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Serie de Sermones – La Riqueza del Cristiano

Sermón N°3 – Nuestra Riqueza en su elección


Por: Jorge Betancur

Como bien saben ustedes, estamos desarrollando una serie de sermones que he titulado “La Riqueza del
Cristiano” basado en la carta del apóstol Pablo a la iglesia de Efeso.

Un punto importante que debemos recordar, es el sentido básico de la palabra “riqueza” la cual es
“plenitud de bienes”.

Pablo utiliza este concepto de “plenitud de bienes” para definir nuestra riqueza como cristianos. Cristo y
su obra son la verdadera riqueza de la comunidad de fe y de quienes son parte de ella, ya que él es la
plenitud de todas las cosas.

Con esto en mente, comenzaremos a recorrer los pasajes de la carta a los Efesios para encontrar y
entender nuestra “plenitud de bienes”. Es así, que el sermón de esta tarde lleva por título “Nuestra
Riqueza en su elección”

Efesios 1:4 “Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin
mancha delante de él”

A primera vista, la elección parece una idea arcaica, confinada a la mentalidad bíblica y más
problemática que provechosa para la proclamación del evangelio en nuestra sociedad posmoderna y
secularizada.

La Biblia habla de tres tipos de elección. Una es la elección teocrática de Israel por parte de Dios. Una
segunda clase de elección es vocacional. El Señor llamó a la tribu de Leví para que fuesen sacerdotes.
Estas dos primeras clases de elección no constituyeron una garantía de salvación.

El tercer tipo de elección es para salvación y es el tipo del cual Pablo habla en el texto base de ese
sermón. “Ninguno puede venir a mí, dijo Jesús, si el Padre que me envió no lo trajere” (Juan 6:44).

Allí la palabra “trajere” “helkuo” alude a la idea de una fuerza irresistible, y se empleaba en la literatura
griega antigua para referirse por ejemplo a un hombre que sufría un hambre terrible y se sentía atraído
a la comida.

Nos cuesta creer que Dios pueda escoger a algunos y pasar por alto al resto. ¿Cómo puede Dios ser un
Dios de amor y hacer esto? Sin embargo, tales conclusiones van mucho más allá de lo que afirma el
texto de Efesios. El enfoque del texto bíblico está en la causa de la elección —Dios— y su propósito: que
los cristianos vivan vidas santas e irreprensibles ante Dios.

Esta elección solo puede explicarse sobre la base del carácter, plan y acción de Dios y no por algo que
haya en las personas escogidas.

1 Corintios 1:26-27 “26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la
carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para
avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del
mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie
se jacte en su presencia. 30 Más por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por
Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; 31 para que, como está escrito: El que se gloría,
gloríese en el Señor.”

En estos versículos, Pablo nos expone la obra de redención de Dios, usando las técnicas literarias de
contraste y repetición. Pablo concluye su larga discusión con una oración negativa de propósito, la cual
excluye todo tipo de jactancia humana delante de Dios. Cuando Dios llega hasta el nivel más bajo de la
existencia, para escoger de allí a su pueblo y sus cosas, y luego los exalta, nadie podrá jamás reclamar
crédito alguno para sí mismo. Dios quita toda jactancia de su presencia, porque ningún hombre, sino
sólo Dios merece la gloria y la alabanza.

En palabras de John Albert Bengel, «no podemos gloriarnos delante de él, sino sólo en él»

La salvación no es un accidente o una idea improvisada por parte de Dios. Su propósito fue siempre
atraer a sí a la Humanidad. «Antes de la fundación del mundo» no significa «inmediatamente antes de la
creación»; expresa más bien que los propósitos de Dios están arraigados en las profundidades de su
naturaleza.

Para el apóstol el verbo “elegir”, significa escoger, elegir, seleccionar. En el Nuevo Testamento el
aspecto de elección revela el acto divino que se hace en los hombres, tanto judíos como gentiles, para el
llamamiento de Dios a salvación y alcanzarla por gracia. El término lleva implícito el sentido de un afecto
positivo, que elige.

Pablo especifica aquí dos aspectos relacionados con la elección:

1) La elección se realizó “antes de la fundación del mundo”, hebraísmo que se refiere a la eternidad,
antes de la creación. La misma expresión es usada por el apóstol Pedro en donde recalca que la elección
divina descansa en la presciencia del Padre que no significa un mero conocer de las cosas, sino el previo
designio de Dios para llevarlo a cabo.

1 Pedro 1:2 “elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y
ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.”

2) La elección tuvo lugar en Él, esto es, “en Cristo”. Es decir, las bendiciones plenas de Dios, se alcanzan
por una posición personal del creyente en Cristo, así también la elección. Lo que expresan esas palabras
en el contexto de la Carta, es que los salvos, en la elección divina, estaban ya en Cristo.

Estar en Cristo precede a todo, antecede a todo, por cuanto estamos en Él desde la eternidad. La
bendición de la salvación es la realización en el tiempo histórico de la presciencia divina en donde se
manifiesta la eterna elección y se abraza en ella al creyente.

Romanos 8:28-30 “28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es,
a los que conforme a su propósito son llamados. 29 Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos. 30 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos
también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.”

El autor de la elección

Aquí el verbo “escogió” “eklego” se encuentra en el tiempo aoristo y en voz media, lo cual indica que se
trata de una elección del todo independiente por parte de Dios. Puesto que el verbo es reflexivo,
significa que Dios no solo escogió por sí mismo sino para Él mismo.

Su propósito primordial con la elección de la iglesia fue para la alabanza de su propia gloria. Los
creyentes fueron escogidos para la gloria del Señor antes de ser escogidos por su propio bien.
El propósito de la elección

Está también definido: “para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él”.

El término "santos” equivale a apartados, refiriéndose por tanto, a los que Dios ha separado, o apartado
del mundo para Él mismo, que forman la expresión de Su pueblo. Son aquellos a quienes Dios ha puesto
en el mundo para que le glorifiquen entre los hombres.

Son aquellos que regenerados espiritualmente, son capaces de un buen obrar como testimonio ante el
mundo, de modo que no solo ellos glorifican a Dios, sino que son objeto para que el mismo mundo
incrédulo glorifique al Dios de los creyentes, al ver la perfección de vida de quienes se llaman sus hijos.

Mateo 5:48 “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.”

No son impecables, ni absolutamente perfectos, pero son propiedad de Dios, apartados de entre los
demás hombres para que proclamen “las virtudes de Aquel que los llamó de las tinieblas a su luz
admirable” (1 Pedro 2:9).

El adjetivo calificativo santos comprende a todo creyente, no importa en qué tiempo haya sido salvo.
Son santos, porque están en Cristo, su lugar de vida espiritual. Unidos a Él, han sido librados del poder
de las tinieblas y trasladados al reino del Hijo

Colosenses 1:13 “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su
amado Hijo”

La santificación de estos que son santos es una operación del Espíritu, que los capacita para vivir la vida
santa que corresponde a la condición de santos

1 Corintios 6:11 “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya
habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.”

La santidad práctica es la forma natural de vida de aquellos que han sido llamados para ser santos, por
tanto, la santidad no es una opción para el cristiano, sino la única forma natural de vivir la vida nueva.

Dios ha escogido a los creyentes para formar de ellos un pueblo santo, es decir, apartado o separado de
entre todos los pueblos para ser el pueblo de Dios en nuestros contextos.

No se trata de una elección porque el Padre sabía que iban a ser santos, sino para que lo fuesen. No es
una elección condicionada a méritos personales, y tampoco a la fe conocida de antemano, sino que
determina la operación divina para salvación. Esa es la razón por la que los creyentes son impelidos
hacia Cristo y no compelidos a Él.

La calidad de la santidad determinada para el salvo es plena por el segundo adjetivo que aparece en la
frase: “sin mancha”, literalmente “sin ley, sin norma”, en el sentido de no tener ninguna acción que
pueda ser denunciada por la ley como falta o transgresión.

Es el calificativo que se usa para referirse al animal apropiado para el sacrificio y se utiliza en el sentido
general de irreprochable, sin tacha. Una santidad inmaculada es lo que Dios establece para los elegidos.

Tal santidad es visible, no sólo a los hombres, sino a Dios, ya que son santos y sin mancha delante de Él.

Dios demanda que los creyentes sean santos e irreprochables por cuanto viven una nueva vida, que es la
vida de la naturaleza divina de Dios mismo, al haber sido hechos participantes de ella en la regeneración
2 Pedro 1:4 “por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por
ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en
el mundo a causa de la concupiscencia”

Conclusión

La expresión final del versículo “en amor” como cláusula de término vinculada a la elección y sus
consecuencias, descubre la motivación divina para ello.

Jeremías 31:3 “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he
amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.”

Dios es amor y todos los actos divinos están relacionados con ese amor. La elección en Cristo es hecha
como un acto sustentado e impulsado en el amor de Dios. Porque Dios es amor, adopta todas sus
decisiones eternas en amor, de modo que la salvación no solo se planifica sino que se ejecuta en amor
Es en ese mismo amor que elige que el Salvador se entrega a sí mismo para salvarnos. El sacrificio exigió
una absoluta entrega que descansa en el amor. El amor de Dios se manifiesta en esa acción salvadora,
determinada ya en la eternidad

Romanos 5:8 “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros.

Si el amor determinó la elección, determina también la comunión eterna entre los creyentes y Dios en
esa misma esfera, de la cual nada ni nadie podrán separarnos

Romanos 8:39 “ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de
Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”

Si preguntamos: “¿Por qué me escogió a mí?”, la única respuesta es: “Él te amó”. Si después
preguntamos: “Sí, ¿pero por qué me amó a mí?, la única respuesta es: “porque Él te amó y planeó dar
gloria a su gracia en ti y por medio de ti”

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