olvidar que la incidencia de ansiedad y depresión son
dos factores que perjudican seriamente la calidad de vida de estos alumnos, que la
probabilidad de que se suiciden es 10 veces superior a la del resto de sus compañeros.
Al final, no es solo una cuestión de la capacidad de ser capaz de superar un currículo
académico, sino de ser capaces de superar el currículo social, que es en suma, lo que van a
encontrar cuando acaben su periplo escolar, una sociedad que debe estar preparada y lista a
recibirlos, pero donde ellos mismos, deberán de disponer de suficientes herramientas y
experiencias como para poder ser ellos mismos parte de esa inclusión social.

¿Qué es el autismo?
Esta información viene de los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades (CDC):

“Los trastornos del espectro autista (TEA) son un grupo de discapacidades del
desarrollo provocadas por una anomalía en el cerebro. Las personas con TEA
tienden a tener problemas sociales y de comunicación. También son propensas
a ciertas conductas repetitivas y no quieren cambios en sus actividades diarias.
Además, muchas personas con TEA aprenden, prestan atención y reaccionan
ante diferentes sensaciones de manera inusual. Los TEA comienzan en la
infancia y perduran durante toda la vida de una persona.”

Lee más en el sitio de web de los Centros para el Control y la Prevención de


Enfermedades (CDC):http://www.cdc.gov/ncbddd/Spanish/spautism.htm

______________________________________

¿Qué es el autismo?
Esta información viene de los Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo
Humano:

“El autismo es un trastorno biológico complejo del desarrollo que en general dura
toda la vida. Se denomina una discapacidad del desarrollo porque comienza
antes de los tres años de edad, durante el período de desarrollo, y causa retrasos o
problemas con muchas de las diferentes formas en que la persona se desarrolla o
crece.

En muchos casos, el autismo causa problemas con:

 la comunicación, tanto verbal (hablada) como no-verbal (no hablada).


 las interacciones sociales con otras personas, tanto físicas (como abrazarse o agarrarse) y
verbales (como mantener una conversación).

 las rutinas o comportamientos repetitivos, como repetir palabras o acciones una y otra
vez, seguir sus rutinas o el horario para sus actividades de manera obsesiva, o tener
maneras muy específicas para arreglar sus pertenencias.

Los síntomas del desorden desconectan a las personas con autismo del mundo
que los rodea. Es posible que los niños con autismo no quieran que sus madres
los sujeten. Es posible que los adultos con autismo no miren a los demás a los
ojos. Algunas personas con autismo nunca aprenden a hablar. Estos
comportamientos no sólo les hace la vida difícil a los individuos con autismo
sino que también le dificultan la vida a sus familias, a los profesionales de la
salud que los cuidan, a sus profesores y a cualquiera que llegue a tener contacto
con ellos.”

Lee más sobre autismo en español en el sitio del Instituto Nacional de Salud Infantil y
Desarrollo Humano (NICHD): http://health.nih.gov/result.asp/62
______________________________
¿Qué es el autismo?
Esta explicación viene de la Sociedad de Autismo de América

“El autismo es una incapacidad relativa al desarrollo mental que típicamente


aparece durante los tres primeros años de vida. Es resultado de un trastorno
neurológico que afecta el funcionamiento del cerebro, el autismo y sus
comportamientos asociados pueden ocurrir en 1 de cada 166 individuos. El
autismo es cuatro veces más frecuente en los niños que en las niñas y no conoce
las fronteras raciales, étnicas y sociales. El ingreso económico, el modo de vida y
los niveles educativos de la familia, no afectan la posibilidad de que estos casos
se ocurren.

El autismo impacta al desarrollo normal del cerebro en áreas relacionadas con la


interacción social y las habilidades comunicativas. Los niños y adultos con
autismo típicamente tienen deficiencias en la comunicación verbal y no verbal,
en las interacciones sociales y en las actividades de ocio y juego. Este trastorno
les dificulta comunicarse con otros y convertirse en miembros independientes de
la comunidad. Pueden exhibir movimientos repetitivos del cuerpo (sacudimiento
de la mano o balanceo del cuerpo), respuestas inusuales a la gente o apego a
objetos y resistencia a cualquier cambio de rutinas. En algunos casos, muestran
agresividad y/o un comportamiento con tendencias a hacerse daño a sí mismos.

Se estima prudencialmente que actualmente cerca de 1,500,000 personas en los


Estados Unidos sufren de alguna forma de autismo. Esta tasa de incidencia lo
ubica como la tercera incapacidad más común de desarrollo-más común que el
Síndrome de Down. Aún así, la mayoría del público, incluso muchos
profesionales de las disciplinas médicas, educativas y vocacionales, todavía no se
han enterado de cómo el autismo afecta a la gente, y no saben trabajar
efectivamente con individuos con autismo.”

Hay mucha información en español en este sitio de la Sociedad de Autismo de


América
http://www.autismsociety.org/site/PageServer?pagename=Autismo&JServSessio
nIdr011=n1pjk8f6a1.app20a

La Sociedad de Autismo de América también ofrece ésta Lista de Chequeo del


Autismo que se encuentra en
http://www.autismsociety.org/site/PageServer?pagename=espanol_checklist

“Los individuos con autismo generalmente exhiben por lo menos la mitad de las
características señaladas en la lista que se encuentra líneas abajo. Los síntomas
pueden oscilar de leves a graves y varían en intensidad. Además, el
comportamiento usualmente ocurre a través de muchas situaciones diferentes y es
inapropiado según las diferentes edades.

 Dificultad en juntarse con otros niños


 Insistencia en todo identico, resistencia a cambios de rutina
 Risa y sonrisa inapropiadas
 Ningún temor real a los peligros
 Poco o ningún contacto visual
 Insensible a métodos normales de enseñanza
 Juegos raros ininterrumpidos
 Aparente insensibilidad al dolor
 Ecolalia (repetición de palabras y frases en vez de un lenguaje normal)
 Prefiere estar solo; posee una manera reservada
 Puede no querer abrazos de cariño o puede arrimarse cariñosamente
 Hace girar los objetos
 Demasiada o poca actividad física que se manifiesta en lo extremo
 Las rabietas; exhibe angustia sin ninguna razón aparente
 No responde a indicaciones verbales; actúa como si fuera sordo
 Apego inapropiado a objetos
 Habilidades motoras y actividades motoras finas desiguales
 Dificultad en expresar sus necesidades; emplean los gestos o señalan a los objetos en vez
de usar palabras.”
________________________________
¿Qué es el autismo?
Una Explicación de el NINDS
Aquí en está página ofrecemos una explicación de autismo del National Institute
of Neurological Disorders and Stroke (Institutito Nacional de Trastornos
Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares). Se encuentra también en su
pagina del web, http://www.ninds.nih.gov/disorders/spanish/autismo.htm

Toda la información preparada por el NINDS es de dominio público y se puede


reproducir libremente. Damos el crédito correspondiente y agradecemos al
NINDS por proveer la información en español.

Nota editorial: Se nota que el NINDS describe el autismo usando palabras que
ahora no son aceptados por la mayoría de la comunidad de personas con
discapacidades. Un ejemplo es describir el autismo como
una enfermedad. Preferimos el término discapacidad para evitar el imagen de
personas con autismo como enfermitos. No lo son. También dice el NINDS
que padecen de autismo. Las personas con discapacidades nos cuentan que
quieren evitar la idea de sufriendo de autismo o otros trastornos.

El NINDS dice los niños autistas o refiere a personas como autistas pero
nosotros nunca usamos esas frases. Decimos, niños que tienen autismo, una
persona con autismo, etc. Esta manera de expresarlo se llama lenguaje de
primera la persona. Se enfoca en la humanidad de la persona y ayuda a los
demás a pensar que las personas con autismo pertenecen. Se encuentra más sobre
ésta idea en la ley educacional de IDEA que sugiere que todos usamos el
lenguaje de primera la persona, y en el sitio de web, La Discapacidad es Natural
(en inglés)
http://www.disabilityisnatural.com/peoplefirstlanguage.htm.

El autismo viene de las diferencias físicas en el sistema nerviosa. El autismo no


es una enfermedad mental. No es estar loco. Tales mitos son obstáculos para
entender el autismo y ayudar a nuestros queridos. Luego hablamos más de los
mitos.

El autismo es una diferencia en el desarrollo de una persona. Es algo que tiene.


Es grave y serio. A la vez, no es el total de su existencia y ser. En nuestra
literatura original escogemos otras palabras para describir las personas con
autismo, que nos parece mas respetuoso. Aceptamos el valor y importancia del
contenido de el NINDS y lo presentamos aquí tal y como esta escrito por ellos.
¿Qué es el autismo?
Por el NINDS

El autismo (a veces llamado “autismo clásico”) es la enfermedad más común


dentro del grupo de trastornos del desarrollo, conocido como trastornos del
espectro autista. El autismo se caracteriza por una escasa interacción social,
problemas en la comunicación verbal y no verbal, actividades e intereses
gravemente limitados, inusuales y repetitivos. Otros trastornos del espectro
autista incluyen el síndrome de Asperger, el síndrome de Rett, el trastorno
desintegrativo infantil y el trastorno general del desarrollo no especificado o
atípico. Los expertos estiman que tres a seis de cada mil niños, padecerán de
autismo. Los varones tienen cuatro veces más probabilidad de padecerlo que las
mujeres.

¿Cuáles son los síntomas más comunes del autismo?


Existen tres comportamientos distintivos que caracterizan el autismo. Los niños
autistas tienen dificultades para interactuar socialmente, padecen de problemas
de comunicación verbal y no verbal y muestran comportamientos reiterativos o
intereses limitados u obsesivos. Estos comportamientos pueden variar en
cuanto a su impacto, es decir, desde un trastorno leve hasta uno que puede
llegar a ser discapacitante. El rasgo distintivo del autismo es una escasa
interacción social. Frecuentemente, son los padres los primeros en advertir
síntomas de autismo en sus hijos. Desde etapas tan precoces como la de
lactancia, un bebé con autismo puede no responder a la presencia de otras
personas o concentrarse solamente en un objeto, excluyendo a otros, por largos
períodos de tiempo. Un niño autista puede, aparentemente, tener un desarrollo
normal y luego replegarse y volverse indiferente al contacto social.

Los menores con autismo pueden ser incapaces de responder a su nombre y a


menudo evitan sostener la mirada de otra gente. Asimismo, tienen dificultades
para interpretar lo que otros están pensando o sintiendo ya que no logran
comprender los códigos sociales, tales como un tono de voz o expresiones
faciales, y no observan los rostros de otra gente para obtener pistas sobre cuál
debiera ser el comportamiento adecuado. Ellos carecen de empatía.

Muchos niños con autismo efectúan movimientos repetitivos tales como,


mecerse o retorcerse, o caen en conductas autodestructivas como morderse o
golpearse la cabeza. También tienden a empezar a hablar más tarde que otros
niños y puede que se refieran a ellos mismos por su nombre en vez de “yo.” Los
menores autistas no saben jugar en forma interactiva con otros niños. Algunos
hablan como si estuvieran cantando y lo hacen en torno a una gama muy
limitada de temas favoritos, prestando poca atención a los intereses de la
persona a la cual le están hablando.

Muchos niños con autismo tienen una baja sensibilidad al dolor pero son
anormalmente sensibles al ruido, al tacto u otro estímulo sensorial. Estas
reacciones inusuales pueden contribuir a síntomas conductuales como la
resistencia a ser acunado o abrazado.

Los niños autistas, presentan mayor riesgo de padecer de ciertas enfermedades


co-existentes como el síndrome de cromosoma X frágil (el cual provoca retraso
mental), esclerosis tuberosa (en el cual crecen tumores en el cerebro),
convulsiones epilépticas, el síndrome de Tourette, discapacidades de
aprendizaje y trastorno de déficit atencional. Por razones que aún no están
claras, entre el 20 y 30 por ciento de los menores autistas desarrollan epilepsia
cuando llegan a ser adultos. Si bien algunas personas con esquizofrenia pueden
mostrar una conducta de tipo autista, sus síntomas generalmente no aparecen
hasta cerca de los 20 años o en la etapa de adultos jóvenes. La mayoría de la
gente con esquizofrenia también tiene alucinaciones y delirios, los cuales no se
encuentran en el autista.

¿Cómo se diagnostica el autismo?

El autismo se clasifica como uno de los desórdenes extendidos del desarrollo.


Algunos médicos también usan términos tal como "perturbado emocionalmente"
para describir a personas con autismo. Porque éste varía grandemente en su
severidad y síntomas, el autismo puede ser no reconocido especialmente en
individuos levemente afectados o en aquellos con impedimentos múltiples. Los
investigadores y terapeutas han desarrollado varios conjuntos de criterios para el
diagnóstico del autismo. Algunos criterios usados frequentemente incluyen:1

 Juego imaginativo y social ausente o limitado


 Habilidad limitada para hacer amistad con sus iguales
 Habilidad limitada para iniciar o mantener una conversación con otros
 Uso del lenguaje estereotipado, repetitivo o no habitual
 Patrones de intereses restringidos que son anormales en intensidad y foco
 Aparente infléxibilidad y apego a rutinas específicas o ritos
 Preocupación por las partes de objetos

Los niños con algunos de los síntomas de autismo, pero no con suficientes como
para ser diagnosticados con la forma clásica del desorden, son frequentemente
diagnosticados con el desorden extendido del desarrollo - no específico (PDD -
NOS del inglés "pervasive developmental disorder - not otherwise specified"). El
término síndrome de Asperger es algunas veces usado para describir a personas
con comportamiento autista pero con buen desarrollo de las destrezas del
lenguaje. Los niños que parecen normales en sus primeros años y que luego
pierden destrezas y comienzan a mostrar un comportamiento autista suelen ser
diagnosticados con el desorden desintegrativo de la niñez (CDD del inglés
"childhood disintegrative disorder"). Las niñas con el síndrome de Rett, un
desorden genético ligado al sexo caracterizado por un desarrollo del cerebro
inadecuado, convulsiones y otros problemas neurológicos, también pueden
mostrar un comportamiento autista. PDD - NOS, el síndrome de Asperger, CDD
y el síndrome de Rett son a veces llamados el espectro de desórdenes del
autismo.

Ya que los problemas de audición pueden ser confundidos con autismo, los niños
con desarrollo tardío del habla deben ser examinados de la audición. Algunas
veces los niños tienen dificultades de audición además de autismo. Cerca de la
mitad de las personas con autismo tienen una puntuación más baja de 50 en
exámenes de IQ, 20 porciento tienen una puntuación entre 50 y 70, y 30
porciento tienen una puntuación más alta de 70. Sin embargo, estimar el IQ en
niños pequeños con autismo es a menudo difícil porque los problemas del
lenguaje y comportamiento interfieren con el examen. Un porcentaje pequeño de
las personas con autismo son savants. Estas personas tienen destrezas limitadas
pero extraordinarias en áreas como la música, las matemáticas, el dibujo o la
visualización.
1
Adaptado de Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders IV y el
International Classification of Diseases -10.

¿Qué causa el autismo?


Los científicos no están seguros sobre la causa del autismo, pero es probable
que tanto la genética como el entorno jueguen un papel en esto. Los
investigadores han identificado diversos genes asociados con este trastorno.
Estudios sobre personas con autismo han encontrado irregularidades en varias
regiones del cerebro. Otros estudios sugieren que la gente con autismo tiene
niveles anormales de serotonina o algún otro neurotransmisor en el cerebro.
Estas anormalidades sugieren que el autismo podría resultar de la interrupción
del desarrollo normal del cerebro en una etapa temprana del desarrollo fetal,
causado por defectos en los genes que controlan el crecimiento del cerebro y
que regulan el modo en que las neuronas se comunican entre ellas. Si bien estos
hallazgos son prometedores, sólo son preliminares y requieren de estudios
adicionales. La teoría de que las conductas de los padres son responsables del
autismo ha sido refutada.

¿Qué papel juega el factor hereditario?


Estudios recientes sugieren enfáticamente que algunas personas tienen una
predisposición genética al autismo. En familias con un niño autista, el riesgo de
tener un segundo niño con el mismo trastorno es, aproximadamente, un 5 por
ciento, o uno en 20. Este porcentaje es más elevado que el riesgo que corre la
población en general. Los investigadores están buscando pistas acerca de qué
genes contribuyen a este aumento en la susceptibilidad. En algunos casos, los
padres y otros parientes de un niño autista muestran alteraciones leves en sus
destrezas sociales y de la comunicación, o caen en conductas repetitivas. La
evidencia también sugiere que algunos trastornos emocionales, tales como la
enfermedad bipolar, ocurren con más frecuencia que el promedio en las familias
de personas con autismo.

¿Cambian con el tiempo los síntomas del autismo?


Para muchos niños, los síntomas del autismo mejoran con un tratamiento y la
edad. Algunos menores autistas crecen y logran llevar vidas normales o casi
normales. Aquellos niños cuyas destrezas del lenguaje sufren una regresión a
temprana edad, generalmente antes de los 3 años, parecen presentar mayor
riesgo de desarrollar epilepsia o actividad cerebral similar a una convulsión.
Durante la adolescencia, algunos menores con autismo pueden deprimirse o
experimentar problemas conductuales. Los padres de estos niños deberian estar
preparados para ajustar el tratamiento a las necesidades del menor.

¿Cómo se trata el autismo?


No existe la cura para el autismo. Las terapias e intervenciones conductuales
están diseñadas para remediar síntomas específicos y pueden otorgar una
mejoría sustantiva. El plan ideal de tratamiento coordina terapias e
intervenciones que tienen como blanco los principales síntomas del autismo:
problemas de interacción social y comunicación verbal y no verbal, y rutinas e
intereses obsesivos o repetitivos. La mayoría de los profesionales concuerdan
en que mientras más temprana la intervención, mejor.

Intervenciones educacionales/conductuales: Los terapeutas utilizan sesiones


de intenso entrenamiento para el desarrollo de destrezas altamente
estructuradas, con el fin de ayudar a los niños a desarrollar destrezas sociales y
de lenguaje. La orientación familiar para los padres y hermanos de los niños
autistas, con frecuencia ayuda a las familias a enfrentar los particulares desafíos
de vivir con un niño autista.

Medicamentos: Los médicos a menudo recetan un medicamento antidepresivo


para controlar síntomas de ansiedad, depresión o algún trastorno obsesivo-
compulsivo. Se emplean medicamentos antisicóticos para tratar graves
problemas conductuales. Las convulsiones pueden ser tratadas con una o más
de las drogas anticonvulsivas. Estimulantes, tales como los usados para niños
con un trastorno de déficit atencional, a veces son empleados de manera
efectiva para ayudar a disminuir la impulsividad e hiperactividad.

Otras terapias: Existe un número de terapias controvertidas o intervenciones a


disposición de los menores autistas, pero pocas, si es que las hay, están
respaldadas por estudios científicos. Los padres debieran actuar con cautela
antes de adoptar cualquiera de estos tratamientos.

¿Qué investigaciones se están haciendo?


El Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes
Cerebrovasculares (NINDS) es una de las principales instituciones que apoya las
investigaciones biomédicas del gobierno federal sobre trastornos del cerebro y
del sistema nervioso. NINDS efectúa investigaciones en sus laboratorios en los
Institutos Nacionales de la Salud (NIH) en Bethesda, Maryland, y también otorga
fondos para apoyar la investigación en las universidades y otros recintos.

Como parte de la Ley de Salud Infantil del 2000, NINDS y tres entidades
hermanas han formado el Comité de Coordinación del Autismo del NIH para
ampliar, intensificar y coordinar las investigaciones sobre autismo del NIH. Ocho
centros dedicados a la investigación en el país han sido establecidos como
“Centros de Excelencia en la Investigación sobre Autismo” para reunir a
investigadores con los recursos que necesitan. Los centros están llevando a cabo
investigaciones básicas y clínicas, incluyendo estudios sobre causas, diagnóstico,
detección precoz, prevención y tratamiento, tales como las que se destacan a
continuación:
 Los investigadores están empleando modelos en animales para estudiar cómo el
neurotransmisor serotonina establece las conexiones entre las neuronas con la esperanza
de descubrir por qué estas conexiones están alteradas en los autistas.
 Los investigadores están probando un programa asistido por computadora que ayudaría a
los niños autistas a interpretar expresiones faciales.
 Un estudio con técnicas de imágenes está investigando áreas del cerebro que se activan
durante conductas obsesivas/repetitivas en adultos y niños muy pequeños con autismo.
 Otros estudios que utilizan técnicas de imágenes cerebrales están buscando
anormalidades cerebrales que pudiesen causar una alteración de la comunicación social
en menores autistas.

Estudios clínicos están evaluando la efectividad de un programa que combina la


capacitación de los padres y el uso de medicamentos para reducir la conducta
infantil alterada por el autismo y por otros trastornos de espectro autista.

Los niños con autismo son más propensos a


los problemas estomacales
Los problemas gastrointestinales están asociados a los
problemas de comportamiento en niños con autismo y
retraso en el desarrollo
Editor's note:

View this release and video in English


(SACRAMENTO, Calif.) —

Los niños con autismo sufren entre seis y ocho veces más malestares
gastrointestinales (GI) tales como estreñimiento, diarrea y sensibilidad a los
alimentos que los niños con desarrollo típico, y esos síntomas se
relacionan con los problemas de comportamiento, por ejemplo el
aislamiento social, la irritabilidad y las conductas repetitivas, concluyó un
estudio realizado por el Instituto MIND de UC Davis.

Virginia Chaidez © UC Regents

Los niños con autismo sufren entre seis y ocho veces más malestares
gastrointestinales (GI) tales como estreñimiento, diarrea y sensibilidad a los
alimentos que los niños con desarrollo típico, y esos síntomas se
relacionan con los problemas de comportamiento, por ejemplo el
aislamiento social, la irritabilidad y las conductas repetitivas, concluyó un
estudio realizado por el Instituto MIND de UC Davis.
Los investigadores afirmaron que entender el impacto que tienen los
problemas GI en los niños con autismo podría proporcionar nuevos
conocimientos sobre tratamientos más efectivos y adecuados para el
autismo y disminuir sus malestares gastrointestinales, que a su vez podría
llegar a reducir sus comportamientos problemáticos.
Esta investigación es el estudio más extenso y de mayor diversidad étnica
entre los que comparan los problemas gastrointestinales en niños con
autismo, retraso del desarrollo y desarrollo típico, y uno de los primeros en
estudiar la relación entre los síntomas GI y los comportamientos
problemáticos en niños con autismo, afirmaron los investigadores.
“Gastrointestinal Problems in Children with Autism, Developmental Delays
or Typical Development” (Problemas gastrointestinales en niños con
autismo, retrasos en el desarrollo o desarrollo típico) aparece publicado
hoy en Internet en la revista Journal of Autism and Developmental
Disorders.
“Hace tiempo ya que los padres de los niños con autismo manifiestan que
sus hijos tienen más problemas GI, pero poco se sabe sobre la verdadera
prevalencia de estas complicaciones o sus causas básicas”, comentó
Virginia Chaidez, autora principal del estudio que era estudiante de
posgrado en el Departamento de Ciencias de Salud Pública de UC Davis al
momento de realizarse el estudio.
“Los problemas gastrointestinales que sufren pueden ser bidireccionales”,
afirmó Chaidez. “Los problemas GI pueden generar problemas de
comportamiento, y esos problemas de comportamiento a su vez pueden
crear o exacerbar los problemas GI. Una forma de desenredar esto sería
comenzar a investigar los efectos de varios tratamientos y sus efectos
tanto en los síntomas gastrointestinales como en los comportamientos
problemáticos”.
El estudio se realizó en aproximadamente 1000 niños que participaron en
el Estudio sobre Riesgos de Autismo Infantil por la Genética y el Medio
Ambiente (Childhood Autism Risks from Genetics and the Environment;
CHARGE) en California del Norte entre abril 2003 y mayo 2011. Los niños
tenían entre 24 y 60 meses de edad al momento de inscribirse en el
estudio. Los diagnósticos se confirmaron a través de evaluaciones
realizadas en el Instituto MIND. Alrededor de la mitad de la población del
estudio era blanca y un tercio de origen hispano. El resto de los
participantes provenían de otros orígenes étnicos y raciales.
Para el estudio, se les solicitó a los padres de los niños que completaran
dos cuestionarios autoadministrados, el Cuestionario de Antecedentes
Gastrointestinales (Gastrointestinal History Questionnaire; GIH) de CHARGE
y la Lista de Verificación de Comportamiento Aberrante (Aberrant Behavior
Checklist; ABC). El GIH mide trastornos como dolor abdominal, diarrea,
estreñimiento y dificultad para tragar. La ABC evalúa comportamientos
difíciles como irritabilidad, letargo/aislamiento social, comportamientos
repetitivos (estereotípicos), hiperactividad y trastornos del habla.
Los investigadores determinaron que los padres de niños con autismo
tenían entre seis y ocho veces más probabilidades de manifestar que sus
hijos presentaban con frecuencia gases/inflamación, estreñimiento, diarrea
y sensibilidad a los alimentos que los padres de niños con desarrollo típico.
En forma similar, los padres de niños con retraso en el desarrollo tenían
cinco veces más probabilidades de manifestar que sus niños presentaban
estreñimiento y muchas más probabilidades de que presentaran
dificultades para tragar.
“Después de años de escuchar a los padres plantear sus inquietudes sobre
estos síntomas, la enorme diferencia que observamos entre los reportes de
los padres de niños con trastorno del espectro autista y los niños con
desarrollo típico echa por tierra la idea de que los problemas
gastrointestinales en niños con trastorno del espectro autista son
simplemente una acumulación de informes de casos”, comentó Irva Hertz-
Picciotto, investigadora principal del Estudio CHARGE e investigadora
asociada del Instituto MIND. “Nuestros datos confirman claramente que los
problemas gastrointestinales son muy comunes en los niños con autismo”.
Entre los padres de niños con autismo, los que manifestaron que sus hijos
sufrían dolores abdominales, gases/inflamación, estreñimiento y diarrea
también observaron con mucha más frecuencia irritabilidad, aislamiento
social, comportamientos repetitivos e hiperactividad que aquellos sin
síntomas gastrointestinales. El único comportamiento problemático
asociado a un problema GI en niños con retrasos en el desarrollo fue la
hiperactividad y solo entre los niños con diarrea.
Los investigadores concluyeron que el estudio sugiere que un síntoma GI
crónico, que puede causar dolor, malestar y ansiedad, podría contribuir al
aumento de la irritabilidad y el asilamiento social, en particular entre los
niños con déficits en habilidades sociales y comunicacionales. En el caso de
niños con autismo, la hiperactividad y los comportamientos repetitivos
podrían ser mecanismos para sobrellevar el malestar físico.
Una evaluación gastrointestinal completa podría ser beneficiosa para los
niños con autismo que presentan comportamientos problemáticos, en
especial para los niños sin habla. Para esta población, un tratamiento
médico apropiado podría aliviar los problemas GI no diagnosticados y,
además, podrían observarse algunas mejoras en los comportamientos
problemáticos, afirmaron los investigadores.
Los investigadores no trataron en este estudio los motivos por los cuales
los niños con autismo y retraso en el desarrollo sufren más problemas GI.
Señalaron que sus conclusiones sugieren que el tema requiere mayor
profundización.

Problemas de aprendizaje en adolescentes

¿Qué es un problema de aprendizaje? Ni siquiera los expertos pueden ponerse de acuerdo.


Una definición importante se encuentra en el Manual de estadística y diagnósticos de
Trastornos Mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, DSM) de
American Psychiatry Association, el libro de referencia principal en que confían los
médicos y que les ayuda a diagnosticar estas afecciones. La edición más reciente, el DSM
IV, identifica tres tipos de problemas de aprendizaje: dislexia, la incapacidad para leer,
deletrear y escribir palabras, pero no como resultado de una visión defectuosa; digrafía, la
incapacidad para escribir correctamente, y discalculia, la incapacidad para realizar cálculos
matemáticos.
Definición de "Problemas de aprendizaje"
El gobierno federal tiene una perspectiva más amplia. De conformidad con la Ley de
educación para personas con discapacidades (Individuals with Disabilities Education Act,
IDEA), todos los niños elegibles entre las edades de tres y veintiún años tienen garantizada
una educación especial gratuita y apropiada con servicios relacionados en las escuelas
públicas. IDEA define “problemas de aprendizaje” de la siguiente manera:

Un trastorno en uno o más de los procesos psicológicos básicos relacionados con la


comprensión o uso del lenguaje, hablado o escrito, que puede manifestarse como la
habilidad imperfecta para pensar, hablar, leer, escribir, deletrear o realizar cálculos
matemáticos. El término incluye condiciones como discapacidades de la percepción, lesión
cerebral, disfunción cerebral mínima, dislexia y afasia.

Esto abarca no solo los tres trastornos anteriormente mencionados, sino también el
trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y los trastornos de desarrollo en
general, incluso autismo y síndrome de Asperger. Aunque la ley no incluye expresamente
las discapacidades intelectuales, los distritos escolares estatales e individuales cuentan con
libertad para modificar los lineamientos. Algunos clasifican la discapacidad intelectual
como un problema de aprendizaje, mientras que otros pueden brindar servicios de
educación especial para los estudiantes cuyo rendimiento académico está muy por debajo
de su potencial, según los resultados de las pruebas realizadas.

Y todavía se torna más confuso, ya que es posible escuche que a este mismo problema de
aprendizaje se le llama también discapacidad de aprendizaje o discapacidad de desarrollo, o
incluso algún otro término distinto. Finalmente, la clasificación de estos trastornos no es tan
importante como lo es reconocer que dichos trastornos interfieren seriamente con la
capacidad de aprendizaje del joven.

Todos los impedimentos tienen algo en común: desviaciones de procesamiento en una o


más partes del cerebro. Varios estudios que emplean tecnología de imágenes sofisticadas
han podido observar cómo funcionan una variedad de cerebros de pacientes con problemas
de aprendizaje. En la Facultad de Medicina de Yale University, por ejemplo, se les pidió a
varios pacientes con dislexia que leyeran mientras se les realizaba una tomografía por
resonancia magnética. Los investigadores observaron claramente una diferencia en las
partes del cerebro que normalmente se hacen cargo de la lectura.

De igual manera, los estudios de diagnóstico por imágenes de personas con TDAH han
determinado que el funcionamiento de las áreas que se encargan de la concentración es
menor; y las tomografías de personas con autismo revelan anormalidades en la estructura
cerebral, particularmente dentro del cerebelo, que tiene forma de concha y está localizado
en la base del cerebro. El desarrollo de un cerebro dañado debido a una variedad de causas
es también es el origen de una discapacidad intelectual. (Por cierto, estos procedimientos de
diagnóstico por imágenes se utilizaron estrictamente para propósitos de investigación; no
son parte de las pruebas diagnósticas de rutina). Las dificultades de aprendizaje se
diagnostican cuatro veces más en niños que en niñas. Esto puede deberse en parte al hecho
de que los niños que tienen problemas académicos están más propensos a tener trastornos
del comportamiento y a resistirse a leer y a realizar otras tareas escolares difíciles. Por lo
tanto, con más frecuencia tienden a ser remitidos a especialistas y, subsecuentemente, a ser
diagnosticados.

Muchos de estos trastornos ya están inmersos en los árboles genealógicos de las personas
que los padecen. De acuerdo a National Institute of Mental Health, los niños con TDAH
suelen tener por lo menos un familiar cercano que padece el trastorno. Con frecuencia, es el
padre; por lo menos una de cada tres personas con TDAH se lo transmiten genéticamente a
su descendencia.

Por lo general, un déficit de aprendizaje se hace evidente en la infancia, aunque no siempre.


Si los problemas son sutiles, es probable que el niño los compense durante algún tiempo; de
hecho, algunos de estos niños o niñas son muy brillantes. Pero cuando comienzan a asistir a
la escuela, todo se torna más complejo, y al llegar a tercero o cuarto grado, los niños
comienzan a experimentar dificultades más concretas. “Es en este momento que el plan de
estudios cambia de dinámica, de ‘aprender a leer,’ a ‘leer para aprender’ ”, explica el Dr.
Mark L. Wolraich, especialista en problemas de aprendizaje. De los más de 2.4 millones de
niños con problemas de aprendizaje en las escuelas de EE.UU., aproximadamente cuatro de
cada cinco tienen problemas con la lectura y escritura.

Varias de estas condiciones tienen características que se traslapan; en consecuencia, es muy


común que haya diagnósticos equivocados. Por ejemplo: La dificultad para concentrarse en
la escuela caracteriza TDAH, pero es también una característica distintiva del síndrome de
Asperger, de las discapacidades intelectuales o la depresión. Además, las dificultades de
aprendizaje normalmente vienen acompañadas de problemas secundarios.

Regresemos al ejemplo de TDAH. A algunos de estos niños se les diagnostica también otro
problema de aprendizaje, como la dislexia. Algunos desarrollan el trastorno oposicional
desafiante del comportamiento. Su agresividad y arranques de cólera en parte pueden
atribuirse a su falta de éxito en la escuela y a otras circunstancias. “Pero parte de la mala
conducta”, dice el Dr. Wolraich, “se debe al hecho de que ambas afecciones tienden a
ocurrir juntas”. Esto es menos común, pero hay adolescentes o adultos jóvenes con déficit
de atención que tienen o desarrollarán en el futuro trastorno bipolar, una grave perturbación
del carácter también llamada psicosis maníaco-depresiva.

¿Problema de aprendizaje? Es eso y mucho más


Es raro que los efectos de un problema de aprendizaje radiquen únicamente en el salón de
clases. A menudo invaden otras áreas de la vida cotidiana. Hacer amigos puede ser una
tarea especialmente difícil para muchos de estos jóvenes, ya que algunos no tienen
suficientes destrezas sociales, como la habilidad para entender los matices del lenguaje y
leer expresiones faciales. Es probable que escuchen una broma y no la entiendan como los
demás. Por supuesto, muchos niños y niñas con dificultades de aprendizaje se llevan muy
bien con sus compañeros, pero para aquellos que se sienten incómodos y no pueden
desenvolverse bien en el ámbito social, la adolescencia puede convertirse en una etapa muy
difícil. Los pediatras u otros profesionales de la salud de los adolescentes con problemas de
aprendizaje les realizarán pruebas para diagnosticarles ansiedad o depresión.

El diagnóstico de un niño empuja a los padres a convertirse en defensores: las personas


encargadas de conseguirle los servicios educativos, psicológicos y de rehabilitación que
necesita. Las madres y padres también se convierten en defensores al brindarles amor y
motivación constantes. Mantener su autoestima a flote y promover una autoimagen positiva
son de igual importancia para ayudar a un niño a superar un problema de aprendizaje en el
área académica. En resumen, sea el fanático número uno de su hijo. Recuerde: Nadie le
amará y apoyará más que usted.

Si sospecha que su adolescente puede tener algún tipo de problema de aprendizaje,


consúltelo con su pediatra, para delimitar un plan de acción. No ignore sus instintos, que es
lo que hacen algunos padres, básicamente por miedo a que se diagnostique TDAH, autismo
u otro problema que pueda estigmatizar a su hijo de manera permanente.

¿Estigmatizarle? ¿Con quién? Entre una creciente concienciación del público en general y
los 120,000 casos nuevos de trastornos de aprendizaje que se diagnostican en los
estudiantes todos los años, un problema de aprendizaje ya no conlleva el estigma que una
vez representaba. Pero, francamente, lo que piensen otras personas ni siquiera deben
interesarle a los padres. Cuando las madres y padres ignoran la realidad de la situación, con
la buena pero equivocada intención de proteger a su hijo, le están privando de la ayuda que
necesita para aprender a vivir con su trastorno. Hasta entonces, lo que sufrirá son sus tareas
de la escuela, y reforzará un patrón destructivo de fracaso. Y si no recibe terapia que le
enseñe cómo controlar los comportamientos de aislamiento, entonces sufrirá más el rechazo
de sus compañeros.

Aproximadamente dos de cada cinco niños y niñas con TDAH no son diagnosticados hasta
que llegan a la escuela media o secundaria, y algunas veces hasta que llegan a la
universidad. Imagínese lo que significa pasar años sin entender porque no puede mejorar en
la escuela. ¿Cuántos adolescentes terminarán pensando la razón es porque son “tontos”? O
“perezosos”, que es de lo que les acusan con frecuencia. Recibir una explicación de por qué
el aprendizaje siempre ha sido difícil por lo general representa un alivio. Aunque es mejor
detectar los problemas de aprendizaje en las primeras etapas de la infancia, nunca es
demasiado tarde para ayudar a un joven a cambiar las cosas.

¿Qué tipos de problemas de aalud


tienen los niños con autismo?
Cada niño/a con autismo tiene diferentes reacciones y problemas en niveles distintos. Aquí hay algunos
de los problemas que acompañan frecuentemente al autismo.
Problemas sensoriales
Un gran número de niños con autismo es muy consciente de, e incluso dolorosamente sensible a,
ciertos sonidos, texturas, sabores y olores. Algunos niños no soportan el roce de la ropa en su piel.
Algunos sonidos, una aspiradora, un teléfono sonando, una tormenta repentina, incluso el sonido de las
olas rompiendo en la costa, harán que estos niños cubran sus oídos y griten.

En el autismo, parece que el cerebro es incapaz de equilibrar adecuadamente los sentidos. Algunos
niños no parecen notar el dolor o frío extremos. Un niño/a con autismo puede caerse y fracturarse un
brazo, y nunca llorar. Otro puede gritar alarmado cuando apenas se lo toca.

Retraso mental
Muchos niños con autismo tienen alguna disfunción mental. Al realizar pruebas, algunas áreas de
capacidad pueden ser normales, mientras otras pueden ser especialmente débiles. Por ejemplo, un
niño/a con autismo puede tener buenos resultados en las partes de la prueba que miden las habilidades
visuales, pero obtener puntajes más bajos en la parte del lenguaje.

Convulsiones
Uno de cada cuatro niños con autismo desarrollará convulsiones, que a menudo comienzan en la
infancia temprana o cuando se convierten en adolescentes. Convulsiones, causadas por actividad
anormal en el cerebro, pueden producir pérdida de conciencia temporal (desvanecimiento), una
convulsión corporal, movimientos inusuales o ausencia. A veces, un factor que contribuye es la falta de
sueño o una fiebre alta. Un EEG (electroencefalograma, un registro de las corrientes eléctricas
desarrolladas en el cerebro por medio de electrodos que se aplican en el cuero cabelludo) puede ayudar
a confirmar la presencia de la convulsión.

En la mayoría de los casos, las convulsiones se pueden controlar con algunos medicamentos llamados
“anticonvulsivos”. La dosis del medicamento se ajusta cuidadosamente, de manera que se utilice la
mínima cantidad posible que sea eficaz.

Síndrome de X frágil
El síndrome de X frágil es la forma más común de retraso mental hereditario. Ocurre porque una parte
del cromosoma X tiene una porción defectuosa que parece pinzada y frágil cuando se lo observa en el
microscopio. El síndrome de X frágil afecta a alrededor de dos a cinco por ciento de las personas con
autismo.

Es importante que se realicen pruebas de detección de X frágil a los niños con TEA, especialmente si
los padres están considerando tener otro hijo/a. Por una razón desconocida, si un niño/a con TEA
también tiene X frágil, existe una probabilidad de uno de cada dos de que los niños nacidos de los
mismos padres tengan el síndrome. Otros miembros de la familia que puedan estar pensando en tener
un hijo/a quizás también quieran realizarse pruebas de detección del síndrome.

Esclerosis tuberosa
La esclerosis tuberosa es un raro problema genético que causa tumores benignos (no cancerosos) que
crecen en el cerebro, así como en otros órganos importantes. Entre el uno y el cuatro por ciento de las
personas con autismo también tiene esclerosis tuberosa.
Los niños autistas con frecuencia tienen problemas para
dormir, muestra un estudio
Entre los 2.5 años y la adolescencia, los niños con el trastorno tienden a
despertarse frecuentemente durante la noche
Please note: This article was published more than one year ago. The facts and conclusions presented
may have since changed and may no longer be accurate. And "More information" links may no longer
work. Questions about personal health should always be referred to a physician or other health care
professional.

In English
MARTES, 1 de octubre (HealthDay News) -- Muchos niños con autismo tienen una peor
calidad de sueño que sus pares hasta que llegan a la adolescencia, revela un estudio
reciente.

Según un experto, los hallazgos no sorprenderán a muchos padres de hijos con


autismo.

"Este estudio documenta más lo que se reporta y sospecha hace mucho: que los niños
con un trastorno del espectro autista tienen más problemas de sueño que sus pares",
comentó el Dr. Andrew Adesman, jefe de pediatría del desarrollo y conductual del
Centro Médico Pediátrico Cohen de Nueva York, en New Hyde Park.

En el estudio, los investigadores analizaron datos de más de 14,000 niños nacidos en


1991-1992 en Inglaterra. Los padres proveyeron información sobre los hábitos de
sueño de los niños entre los 6 meses y los 11.5 años de edad.

De los niños del estudio, 86 fueron diagnosticados con un trastorno del espectro
autista para cuando tenían 11 años. El análisis final del estudio se basó en 39 niños
con un trastorno del espectro autista y unos 7,000 niños sin autismo.

El autismo es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por las dificultades en las


interacciones y las comunicaciones sociales. Los trastornos del espectro autista pueden
ser entre leves y graves.

Antes de los 2.5 años de edad, no hubo diferencias en los patrones de sueño entre los
dos grupos de niños. Pero después de ese momento, los niños con autismo tendían a
dormir menos en total, y la diferencia más grande (de 43 minutos) persistió más o
menos hasta los 11.5 años, según el estudio, que aparece en la edición en línea del 23
de septiembre de la revista Archives of Disease in Childhood.
Aunque la brecha en el sueño total se redujo tras esa edad, los niños con autismo
seguían durmiendo unos 20 minutos menos al día que otros niños hasta la
adolescencia. Las diferencias en el sueño seguían siendo evidentes incluso después de
que los investigadores tomaron otros factores importantes en cuenta, como haber
nacido prematuro, tener un bajo peso al nacer, el nivel educativo de la madre y el
estatus socioeconómico.
Las diferencias en el sueño entre los niños autistas y los demás niños parecieron
deberse a que los primeros se despertaban frecuentemente durante la noche. Los
niños con autismo eran mucho más propensos que los demás niños a despertarse tres
o más veces por noche, y esa diferencia se hizo aún mayor a medida que los niños
crecían, anotaron los autores del estudio.

Para cuando los niños del estudio tenían entre 6 y 7 años, más del 10 por ciento de los
autistas se despertaban tres veces por noche, frente al 0.5 por ciento de los que no
tenían autismo, hallaron los investigadores.

No está claro cómo esa mala calidad del sueño afecta a los niños autistas, pero
investigaciones anteriores han sugerido que la pérdida de sueño puede afectar al
desarrollo del cerebro, según la autora del estudio, Joanna Humphreys, del Hospital de
Niños Enfermos de Toronto, y sus colegas en Inglaterra. Si esto es así, entonces estos
niños podrían beneficiarse incluso de un aumento pequeño y constante en la cantidad
de tiempo que duermen, concluyeron los autores en un comunicado de prensa de la
revista.

Por su parte, Adesman sugirió que se necesita más investigación sobre si los
problemas de sueño podrían afectar o no a las conductas de estos niños.

"Aunque los niños con un trastorno del espectro autista con frecuencia presentan
problemas conductuales, y los problemas del sueño se asocian claramente con los
problemas conductuales en algunos niños, este estudio no examinó si había más
problemas conductuales en los niños con un trastorno del espectro autista que sufrían
de problemas para dormir", anotó.

¿Qué es el autismo?

El trastorno del espectro autista (ASD) es una gama de trastornos complejos del neurodesarrollo,
caracterizado por impedimentos sociales, dificultades en la comunicación, y patrones de conducta
estereotípicos, restringidos y repetitivos. El trastorno autista, a veces llamado autismo o ASD
clásico, es la forma más grave de ASD, mientras que otras afecciones a lo largo del espectro
incluyen una forma más leve conocida como síndrome de Asperger, una afección rara llamada
síndrome de Rett, el trastorno de desintegración infantil y el trastorno generalizado del desarrollo
no especificado (generalmente conocido como PDD-NOS). Aunque ASD varía significativamente
en carácter y gravedad, se produce en todos los grupos étnicos y socioeconómicos y afecta a
todos los grupos etarios. Los expertos calculan que tres de cada seis niños de cada 1,000 sufrirán
de ASD. Los varones tienen cuatro veces más probabilidades de tener ASD que las mujeres.

¿Cuáles son algunos signos comunes del autismo?

La característica distintiva del ASD es la interacción social deficiente. Los cuidadores principales
del niño generalmente son los primeros en notar los signos de ASD. Ya desde la primera infancia,
un bebé con ASD podría mostrarse indiferente a las personas o enfocarse intensamente en un
objeto hasta excluir a los otros durante largos períodos de tiempo. Podría parecer que un niño con
ASD se desarrolla normalmente y luego se retrae y se vuelve indiferente a la actividad social.
Los niños con ASD podrían no responder a sus nombres y a menudo evitar el contacto visual con
otras personas. Tienen dificultad para interpretar lo que los demás están pensando o sintiendo
porque no pueden entender las pautas sociales, como el tono de voz o las expresiones faciales, y
no observan las caras de las otras personas para ver las pautas de conducta adecuada. Carecen
de empatía.

Muchos niños con ASD se involucran en movimientos repetitivos como mecerse y dar vueltas, o en
conductas autoabusivas como morderse o golpearse la cabeza. También tienden a hablar
después que los otros niños y pueden referirse a sí mismos por el nombre en lugar de “Yo” o
“mí.” Los niños con ASD no saben jugar interactuando con los otros niños. Algunos hablan con
voces cantarinas sobre una gama estrecha de temas favoritos, sin importarles demasiado acerca
de los intereses de la persona con la que están hablando.

Los niños con ASD parecen tener un riesgo mayor que lo normal de tener ciertas afecciones
concomitantes, inclusive el síndrome de X frágil (que causa retraso mental), esclerosis tuberosa
(en la que crecen tumores en el cerebro), convulsiones epilépticas, síndrome de Tourette,
trastornos del aprendizaje, y el trastorno por déficit de la atención. Alrededor del 20 al 30 por
ciento de los niños con ASD desarrollan epilepsia cuando llegan a la edad adulta. Mientras que las
personas con esquizofrenia pueden mostrar alguna conducta parecida al autismo, generalmente
sus síntomas no aparecen hasta el final de la adolescencia o el comienzo de la edad adulta. La
mayoría de las personas con esquizofrenia también tendrá alucinaciones y delirios, que no se
encuentran en el autismo.

¿Cómo se diagnostica el autismo?

ASD varía ampliamente en gravedad y síntomas y puede pasar sin ser reconocido, especialmente
en los niños levemente afectados o cuando está enmascarado por impedimentos físicos más
debilitantes. Los indicadores muy precoces que requieren evaluación por un experto incluyen:

 no balbucear o señalar al año de edad


 no pronunciar palabras únicas a los 16 meses o frases de dos palabras a los 2 años de
edad
 no responder a su nombre
 pérdida del lenguaje o las habilidades sociales
 contacto visual inadecuado
 alineamiento excesivo de juguetes u objetos
 no sonreír o mostrar receptividad social.

Los indicadores tardíos incluyen:

 capacidad limitada para establecer amistades con pares


 capacidad limitada para iniciar o sostener una conversación con otros
 ausencia o deterioro del juego imaginativo y social
 uso estereotípico, repetitivo o inusual del lenguaje
 patrones de interés restringidos que son anormales en intensidad o enfoque
 preocupación por ciertos objetos o sujetos
 adherencia inflexible a rutinas o rituales específicos.

Los proveedores de atención médica a menudo usarán un cuestionario u otro instrumento de


evaluación para reunir información sobre el desarrollo y la conducta de un niño. Algunos
instrumentos de evaluación dependen solamente de las observaciones de los padres, mientras que
otros dependen de la combinación de las observaciones de los padres y el médico. Si los
instrumentos de evaluación indican la posibilidad de ASD, generalmente está indicada una
evaluación más integral.

Una evaluación integral requiere un equipo multidisciplinario, que incluye a un psicólogo, un


neurólogo, un psiquiatra, un terapeuta del lenguaje y otros profesionales que diagnostican a los
niños con ASD. Los miembros del equipo realizarán una evaluación neurológica detallada y
pruebas cognitivas y de lenguaje exhaustivas. Debido a que los problemas de audición pueden
causar conductas que podrían confundirse con ASD, los niños con retraso del desarrollo del
lenguaje también deberían someterse a pruebas de audición.

Los niños con algunos síntomas de ASD pero no los suficientes como para ser diagnosticados
como autismo clásico a menudo se diagnostican como PDD-NOS. Los niños con conductas
autistas pero que presentan habilidades del lenguaje bien desarrolladas a menudo se diagnostican
como síndrome de Asperger. Son mucho más raros los niños que pueden ser diagnosticados como
trastorno de desintegración infantil, en el cual se desarrollan normalmente y luego se deterioran
abruptamente entre las edades de 3 y 10 años y muestran conductas autistas pronunciadas. Las
niñas con síntomas autistas podrían sufrir de síndrome de Rett, un trastorno genético ligado al
sexo caracterizado por retraimiento social, regresión de la habilidad con el lenguaje, y retorcimiento
de las manos.

¿Qué causa el autismo?

Los científicos no están seguros sobre qué causa el ASD, pero es probable que tanto la genética
como el ambiente jueguen un papel. Los investigadores han identificado un número de genes
asociados con el trastorno. Los estudios de las personas con ASD han encontrado irregularidades
en varias regiones del cerebro. Otros estudios sugieren que las personas con ASD tienen niveles
anormales de serotonina u otros neurotransmisores en el cerebro. Estas anormalidades sugieren
que el ASD podría producirse de la interrupción del desarrollo cerebral normal precozmente en el
desarrollo fetal causada por defectos en los genes que controlan el crecimiento cerebral y que
regulan cómo las células cerebrales se comunican entre sí, posiblemente debido a la influencia de
factores ambientales sobre la función genética. A pesar de que estos hallazgos son intrigantes,
son preliminares y requieren más estudios. La teoría de que las prácticas paternas son
responsables del ASD se ha desmentido hace mucho tiempo.

¿Qué papel juega la herencia?

Los estudios familiares y de mellizos sugieren firmemente que algunas personas tienen una
predisposición genética al autismo. Los estudios de mellizos idénticos muestran que si un mellizo
está afectado, existe una probabilidad del 90 por ciento que el otro mellizo esté afectado. Existe un
número de estudios en curso para determinar los factores genéticos específicos asociados con el
desarrollo de ASD. En las familias con un hijo con ASD, el riesgo de tener un segundo hijo con el
trastorno es de aproximadamente el 5 por ciento, o uno en 20. Esto es mayor que el riesgo de la
población en general. Los investigadores están buscando pistas sobre qué genes contribuyen a
esta susceptibilidad aumentada. En algunos casos, los padres y otros familiares de un niño con
ASD muestran deterioro leve de las habilidades sociales y de la comunicación o se involucran en
conductas repetitivas. La evidencia también sugiere que algunos trastornos emocionales, como el
trastorno bipolar, se producen más frecuentemente que el promedio en las familias de las personas
con ASD.

¿Cambian con el tiempo los síntomas del autismo?

En muchos niños, los síntomas mejoran con el tratamiento y la edad. Los niños cuyas habilidades
del lenguaje sufren una regresión al comienzo de la vida—antes de los 3 años de edad—parecen
tener un riesgo mayor que lo normal a desarrollar epilepsia o actividad cerebral parecida a las
convulsiones. Durante la adolescencia, algunos niños con ASD pueden deprimirse o experimentar
problemas de conducta, y su tratamiento podría necesitar algo de modificación a medida que
hacen la transición a la edad adulta. Las personas con ASD generalmente continúan necesitando
servicios y apoyo a medida que envejecen, pero muchos son capaces de trabajar exitosamente y
vivir independientemente o dentro de un ambiente con apoyo.

¿Cómo se trata el autismo?

No hay cura para el ASD. Las terapias e intervenciones conductuales están diseñadas para
remediar los síntomas específicos y pueden aportar una mejoría sustancial. El plan de tratamiento
ideal coordina las terapias e intervenciones que cubren las necesidades específicas de los niños
individuales. La mayoría de los profesionales de atención médica están de acuerdo con que
cuanto antes sea la intervención, tanto mejor.

Intervenciones conductuales educativas: Los terapeutas usan sesiones de capacitación


intensivas y altamente estructuradas orientadas a las habilidades para ayudar a los niños a
desarrollar habilidades sociales y del lenguaje, como el Análisis Conductual Aplicado. El
asesoramiento familiar para los padres y los hermanos de los niños con ASD a menudo ayuda a
las familias a enfrentar los desafíos particulares de vivir con un niño con ASD.

Medicamentos: Los médicos podrían recetar medicamentos para el tratamiento de síntomas


específicos relacionados con el ASD, tales como ansiedad, depresión, o trastorno obsesivo-
compulsivo. Los medicamentos antisicóticos se usan para tratar problemas graves de
conducta. Las convulsiones pueden tratarse con uno o más anticonvulsivos. Los medicamentos
usados para tratar a las personas con trastorno por déficit de la atención pueden usarse
eficazmente para ayudar a disminuir la impulsividad y la hiperactividad.

Otras terapias: Existe un número de terapias o intervenciones controvertidas a disposición de las


personas con ASD, pero pocas, si las hay, están sustentadas por estudios científicos. Los padres
deben ser precavidos antes de adoptar tratamientos no probados. Aunque las intervenciones
dietéticas han sido útiles en algunos niños, los padres deben cuidar que el estado nutricional de su
hijo se siga cuidadosamente.

¿Qué investigación se está realizando?

En 1997, a pedido del Congreso, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) formaron su Comité de
Coordinación del Autismo (NIH/ACC) para mejorar la calidad, el ritmo y la coordinación de los
esfuerzos en el NIH para encontrar la cura para el autismo
(http://www.nimh.nih.gov/health/topics/autism-spectrum-disorders-pervasive-developmental-
disorders/nih-initiatives/nih-autism-coordinating-committee.shtml). El NIH/ACC involucra la
participación de siete Institutos y Centros de NIH: el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos
y Accidentes Cerebrovasculares (NINDS), el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo
Humano Eunice Kennedy Shriver, el Instituto Nacional de Salud Mental, el Instituto Nacional para
la Sordera y otros Trastornos de la Comunicación, el Instituto Nacional de Ciencias de la Salud
Ambiental, el Instituto Nacional de Investigación en Enfermería, y el Centro Nacional de Medicina
Complementaria y Alternativa. El NIH/ACC ha jugado un papel decisivo en la comprensión y los
avances de la investigación sobre ASD. El NIH/ACC también participa en el más amplio Comité
Coordinador de Autismo entre InterAgencias Federales (IACC) que está compuesto por
representantes de varias agencias que componen el Departamento de Salud y Servicios Humanos
de los EE.UU., al igual que otras organizaciones del gobierno, inclusive el Departamento de
Educación.

En los años fiscales 2007 y 2008, NIH comenzó a patrocinar los 11 Centros de Excelencia para el
Autismo (ACE), coordinados por el NIH/ACC. Los ACE están investigando el desarrollo y
funcionamiento precoces del cerebro, interacciones sociales en los bebés, variaciones y
mutaciones genéticas raras, asociaciones entre genes relacionados con el autismo y rasgos
físicos, factores de riesgo ambientales posibles, biomarcadores, y un posible nuevo tratamiento
con medicamentos.

También podría gustarte