Está en la página 1de 14

Prólogo

29 de Septiembre de 2030

¿Saben? No creo que en la predestinación. No soy de los que piensa que nacemos con
un destino pre-diseñado, sin embargo, soy de los que creo que cada uno de nosotros
diseñamos un fragmento crucial en nuestra página de vida. Eso lo tengo claro. No tengo
mi propia identidad, jamás conocí a mis verdaderos padres, nunca me consideré alguien
especial, son mis propios temores los que me tienen confundido.

Hechos extraños están sucediendo en el mundo, algunos sin ningún tipo de explicación.
La humanidad está llegando al límite de su terquedad por tratar de sobrevivir el caos
que ellos mismos provocaron desde siglos atrás. Me gustaría tener todas las respuestas,
pero por ahora me conformo con saber que en el mundo mortal algo estará por pasar.

El deseo más grande que tiene uno es saber por qué existimos y cuál es el mejor camino
para llegar al final del lapso de vida que se nos da. La ciencia de estos últimos tiempos
ha luchado para elaborar un planteamiento inmediato, coherente y al mismo tiempo uno
que pretende ocultar la verdad cierta al mundo. Ahora me encuentro en una situación
complicada, en la que debo decidir en qué camino escoger, aceptar la realidad o buscar
respuestas a mis cuestionamientos, es algo complicado de describir.

Durante treinta años mi ciudad ha rebajado mucho su nivel moral, a un punto que nos
encontramos tan dudosos como un paciente en coma, al cual no se sabe si despertara o
que solo se mantiene por las máquinas. La raza humana ha llegado a su fin moral. Por
supuesto no hay que quejarse de que las cosas funcionan superficialmente bien, en un
punto de vista material, pero ya visto como la gente se eliminan los unos con los otros .
Como lo dije antes, vivimos en los últimos tiempos, ya me toca descubrir el misterio
que la vida me ha ocultado todos estos siglos.

Ahora me siento solo, vació, sin posibilidades de escapar y encerrado en un cuarto sin
salida. Me gusta meterme en problemas, siempre y cuando la gente lo necesite. Quizás
pueda recorrer el camino, contando las veces que he tratado de ver que es lo que los
altos cielos y las estrellas me dicen cada vez que meto la pata. Desde el orfanato hasta la
escuela, desde el laboratorio hasta el último lugar que me encuentro en este instante, aun
sigo buscando las respuestas. El profesor Monroe lo decía: Si nacemos, es porque la
vida nos dio la oportunidad de hacerla más interesante de lo que es. Bueno, pienso que
sus palabras tienen un significado a todo este montón de palabras que he dicho. No
quiero adelantarme a los hechos, no quiero perder tanto tiempo de mi vida diciendo de
cómo van a pasar las cosas, no soy dueño del destino de Lightwood, pero soy el
defensor de sus sueños. Mientras tanto solo soy un estudiante, en las noches soy un
guardián, un vengador y un caballero de luz en las sombras. Todo lo que debes saber
está en tu alrededor. Yo solo te facilito la visión. Les demostraré lo que realmente existe
detrás de nuestros ojos. Lo demás se los dejo a su interpretación.
CAPÍTULO I
RELATOS DE UN REBELDE

LOUISVILLE HIGH SCHOOL – 9:45 AM

Era el año 2030. Un año muy difícil para mí en cuanto a mi relación familiar, mis clases
en Louisville y sobretodo la difícil crisis que vivimos por el desastre climático. Salí del
orfanato con cierta frustración de no poder hacer buenos amigos. Mi padre perdió su
trabajo en una constructora y ahora trabaja en una empresa que elabora y exporta
aluminio, sin yo saber como el pobre llegaba a pagar las cuentas a tiempo. Ahora que mi
madre nos abandono, algunas cosas para mí no tienen mucho significado. Mi padre me
insistió en que fuera el mejor estudiante para ingresar a una mejor escuela. Tuve que
presentar exámenes de admisión para poder ingresar a la Escuela Privada de Louisville.
Si era algo duro.

Mi padre y yo no nos convencían muchos de los candidatos presentes, solo por hecho de
que los anteriores habían dejado rastros y pruebas de corrupción. Por diez años, el Sr.
Carlos Houston no había dejado su cargo como el gobernador. De hecho está seria su
tercera candidatura y espero la última. Era conocido por crear y aprobar el proyecto de
crear una ciudad totalmente eólica y usando otros tipos de energía. Para su suerte
contaba con la aprobación y el apoyo de la gente, aunque muchos de sus opositores lo
relacionaban con prueba de fraude del fondo público, corrupción y malversación de
recursos del estado. No obstante, su popularidad se mantenía al 70% de aprobación.

Salí de mi casa como siempre al colegio. Con aquella molestia de repetir todo la rutina
siempre se repetía, como si alguien retrocediera el reloj para solo fastidiarme. Después
de una aburrida clase sobre los moles y los balances químicos, fui a la sala de descanso
a despejar la mente. Había un televisor en la sala de descanso. Solo disponía de una hora
para estar sentado en ese arañado, antiguo y barato sillón verde oscuro, mis pies bajaban
como dos bloques de concreto hacia la mesa de madera que estaba cerca de aquel
aparato, tome el control remoto y comencé hacer "Zapping" en cada uno de los canales
disponibles, sin prestarle mucha atención me tope con el canal de la CBS, fue donde me
tope con el físico Alexander Pierce. Informaba a través de los medios de comunicación
sobre un importante hallazgo, una nueva especie material nunca visto.

En la pantalla analógica mostraban imágenes de algunos arqueólogos extrayendo aquel


material, que por ahora era un tema confidencial. La periodista se quedaba algo
desconcertada por aquellas declaraciones del Dr. Pierce quien no dejaba de hacerle
preguntas. Por último el Dr. Pierce invito a la comunidad para asistir a la convención
anual de ciencia que la sede elegida este año sería en la ciudad de Louisville, donde
realizaría una demostración sobre el elemento encontrado. Apague la tele y me di cuenta
que nadie se encontraba en el salón. Ni siquiera los gemelos Brown, quienes se la pasan
jugando <<Ping Pong>> en sus ratos libres.
Me puse los zapatos y observe que en treinta minutos tenía mi clase de Física. Nada
especial aún. Note un extraño alboroto. Desde lejos observa una pelea y varias personas
aglomeradas en ese lugar. Pensé en no bajar, ya que si me pillará el director una vez
más, me expulsaría del colegio. Era demasiado pensar en las situaciones que me metí
con el colegio por mi conducta. Aunque era considerado una de las mentes brillantes del
colegio, para otros era un problema. A pesar de mis buenas calificaciones no era
inevitable meterme en problemas con los chicos de los cursos superiores. Simplemente
me incomodaba mucho el hecho de que los profesores y hasta el mismo director se
hicieran de la vista gorda de muchas situaciones que eran inregulares.

Cuando salí de la sala lo escuchaba con más intensidad, el ruido provenía del campus,
me acerqué y encontré una multitud rodeando a Eric Thrones. Un chico del cuarto año
que disfrutaba del sufriemiento de los demás. Justamente le estaba dándole una paliza a
Tobías, un chico del primer curso, quién lo tomó por los tobillos y lo llevaba
directamente hacia el tambor de basura.

Baje mi mochila y me acerqué poco a poco, trate de hacer paso a la gente. Muchos con
cara de entuciasmo ya que en Louisville era una costumbre algo cruel de hacerle bromas
pesadas a los nuevos ingresos. Eso claro, deberían aclararlo en el folleto de
presentación.

 Y así es que le damos bienvenida a los nuevos, chamaco – alardeaba Thrones


riéndose de su nueva víctima – Ve y prueba un poco de mi tierra insecto.

 ¡Oye Eric! Dejalo en paz, sabes muy bien que está prohibido tratar a los demás
así – le grite al infeliz de Eric por detrás.

 ¡Wao! Mire quién está aquí, el comité de bienvenida - ¡Vamos Lawrence! No


seas princesa y largate de aquí – Sus ojos me obsevaban con ganas de matarme,
pero tome el valor para enfrentarle. Fue una decisión casi suicida.

 ¡Déjalo Thrones! – le grite aún con más intensidad – Deja de hacerte el gracioso.

Fui un idota en esa ocasión, por un instante creí que podía vencerlo pero no tenía los
recursos necesarios para enfrentarme a Eric Thrones, tales como la fuerza o la agilidad.
Mi padre, el Sr. Lawrence, siempre me contaba que cuando me observaba en el orfanato
rara vez me encontraba jugando con los otros niños. En realidad era de ese tipo de
personas que le gustaba hacer las cosas por su cuenta. La idea que alguien me dijera que
hacer era insoportable. Thrones era el capitan del equipo de Basket y también sabía
manejar sus puños cuando se lo proponía, era una flecha veloz en la defensa. Por un
segundo desvíe mi mirada de él y cuando puede regresar a la realidad lo vi enfrente de
mi.
 ¡Te lo volveré advertir! O te apartas de aquí ahora o el regalo que tengo para
este tonto moreno te lo daré a ti. Decide.

 ¡Quita tus manos de ese chico! − Me aleje un poco y comencé a correr a toda
velocidad hacia él. Para ser mi primer enfrentamiento, era una simple presa.

 ¡Muy bien, Lawrence! ¡Tú te lo ganaste! – No pasó una milésima de


segundo cuando me lanzó el golpe hacia todo el estomago, acto seguido un
golpe a la columna. Por último me dejo derribado en el cesped recien
moajdo – ¿Quieres más Lawrence? ¿O vas a salir huyendo?

 ¡Callate, idiota! – Mis labios no podían moverse del dolor de aquel impacto.

 Eso te pasa por andar de listo – Eric tomó las gafas que usaba de lectura y las
partió en dos. Para terminar, cerró el telón – ¡Vamonos chicos! Antes que el
director se de cuenta de…

Un chico extraño apareció de la nada a Eric. Lo tomo de sopresa y le tomo


del brazo izquierdo como si doblara una servilleta.

 Eric, si vuelves a hacer otra idotez no te quedará ningún brazo para la


eliminatoria del mes próximo – La voz del chico era muy terrorífica.

 Otra vez tú, chino mal nacido. Largate de aquí – Eric se reía retorciendose del
dolor de su brazo.

 Se acabo – El chico de aspecto asiatico solto inmediatamente a Eric y en


seguida se retiro – Dispersense ¡Ahora!

La gente se retiraba del lugar, quejándose de no poder ver más de aquel show .Thrones
tuvo que ser levantado por sus amigos del equipo de Basket. El sujeto que me ayudo se
llamaba Edward Lee, un chico que era miembro del equipo de Artes Marciales y
cursaba un año escolar superior al mío. La aparencia de Edward era de un chico
reservado y distante, aunque observandolo desde el suelo supe que nuestras almas se
cruzarían más adelante.

 ¡Hey! Gracias…
 No seas tan agradecido, ya tengo suficiente problemas como para ver ese idiota
en mi camino.
 No puedo levantarme – Me dolía mucho el estomago.
 ¡Ven! Te llevaré a enfermería. Ese morado pudo haberte costado la vida, que
inepto eres, menos mal que sigues vivo – Bromeaba, aunque no me dirigía la
mirada.
 Lo tenía bajo control – Intentaba sacarle alguna conversa mientras me arreglaba
la corbata – Ya es la onceava vez que Eric me rompe la cara.
 ¿Por qúe te empeñas en enfrentarlo? – pregunto sin mirarme – Pudiste escapar y
ya.
 Odio que ese idiota haga de las suyas con los demás, no puede pasarse la vida
torturando a chicos que no merecen ese tipo de trato.
 Intersante tu punto…Por cierto, me llamo Edward, si necesitas que te ayude, no
dudes en llamarme, pero eso sí, no te metas en problemas.
 Christopher Lawrence, pero la gente me dice "Chris", gracias por tu oferta.
 Ah… Lawrence… He oído cosas sobre ti. Eres muy demasiado terco. El que
chico que pinto de grafito el auto del director.
 ¿Quién rayos te dijo eso? – pregunte.
 (Sonriendo)¡Que ingenuo eres! se nota que no le prestas atención a tu alrededor.
En las paredes de Louisville la información recorre sin pausa. Sé qué nunca
conociste a tus verdaderos padres, eres adoptado, eres bueno en ciencia pero
tienes un problema con los profesores y siempre te la pasas en la sala de
descanso leyendo – me comentaba Edward. Era increible que sin conocer a nada
Edward, él sabía mucho sobre mí.
 Bueno, en realidad no me importa lo que digan de mí. Sé qué algún día la gente
me verá de forma diferente.
 Si tú lo dices…Mira te voy a dejar. Estuve mucho tiempo contigo. Tengo clase
de historia. Un placer conocerte – Edward se fue y su presencia se efumo con la
gente que estaba en nuestro alrededor, de la nada me encontraba solo en el
pasillo.

Sonó la campana y como mis lentes partidos tuve que caminar hasta el salón de
física tropenzandome con todo.

 Vaya, me voy a perder la clase de fisica – recordaba que tenía clase.

Mientras corría en el pasillo me tope con el director Eastwood y para desgracia su


delicioso capuchino de valnilla cayó directamente en su camisa azul celeste y algunas
carpetas cayeron al suelo.

 ¡LAWRENCE! ¿Qué significa todo esto? – Para ser un día de mañana se había
levantado con el pie izquierdo.
 Disculpe Sr. Director, es que voy tarde y...
 Otra vez metiendote en problemas, vas a tener que aprender por las malas,
muchacho. Dos sábados de castigo en la escuela.
 Pero señor, tengo que ayudar a mi padre mañana arreglar algunas cosas.
 ¡Sin excusas!, jovencito. Llamaré en cuanto llegue a mi oficina al Sr. Lawrence.
Ahora quiero que te dirigas a tu clase ¡YA!
 ¡Si, Sr. Eastwood! – Asente la cabeza y seguí caminando.
Corrí como Flash a toda velocidad al salón donde estaba el profesor Charles Monroe.
Era el único profesor al cual no tenía problema. Desde que comence a estudiar en
Louisville siempre me animaba. Hace diez años perdió a su esposa Teresa Lane y a su
hijo Kevin en un incendio que ocurrió en el area industrial de Chorme. Charles
trabajaba en una empresa especializada en el diseño de tecnología avanzada y desde ese
incidente no quiso saber nada de Tecnoville. Al menos eso me contó una vez.

SALÓN DE CLASES A2-24 11:00 AM

Entre al salón de A2-24, como era habitual el profesor Charles Monroe se hallaba
sentado en su escritorio leyendo su revista en la sección de tecnología y ciencia, leía un
artículo acerca del nuevo elemento orgánico descubierto por el Dr. Alexander Pierce. La
aguja del reloj marcaba las 11:00 am, mis compañeros llegaban poco a poco al salón.
Como de costumbre me dirigí al escritorio del profesor, tomaba el mismo café
descafeinado y en medio de eso enrolló su periódico y lo guardó en su portafolio. Como
siempre me salió con su pregunta sarcástica:

 Chris Lawrence ¿Dándotela otra vez de héroe? – Sonrió por un instante y en


seguida siguió leyendo su revista.

 (Carcajada) No, solo me presté para hacer una labor social, pero gracias por su
preocupación- Respondí a su sarcástica afirmación. Era obvio por el aspecto
desaliñado que tenía en ese momento.

 Oye Chris, ¿y ese morado en el rostro? – Bajo aquel montón de papel y me miro
de frente con cara de curiosidad.
 No es nada profesor… ¡auch! – Tan solo observarme vio como del ojo salía una
lágrima de sangre.
 ¡Chris! ¿En qué lio te metiste está mañana? ¿fuiste a la enfermería?

 Iba a ir hasta que el viejo gordo de Eastwood se cruzo conmigo y me obligo a


entrar al salón – Desvié su mirada.

 Ya veo, has estado muy insolente – acomodo sus gafas, guardo su revista y
buscaba dentro de su maletín su vieja tablet – ya me enteré lo de Thrones, menos
mal que hice que te cambiaran de salón, pero veo que las cosas siguen igual. Lo
siento pero tendré que hablar con el director.

 ¡Me importa un cuerno! Y además me castigo por dos sábados.

 Debes dejar de meterte en problemas, ya que creo que hemos hablado de eso. Te
he ayudado mucho para que seas un alumno aplicado, pero no basta la
inteligencia sino sabes seguir órdenes.

 ¿Crees que me importa? No soporto ver como esta institución le presta más
atención mis acciones y no a los del curso superior… ¡Par de idiotas!
 ¡Basta! Otra palabra más y te mandaré a detención, joven. Entiendo que pases
malos ratos en la escuela; pero es parte de la vida afrontar situaciones que están
fuera de nuestro control. Tú no eres nadie para decidir el destino de todos y
déjame decirte algo, afuera de esta escuela el mundo es más peligroso y si no
eres lo suficientemente sabio, poco a poco, te extinguira.

Su aburrido sermón me dejo sin palabras, aunque tenía algo de razón pero no quise
confrontarlo más:

 Espero que su clase sea intersante, profesor.

La multitud comenzó a aparecer. Los gemelos Browm discutían sobre un nueva


consola de video que permitia los jugadores manipular a los personajes a través de
impulsos mentales. Como siempre Christine llegaba a vanagloriarse de su hermosa
apariencia y sus amigas, como fieles seguidoras, no podían estar más de acuerdo. El
profesor observaba detenidamente su reloj de muñeca, se acercó a la puerta y la cerró.

 Bueno queridos jóvenes. Espero que el fin de semana lo hayan aprovechado al


máximo, no como el joven Landers que no pudo asistir el día de hoy debido a
una intoxicación de varios cocteles. Antes de empezar les voy a pedir sus
trabajos. Saben cómo soy, sus carpetas ahora ¡Sin excusas!

De la nada apareció una chica de cabello castaño con algunas mechas de azul celeste.
Abrió la puerta con aquella brusquedad que todos nos quedamos mirándola por un
segundo.

 ¡Buenos días! Siento llegar tarde, profesor…


 Scarlett… te dejo pasar esta pero que no vuelva a repetir ¡Siéntate! – La
observaba con cierta mesura, como si quiera darle una cachetada.
 Si, profesor, tenga mi trabajo.

Era obvio que se trataba de Scarlett Witt, una chica bastante aplicada pero socialmente
era un poco distante. Aquella chica con cabello negro y largo, piel blanca, ojos azules,
era de Thomas Lanz, quien trabajaba en las empresas Fusión y que sería en forma
indirecta unos de los autores del desastre en industrias Physion, el era encargado del
departamento de desarrollo de armas y prototipos de defensa.

Scarlett tomó sus cosas y se dirigió rápidamente a su asiento el cual se ubicaba en la


cuarta fila, segunda columna. Bajo su portafolio morado con calcomanías viejas de los
“Rolling Stones” y “AD/CD “y saco su libreta habitual y miro al pizarrón sin prestarle
atención a los demás. Era conocida como una de las mentes más brillantes en el salón,
sin embargo no era común encontrarla en convenciones o en los bailes anuales en la
escuela, prefería más estar en la biblioteca o simplemente en su computadora creando
software o ayudando a su padre.
La clase transcurría de la manera más pesada, aunque entre más hablaba el Sr. Monroe
menos quería estar ahí. Siempre explicaba el principio de la fusión y como las industrias
en sus ambiciones económicas y políticas crearon la crisis energética que vivimos, en
realidad no era un tema muy hablado en estos tiempos. La energía nuclear y el petróleo
estaban en sus últimas, ahora las máquinas hidroeléctricas eran nuestros sustentos, pero
en el caso de mi ciudad aun dependíamos de la planta nuclear de Physion, pero bueno
no quiero extenderme en el asunto.

Pasaron tres hora y quince minutos, era aproximadamente las 12:15 pm y mi cuerpo
quería desahogar sus penas en la sueva y cómoda cama. Antes de poder salir, el profesor
me detuvo por un instante.

 ¡Christopher! No tan rápido, necesito que te quedes aquí un momento.

 Si me viene a dar otro sermón será mejor que se retire de la escuela y se vaya a
una iglesia. Si me viene a castigar, ya el señor Eastwood hizo su trabajo.

 Guarda tus comentarios, quería decirte que el comité de ciencia organizó una
visita a Industrias Phillips en dos semanas. Algunos miembros del club de física
van a venir pero me sobró una credencial, sabes lo de Landers.

 No era de esperarse, ojala se recupere pronto. Pero no creo que podré ir, mi
padre y además dos sábados con el Sr. Eastwood – Respire hondo aún esperando
que Charles me dejará salir.

 Dos semanas de detención no te serán suficientes, pero ¿qué te parece si hablo


con Eastwood para que te perdone un sábado?

 Haga lo que quiera ¿ya termino? – Ya su palabrería me tenía harto.

 Si, Chris…puedes irte. Te avisaré por correo.

 Ok, nos vemos Sr. Monroe. Por cierto ¿quién es la chica que entró al salón con
aquel desespero?

 Ella es Scarlett, es una nueva estudiante e hija de un viejo amigo y colega de la


universidad. ¿Por qué la curiosidad?

 No, por nada profesor – Y por fin pude liberarme de otra semana de estudio.

Por esos pasillos no sentía ninguna presencia, ya era mediodía y por lo general
tendría que ver historia y humanidades pero como era inicios de clases por lo
general siempre se realizaba reuniones entre profesores por cuestiones de
sueldos y reajustes de clases. Hoy mi alma podía volar libre. Era desagradable
recordar que en los próximos sábados tendría que soporta la cara obesa y
arrugada del Sr. Eastwood.
Era molesto pensar que siempre era lo mismo todos los años, incluyendo mis años en el
orfanato. Siempre las mismas mentiras, los mismos exámenes, las quejas de los
estudiantes, los políticos destruyendo y aprovechándose de la miseria y el dolor de las
personas. A veces me pregunto si hay algo más que solo cuerpos llenos de masa y sin
ningún tipo de espíritu ¿Qué se esconde detrás de nosotros?

Claro que la respuesta no la hallaría en un plato de ensalada, puré de patatas y una


milanesa de pollo y un par de frijoles. No tengo ni ganas de comer. A pesar de lo
delicioso que se veía, sabría que esa comida solo eran compuestos orgánicos con
saborizantes artificiales. La era digital ha sustituido parte de lo que alguna vez podrían
los humanos.

EDIFICIO PRINCIPAL – 1:00 PM

Cuando salí del edificio principal para ubicar mi “Neon-bike” tres chicos estaban
parados ahí, en seguida volité y vi dos en frente de mí, me empujaron y me sujetaron
fuerte. Thrones llevaba puesto sus guantes de boxeo. En los tiempos que vivo la
violencia sigue siendo un tema de moda.

 Hola Chris ¿Cómo estuvo tu día? ¿eh? – Su mano derecha estaba vendada
debido a la técnica que uso Hiroshi., sin embargo, el sujeto era muy bueno con
una o las dos manos.

 Vamos Thrones, este no es el momento para esto – Empezaba angustiarme. Su


mirada sádica no se despegaba de mis ojos ni por un segundo.

 (Carcajadas) Me dejaste en ridículo con esos chicos de primer y segundo ¿crees


que tienes autoridad moral para detenerme? Solo eres un pobre imbécil.

 Con la estupidez no discuto. A mí no me descalificaron en los juegos en


Louisville por abuso de drogas, y se lo del asunto con Catherine y además…

 ¡CALLATE! – Con su mano izquierda comenzó a golpearme por la costilla, caí


en el concreto y aguante silenciosamente los golpes. Por cinco minutos aguante
la agonía y el dolor de ser un rebelde. Si esto era parte de lo que el profesor
Charles quería enseñarme era muy tarde.

 Escúchame Lawrence, eres un pobre infeliz, odiado por todos aquí. Tú no


representas nada, podrás estar aquí pero nadie siente tu presencia, eres solo una
víctima. Si vuelves a retarme no te garantizare que respires ¡Vamos muchachos!

 ¡No otra ve…! – No lograba levantarme del suelo, mi agonía me dejo tirado por
un buen tiempo.

Otra vez en el suelo, eran como las 2:30 pm, no recuerdo muy bien la hora
exacta por el golpe pero Thrones uso mis costillas para prepararse para el
próximo torneo en la escuela. Aunque claro, su padre era un deportista frustrado
que le enseño a Thrones a usar más sus puños que su propio intelecto. Sentía
que me había atropellado un auto o mejor dicho una camioneta. Mi morral se
encontraba a diez metros de mí, cuando lo busqué note que mi padre me llamó
por Cellphone Card como cinco veces y dos mensajes de texto que decían:

“¿Todo bien?, hijo. No olvides llegar temprano”.

Tome la bicicleta y con el dolor en el estomago me dirigí hacia el lago Wayne. Era el
único lugar donde podía alejarme de todo esta tempestad. Mi padre siempre me llevaba
cuando tenía nueve años, solo con ver el cielo azul y sentir la brisa, alimentaba mi
curiosidad. Lamentablemente en la ciudad era muy difícil disfrutar de este tipo de
momentos, la codicia y el deseo de los hombres por poder restaurar los errores que
generaciones pasadas cometieron, más bien fue un cáncer para este siglo y en las
millones de vidas que aun tenemos que vivir en tiempos como estos.

Decidí partir a la mugrienta e iluminada ciudad. Mientras conducía recordaba la triste


realidad en Louisville, al pasar por la plaza me di cuenta que la gente vivía atemorizada,
las noches eran de sadismo y perversidad. Según que en la ciudad existían mafias que
manejaban algunas de los edificios principales y algunas urbanizaciones.

Durante toda la semana no dejaban de circular noticias de homicidios, suicidios, ajustes


de cuentas y violaciones, durante quince años nuestra ciudad llegó a un declive social, y
al parecer los políticos tenían sus narices en otros asuntos.

Por un rato contemple el sol del viernes que ocultándose lentamente observaba una
estatua de un ángel que estaba en medio del lago. Era un arcángel. Protectores que
cuidaron el mundo antiguo antes que el mismo mundo se formase. Me encontraba solo,
distraído y algo desconcertado, cada día que pasaba era peor que el otro. Tome la
bicicleta y me fui directo a la casa, no antes sin pasar a la tiendas de víveres a buscar los
benditos huevos que mi madre, Virginia, me encargó antes de salir de la casa. Oscureció
en toda la ciudad, la gente regresaba de sus trabajos, las calles cada vez se despejaban y
y las luces iluminaban cada una de las avenidas en Louisville.

El frió pegaba en mis brazos y por ser tan necio no llevaba una bufanda. Antes de entrar
a la tienda fui primero a la farmacia a buscar algodón y algunas vendas, y algunos
medicamentos para el dolor de cabeza, apenas me alcanzaba la mesada para comprar
todo esto. Saliendo de la farmacia me dirigí hacia la tienda, el señor Johnson me
conocía desde que tenía diez años, la primera vez que lo conocí me robe un jugo de
naranja en la cual mi madre me mando a devolvérselo, y por con siguiente, tuve que
pasar dos semanas trabajando en su tienda organizando el pilar de cajas que le llegaban
los fines de semana. Entre a la tienda y él cariñosamente me saludo:
TIENDA ALABAMA & SOUL – 6:20 PM

 Hola Chris, ¿no crees que ya es algo tarde para andar afuera en las calles? – me
pregunto con su sarcasmo de siempre.

 No, mientras tengas la tienda abierta. Ten. Mi padre necesita estás cosas.

 ¿Cómo vas en la escuela hijo? ¿Algo importante esta semana?

 No, realmente. El bastardo de Eastwood me regalo dos sábados de castigo y el


sabelotodo de Monroe dándome charlas filosóficas de la vida. No lo soporto. Es
igual a mi padre.

 Debería dejar de pensar en ti, joven. No sé cómo el Thomas te aguanta tanto.

 ¿Eso les dices a tus clientes cuando le haces tú oferta de 20 por ciento de
descuento? En fin dame una Coca-Cola y me dejas tranquilo.

 Te lo agregaré a tu cuenta, estás acumulando mucho.

 Lo sé, lo sé. Cuando sea dueño del mundo y acabe con la pobreza y los
gobiernos corruptos te lo pago.

 (Carcajadas) Eres muy obstinado para eso. Leí en la prensa que en dos semanas
va a ver una exposición de temas de ciencia en la Physion Org. Un tal Alexander
Pierce vendrá a conversar sobre una investigación sobre un nuevo elemento.

 Ah sí…Y mi profesor de física va y algunos del club de ciencia. No iré porque


estaré encerrado en una prisión penitenciaría con Eastwood.

Podría seguir hablando con el Sr. Robertson. Lo conozco desde los nueve años
debido a que una ocasión le robe unas de las barras de chocolate que siempre
colocaba en el mostrador. Mi padre, como siempre de aguafiestas, me hizo
devolverlo a la tienda y de castigo un mes ayudando al Sr. Robertson a limpiar y
organizar el inventario del mes. Siempre acudía acá debido a que quedaba a
veinte minutos de la escuela. Robertson siempre ponía su música hawaiana de
los setenta y no era de extrañarse verlo bailar antes de cerrar su tienda.

 Bueno hijo, de esas cosas no me preguntes. Aquí tienes.

 Gracias Sr. Robertson. Buenas Noches.

 Cuídate hijo. No te metas en líos.

 Lo que usted diga - Volteé, abrí la puerta y me retire.


Desgraciadamente al salir de la tienda encontré que la policía rodeaba un edificio al
final de la calle, había cinta de seguridad y los investigadores tomaban fotos de un
crimen que ocurrió hace varios días, no pude acercarme al sitio pero el suceso ocurrió
en Daveko o como lo llamaban algunos “la calle de la muerte”. Era uno de los suburbios
más peligrosos en la ciudad de Louisville. El cadáver fue identificado como James K.
Carson, uno de los miembros del partido socialista que apoyaba a la candidatura del Sr.
Hudson. Al parecer la última vez que lo encontraron en vida fue en unas las
transmisiones televisivas de la campaña gubernamental.

De lo que puede observa fue que sus ojos fueron arrancados de su cavidades, su traje
Kevin Klane manchado de sangre y su cuello lleno de cortadas. Al instante llegaron los
noticieros a cubrir la escena, la policía ordenó a la gente a alejarse del asunto. Encendí
mi Nero-Bike y corrí hasta mi casa.

Busqué la llave dentro de mi morral repleto de las cosas que Thrones había revuelto. Al
fin alcance tomar la llave y con toda delicadeza entre a esa sala oscura y un poco
tenebrosa. Parecía a un ladrón inexperto tratando de robar a unos señores entre los
cincuenta y los sesenta años de edad. Para mi sorpresa un viejo canoso, de cuerpo
fornido y con una taza de té de manzanilla esperaba a que yo me volteara.

CASA DE LA FAMILIA LAWRENCE – 9:45 PM

 Christopher, son más de las nueve de la noche ¿En dónde demonios estabas?

 Pues... intentaba mirarlo fijamente a los ojos pero mi cabeza observa otro lado –
si te contará lo que paso hoy no me creerías.

 No es necesario que digas excusas. Recibí una llamada de la escuela, tuviste otro
enfrentamiento con ese tal Thrones ¿cierto? Chris ¿sabes cuánto tengo que sufrir
para que puedas estar en ese colegio? ¿Cuándo piensas comportarte como un
hombre?

 No me empieces a sermonear, por favor − le respondí.

 Esa herida.... tienes un gran morado en tu cara y tu ropa machada. Das pena
Chris. Te saque de ese lugar horrible para que pudieras disfrutar las mejores
cosas de la vida y sin embargo aún no te adaptas.

 Aja…y eso he hecho, no sé qué tiene de malo hacer una labor social− le conteste
sarcásticamente.

 ¿Labor social? Se nota que no aprendes…Christopher, te dije claramente que no


debes meterte en asuntos que no te corresponde.

 ¡No lo entiendes! Ese infeliz por poco pone a ese muchacho al basurero y nadie
hizo nada −comencé a irritarme− Siempre me dices que debo portarme como un
cobarde.
 Hijo, se que te afecta al ver tanta injusticia en tu alrededor. Lo sé. Lo entiendo
Hace poco me moleste porque algunos de los accionistas de la compañía que no
querían pagar lo correspondiente al sindicato y nos amenazaron de reducir los
puestos de trabajo y cortar la mitad del salario si seguíamos reclamando. Créeme
que me sentí indignado, pero luego vi que no puedo actuar mal contra otros, sino
buscar el bien para los demás.

 No sabes lo que tengo que lidiar con esos desgraciados, todos me critican por no
ser tu hijo de sangre – poco a poco las lagrimas brotaban de mi cara. En seguida
mi padre se acercó me puso la mano en mi hombro derecho.

 Chris, no importa que diga la gente sobre ti, eres especial para mí. Creo que el
mundo te dará buenas cosas a su tiempo. Nunca termine la preparatoria y mis
padres me abandonaron a mí y mis hermanos, perdí a mi esposa y a mi primer
hijo, sin embargo pude salir adelante. Creo que tienes algo especial pero eso lo
tendrás que descubrir por tu cuenta. Bueno, creo que debes descansar mañana,
después de tu castigo en la escuela, me vas a ayudar a pintar la cocina y la
cochera.

 Si, papá, me iré a dormir − sonreí a mi padre y subí a mi habitación.

 ¡Chris! - grito papá.

 Si, dime, padre.

 No te metas en problema otra vez, prométemelo.

 Lo prometo − Asenté la cabeza y me retire a mi habitación −por cierto toma, te


lo manda el Sr. Robertson.

 ¡Wao! Chocolate suizo, mi favorito, buenas noches hijo.

 Mi día termino con otra típica lección de vida. Entre al baño y busqué en la caja
de primeros auxilios. Pase una hora limpiándome las heridas que dejo Thrones.
Por lo general ayudaba a mi padre con sus heridas debido que su trabajo
conllevaba moretones y cortaduras. Su trabajo era mantenimiento de las
máquinas. Estaba sentando en el retrete cubierto de heridas por el estómago y
los brazos. Cada vez que rozaba el algodón con el alcohol el dolor era
insoportable, aunque pensé que el muchacho de nuevo año estaba
completamente salvo. Pero una vez más nada paso.

Cuando estuve en el orfanato siempre me la pasaba peleando con los demás


niños, al decir verdad, delante de los adultos se portaban como unos ángeles
pero cuando no estaban presentes eran unos completos demonios. Nunca tuve
alguien quién le importará, pero qué más da, no fuimos diseñados para ser
amados en el mundo. Por las noches me asomaba solo en la ventana
contemplando aquel crepúsculo saliente. Cada día era más doloroso que el
anterior.
A pesar de la buena crianza y la vida que el Sr. Lawrence me ofreció, para mí todo
seguía igual. Tome una ducha para limpiarme de la suciedad que me dejo los
zapatos y puños de Thrones. El agua de la regadera hacia una mezcla homogénea
con la sangre que salía de las heridas de aquel combate. Cerré la llave, me sequé y
termine de curar algunas cicatrices. Puse mi saco y mi camisa para llevarla a la
lavandería, pues si mi padre viera como deje aquella ropa me partiría en dos. Me
senté en la cama y puse en mi reproductor "Welcome to the jungle" de Guns 'N
Roses, para olvidarme del día de porquería que tuve. Aunque mi mente no dejaba de
recordar aquella escena de crimen y el hecho que tenía dos sábados de castigo, no
me alegraban mucho mi noche de viernes.

Quizás no era mi tiempo todavía o simplemente era un pretexto para no hablarle. No


lo sé. Me acosté pensando en lo terrible que fue la semana. No solo por los golpes
de Thrones sino porque una de esas semanas donde sientes que la vida quiere
clavarte clavos filosos en todo tu cuerpo. Sinceramente me importaba un demonio lo
que la gente pensará de mí. Lo que sucede es que Louisville los padres de los
alumnos por lo general vienen de buenas familias, a pesar de su exigencia muchos
jóvenes lograban entrar a través de concursos de mérito. Desde que tengo diez años,
mi padre ha sido muy estricto con mis estudios. Sus largas jornadas en la empresa lo
consumían constantemente, como aquel día que llegó inconsciente a la casa por
estar trabajando por setenta y dos horas ya que correspondía el mes de pago. Los
recuerdos de ayer no aliviaban el dolor que sentía en este momento presente.
Apague el reproductor y deje que mis sueños jugaran con mi mente por varias horas.

También podría gustarte