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LA GRADUACION NO ES EL FIN, ES EL PRINCIPIO.

Graduados aquí presentes, maestros, invitados especiales de


nuestra máxima casa de estudios, directora de la escuela de
humanidades y público en general, tengan ustedes muy buena
tarde.

A nombre de la vigésimo, octava generación (XXVIII), me es un


honor dirigir este discurso de graduación.

Hoy doce de mayo del año dos mil diecisiete, tarde que marca el
fin de una importante etapa de nuestras vidas. Tenemos
sentimientos encontrados, una alegría enorme por haber
conseguido una meta personal, pero a la vez mucha expectativa de
lo que ocurrirá de ahora en adelante. Atrás quedan muchos
recuerdos, recuerdos que nos acompañarán por el resto de
nuestras vidas. Al pensar en ellos podemos notar cuánto hemos
cambiado en estos años y cuánto hemos aprendido, de cómo todo
lo vivido aquí, ha contribuido a hacernos no sólo buenos
estudiantes sino también mejores personas.

Por lo que es momento de dar gracias a Dios, por permitirnos llegar


hasta este momento, a cada uno de los maestros quienes fueron la
base de nuestro éxito, que con su conocimiento contribuyeron con
nuestra formación, a nuestros padres quienes también pusieron el
pilar más importante en el trayecto de nuestra carrera profesional,
así también a nuestra máxima casa de estudios la Universidad
Autónoma de Chiapas y de igual manera a los graduados aquí
presentes, porque cada uno contribuyo y dejo huella por más
insignificante que fuera.

Por eso hoy me pregunto, ¿qué es lo que nos estamos llevando de


esta Universidad? ¿Acaso sólo un título, una licencia para ejercer
una profesión? Quisiera estar seguro de que lo que nos estamos
llevando realmente es algo trascendente e irremplazable. Algo que
nunca nos pueda ser sustraído. El asomo de una certeza, que nos
permita alcanzar nuestra realización como personas libres y
autónomas, capaces de conquistar nuestro lugar, de ganarnos la
vida, tal vez, y reafirmar nuestra identidad.

Hoy, de algún modo, este nuevo "estatus" nos transforma y nos


convierte en ciudadanos más activos y con mayores
responsabilidades con el entorno, con los que sufren, con la
familia, el estado, el país, en definitiva. Hoy aceptamos con mayor
lucidez, que lo bueno y lo malo que pasa en México tiene que ver
con nosotros; en mayor o menor medida, por supuesto.

Quisiera también estar seguro de que lo que nos llevamos de esta


Casa de Estudios es un reto más, un desafío que toca a las nuevas
generaciones, y ese es no perder jamás la capacidad de asombro.
No podemos acostumbrarnos a vivir en medio de la pobreza
extrema, de la corrupción, del crimen, del abuso. No podemos
resultar indiferentes ante la discapacidad o ante el sufrimiento de
quienes llegarán hasta nosotros. No podemos dejar de ver, de oír,
de oler, para no sentir. No podemos caer en esa desafortunada
filosofía de “vivir el día a día”, sin mayores traumatismos… a la
deriva, como dicen algunos, o simplemente pasar por la vida,
inadvertidos, “haciéndole el quite” a la realidad, que no es más que
una medida engañosa de supervivencia. No podemos dejar atrás,
tan fácilmente, nuestro ser estudiantes-conscientes. No podemos
olvidar los momentos difíciles que hemos vivido como comunidad
universitaria, no podemos quedar al margen de compromisos que
HOY persisten y están pendientes. Hoy estamos aquí para
tomarnos en serio el día de mañana, para que al salir de este lugar,
seamos agentes de cambio, capaces de generar pensamientos
propios y oportunidades para otros. Los que aquí estamos, somos,
de algún modo, privilegiados. Somos quienes romperemos con el
pasado y nos atreveremos al futuro. Somos quienes crearemos,
quienes construiremos el Todo a partir de nuestras pequeñas
contribuciones,

Es un día importante, porque incorporamos a nuestras vidas (lo


que Freud llamó) el “Principio de Realidad”, que es el principio que
implica postergar los intereses del momento, en función de
objetivos de largo plazo. Hoy llega a nuestras vidas -con más
potencia- y claro significado la palabra “Proyecto”.

Hoy les puedo decir, que las historias no se escriben solas, que
necesitan de palabras para que se empiecen a escribir. Que no
todos empiezan con había una vez, ni terminan con felices para
siempre, que algunas jamás pasan del prólogo, que adiós no
significa el punto final. Que hay unas que las terminas de escribir
con lágrimas y las vuelves a leer y te das cuenta que otra vez te
harán llorar. Que la historia comienza con un sueño y por lo tanto
jamás debemos dejar de soñar.
Por ello. Deseo que seamos capaces de quitar de este mundo la
Confusión y en la vida cotidiana, no dejarnos angustiar con
fantasmas y temores que nacen a veces del cansancio y la soledad.

Deseo que nos motive siempre el ejercicio de nuestra profesión


con integridad moral y ética. Nuestro país ha sufrido mucho por
profesionales que perdieron la brújula y tenemos la oportunidad de
ser quienes ayuden a recuperarla, trabajando duro para dar a quien
nos pide un poco de bienestar. Finalmente deseo que jamás
dejemos de formarnos y seguir creciendo, como personas
conscientes y críticas, en conocimiento y perfección, porque las
preguntas son siempre las mismas, pero lo que cambia son las
respuestas.

¡Muchas gracias y felicidades a todos!

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