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El Estudio Del Poder PDF
El Estudio Del Poder PDF
Anibal Romero
(2000)
1
W, B, Gallie, “Essentially contested concepts”, Proceedings of the Aristotelian Society, 56, 1955-56, p.
169
2
Steven Lukes, Introduction, en S. Lukes, ed., Power (New York: New York University Press, 1986), p. 4
3
Talcott Parsons, “Power and the Social System”, en, Lukes, ed., p. 94
4
Gerhard Lenski, “Power and Privilege”, en, Lukes, ed., p. 243
5
J. C. Rey, “El Poder”, Seguridad y Defensa. Temas del IAEDEN, Caracas, 5, 1988, p. 121
6
John Kenneth Galbraith, Power and Organization”, en, Lukes, ed., p. 213
7
Véase al respecto, Robert Dahl, “Power as the Control of Behaviour”, en, Lukes, ed., p. 41
2
De acuerdo con lo expuesto, procuraré dar cuenta del análisis del poder,
presentando cuatro perspectivas complementarias para su estudio: la
politológica, la sicológica, la literaria, y la moral. Comentaré un grupo selecto de
obras, que desde su propio ángulo abordan el poder y le someten a escrutinio.
De esta manera, creo que seremos capaces de superar, al menos hasta un
punto más aceptable, las limitaciones de las aproximaciones excluyentes y
parciales, proponiendo así una visión integral del tema. En tal sentido, es
razonable comenzar con un recuento de la perspectiva de la politología sobre el
poder, dado que este último constituye una dimensión clave de la existencia
política.
8
Rey, p. 122
3
acto, sea a través de una serie de actos”. 9 Este medio coercitivo puede darse, o
bien a través de la amenaza o empleo concreto de la violencia física, o bien a
través de la privación de bienes materiales o espitituales que son considerados
vitales por aquél sobre el cual se aplica el poder, y que por tanto pueden obtener
su sometimiento. Estas definiciones encapsulan una “idea intuitiva” del poder,
que Dahl describe como “algo semejante a: A tiene poder sobre B en la medida
en que puede conseguir que B haga algo que, de otra manera, no haría”. 10 De
entrada, esta idea intuitiva nos plantea dos cuestiones: En primer término, la de
distinguir entre poder, coerción, fuerza, autoridad, manipulación, e influencia; en
segundo lugar, la de desentrañar lo que podría denominarse la dimensión
intangible del poder, es decir, aquélla faceta de su posesión y ejercicio que
escapa a los condicionamientos puramente materiales.
9
Manuel García-Pelayo, “Introducción a la Teoría del Poder”, Seguridad y Defensa. Temas del
IAEDEN, Caracas, 2, 1975, p. 74
10
R. A. Dahl, “The concept of power”, en, R. Bell, D. V. Edwards, y R. Harrison, eds., Political Power: A
Reader in Theory and Research (New York: The Free Press, 1969), p. 80
11
Véase, Steven Lukes, El poder. Un enfoque radical (México: Siglo XXI Editores, 1985), pp. 13-14
4
12
Peter Bachrach y Morton S. Baratz, Power and Poverty. Theory and Practice (New York: Oxford
University Press, 1970), p. 30
5
13
Ibid., pp. 24, 28, 34, 37
14
García-Pelayo, p. 73
15
Ibid., p. 75
16
Rey, p. 123
6
“En efecto, si bien para que un actor pueda ejercer poder se requiere,
en principio, que posea determinados recursos y que cuente con la voluntad y
disposición de emplearlos, la creencia por parte de otros actores...de
que existen tales recursos y voluntad es tan importante como su
posesión efectiva (y a veces, incluso, más importante)”. 18
17
Isaiah Berlin, “Political Judgement”, en, The Sense of Reality (London: Pimlico, 1996), pp. 40-53
18
Rey, p. 128
7
19
Lukes, El poder..., p. 10
20
Ibid., p. 15
21
Véase, Georg Lukács, Historia y consciencia de clase (México: Grijalbo, 1969), pp. 49-232
8
22
Lukes, El poder..., pp. 23-24
23
Lukes, Introduction, pp. 5, 9-12
9
24
Lukes, El poder..., pp. 43-44
25
Ibid., p. 45
26
Matthew Crenson, The Un-politics of Air Pollution: A Study of Non-decisionmaking in the Cities
(Baltimore: Johns Hopkins Press, 1971), pp. vii, 26
10
donde yace el poder, y por qué deseamos saberlo. En tal sentido, se plantea la
conexión entre poder y responsabilidad, bien sea política, ética, o legal, por parte
de los que ejercen el poder. También surge acá el problema de identificar los
resultados distributivos que emanan del ejercicio del poder: quién sale
ganancioso al concretarse los efectos de una determinada relación de poder? En
tercer lugar, nos interesa hallar las fuentes del cambio, las vías de acceso, las
coaliciones triunfadoras, las palancas de acción, los bastiones de defensa, los
puntos débiles y “centros de gravedad” a través de los cuales las
transformaciones pueden ser ejecutadas o impedidas. En este ámbito, el poder
yace “donde una cierta diferencia propuesta sobre resultados significativos
puede ser hecha, o resistida”. 27
27
Ibid., p. 15
28
Lukes, El poder..., pp. 28-29
11
29
Talcott Parsons, Sociological Theory and Modern Society (New York: The Free Press, 1967), p. 308
30
Talcott Parsons, “The Distribution of Power in American Society”, World Politics, 10, 1957, pp. 123-
143
31
Parsons, Sociological Theory..., p. 331
12
32
Hannah Arendt, “Communicative Power”, en, Lukes, ed., Power, p. 59
33
Ibid., p. 62
34
Ibid., pp. 62-63
35
Ibid., p. 64
13
36
Véase, Max Weber, Economy and Society (Berkeley: University of California Press, 1978), pp. 53, 926
37
Jurgen Habermas, “Hannah Arendt’s Communications Concept of Power”, en Lukes, Power, p. 77
38
Hannah Arendt, The Human Condition (Chicago: The University of Chicago Press, 1958), p. 200
39
Arendt, “Communicative Power”, pp. 68-69
14
40
Ibid., p. 68
41
Ibid., pp. 67-68
15
42
Ibid., p. 71
43
Habermas, pp. 84-85
16
menos cierto que estos aspectos —incluído el uso de la fuerza— no pueden ser
ni siquiera parcialmente marginados del concepto de lo político. De igual modo,
la idea de poder tiene que extenderse a su empleo real en los sistemas políticos,
poder (legítimo) que permite a los ocupantes de posiciones de autoridad tomar
decisiones y hacerlas cumplir. Por último, no es subestimable la observación de
Habermas, de acuerdo con la cual una “violencia estructural” puede enquistarse
en las instituciones políticas (y no solamente en ellas); se trata de un tipo de
violencia que no tiene porqué manifestarse mediante la fuerza, pero que sin
embargo es capaz de bloquear y distorsionar los canales comunicativos que
hacen posible la formación y transmisión de convicciones efectivas para la
legitimación. De nuevo, como en el esquema tridimensional y la perspectiva
marxista, el problema planteado tiene que ver con la formación de opiniones a
través de las cuales los actores políticos se engañan a sí mismos sobre su
verdadera situación en el contexto histórico que experimentan. 44
44
Ibid., pp. 83-88
45
Citado por García-Pelayo, p. 104
17
46
Ibid.
47
Ibid., p. 106
18
48
Sigmund Freud, “El porvenir de una ilusión”, en, Sicología de las masas (Madrid: Alianza Editorial,
1977), p. 143
49
Sigmund Freud, “Consideraciones de actualidad sobre la guerra y la muerte”, en, El malestar en la
cultura (Madrid: Alianza Editorial, 1975), p. 120
50
S. Freud, “El malestar en la cultura”, en, ibid., pp. 53, 63
51
Ibid., p. 41
52
Freud, “El porvenir...”, p. 143
53
Ibid., p. 144
19
54
Ibid.
55
Ibid., pp. 144-145
20
desentrañada. De allí que asegure que sea natural hallar el acto decisivo del
poder “donde desde siempre es más notorio, tanto entre los animales como
entre los hombres: precisamente en el agarrar. El supersticioso prestigio que
entre los hombres gozan los animales de presa felinos, tanto el tigre como el
león, descansa en ello. Ellos son los grandes agarradores...Desde cualquier
punto de vista, en ellos se manifiesta el poder en su máxima
concentración...todos los reyes de buen grado habrían sido leones”. 57 Con
Canetti, todavía más intensamente que en el caso de Freud, descendemos de la
abstracción politológica a una antropología esencial que nos recuerda que,
además del acto de agarrar, hay un segundo acto del poder, “no tan brllante
pero no por ello menos esencial...el no dejarse agarrar”.Los espacios libres que
en torno a sí crea el poderoso sirven e esa tendencia: “Todo poderoso, aun el
más pequeño, busca evitar que se le aproximen demasiado”. 58
“El ratón, una vez atrapado, está bajo el régimen de fuerza del gato:
éste lo agarró, lo mantiene apresado, su intención es matarlo. Pero apenas
comienza a jugar con él agrega algo nuevo. Lo suelta y le permite correr
un trecho. No bien el ratón se vuelve y corre, escapa de su régimen
de fuerza. Pero está en el poder del gato el hacerle regresar. Si le deja irse
definitivamente, lo ha despedido de su esfera de poder. Dentro del radio en
que puede alcanzarlo con certeza permanece en su poder. El espacio que
el gato controla, los vislumbres de esperanza que concede al ratón,
vigilándolo meticulosamente, sin perder su interés por él y por su
destrucción, todo ello reunido —espacio, esperanza, vigilancia e interés
56
Ibid., p. 147
57
Elías Canetti, Masa y poder (Madrid: Alianza Editorial, 1983), Vol. 1, p. 202
21
La muerte como amenaza es “la moneda del poder”; 60 los que matan son
siempre los más poderosos: “Lo que puede ir hasta matar es temido; lo que no
sirve inmediatamente para matar, es meramente útil...los que se consagran a
matar, detentan el poder”. 61 Aun sin llegar al extremo de la muerte, quien quiere
enseñorearse de los hombres busca rebajarlos, privarlos de su resistencia y sus
derechos “hasta que estén impotentes ante él, como animales”. 62 El deseo de
transformar a hombres en animales es el impulso clave de la esclavitud: “No
bien ciertos hombres habían logrado reunir tantos esclavos como animales en
manadas, estaban echadas las bases del Estado y del uso y abuso del poder; y
no puede caber duda alguna de que el deseo de tener al pueblo entero como
esclavos o animales, en el gobernante se hace tanto más fuerte cuantas más
gentes constituyen el pueblo”. 63 Esta cruda animalización del concepto de poder
responde, al menos en cierta medida, a un aspecto de nuestra realidad como
especie y del poder como dimensión de la vida. Canetti lo analiza con
insuperable penetración, y no se detiene ni en sus más sórdidos aspectos.
Considérese este párrafo:
58
Ibid., p. 203
59
Ibid., Vol. 2, p. 277
60
Ibid., p. 468
61
Ibid., Vol. 1, p. 214
62
Ibid., p. 206
63
Ibid., Vol. 2, p. 381
22
que quedan al final están cargados con todas nuestras culpas. De ellos puede
comprenderse qué hemos asesinado. Son la apretada totalidad de los indicios
contra nosotros...Es notable cómo se aísla uno con ellos...Es claro que
uno se averguenza de ellos. Son el antiquísimo sello de aquel proceso del
poder de la digestión que tiene lugar en lo oculto y que sin ese sello
permanecería oculto”. 64
64
Ibid., Vol. 1, pp. 206-207
65
Ibid., pp. 217-218
23
de que gozan las dictaduras se debe a que se les concede la fuerza concentrada
del secreto, que en las democracias se reparte y se diluye entre muchos”. 66
66
Ibid., Vol. 2, pp. 290-291
67
Ibid., p. 385
68
p. 389
24
“Un examen concienzudo del poder debe prescindir por completo del
éxito como criterio. Sus propiedades como sus aberraciones deben ser
reunidas cuidadosamente y comparadas. Un enfermo mental que,
expulsado, indefenso y despreciado, ha pasado sus días aletargado en una
institución, puede, por los conocimientos que ayuda a proporcionar,
ser mucho más significativo que Hitler y Napoleón, e iluminar a la humanidad
acerca de su maldición y sus señores”. 71
Por ello, una obra como la de Canetti, a medio camino entre la sicología y
la literatura, nos proporciona pistas de gran relevancia para entender un
fenómeno que, a veces, en los elaborados marcos teóricos de la ciencia política
y la sociología, pierde parte de su contenido vital. Por ello también, la obra de
69
Ibid., pp. 392-393
70
Ibid., Vol. 1, pp. 223, 246
25
71
Ibid., Vol. 2, pp. 445-446
72
Albert Camus, El mito de Sísifo, en, Obras completas (México: Aguilar, 1962), Tomo II, pp. 255-267.
Este punto lo señala Juan Nuño, en su ensayo, “Kafka, siempre culpable”, en, La veneración de las
astucias (Caracas: Monte Avila, 1989), pp. 234-235; también Vladimir Nabokov indica que “la fantasía de
Kafka tiene una marcada tendencia lógica”. véase su ensayo, Franz Kafka, en, Curso de literatura
europea (Barcelona: ediciones B, 1997), p. 496
26
orden universal”. 73 Si bien hay que cuidarse, como lo advierte Nuño, del
“monstruoso rastrillo de múltiples interpretaciones” 74 a que ha sido sometida la
obra de Kafka, la que acá propondré procura respetar no solamente su rango
artístico, sino también su carácter en diversos sentidos ambiguo, que le hace
escapar de los intentos por encasillarla dentro de los límites demasiado rígidos
de una visión unilateral y excluyente.
73
Franz Kafka, El proceso (Madrid: Ediciones Cátedra, 1994), p. 269
74
Nuño, p. 236. Este autor sugiere una “lectura en clave judía” de Kafka, de acuerdo con la cual El
Proceso expresaría el tema de la permanente culpabilidad judía; por su parte, La Metamorfosis proyectaría
de qué modo la mirada de los otros “objetiviza” al judío y le transforma en ser distinto (un insecto al que se
barrebajo la cama). En cuanto a El Castillo, sería la representación de la perenne lucha del judío por
pertenecer e integrarse, y el relato La Construcción, finalmente, que narra el esfuerzo del protagonista por
edificar una “guarida” o “madriguera” segura para sobrevivir, podría tomarse como una versión alegórica
de la empresa sionista, dirigida a levantar un hogar permanente e invulnerable para los judíos. Véase, ibid.,
pp. 240-245. He aquí lo que dice Nabokov acerca de las interpretaciones mística y sicoanalítica de la obra
de Kafka: En primer téemino, sostiene, “no creo que puedan encontrarse implicaciones religiosas en el
genio de Kafka”; en cuanto a los intentos de extraer toda suerte de claves freudianas de los escritos
kafkianos, Nabokov les califica sencillamente como “disparates”. Véase, Nabokov, p. 361. En esto
coincide plenamente con Walter Benjamin, quien igualmente cuestiona las simplificaciones sicoanalíticas y
teológicas tan somunes en torno a Kafka. Véase su estudio, Franz Kafla. On the tenth anniversary of his
death, en, Illuminations, London: Jonathan Cape, 1970), pp. 127-128.
75
La frase es de Enrico de Angelis, Arte e ideología de la alta burguesía: Mann, Musil Kafka, Brecht
(Madrid: Akal Editor, 1977), p. 155. También Benjamin insiste sobre la relevancia de los “detentadores del
poder” en la obra de Kafka, ob. cit., pp. 112-113
27
76
Elias Canetti, El otro proceso de Kafka (Madrid: Alianza Editorial, 1983), p 136
77
Véase, T. Mann, “Franz Kafka y ‘El castillo’”, en, El artista y la sociedad (Madrid: Ediciones
Guadarrama, 1975). Mann apunta que los escritos de Kafka ponen de manifiesto “La contradicción entre
Dios y el hombre, la incapacidad en que se encuentra este último de reconocer el bien, de unirse a él y de
vivir en la verdad...”, p. 244; por su parte, Moeller escribe que “La vida de Kafka fue un acercamiento que
duró toda su vida...pues los obstáculos parecen completamente infranqueables”, en, Literatura del siglo
XX y cristianismo (Madrid: Editorial Gredos, 1966), Tomo III, p. 352
78
Franz Kafka, Carta al padre (Madrid: editorial EDAF, 1985), p. 56
79
Franz Kafka, Consideraciones acerca del pecado, el dolor, la esperanza y el camino verdadero
(Buenos Aires: Editorial Alfa, 1975), p. 88
80
Ibid., p. 112. También se lee en estas páginas que: “Existe un punto de llegada, pero ningún camino;
aquello que llamamos camino no es más que nuestra indecisión”. “Quien busca no halla, pero quien no
busca es hallado”. “Estamos doblemente alejados de Dios: el pecado original nos aleja de El; el árbol de la
vida lo aleja a El de nosotros”. Ibid., pp. 60, 68, 72
28
81
Moeller, p. 353
82
Mann, p. 245
83
Moeller, p. 314. Con frecuencia, se cae en el error, a través de una lectura superficial de Kafka, de
presumir que sus acosados protagonistas son inocentes, cuando la realidad, abundantemente desplegada en
los textos, es que son culpables, que —como escribe en el Diario: “La condición en que nos encontramos
es pecaminosa” (pp. 72-73). En La metamorfosis el punto es planteado de manera inequívoca: “El principio
por el que me rijo es: la culpa siempre es indudable”; Franz Kafka, La metamorfosis, en, La metamorfosis
y otros relatos (Madrid: Ediciones Cátedra, 1997), p. 197
84
Ibid., p. 344
29
85
Kafka, Consideraciones..., p. 65
86
Kafka, Carta..., p. 45
87
Franz Kafka, La condema, en, La metamorfosis y otros relatos, p. 95. Véase también, El castillo, pp.
37, 110, 119
30
88
Canetti, El otro proceso..., p. 148
89
Ibid., p. 150
31
90
Ibid., p. 142
91
Kafka, El proceso, pp. 260, 270
92
Ibid., p. 109
32
93
E. de Angelis, p. 166
94
Kafka, Carta..., pp. 13, 17, 38, 62. Véase también, El Castillo, p. 277
95
Kafka, Consideraciones..., p. 96
96
Canetti, El otro proceso..., p. 48, 63
33
97
Franz Kafka, La construcción, en, La muralla china. Cuentos, relatos, y otros escritos (Madrid:
Alianza Editorial, 1973), pp. 158, 165
98
Véase, Kafka, Carta..., pp. 16, 19, 23, 25, 27, 29, 44; El castillo, p. 97
99
Canetti, El otro proceso..., p. 153. En el Diario leemos ésto: “Dos posibilidades: hacerse infinitamente
pequeño o serlo. La segunda es fin, por lo tanto éxtasis; la primera comienzo, por lo tanto acción...Dos
tareas para quien inicia la vida: limita cada vez más tu ámbito y controla constantemente que, por
casualidad, no te escondas en algún lugar más allá de tus límites”. Kafka, Consideraciones..., pp. 76, 78
100
Franz Kafka, En la colonia penitenciaria, en, La metamorfosis y otros relatos, p. 191
101
Kafka, El proceso, p. 128
102
Kafka, Carta..., p. 48
34
tentado a rechazar esa culpa, pero en vano: “contra este tribunal no puede uno
defenderse, hay que confesar”. 103
103
Kafka, El proceso, p. 164. Véase también, pp. 74, 180, 202; La construcción, p. 169
104
Kafka, Carta..., pp. 35-36
105
Canetti, El otro proceso..., p. 184
106
Kafka, El castillo, p. 175
107
No obstante, estos temas se insinúan a lo largo de su trayectoria. Véase, por ejemplo, el relato de 1917,
Un informe para una academia, en el que Kafka dice: a) que está sin salida; b) que a peasr de no tenerla,
“tenía que procurarme una porque no podía vivir sin ella”; y c), que “mediante la libertad , los hombres se
engañan entre sí con demasiada frecuencia. Así como la libertad figura entre los sentimientos más
35
sublimes, así también figura entre los más sublimes el correspondiente engaño”. En, La metamorfosis...,
pp. 258, 259
108
Moeller, p. 347
109
Ibid., pp. 348-361
110
Kafka, Consideraciones..., p. 67
111
Véase, ibid., p. 65 Así lo interpreta también Thomas Mann, pp. 242-245
112
Kafka, Un informe..., p. 259
113
Véase, Franz Kafka, Josefina la cantora o el pueblo de los ratones (Buenos Aires: Editorial Goncourt,
1976), pp. 41-72
36
inalcanzable 114 ; así como también lo son las metas que K. busca en el castillo: el
amor, la alegría, la conciencia de sí mismo y una relación estable con los demás,
la integración en la comunidad, la verdad misma y el propósito de la existencia
(K. es de hecho un vagabundo cuya lucha con el castillo le hace interrumpir su
viaje). 115 A pesar de todo, Kafka insiste en guardar “una esperanza, sin la que no
puedo subsistir”; la esperanza de construír su castillo, “...conquistado a la tierra,
palmo a palmo, arañando y mordiendo, apisonando y empujando, mi castillo que
de ningún modo puede pertenecer a otro y que es tan mío que en él podría
tranquilamente...aceptar las heridas mortales de mis enemigos, porque mi
sangre embebería aquí mi propio suelo y no se perdería”. 116 Kafka anhelaba una
vida “natural”, fundar un hogar, edificar un “castillo”, escapar de las garras del
poder, hallar una salida artística o meramente familiar, pero careció de fuerzas,
estaba drenado, desgastado espiritualmente, y aún así logró la inmensa
conquista de su extraordinaria obra literaria:
114
Veease, Franz Kafka, Investigaciones de un perro, en, La muralla china..., pp. 207-245
115
E, de Angelis, pp. 172-173
116
Kafka, La construcción, pp. 165, 172
117
Kafka, El Castillo, p. 505
118
Moeller, p. 320. Escribe Kafka en El castillo: “Por más que animes tanto como quieras a alguien que
tiene los ojos vendados a mirar a través de su venda, no verá jamás. No empezará a ver más que desde el
momento en que se quite la venda”; p. 280. Tal vez es Benjamin quien con mayor claridad expuso el
significado del destino de Kafka: “Para hacer justicia a la figura de Kafka en su pureza y su particular
belleza, no debemos perder de vista una cosa: son la pureza y la belleza de un fracaso”, Illuminations, p.
148
37
119
Edward H. Carr, The Twenty Yerar’ Crisis: 1919-1939 (New York: Harper & Row, 1964), p. 97
120
Ibid.
121
Ibid., pp. 156, 168
38
122
Ronald V. Sampson, Igualdad y poder (México: FCE, 1975), p. 7
123
Ibid.
39
124
Ibid., pp. 7-8
125
Ibid., p. 23
40
126
Ibid., p. 173
127
Ibid., p. 208
41
que la aceptación de que los hombres no somos dioses, y que es por tanto
peligroso pretender construír un paraíso en la tierra. Lo anterior no debe
convertirse en excusa para la resignación moral, pero sí para ubicar y entender
la relación entre el poder y la moral en un marco de prudencia.
128
Ibid., pp. 169-176
129
Sheldon Wolin, Política y perspectiva (Buenos Aires: Amorrortu, 1973), p. 239
42
130
Citado en, ibid.
131
Citado en, ibid., p. 245
43
132
Max Weber, El político y el científico (Madrid: Alianza Editorial, 1972), p. 156